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aniversario 600 años La Seu 1413

PARROQUIA DE SANTA MARÍA • XÀTIVA

2013

Hoja Parroquial - Nº 434 Domingo 8 de mayo de 2011 III de Pascua

Lo reconocieron al partir el pan

Frases del evangelio

Evangelio de san Lucas 24, 13-35 Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?» Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: 1


«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?» Él les preguntó: «¿Qué?» Ellos le contestaron: «Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.» Entonces Jesús les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?» Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.» Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón». Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. 2


el Abad BEato JuaN PaBLo II, EL GRaNDE El 1 de mayo de 2011 pasa a la historia por la beatificación del Venerable Papa Juan Pablo II, el Grande. Fue un día feliz para toda la Iglesia e incluso para el mundo entero. El Beato ¿Podrá averiguar en qué parte de la Colegiata se encuentra este detalle? Juan Pablo rebasa las fronteras de la Iglesia Católica, fue admirado y querido por muchos no cristianos y no creyentes. Hace seis años, cuando asistimos a sus funerales, los fieles presentes en la plaza de san Pedro ya gritaban: “Santo subito”. Y así ha sido. El Papa Benedicto dijo estas hermosas palabras al Postulador de la causa monseñor Oder: “Dese prisa pero hágalo bien”. Ha batido el record, tan sólo seis años de su muerte y con milagro incluido, Juan Pablo ha sido elevado a los altares. Es la primera vez que un Papa proclama Beato a su predecesor desde hace mil años, como lo ha hecho ahora Benedicto XVI. Todo un honor para el Papa, para la Iglesia y para todos los que amamos al nuevo Beato. Desde ahora es nuestro intercesor ante Dios. El Papa, en su bella homilía que ofrezco en esta Hoja parroquial, supo destacar la gran personalidad, el amor, la entrega, la fe, la ejemplar oración, el testimonio y el sufrimiento del Papa grande. “El Señor lo fue despojando de todo; sin embargo, él permanecía como una roca”. “Ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos”. “La carga de esperanza que se le dio al marxismo la reivindicó para el cristianismo”. La presencia de millón y medio de fieles del mundo entero fue el regalo de la Humanidad al Papa que rompió moldes y enseñó a no tener miedo a ser cristianos, a manifestarlo y a propagarlo. “No tengáis miedo. Abrid las puertas a Cristo”. Ése fue el lema de su vida. Animó a los católicos a no tener complejos de su fe, a despertar de la modorra y a sembrar el Evangelio por todas partes. El Papa Benedicto utilizó una casulla, la mitra y el cáliz usado por el nuevo Beato. 3


La religiosa de negro, que cuidó al Papa, y la religiosa de blanco, beneficiaria del milagro, con la reliquia Tapiz central con el rostro de Juan Pablo II, el Grande

Con forma de rama de olivo presentaron el relicario con sangre del Papa grande. Subió la reliquia sor Tobiana, que asistió al Papa Wojtyla durante su enfermedad, el Papa la besó y la bajó la hermana María Simon Pierre, la monja francesa cuya milagrosa curación de parkinson ha impulsado la beatificación del venerable Papa. El 22 de octubre se celebrará su fiesta, día en que inició su pontificado en 1978. Emocionante fue la lectura de su breve biografía en el rito de beatificación. Se dijo entre otras cosas: “Trabajó durante cuatro años como obrero mientras estudiaba en la clandestinidad. Durante sus años de arzobispo de Cracovia, fue amado por sus diocesanos, estimado por sus compañeros obispos y temido por quienes le veían como un adversario”. Además el Beato Juan Pablo II, el Grande, sirvió a la verdad desde su encuentro con Jesucristo. Pocas personas han contribuido de manera tan decisiva a la libertad. Ya es Beato. Desde la ventana del cielo continuará bendiciendo al Pueblo de Dios. Nosotros colocamos un gran cuadro con su imagen en sant Francesc para que los fieles puedan venerarle y acudir a él pidiendo su intercesión. Beato Juan Pablo II, el Grande: ruega por nosotros. Amén. 4


Para saborear durante la semana HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI Plaza de San Pedro Domingo 1 de mayo de 2011

Queridos hermanos y hermanas. Hace seis años nos encontrábamos en esta plaza para celebrar los funerales del Papa Juan Pablo II. El dolor por su pérdida era profundo, pero más grande todavía era el sentido de una inmensa gracia que envolvía a Roma y al mundo entero, gracia que era fruto de toda la vida de mi amado Predecesor y, especialmente, de su testimonio en el sufrimiento. Ya en aquel día percibíamos el perfume de su santidad, y el Pueblo de Dios manifestó de muchas maneras su veneración hacia él. Por eso, he querido que, respetando debidamente la normativa de la Iglesia, la causa de su beatificación procediera con razonable rapidez. Y he aquí que el día esperado ha llegado; ha llegado pronto, porque así lo ha querido el Señor: Juan Pablo II es beato. Deseo dirigir un cordial saludo a todos los que, en número tan grande, desde todo el mundo, habéis venido a Roma, para esta feliz circunstancia, a los señores cardenales, a los patriarcas de las Iglesias católicas orientales, hermanos en el episcopado y el sacerdocio, delegaciones oficiales, embajadores y autoridades, personas consagradas y fieles laicos, y lo extiendo a todos los que se unen a nosotros a través de la radio y la televisión. Éste es el segundo domingo de Pascua, que el beato Juan Pablo II dedicó a la Divina Misericordia. Por eso se eligió este día para la celebración de hoy, porque mi Predecesor, gracias a un designio providencial, entregó el espíritu a Dios precisamente en la tarde de la vigilia de esta fiesta. Además, hoy es el primer día del mes de mayo, el mes de María; y es también la memoria de san José obrero. Estos elementos contribuyen a enriquecer nuestra oración, nos ayudan a nosotros que todavía peregrinamos en el tiempo y el espacio. En cambio, qué diferente es la fiesta en el Cielo entre los ángeles y santos. Y, sin embargo, hay un solo Dios, y un Cristo Señor que, como un puente une la tierra y el cielo, y nosotros nos sentimos en este momento más cerca que nunca, como participando de la Liturgia celestial. «Dichosos los que crean sin haber visto» (Jn 20, 29). En el evangelio de hoy, Jesús pronuncia esta bienaventuranza: la bienaventuranza de la fe. Nos concierne de un modo particular, porque estamos reunidos precisamente para celebrar una beatificación, y más aún porque hoy un Papa ha sido proclamado Beato, 5


El Papa venerando los restos

un Sucesor de Pedro, llamado a confirmar en la fe a los hermanos. Juan Pablo II es beato por su fe, fuerte y generosa, apostólica. E inmediatamente recordamos otra bienaventuranza: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo» (Mt 16, 17). ¿Qué es lo que el Padre celestial reveló a Simón? Que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios vivo. Por esta fe Simón se convierte en «Pedro», la roca sobre la que Jesús edifica su Iglesia. La bienaventuranza eterna de Juan Pablo II, que la Iglesia tiene el gozo de proclamar hoy, está incluida en estas palabras de Cristo: «Dichoso, tú, Simón» y «Dichosos los que crean sin haber visto». Ésta es la bienaventuranza de la fe, que también Juan Pablo II recibió de Dios Padre, como un don para la edificación de la Iglesia de Cristo. Pero nuestro pensamiento se dirige a otra bienaventuranza, que en el evangelio precede a todas las demás. Es la de la Virgen María, la Madre del Redentor. A ella, que acababa de concebir a Jesús en su seno, santa Isabel le dice: «Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá» (Lc 1, 45). La bienaventuranza de la fe tiene su modelo en María, y todos nos alegramos de que la beatificación de Juan Pablo II tenga lugar en el primer día del mes mariano, bajo la mirada maternal de Aquella que, con su fe, sostuvo la fe de los Apóstoles, y sostiene continuamente la fe de sus sucesores, especialmente de los que han sido llamados a ocupar la cátedra de Pedro. María no aparece en las narraciones de la 6


resurrección de Cristo, pero su presencia está como oculta en todas partes: ella es la Madre a la que Jesús confió cada uno de los discípulos y toda la comunidad. De modo particular, notamos que la presencia efectiva y materna de María ha sido registrada por san Juan y san Lucas en los contextos que preceden a los del evangelio de hoy y de la primera lectura: en la narración de la muerte de Jesús, donde María aparece al pie de la cruz (cf. Jn 19, 25); y al comienzo de los Hechos de los Apóstoles, que la presentan en medio de los discípulos reunidos en oración en el cenáculo (cf. Hch. 1, 14). También la segunda lectura de hoy nos habla de la fe, y es precisamente san Pedro quien escribe, lleno de entusiasmo espiritual, indicando a los nuevos bautizados las razones de su esperanza y su alegría. Me complace observar que en este pasaje, al comienzo de su Primera carta, Pedro no se expresa en un modo exhortativo, sino indicativo; escribe, en efecto: «Por ello os alegráis», y añade: «No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación» (1 P 1, 6.8-9). Todo está en indicativo porque hay una nueva realidad, generada por la resurrección de Cristo, una realidad accesible a la fe. «Es el Señor quien lo ha hecho –dice el Salmo (118, 23)– ha sido un milagro patente», patente a los ojos de la fe. Queridos hermanos y hermanas, hoy resplandece ante nuestros ojos, bajo la plena luz espiritual de Cristo resucitado, la figura amada y venerada de Juan Pablo II. Hoy, su nombre se añade a la multitud de santos y beatos que él proclamó durante sus casi 27 años de pontificado, recordando con fuerza la vocación universal a la medida alta de la vida cristiana, a la santidad, como afirma la Constitución conciliar sobre la Iglesia Lumen gentium. Todos los miembros del Pueblo de Dios –Obispos, sacerdotes, diáconos, fieles laicos, religiosos, religiosas– estamos en camino hacia la patria celestial, donde nos ha precedido la Virgen María, asociada de modo singular y perfecto al misterio de Cristo y de la Iglesia. Karol Wojtyła, primero como Obispo Auxiliar y después como Arzobispo de Cracovia, participó en el Concilio Vaticano II y sabía que dedicar a María el último capítulo del Documento sobre la Iglesia significaba poner a la Madre del Redentor como imagen y modelo de santidad para todos los cristianos y para la Iglesia entera. Esta visión teológica es la que el beato Juan Pablo II descubrió de joven y que después conservó y profundizó durante toda su vida. Una visión que se resume en el icono bíblico de Cristo en la cruz, y a sus pies María, su madre. Un icono que se encuentra en el evangelio de Juan (19, 25-27) y que quedó sintetizado en el escudo episcopal y posteriormente papal de Karol Wojtyła: una cruz de oro, una «eme» abajo, a la derecha, y el lema: «Totus tuus», que corresponde a la célebre expresión de san Luis María Grignion de Monfort, en la que Karol Wojtyła encontró un principio fundamental para su vida: «Totus tuus ego sum et omnia mea tua sunt. Accipio Te in mea omnia. Praebe mihi cor tuum, Maria 7


Los obispos venerando los restos

–Soy todo tuyo y todo cuanto tengo es tuyo. Tú eres mi todo, oh María; préstame tu corazón». (Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, n. 266). El nuevo Beato escribió en su testamento: «Cuando, en el día 16 de octubre de 1978, el cónclave de los cardenales escogió a Juan Pablo II, el primado de Polonia, cardenal Stefan Wyszynski, me dijo: “La tarea del nuevo Papa consistirá en introducir a la Iglesia en el tercer milenio”». Y añadía: «Deseo expresar una vez más gratitud al Espíritu Santo por el gran don del Concilio Vaticano II, con respecto al cual, junto con la Iglesia entera, y en especial con todo el Episcopado, me siento en deuda. Estoy convencido de que durante mucho tiempo aún las nuevas generaciones podrán recurrir a las riquezas que este Concilio del siglo xx nos ha regalado. Como obispo que participó en el acontecimiento conciliar desde el primer día hasta el último, deseo confiar este gran patrimonio a todos los que están y estarán llamados a aplicarlo. Por mi parte, doy las gracias al eterno Pastor, que me ha permitido estar al servicio de esta grandísima causa a lo largo de todos los años de mi pontificado». ¿Y cuál es esta «causa»? Es la misma que Juan Pablo II anunció en su primera Misa solemne en la plaza de San Pedro, con las memorables palabras: «¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!». Aquello que el Papa recién elegido pedía a todos, él mismo lo llevó a cabo en primera persona: abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos, invirtiendo con la fuerza de un gigante, fuerza que le 8


Plaza de san Pedro durante la beatificaci贸n 9


venía de Dios, una tendencia que podía parecer irreversible. Con su testimonio de fe, de amor y de valor apostólico, acompañado de una gran humanidad, este hijo ejemplar de la nación polaca ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos, de pertenecer a la Iglesia, de hablar del Evangelio. En una palabra: ayudó a no tener miedo de la verdad, porque la verdad es garantía de libertad. Más en síntesis todavía: nos devolvió la fuerza de creer en Cristo, porque Cristo es Redemptor hominis, Redentor del hombre: el tema de su primera Encíclica e hilo conductor de todas las demás. Karol Wojtyła subió al Solio de Pedro llevando consigo la profunda reflexión sobre la confrontación entre el marxismo y el cristianismo, centrada en el hombre. Su mensaje fue éste: el hombre es el camino de la Iglesia, y Cristo es el camino del hombre. Con este mensaje, que es la gran herencia del Concilio Vaticano II y de su «timonel», el Siervo de Dios el Papa Pablo VI, Juan Pablo II condujo al Pueblo de Dios a atravesar el umbral del Tercer Milenio, que gracias precisamente a Cristo él pudo llamar «umbral de la esperanza». Sí, él, a través del largo camino de preparación para el Gran Jubileo, dio al Cristianismo una renovada orientación hacia el futuro, el futuro de Dios, trascendente respecto a la historia, pero que incide también en la historia. Aquella carga de esperanza que en cierta manera se le dio al marxismo y a la ideología del progreso, él la reivindicó legítimamente para el Cristianismo, restituyéndole la fisonomía auténtica de la esperanza, de vivir en la historia con un espíritu de «adviento», con una existencia personal y comunitaria orientada a Cristo, plenitud del hombre y cumplimiento de su anhelo de justicia y de paz. Quisiera finalmente dar gracias también a Dios por la experiencia personal que me concedió, de colaborar durante mucho tiempo con el beato Papa Juan Pablo II. Ya antes había tenido ocasión de conocerlo y de estimarlo, pero desde 1982, cuando me llamó a Roma como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, durante 23 años pude estar cerca de él y venerar cada vez más su persona. Su profundidad espiritual y la riqueza de sus intuiciones sostenían mi servicio. El ejemplo de su oración siempre me ha impresionado y edificado: él se sumergía en el encuentro con Dios, aun en medio de las múltiples ocupaciones de su ministerio. Y después, su testimonio en el sufrimiento: el Señor lo fue despojando lentamente de todo, sin embargo él permanecía siempre como una «roca», como Cristo quería. Su profunda humildad, arraigada en la íntima unión con Cristo, le permitió seguir guiando a la Iglesia y dar al mundo un mensaje aún más elocuente, precisamente cuando sus fuerzas físicas iban disminuyendo. Así, él realizó de modo extraordinario la vocación de cada sacerdote y obispo: ser uno con aquel Jesús al que cotidianamente recibe y ofrece en la Iglesia. ¡Dichoso tú, amado Papa Juan Pablo, porque has creído! Te rogamos que continúes sosteniendo desde el Cielo la fe del Pueblo de Dios. Desde el Palacio nos has bendecido muchas veces en esta plaza. Hoy te rogamos: Santo Padre: bendícenos. Amén. 10


