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aniversario 600 años La Seu 1413

PARROQUIA DE SANTA MARÍA • XÀTIVA

2013

Hoja Parroquial - Nº 437 Domingo 29 de mayo de 2011 VI de Pascua

Os enviaré el Espíritu Santo

Frases del Evangelio

evangeLio de san juan 17, 1-11 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.» 1


El Abad la Familia tranSmiSora De la Fe Hoy quiero hablarles de la familia cristiana como transmisora de la fe. Acabamos de realizar ¿Podrá averiguar en qué parte de la Colegiata se encuentra este detalle? las reuniones con los padres de los niños de Primera Comunión y es bueno refrescar estos compromisos tan importantes. La familia nace sobre el fundamento del matrimonio entre un hombre y una mujer. La familia es una comunidad de amor y de vida que ha recibido de Dios la misión de ser la primera o, mejor, la célula vital de la sociedad en la que nacen los nuevos ciudadanos. El Concilio Vaticano II define a la familia cristiana como “Iglesia doméstica” y como tal debe ser ante el mundo signo de la presencia de Dios. Las cualidades que debe vivir toda familia cristiana son: amor, comprensión, entrega, ayuda mutua, servicio, unión indisoluble, intimidad, confianza. La familia es la primera e insustituible comunidad educativa. A nadie, sobre todo durante los primeros años, le debería faltar una familia. Es indispensable para el equilibrio y marcha normal de la persona. Vamos, pues, a considerar la familia cristiana, foco, base y fundamento de la educación. Cuando los padres piden a la Iglesia el Bautismo para sus hijos se les pregunta: ¿Sabéis que al pedir el Bautismo para vuestro hijo os obligáis a educarlo en la fe? Los padres deben ser los educadores principales de sus hijos. Los mejores transmisores de la fe en sus hijos. En la educación no hay remedios que estén ya listos y que sean universalmente válidos para todas las familias. Hoy más que nunca deberán actuar los padres en su labor educativa con paciencia y confianza. Hoy, más que nunca, deberán preocuparse del ejemplo que ofrecen a los hijos, principalmente en la vida moral y religiosa. Si los padres católicos no asisten a la misa dominical, qué difícil será que los niños asistan a misa los domingos. Así lo he dicho a los padres de los niños que 2


asistieron a la reunión y lo digo siempre. ¿Tan necesaria es la misa de los domingos? Tan necesaria que sin ella no existe vida cristiana. Hoy ya no sirve aquello que algunos decían: soy creyente, pero no practicante. La Iglesia la forman, la parroquia la forman, los que están presentes en la comunidad cada domingo en la celebración de la Eucaristía. De la Eucaristía nace la Iglesia. Ejemplo de varios niños de nuestra parroquia que no fallan ni un solo domingo a misa ni en verano ni en invierno: porque vienen con sus padres. Ésa es la educación que marca para siempre, eso es transmitir la fe. Ejemplo de chavales de confirmación. Se confirman y ya no se acercan por la Iglesia. ¿Por qué? Entre otras cosas porque sus padres tampoco vienen. Y dicen ellos: “Poco importante será eso cuando mis padres no asisten”. Transmisores de la fe: - Gestos: enseñarles a rezar y rezar con ellos. - Leer con ellos algún libro religioso adaptado a su edad. - Enseñarles a bendecir la mesa. - Hablarles de Dios. - Dar razón de la fe. - Preocuparse de que los niños y los chavales reciban la clase de religión en la Escuela. Hay que tener ideas claras. Los padres piden religión

Aclama Déu, tota la terra. Canteu la glòria del seu nom, canteu la seua fama gloriosa. Digueu a Déu: Com són, d’admirables, les teues obres! En veure’t tan gran i poderós els teus enemics se sotmeten. Salm 65 3


para sus hijos; tienen su derecho. Una cosa es clase de religión y otra cosa es catequesis. Ambas se complementan. La cultura cristiana, católica, la proporciona la clase de religión. Además, equiparable a las demás asignaturas y evaluable, para que tengan interés. ¿Tan difícil es eso? Pues no hay manera. Sin la base de la educación cristiana no van a entender nada de la cultura occidental: arte, literatura, costumbres, cultura en general. La educación es obra del padre y de la madre en común acuerdo. Son los responsables de la formación de los hijos. El niño necesita al padre y a la madre. Vemos cómo el niño y el adolescente, busca una imagen de fuerza y sabiduría, para unir a ella su vida. Si no tiene padre o lo tiene y él no se lo da, el niño y el adolescente lo busca en otra persona a la que podrá llegar a querer más que a su padre. El niño de la tele: Mi papá lo sabe todo y todo. La madre, durante la infancia, es el primer mundo del niño. Influye muchísimo. Un ejemplo que muchos recordamos con cariño y gratitud: “Estas oraciones me las enseñó mi madre”. “Mi madre me decía…”. Padre y madre se complementan y se requiere una presencia real y física de los dos con los hijos. Estar mucho con los hijos Hablar con ellos de todo. Jugar, incluso, con ellos. Llevarlos al cine, de viaje, al circo, a algo importante, para que vean lo que significan para sus padres. Hay que saber educar. Hay que aprender a educar. Y poco a poco ayudar a los chavales a conquistar una personalidad viva, seria, leal. Y una orientación libre y responsable. Me contaron este ejemplo de un muchacho que se escapa de casa y cuando se le encuentra, el padre piensa: “¿Le abrazo o le doy una paliza?” Y lo abraza. El muchacho piensa: “Mi padre es un tonto. No, mejor, ¡qué tío es mi padre!” Hoy se nos dice que hay una generación de jóvenes perdida; puede ser verdad y a lo mejor lo es. ¡Qué pena! Trabajemos con los niños de la catequesis y con los juniors, con los chavales de confirmación y postconfirmación, ahí tenemos una verdadera cantera para hacer jóvenes cristianos, que no se pierda esa generación. La Seu, como parroquia, ofrece todos sus medios, su trabajo, su tiempo, sus métodos y sobre todo su oración y su influencia espiritual en la educación de la fe de sus niños y jóvenes. 4


