6 minute read

La creatividad como una forma de vida: A la

LA CrEATIvIDAD COMO

A la luz del enfoque sobre creatividad de Alfonzo López quintás

Advertisement

Angélica Estrada Hernández

Licenciada en Diseño Gráfico en Comunicación y Publicidad, Magister en Docencia de Valores

Muchas veces nos quejamos de nuestra vida, de nuestra profesión, de nuestro trabajo, de nuestra familia… de todo. Nuestra lamentación muchas veces se enfoca en un “no soy feliz” en un “no me hayo”, “no es lo mío”, “no me satisface”, “no cumple mis expectativas”, “no me realiza como persona”. Y eso nos invita o nos excusa para dejarlo a un lado, no ponerle la atención que merece y nos sirve de motivo para acercarnos y movernos a otro tipo de actividades donde sí nos “realizamos como personas”. Aunque muchos artistas, políticos y empresarios famosos lograron su éxito luego de abandonar valientemente una profesión e iniciar otra incluso a los 30, 40 ó 50 años, la gran mayoría de nosotros puede encontrar su éxito en descubrir y enfrentarse valientemente, en lo cotidiano con eso que en principio odiamos pero que podemos aprender a amar.

Lo que sucede muchas veces es que hemos visto nuestro trabajo, nuestra familia o nuestra profesión

UNA fOrMA DE vIDA

como un objeto, algo que hacer, usar y tener. Cuando nos podemos encontrar en él por medio de la apertura y la creatividad. Todo a partir del diálogo en un ámbito que nos ayude a ser, a encontrarnos.

De la misma manera en la que el hacer un poema transforma al escritor en un poeta… de esa forma nosotros al trabajar con amor por lo que hacemos, nos transforma de simples repetidores de actos y acciones en personas realizándose en su vocación. Vocación significa llamado… en el mundo solo Dios puede decir Yo Soy… mientras tanto todos somos esos quienes estamos llamados a ser.

Padres de familia, trabajadores de cualquier lugar, estudiantes… serán en la medida en la que se encuentran en lo que están haciendo. En la medida en la que en lugar de sólo observar su realidad, su entorno como algo que les pertenece, que utilizan a conveniencia y luego desechan… lo vean como algo digno de ser respetado, amado, encontrado. Algo digno de diálogo, de encuentro, de vínculo. Algo capaz de hacernos personas… de llevarnos a eso que estamos llamados a ser.

La realidad nos nutre, nos transforma, de la misma manera en la que un avión en contacto (no sólo la cercanía sino la creación de vínculos) con alguien le puede transformar el piloto, nosotros y nuestra realidad podemos llegar a las alturas, a donde estamos llamados a estar. Podemos encontrar grandes dimensiones, lograr alcances insospechados. No se trata de manejar una realidad como si fuera un objeto, se trata de conocer sus leyes, descubrir el valor que revelan y la dignidad a la que reconocen desde ellas para encontrarse.

Puede haber alguien que sepa manejar un avión, pero que no sea piloto, sí, alguien que a pesar de repetir ciertas acciones no se encuentre en su profesión. Alguien que no haya encontrado la alegría de descubrirse desde lo que hace cotidianamente, alguien que no sabe amar lo que hace y ve en su trabajo sólo algo que hacer para sobrevivir.

A diferencia, alguien que ve en su entorno una fuente de posibilidades para incorporarlo a su ámbito de vida se transforma y deja de ser lo que era antes para convertirse. De alguien que sabe escribir a un escritor, de un practicante a un poeta… de un estudiante actor a un personaje en una obra de teatro. 35

Una obra de arte, un acto cotidiano, pierde su opacidad en cuanto se convierte en la respuesta de un llamado, en una voz interior que le sugiere a la persona una forma de estar, de ser, una posibilidad de encontrarse. De ésta capacidad de transformación que tienen los ámbitos, en especial el arte se desprende la importancia del enfoque ético de la misma.

Ya que las personas no somos las mismas después de tener contacto con ellas, existe una acción reversible, bidireccional. Algo que nos puede acercar a la felicidad, a la realización, a lo que estamos llamados a ser o

algo que puede alejarnos, desvirtuarnos y de alguna manera no reducirnos pero sí reducir la manera en la que vemos el entorno y eso en respuesta reduce la visión que tenemos de nosotros. Se requiere de mucho tiempo para que una persona que nace pueda ser independiente y aún siendo mayor y pudiendo “sobrevivir” en solitario, sólo puede desarrollarse y ser lo que está llamada a ser cuando se encuentra dentro de una comunidad como un ser coexistente, con derechos y responsabilidades.

Aunque una persona se encontrara por desventura sola en una isla… es coexistente, comparte el ser con el Ser por excelencia y eso hace que sea imposible estar solo. Además de esta coexistencia con el Creador, la persona puede encontrar en la realidad que le rodea ámbitos para tomarlos como fuentes de posibilidades, la persona misma, ámbito por excelencia sobre los objetos es para otros un ámbito de encuentro. Ese campo de juego común que se denomina encuentro puede realizarlo con otros recreando la realidad misma, dándole nuevos significados a todo y haciendo del mundo un lugar más interesante y vivible, haciéndolo amable.

El vínculo con otras personas y especialmente con el Ser por excelencia, Dios, nos acerca a eso que estamos llamados a ser y por lo tanto nos lleva a la felicidad. Una verdadera amistad es virtuosa, le lleva a la persona a perfeccionarse. Este encuentro y vínculo es tan importante para la persona que de alguna forma la transforma, le hace reconocerse como lo que es. Por ello es tan importante no reducir las relaciones bajo superficialidades donde podemos creer que tenemos una amistad cuando lo que tenemos es realmente una amalgama, una masa que apunta a la dirección del líder o de la moda, deshumanizando, haciendo que me olvide de mis posibilidades, de mi interior. Evitando esa distancia tan necesaria para ser y dejar ser.

Este encuentro implica entonces una distancia, un reconocimiento individual, personal que deja a otros ser tal como son… en la medida en la que esto colabora con su desarrollo, ya que de alguna forma el amigo está obligado a llevar al otro a rectificar en caso lo requiera. El consejo o las palabras bien dichas de un buen amigo son muy escuchadas, porque es un ámbito que transforma.

La amistad, y especialmente la amistad con el Ser por excelencia elimina radicalmente la soledad a partir de los vínculos creados que transforman a la persona. No la transforman en una unidad amorfa deshumana, despersonalizada o múltiple, por el contrario reconoce y reafirma la personalidad, la individualidad. Es por ello que una verdadera amistad lleva al otro a encontrarse. En una fiesta donde te encuentras con tus amistades… te hayas, te encuentras… no como en manada, ni como robot… te encuentras y puedes ser tú mismo y descubres hasta una nueva forma de ser que posiblemente nunca hubieras encontrado sin otros.

This article is from: