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Colección Olga Alejos de Mirón - COAM

Coleccion Olga Alejos de Miron

-COAM- Mtra. Carmen María del Rosario Miralbés de Polanco

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Aprincipios de los años 1990, la Colección Olga Alejos de Mirón -COAM- fue donada por su dueña al -IFES- Instituto Femenino de Estudios Superiores. Es una colección de tejidos indígenas que, al ser inaugurada la Universidad del Istmo, fue trasladada a la Dirección de Diseño Industrial con especialización en Vestuario, dirección adjunta a la Facultad de Arquitectura.

Cuando se recibió la donación de la COAM en el IFES, se percibía como una colección valiosa que podía usarse como objeto de estudio y manipularse sin restricciones de conservación. Todavía se cuestionaba la urgencia de guardar los trajes indígenas porque en Guatemala no se reconocían como patrimonio cultural, pues su valor histórico y etnográfico era popularmente desconocido. No se percataron inmediatamente del tesoro que tenían entre manos, a pesar de que, en décadas anteriores se habían publicado varios estudios, principalmente escritos por profesionales extranjeros (O´Neale, Popenoe, etc.), los cuales propiciaron un nuevo enfoque hacia la cultura indígena guatemalteca e incentivaron el rescate de los tejidos locales. Ahora se está reevaluando el papel que desempeña la COAM en función de la conservación de la cultura y de la historia de la tradición textil guatemalteca.

La diversidad y colorido de los trajes indígenas y las diferentes formas de tejerlos, de adornarlos y de vestirlos fueron, probablemente, algunos de los incentivos que motivaron a la Sra. Alejos de Mirón a conformar su valiosa colección de tejidos etnográficos. En los

Página opuesta, huipil de luto, usado por las mujeres de Quetzaltenango, Quetzaltenango. c.1970.

Esta página, fajas usadas por las mujeres de Totonicapán, Totonicapán. (De izq. a der.: c.1980, 1940, y 1960).

años 1950, cuando ella comenzó a recolectarlos, todavía no se había popularizado la afición de coleccionarlos. Doña Olga visitaba asiduamente las comunidades donde adquiría los objetos y para poder relacionarlos, entrevistaba a personas indígenas prominentes y tejedoras de quienes obtenía información sobre el uso de las prendas y su contexto cultural. De esta forma, adquirió el conocimiento necesario para formar una colección ordenada con objetivos definidos. Se preocupó por incluir prendas que documentaran los cambios y estilos de la indumentaria, los cuales surgieron durante las décadas que ella coleccionó. Pero además, buscó tejidos de épocas anteriores para documentar parte de la historia de la tradición textil. De esta cuenta, logró adquirir objetos especiales e interesantes que datan de finales del siglo XIX hasta los años 1990, cuando dejó de coleccionar. Su temporalidad se extiende más o menos un siglo.

La colección contiene 2970 objetos registrados con tarjetas escritas por la coleccionista, y revisadas por la Sra. Olga Arriola de Geng. Éstas últimas incluyen algunas fechas y notas sobre la elaboración de los tejidos, el nombre del lugar de origen y algunas veces, notas etnográficas que dan valor a la colección. También se incluye un lote de objetos que carecen de sus tarjetas respectivas, el cual fue entregado posteriormente a la UNIS. Es por esto que se calcula que el número de objetos ascienda a más de 3200. Incluye ítems originarios de ciento doce comunidades diferentes, ubicadas en dieciséis departamentos; están representados dieciséis grupos lingüísticos, lo que incrementa su valor intrínseco; la calidad de las piezas en general es excelente, aunque sí existen algunas que necesitan tratamiento de conservación curativa. La colección documenta variedad de estilos, usados según los cargos que ostentaban los usuarios dentro de la jerarquía religiosa y municipal; prendas ceremoniales, de uso diario, de luto: y otras especiales, con las que vestían a los santos: entre otras. Por el número de trajes completos que se pueden conformar, aparentemente, uno de los objetivos de la coleccionista fue el de conformar una colección de trajes completos, cualidad que le da un valor agregado. La cultura es dinámica y cambia constantemente, hecho que se refleja en los trajes indígenas a través de cambios de estilo, de tendencias en colores y materiales que se reflejan en las prendas que, aunque conservan su forma, muchas han perdido sus rasgos distintivos. Asimismo, se incluyen elementos modernos que hacen del traje una expresión cultural y social que requiere un estudio constante.

La guerra, los acuerdos de paz y los proyectos para la revaloración de la cultura maya, han propiciado una visión diferente de la importancia de las colecciones de los tejidos mayas, convirtiéndose en un medio de resguardo del patrimonio tangible e intangible, cuyo valor y bienestar es imperativo registrar y conservar para generaciones futuras.

