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Aniversario 600 años La Seu 1413

PARROQUIA DE SANTA MARÍA • XÀTIVA

2013

Hoja Parroquial - Nº 438 Domingo 5 de junio de 2011 VII de Pascua: Solemnidad de la Ascensión del Señor

Dios asciende entre aclamaciones

Frases del Evangelio evanGeLio de san mateo 28, 16-20 En aquel tiempo, los Once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. 1


El Abad LA PoLÍtiCA y LAs VirtuDes PerDiDAs Son muchas las personas que al llegar la campaña electoral echamos de menos la educación, el ¿Podrá averiguar en qué parte de la Colegiata se encuentra este detalle? respeto, la tolerancia; es como si fuera necesario recurrir al insulto, a la descalificación, a la mentira. Puede ser que sea ése el camino en la campaña, pero dudo que a mucha gente le guste la forma de hablar de los políticos en los mítines. No nos dan buen ejemplo. En mis encuentros con los chavales y los jóvenes hablamos de las virtudes perdidas, ésas que con el correr de los tiempos muchos han olvidado, han perdido. Está claro que muchas virtudes las han dejado morir y las han enterrado. Sobresale el vicio, hace más ruido. Pero me pregunto: ¿Es que la virtud se pierde porque sí? La virtud necesita del corazón humano para desarrollarse y crecer. Luego quien ha perdido las virtudes es el mismo hombre que busca otras cosas. De ahí la importancia de convencer al hombre del siglo xxi para que ponga en circulación las virtudes ocultas y exponga su validez para la vida actual, para el hombre de hoy. ¡Cuánta falta hacen! ¿De qué virtudes se trata? He ahí algunas.

eL siLencio El hombre de hoy, más el joven, no puede prescindir de la compañía del ruido. No sabe apreciar el silencio, no le gusta, no lo quiere, no lo valora. Sin embargo es fundamental para la vida gozar de momentos de silencio para la contemplación, para interiorizar, para escuchar, para darse cuenta de la vida, de la belleza, del hombre, de Dios. Tenemos necesidad de silencio en medio de la ciudad, con tanto ajetreo no hay tiempo para lo esencial. Muchos me dicen: “No puedo asistir a las reuniones”, “No tengo tiempo”. Tiempo para lo esencial, tiempo para escuchar, tiempo para el silencio, tiempo para estar.

eL resPeto Colocar esta virtud en el sitio que le corresponde. Nos debemos respeto unos a otros. El hombre tiene dignidad y ésa hay que respetarla. La tiene el niño, el joven, 2


el anciano, la familia, el enfermo, el marginado, el necesitado. En la vida política, el respeto brilla por su ausencia. Algunos dicen: “Se insultan pero luego se van juntos a tomar café”. No sé si es cierto. Lo cierto es que nosotros vemos y oímos los insultos y la falta de respeto entre ellos. Y eso no hace nada de bien a nuestros niños y jóvenes que lo ven en la televisión. Respetarse es la base para poder convivir como personas. Debemos recuperar esa virtud perdida.

La bondad Sobra en la relación humana agresividad, gritos, odio, envidia y rencor. Con demasiada frecuencia veo como algunos padres gritan a sus hijos pequeños, les dicen palabrotas por las calles. Después se quejan del comportamiento de esos mismos niños. La bondad nace de un corazón limpio, transparente, fiel. La caricia de la bondad hay que recuperarla de la tumba y ponerla sobre el candelero y que brille con luz propia. Mucho podemos hacer en este campo.

La sencillez Cuántos hay que van detrás del poder, les gusta estar en la foto, aparentar, hacer creer a los demás lo que no tiene. Y ante esta actitud debemos raspar el barniz de las apariencias e intentar que aparezca el hombre de verdad, el hombre sencillo, auténtico, recto, sin maquillaje.

La honradez Hemos fabricado una sociedad en donde el ladrón siempre gana, escala puestos de poder, de honor, de prestigio. Cuando una persona pierde la honradez se ha resquebrajado totalmente, está descuartizada y ha perdido toda credibilidad. La persona debe ser honrada en lo pequeño, en lo de cada día y de esa manera lo será también en lo más importante. Lo enseño a los jóvenes de Confirmación porque lo considero muy importante en la formación de la personalidad y en el crecimiento cristiano.

La verdad Faltar a la verdad denigra al ser humano. La mentira es siempre diabólica y hace daño. Nunca debería ser aceptada por nadie. Siempre la verdad. Siempre la verdad por encima de todo. Nunca la mentira, ni siquiera la que algunos llaman “piadosa”, la mentira siempre es mentira. Debemos decir la verdad y enseñar a los niños a decir la verdad siempre. La lista es interminable. Les invito a que la continúen con sinceridad, seguro que le sale la tira y que además cada uno de nosotros intente reflexionar sobre las virtudes recuperadas y ponerlas en circulación comenzando en nuestra propia vida, seguro que resulta y con un poco de suerte algo bueno podemos hacer todavía en esta sociedad. 3


Para saborear durante la semana Todos los que participamos de la sangre sagrada de Cristo alcanzamos la unión corporal con él, como atestigua san Pablo, cuando dice, refiriéndose al misterio del amor misericordioso del Señor: No había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo. SAN CiRiLO DE ALEJANDRÍA, OBiSPO Así como en la solemnidad de Pascua la resurrección del Señor fue para nosotros causa de alegría, así también ahora su ascensión al cielo nos es un nuevo motivo de gozo, al recordar y celebrar litúrgicamente el día en que la pequeñez de nuestra naturaleza fue elevada, en Cristo, por encima de todos los ejércitos celestiales, de todas las categorías de ángeles, de toda la sublimidad de las potestades, hasta compartir el trono de Dios Padre. SAN LEÓN MAGNO, PAPA Nuestro Señor Jesucristo ascendió al cielo tal día como hoy; que nuestro corazón ascienda también con él. Escuchemos al Apóstol: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Y así como él ascendió sin alejarse de nosotros, nosotros estamos ya allí con él, aun cuando todavía no se haya realizado en nuestro cuerpo lo que nos ha sido prometido. SAN AGUSTÍN, OBiSPO

orACiÓn De LA misA DeL Domingo Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. 4


Memoria histórica (9) Seguimos con san Justino, el seglar filósofo, cristiano y mártir del siglo ii, nacido en Palestina.

Encontramos un testimonio de gran belleza y significado del año 150 sobre la celebración de la Eucaristía, escrito por san Justino, seglar nacido en Palestina, en el actual Nablús, filósofo y mártir de Cristo y dirigido al emperador pagano Antonino Pío y a su hijo Marco Aurelio: «Participan en la celebración de la Eucaristía los bautizados que confesaron la fe y aceptaron la doctrina y además viven como Cristo mandó. Se reúnen los de la ciudad y los del campo, los domingos, el día llamado del sol. Se leen las Escrituras de los Profetas y de los Apóstoles. Después, cuando ha terminado el lector, el que preside toma la palabra para amonestar y exhortar a la imitación de cosas tan insignes. Después nos levantamos todos a la vez y elevamos nuestras preces por la Iglesia y por el mundo. Nos damos el beso de la paz. Son presentadas las ofrendas de pan, vino y agua al presidente y el celebrante dice sobre ellas la oración consecratoria a la que el pueblo responde «Amén» y después los diáconos distribuyen los dones consagrados entre los presentes y se lleva también a los ausentes. Este alimento se llama entre nosotros Eucaristía. Estas cosas no las tomamos como alimento corriente ni bebida ordinaria, sino que así como el Verbo tuvo verdadera carne, así por la palabra de oración que procede de Cristo, este alimento eucaristizado es la carne y la sangre de aquel Jesús que se encarnó» (Ap. I). El Catecismo de la Iglesia Católica cita también este escrito en su número 1345. (Del libro He dejado de ir a Misa de A. Climent)

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Junio: mes del Sagrado Corazón de Jesús El mes de junio está dedicado a honrar al Sagrado Corazón de Jesús: el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, salvación de todos nosotros.

CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Beato Juan Pablo II, el Grande. 1986 (abreviado) Señor Jesucristo, Redentor del género humano, nos dirigimos a tu Sacratísimo Corazón con humildad y confianza, con reverencia y esperanza, con profundo deseo de darte gloria, honor y alabanza. Señor Jesucristo, Salvador del mundo, te damos las gracias por todo lo que eres y todo lo que haces. Señor Jesucristo, Hijo de Dios Vivo, te alabamos por el amor que has revelado a través de Tu Sagrado Corazón, que fue traspasado por nosotros y ha llegado a ser fuente de nuestra alegría, manantial de nuestra vida eterna. Reunidos juntos en Tu nombre, que está por encima de todo nombre, nos consagramos a tu Sacratísimo Corazón, en el cual habita la plenitud de la verdad y la caridad. 6


Al consagrarnos a Ti, los fieles (persona o de lugar) renovamos nuestro deseo de corresponder con amor a la rica efusión de tu misericordioso y pleno amor. Señor Jesucristo, Rey de Amor y Príncipe de la Paz, reina en nuestros corazones y en nuestros hogares. Vence todos los poderes del maligno y llévanos a participar en la victoria de tu Sagrado Corazón. ¡Que todos proclamemos y demos gloria a Ti, al Padre y al Espíritu Santo, único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos! Amén.

Compendio del Catecismo de la iglesia Católica ¿cuÁL

es La PLena y deFinitiva etaPa

de La reveLaciÓn de dios? Preg. 9. Pág 26.

La plena y definitiva etapa de la Revelación de Dios es la que Él mismo llevó a cabo en su Verbo encarnado, Jesucristo, mediador y plenitud de la Revelación. En cuanto Hijo Unigénito de Dios hecho hombre, Él es la Palabra perfecta y definitiva del Padre. Con la venida del Hijo y el don del Espíritu, la Revelación ya se ha cumplido plenamente, aunque la fe de la Iglesia deberá comprender gradualmente todo su alcance a lo largo de los siglos. «Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar» (San Juan de la Cruz)

En la declaración de la renta: Pongamos la X

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La Palabra del Papa AUDIENCIA GENERAL Plaza de San Pedro Miércoles 25 de mayo de 2011 Queridos hermanos y hermanas, Hoy quisiera detenerme con vosotros en un texto del Libro del Génesis que narra un episodio un poco especial de la historia del Patriarca Jacob. Es un fragmento de difícil interpretación, pero importante en nuestra vida de fe y de oración; se trata del relato de la lucha con Dios en el vado de Yaboq, del que hemos escuchado un trozo. Como recordaréis, Jacob le había quitado a su gemelo Esaú la primogenitura, a cambio de un plato de lentejas y después recibió con engaños la bendición de su padre Isaac, que en ese momento era muy anciano, aprovechándose de su ceguera. Huido de la ira de Esaú, se refugió en casa de un pariente, Labán; se había casado, se había enriquecido y volvía a su tierra natal, 8


dispuesto a enfrentar a su hermano, después de haber tomado algunas prudentes medidas. Pero cuando todo está preparado para este encuentro, después de haber hecho que los que estaban con él, atravesasen el vado del torrente que delimitaba el territorio de Esaú, Jacob se queda solo, y es agredido por un desconocido con el que lucha toda la noche. Esta lucha cuerpo a cuerpo -que encontramos en el capítulo 32 del Libro del Génesis- se convierte para él en una singular experiencia de Dios. La noche es es momento favorable para actuar a escondidas, el tiempo oportuno, por tanto, para Jacob, de entrar en el territorio del hermano sin ser visto y quizás con la ilusión de tomar por sorpresa a Esaú. Sin embargo es él el sorprendido por un ataque imprevisto, para el que no estaba preparado. Había usado su astucia para intentar evitarse una situación peligrosa, pensaba tener todo bajo control, y sin embargo, se encuentra ahora teniendo que afrontar una lucha misteriosa que lo sorprende en soledad y sin darle la oportunidad de organizar una defensa adecuada. Indefenso, en la noche, el Patriarca Jacob lucha contra alguien. El texto no especifica la identidad del agresor; usa un término hebreo que indica “un hombre” de manera genérica, “uno, alguien”; se trata de una definición vaga, indeterminada, que quiere mantener al asaltante en el misterio. Está oscuro, Jacob no consigue distinguir a su contrincante, y también para nosotros, permanece en el misterio; alguien se enfrenta al Patriarca, y este es el único dato seguro que nos da el narrador. Sólo al final, cuando la lucha ya ha terminado y ese “alguien” ha desaparecido, sólo entonces Jacob lo nombrará y podrá decir que ha luchado contra Dios. El episodio se desarrolla en la oscuridad y es difícil percibir no sólo la identidad del asaltante de Jacob, sino también como se ha desarrollado la lucha. Leyendo el texto, resulta difícil establecer quien de los dos contrincantes lleva las de ganar; los verbos se usan a menudo sin sujeto explícito, y las acciones suceden casi de forma contradictoria, así que cuando parece que uno de los dos va a prevalecer, la acción sucesiva desmiente enseguida esto y presenta al otro como vencedor. Al inicio, de hecho, Jacob parece ser el más fuerte, y el adversario – dice el texto – “no conseguía vencerlo” (v.26); y finalmente golpea a Jacob en el fémur, provocándole una dislocación. Se podría pensar que Jacob sucumbe, sin embargo, es el otro el que le pide que le deje ir; pero el Patriarca se niega, imponiendo una condición: “No te soltaré si antes no me bendices” (v.27). El que con engaños le había quitado a su hermano la bendición del primogénito, ahora la pretende de un desconocido, de quien quizás empieza a percibir las connotaciones divinas, sin poderlo reconocer verdaderamente. El rival, que parece estar retenido y por tanto vencido por Jacob, en lugar de ceder a la petición del Patriarca, le pregunta su nombre: “¿Cómo te llamas?”. El patriarca le responde: “Jacob” (v.28). Aquí la lucha da un giro importante. Conocer el nombre de alguien, implica una especie de poder sobre la persona, porque el nombre, en la mentalidad bíblica, contiene la realidad más profunda del individuo, desvela el secreto y el destino. Conocer el nombre de alguien quiere 9


