Agenda Cultural Marzo 2017

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Editorial Cine...

1 Javier Restrepo C. Sin título (Estudio para pintura). Lápiz sobre papel. 35 x 50 cm. 2001.

Pasados los primeros años de la Segunda Gue-

rra Mundial, a un genio macabro de la publicidad moderna se le ocurrió poner a viajar su sombría presencia en valijas metálicas, por pueblos ya amedrentados de cuenta de las noticias que se escuchaban en la radio sobre su propio paso. Como si se tratara de infiernos espontáneos, emergentes de paredes, en salones oscuros, o de fachadas de edificios durante la noche, una lampa mística daba vida a la muerte, en un espectáculo tan inverosímil como mágico. La gente, sin necesidad de comprender este fascinante y dramático rito, podía, en su soledad contemplativa, desde su fuero interno, acceder a un tiempo ajeno que, a partir de ese instante, se volvía suyo, tanto como sus miedos. Después de ir al cine, a ese cine que transportaba, literalmente, la guerra impávida, nadie

podía conciliar su propio tiempo y volver a su cotidianidad igual que antes. De esta manera, ese invento de finales del XIX había logrado su propósito no declarado: comunicar, hacer comunes ideas complejas y desiguales sobre algo tan subjetivo y atroz como la insidiosa guerra. Joseph Goebbels, ministro para la ilustración política y la propaganda del Tercer Reich había ideado una utilidad desgraciada para un invento lúdico y poético, había puesto un miserable apellido de control al cine. La maleta, que había llegado y se había abierto intempestivamente para narrar una historia inconclusa, se cerraba y se marchaba con la insensata promesa de volver con apartes de un nuevo futuro pasado, para así, otra vez, desplegar fragmentos de un tiempo de otros; o, más bien, de un tiempo sin otros, y hacer ver y 2017 | Marzo


sentir la guerra como cosa de otro mundo. En el peor de los casos, sería la misma guerra la que llegaría al pueblo sin anunciarse. Entonces, la historia se estaría escribiendo con las paredes que habían soportado la proyección del pasado, las mismas que, a la vez, serían el futuro de un documental incierto. Más o menos tenemos claro quiénes ganaron, y qué pasó luego de 1945. Y ya, a todas estas, el cine había encontrado un papel trascendente en la vida de las naciones: se veía ampliado su espectro de acción a formatos novedosos, inducidos, como en muchas otras técnicas y tecnologías, por la guerra.

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La imagen con la que comenzó este texto la hemos contemplado ya en diferentes películas. Como ocurrió con la literatura moderna más temprana, el cine logró, en un corto tiempo, volverse sobre sí mismo para ser urdimbre y trama al tiempo; nada qué hacer con un arte que nació moderno: se vio abocado a repetir esquemas funcionales de otras disciplinas. Y así, como lo hizo el Quijote con los libros de caballería, el cinetoscopio en su avanzada nos ha dejado ver películas que no evaden el paneo que graba la pira que consume su propia tragedia. En este punto, la estrategia del mise en abyme parece haber visto la luz, con mayor claridad para la cinematografía que para la literatura, y servir de fondo para la gran parodia que significa la creación humana. Pero, quizá, lo que ha hecho del cine un asunto ritual, tal vez el último gran culto de la vida contemporánea, definido por el hecho de reunir personas muy distintas en un solo espacio frente a una pantalla gigante, en una emisión de sonido e imágenes producidas con avanzados mecanismos tecnológicos que no dejan de asombrar con su realismo fantástico, hoy tiene nuevas formas de espacialidad y contemplación, distintas de las otrora imprescindibles para conglomerados con filiación política, idealista y religiosa. Ahora hay tantas formas de viajar como viajeros. Y allí, en el escenario de los viajes aéreos, Marzo | 2017

por ejemplo, con una película distinta en cada asiento, la libertad de elegir un título u otro es el culmen del proyecto moderno que buscó, a toda costa, dotar al ser de algo de la soberanía depuesta y es, a la vez, la disolución de la promesa inicial de la teatralidad del cine, esa que, al menos yo, revivía, a regañadientes cada Semana Santa, cuando sentía el eco doloroso del público al ver a Enrique Rambal cargando la cruz hacia el Gólgota, para volver a ser el Mártir del Calvario. El cine, la materialización de la mirada omnipresente de la humanidad, ese maravilloso invento moderno que ha copado cada resquicio material de nuestro universo sensible, es el punto de reflexión de esta edición de nuestra Agenda Cultural Alma Máter que cuenta con la participación de Oswaldo Osorio, Juan Diego Posada Posada, Jerónimo Rivera Betancur, Karen Parrado Beltrán y Sergio Alberto Henao, en un tiempo en el cual los mercados de la gran industria del entretenimiento separan fechas para reconocer la producción de los “mejores”. El cine cambia su esencia con tal naturalidad que, al parecer, ha vuelto esta constante su más claro rasgo distintivo: dejar sentado que nada respecto a su naturaleza está escrito sobre piedra.

Coda Javier Restrepo Cuartas (Medellín, 1943-2008), invitado de honor con sus dibujos y pinturas en esta edición, fue profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, sede Medellín. Su trabajo, que ha sido reconocido en Colombia por haber interpretado los rasgos estilísticos del Pop Art, visitó reiteradamente la cultura del cine y aportó, decididamente, a la proliferación de tendencias y modas en lo que se ha llamado la cultura de masas. Su fascinación por el cine fue compartida por un grupo de artistas, denominado generación urbana, que marcó una forma distinta de vivir la ciudad. Oscar Roldán-Alzate


Narrativas y formas del cine colombiano actual Sin novedad en el frente Oswaldo Osorio

En el cine nacional ha preponderado la na-

rrativa clásica y la vocación de los cineastas por explorar otras posibilidades o desatender el canon establecido ha sido la excepción. Esa constante histórica de obediencia a las convenciones del clasicismo cinematográfico se ha alterado apenas en contadas ocasiones: en el cine del compromiso de los años sesenta, en autores aislados como Víctor Gaviria o Felipe Aljure, o en algunos títulos del siglo xxi que han sabido conectarse con ciertas tendencias del cine mundial. En la época del Nuevo Cine Latinoamericano, cuando las películas andaban comprometidas con los problemas sociales y, de paso, ensayaban otras formas de contar, en Colombia apenas un reducto, encabezado por los maestros José María Arzuaga (Raíces de piedra, 1961) y Julio Luzardo (El río de las tumbas, 1964), se desligaba del predominio de las narrativas académicas e industriales, que iban desde melodramas como Un ángel de la calle (Zacarías Gómez, 1966) a thrillers como Semáforo en rojo (Julián Soler, 1963). Ese predominio se hizo incluso más enfático en las décadas siguientes, aun cuando con los apoyos estatales, como el sobreprecio y Focine, los cineastas tenían mayor posibilidad de asumir riesgos, en tanto no financiaban sus películas ni estaban obligados a recuperar la inversión. Esa práctica de una narrativa clásica desde entonces ha estado, y aún está, presente en, al menos, tres formas de hacer cine: los géneros cinematográficos; los grandes temas, como la violencia, el conflicto y la marginalidad (que es una narrativa más de orden

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Javier Restrepo C. Cary Grant e Ingrid Bergman, Notoriedad de Alfred Hitchcock. Acrílico sobre tela. 120 x 110 cm. 2002.

temático que formal); y el realismo social, que si bien en el cine de los maestros se presentaba como ruptura, después empezó a matizarse y asumir las formas del canon.

Del cine de género y la televisión No sorprende constatar que, en una cinematografía que busca crear una industria, el cine 2017 | Marzo


de género sea una cuarta parte de la producción en la era de la “Ley del cine” (en vigencia desde 2004). Los directores y productores, ya como un discurso establecido que quieren explorar o como una forma de asegurar la aceptación del gran público, recurren a estos esquemas, obteniendo resultados que se ubican en un amplio rango de calidad y éxito.

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Como una narrativa dominante del cine colombiano, hay que destacar dos aspectos, definidos por lo formal y lo temático, del cine de género: el primero tiene que ver con la aplicación de sus esquemas al contexto nacional, y el segundo, con su cruce con la conflictiva realidad del país. En el primer caso, es sabido que la validez de este tipo de cine está relacionada con la forma como se aplica el esquema, siempre en una tensión entre aprovechar los caminos trazados y hacer las variaciones necesarias para crear la diferencia con las demás películas del género. En Colombia ha habido lo uno y lo otro, desde réplicas de las fórmulas trilladas por el cine foráneo, especialmente visible en el cine de horror (Al final del espectro, Secretos, Encerrada), hasta afortunadas adaptaciones al color local e idiosincrasia nacional, lo cual ha ocurrido especialmente en el thriller (Satanás, 180 segundos, Póker). En cuanto al cruce con la realidad del país, el conflicto armado, el narcotráfico y, en general, la violencia, han dado un jugoso material, con escenarios, personajes y argumentos llenos de posibilidades para hacer cine de género, y aquí se conecta con el punto anterior, porque también esto es más frecuente en los thrillers y sus diversas variables: El rey es cine de gánsters, Sanandresito y La semilla del silencio son policiacos, Antes del fuego es un thriller político, El páramo es un thriller sicológico, Saluda al diablo de mi parte es un thriller de acción, por solo mencionar algunos. Existe otra narrativa dominante en el cine nacional que nada tiene que ver con nuevas forMarzo | 2017

mas; todo lo contrario, es la reducción del lenguaje cinematográfico a los recursos reiterados y sintéticos del discurso televisivo. A falta de una industria de cine, es natural que quienes vivan del audiovisual sea más gracias a la televisión que por hacer películas, y eso incluye tanto a realizadores como a actores y a escritores. De manera que es muy difícil, luego de ejercer a diario un oficio durante años, entender el cambio de medio cuando eventualmente puedan participar en un proyecto de cine. El otro cuarto de la producción nacional pertenece, entonces, a estas películas que confunden sus linderos con ese lenguaje televisivo, con todo lo que esto implica: los actores mantienen los mismos esquemas y tics que usan en las telenovelas, los movimientos de cámara y la composición del encuadre se sustituyen por el ping pong del plano – contra plano, los estereotipos prevalecen sobre la construcción de personajes, la iluminación tiene más un uso funcional que expresivo o narrativo, y así, tantos otros aspectos que se pueden ver en este tipo de cine que, en su mayoría, son comedias populares como de las que Dago García ya ha montado una exitosa fábrica, pero cuyo esquema ha sido utilizado por otros cineastas y productores.