Datos históricos que dan contexto al patrimonio maya-textil La historia de la tradición textil guatemalteca se sustenta en más de dos mil años de existencia y se evidencia en los documentos antiguos donde aparecen personajes mayas ataviados con prendas diversas y complejas. Pocas perduraron, pero los estilos modernos de tocados, fajas, huipiles, cortes, entre otros, son reminiscentes de épocas anteriores. Para tejer la indumentaria de personajes importantes, se utilizaba la fibra que se obtenía de la planta de algodón, para el resto de la población se usaba la que se obtenía del maguey. En moldes y figurillas de cerámica, los artesanos prehispánicos dejaron registro no solo de las prendas, sino también de las técnicas utilizadas para tejer las telas con el telar de cintura. Los motivos con que se adornaban, se lograban con hilos suplementarios que flotaban a través

Su‘t o paño de cabeza, usado por los hombres para asistir a ceremonias religiosas o públicas. Chichicastenango, Quiché. ca. 1935.

de la urdimbre para formar los motivos brocados, los cuales se hacían mientras se tejían las telas, costumbre que ha perdurado hasta ahora. Las prendas emblemáticas del traje femenino moderno son el huipil o blusa y el corte o falda, ambas de origen prehispánico; mientras que del masculino solo se conservó el maxtátl o taparrabo, cuyo uso se mantuvo hasta principios del siglo XX.

La influencia europea se percibe en el uso de fibras de origen animal (lana y seda); en la adaptación al uso del telar de pie; en la forma de bordar con agujas de metal: y en la incorporación de materiales europeos para adornar la indumentaria, como encajes, listones, mostacilla y lentejuelas que se aplicaban a las telas o en las prendas para engalanarlas. Asimismo, los hombres adoptaron prendas masculinas como sobrepantalones, sacos, sombreros de fieltro, capas de corte acampanado con cuellos grandes, entre otras, mientras que las mujeres incorporaron a su vestimenta velos, faldas plegadas y cuellos o golas. bordan con mostacilla y otras a máquina con diversidad de diseños florales, geométricos, antropomorfos o zoomorfos. Además se han popularizado los delantales y los suéteres.

La moda ejerce una influencia innegable, no sólo en el modo de vestir, sino en muchos ámbitos de la vida de las personas. Sin embargo, se contrapone a la tradición artesanal y a la forma distintiva de vestirse que, hasta ahora, ha predominado en las sociedades indígenas y que difícilmente puede relacionarse con las imposiciones que requiere el “seguir la moda”. Este concepto carecía de sentido en el contexto cultural local hasta hace muy poco tiempo. Sin embargo, es innegable que las formas del huipil y del corte se conservan y que son prendas emblemáticas de la cultura maya que hacen que el traje sea distinto de los del resto del mundo. Su uso ha trascendido hasta el presente y todavía se enmarca en las tradiciones de los grupos que conviven en Guatemala.

No es sino hasta finales del siglo XIX y principios del XX, cuando arqueólogos y etnógrafos extranjeros llegaron a Guatemala y pusieron en evidencia el carácter distintivo y complejo de los trajes modernos. Algunos trajes actuales presentan características de los que se usaban hace más de cien años, mientras que otras se han perdido. El traje femenino actual se distingue porque ya no es el tejido con telar de cintura; se ha vuelto monocromático; el huipil está siendo sustituido por una blusa de tela comercial elaborada en maquilas artesanales y el corte se hace por encargo según el diseño y el colorido requeridos por la compradora. Las fajas las compran en los mercados, muchas se

Importancia y futuro de la COAM en función de la UNIS

En el mundo moderno de la conservación del patrimonio tangible, la tendencia se dirige al resguardo de las colecciones como un todo, previniendo y monitoreando los factores de deterioro (control de la humedad relativa, de la luz, de la temperatura, de las plagas y de la contaminación ambiental) y propiciando una manipulación adecuada de los objetos, mientras éstos se encuentran

Cuadro No. 1. Piezas que componen la colección COAM

1 alforja 1 casaca 8 gorras 57 sombreros 20 blusas 1 caites 542 huipiles 6 ponchitos 30 bufandas 123 cintas 1 jubón 19 sacos 3 calzones 274 cortes 17 lienzos 145 servilletas 16 calzoncillos 5 cuellos 60 manteles 75 sobre - huipiles 118 camisas 14 delantales 26 mantos 9 sobre - pantalones 10 camisetas 1 estameña 21 morrales 19 rodilleras 1 camisola 23 faldas 472 paños o su´t 21 tapetes 1 camisón 434 fajas 23 pañuelos 3 toallas 7 capas 4 fustanes 131 pantalones 13 velos 42 capixaij 2 gabanes 129 perrajes

en la bodega de almacenaje o en exhibición. Estos factores podrán ser controlados, mediante un sistema de medidas adecuadas con las que se logra prevenir los daños y corregirlos cuando ya se ha afectado la integridad de las colecciones. La colección “Olga Alejos de Mirón” es un patrimonio tangible importante que merece resguardarse, pues incluye prendas únicas de gran valor cultural y etnográfico.

Los objetos representados en la COAM servirán como material de investigación y medio de aprendizaje para contextualizar la colección y relacionarla con las comunidades de origen y con las raíces propias de la cultura maya. El acceso y la información hacen de las colecciones documentos esenciales de estudio para enriquecerlas y darles contexto cultural, histórico y antropológico. La falta de registro de la historia indígena hace que cualquier colección que ayude a documentar la historia y el desarrollo de la tradición textil, se evalúe en función de su representatividad, calidad, diversidad de los objetos y documentación.

Se puede concluir que la COAM es un documento histórico integrado por objetos valiosos, que debe organizarse, conservarse, almacenarse y documentarse adecuadamente para poder accederla. Es un patrimonio tangible, cuyo valor se incrementará, una vez esté accesible para su estudio. Trasciende al plano intangible, cuando se analice y documente la información que los tejidos esconden.

Detalle de sobre-huipil de Santa Lucía Utatlán, Sololá, que aparece en la contraportada.

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