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OBSER VATORIO CULTURAL
Pensar en la infancia nunca debería ser una reacción frente al status quo, sino una cuestión y discusión de base en nuestra sociedad, por consecuencia, de todos quienes trabajamos en cultura y la gestión cultural.
El escenario regional respecto a la creación de obras artísticas orientadas a públicos infantiles es baja, aún cuando existen proyectos financiados por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio que se orientan a lo familiar, especialmente en artes escénicas, estas obras no reciben un tratamiento para públicos infantiles como tal.
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Consultado sobre este tema, Mauricio Ortiz, gestor y creador del proyecto Entra en Escena, nos plantea lo siguiente: “desde Entra en Escena, nuestro objetivo es entregar herramientas a agentes culturales escolares (profesores, apoderados, estudiantes), para que el día de mañana puedan promover mayores espacios de participación cultural”.
Otra perspectiva frente a estos públicos nos la entrega María José Alzamora, gestora cultural y psicopedagoga de Circo Cuarta Estación, indicándonos: “si bien nuestra programación es orientada a público familiar, las obras no contemplan infancias dado que se necesita de personas expertas en esta área creativa, sin embargo, complementamos esta carencia con talleres extra programáticos dirigidos a las niñas y niños”. Al ser consultada por las carencias del ecosistema cultural de las infancias nos plantea: “es fundamental que se puedan desarrollar habilidades sociales y psicomotoras en edades tempranas, por el contrario, recae en la infancia cierta irresponsabilidad de los padres al preferir la televisión, videojuegos o redes sociales, para que las niñas y niños estén en casa, esperando que dichas habilidades se desarrollen espontáneamente en el colegio”.
Una de las iniciativas que precisamente trata el tema en profundidad es el Festival Galumping de la Fundación Círculo Remolinos, cuyo director, Gabriel Silva, nos plantea “justamente nosotros nacemos como fundación a raíz de la profunda crítica que tenemos tanto al sistema escolar como a la despreocupación que existe en términos de la creación escénica artística, particularmente en torno a la infancia”. Al respecto Gabriel señala: “entendemos a las niñeces como audiencias tremendamente capaces, como seres estéticos, como personas bajo el alero del derecho a ser parte de experiencias artísticas escénicas… Como profesionales con más de quince años trabajando para las infancias, vinculamos nuestra investigación con el trabajo escénico con mucho respeto hacia las niñeces”. Bajo esta lógica, sostiene que hasta ahora las infancias se han infantilizado con una idea de sostener una energía desbordada, sin respetar los momentos de calma y reflexión propias de las personas, en este caso los niños y las niñas.
En esta misma línea, Mauricio nos explica que el ecosistema escolar ha manifestado un incremento de violencia entre sus pares, lo cual ha obligado a priorizar aspectos de convivencia y salud mental, retrasando esta transferencia de elementos, apreciaciones y experiencias artísticas. “Nos vemos obligados a reflexionar como gestores culturales en cómo apoyar un sistema escolar que vive un colapso… Un ideal sería sumar nuevos profesionales en las escuelas, que acompañen solo las experiencias artísticas”.
Conocer estas tres miradas respecto a las infancias y su participación en lo artístico-cultural, le da a la Universidad de La Serena una enorme posibilidad de retribuir a la programación artístico-cultural regional con enfoque en la infancia, considerando su quehacer académico, especialmente en las pedagogías y, en el núcleo de gestión cultural que se ha ido forjando en la convivencia de proyectos y unidades relacionadas a la cultura en el interior de la comunidad universitaria.