Narrativas no clásicas De los dos centenares de largometrajes estrenados en el nuevo milenio, apenas un puñado de películas desatiende, aunque sea parcialmente, la narrativa clásica. Pero incluso la mayoría lo hace en formas que ya pertenecen a la narrativa moderna, la cual ya está codificada en buena medida por la industria y por el público. A este tipo de propuestas pertenecen las historias que juegan con el orden de la estructura del relato, por ejemplo, ya sea como historias que convergen (Edificio Royal, Satanás) o las que aplican rupturas sistemáticas a la linealidad de su argumento (Apocalipsur, Oscuro


animal); igualmente, otras que optan por una narrativa episódica (Diástole y sístole, Mambo Cool); o también aquellas que usan un recurso extremo como desarrollar toda la historia en un solo plano (PVC-1). Por otra parte, y como otra forma de la narrativa moderna, pero que aún encuentra mucha resistencia frente al público masivo, hay un tipo de cine que en los últimos años ha sido más frecuente en esta cinematografía. Es una suerte de realismo que está en las antípodas del realismo social, el cual se ocupa de grandes causas y acontecimientos. Este, en su lugar, alude a la cotidianidad de la vida y a personajes ordinarios. El vuelco del cangrejo (Óscar Ruiz Navia, 2010) es la primera película donde se presenta esta narrativa como su propuesta esencial. En ella se pueden ver la desaparición del héroe o del personaje que vive sucesos fuera de lo común, así como la disminución de la acción, que trae como consecuencia el lento avance del relato y los tiempos muertos. Otros títulos con estas características son Cazando luciérnagas (Roberto Flores Prieto, 2013), La sirga (William Vega, 2012) y La tierra y la sombra (César Acevedo, 2015). Este cine se encuentra en sintonía con muchos de los más importantes autores y cinematografías del mundo, y es un cine que tiene gran aceptación entre la crítica y los festivales. No obstante, en este recorrido por intentar identificar nuevas formas o narrativas en la imagen del cine colombiano, fue más evidente ese panorama de apego a las convenciones y los cánones. Solo brillan de lejos unos escasos títulos que movieron la aguja hacia un cine posmoderno o con hibridaciones con el discurso experimental, como El Colombian Dream (Felipe Aljure, 2006), Violeta de mil colores (Harold Trompetero, 2006) o Los extraños presagios de León Prozak (Carlos Santa, 2010). De otro lado, aunque todavía es muy temprano para afirmarlo con seguridad, estas nuevas formas se están vislumbrando en el trabajo de

Javier Restrepo C. Sin título (Mujer de vestido de pie en habitación). Marilyn Monroe. Grafito sobre papel. 70 x 50 cm. Sin fecha.

jóvenes directores como Óscar Ruiz Navia, Rubén Mendoza, Franco Lolli o Felipe Guerrero, quienes han demostrado con sus primeras obras que están en una búsqueda formal y expresiva, no solo personal sino de ruptura con la uniformidad del paisaje cinematográfico que habitan.

Oswaldo Osorio es Comunicador socialperiodista, historiador, magíster en Historia del arte, candidato a doctor en Artes, investigador y profesor. Ha publicado los libros Comunicación, cine colombiano y ciudad y Realidad y cine colombiano 1990-2009. Es crítico de cine del periódico El Colombiano y la revista de cine Kinetoscopio, y fundador del portal www.cinefagos.net. Escribió este texto para la Agenda Cultural Alma Máter.

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¿Pantalla, silla o proyector? Para crear público no existe una receta mágica Juan Diego Posada Posada

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l cine, como la comida, son placeres que a veces cuesta apreciar en su totalidad, no solo porque la variedad que en ambos campos se encuentra representa un reto, bien sea al paladar o a la vista, sino por la manera en que hemos aprendido a comer y, por supuesto, a mirar.

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Para no irse muy lejos y tratando de sostener la analogía, a veces los colombianos preferimos hacernos a los productos extranjeros, asumiendo que estos pueden ser de mejor calidad. Llega a decirse que es mejor cenar en un restaurante italiano que en uno colombiano, pues en este último encontramos lo que por años hemos comido. Podría realizarse el mismo ejemplo con ropa, autos, motos o cualquier otro producto que pueda ser comercializado, pero la comida, como el cine, son de consumo diario. Todos los días debemos comer y todos los días podemos ver cine. Tratando de aterrizar un poco más esta aseveración, no suena descabellado que producciones cinematográficas como Rápido y furioso o Batman vs. Superman superen cifras de 2 millones de espectadores en taquilla, mientras que las nacionales como Los nadie y Jericó, el infinito vuelo de los días, lanzadas en cartelera el año pasado, tan sólo sobrepasan los veintitrés mil espectadores. Y, como si fuera poco, no sólo tenemos un bache bastante amplio entre lo nacional y lo extranjero, sino que apostamos por consumir lo local de la forma más confiable posible: no Marzo | 2017

asistir a las salas; preferimos comprar en el semáforo, que es algo así como comer siempre en casa, pues es más seguro, y no probar otras posibilidades, como salir de la región, y en nuestro caso, pagar una boleta. Partiendo de este panorama, vale la pena preguntarse: ¿el problema es el cine nacional que producimos o somos nosotros? La respuesta podría ser contradictoria; algunos argumentarán que el cine no responde a lo que se quiere ver, o que preferimos no pagar porque puede verse en el sillón. La realidad es que, si bien el problema se sitúa en ambos campos, la balanza se inclina más hacia nosotros como espectadores. Desde el año 2003, con la Ley 814, o “Ley del Cine”, se impulsó una estrategia de financiación para promover la realización de películas colombianas, al destinar un porcentaje del resultado en las taquillas de las funciones de producciones nacionales. Dentro de este plan se incluyó la construcción de público, objetivo con el que, evidentemente, ha fallado la industria pues si bien existe una campaña para formar al espectador, no puede y no debe pretenderse que sea la única forma de cautivar un país que se renueva constantemente en términos cinematográficos. Existen dos problemas generales en los cuales radica la “auto-educación” del público colombiano y son: la idea de que el cine en Colombia es “malo”, en términos de realización, o “siempre es conflicto”; y, segundo, pero no menos importante, la infinita búsqueda de la facilidad o el “yo no pago por eso”.


Se deben desmitificar estos dos factores para darle un fuerte empujón a la taquilla nacional, y se debe iniciar por decir que nuestro cine no es malo. Colombia ha realzado sus producciones en los mejores escenarios internacionales; para la muestra, no uno, sino algunos botones: Leidi, cortometraje de Simón Mesa, recibió la Palma de Oro en Cannes en 2014; Los nadie, de Juan Sebastián Mesa, ganó el premio del público en el Festival de Venecia en 2016 y, ese mismo año, El abrazo de la serpiente, de Ciro Guerra, estuvo nominada a mejor película de habla no inglesa en los Premios Óscar, para no mencionar algunas otras con recorrido internacional. Claramente, no se mencionó ninguna de estas producciones en los espacios de mayor difusión televisiva que el televidente promedio frecuenta. O, si fueron mencionadas, no se hizo con el adecuado respeto que se debería, lo cual dificulta un tanto más esa necesidad de construcción de público. Si de suyo es un poco complicado incitar a las personas a explorar las carteleras de cine, lo será aun más si no se muestran por los canales de consumo diarios. Pero, en teoría, el cine nacional resalta por calidad, lo que descalifica por completo el mito del cine “malo” colombiano. En cuanto a las temáticas de conflicto, el cine se presenta como una herramienta para mostrar, evidenciar, explorar y narrar de formas distintas la realidad de un país. Así, en tanto vehículo de exploración, es y ha sido menester del cine reflejar el conflicto armado, la dura guerra por la que Colombia ha atravesado, aunque no ha sido su única opción temática, pues la producción se ha diversificado en otros campos. Quizás sea que, además, tenemos como población una cierta dificultad para acercarnos a esos hechos que recrudecen la realidad en la que vivimos, y, si bien esto puede considerarse difícil, debemos acercarnos a ello como una forma de

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Javier Restrepo C. Sin título (Dos mujeres fumando). Tinta sobre papel. 27.5 x 22 cm. 1974.

interiorizar el conflicto, no para tomar partido, sino para entenderlo desde otras perspectivas, lo que puede ayudarnos a digerir esos momentos de los cuales huimos. No se trata de hacer apología de la violencia, ni mucho menos de implantar ideas y modos de comportarse, en la cabeza de un espectador, pero sí de entender que somos un país inmerso en una guerra que, apenas ahora, ve la luz al final del camino. El cine colombiano es la herramienta idónea para entender otros puntos de vista de la guerra, desde la estética hasta el componente ético que una producción presenta, y que el espectador elabora desde su propia forma de pensar. El conflicto no desaparece con enterrarlo bajo las capas de arena 2017 | Marzo


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de la indiferencia o del olvido. No. De hecho, hay que saber mirarlo, entenderlo, para no repetirlo, y la comprensión desde el cine es una de las mejores opciones. Cine de conflicto hay y habrá, en el mejor de los sentidos. El ejercicio está en comprenderlo, sentados en las salas de cine, para no caer en prejuicios.

mos aún lo importante que puede ser una retribución para una producción que se realiza con grandes esfuerzos y, en muchos casos, con poco presupuesto. De esta manera se matan la industria y los directores, realizadores y demás participantes del cine nacional. Pirateamos la industria.

Andrés Murillo, director de la revista Kinetoscopio, especializada en cine, resalta la labor que cumplió el cine en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, durante los años 50, 60 y 70, en países como Italia y Alemania donde, por medio de las producciones cinematográficas, la gente pudo acercarse a la guerra de la que hicieron parte desde una perspectiva analítica y reflexiva, al punto de lograr realizaciones donde se burlan de la misma. Un ejercicio que ayuda a matizar el dolor a través del arte. Caso tal podría ser La vida es bella, de Roberto Benigni.

Consideramos que vale la pena asistir a una sala de cine para ver cualquier versión de Batman (lo cual no está mal), pero rechazamos de inmediato acercarnos a una película nacional pues “no aguanta pagar por eso”, así los nuevos directores que hacen un gran esfuerzo por sacar a flote sus producciones se vean sin una retribución de su trabajo, de su arte, dejándolos una vez más a su suerte, desde cero.