La Palabra del Papa

decir conocer la verdad sobre el otro y esto permite poderlo dominar. Cuando, por tanto, por petición del desconocido, Jacob revela su nombre, se está poniendo en las manos de su adversario, es una forma de entrega, de consigna total de sí mismo al otro. Pero en este gesto de rendición, también Jacob resulta vencedor, paradójicamente, porque recibe un nombre nuevo, junto al reconocimiento de victoria por parte de su adversario, que le dice: “En adelante no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido” (v.29). “Jacob” era un nombre que recordaba el origen problemático del Patriarca; en hebreo, de hecho, recuerda al término “talón”, y manda al lector al momento del nacimiento de Jacob, cuando saliendo del seno materno, agarraba el talón de su hermano gemelo (Gn 25, 26), casi presagiando el daño que realiza a su hermano en la edad adulta, pero el nombre de Jacob recuerda también al verbo “engañar, suplantar”. Y ahora, en la lucha, el Patriarca revela a su oponente, en un gesto de rendición y donación, su propia realidad de quien engaña, quien suplanta; pero el otro, que es Dios, transforma esta realidad negativa en positiva: Jacob el defraudador se convierte en Israel, se le da un nombre nuevo que le marca una nueva identidad. Pero también aquí, el relato mantiene su duplicidad, porque el significado más probable de Israel es “Dios fuerte, Dios vence”. Por tanto, Jacob ha prevalecido, ha vencido –es el mismo adversario quien los afirma– pero su nueva identidad, recibida del mismo contrincante, afirma y testimonia la victoria de Dios. Y cuando Jacob pide a su vez el nombre de su oponente, este no quiere decírselo, pero se le revela en un gesto inequívoco, dándole su bendición. Esta bendición que el Patriarca le había pedido al principio de la lucha se le concede ahora. Y no es una bendición obtenida mediante engaño, sino que es gratuitamente concedida por Dios, que Jacob puede recibir porque está solo, sin protección, sin astucias ni engaños, se entrega indefenso, acepta la rendición y confiesa la verdad sobre sí mismo. Por esto, al final de la lucha, recibida la bendición, el Patriarca puede finalmente reconocer al otro, al Dios de la bendición: “He visto a Dios cara a cara, y he salido con vida” (v.31), ahora puede atravesar el vado, llevando un nombre nuevo pero “vencido” por Dios y marcado para siempre, cojeando por la herida recibida. Las explicaciones que la exégesis bíblica da con respecto a este fragmento son muchas; en particular los estudiosos reconocen aquí intentos y componentes literario de varios tipos, como también referencias a algún cuento popular. Pero cuando estos elementos son asumidos por los autores sagrados y englobados en el relato bíblico, cambian de significado y el texto se abre a dimensiones más amplias. El episodio de la lucha en el Yaboq se muestra al creyente como texto paradigmático en el que el pueblo de Israel habla de su propio origen y delinea los trazos de una relación especial entre Dios y el hombre. Por esto, como se afirma también en el Catecismo de la Iglesia Católica, “la tradición espiritual de la Iglesia ha visto en este relato el símbolo de la oración como combate de la fe y la victoria de la perseverancia” (nº 2573). El texto bíblico nos habla de la larga noche de 10


la búsqueda de Dios, de la lucha para conocer el nombre y ver su rostro; es la noche de la oración que con tenacidad y perseverancia pide a Dios la bendición y un nombre nuevo, una nueva realidad fruto de conversión y de perdón. La noche de Jacob en el vado de Yaboq se convierte así, para el creyente, en un punto de referencia para entender la relación con Dios que en la oración encuentra su máxima expresión. La oración exige confianza, cercanía, casi un cuerpo a cuerpo simbólico no con un Dios adversario y enemigo, sino con un Señor que bendice y que permanece siempre misterioso, que aparece inalcanzable. Por esto el autor sacro utiliza el símbolo de la lucha, que implica fuerza de ánimo, perseverancia, tenacidad en el alcanzar lo que se desea. Y si el objeto del deseo es la relación con Dios, su bendición y su amor, entonces la lucha sólo puede culminar en el don de sí mismo a Dios, en el reconocimiento de la propia debilidad, que vence cuando consigue abandonarse en las manos misericordiosas de Dios. Queridos hermanos y hermanas, toda nuestra vida es como esta larga noche de lucha y de oración, de consumar en el deseo y en la petición de una bendición a Dios que no puede ser arrancada o conseguida sólo con nuestras fuerzas, sino que debe ser recibida con humildad de Él, como don gratuito que permite, finalmente, reconocer el rostro de Dios. Y cuando esto sucede, toda nuestra realidad cambia, recibimos un nombre nuevo y la bendición de Dios. Pero aún más: Jacob que recibe un nombre nuevo, se convierte en Israel, también da al lugar un nombre nuevo, donde ha luchado con Dios, le ha rezado, lo renombra Penuel, que significa “Rostro de Dios”. Con este nombre reconoce que el lugar está lleno de la presencia del Señor, santifica esa tierra dándole la impronta de aquel misterioso encuentro con Dios. Aquel que se deja bendecir por Dios, se abandona a Él, se deja transformar por Él, hace bendito el mundo. Que el Señor nos ayude a combatir la buena batalla de la fe (cfr 1Tm 6,12; 2Tm 4,7) y a pedir, en nuestra oración, su bendición, para que nos renueve en la espera de ver su Rostro. ¡Gracias! 11


Página bíblica (29) Dentro de este Triduo de Años de preparación a la celebración del 600 aniversario de la erección de la Colegiata en 2013, introducimos esta página bíblica para contribuir en la formación bíblica que todos debemos tener para comprender y vivir mejor la Sagrada Escritura.

Lección decimooctava Libros de los Reyes (A)

Los libros de Samuel presentaban la institución y el afianzamiento de la monarquía, como un proceso ascendente y lleno de promesas para Israel. Los libros de los REYES –que al principio formaban una sola obra, dividida luego en dos partes– continúan esa historia, pero trazan una parábola descendente. Aquí el relato comienza con el reinado de Salomón, que fue la etapa más brillante de todo el período monárquico, y llega hasta el momento en que el Pueblo de Dios vivió su experiencia más dramática y desconcertante: la caída de Jerusalén, el fin de la dinastía davídica y la deportación a Babilonia. Este trágico desenlace se fue gestando gradualmente. A la muerte de Salomón, el reino de Judá se mantiene fiel a los reyes del linaje davídico y al Templo de Jerusalén. Pero las tribus del Norte, profundamente desilusionadas por el trato recibido en la época salomónica, se separan de Judá y constituyen un estado independiente, designado en adelante con el nombre de “Israel”. Durante un par de siglos, los dos reinos separados logran conservar su autonomía política, debido al eclipse momentáneo de los grandes imperios del Antiguo Oriente. Pero la situación cambia radicalmente cuando Asiria comienza a desarrollar sus campañas expansionistas. En el año 721 a. C., Samaría cae en poder de los asirios, y así desaparece el reino de Israel. El reino de Judá sobrevive a la catástrofe, pero sólo por un tiempo. En el 587, las tropas de Nabucodonosor, rey de Babilonia –convertido en el nuevo árbitro de la situación, después de la derrota de Asiria– invaden Jerusalén, arrasan el Templo y se llevan cautiva a una buena parte de la población de Judá. Los libros de los Reyes recibieron su redacción definitiva cuando todavía estaba muy vivo el recuerdo de este último acontecimiento. En la composición de la obra, se emplearon diversas fuentes, entre las que se destacan los informes provenientes de los archivos reales. Pero, en el relato de los hechos, lo que más interesa no es la historia en sí misma, sino la enseñanza que se debe extraer de ella, como medio para superar la crisis. Por eso, desde las primeras páginas comienza a vislumbrarse la pregunta que está implícita a lo largo de toda la narración: ¿Por qué el Señor ha rechazado a su Pueblo, dispersándolo entre las naciones paganas? ¿Hay un remedio para la catástrofe o el veredicto de condenación es irrevocable?