Un recuerdo imborrable

Julio de 1979:

Entregándole una camiseta con su efigie

Enero 1983:

Entregando al Papa un lote de libros. Se fija en el último titulado: “Sigo creyendo en los jóvenes” y después de leerlo en voz alta dice: “Sigue creyendo en ellos”. 11


Ha muerto el Cardenal de Valencia Don Agustín: Buen Pastor Arturo Climent Bonafé Abad de Xàtiva

5 de agosto de 2000: entrega a la Colegiata una réplica del santo Cáliz

El viernes de la semana de Pascua al mediodía, murió mi hermano Luis. Al enterarse el Cardenal, que se encontraba en Roma, me llamó por la tarde y me dijo estas palabras: “Arturo, estamos en las manos de Dios siempre, la muerte al llevarse a personas queridas produce un enorme desgarrón en el alma. Eres hombre de esperanza. Ánimo, tu hermano vive con Dios. Mañana sábado celebraré a las once la misa por tu hermano. Estoy contigo”. Y hoy domingo me llega la noticia 12

de su muerte, precisamente cuando iba a la beatificación del Venerable Juan Pablo II, el Grande, en el marco de la fiesta de la Divina Misericordia. A nivel personal no olvidaré que la última misa que celebró el Cardenal la ofreció por mi hermano Luis; ya por eso le estoy muy agradecido y nunca lo olvidaré. Fuimos muchos los que recibíamos con inmenso gozo a don Agustín en su toma de posesión, lo recibíamos con los brazos abiertos, los curas de


su pontificado valenciano. Llegó a conocernos a todos, sabía nuestros nombres, conocía a la perfección todas y cada una de las parroquias de la diócesis: lo bueno y lo menos bueno. Era Pastor de su pueblo. Es verdad que consiguió varios logros en Valencia; lo sabía el Beato Juan Pablo II, el Grande, y lo supo también el Papa Benedicto XVI quien reconoció la trayectoria del Pastor de la diócesis de Valencia; el Papa tuvo en cuenta el trabajo pastoral de don Agustín, su dedicación a la Iglesia, primero en Madrid y luego entre nosotros, y la ejecución de obras tan importantes como la creación de la Universidad Católica, la restauración de los locales de Trinquete, convirtiéndolos en residencia sacerdotal, la gran reforma del Seminario Mayor de Moncada y la reforma del Seminario Menor en Xàtiva. No podemos olvidar la gran beatificación de Mártires valencianos en 2001, que fue impulConsagración de la iglesia de sant Francecs 15 de noviembre de 2006 sada por el Arzobispo. Pero, además, el ArzobisValencia somos así. Hemos trabajado po se ha pateado casi la totalidad de mucho siguiendo las huellas del arzo- las parroquias de la diócesis, algunas bispo. Él no paró durante los años de más de una vez y la creación de varias 13


parroquias nuevas. Y sin lugar a dudas el Papa le reconoció el trabajo, la buena organización y la gran participación en el V Encuentro Mundial de las Familias en 2006: aquello fue una fiesta de fe, una fiesta de la familia. El Papa disfrutó y se dio cuenta que aquella movida no fue fruto de una improvisación, sino de un largo trabajo y dedicación generosa de toda la diócesis que se volcó hacia el Papa Benedicto. Todo eso el Papa lo tuvo en cuenta y quiso corresponder al Arzobispo de Valencia haciéndole Cardenal. 14

Siendo cardenal, don Agustín siguió trabajando con entrega total y sencillez, no se le notó en nada su dignidad. Roma, después de cumplir don Agustín los 75 años, edad en la que los obispos deben presentar su renuncia, le dejó unos años más. Yo no olvidaré aquel 25 de marzo de hace dos años en el que inició el proceso de canonización de los siervos de Dios Manuel Casesnoves y Adela Soldevila, feligreses de la Colegiata. Animó al tribunal para que trabajara rápido y bien. Y el mismo día que aceptó su renuncia nombró a don Carlos como nuevo arzobispo de Valencia. Y quiero añadir algo realmente hermoso en la vida del Cardenal en estos años de su retiro en Valencia; Don Agustín ha sabido estar. Ha vivido en su residencia sabiendo muy bien que él ya no era el arzobispo de Valencia. Y eso los curas lo hemos sabido valorar y apreciar. No me consta que se mezclara en ninguna competencia de don Carlos. Sr. Cardenal, descanse en paz. Disfrute del descanso eterno, viva con Jesucristo resucitado, interceda por esta diócesis en la que trabajó y en la que se le quiso de verdad. (Publicado en el periódico Levante EMV el lunes 2 de mayo)


Luto en Valencia por la muerte del cardenal

El Cardenal arzobispo emérito de Valencia fallece en Roma de un infarto, cuando se disponía a asistir a la beatificación de Juan Pablo II, el Grande. Sus restos han sido trasladados a Valencia y reciben sepultura en la catedral, en la capilla de san José, tal como él quería. El Cardenal de la Universidad Católica en 2003 y la visita del Papa a Valencia en 2006. •

Don Agustín nace el 12 de febrero de 1931 en Corral de Almaguer (Toledo).