Murillo propone, como parte de la interiorización del conflicto por medio del cine, el uso de películas que reflejan la realidad de otros países que han estado en guerra, con el fin de mostrarle al público cómo se han vivido otros conflictos y así hacer una transición para abordar la realidad colombiana contada en la pantalla grande. Un ejercicio pedagógico, en aras de construir público, que vale la pena tener en cuenta. Mirar para afuera y luego volver sobre lo propio. Todo lo anterior, como contrapartida a la doble moral que la televisión colombiana ha venido implementando con las series de narcos y traficantes que, más que la exploración de sus personajes, son una vulgar apología a la violencia vivida en el país. Por otro lado, y volviendo sobre el segundo punto de construcción de públicos, salta a la luz la desastrosa costumbre de hacerse a las cosas del modo más fácil. El precedente siempre estará en conseguir lo más barato de la mejor calidad posible, dejando de lado la idea de pagar por aquello que se consume. No veMarzo | 2017

Volvamos sobre los botones, o los ejemplos. El abrazo de la serpiente, un película cuyo argumento no está basado en el conflicto armado y por tanto no aplica la excusa expuesta unas líneas más arriba, logró una asistencia a salas de cine, antes de su nominación al Óscar, de ciento once mil personas, aproximadamente. El promedio de asistencia para una película regular que pueda arrojar “ganancias” significativas, es de doscientos cincuenta mil personas. No cumplió ni la mitad de lo que se espera usualmente; de hecho, pocas lo han hecho, salvo producciones de humor como Uno al año no hace daño o El Coco, entre otras. Con posterioridad a su nominación al Óscar, la película de Ciro Guerra logró aproximadamente cuatrocientos cincuenta mil espectadores en sala; es decir, sobrepasó el promedio, pero sigue siendo poco si tenemos en cuenta que Vin Diesel en su repetitiva saga de Rápido y furioso logró dos millones de asistentes en salas colombianas. Es algo así como comprar el café en Starbucks, cuando somos productores del grano. Seguir comiendo en restaurantes italianos, quitándole valor a lo que preparamos en casa. Reitero, no se trata se ensañarse con lo extranjero, que no está mal, pero sí


de darle valor o lo propio, de tener sentido de pertenencia. Y, por supuesto, ante la demanda de facilidades, la oferta aparece en la esquina de un semáforo en forma de DVD, cortando de raíz la posibilidad de que la gente se cuestione, se interese por ir, por experimentar una producción realizada en casa y, así mismo, corte el impulso que las nuevas generaciones de directores tratan de darse a sí mismos. Tampoco se trata de hacer un negocio para las grandes industrias cinematográficas, pues la ciudad tiene espacios alternativos (pocos) para ver cine. Pero, como ya he dicho, se trata de incentivar la producción nacional. Tal como lo cuenta Andrés Murillo sobre la forma en que se comercializan las películas de cine en Perú y Bolivia, estos dos países cuentan con grandes mercados negros o piratas de películas en DVD en los que pueden encontrarse colecciones enteras de directores que no resulta sencillo conseguir acá en Colombia. Y aun con el alcance que estos mercados tienen, los vendedores tienen una especie de “pacto” mediante el cual se comprometen a vender todo lo que puedan, salvo las películas que son producidas en su país. Es decir, no “piratean” películas nacionales, pues de alguna forma entienden su importancia como medio para contar las realidades de sus propios países. Es un sentido de pertenencia hacia lo que ellos mismos realizan; el mismo del que, aparentemente, carecemos. Como no es posible combatir el flagelo de la piratería efectivamente, la única solución posible es la conciencia del comprador-consumidor, conciencia que parece estar más lejos que cerca en la mente de los colombianos, pero que, poco a poco, puede construirse. Sin embargo, estas dos condiciones expuestas anteriormente no son el único asunto por tra-

tar en medio del complejo universo cinematográfico, aunque ellas representan el 80% del problema. La respuesta también está en el cine mismo, en el que recae el 20% restante. Si tenemos en cuenta todo lo anterior, debe ser claro para un director-realizador que el público es reacio a disfrutar cine colombiano, lo que se interpreta como un reto para aquellas personas que deciden presentar una pieza audiovisual. Codificar las películas para atraer un público calificado o ser pretencioso a la hora de buscar espectadores, puede ser un punto aún más castrante que las debilidades propias del consumidor. No es posible decirle a alguien cómo y qué debe tener un largometraje para que sea atractivo, pues no tendría sentido regular el proceso de creación. Lo que debe primar sobre las nuevas producciones es la forma en que son contadas y el tipo de personas a las que se intenta llegar. El cine, como la comida y el arte, no sólo son buenos productos, sino una responsabilidad que debe asumirse con todo el rigor. Públicos hay muchos, como nosotros, pocos. Formarnos como tales representa un reto que no sólo debe asumirse desde las políticas públicas, pues parece que esta estrategia no está funcionando. Así como hemos sido educados en casa, debemos hacer un mayor esfuerzo por educarnos a nosotros mismos. El cine, como la comida, son placeres que a veces cuesta apreciar en su totalidad. En Colombia todavía tenemos paladar, pero parece que aún no aprendemos a comer. La comida de casa, el cine hecho en el país, al final, es la receta más confiable. Juan Diego Posada Posada es politólogo de la Universidad Nacional de Colombia y estudiante de Periodismo en la Universidad de Antioquia. Escribió este texto para la Agenda Cultural Alma Máter.

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¿Cómo va el cine colombiano? Jerónimo Rivera Betancur

Cuando se habla de cine colombiano es común

que salgan a flote expresiones como: “Todo es violento”, “dicen muchas vulgaridades”, “es aburrido”, “se ve muy pobre” o “son puros chistes tontos”. Aunque estas afirmaciones tienen un sustento real, reducir el cine colombiano a ciertas características comunes, como si fuera un género en sí mismo, solo demuestra que realmente lo conocemos muy poco.

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Los espectadores pueden adoptar dos posiciones extremas que poco ayudan a que el cine nacional funcione como debería: criticar sin verlo o “apoyarlo” por lástima. La primera, evidentemente, sólo genera prejuicios y es injusta con los buenos productos que cada año se estrenan después de largos procesos de producción, y la segunda es paternalista y condescendiente y no exige a los realizadores un esfuerzo por comprender y agradar al público contando buenas historias. Frente a los colosales presupuestos de Hollywood (una sola de sus películas puede costar lo mismo que el Estado colombiano ha invertido en 12 años de “Ley del cine”), las cintas nacionales deben apuntar a aquello que Hollywood no muestra ni le interesa mostrar: nuestras realidades más cercanas, historias locales con valores universales. Con la promulgación de la Ley 814 de 2003 (“Ley del cine”) el Estado colombiano puso en marcha un ambicioso paquete de incentivos que se materializó, entre otros proyectos, en el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, las Comisiones Fílmicas nacionales y departamentales, los incentivos tributarios para empresas que apoyen el cine y los apoyos automáticos para la promoción y participación de largometrajes colombianos en eventos internacionales. Marzo | 2017

En términos de producción, el balance es más que exitoso. Del presupuesto del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico —FDC—, el 70% se destina a la realización de películas, fundamentalmente de largometrajes de ficción. De aproximadamente diecinueve películas estrenadas en la década de 1990 (después de la desaparición de Focine), la cantidad de películas va en aumento año tras año y en 2016 los estrenos colombianos llegaron a treinta y ocho, cifra que puede subir en los próximos años. Por supuesto que se trata de un balance muy positivo, pero el problema será el momento (no muy lejano) en que se haga una mayor cantidad de películas de las que se pueden exhibir. Hacer una película implica un proceso arduo y costoso. El proceso de producción de un largometraje en Colombia (desde la pre-producción hasta la postproducción) puede durar entre tres y seis años en promedio y costar más de un millón de dólares. Hacer la película, sin embargo, no es más que el punto de partida. Después de producirla, es necesario distribuirla en el circuito cinematográfico nacional e internacional, participar en festivales de cine, exhibirla en las salas y comercializarla mediante la venta de los derechos a la televisión o las plataformas online, entre otros procesos. Sin embargo, los frutos de ese esfuerzo no se verán hasta que la historia llegue al público y es allí donde está el principal problema. El público colombiano, como se ha dicho, no suele ver cine colombiano, los exhibidores no se comprometen con la promoción activa del cine nacional y el Estado apoya la realización de películas pero no garantiza que se vean en condiciones competitivas. Tampoco podemos


eximir de responsabilidad a los realizadores, quienes difícilmente se conectan con los gustos de un público acostumbrado a las narrativas y técnicas de Hollywood, amo y señor del negocio del cine en el mundo. El público colombiano ha crecido con un programa de humor hegemónico, el más antiguo de la televisión. Sábados felices ha marcado la pauta de lo que los colombianos consideran gracioso, lo que ha permitido sacar una fórmula comercialmente exitosa que se puede repetir una y otra vez. En la historia del cine colombiano solo siete películas han superado la cifra del millón de espectadores (cifra que fácilmente superan las cintas de Hollywood): El paseo, El paseo 2, El paseo 4, Uno al año no hace daño, La estrategia del caracol, El coco y Rosario Tijeras. De esas siete, solo dos se salen del patrón de comedia dirigida al grueso del público y, por el contrario, películas multipremiadas y reconocidas internacionalmente como La tierra y la sombra, Todos tus muertos, Gente de bien y Siempreviva, por solo mencionar algunas, pasan por la cartelera comercial con más pena que gloria. Como se ha dicho anteriormente, la culpa no es del público ni de su “mal gusto”. Es evidente que hay una gran brecha entre lo que los realizadores quieren contar y lo que el público quiere ver y se trata de encontrar un punto de equilibrio. También hay que reconocer que muchas películas que ganan festivales tienen un ritmo y una complejidad que suelen ser bien recibidos en círculos intelectuales, pero rechazados por el público. Esta situación no es, ni mucho menos, única en el cine colombiano. La hegemonía de Hollywood ha moldeado el gusto de las masas de espectadores y los productos audiovisuales suelen ser vistos y evaluados bajo el mismo modelo, pero la solución tampoco es imitar la narrativa y la técnica de Hollywood porque se corre el riesgo de entrar en el terreno de la parodia y esa es una de las razones por las

Javier Restrepo C. Spencer Tracy y Lana Turner, El eterno conflicto. Acrílico sobre tela. 120 x 110 cm. 2002.

que el cine de género no termina tampoco de cuajar en el país. Es muy difícil competir con Hollywood en sus propios terrenos, con presupuestos de películas que no llegan al 1% de las del país del norte. Así las cosas, el cine colombiano sigue creciendo en volumen y en reconocimiento internacional, pero sin el favor del público. La asistencia de los colombianos a películas nacionales suele estar entre el 4 y el 8% de la taquilla, pero esta cifra no es tan positiva como parece para el conjunto del cine nacional, porque suele ocurrir que buena parte de los espectadores asiste a ver las películas cómicas televisivas que suelen estrenarse en diciembre. A pesar de la fuerte crítica que reciben estas películas, producidas para el gran público, hay que reconocer que su aporte al FDC es lo que ha permitido un aumento significativo en la producción cinematográfica nacional. De todas formas, el balance para la producción en Colombia es muy bueno: ha aumentado significativamente el número de películas 2017 | Marzo

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realizadas cada año y este aumento de proyectos le ha permitido a técnicos y artistas la posibilidad de adquirir experiencia y experticia en el campo cinematográfico, lo que puede traducirse en proyectos de una mayor calidad técnica y narrativa. Adicionalmente, el cambio al esquema de producción digital de películas (después de abandonar la tradicional realización análoga) ha permitido que una mayor cantidad de personas pueda realizar sus proyectos con presupuestos modestos, pues los equipos se consiguen a precios más accesibles y el valor por copia de película disminuyó considerablemente. Igualmente, es significativo el aumento de películas producidas desde las regiones, introduciendo nuevas voces y miradas al campo del audiovisual colombiano.

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El interés de las nuevas generaciones por el tema audiovisual ha ido en aumento en la última década y la formación en estos temas también ha crecido en el país. A las muy pocas opciones, hace dos décadas, hoy se opone una oferta creciente de programas especializados de formación, desde los niveles técnicos hasta los profesionales, sin contar con que una gran cantidad de realizadores colombianos se forma actualmente en escuelas de cine de países como Argentina, Estados Unidos y España. Este, sin embargo, es un campo muy nuevo y la formación académica está lejos de satisfacer las expectativas de los estudiantes y las necesidades del medio laboral, lo que implica también grandes retos para las universidades. Los tres temas pendientes para el cine colombiano, que pueden poner en cuestión la supuesta “bonanza” de los últimos años son: la relación entre el público y su cine, la exhibición y la distribución. Para que el público se conecte con otro tipo de historias hace falta criterio y este se consigue mediante su formación. Tan importante como formar realizadores de calidad es la formación de públicos de calidad y esto no tiene que ver necesariamente con una oferta Marzo | 2017

de tipo académico. El aumento de programas informales de apreciación cinematográfica, una mayor variedad en la oferta y el fortalecimiento de las entidades culturales serían un buen punto de partida. La exhibición de películas en circuitos cinematográficos obedece a una dinámica estrictamente comercial: a mayor demanda, mayor oferta. Esto se convierte en un círculo vicioso cuando la oferta es siempre la misma y la demanda no puede cambiar ante el desconocimiento de otras alternativas. En el caso del cine colombiano, el Estado debe también actuar para trascender su papel como financiador de películas y ejercer presión para que el tiempo de vida útil de las mismas no sea efímero. No tiene ningún sentido que una inversión considerable de dineros públicos (que puede llegar hasta 500 millones de pesos por proyecto) se desperdicie dando a una película menos de dos semanas en cartelera. En nuestros tiempos es necesario desmontar paradigmas y explorar nuevos canales de exhibición y distribución. Quizás en algunos años la sala de cine sea opción solo para ciertas películas. Finalmente, el cine colombiano necesita y merece que los colombianos sepan que existe, que tiene su propia dinámica e historias, que no es un género ni todos los proyectos se parecen, que hay gran talento en todas las áreas, que tiene suficiente calidad para competir con el cine de otras latitudes y no necesitamos que un validador externo, como los premios Óscar, nos diga que aquí también se hacen películas con calidad. Jerónimo Rivera Betancur es docente investigador en la Universidad de La Sabana en Bogotá. Dirige la Red Iberoamericana de Narrativas Audiovisuales —INA— y es colaborador habitual de los periódicos El Tiempo y El Nuevo Siglo. Es autor de los libros La imagen: una mirada por construir, Narrativas audiovisuales: personajes, acciones y escenarios, Cine: recetas y símbolos y Héroes y villanos del cine iberoamericano. Escribió este texto para la Agenda Cultural Alma Máter.


El cine de los amigos Karen Parrado Beltrán

La luz se apaga como es costumbre. El recua-

dro blanco y gigante de la pantalla destierra las conversaciones de la sala de cine. Cuando empieza la película, uno ha dejado de pensar en sus expectativas para sumergirse en el estado, casi hipnótico, de las siguientes dos horas a veinticuatro fotogramas por segundo. Uno se sustrae de la realidad para empacarse de nuevo en ella cuando la luz se prende otra vez y sólo quedan los créditos que aparecen al final. En esas líneas de créditos que están ahí para cualquier ojo, pero que solo algunos ojos curiosos leen, aparecen nombres como los de Carlos César Arbeláez, un director de cine colombiano. Algunos, al principio, logran referenciar su nombre en el panorama del cine nacional cuando oyen mencionar a ‘Poca-luz’, uno de sus personajes en la película Los colores de la montaña, su largometraje más famoso. Con dos películas en su lista personal de créditos, Los colores de la montaña (2011) y Eso que llaman amor (2016), Carlos César ha trabajado con la autonomía del cine de autor: escribe sus guiones, gestiona la financiación para algunos de ellos, planea su producción, los convierte en películas que proyecta en las salas de cine cuando tiene chance de hacerlo, las lleva a los festivales y, en algunos casos, gana premios con ellas. Un trabajo fácil de enumerar en papel pero duro de materializar en películas. —Mis dos películas han sido muy distintas, Los colores de la montaña fue una película de unos niños alrededor del conflicto armado en Colombia, que se ha dicho mucho que es el tema del cine colombiano. Mi última película es mucho más centrada en el mundo de Medellín, que es la ciudad donde yo

vivo. Con personajes mucho más cotidianos, que los podríamos encontrar en una cafetería y seguirlos durante veinticuatro horas. (…)Lo más fácil hubiera sido seguir por ahí pero, pues, he querido hacer un giro a mi carrera y contar algo distinto con un tema que es el amor, un tema difícil de definir pero en el cual estamos pensando todo el tiempo. Ahora está casado con la idea de buscar su narrativa en la sensibilidad de lo cotidiano, de encontrar su voz mientras cuenta historias por la necesidad de hacerlo, sin discriminar tanto los temas. Cuando habla sobre el cine colombiano advierte la democratización que vive el cine actual con la incursión de tecnologías más sencillas y cómo esto ha hecho posible la diversificación del cine nacional. Trae al presente las palabras de Glauber Rocha —el cineasta brasileño— cuando dijo que para hacer cine solo se necesitaba “una cámara y una idea”… —En el cine el tema no es importante, es la manera como se cuentan esos temas. (…) Al principio, como cualquier tipo de cinematografía, queríamos narrar los grandes hechos de la realidad colombiana pero, poco a poco, como el cine se ha vuelto más cotidiano, también sus historias se han hecho más cotidianas. Ya estamos narrando el conflicto de una manera más sensible, más personal y más arriesgada. Entonces, eso es posible porque ya estamos haciendo más películas y ya puedes rodar mucho. Hay cineastas que están en su tercera o cuarta película cuando en Colombia muy pocos llegaban a su cuarta o quinta película. Su nombre suele hacer parte de un paquete de realizadores que han portado el sello de Made in Antioquia y a quienes su obra los ha puesto ahí porque sus historias transmiten esa sensi2017 | Marzo

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bilidad local de montañas y de la ruralidad, pero también de la vivacidad de Medellín y de la intimidad de sus calles. Por fuera de suelo antioqueño sus películas son un relato actual y eso es lo que establece su conexión con otras narrativas del cine nacional. —No vamos a hablar de que el cine es una competencia. Medellín sí ha estado un poco rezagado en su quehacer cinematográfico. Creo que ciudades como Cali han tenido muchísima más trascendencia y nosotros, pues, hemos tenido algunos destellos. Ahora hay una magia con los directores jóvenes, que han salido del país, algunos, a presentar sus películas, otros que están saliendo de las facultades de comunicación y que tienen más cultura sobre el audiovisual. (…) Creo que hay en Los nadie (de Juan Sebastián Mesa, 2016) una suerte de rescate de una tradición de Víctor Gaviria, de una manera muy fresca de narrar de unos chicos que tienen una cosa generacional muy importante, que están haciendo cine con los amigos que es lo más importante.

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(…) Hay una dosis de franqueza y sencillez en sus palabras. Habla de los amigos, “el cine se hace con los amigos”, dice. (…) —Uno con el tiempo empieza a valorar el hecho de tener un grupo de amigos para hacer películas, eso es muy valioso. Con el tiempo, también se hace difícil conservar eso. Lo más importante de la academia es conocer otras personas, gente que tiene, más o menos, las mismas inquietudes que uno, lo cual es muy importante. Uno en la universidad conoce a dos o tres profesores que le enseñan lo único que puede enseñar uno como profesor que es la pasión por algo. —Y de su proceso como realizador, ¿qué hay del Carlos César que se sienta a pensar una película?

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—Me interesa dar una mirada muy amorosa de los personajes. Eso apenas lo estoy descubriendo. (…) Hay unas preocupaciones ahí por los personajes cotidianos, también alrededor de la muerte, porque esta es una ciudad muy violenta, de amigos muertos, entonces como que la muerte está apareciendo mucho en las nuevas historias que estoy narrando. Eso me preocupa. Le causa gracia la última frase. Se ríe de su espontánea casualidad con la muerte. El cine es la aventura que tiene en común con otros cineastas de otras regiones del país. Para él “Colombia son muchos países” y en esto encuentra una oportunidad narrativa. —A la final son muy diferentes las culturas nuestras, que es nuestra riqueza, pero a la vez nuestra mayor dificultad. Me parecen interesantes los cineastas que hacen cine desde la provincia porque creo que es el cine más auténtico, más personal, más trascendente. (…)Uno va haciendo su obra según lo que lo vaya moviendo. Yo pienso que inconscientemente tú encuentras los temas de tus películas. *** De nuevo, uno puede volver a la lista de créditos a la salida del cine. Leer allí los nombres y, entre líneas, imaginar la historia de una aventura de amigos que empezó con los ojos cerrados y que —algunas veces varios años después— termina, ahí, con los ojos abiertos frente a una pantalla. Finalmente, los créditos son un lugar emotivo y austero para el cine de los amigos. Karen Parrado Beltrán es estudiante de periodismo de la Universidad de Antioquia (correo: piedemosca@gmail.com). Hizo esta entrevista para la Agenda Cultural Alma Máter.


El cine ya no es mi sala oscura Sergio Alberto Henao

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Javier Restrepo C. Sin título (Mujer fumando en ventana). Grafito sobre papel. 70 x 100 cm. Sin fecha.

Alguna vez le escuché decir a Luis Alberto

Álvarez que, con la irrupción del Betamax, del VHS y de las tiendas de alquiler, el cine se volvería un asunto doméstico; es decir, que se podría ver cualquier película en la sala de la casa con casi todas las condiciones de un teatro —sobre todo en definición fotográfica y sonido y en disposición a la carta—, como si se contara con un proyector manipulable a placer. Para la época, finales de los años 80, esta visión no era nada fácil de predecir. Hablamos también de que la hechura, la realización esta-

ría más cerca de muchos aficionados que anhelaban poder contar su propia historia con su estilo y gusto: cine a la carta y cine a voluntad. Hoy sabemos que la predicción se cumplió con lujo de detalles, pues hasta con la cámara de un teléfono celular se hace el registro de muchos documentales. Con el acceso masivo a las pantallas caseras de alta definición, es verdad que casi la totalidad de las condiciones características del cine, como lo conocimos hace tiempos, como 2017 | Marzo


la oscuridad intimista y el sonido de alta resolución, se pueden trasladar a ellas, de tal modo que se pueden apreciar las texturas, las densidades y los colores, así como vivir las sugestiones sensoriales que estas cromatografías, de la mano de un teatro en casa, administrado adecuadamente, puede transmitir. Estas nuevas condiciones están provocando actualmente que las salas de cine pierdan un gran porcentaje de las personas que las frecuentaban y que han pasado a ver mucha parte de la cartelera de estrenos en la propia sala de su casa, rodeados de grupos de amigos o de la familia. Sin embargo, parte de esta situación, también es necesario reconocerlo, es ocasionada por la baja calidad del cine que se produce.

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No obstante, para el año pasado, en Colombia, y en algunos otros países, se reporta con entusiasmo un aumento en los porcentajes de espectadores en las salas. En efecto, según la revista Semana, el público de las salas de cine en Colombia aumentó un 8% respecto al 2015 y “a nivel mundial, el recaudo de taquilla, según ComScore, ascendió el año pasado a 40.000 millones de dólares. Estados Unidos, Canadá y China dominan el mercado, con el 45% de las cerca de 150.000 pantallas que hay en el planeta”.1 Al margen de estas excelentes noticias para los exhibidores y los productores del gran mercado de cine hollywoodense o cine de masas, no se puede negar que la calidad temática y estética de las producciones que abarcan estas cifras dejan mucho que desear. Para la muestra, en Colombia, el año pasado salieron al mercado 41 películas nacionales que representan el 13 % de las 316 que se exhibieron comercialmente, según informa la misma revista. Y entre las producciones más taquilleras del año pasado, además de El paseo 4, están El coco, con 1,15 millones de asistentes, el Agente Ñero Ñero 7, Uno al año no hace daño 2, Usted no sabe quién soy yo, entre otras. A ellas hay que Marzo | 2017

sumar el documental Colombia Magia Salvaje, que sigue siendo el más visto con 2.3 millones de asistentes. Todas, producciones en las cuales el humor al estilo “acción impro”, es decir, el humor cuya base son las situaciones inconexas, unidas forzadamente en una historia que termina siendo más bien inverosímil y absurda, es el gran gancho de atracción para un público novelero y poco exigente. En otras palabras, son producciones sin un relato verdadero, cuya trama se encadena sin una dialéctica, al estilo de los cuentachistes, en un realismo amañado y sin alma. Los semiólogos españoles Francisco Gómez e Iván Bort lo denunciaban en el 2009: Asistimos a un panorama de crisis de ideas donde las secuelas, las precuelas, los remakes, las parodias, los pastiches, las adaptaciones, las trilogías y las sagas copan el cine que se estrena en el circuito hollywoodiense actual —y en casi todo el mundo, por ende— y que dista mucho de resultar para el espectador la experiencia que suponía en otros tiempos. [Y se evidencia]… asimismo que la preocupante falta de ideas y de propuestas mínimamente rupturistas en el cine hegemónico actual se erige en un hecho incontestable.2

Y no parece que se equivoquen, pues al mirar a la carrera la cartelera de los últimos diez o más años, encontramos títulos como Avatar, Rápido y furioso I, II, III, IV, V, VI, Misión imposible I, II y III, Piratas del Caribe con sus secuelas, Juego de tronos, Harry Potter, las secuelas de Batman, Capitán América, El hombre araña, las secuelas de Superman, Linterna Verde, Dory, El conjuro 2, Comando suicida, etc., títulos eminentemente comerciales, en los que no se propone una observación seria de los temas de la realidad ni del ser humano contemporáneo, sin perspectiva de sí mismo, absorbido viciosamente por la inmediatez de las redes sociales y por la falta de reflexión y autocrítica. Bien vale observar el contraste entre el número de espectadores que fueron a ver El abrazo de la


serpiente (340.881), nominada al Óscar; Los nadie (22.314), “que se llevó el premio del público en la semana de la crítica en Venecia” y Todo comenzó por el fin (9.085), “dirigida por Luis Ospina y proyectada en Toronto”, por mencionar apenas tres filmes “de los que se podrían considerar cine de autor —que participaron en festivales internacionales—” con las más vistas en el país como El coco (1.154.386) o el Agente Ñero Ñero 7 (733.807), Uno al año no hace daño 2 (723.385), Usted no sabe quién soy yo (637.903) y El paseo 4 (564.372).3 Se puede confirmar aquel diagnóstico que señala al cine actual como falto de ideas y a un público cada vez más indiferente para asistir a otro tipo de cine que no sea de exclusivo entretenimiento. Se comprende también que la mención de los premios no alcanza a hacer suficiente ruido frente a estrategias de publicidad poderosamente invasivas en los medios para aquellas producciones. En el balance se confirman al calco las afirmaciones de los investigadores españoles: hacen falta ideas para un cine más original y menos predecible y mezquino en sus temas y fórmulas. En el cine mundial se le apuesta a lo conocido y probado una y otra vez. ¿Hay crisis de temas? ¿O de guiones? ¿O de guionistas? Quizás la respuesta estaría más bien por el lado de los productores (los que ponen el dinero), quienes no arriesgan su inversión en nuevas propuestas y cuyo marketing y publicidad requiere a veces el triple del costo de la misma producción, tal cual un aparato industrial para poder llamar la atención del público. Estos comportamientos del sistema y de la industria hacen que aquella franja de público que pide otro tipo de historias, o de tratamiento para contarlas, haya estado buscando en otros espacios y formatos como el de la televisión pública o por suscripción. Al parecer, se trata de una tendencia a nivel mundial, en la que una parte de la producción cinematográfica en el mundo se ha ido tras-

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Javier Restrepo C. Arco de triunfo, Ingrid Bergman. Acrílico sobre tela. 110.5 x 60 cm. 2005.

ladando al formato de la televisión, pues en este nicho se está posicionando una oferta que encuentra respuesta en unas audiencias cuyas características han sido claramente identificadas. Así parecen reconocerlo estudiosos del fenómeno audiovisual: ¿Hay una crisis de ideas en el cine mainstream contemporáneo? ¿Se está, de alguna manera, comprando el éxito contra reembolso? ¿Asistimos a la muerte del relato en pos de la especta2017 | Marzo


cularidad del arte-facto como en el cine de los orígenes? O, en última instancia, ¿ha muerto el cine? Son muchas las voces que desde hace algunos años, y coincidiendo precisamente con su reciente centenario, han reflexionado acerca de este hecho intentando dar respuesta a estas cuestiones. Si bien es evidente una mutación tanto a nivel discursivo como espectactorial, y aspectos como la digitalización o la influencia de las nuevas tecnologías han aparecido con asiduidad, no se ha estudiado tanto en profundidad la hibridación e imbricación que en la actualidad el cine experimenta con otros discursos como la televisión o la publicidad.4

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De todos modos, existe un público que acostumbraba asistir a las salas a ver historias procedentes de directores y lugares alternativos al circuito de los grandes estudios de Hollywood, producciones europeas, asiáticas y del medio Oriente o, en menor medida, de origen latinoamericano, que durante los últimos treinta años tuvo la oportunidad de observar y descubrir culturas distantes, pero interesantes, distintas a la estadounidense, ese público que cultivó estéticamente una mirada sobre una variedad de temas y tratamientos honestos y cercanos a sus motivos existenciales y que formó una sensibilidad frente a este tipo de cine. […] hacíamos una referencia a la “negación de cualquier alteridad”; esto es, a la condena a un espacio de exhibición específico de otro cine en un escenario convulso producto de la generación y propagación indiscriminada de un discurso “incapaz de cuestionar o mover a la reflexión”, en donde “no hay tiempo para el pensamiento” e “importa lo que es igual siempre”. Tal vez resida justo ahí, en la familiaridad, el reconocimiento, en la sensación de pertenencia, todos ellos términos psicosociales, el germen a partir del cual debamos empezar a plantearnos el porqué del despreocupado estancamiento creativo global del cine hegemónico contemporáneo.5

Mucho de ese público busca actualmente estas opciones en los canales de la televisión por suscripción. Así parecen reconocerlo las granMarzo | 2017

des productoras como Sony o Warner, cuyos medios de televisión por cable (HBO, FOX, Netflix, entre otros) han contribuido a la consolidación de un formato existente hace tiempos: la serie de televisión. Desde el año 2000, las series de ficción televisiva han estado ofreciendo producciones cuyas historias han ido captando la atención de más espectadores y adaptando a un público a su estilo narrativo diferido en capítulos. Lo interesante de este auge es que, ya desde los años 70, la BBC adaptaba historias en este formato narrativo con series tan famosas como Yo Claudio (1974) y Poldark (1977), exhibidas en nuestra televisión nacional en la década de los años 80. En este canal también es posible acceder a series más recientes de la BBC, como El alcalde de Casterbridge (2001) o The Village (2012), por mencionar sólo dos de ellas, en las cuales se evidencia una gran preocupación y cuidado en los aspectos técnicos, formales, estéticos y literarios. Se subraya, en ese auge en la televisión internacional, una apuesta más decidida desde la inversión de recursos y la adaptación al lenguaje cinematográfico y a su sistema de producción y montaje, pleno de riqueza semiótica y de sugestiones visuales. Una apuesta caracterizada por un eclecticismo formal que introduce cierta renovación estética, con elementos cercanos a la Nueva Ola Francesa y al Neorrealismo italiano como la estructura narrativa y la construcción temática y moral de los personajes, con historias de la gente común, con temas insólitos y sin un rating predecible, como Desperate Housewifes (2003) y Six Feet Under (2004), hasta historias surgidas de la dinámica cotidiana de Gran Hermano y de la secuela de los realities de finales de los años 90 con su moral en transición, como Prison Break (2005) y Lost (2004). Al respecto, dice Bort Gual:


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Javier Restrepo C. Lana Turner, Vía láctea 1948. Acrílico sobre tela. 80 x 100 cm. 2002.

Hasta hace poco, tiempo hablar sobre la pequeña pantalla era hablar sobre el hermano pequeño, y más bien tonto, del cine. Nadie pone en tela de juicio que el cine es un arte, no hablemos ya de la literatura. Pero si se osaba a realizar esa misma valoración sobre las series de televisión se corría el riesgo de parecer poco menos que un loco. No cabe olvidar que siempre se le ha llamado la caja tonta. Sin embargo, los tiempos han cambiado y en la actualidad estas afirmaciones parecen haber pasado a la historia. De hecho, empezamos a hablar de la televisión como el medio donde se consiguen la calidad y libertad de las cuales carece el cine.6

O, como dice el periodista Pedro Vallín: “Hay consenso sobre la calidad de la ficción televisi-

va de EEUU, cuya ambición y sutileza empequeñecen hoy a las del cine”.7 En este sentido, las series de televisión dramáticas norteamericanas del nuevo milenio recogen muchos de sus aspectos formales y narrativos, subvirtiendo algunos de ellos, y retroalimentándolos nuevamente, en un escenario que se convierte en un atractivo y sugerente objeto de estudio. Inclusive, recientemente la televisión colombiana ha contado con algunos títulos realizados bajo el mismo criterio de cine hecho para televisión, como El doctor Mata, aquella historia dirigida por Sergio Cabrera y emitida en 2017 | Marzo


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2014, basada en los textos periodísticos de José Joaquín Ximénez y en la obra de José Antonio Osorio Lizarazo, que recrea la vida de ese personaje y la década de los años 40 en Bogotá, con un resultado técnico, fotográfico y de puesta en escena de la época sobresaliente, y que aún se puede ver en YouTube. Pero no todo es color de rosa en esta tendencia, pues de la misma manera que asumen esta apuesta y propuesta, con producciones nacionales que formalmente incluyen esta forma de contar algunas de sus historias, también han flexibilizado los límites morales de algunos de sus personajes, como sucedió con El patrón del mal (2014) de Caracol Televisión, cuyo efecto final se confunde en la ambigüedad de la apología o del escarnio con que los espectadores pueden terminar apreciando al protagonista. Actualmente se presenta una polémica similar con la adaptación de la biografía de alias Popeye, el sicario lugarteniente de Pablo Escobar, y voces reconocidas acusan a la programadora de maniquea y codiciosa, por la forma en que se termina ensalzando a un asesino confeso de más de trescientas personas y se le convierte en estrella de farándula a la vez que ofende el dolor de las víctimas de aquella época del narcotráfico. Según una nota de la revista Semana, para el crítico Omar Rincón, al margen del enfoque de la narración, “las narcoseries son ‘buenísimas’ en actuación, fotografía, producción, ritmo y lenguaje. Cuentan con un altísimo nivel de producción y están hechas en óptica de cine. Responden además a una dinámica que consiste en mostrar al público a personajes con los que se pueden sentir identificados y por eso son tan exitosas. De hecho, Alias J.J. tiene una inversión aproximada de 150.000 dólares por capítulo. ‘Todos llevamos un narquito dentro’ —aseveró Rincón—. El narcotráfico es nuestro relato nacional […]”.8 Algunas características de estos cambios ya habían sido identificadas como propias de la telenovela clásica y tradicional, cuyos personajes nacen de la estructura novelesca del siMarzo | 2017

glo xix, usados fundamentalmente para desarrollar el ritmo del melodrama, o de las series épicas norteamericanas de los años 50 cuyos principales exponentes podrían ser la novela folletinesca de aventuras y, en la literatura, Dickens, Balzac o Pérez Galdós, de tal modo que cada capítulo presenta una fragmentación narrativa, una ambientación realista contemporánea y un tratamiento temático para las audiencias mayoritarias. Precisamente, al ser la actualidad el gran motivo de algunas de estas series, tienen su referente inmediato en la memoria fresca de los espectadores: las temáticas de las series norteamericanas así lo demuestran, con temas de nuestra posmodernidad, de moral indefinida, con un realismo o neorrealismo en los que se plasma el último escándalo del poder (o de la cúpula tras el mismo), o de las intrigas de la política internacional y los intereses transnacionales en el Medio Oriente y su problemática terrorista, cuando no de los detalles de alguno de los casos policiales recién aparecidos en la prensa que han conmocionado a la ciudadanía, o del poder y la corrupción mezclados como una mafia más en toda sociedad, o de los detalles más íntimos y sórdidos de la convivencia en una cárcel, en series como West Wings, Scandal, House of Cards, The Good Wife, The Sopranos, NCIS, CSI, Breaking Bad, Homeland, Orange is the New Black, Narcos, y un largo etc. Series de los años 70 como The Waltons (197478) o la Familia Ingalls (1977-82), recreaban una vida en la arcadia, un mundo en construcción y una sociedad idealmente armónica en los que la maldad y la vileza humanas no estaban presentes aún, o si aparecían, como en El virginiano (1963-73), El fugitivo (1962-1970), Bonanza (1957-1973), Kung Fu (1972-77) eran siempre vencidas por la nobleza, la bondad, la rectitud y la decencia de los protagonistas, valores humanos y buenas costumbres que se hacían patentes como gran tema de fondo con el que las sociedades de la época debían perfi-


lar su moraleja y no se admitía, ni se sospechaba siquiera, que en la pequeña pantalla podría verse algún día la ambigüedad moral de Susan Delfino (Desperate Housewifes) o de Dexter Morgan (Dexter) que han servido de prototipo para la aparición de posteriores personajes protagonistas como Walter White (Breaking Bad). Las series de la edad dorada de la televisión son artefactos culturales que nos hablan de los rasgos, necesidades e inquietudes de la sociedad contemporánea; como nos plantea Mario García de Castro, “la televisión se eleva como termómetro de las incertidumbres del poscapitalismo”.9 Por su parte, la oferta europea de series apela a otras temáticas menos crudas y posmodernas y no deja de interesarse por la adaptación de grandes obras literarias o de contar historias más cercanas a los géneros clásicos de una sensibilidad más sutil y de ritmo menos vertiginoso, quizás más conservador y medido en sus efectos para la audiencia, con clásicos policiales y detectivescos como las series inglesas Padre Brown, basada en los cuentos sobre el mismo personaje de G. K. Chesterton pero ambientada a principios del siglo xx; Downton Abbey, cuya trama hace la puesta en escena de las particularidades de la clase alta victoriana en medio de la campiña inglesa; Ripper Street, serie policíaca de ambientación de finales del siglo xix, cuyo motivo es la variada expresión de la delincuencia en los bajos fondos londinenses contemporáneos de Jack el Destripador, y Wolf Hall en la que se recrean las intrigas palaciegas de Thomas Cromwell mientras se consolida la Reforma protestante en la Inglaterra del siglo xv. En otros casos, se cuenta con series como Ainsi soient ils [Así sean, en español] (2016) de la estatal francesa TV5, que narra las intrigas de una Iglesia contemporánea venida a menos gracias a los escándalos de malversación de fondos y de abuso de menores, desde la realidad de cinco novicios en St Etienne, que a pesar de todo

Javier Restrepo C. Sin título (Mujer recostada fumando). Lápiz sobre papel. 34,5 x 43 cm. Sin fecha.

alcanzan a ordenarse para luego encontrarse de frente con una realidad demasiado cínica para la vocación y la fe, aún juveniles, de estos protagonistas. Aun países como Finlandia ofrecen actualmente series como Tellus, Una segunda oportunidad, cuya temática propone una reflexión más comprometida con la problemática ecológica y el voluntarismo de los jóvenes que encuentran en ella una causa proterrorista como medio de protesta y llamado al mundo, con las contradicciones que tal combinación acarrea. Países tan exóticos, para nuestra mirada de televidentes, como República Checa (Los misterios de Kveta), Bélgica (Profesor T), Noruega (La vida dura), Suecia (Wallander) también parecen haber encontrado en las nuevas variantes de producción y exhibición la posibilidad de trascender sus fronteras a través de la pantalla chica. Canales como Film&Arts, TV5 y Eurochannel, poco ofertados, por demás, en las parrillas de los servidores de cable, son el medio permanente de exhibición de muchas de estas series. “Si el cine quiere retratar al hombre, la serie habla de la sociedad”, afirma Pedro Vallín, a propósito de las ventajas con que cuenta la serie en el manejo del tiempo respecto del cine. Y es que la verdadera riqueza de las series radi2017 | Marzo

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ca no sólo en el realismo y compromiso con el relato verosímil de sus peripecias sino en que casi todas tienen como valor agregado, respecto de aquellas series de clásicos héroes monográficos y de cartón paja —que no se despeinaban ni cuando se caían a un precipicio ni sufrían ninguna contrariedad en el logro de sus objetivos heroicos ni mucho menos padecían debilidades ni contradicciones psicológicas o existenciales—, que en cada capítulo se presentan varias líneas de relato en un desarrollo coral de las historias, con los temas de cada personaje de la serie, tratados y llevados siempre de manera integral y la profundidad sicológica requeridas; es decir, de un modo que Mijaíl Bajtín denomina como dialógico y polifónico, en el que los personajes y temas cruzan sus visiones y se confrontan dialécticamente.

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De acuerdo con el panorama actual, el cine probablemente se seguirá viendo en la gran pantalla como acto de comunión de consumo de las masas, máxime allí donde se cuenten aquellas historias de consumo orientado por el marketing y por la industria del entretenimiento masivo; y, en menor medida, también será el lugar donde se puedan ver otras historias locales o regionales cuyos temas reflejarán los rasgos y tramas de las sociedades que decidan confrontar parte de su historia, pero será la televisión el lugar donde, cada vez con cada vez mayor fuerza, se podrán apreciar historias más íntimas de temas y personajes cuyo heroísmo y/o decadencia humana podrá ser observado con exquisitez de cirujano por las nuevas audiencias que están aprendiendo a decodificar y a apreciar un lenguaje audiovisual más rico que cuenta, ya no sólo con el legado del lenguaje cinematográfico, sino con el tiempo y la morosidad del relato multiplicado en visiones y voces sobre la misma realidad, con abundancia de planos y acción y ritmo narrativo dinámico, de fácil diégesis, riqueza visual y descriptiva en los detalles de composición de costumbres de contexto de los personajes y de los escenarios que se recrean. En Marzo | 2017

otras palabras, televisión orientada a sectores más específicos de públicos alfabetas visuales, con capacidad de decodificación y semiosis de cada plano.

