Carta de Disculpas a Juanito - Alexandra Ocles

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CARTA DE DISCULPAS A JUANITO QUITO, 3 DE MAYO DE 2018

Cuando los países viven escenas de violencia, secuestro, intimidación y muerte; las generalizaciones, burlas, prejuicios y malas caricaturas, resultan ociosas, ofensivas, lastiman y no aportan. Profesora: ¿QUÉ QUISIERAS SER DE GRANDE, JUANITO? Juanito: ¡¡¡ALIAS GUACHO, SEÑORITA!!! DESDE EL SUEÑO DE LA FRONTERA, REPORTÓ: CHAMORRO Juanito y su compañero de aula, dos niños afroecuatorianos que nacen en la caricatura de Chamorro, publicada en diario La Hora el viernes 27 de abril de 2018, en su edición impresa, me hacen pensar lastimosamente que no tienen otro sueño, sino el de delinquir. Si dos pequeños, que a criterio del caricaturista, quieren ser o parecerse a “alias Guacho”, un delincuente vinculado al narcotráfico, secuestro y responsable de la muerte de siete ecuatorianos, tres de ellos, periodistas, me pregunto: ¿Cuál es la visión que tienen los medios de comunicación sobre el impacto de la delincuencia, el narcoterrorismo, el racismo y otros elementos, que en esta caricatura, vulneran los derechos humanos del mundo?

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Si no tomamos con más seriedad los mensajes que transmitimos a la sociedad, que de alguna u otra forma, enaltecen la violencia, el delito y el racismo, será más difícil recuperar la paz que todos los ecuatorianos deseamos. Pero resulta aún más difícil entender el prejuicio que lleva a pensar, con la caricatura de Chamorro, que los niños afroecuatorianos desean eso para sus vidas. Tenemos claros ejemplos que la sociedad ecuatoriana piensa diferente, tenemos grandes embajadores del Ecuador afrodescendientes que se han posicionado como grandes referentes, con el apoyo de toda la sociedad ecuatoriana; músicos, médicos, abogados, ingenieros civiles, chefs, arquitectos, deportistas y otros personajes, nos han demostrado que la paz y la erradicación de la violencia inicia por el respeto a la diversidad, por aprendernos a reconocer en el otro y no, en contra del otro. Los medios de comunicación no están para alimentar el racismo, los prejuicios, estereotipos, discriminación, no son esos antivalores los que deseamos que se fomenten en nuestras sociedades. A cuenta de la tan invocada libertad de expresión, parecería normal vulnerar derechos, agredir identidades y pisotear la diversidad. A lo largo de muchos años he recorrido mi querido país y sin duda muchas de las vivencias más gratificantes estuvieron centradas en la provincia de Esmeraldas y con su gente. Quizás cabe compartir algunos aprendizajes. AO


En las ciudades de Esmeraldas, San Lorenzo, Mataje, el Pan y muchas otras comunidades, existen mayoritariamente afroecuatorianos, mestizos, blancos, indígenas, montubios, eso se expresa en la diversidad de formas de organización comunitarias, familiares y territoriales. Existen familias dedicadas al comercio, la pesca, educación, salud, construcción y gastronomía; contamos con pequeños y grandes empresarios, literatos, agricultores, artistas, ganaderos y deportistas. En fin, hombres y mujeres que le dan tanto volumen al país como lo dije anteriormente. En la provincia residen 491.168 personas, mayormente niñas, niños, adolescentes y jóvenes; quiero que tengan la certeza que si los llegan a conocer, en especial a los más pequeños, todos sueñan con estudiar, jugar, creen en la solidaridad, el respeto, el cariño, quieren crecer junto a sus familias y en comunidad, abrazados a sus valores culturales propios de la tradición del pueblo afroecuatoriano. Señores de diario La Hora, como ustedes bien lo dicen, han trabajado durante 25 años en la provincia de Esmeraldas y ustedes saben que su caricatura vulnera el derecho a la identidad, ustedes no nos ofendieron, nos agredieron. Tengan muy claro, que los niños afroecuatorianos no tienen interés por secuestrar, agredir o matar, esos son prejuicios de quienes no los conocen, pero se permiten estigmatizarlos. Cuando enfrentamos escenarios de violencia debemos tomar conciencia de lo que nos ocurre, entender la AO


responsabilidad individual y también colectiva, tener posición frente a los hechos ocurridos y optar por una posición pacífica integral. Es importante reconstruir y reconciliar nuestras relaciones, empezando por eliminar las desigualdades. Los ecuatorianos y esmeraldeños le apostamos al desarrollo sostenible íntimamente ligado a la estabilidad y a la paz; le apostamos a la educación como un bien común, que cohesiona la sociedad, con base en los derechos humanos y la interculturalidad. Les invito a pensar, en las niñas y niños del pueblo afroecuatoriano de la frontera o de cualquier parte del mundo, sin estigmas que les determinen un presente y futuro de violencia. Les recuerdo que Juanito, Alejandro, Paúl, Gabriela, Monserath, Luciana y muchos otros, son y representan lo que la sociedad adulta posibilita o imposibilita. Yo camino con estos niños y niñas y no quieren ser “alias Guacho”; ya son gente buena y quieren ser aún mejor. A Juanito, al pueblo afroecuatoriano, a las niñas y niños les debemos profundas disculpas.

Alexandra Ocles Padilla AO


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