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Beato Ricardo Plá Espí Se cumplen 75 años de su martirio (10) Su mensaje A san Antonio de Padua (b) Los verdaderos bienhechores de la humanidad, los salvadores de los pueblos en progresos de decadencia, los reformadores de las costumbres y los portaestandartes de la civilización y de la cultura en sus más espléndidas manifestaciones y significados; ahí está la historia que lo atestigua cumplidamente. Abrid sus páginas; consultad en ellas el pasado; examinad atentamente los documentos que contienen, consultad las tradiciones a que responde; haced desfilar ante vosotros, todos y cada uno de los siglos y encontrareis a cada paso con esas falanges numerosas de hombres que fueron verdaderos héroes en los diferentes órdenes de la vida bajo el modesto sayal y la pobre túnica del religioso. Nosotros nos enfrentaremos con esos hombres que salvan al mundo, después de haber renunciado a él, en todas las ciudades y en todas las naciones y en todas las latitudes, porque a toda la tierra se extendió el eco de su palabra y el influjo poderoso de su acción. Tened en cuenta que no los encontraremos en el corazón de las ciudades y los pueblos, en la hora del gozo, de la exultación, de la exaltación y del triunfo, sino en los momentos de mayor peligro y cuando se cierne la desgracia, con su vida austera. Porque su misión no es otra que la de salvar, regenerar y pacificar a la humanidad en nombre del que les ha enviado a ganarla para sí y prenderla en los lazos de la paz y el bien de los pueblos, que arrebataron a la sociedad en que vivían al borde mismo del abismo e impidieron que retornasen a los horrores y estigmas de la barbarie, descuella el primogénito espiritual del Serafín de Asís: san Antonio de Padua. Llegando en él, como en otro alguno, viose glorificada y enaltecida la vida toda religiosa y muy singularmente encumbrada y puesta de relieve la orden meritísima del Pobrecillo de Asís. Toledo, 13 de junio de 1932 13


Jesús de Medinaceli Los devotos del Cristo de Medinaceli conocen que en Madrid, y cercana al Congreso de los Diputados, se encuentra la Basílica donde se rinde culto a la imagen del Cristo de Medinaceli, que sufrió cautiverio por los moros, cuentan también la leyenda de su rescate y que el sacerdote don José Alemán, conocedor de la piadosa admiración, que a esta imagen se le tenía, y se le sigue teniendo, en Madrid y en otros puntos de España, decide adquirir una imagen de tal título para su templo. Jesús de Medinaceli es el Cristo de Madrid. Su poder de convocatoria es inigualable en la capital y cada año que pasa adopta más y más devotos. Además, su procesión de Viernes Santo es, sin duda, la más seguida de todas las que se celebran en la ciudad reuniendo en las calles del centro a cerca de un millón de personas. La Iglesia de Jesús de Medinaceli ha recibido estos últimos días más visitas que nunca. Besar los pies del Señor es para muchos una cita semanal, a veces diaria. “Hablamos de una imagen especial con una fuerza religiosa única. El artista (anónimo) consiguió transmitir un rostro humano y a la vez divino que no encuentras en ningún otro sitio”. Así describe al Cristo el padre Inocencio Egido, superior de la Comunidad de los Capuchinos y Rector de la Basílica, el cual conoce hasta el más mínimo detalle toda la historia y anécdotas que acompañan a la talla de madera del siglo xvii. Sus 1,70 metros de altura recuerdan a Jesús condenado ante Pilatos y ante el pueblo, con un cuerpo “perfecto y puro y una cara silenciosa que acepta la condena”. Su piel morena, que le da un carácter aún más especial, no es original y responde a diversos acontecimientos que han afectado a la figura. Por ejemplo, cuenta Egido, “la imagen fue enterrada en la cripta del templo durante la Guerra Civil para no ser descubierta”.

Jesús de Medinaceli en sant Francesc

Si Dios quiere la iglesia de sant Francesc gozará de una imagen de Jesús de Medinaceli a finales de enero del próximo año y estará expuesta a la veneración de los fieles. Todos los viernes del año recibirá culto especial y sobre todo durante toda la Cuaresma; su fiesta se celebrará el primer viernes de marzo. El escultor es Pedro Arrue, joven artista, el mismo autor de la gran figura del Beato Juan Pablo II, el Grande, de bronce, que se colocará en Valencia. Pronto tendremos la maqueta de nuestra imagen. Y podrán colaborar con sus donativos. 14


Él cambió el mundo Porque confió siempre en Ella: Totus tuus fue su lema. Siempre la tuvo presente y siempre la invocaba. La devoción a la Virgen es fundamental para el cristiano. Ama a la Virgen María.

Don y misterio (2)

Al cumplirse los 50 anos de sacerdocio el papa Juan Pablo II, el Grande, escribió una larga reflexión muy hermosa sobre el sacerdocio vivido por él durante 50 años, ¡Bodas de Oro sacerdotales! Este librito es una preciosidad, queremos ofrecerlo en la Hoja parroquial como homenaje al beato Juan Pablo II, el Grande, el inolvidable. Muy bien nos puede servir como lectura espiritual.

I

El estallido de la segunda guerra mundial Pero volvamos al 1 de septiembre de 1939. El estallido de la guerra cambió de modo radical la marcha de mi vida. Verdaderamente los profesores de la Universidad Jaghellonica intentaron comenzar de todos modos el nuevo año académico, pero las clases duraron sólo hasta el 6 de noviembre de 1939. En ese día, las autoridades alemanas convocaron a todos los profesores a

una asamblea que acabó con la deportación de aquellos respetables hombres de ciencia al campo de concentración de Sachsenhausen. Acababa así en mi vida el período de los estudios de filología polaca y comenzaba la fase de la ocupación alemana, durante la cual al principio intenté leer y escribir mucho. Precisamente a esa época se remontan mis primeros trabajos literarios. 15


Para evitar la deportación a trabajos forzados en Alemania, en el otoño de 1940 empecé a trabajar como obrero en una cantera de piedra vinculada a la fábrica química Solvay. Estaba situada en Zakrzówek, a casi media hora de mi casa de Debniki, e iba andando hasta allí cada día. En aquella cantera escribí una poesía. Releyéndola después de tantos años, la encuentro aún particularmente expresiva de aquella singular experiencia: “Escucha bien, escucha los golpes del martillo, la sacudida, el ritmo. El ruido te permite sentir dentro la fuerza, la intensidad del golpe. Escucha bien, escucha, eléctrica corriente de río penetrante que corta hasta las piedras, y entenderás conmigo que toda la grandeza del trabajo bien hecho es grandeza del hombre...’’ (La cantera: I; Materia, I) Estaba presente cuando, durante el estallido de una carga de dinamita, las piedras golpearon a un obrero y lo mataron. Quedé profundamente desconcertado: 16

“Levantaron el cuerpo, en silencio avanzaban. Abatidos, sentían en todos el agravio...” (La cantera: IV; En memoria de un compañero de trabajo, 2.3) Los responsables de la cantera, que eran polacos, trataban de evitarnos a los estudiantes los trabajos más pesados. A mí, por ejemplo, me asignaron el encargo de ayudante del llamado barrenero, de nombre Franciszek Labus. Lo recuerdo porque, algunas veces, se dirigía a mí con palabras de este tipo: “Karol, tu deberías ser sacerdote. Cantarás bien, porque tienes una voz bonita y estarás bien...” Lo decía con toda sencillez, expresando de ese modo un convencimiento muy difundido en la sociedad sobre la condición del sacerdote. Las palabras del viejo obrero se me han quedado grabadas en la memoria.

El teatro de la palabra viva

En aquella época estuve en contacto con el teatro de la palabra viva, que Mieczyslaw Kotlarczyk había fundado y continuaba animando en la clandestinidad. La dedicación al teatro fue favorecida al principio por el hecho de haber hospedado en mi casa a Kotlarczyk y a su mujer Sofía, que habían logrado pasar de Wadowice a Cracovia, al territorio del “Gobierno General”. Vivíamos juntos. Yo trabajaba como obrero, él primero como tranviario y


después como empleado en una oficina. Compartiendo la misma casa, podíamos no sólo continuar con nuestras conversaciones sobre el teatro, sino incluso realizar actuaciones concretas, que tenían precisamente el carácter de teatro de la palabra. Era un teatro muy sencillo. La parte escénica y decorativa estaba reducida al mínimo; la actuación consistía esencialmente en la recitación del texto poético. Las representaciones tenían lugar ante un grupo reducido de conocidos e invitados, que demostraban un interés

específico por la literatura y eran, de algún modo, “iniciados”. Era indispensable mantener el secreto sobre estos encuentros teatrales, pues de lo contrario se corría el riesgo de graves sanciones por parte de las autoridades de la ocupación, sin excluir la deportación a los campos de concentración. He de admitir que toda aquella experiencia teatral ha quedado profundamente grabada en mi espíritu, a pesar de que en un cierto momento de mi vida me di cuenta de que, en realidad, no era ésa mi vocación.

II

La decisión de entrar en el seminario En el otoño de 1942 tomé la decisión definitiva de entrar en el seminario de Cracovia, que funcionaba clandestinamente. Me recibió el Rector, P. Jan Piwowarczyk. El hecho debía quedar en la más absoluta reserva, incluso para las personas más allegadas. Comencé los estudios en la Facultad teológica de la Universidad Jaghellonica, también clandestina, mientras continuaba trabajando como obrero en la Solvay. Durante el período de la ocupación el Arzobispo Metropolitano estableció el seminario, siempre de modo clandestino, en su residencia. Esto podía desencadenar en cualquier momento, tanto para los superiores como para los alumnos, severas represiones por parte de las autoridades alemanas. Permanecí en este seminario peculiar, al lado del amado Príncipe Metropolitano, desde septiembre de 1944 y allí

pude estar junto con mis compañeros hasta el 18 de enero de 1945, el día –o mejor dicho, la noche– de la liberación. En efecto, fue durante la noche cuando la Armada Roja llegó a los alrededores de Cracovia. Los Alemanes, en retirada, hicieron explotar el puente Debnicki. Recuerdo aquella terrible detonación: la onda expansiva rompió todos los cristales de las ventanas de la residencia arzobispal. En aquel momento nos encontrábamos en la capilla para una celebración en la que participaba el Arzobispo. El día siguiente nos dimos prisa en reparar los daños. Pero voy a volver a los largos meses que precedieron a la liberación. Como he dicho, vivía con otros jóvenes en la residencia del Arzobispo. Éste nos había presentado desde el primer momento a un joven sacerdote, que sería nuestro Padre espiritual. Se 17


trataba del P. Stanistaw Smolenski, doctorado en Roma y hombre de una gran espiritualidad; hoy es Obispo auxiliar emérito de Cracovia. El P. Smolenski comenzó con nosotros un trabajo regular de preparación para el sacerdocio. Al principio teníamos como superior sólo a un prefecto, el P. Kazimierz Klósak, que había realizado sus estudios en Lovaina y era profesor de filosofía. Por su ascesis y bondad suscitaba en todos nosotros una gran estima y admiración. Daba cuentas de su trabajo directamente al Arzobispo, del cual dependía también de modo directo, por lo demás, nuestro mismo seminario clandestino. Después de las vacaciones veraniegas del año 1945, el P. Karol Kozlowski, procedente de Wadowice, antiguo Padre espiritual del seminario en el período anterior a la guerra, fue llamado a sustituir al P. Jan Piwowarczyk como Rector del seminario en el que había transcurrido casi toda la vida. 18

Se completaban así los años de la formación del seminario. Los dos primeros, aquellos que en el curriculum de los estudios se dedican a la filosofía, los había cursado de modo clandestino, trabajando como obrero. Los años sucesivos, 1944 y 1945, fueron testigos de mi creciente dedicación en la Universidad Jaghellonica, aun cuando el primer año después de la guerra fue muy incompleto. El curso académico 1945/46 fue normal. En la Facultad teológica tuve la suerte de conocer algunos profesores eminentes, como el P. Wladyslaw Wicher, profesor de teología moral, y el P. Ignacy Rózycki, profesor de teología dogmática, el cual me introdujo en la metodología científica en teología. Hoy abrazo con un recuerdo lleno de gratitud a todos mis Superiores, Padres espirituales y Profesores, que en el período del seminario contribuyeron a mi formación. ¡Que el Señor recompense sus esfuerzos y sacrificios! A comienzos del quinto año, el Arzobispo decidió que me trasladara a Roma para completar los estudios. Fue así como, anticipándome a mis compañeros, fui ordenado sacerdote el I de noviembre de 1946. Aquel año nuestro grupo era, naturalmente, poco numeroso: en total éramos siete. Hoy vivimos solamente tres. El hecho de ser pocos tenía sus ventajas: permitía estrechar lazos profundos de conocimiento recíproco y de amistad. Esto se podía decir también, de algún modo, de las relaciones con los Superiores y Profesores, tanto en el período de la clandestinidad como en el breve tiempo de los estudios oficiales en la Universidad.


Yo no quitaré la Cruz de ningún lugar público

gratitud a los sacerdotes

Pongamos un Crucifijo en nuestros lugares públicos, tiendas, despachos, fábricas, bares, peluquerías. ¡No tengamos miedo a nada ni a nadie! ¡Sólo Cristo!

empecemos por dar las gracias a los sacerdotes: Gracias. Muchas gracias. Gracias a todos vosotros. Gracias por vuestro trabajo pastoral, por ofrecernos la gracia de Cristo; por darnos el Evangelio; por abrirnos las puertas del cielo. Gracias por rezar por nosotros. Ellos siempre están a nuestro lado. Nosotros sabemos que no estamos solos. Ahora ellos deben saber que no están solos.

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pliego nº 22 Triduo de años: la Colegiata cumple 600 años (25)

La Colegiata cumplirá 600 años en el 2013. Es un feliz aniversario que nos lleva a profundizar durante este Triduo de Años en la fe y los compromisos cristianos. Cada jueves nos reunimos en formación permanente. Debe ser un compromiso de toda la Comunidad parroquial. Hoy no vale sólo la buena voluntad, es preciso saber la fe y para ello, la formación se hace imprescindible. La Colegiata acerca ese regalo a todos. Al comenzar el mes del Sagrado Corazón de Jesús queremos ofrecer la encíclica del papa Pío XI sobre la devoción al Sagrado Corazón tan extendida por todo el mundo católico. Para facilitar su lectura la dividimos en dos sesiones, hoy publicamos la primera.

CARTA ENCÍCLICA MISERENTISSIMUS REDEMPTOR DEL SUMO PONTÍFICE PÍO XI sobre la expiación que todos deben al Sagrado Corazón de Jesús Introducción Aparición de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque

1. Nuestro Misericordiosísimo Redentor, después de conquistar la salvación del linaje humano en el madero de la Cruz y antes de su ascensión al Padre desde este mundo, dijo a sus apóstoles y discípulos, acongojados de su partida, para consolarles: «Mirad que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo»(1). Voz dulcísima, prenda de toda esperanza y seguridad; esta voz, venerables hermanos, viene a la memoria fácilmente cuantas veces contemplamos desde esta elevada cumbre la universal familia de los hombres, de tantos males y miserias trabajada, y aun la Iglesia, de tantas impugnaciones sin tregua y de tantas asechanzas oprimida. Esta divina promesa, así como en un principio levantó los ánimos abatidos de los apóstoles, y levantados los encendió e inflamó para esparcir la semilla de la doctrina evangélica en todo el mundo, así después alentó a la Iglesia a la victoria sobre las puertas del infierno. Ciertamente en todo tiempo estuvo presente a su Iglesia nuestro Señor Jesucristo; pero lo estuvo con especial auxilio y protección cuantas veces se vio cercada de más graves peligros y molestias, para suministrarle los remedios convenientes a la condición de los tiempos y las cosas, con aquella divina Sabiduría que «toca de extremo a extremo con fortaleza y todo lo dispone con suavidad»(2). Pero «no se encogió la mano del Señor»(3) en los tiempos más cercanos; especialmente cuando se introdujo y se difundió ampliamente 20


aquel error del cual era de temer que en cierto modo secara las fuentes de la vida cristiana para los hombres, alejándolos del amor y del trato con Dios. Mas como algunos del pueblo tal vez desconocen todavía, y otros desdeñan, aquellas quejas del amantísimo Jesús al aparecerse a Santa Margarita María de Alacoque, y lo que manifestó esperar y querer a los hombres, en provecho de ellos, plácenos, venerables hermanos, deciros algo acerca de la honesta satisfacción a que estamos obligados respecto al Corazón Santísimo de Jesús; con el designio de que lo que os comuniquemos cada uno de vosotros lo enseñe a su grey y la excite a practicarlo. 2. Entre todos los testimonios de la infinita benignidad de nuestro Redentor resplandece singularmente el hecho de que, cuando la caridad de los fieles se entibiaba, la caridad de Dios se presentaba para ser honrada con culto especial, y los tesoros de su bondad se descubrieron por aquella forma de devoción con que damos culto al Corazón Sacratísimo de Jesús, «en quien están escondidos todos los tesoros de su sabiduría y de su ciencia»(4). Pues, así como en otro tiempo quiso Dios que a los ojos del humano linaje que salía del arca de Noé resplandeciera como signo de pacto de amistad «el arco que aparece en las nubes»(5), así en los turbulentísimos tiempos de la moderna edad, serpeando la herejía jansenista, la más astuta de todas, enemiga del amor de Dios y de la piedad, que predicaba que no tanto ha de amarse a Dios como padre cuanto temérsele como ímplacable juez, el benignísimo Jesús mostró su corazón como bandera de paz y caridad desplegada sobre las gentes, asegurando 21


pliego nº 22 cierta la victoria en el combate. A este propósito, nuestro predecesor León XIII, de feliz memoria, en su encíclica Annum Sacrum, admirando la oportunidad del culto al Sacratísimo Corazón de Jesús, no vaciló en escribir: «Cuando la Iglesia, en los tiempos cercanos a su origen, sufría la opresión del yugo de los Césares, la Cruz, aparecida en la altura a un joven emperador, fue simultáneamente signo y causa de la amplísima victoria lograda inmediatamente. Otro signo se ofrece hoy a nuestros ojos, faustísimo y divinísimo: el Sacratísimo Corazón de Jesús con la Cruz superpuesta, resplandeciendo entre llamas, con espléndido candor. En El han de colocarse todas las esperanzas; en El han de buscar y esperar la salvación de los hombres».

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús

3. Y con razón, venerables hermanos; pues en este faustísimo signo y en esta forma de devoción consxguiente, ¿no es verdad que se contiene la suma de toda la religión y aun la norma de vida más perfecta, como que más expeditamente conduce los ánimos a conocer íntimamente a Cristo Señor Nuestro, y los impulsa a amarlo más vehementemente, y a imitarlo con más eficacia? Nadie extrañe, pues, que nuestros predecesores incesantemente vindicaran esta probadísima devoción de las recriminaciones de los calumniadores y que la ensalzaran con sumos elogios y solícitamente la fomentaran, conforme a las circunstancias. Así, con la gracia de Dios, la devoción de los fieles al Sacratísimo Corazón de Jesús ha ido de día en día creciendo; de aquí aquellas piadosas asociaciones, que por todas partes se multiplican, para promover el culto al Corazón divino; de aquí la costumbre, hoy ya extendida por todas partes, de comulgar el primer viernes de cada mes, conforme al deseo de Cristo Jesús.

La consagración

4. Mas, entre todo cuanto propiamente atañe al culto del Sacratísimo Corazón, descuella la piadosa y memorable consagración con que nos ofrecemos al Corazón divino de Jesús, con todas nuestras cosas, reconociéndolas como recibidas de la eterna bondad de Dios. Después que nuestro Salvador, movido más que por su propio derecho, por su inmensa caridad para nosotros, enseñó a la inocentísima discipula de su Corazón, Santa Margarita María, cuánto deseaba que los hombres le rindiesen este tributo de devoción, ella fue, con su maestro espiritual, el P. Claudio de la Colombiére, la primera en rendirlo. Siguieron, andando el tiempo, los individuos particulares, después las familias privadas y las asociaciones y, finalmente, los magistrados, las ciudades y los reinos. Mas, como en el siglo precedente y en el nuestro, por las maquinaciones de los impíos, se llegó a despreciar el imperio de Cristo nuestro Señor y a declarar públicamente la guerra a la Iglesia, con leyes y mociones populares contrarias al derecho divino y a la ley natural, y hasta hubo asambleas que gritaban: «No queremos que reine sobre nosotros»(6), por esta consagración que decíamos, la voz de todos los amantes del Corazón de Jesús prorrumpía unánime oponiendo 22


acérrimamente, para vindicar su gloria y asegurar sus derechos: «Es necesario que Cristo reine(7). Venga su reino». De lo cual fue consecuencia feliz que todo el género humano, que por nativo derecho posee Jesucristo, único en quien todas las cosas se restauran(8), al empezar este siglo, se consagra al Sacratísimo Corazón, por nuestro predecesor León XIII, de feliz memoria, aplaudiendo el orbe cristiano. Comienzos tan faustos y agradables, Nos, como ya dijimos en nuestra encíclica Quas primas, accediendo a los deseos y a las preces reiteradas y numerosas de obispos y fieles, con el favor de Dios completamos y perfeccionamos, cuando, al término del año jubilar, instituimos la fiesta de Cristo Rey y su solemne celebración en todo el orbe cristiano. Cuando eso hicimos, no sólo declaramos el sumo imperio de Jesucristo sobre todas las cosas, sobre la sociedad civil y la doméstica y sobre cada uno de los hombres, mas también presentimos el júbilo de aquel faustísimo día en que el mundo entero espontáneamente y de buen grado aceptará la dominación suavísima de Cristo Rey. Por esto ordenábamos también que en el día de esta fiesta se renovase todos los años aquella consagración para conseguir más cierta y abundantemente sus frutos y para unir a los pueblos todos con el vínculo de la caridad cristiana y la conciliación de la paz en el Corazón de Cristo, Rey de Reyes y Señor de los que dominan. 23


pliego nº 22 La expiación o reparación

5. A estos deberes, especialmente a la consagración, tan fructífera y confirmada en la fiesta de Cristo Rey, necesario es añadir otro deber, del que un poco más por extenso queremos, venerables hermanos, hablaros en las presentes letras; nos referimos al deber de tributar al Sacratísimo Corazón de Jesús aquella satisfacción honesta que llaman reparación. Si lo primero y principal de la consagración es que al amor del Creador responda el amor de la criatura, síguese espontáneamente otro deber: el de compensar las injurias de algún modo inferidas al Amor increado, si fue desdeñado con el olvido o ultrajado con la ofensa. A este deber llamamos vulgarmente reparación. Y si unas mismas razones nos obligan a lo uno y a lo otro, con más apremiante título de justicia y amor estamos obligados al deber de reparar y expiar: de, justicia, en cuanto a la expiación de la ofensa hecha a Dios por nuestras culpas y en cuanto a la reintegración del orden violado; de amor, en cuanto a padecer con Cristo paciente y «saturado de oprobio» y, según nuestra pobreza, ofrecerle algún consuelo. Pecadores como somos todos, abrumados de muchas culpas, no hemos de limitarnos a honrar a nuestro Dios con sólo aquel culto con que adoramos y damos los obsequios debidos a su Majestad suprema, o reconocemos suplicantes su absoluto dominio, o alabamos con acciones de gracias su largueza infinita; sino que, además de esto, es necesario satisfacer a Dios, juez justísimo, «por nuestros innumerables pecados, ofensas y negligencias». A la consagración, pues, con que nos ofrecemos a Dios, con aquella santidad y firmeza que, como dice el Angélico, son propias de la consagración(9), ha de añadirse la expiación con que totalmente se extingan los pecados, no sea que la santidad de la divina justicia rechace nuestra indignidad impudente, y repulse nuestra ofrenda, siéndole ingrata, en vez de aceptarla como agradable. Este deber de expiación a todo el género humano incumbe, pues, como sabemos por la fe cristiana, después de la caída miserable de Adán el género humano, inficionado de la culpa hereditaria, sujeto a las concupiscencias y míseramente depravado, había merecido ser arrojado a la ruina sempiterna. Soberbios filósofos de nuestros tiempos, siguiendo el antiguo error de Pelagio, esto niegan blasonando de cierta virtud innata en la naturaleza humana, que por sus propias fuerzas continuamente progresa a perfecciones cada vez más altas; pero estas inyecciones del orgullo rechaza el Apóstol cuando nos advierte que «éramos por naturaleza hijos de ira»(10). En efecto, ya desde el principio los hombres en cierto modo reconocieron el deber de aquella común expiación y comenzaron a practicarlo guiados por cierto natural sentido, ofreciendo a Dios sacrificios, aun públicos, para aplacar su justicia.

Expiación de Cristo

6. Pero ninguna fuerza creada era suficiente para expiar los crímenes de

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pliego nº 22 los hombres si el Hijo de Dios no hubiese tomado la humana naturaleza para repararla. Así lo anunció el mismo Salvador de los hombres por los labios del sagrado Salmista: «Hostia y oblación no quisiste; mas me apropiaste cuerpo. Holocaustos por el pecado no te agradaron; entonces dije: heme aquí»(11). Y «ciertamente El llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores; herido fue por nuestras iniquidades»(12); y «llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero»(13); «borrando la cédula del decreto que nos era contrario, quitándole de en medio y enclavándole en la cruz»(14), «para que, muertos al pecado, vivamos a la justicia»(15).

Expiación nuestra, sacerdotes en Cristo

7. Mas, aunque la copiosa redención de Cristo sobreabundantemente «perdonó nuestros pecados»(16); pero, por aquella admirable disposición de la divina Sabiduría, según la cual ha de completarse en nuestra carne lo que falta en la pasión de Cristo por su cuerpo que es la Iglesia(17), aun a las oraciones y satisfacciones «que Cristo ofreció a Dios en nombre de los pecadores» podemos y debemos añadir también las nuestras. 8. Necesario es no olvidar nunca que toda la fuerza de la expiación pende únicamente del cruento sacrificio de Cristo, que por modo incruento se renueva sin interrupción en nuestros altares; pues, ciertamente, «una y la misma es la Hostia, el mismo es el que ahora se ofrece mediante el ministerio de los sacerdotes que el que antes se ofreció en la cruz; sólo es diverso el modo de ofrecerse»(18); por lo cual debe unirse con este augustísimo sacrificio eucarístico la inmolación de los ministros y de los otros fieles para que también se ofrezcan como «hostias vivas, santas, agradables a Dios»(19). Así, no duda afirmar San Cipriano «que el sacrificio del Señor no se celebra con la santificación debida si no corresponde a la pasión nuestra oblación y sacrificio»(20). Por ello nos amonesta el Apóstol que, «llevando en nuestro cuerpo la mortificación de Jesús»(21), y con Cristo sepultados y plantados, no sólo a semejanza de su muerte crucifiquemos nuestra carne con sus vicios y concupiscencias(22), «huyendo de lo que en el mundo es corrupción de concupiscencia»(23), sino que «en nuestros cuerpos se manifieste la vida de Jesús»(24), y, hechos partícipes de su eterno sacerdocio, «ofrezcamos dones y sacrificios por los pecados»(25). Ni solamente gozan de la participación de este misterioso sacerdocio y de este deber de satisfacer y sacrificar aquellos de quienes nuestro Señor Jesucristo se sirve para ofrecer a Dios la oblación inmaculada desde el oriente hasta el ocaso en todo lugar(26), sino que toda la grey cristiana, llamada con razón por el Príncipe de los Apóstoles «linaje escogido, real sacerdocio»(27), debe ofrecer por sí y por todo el género humano sacrificios por los pecados, casi de la propia manera que todo sacerdote y pontífice «tomado entre los hombres, a favor de los hombres es constituido en lo que toca a Dios»(28). Y cuanto más perfectamente respondan al sacrificio del Señor nuestra oblación y sacrificio, que es inmolar nuestro amor propio y nuestras concupiscencias 26