Referencias 1 “Las salas de cine baten récords de taquilla”, en: Semana, 29 de enero de 2017, disponible en línea: http://www.semana.com/economia/articulo/ingresos-del-cine-en-2016/513520. 2 Gómez, F. y Bort, I. (2009). “Del cine a la televisión: de 24 fotogramas por segundo a 24 episodios por temporada”, en: Enlace. Revista Venezolana de Información, Tecnología y Conocimiento, enero-abril, pp. 26-27. 3 “El consumo de cine en Colombia, en niveles históricos”, en: Arcadia, 5 de enero de 2017, disponible en línea: http://www.revistaarcadia.com/cine/articulo/cine-en-colombia-cifras-resumen/61415. 4 Gómez, F. y Bort, I., óp. cit., p. 25. 5 Ibíd., p. 28. 6 Bort Gual, I. (2010). “De los créditos a los openings: quiebras y derivas de las partículas narrativas de apertura y cierre en las series de televisión dramáticas norteamericanas del nuevo milenio”, en: Memorias Comunicación y desarrollo en la era digital. Congreso AE-IC 3, 4 y 5 de febrero, Málaga, Asociación Española de Investigación de la Comunicación / Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga, disponible en línea: http://fama2. us.es/fco/congresoaeic/450.pdf. 7 Vallín, P. (2007). “La televisión mata al héroe. Las nuevas formas de narratividad seriada”, en: La Vanguardia, 4 de noviembre, p. 52. 8 “Alias JJ: ¿la historia contada desde el lado equivocado?”, video en: Semana, 8 de febrero de 2017, disponible en línea: http://www.semana.com/nacion/ multimedia/polemica-por-serie-sobre-la-vida-depopeye/514801. 9 García de Castro, M. (2003). “Propiedades de la hegemonía de la ficción televisiva doméstica en España entre 1995 y 2000”, en: Zer: Revista de estudios de comunicación = Komunikazio ikasketen aldizkaria, N. ° 14, vol. 8, Bilbao, pp. 151-167, disponible en línea: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=646388.

Sergio Alberto Henao es Magíster en Literatura Colombiana y Especialista en Hermenéutica Literaria. Se desempeña como docente de cátedra en la Universidad de Antioquia. Escribió este texto para la Agenda Cultural Alma Máter.




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Taller Conoce tus derechos y deberes en el sistema de seguridad social en salud Coordina: Carlos Mario Cano Hora: 8:00 a 9:00 a. m.

Actividad formativa Sexualidad responsable Coordina: Adriana Mazo Hora: 10:00 a. m. a 12:00 m.

Actividad de apoyo social Recambio de anticonceptivos Coordina: Adriana Mazo Chavarría Lugar: bloque 22, piso 1, consultorio médicodeportivo Prosa Hora: 1:00 a 4:00 p. m.

Jueves 2 Actividad formativa Conversaciones sobre duelos amorosos Coordina: Carla Flórez Hora: 10:00 a. m. a 12:00 m.

Taller libre de baile Actividad formativa Coordina: Walter Gómez Palacio Coliseo Universitario, tercer piso, Salón de Danza 2 Hora: 12:00 a 1:00 p. m.

Grupo reflexivo Hablemos de adicciones Coordina: Jaime Mejía Hora: 2:00 a 3:00 p. m.

Taller Uso responsable de los servicios de salud Coordina: Carlos Mario Cano Hora: 3:00 a 4:00 p. m.

Viernes 3 Actividad formativa Asesoría en cuidado del sueño y manejo del insomnio Coordina: Alexander González Lugar: bloque 22, aula 302. Hora: 8:00 a 10:00 a. m.

Taller Conoce tu boca Coordina: Carlos Mario Cano Lugar: bloque 22, aula 310 Hora: 8:00 a 9:00 a. m.

Asesoría grupal “Leo, releo y no comprendo…” Coordina: Juan Guillermo Hernández Lugar: bloque 22, aula 302 Hora: 10:00 a 12:00 m.

Espacio formativo semanal Acompañamiento en hábitos y técnicas de estudio Coordina: Liana Mejía Hora: 2:00 a 4:00 p. m.

Lunes 6 Actividad formativa Convocatoria semillero coral Coordina: José Ignacio Cano 2017 | Marzo

25


Lugar: Coliseo Universitario, tercer piso, salón de Fomento Artístico Hora: 4:00 a 6:00 p. m.

Taller Conoce tus derechos y deberes en el sistema de seguridad social en salud Coordina: Carlos Mario Cano Hora: 2:00 a 3:00 a. m.

Martes 7 Taller Uso responsable de los servicios de salud Coordina: Carlos Mario Cano Hora: 8:00 a 9:00 a. m.

Espacio formativo semanal Orientación vocacional Coordina: Julia Beatriz López Hora: 10:00 a. m.-12:00 m.

Actividad de apoyo social Recambio de anticonceptivos

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Coordina: Adriana Mazo Chavarría Lugar: bloque 16, piso 1 Hora: 10:00 a. m. a 12 m.

Actividad formativa Convocatoria semillero coral Coordina: José Ignacio Cano Lugar: Coliseo Universitario, tercer piso, salón de Fomento Artístico Hora: 4:00 a 6:00 p. m.

Miércoles 8 Taller Conoce tus derechos y deberes en el sistema de seguridad social en salud Coordina: Carlos Mario Cano Hora: 8:00 a 9:00 a. m.

Taller ¿Enamoramiento, amor, dependencia, apego…? Coordina: Juan Guillermo Hernández Hora: 10:00 a. m. a 12:00 m.

Actividad de apoyo social Recambio de anticonceptivos Coordina: Adriana Mazo Chavarría Marzo | 2017

Lugar: bloque 22, piso 1, consultorio médicodeportivo Prosa. Hora: 1:00 a 4:00 p. m.

Jueves 9 Actividad formativa Conversaciones sobre duelos amorosos Coordina: Carla Flórez Hora: 10:00 a. m. a 12:00 m.

Actividad formativa Taller libre de baile Coordina: Walter Gómez Palacio Coliseo Universitario, tercer piso, Salón de Danza 2. Hora: 12:00 a 1:00 p. m.

Grupo de reflexión Sobre adicciones Coordina: Jaime Mejía Hora: 2:00 a 3:00 p. m.

Viernes 10 Taller Besos que queman Coordina: Carlos Mario Cano Lugar: bloque 22, aula 310 Hora: 8:00 a 9:00 a. m.

Actividad Formativa Taller práctico de liderazgo Coordina: Liana Mejía Hora: 8:00 a 10:00 a. m.

Espacio formativo semanal Acompañamiento en hábitos y técnicas de estudio Coordina: Liana Mejía Hora: 2:00 a 4:00 p. m.

Lunes 13 Asesoría grupal Ansiedad en pruebas académicas Coordina: María José Sandstede Hora: 10:00 a. m. a 12:00 m.

Taller Conoce tus derechos y deberes en el sistema de seguridad social en salud Coordina: Carlos Mario Cano Hora: 2:00 a 3:00 a. m.


Actividad formativa Convocatoria semillero coral

Actividad de apoyo social Recambio de anticonceptivos

Coordina: José Ignacio Cano Lugar: Coliseo Universitario, tercer piso, salón de Fomento Artístico Hora: 4:00 a 6:00 p. m.

Coordina: Adriana Mazo Chavarría Lugar: bloque 22, piso 1, consultorio médicodeportivo Prosa Hora: 1:00 a 4:00 p. m.

Martes 14 Espacio formativo semanal Acompañamiento en hábitos y técnicas de estudio Coordina: María José Sandstede Hora: 8:00 a 10:00 a. m.

Actividad de apoyo social Recambio de anticonceptivos Coordina: Adriana Mazo Chavarría Lugar: Sede Oriente Hora: 9:30 a. m. a 3:00 p. m.

Inscripciones para estudiantes Espacio formativo semanal Orientación vocacional Coordina: Julia Beatriz López Hora: 10:00 a. m.-12:00 m.

Espacio formativo semanal Asesoría en manejo de la ansiedad Coordina: Alexander González Hora: 4:00 a 6:00 p. m.

Actividad formativa Convocatoria semillero coral Coordina: José Ignacio Cano Lugar: Coliseo Universitario, tercer piso, salón de Fomento Artístico Hora: 4:00 a 6:00 p. m.

Miércoles 15 Taller Conoce tus derechos y deberes en el sistema de seguridad social en salud

Jueves 16 Actividad formativa Conversaciones sobre duelos amorosos Coordina: Carla Flórez Hora: 10:00 a. m. a 12:00 m.

Actividad formativa Taller libre de baile Coordina: Walter Gómez Palacio Coliseo Universitario, tercer piso, Salón de Danza 2 Hora: 12:00 a 1:00 p. m.

Grupo de reflexión Sobre adicciones Coordina: Jaime Mejía Hora: 2:00 a 3:00 p. m.

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Taller Uso responsable de los servicios de salud Coordina: Carlos Mario Cano Hora: 3:00 a 4:00 p. m.

Viernes 17 Espacio formativo semanal Asesoría en cuidado del sueño y manejo del insomnio Coordina: Alexander González Hora: 8:00 a 10:00 a. m.

Taller Conoce tu boca

Coordina: Carlos Mario Cano Hora: 8:00 a 9:00 a. m.

Coordina: Carlos Mario Cano Lugar: bloque 22, aula 31 Hora: 8:00 a 9:00 a. m.

Taller Infecciones de Transmisión Sexual

Espacio formativo semanal Acompañamiento en hábitos y técnicas de estudio

Coordina: Adriana Mazo Hora: 10:00 a. m. a 12:00 m.

Coordina: Liana Mejía Hora: 2:00 a 4:00 p. m. 2017 | Marzo


Actividad formativa y participativa Tejiendo redes

Actividad formativa Convocatoria semillero coral

Presentación de la Banda Phantos Coordina: Gloria Pérez Lugar: hall bloque 9 Hora: 4:00 p. m.

Coordina: José Ignacio Cano Lugar: Coliseo Universitario, tercer piso, salón de Fomento Artístico Hora: 4:00 p. m. a 6:00 p. m.

Lunes 20 Asesoría grupal Ansiedad en pruebas académicas Coordina: María José Sandstede Hora: 10:00 a. m. a 12:00 m.

Taller Conoce tus derechos y deberes en el sistema de seguridad social en salud Coordina: Carlos Mario Cano Hora: 2:00 a 3:00 a. m.

Actividad formativa Convocatoria semillero coral

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Coordina: José Ignacio Cano Lugar: Coliseo Universitario, tercer piso, salón de Fomento Artístico Hora: 4:00 a 6:00 p. m.

Martes 21 Taller Uso responsable de los servicios de salud Coordina: Carlos Mario Cano Hora: 8:00 a 9:00 a. m.

Espacio formativo semanal Orientación vocacional Coordina: Julia Beatriz López Hora: 10:00 a. m.-12:00 m.

Actividad de apoyo social Recambio de anticonceptivos

Miércoles 22 Taller Conoce tus derechos y deberes en el sistema de seguridad social en salud Coordina: Carlos Mario Cano Hora: 8:00 a 9:00 a. m.

Actividad formativa Amor es… entender qué son la citología y el tamizaje de testículos Coordina: Adriana Mazo Hora: 10:00 a. m. a 12:00 m.

Actividad de apoyo social Recambio de anticonceptivos Coordina: Adriana Mazo Chavarría Lugar: bloque 22, piso 1, consultorio médicodeportivo Prosa. Hora: 1:00 a 4:00 p. m.

Jueves 23 Actividad formativa Conversaciones sobre duelos amorosos Coordina: Carla Flórez Hora: 10:00 a. m. a 12:00 m.

