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Editorial

Por este medio rendimos tributo a la memoria de doña Olga Alejos Matheu de Mirón, por apoyo a la UNIS y su gran generosidad.

De ella, su hija María Marta nos cuenta que nació en la ciudad de Guatemala en1920. Sus padres fueron Alfonso Alejos de la Cerda y Marta Matheu Cofiño. Varios años de su niñez los vivió entre la capital y Retalhuleu. Se casó con el caficultor José Mirón Muñoz. Vivió por muchos años en la Finca El Parraxé, Samayac, Suchitepéquez. Del matrimonio nacieron cuatro hijos: José, María Marta, Olga y Alfonso. Siempre se interesó por ayudar a las personas que pasaron a su lado o que buscaban su ayuda y consuelo. Empezó colaborando con las señoras de San Vicente de Paúl.

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En la finca cuidó de la salud de las personas que ahí trabajan, acompañaba al médico que llegaba los sábados por la tarde, dirigía la clínica el resto de la semana e invitaba a desayunar y a almorzar a los niños que veía desnutridos. Insistió en la vacunación, convenciendo con mucho esfuerzo y paciencia a las mamás, haciéndoles ver que valía la pena que a los niños les provocara calentura por causa de la vacuna, pues así se harían resistentes a las enfermedades.

Se esforzó porque la escuela estuviera bien atendida y por convencer a las mamás de la necesidad que tenían los niños de aprender a leer y escribir. Le resultaba difícil que a las niñas las mandaran a quinto y sexto grado. Una vez logrado, procuraba premiar tanto a mamás como a niñas por el esfuerzo que esto les representaba. Ya en Guatemala, organizó una convivencia en la Escuela Zunil para que vinieran a la capital y conocieran una oportunidad para que sus hijas pudieran seguir estudiando, lo que tuvo buenos resultados.

Ana María de García

Decana de la Facultad de Arquitectura y Diseño Universidad del Istmo

Se preocupó por llevar catequistas a la finca para enseñar a los adultos y ella misma dio clases de catecismo a los niños, logrando introducir las costumbres católicas del matrimonio y demás sacramentos, las devociones a la Virgen, el rezo y misa por los difuntos, etc.

Entre sus múltiples actividades sociales participó en la fundación del Club Jardín, fue fundadora de la Escuela Junkabal y miembro del Patronato que ayudó a buscar los fondos necesarios para su funcionamiento durante muchos años.

Su interés por conocer y conservar los tejidos y trajes típicos de los diferentes pueblos de Guatemala, la llevó a organizar desfiles y presentaciones, una de las cuales fue muy exitosa y conocida: Estampas de mi Tierra. Los ingresos obtenidos con estas y otras muchas actividades, los entregaba para ayudar al sostenimiento económico de la Escuela Junkabal.

No dejaba pasar la oportunidad de servir al prójimo. Tras un desafortunado accidente, que la confinó a una silla de ruedas, siguió manteniendo su vida de piedad y su interés por aquellas obras que había ayudado a crecer. A pesar del dolor de una múltiple fractura de fémur y las incomodidades de no poder moverse como estaba acostumbrada a hacerlo, nunca perdió su sonrisa, su palabra y gestos de cariño por quienes la rodeaban y visitaban. Asistía diariamente a la Santa Misa, hasta que le fue imposible seguir. Le gustaba celebrar su cumpleaños, aun cuando su salud empezaba a menguar y sus capacidades se iban reduciendo. Recibió con gran alegría la Unción de Enfermos de manos de su nieto, sacramento que recibiría muchas veces, hasta que una mañana del domingo 14 de julio de 2013, entregó serenamente su alma al Señor.

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