Es ordenado sacerdote en 1956.

El Beato Juan Pablo II, el Grande, lo nombra obispo auxiliar de MadridAlcalá en 1985. 15


A la muerte de don Miguel Roca, el mismo Papa le nombra arzobispo de Valencia en 1992 y toma posesión en la fiesta de san Francisco de Borja, 3 de octubre del mismo año.

Para el año Jubilar 2000, designa Templo Jubilar a la Colegiata. Y preside la Misa solemne del 5 de agosto regalando una réplica del santo Cáliz a la Seu.

Gran beatificación de mártires valencianos el 11 de marzo de 2001, entre ellos cuatro de Xàtiva.

El Papa Benedicto viene a Valencia al V encuentro mundial de la familia en 2006.

El 15 de noviembre de 2006 consagra la iglesia de Sant Francesc.

Asiste en Xàtiva a la inauguración de la exposición La Llum de les Imatges en 2006. Unos días antes viene en visita privada a ver los preparativos y comparte toda la tarde con nosotros.

El Papa le nombra Cardenal al año siguiente.

La Santa Sede acepta su renuncia como arzobispo de Valencia y nombra a don Carlos Osoro nuevo arzobispo en 2009.

El 25 de marzo de 2009 inicia el proceso de canonización de los Siervos de Dios Manuel Casesnoves y Adela Soldevila, feligreses de la Colegiata.

El pasado domingo de Pascua pide al Sr. Abad que le guarde una botella de agua del Jordán, ya que por la prensa de ese día se entera que hemos repartido 500 botellas de agua del río bíblico.

Al enterarse de la muerte del hermano del Sr. Abad, al mediodía del viernes 29 de abril, le llama por teléfono desde Roma dándole ánimos con palabras llenas de cariño y de esperanza, ofreciendo la Misa del sábado por el eterno descanso de Luis Climent Bonafé. Ha sido su última Misa.

Muere el 1 de mayo, fiesta de la Divina Misericordia y día de la beatificación del Venerable Papa Juan Pablo II, el Grande. Don Agustín, señor cardenal de Valencia, descanse en paz, disfrute de la gloria eterna que Cristo, buen Pastor, le tiene preparada. Gracias por todo el bien que nos ha hecho.

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Fotos recordando al Cardenal Bendici贸n abacial: 28 de enero de 1996

Con el grupo de confirmandos: noviembre de 1998

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Visita privada: abril de 2007

Inicio del proceso de canonizaci贸n de los siervos de Dios, Manuel Casesnoves y Adela Soldevila: 25 de marzo de 2009 18


Visita del Papa a Valencia: julio de 2006

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Mayo: Mes de María El mes de mayo está dedicado a honrar a la Santísima Virgen María. A ella debemos acudir cada día pidiéndole nos ayude a ser fieles al Evangelio, a amar a Jesucristo, su Hijo y Señor nuestro y a pedirle por todo el mundo.

Oración de san Bernardo Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido abandonado de ti. Animado con esta confianza, a ti también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana. No deseches mis humildes súplicas, oh Madre del Verbo divino, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén.

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A mi hermano Luis Homilía del Sr Abad en el funeral de su hermano Llombai 30 de mayo de 2011 “Dichosos los que mueren en el Señor. Que descansen de sus fatigas, sus obras los acompañan”

Cuando mi sobrino José Luis me comunicó la muerte de su padre, me encontraba en Belén y movido por mi interior comencé a rezar el Magnificat, canto de María, canto de acción de gracias. Gracias, Señor, por haberme dado un hermano como Luis: bueno, honrado, trabajador, fuerte, de una pieza, íntegro, en donde no hay engaño ni falsedad. ¡Cómo recuerdo siendo yo apenas un niño, cuando me subía sobre sus hombros y me paseaba por el arrabal. ¡Cómo recuerdo que acudía a Paco y a Luis a pedirles un “chavo” para comprarme golosinas! Gracias, Señor, por haberme dado un hermano del que he aprendido a trabajar, a valorar el trabajo, a estirar los carismas recibidos de Dios, a esforzarme al máximo para alcanzar mis objetivos y mis metas. ¡Cómo recuerdo cuando trabajaba a destajo cumpliendo lo que mi padre le mandaba y poder subirse en la bici y ganar en la carrera. Y no digamos al fút21


bol. Era defensa y sabía defender a su hermano Paco, que era el portero. ¡Gran deportista! Gracias, Señor, por haberme dado un hermano que ha sabido estar siempre donde debía y en la misión que debía realizar con sencillez, sin llamar la atención, con entrega y humildad. Recuerdo sus 16 años de concejal en el Ayuntamiento. Nunca se sirvió del cargo sino que sirvió a su pueblo con entereza, con honradez y sin lucro alguno. Siempre buscó el bien de Llombai. La “Foguera de sant Antoni” pasó por sus manos y por su dirección. Siempre se le dio el honor de encenderla. Este año “la última vez”. Gracias, Señor, por haberme dado un hermano sufrido, paciente, callado, ante lo que no le gustaba ni aprobó jamás, lo asumió en silencio y lo sufrió en su corazón. Gracias, Señor, porque Luis nos ha enseñado Quiso sacar de la iglesia a San Antonio el 17 de enero de 2010 a aceptar la enfermedad. No la ocultó, la vivió con serenidad, sabiendo que su vida se acababa, que se iba, pero con la misión cumplida, con la faena hecha. Un día antes de morir, desde Belén le decía por teléfono: “Luis, aguanta hasta el lunes, lucha, sé valiente, aguanta”. Y me contestó: “Estoy muy mal”. Gracias, Señor, porque me diste un hermano que supo ser un esposo ejemplar, enamorado de su esposa Estrella. ¡Cuánto la amó y con cuanta delicadeza la 22


trató siempre! Luis supo ser un padre maravilloso para sus cuatro hijos. ¡Todo por ellos y todo para ellos! Y sabía, como buen padre, cómo era cada uno, su forma de pensar, de actuar, su genio, sus virtudes y defectos. A Luis no se le pasaba nada. Juguetón con sus nietos pequeños y preocupado y entregado por los nietos mayores. Fue un buen abuelo. De los hijos y de los nietos recibió el homenaje de gratitud y cariño en fechas importantes y cada día. No sólo en sus idas y venidas al Hospital de la Ribera, sino en cada momento sabían obsequiar a su padre y a su abuelo. Gracias, Señor, porque mi hermano Luis vivía la fe sencilla, pero viva en Ti, Señor Jesús. A su manera rezaba y daba gracias a Dios en la Misa dominical y en la comunión. Se confesó el pasado miércoles santo y ha vivido una Semana Santa sufriendo un largo Viernes santo hasta llegar a este día en el que entra en la Gloria. Por medio de mi sacerdocio, aprendió a valorar el trabajo de los curas, sus preocupaciones, su entrega, sus disgustos. Hablaba siempre con cierto orgullo de su hermano cura. Por eso, cuando me enteré de su muerte, recé en Belén el Magnificat. Luis es un hombre de bien, como canta la Sagrada Escritura que hemos escuchado en la primera lectura. Su memoria perdurará siempre. Creemos en la resurrección y en la vida. Yo sé que mi hermano Luis se ha encontrado con sus padres y que mi madre lo habrá abrazado. No digamos mi Paco, seguro que le habrá dicho: “¡Cuánto has tardado en llegar, Luis; yo ya te esperaba!”, al igual que mi otro hermano Salvador. Cristo es la vida. Cristo es la resurrección. Cristo es el Señor. Y de nuevo, en la Vigilia de la fiesta de la Divina Misericordia, despedimos a un ser muy querido. Ánimo, querida familia. Siempre adelante. Tu esposo, vuestro padre, os lo pide. Adelante con ilusión, con fuerza. Luis: disfruta de la gloria eterna. Ya has trabajado bastante. ¡Vive con Dios! ¡Intercede por todos nosotros! Toda mi vida te recordaré y te bendeciré. Bendito seas por siempre. Arturo Climent Bonafé Abad de Xàtiva 30 de abril de 2011, Vigilia de la Divina Misericordia 23


pliego nº 18 Triduo de años: la Colegiata cumple 600 años (21)

La Colegiata cumplirá 600 años en el 2013. Es un feliz aniversario que nos lleva a profundizar durante este Triduo de Años en la fe y los compromisos cristianos. Cada jueves nos reunimos en formación permanente. Debe ser un compromiso de toda la Comunidad parroquial. Hoy no vale solo la buena voluntad, es preciso saber la fe y para ello, la formación se hace imprescindible. La Colegiata acerca ese regalo a todos. El 12 de junio, 20 jóvenes de nuestra Parroquia recibirán el sacramento de la Confirmación y quisiéramos que un acontecimiento como éste de tanta importancia, lo viviera toda la Comunidad. Este pliego quiere contribuir a este objetivo. ¿Qué es el Sacramento de la Confirmación? Qué es la confirmación, cómo y cuándo se instituyó y la materia y la forma de la misma

¿Qué es el Sacramento de la Confirmación?

El sacramento de la Confirmación es uno de los tres sacramentos de iniciación cristiana. La misma palabra Confirmación, que significa afirmar o consolidar, nos dice mucho. En este sacramento se fortalece y se completa la obra del Bautismo. Por este sacramento, el bautizado se fortalece con el don del Espíritu Santo. Se logra un arraigo más profundo a la filiación divina, se une más íntimamente con la Iglesia, fortaleciéndose para ser testigo de Jesucristo, de palabra y obra. Por él es capaz de defender su fe y de transmitirla. A partir de la Confirmación nos convertimos en cristianos maduros y podremos llevar una vida cristiana más perfecta, más activa. Es el sacramento de la madurez cristiana y que nos hace capaces de ser testigos de Cristo. El día de Pentecostés –cuando se funda la Iglesia– los apóstoles y discípulos se encontraban reunidos junto a la Virgen. Estaban temerosos, no entendían lo que había pasado –creyendo que todo había sido en balde– se encontraban tristes. De repente, descendió el Espíritu Santo sobre ellos –quedaron transformados– y a partir de ese momento entendieron todo lo que había sucedido, dejaron de tener miedo, se lanzaron a predicar y a bautizar. La Confirmación es “nuestro Pentecostés personal”. El Espíritu Santo está actuando continuamente sobre la Iglesia de modos muy diversos. La Confirmación –al descender el Espíritu Santo sobre nosotros– es una de las formas en que Él se hace presente al pueblo de Dios.

Institución 24


El Concilio de Trento declaró que la Confirmación era un sacramento instituido por Cristo, ya que los protestantes lo rechazaron porque –según ellos– no aparecía el momento preciso de su institución. Sabemos que fue instituido por Cristo, porque sólo Dios puede unir la gracia a un signo externo. Además, encontramos en el Antiguo Testamento, numerosas referencias por parte de los profetas, de la acción del Espíritu en la época mesiánica y el propio anuncio de Cristo de una venida del Espíritu Santo para completar su obra. Estos 25


pliego nº 18 anuncios nos indican un sacramento distinto al Bautismo. El Nuevo Testamento nos narra cómo los apóstoles, en cumplimiento de la voluntad de Cristo, iban imponiendo las manos, comunicando el Don del Espíritu Santo, destinado a complementar la gracia del Bautismo. “Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Éstos bajaron y oraron por ellos para que recibieran al Espíritu Santo; pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían al Espíritu Santo”. (Hech. 8, 15-17;19, 5-6).

El Signo: la Materia y la Forma

Dijimos que la materia del Bautismo, el agua, tiene el significado de limpieza, en este sacramento la materia significa fuerza y plenitud. El signo de la Confirmación es la unción. Desde la antigüedad se utilizaba el aceite para muchas cosa: para curar heridas, a los gladiadores se les ungía con el fin de fortalecerlos, también era símbolo de abundancia, de plenitud. Además, la unción va unido al nombre de cristiano, que significa ungido. La materia de este sacramento es el santo crisma, aceite de oliva mezclado con bálsamo, que es consagrado por el obispo el día del Jueves Santo. La unción debe ser en la frente. La forma de este sacramento, palabras que acompañan a la unción y a la imposición individual de las manos: “Recibe por esta señal de la cruz el don del Espíritu Santo” (Catec. n.º 1300). La cruz es el arma con que cuenta un cristiano para defender su fe.

¿Qué nos dice de este sacramento el catecismo de la Iglesia católica?

265. ¿Qué lugar ocupa la Confirmación en el designio divino de salvación? En la Antigua Alianza, los profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías esperado y sobre todo el pueblo mesiánico. Toda la vida y la misión de Jesús se desarrollan en una total comunión con el Espíritu Santo. Los Apóstoles reciben el Espíritu Santo en Pentecostés y anuncian «las maravillas de Dios» (Hch 2,11). Comunican a los nuevos bautizados, mediante la imposición de las manos, el don del mismo Espíritu. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha seguido viviendo del Espíritu y comunicándolo a sus hijos. 266. ¿Por qué se llama Confirmación o Crismación? Se llama Confirmación, porque confirma y refuerza la gracia bautismal. Se llama Crismación, puesto que un rito esencial de este sacramento es la unción con el Santo Crisma (en las Iglesias Orientales, unción con el Santo Myron). 267. ¿Cuál es el rito esencial de la Confirmación? El rito esencial de la Confirmación es la unción con el Santo Crisma (aceite de oliva mezclado con perfumes, consagrado por el obispo), que se hace con la 26


imposición de manos por parte del ministro, el cual pronuncia las palabras sacramentales propias del rito. En Occidente, esta unción se hace sobre la frente del bautizado con estas palabras: «Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo». En las Iglesias Orientales de rito bizantino, la unción se hace también en otras partes del cuerpo, con la fórmula: «Sello del don del Espíritu Santo». 268. ¿Cuál es el efecto de la Confirmación? El efecto de la Confirmación es la especial efusión del Espíritu Santo, tal como sucedió en Pentecostés. Esta efusión imprime en el alma un carácter indeleble y otorga un crecimiento de la gracia bautismal; arraiga más profundamente la filiación divina; une más fuertemente con Cristo y con su Iglesia; fortalece en el alma los dones del Espíritu Santo; concede una fuerza especial para dar testimonio de la fe cristiana. 269. ¿Quién puede recibir este sacramento? El sacramento de la Confirmación puede y debe recibirlo, una sola vez, aquel que ya ha sido bautizado. Para recibirlo con fruto hay que estar en gracia de Dios. 270. ¿Quién es el ministro de la Confirmación? El ministro originario de la Confirmación es el obispo: se manifiesta así el vínculo del confirmado con la Iglesia en su dimensión apostólica. Cuando el sacramento es administrado por un presbítero, como sucede ordinariamente en Oriente y en casos particulares en Occidente, es el mismo presbítero, colaborador del obispo, y el santo crisma, consagrado por éste, quienes expresan el vínculo del confirmado con el obispo y con la Iglesia.

el gobierno propone una muerte digna. La iglesia propone una vida digna. ¡Ésa es la diferencia! 27


Yo no quitaré la Cruz de ningún lugar público

gratitud a los sacerdotes

Pongamos un Crucifijo en nuestros lugares públicos, tiendas, despachos, fábricas, bares, peluquerías. ¡No tengamos miedo a nada ni a nadie! ¡Sólo Cristo!