Actividad formativa Taller libre de baile Coordina: Walter Gómez Palacio Coliseo Universitario, tercer piso, Salón de Danza 2 Hora: 12:00 a 1:00 p. m.

Coordina: Adriana Mazo Chavarría Lugar: Facultad de Enfermería, piso 1 Hora: 10:00 a. m. a 12 m.

Grupo de reflexión Sobre adicciones

Asesoría grupal Duelos amorosos

Viernes 24

Coordina: Carla Flórez Hora: 4:00 a 6:00 p. m.

Marzo | 2017

Coordina: Jaime Mejía. Hora: 2:00 a 3:00 p. m.

Taller ¿Qué hacer con mis cordales? Coordina: Carlos Mario Cano


Lugar: bloque 22, aula 310 Hora: 8:00 a 9:00 a. m. Requisito: estudiantes que han recibido más de dos tratamientos

Espacio formativo semanal Acompañamiento en hábitos y técnicas de estudio Coordina: Liana Mejía Hora: 2:00 a 4:00 p. m.

Actividad formativa y participativa Tejiendo redes • Presentación de la Banda Autor Anónimo Hora: 4:00 p. m. • Presentación de la Banda XOL Hora: 6:00 p. m. Coordina: Gloria Pérez. Lugar: hall bloque 9

Actividad formativa y participativa Tejiendo redes Presentación de la Banda Phantos Coordina: Gloria Pérez Lugar: hall bloque 9 Hora: 4:00 p. m.

Lunes 27 Actividad de apoyo social Recambio de anticonceptivos Coordina: Adriana Mazo Chavarría Lugar: Facultad de Medicina Hora: 10:00 a 12:00 m.

Asesoría grupal Ansiedad en pruebas académicas Coordina: María José Sandstede Hora: 10:00 a. m. a 12:00 m.

Taller Conoce tus derechos y deberes en el sistema de seguridad social en salud

Martes 28 Espacio formativo semanal Acompañamiento en hábitos y técnicas de estudio Coordina: María José Sandstede Hora: 8:00 a 10:00 a. m.

Espacio formativo semanal Orientación vocacional Coordina: Julia Beatriz López Hora: 10:00 a. m.-12:00 m.

Actividad de apoyo social Recambio de anticonceptivos Coordina: Adriana Mazo Chavarría Lugar: Ciudadela Robledo Hora: 10:00 a. m. a 12 m.

Actividad formativa Convocatoria semillero coral Coordina: José Ignacio Cano Lugar: Coliseo Universitario, tercer piso, salón de Fomento Artístico Hora: 4:00 a 6:00 p. m.

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Espacio formativo semanal Asesoría en el manejo de la ansiedad Coordina: Alexander González Hora: 4:00 a 6:00 p. m.

Miércoles 29 Taller Conoce tus derechos y deberes en el sistema de seguridad social en salud Coordina: Carlos Mario Cano Hora: 8:00 a 9:00 a. m.

Ciclo de cine Diversidades sexuales

Coordina: Carlos Mario Cano Hora: 2:00 a 3:00 a. m.

“El verano de Sangaile”, Alanté Kavaïté, Lituania, 2015, 88’ Coordina: Carla Flórez Lugar: bloque 22, aula 302 Hora: 10:00 a.m. a 12:00 m.

Actividad formativa Convocatoria semillero coral

Actividad de apoyo social Recambio de anticonceptivos

Coordina: José Ignacio Cano Lugar: Coliseo Universitario, tercer piso, salón de Fomento Artístico Hora: 4:00 a 6:00 p. m.

Coordina: Adriana Mazo Chavarría Lugar: bloque 22, piso 1, consultorio médicodeportivo Prosa Hora: 1:00 a 4:00 p. m. 2017 | Marzo


Jueves 30

Grupo de reflexión Sobre adicciones

Actividad formativa

Coordina: Jaime Mejía. Hora: 2:00 a 3:00 p. m.

Conversaciones sobre duelos amorosos Coordina: Carla Flórez Hora: 10:00 a. m. a 12:00 m.

Taller Uso responsable de los servicios de salud

Actividad formativa

Coordina: Carlos Mario Cano Restrepo Hora: 3:00 a 4:00 p. m.

Taller libre de baile

Viernes 31

Coordina: Walter Gómez Palacio Coliseo Universitario, tercer piso, Salón de Danza 2 Hora: 12:00 m. a 1:00 p. m.

Espacio formativo semanal Acompañamiento en hábitos y técnicas de estudio Coordina: Liana Mejía. Hora: 2:00 a 4:00 p. m.

Prográmate CON EL MUSEO UNIVERSITARIO Visita el Museo Universidad de Antioquia ¡Vive el Museo!

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Nuestro horario: Lunes a jueves: 8:00 a. m. a 5:45 p. m. Viernes: 8:00 a. m. a 3:45 p. m. Sábado: 9:00 a. m. a 12:45 p. m. #ViveelMuseo #MuseoUdeA #Museos # QuieroALosMuseosDeMedellín Si no tienes vínculos con la Universidad de Antioquia y deseas visitar el MUUA, puedes solicitar el permiso de ingreso con 24 horas de anticipación marcando al número de teléfono: 2198186 http://museo.udea.edu.co. Mayor información: proyectoseducacionmuseo@udea.edu.co / 2195185

Servicios permanentes: Visitas guiadas, Cursos y talleres y Maletas viajeras Información sobre condiciones, requisitos y costos comunicarse con: educacionmuseo@udea.edu.co / 2198186

Conversatorio Colecciones en apuros: ¿conservar o descartar? Presentación del Diploma en conservación de soportes documentales. Fecha: 7 de marzo de 2017. Hora: 4:00 p. m. Javier García Isaza Museo Universitario UdeA (15-301). Ingreso: Libre y gratuito hasta completar aforo (79 espectadores). Interesados sin carné de la Universidad deben solicitar permiso de ingreso con mínimo 24 horas de anticipación al teléfono 2198186. Invitados: Carolina Lema Flórez, Bibliotecóloga / Margarita María González Giraldo, Conservadora y Restauradora. Mayores Marzo | 2017

informes: 2195185 / proyectoseducacionmuseo@ udea.edu.co

Diploma en Conservación de Soportes Documentales Fechas: 3 de abril a 28 de julio de 2017. Pre-inscripciones: entre el 15 de febrero y 26 de marzo de 2017. Lugar: Aula taller Museo Universitario Universidad de Antioquia (15-201). Cupos disponibles: 25 personas. Inversión: $1.500.000. Informes e inscripciones: cibibliotecologia@udea.edu.co / paola. lopezr@udea.edu.co / teléfonos: 2195932 - 2195945 – 2195947

Exposiciones permanentes • Exposición larga duración Colección de Antropología: constituida en 1943, conserva alrededor de 35.000 objetos del patrimonio cultural de Colombia. Fotos: https://flic.kr/s/aHskBosHy2


• Exposición larga duración Colección de Ciencias: compuesta por una serie de montajes permanentes, temporales y murales enfatiza en especies nativas de animales colombianos. Fotos: https://flic.kr/s/aHskchuiFD

Exposiciones temporales • Conciencia de un nuevo país Exposición de la Colección de Historia del MUUA que reúne las biografías de varios de los personajes que fueron violentamente callados por ser comunicadores y constructores de paz en el contexto de la cronología de la violencia colombiana. Fechas: hasta mayo de 2017. Fotos: https://www.flickr.com/photos/museoudea/ albums/72157674875701341 • Jaguar, el poder de la selva El félido más grande del continente americano es el protagonista de esta exposición exhibida en la Sala de Ciencias del MUUA: hábitat, alimentación, comportamiento, amenazas que enfrenta como especie • Diarios de bicicleta Colección de fotografías que muestran pedacitos de nuestra ciudad, teniendo como visitante de estos espacios a la bicicleta. Camilo Sandoval, el fotógrafo, toma a Medellín como fuente de inspiración para la realización de sus fotografías, cada una al parecer pensada como un poema a la ciudad. • Danza de colibríes El colibrí es un ave que solo se encuentra en América, con especial concentración en Ecuador, Venezuela y Colombia, este último país con el mayor número de especies. Esta pequeña ave, admirada, precisamente por su tamaño, por la rapidez de sus aleteos y por sus hermosos colores ha sido fuente de inspiración para numerosos artistas como Juan Guillermo Restrepo Escobar, autor de esta muestra. • Colombia anfibia Esta exposición, que surge tras el resultado de dos años de investigación en los cuales el Instituto Humboldt, preocupado por el estado de los humedales en Colombia, se dio a la tarea de recorrerlos, fotografiarlos y hacer conscientes a las comunidades sobre la importancia de su cuidado y conservación. Esta exposición es una gran oportunidad para, además de conocer y disfrutar de las riquezas de nuestro país, aprender y concien-

tizarnos de la importancia de estos ecosistemas en nuestro territorio. • Redes y ritmos naturales Luis Alfonso Yepes Bustamante nos ofrecerá unas imágenes que nos recordarán la belleza que tenemos todo el tiempo a nuestro alrededor, sin percatarnos del todo de su presencia. La exposición es una invitación para todos los amantes de la fotografía, así como para los enamorados de la naturaleza.

Tallernautas Ciclo: Maletas viajeras. Día: sábados. Hora: 10:20 a. m. Lugar: hall entrada al MUUA. Costo: $ 4.000 • 4 de marzo: Cordillera central: máscara tribal • 11 de marzo: Celebración Día Internacional de la Mujer • 18 de marzo: Cordillera central: rompecabezas San Agustín • 25 de marzo: Cordillera central: vasija de la región

Títeres en escena Dirigido a: grupos familiares con niños y niñas entre los 0 a 12 años Días: sábados. Hora: 11:30 a. m. Lugar: auditorio principal MUUA. Entrada libre • 4 de marzo: Arte y fantasía en la vida de canito • 11 de marzo: Títeres en recreo: Yoga para niños • 18 de marzo: La obra maestra de los títeres • 25 de marzo: Títeres en recreo: El mundo y mis sentidos

Café en el Museo Café en el Museo, es un espacio de encuentro informal con los visitantes del MUUA para de una manera espontánea recorrer los espacios del Museo y dialogar sobre las exposiciones. Se realiza todos los miércoles a la 1:00 p. m. Mayores informes: artesmuseo@udea.edu.co / 2198184

Programa radial Punto de Encuentro Emisora Cultural Universidad de Antioquia Día: lunes. Hora: 8:30 p. m. Sintonícelo en: Valle de Aburra 1.410 AM Urabá: 102.3 FM. Bajo Cauca: 96.3 FM Oriente 101.3 FM. Suroeste: 100.9 FM Occidente 93.9. Magdalena Medio 94.3

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