y crucificar nuestra carne con aquella crucifixión mística de que habla el Apóstol, tantos más abundantes frutos de propiciación y de expiación para nosotros y para los demás percibiremos. Hay una relación maravillosa de los fieles con Cristo, semejante a la que hay entre la cabeza y los demás miembros del cuerpo, y asimismo una misteriosa comunión de los santos, que por la fe católica profesamos, por donde los individuos y los pueblos no sólo se unen entre sí, mas también con Jesucristo, que es la cabeza; «del cual, todo el cuerpo compuesto y bien ligado por todas las junturas, según la operación proporcionada de cada miembro, recibe aumento propio, edificándose en amor»(29). Lo cual el mismo Mediador de Dios y de los hombres, Jesucristo próximo a la muerte, lo pidió al Padre: «Yo en ellos y tú en mí, para que sean consumados en la unidad»(30). Así, pues, como la consagración profesa y afirma la unión con Cristo, así la expiación da principio a esta unión borrando las culpas, la perfecciona participando de sus padecimientos y la consuma ofreciendo sacrificios por los hermanos. Tal fue, ciertamente, el designio del misericordioso Jesús cuando quiso descubrirnos su Corazón con los emblemas de su pasión y echando de sí llamas de caridad: que mirando de una parte la malicia infinita del pecado, y, admirando de otra la infinita caridad del Redentor, más vehementemente detestásemos el pecado y más ardientemente correspondiésemos a su caridad.

el gobierno propone una muerte digna. La iglesia propone una vida digna. ¡Ésa es la diferencia! 27


Asuntos Parroquiales

Agenda de junio Día 3: A las 8:30 t. reunión para padres y padrinos. Día 4: A las 6 t. Primeras Comuniones Día 5: Solemnidad de la Ascensión del Señor. A las 12 h. Primeras Comuniones. Día 7: Adoración Nocturna. Día 12: Solemnidad de Pentecostés. A las 12 h. Primeras Comuniones. A las 8 t. Misa solemne y Confirmaciones. Termina el tiempo Pascual y se reanuda el tiempo ordinario. Día 13: Fiesta de san Antonio de Padua. Comienzan los Cursillos Prematrimoniales a las 8:30 t. hasta el día 16, jueves inclusive.

Día 16: Fin de curso grupo de catequistas. Día 19: Solemnidad de la Santísima Trinidad. Día 24: Solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista. Día 26: Solemnidad del Corpus Christi: Día Nacional de Caridad. Día 29: Solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo. Triduo al Sagrado Corazón de Jesús. Día 1 de julio: Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Día 2: Fiesta del Inmaculado Corazón de María: Ofrenda de flores a la Virgen durante todo el día.

Casa Natalicia de san Jacinto Castañeda. Restauración Terminada la planta baja e inaugurada, estamos poco a poco terminando de pagar todo el presupuesto de las obras. Sortearemos en junio una imagen de la beata Madre Teresa. La pueden ver expuesta en sant Francesc. Donativo: 500+50+100+10 = 660 euros Faltan a pagar: 2 192 euros. Tota pedra fa paret!

Solemnidad del Corpus Christi Misas: 10:30 h. Conventual en la Colegiata 13 h. en valenciano en sant Francesc 18 h. en sant Francesc Procesión: 19 h. desde la Colegiata. Es el Día Nacional de Caridad. 28


Libros del Señor Abad “Lourdes: un trozo de cielo en la tierra”

Este libro nos lleva en peregrinación al Santuario de Lourdes donde cada año asisten seis millones de peregrinos. Su centro es la Gruta con la Virgen. Es un encuentro con María. Una reflexión de la vida de cada uno de nosotros ante la Gruta sagrada y sus acontecimientos. Adquiera este libro. Peregrine espiritualmente a Lourdes.

Otros dos libros interesantes

La Colegiata tiene gastos de catedral e ingresos de Parroquia media. ¡Colaboremos, somos Parroquia! 29


Asuntos Parroquiales

Pongamos en marcha el reloj y el carillón del campanario El interés por poner en marcha el reloj y el carillón se manifiesta con la colaboración económica. Estamos instalando la maquinaria en el campanario. Muy pronto comenzará a sonar el reloj. ¡Colabore con su donativo! ¡Campaña abierta! Donativos: 20+10+30 = 60 euros Tenemos: 7 724’80 euros

Primeras Comuniones

Confirmaciones

Sábado 4 a las 18 h. y domingo 5 de junio a las 12 h. Domingo 12 de junio a las 12 h.

Domingo de Pentecostés, 12 de junio a las 20 h.

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Cursillos Prematrimoniales Del 13 al 16 de junio a las 8:30 tarde en el Palau de l’Ardiaca.


DVD Documental: «Las raíces cristianas de Xàtiva»

Gran éxito. No deje de adquirir este precioso documental. La Colegiata producirá otros cuatro hasta 2013. 2. La Nueva Evangelización desde la Seu. 3. La celebración de la fe en la Colegiata. 4. La caridad, mandamiento principal: Cáritas La Seu. 5. El arte y los tesoros de la Colegiata.

Capilla del Inmaculado Corazón de María Estamos esperando a que Patrimonio nos autorice el proyecto de restauración de la capilla presentado ya en Valencia hace unas semanas. Y en el momento en que tengamos dinero suficiente, comenzaremos la obra. Tenemos ahora: 4 931 euros.

Las burlas, ofensas, parodias blasfemas contra la fe católica salen gratis en España. Gozan de privilegio. No pasa nada. 31


Asuntos Parroquiales Jueves 11: San Bernabé, apóstol Etimológicamente significa “hijo de la consolación”. Viene de la lengua hebrea. En la isla de Chipre vino al mundo este apóstol del Evangelio. Le pusieron por nombre José, pero, al entrar en contacto con los Apóstoles, éstos le llamaban Bernabé porque encajaba mejor con sus cualidades de “consolar y exhortar” animando a todo el mundo. Apenas abrazó la vida cristiana, fue el Espíritu de Jesús quien lo guió por todos sitios. Es la clave para sentirse feliz en el océano inconmensurable de los designios de Dios. Lo malo es llevar una existencia creyente a trancas y a barrancas.

¿Qué hizo Bernabé de particular?

Cuando llegó san Pablo a Jerusalén después de su conversión, los cristianos se mostraban todavía suspicaces respecto a él; pero Bernabé le dio la bienvenida y le presentó a los apóstoles. La Iglesia de Jerusalén envió a Bernabé a Antioquía para que ayudara a los nuevos cristianos de allí, muchos de los cuales eran judíos. Luego fue a Tarso a ver a Pablo y le pidió tomar parte en su obra. Bernabé y Pablo partieron juntos desde Antioquía en su primer viaje misionero, llevando con ellos a Marcos, primo de Bernabé. A su vuelta, comparecieron ante una importante asamblea de jefes de la iglesia en Jerusalén. Más tarde, los dos hombres no llegaron a un acuerdo respecto a pedir a Marcos que les acompañara por segunda vez. En consecuencia, Bernabé volvió a Chipre con Marcos, mientras que Pablo pasó al Asia Menor (Turquía). Bernabé y Pablo siguieron siendo buenos amigos y en sus cartas san Pablo habla elogiosamente de él. Bernabé murió mártir en Chipre cerca de Salamina en el año 49. 32


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