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De los mercaderes del templo y el clientelismo religioso
Se define clientelismo como tendencia a favorecer, sin la debida justificación, a determinadas personas, organizaciones, partidos políticos, etc., para lograr su apoyo. La RAE lo define como práctica para mantener el poder asegurándose fidelidades a cambio de favores y servicios. El problema moral y pecaminoso surge cuando el clientelismo se manifiesta mediante la utilización de la fe religiosa de individuos por parte de aquellos que se representan como sus guías espirituales. A dicha práctica se le denomina por estudiosos como clientelismo religioso.
Culminando la Semana de lo que será una millonaria inversión de infraestructura que construirá la organización religiosa sin fines de lucro conforme a su fundación. Antes de continuar, un breve recordatorio de cómo el llamado tercer sector u ONG’s, muchas veces se convierten en empresas familiares mediante las cuales sus directivos y oficiales a través de la compraventa de influencias por los contratos y empleos que otorgan redundan en beneficios económicos mediante salarios y rembolsos de gastos más lucrativos al caudal de la familia que muchas de las que se denominan con fines de lucro.
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Santa y pasado el domingo de pascua —que raramente coinciden ambas fiestas este año con el Ramadán— se nos brinda una magnífica oportunidad de reflexionar al respecto aquí en Puerto Rico. Nos la brindó el propio gobierno de la mano de una iglesia cristiana de denominación independiente en pleno miércoles santo. Ese día, el Gobernador, junto al Pastor de dicha iglesia, realizaron un acto público en el que uno al lado del otro levantaba el primer “palazo”
Tras el anuncio de la asignación de treinta y dos (32) millones de dólares a dicha iglesia, se han brindado explicaciones en cantidades cercanas al antedicho número. Que si es una Ley Federal de Trump —individuo equivalente al Diablo, según muchos de los que defienden la asignación—, que si son fondos de FEMA, que no son fondos estatales, que se debió al activismo del pastor para que FEMA extendiera el tiempo de solicitud, que si el seguro aún no les ha pagado —por algo será—, etc. Pero ninguno ha contestado las interrogantes claras que se levantan tras un espectáculo como el vivido en medio de la propia Semana Santa.
Sin caer en el populismo de los tres mil toldos azules, por ejemplo, las siguientes: ¿Por qué no hacer lo mismo con otras iglesias cristianas? Mejor aún, ante la doctrina constitucional de la separación de Iglesia y Estado, ¿por qué no realizar un acto de asignación de fondos y/o al menos de trámite de solicitud de los mismos de la mano de algún líder de las distintas religiones que se profesan en nuestro territorio?
¿Por qué el COR3 anuncia la asignación de esos $32 millones y no dice ni pío de cómo está ayudando a iglesias, sinagogas o mezquitas con menos caudal político a obtener los suyos?
Con esos $32 millones, ¿cuántas mejoras más pequeñas tras el paso de los huracanes y terremotos se pudieran hacer en cientos de otras iglesias?
Por otra parte, en un sistema capitalista y de libre mercado, ¿dónde está la opinión y/o postura de los funcionarios públicos que salieron en la foto, sobre si debe el Estado intervenir en financiar la reconstrucción de infraestructura a instituciones religiosas o deben ser las mismas producto del apoyo de sus feligreses conforme al apoyo que tengan?
Cuando Jesucristo, según Juan, en aquel domingo de pascua expulsó los mercaderes del templo, no limitó su ira y enconó a los que mercadeaban bueyes, palomas, ovejas y a los que intercambiaban dinero. Al decirle a los que vendían palomas: ‘Quitad esto de aquí, no hagáis de la casa de mi Padre una casa de comercio’, se refería además al comercio y tráfico de influencias.
Al día siguiente del primer palazo de los $32 millones, conmemoramos el jueves santo. Día que, según las escrituras, los miembros del Sanedrín, para cuyo sumo sacerdote y porción de dirigentes religiosos que componía el mismo y mediante el cual se acomodaban a obtener acomodos sociales y económicos del verdadero poder político dentro de su realidad colonial —que era el romano— en una votación corrupta de 71-0, tomaron la decisión de arrestar y condenar a muerte a Jesucristo. Más allá de que fuese el plan divino de Dios, por el hecho de que éste representaba una amenaza a su clientelismo religioso.
La Semana Santa nos trajo la magnífica oportunidad de reflexionar sobre el clientelismo religioso boricua. Además, según una de las justificaciones del mencionado acto oficial, nos dejó un nombre para potencial director del COR3.
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