Empecemos por dar las gracias a los sacerdotes: Gracias. Muchas gracias. Gracias a todos vosotros. Gracias por vuestro trabajo pastoral, por ofrecernos la gracia de Cristo; por darnos el Evangelio; por abrirnos las puertas del cielo. Gracias por rezar por nosotros. Ellos siempre están a nuestro lado. Nosotros sabemos que no estamos solos. Ahora ellos deben saber que no están solos.

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Asuntos Parroquiales

Agenda de mayo Día 1: Beatificación solemne del Venerable Juan Pablo II, el Grande Día 2: Solemnidad de san Vicent Ferrer, Patrono de la Comunidad Valenciana. Día 3: Vigilia de Adoración Nocturna Día 5: Catequesis de infancia. A las 8:15 t. Nueva Evangelización. Día 6: Primer Viernes de Mes. Catequesis de Confirmación. Reunión padres y padrinos. Día 8, Domingo: Fiesta de la Virgen de los Desamparados. Celebración bautismal. Día 11: Triduo a santa Gema Galgani. Día 12: Catequesis de Infancia. Triduo a santa Gema. Nueva Evangelización. Día 13: Fiesta de Nuestra Señora de Fátima. Catequesis de Confirmación. Triduo a santa Gema. Día 14: Fiesta a santa Gema. Día 19: Triduo a santa Rita. Catequesis de Infancia. Nueva Evangelización.

Día 20: Triduo a santa Rita. A las 8:30 t. Reunión padres de los niños de Primera comunión. Día 21: Triduo a santa Rita. Día 22, Domingo: Fiesta de santa Rita. A las 20 h. Misa solemne en la Colegiata. Día 26: Celebración a la Virgen con los niños de la Catequesis y fin de curso, en sant Francesc. A las 8´15 Nueva Evangelización. Día 28, sábado: A las 6 t. celebración en sant Francesc con los Juniors y fin de curso. Día 29, domingo: Jornada del Enfermo. Misa con Unción de enfermos a las 13 h. en sant Francesc para enfermos y mayores de 75 años que lo deseen. Día 31: fiesta de la Visitación de la Virgen María y último día del mes de mayo. Celebración especial en honor de la Virgen.

Casa Natalicia de san Jacinto Castañeda. Restauración Terminada la planta baja e inaugurada, estamos poco a poco terminando de pagar todo el presupuesto de las obras. Sortearemos a finales de febrero una imagen de sant Josep de madera de olivo hecha en Belén. La pueden ver expuesta en sant Francesc. Donativos: 20+15+100+20+790 (sorteo) = 945 euros. Faltan a pagar: 3 137 euros. Tota pedra fa paret! 29


Asuntos Parroquiales Libros del Señor Abad

«Señor, enséñanos a orar». Oraciones y plegarias del cristiano.

Es un libro necesario para todos. Ofrece una selección de oraciones y plegarias para que podamos rezar. Debemos aprender a rezar y rezar cada día más y mejor. Este libro nos ayudará a rezar; debería convertirse en libro de cabecera. Está pensado para hacer un gran bien a todos.

«Lourdes: un trozo de cielo en la tierra»

Aparecerá en este mes de mayo Este libro nos lleva en peregrinación al Santuario de Lourdes donde cada año asisten seis millones de peregrinos. Su centro es la Gruta con la Virgen. Es un encuentro con María. Una reflexión de la vida de cada uno de nosotros ante la Gruta sagrada y sus acontecimientos.

La Colegiata tiene gastos de catedral e ingresos de Parroquia media. ¡Colaboremos, somos Parroquia! 30


Pongamos en marcha el reloj y el carillón del campanario El interés por poner en marcha el reloj y el carillón se manifiesta con la colaboración económica. La maquinaria ya se encuentra en la Colegiata y pueden verla antes de que la subamos al campanario. ¡Campaña abierta! Donativos: 50+10+5+50+ +300 = 415 euros Tenemos: 7 465’80 euros

Primeras Comuniones

Confirmaciones

Cursillos Prematrimoniales

Sábado 4 a las 18 h. y domingo 5 de junio a las 12 h. Domingo 12 de junio a las 12 h.

Domingo de Pentecostés, 12 de junio a las 20 h.

Del 13 al 16 de junio a las 8:30 tarde en el Palau de l’Ardiaca.

En la declaración de la renta: Pongamos la X

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Asuntos Parroquiales Capilla del Inmaculado Corazón de María Estamos esperando a que Patrimonio nos autorice el proyecto de restauración de la capilla presentado ya en Valencia hace unas semanas. Y en el momento en que tengamos dinero suficiente comenzaremos la obra. Donativos: 15+100+10+5+10+50 = 190 euros. Tenemos ahora: 6 456 euros.

DVD Documental: «Las raíces cristianas de Xàtiva»

Gran éxito. No deje de adquirir este precioso documental. La Colegiata producirá otros cuatro hasta 2013. 2. La Nueva Evangelización desde la Seu. 3. La celebración de la fe en la Colegiata. 4. La caridad, mandamiento principal: Cáritas La Seu. 5. El arte y los tesoros de la Colegiata.

Las burlas, ofensas, parodias blasfemas contra la fe católica salen gratis en España. Gozan de privilegio. No pasa nada. 32


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