Luka y su otra mitad

Por Talia Loaria*

Luka es un niño común.

Sí, como a todos los niños y las niñas, le gusta jugar todo el día, bailar, leer, dibujar, nadar, cantar, correr; también le gustan las muñecas, el fútbol… Pero Luka está harto de que le digan que gran parte de las cosas que le gustan no deberían gustarle porque son de niña.

Luka, ¿por qué usas tenis rosas?, ¿por qué tienes la camiseta rosa del uniforme?, ¡es de niñas! Escuchaba en la escuela todos los días.

Luka, ¿por qué te peinas con coletas?, eso es para tu hermanita. Le decía su papá en casa. Luka, ¿por qué te pintaste las uñas de colores?, eso es de niñas. Le decía la abuela cuando la iba a visitar.

¡Luka, no llores! ¡Los niños no lloran!

Luka estaba tan harto que decidió deshacerse de sus cosas favoritas para convertirse en el niño que todos deseaban ver. Metió todo en una caja y lo enterró en un rincón lejano, muy lejano, que estaba justo en el parque de enfrente de su casa.

Luka pensó que esta sería la solución a sus problemas, pero no contaba con que sus emociones empezarían a desbordarse. Un día, mientras se lavaba los dientes con un hueco en la panza y una rabia que no podía ocultar, apareció justo detrás de la puerta del baño una mujer muy extraña que él solía ver en el parque alimentando a las palomas. ¡Aaaah! gritó Luka del susto de encontrar a la señora loca que alimenta a las palomas, dentro de su baño. ¿Qué haces aquí?, ¿de dónde vienes?, ¿quién eres tú?, ¿qué quieres? Preguntaba Luka hablando como merolico, asustado y sin dejarla hablar.

Si quieres que te responda vas a tener que callarte, dijo la mujer.

Yo soy el hada Chocolata y vengo del mundo de las mitades extraviadas. Vivo con el tiempo perdido, los calcetines sin par, las tapas de los tuppers y hasta los

anteojos del abuelo; estoy aquí porque sé que necesitas ayuda, pero todavía no te has dado cuenta.

¿Ayuda?, preguntó Luka mientras reía burlón y justo cuando volteo al espejo para dejar su cepillo de dientes vio algo que lo dejaría mudo y borró la sonrisa de su cara, o mejor dicho su media cara. Sí, a Luka le faltaba una mitad. Solo tenía media nariz, un ojo, un brazo, una pierna, medio torso. Sucedió justo lo que estás pensando: desapareció su otra mitad.

Afortunadamente el hada Chocolata estaba ahí para ayudarlo y le explicó que tendrían que hacer un viaje a la cueva de los pensamientos negativos, porque en el baúl de los miedos estaba la solución a sus problemas.

Cuando llegaron a la cueva de los pensamientos negativos, muy al fondo encontraron el baúl de los miedos y al abrirlo encontró los miedos de las personas que lo habían juzgado. Entendió que su papá, su abuela y su tío solo tenían miedo de que afuera le hicieran daño, que lo lastimaran por ser diferente.

En ese momento decidió que él no quería tener miedo como ellos, pero que para eso les necesitaba cerca y amorosos como cuando le dan la mano para cruzar la calle, pues así se siente seguro y lo que suceda afuera no puede dañarlo.

Luka sintió muchas ganas de regresar a su casa y hablar con su familia, quería contarles su gran descubrimiento, pero tenía un problema: todavía le faltaba su otra mitad.

¡Chamaco!, le gritó el hada Chocolata que sostenía una caja en sus manos. ¡Eran sus cosas favoritas!

Luka, corrió emocionado y se puso sus tenis rosas, su camiseta rosa, los barnices que tanto le gustaba usar para pintarse las uñas de colores, hasta las lágrimas que se había quitado, porque le dijeron que “los niños no lloran”…

Al usar sus cosas favoritas regresó la mitad extraviada y desde ese momento entendió que de ahora en adelante sería un niño completo y feliz, porque no existen cosas de niños o niñas, sino cosas de personas y que nadie sabe mejor que él, qué lo hace feliz.

Para Luka porque quiero que siempre te sientas libre, completo y feliz. Tu mamá.

*Talia Loaria. Más que nada: señora, actriz, cabaretera, mamá, feminista, afrodescendiente y mestiza.

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