Para saborear durante la semana Ha comenzado el reino de la vida y se ha disuelto el imperio de la muerte. Han aparecido otro nacimiento, otra vida, otro modo de vivir, la transformación de nuestra misma naturaleza. ¿De qué nacimiento se habla? Del de aquellos que no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios? ¿Preguntas que cómo es esto posible? Lo explicaré en pocas palabras. Este nuevo ser lo engendra la fe; la regeneración del bautismo lo da a luz; la Iglesia, cual nodriza, lo amamanta con su doctrina e instituciones y con su pan celestial lo alimenta. SAN GREGORIO DE NISA, OBISPO. El Señor, para convencernos de que es necesario que nos adhiramos a él por el amor, ponderó cuán grandes bienes se derivan de nuestra unión con él, comparándose a sí mismo con la vid y afirmando que los que están unidos a él e injertados en su persona, vienen a ser como sus sarmientos y, al participar del Espíritu Santo, comparten su misma naturaleza (pues el Espíritu de Cristo nos une con él). SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA, OBISPO Os exhortamos a la alabanza de Dios; y esta alabanza es la que nos expresamos mutuamente cuando decimos: Aleluya. “Alabad al Señor”, nos decimos unos a otros; y así, todos hacen aquello a lo que se exhortan mutuamente. Pero procurad alabarlo con toda vuestra persona, esto es, no sólo vuestra lengua y vuestra voz deben alabar a Dios, sino también vuestro interior, vuestra vida, vuestras acciones. SAN AGUSTÍN, OBISPO

oración De la miSa Del Domingo Concédenos, Dios todopoderoso, continuar celebrando con fervor estos días de alegría en honor de Cristo resucitado; y que los misterios que estamos recordando transformen nuestra vida y se manifiesten en nuestras obras. 5


Memoria histórica (8) Seguimos con san Justino, el seglar filósofo, cristiano y mártir del siglo II, nacido en Palestina. Llegó a Roma durante el reinado de Marco Aurelio (138-161) y allí fundó una escuela, la primera de filosofía cristiana. Según su discípulo Taciano, a causa de las maquinaciones del filósofo cínico Crescente, tuvo que comparecer ante el Prefecto de la Urbe y, por el solo delito de confesar su fe, fue condenado con otros seis compañeros a muerte, probablemente en el año 165. De sus variados escritos, sólo conservamos dos apologías, escritas en defensa de los cristianos, dirigidas al emperador Antonino Pío; y una obra titulada Diálogo con el judío Trifón, donde defiende la fe cristiana de los ataques del judaísmo. En esta obra relata autobiográficamente su conversión. En las apologías, admira en su exposición el profundo conocimiento de la religión y mitología paganas –que se propone refutar– y de las doctrinas filosóficas más en boga; cómo intenta utilizar cuanto de aprovechable encuentra en el bagaje cultural del paganismo; su valentía para anunciar a Cristo –sabiendo que se jugaba la vida– y su capacidad de ofrecer los argumentos racionales más adecuados a la mentalidad de sus oyentes. Conociendo que la Verdad es sólo una y que reside en plenitud en el Verbo, San Justino sabe descubrir y aprovechar los rastros de verdad que se encuentran en los más grandes filósofos, poetas e historiadores de la antigüedad; llega a afirmar en su segunda apología que cuanto de bueno está dicho en todos ellos nos pertenece a nosotros los cristianos.

Compendio del Catecismo de la iglesia Católica ¿cuÁLes son Las sucesivas etapas de La reveLación de dios? Preg. 8. Pág 25. Dios escogió a Abram llamándolo a abandonar su tierra para hacer de él «el padre de una multitud de naciones» (Gn 17, 5), y prometiéndole bendecir en él a «todas las naciones de la tierra» (Gn 12,3). Los descendientes de Abraham serán los depositarios de las promesas divinas hechas a los patriarcas. Dios forma a Israel como su pueblo elegido, salvándolo de la esclavitud de Egipto, establece con él la Alianza del Sinaí, y le da su Ley por medio de Moisés. Los Profetas anuncian una radical redención del pueblo y una salvación que abrazará a todas las naciones en una Alianza nueva y eterna. Del pueblo de Israel, de la estirpe del rey David, nacerá el Mesías: Jesús. 6


La Palabra del Papa AUDIENCIA GENERAL Plaza de San Pedro Miércoles 18 de mayo de 2011 Queridos hermanos y hermanas: En las dos últimas catequesis hemos reflexionado sobre la oración como fenómeno universal, que, si bien con formas distintas, está presente en las culturas de todos los tiempos. Hoy, en cambio, quiero comenzar un recorrido bíblico sobre este tema, que nos llevará a profundizar en el diálogo de alianza entre Dios y el hombre que anima la historia de salvación, hasta su culmen: la Palabra definitiva que es Jesucristo. En este camino nos detendremos en algunos textos importantes y figuras paradigmáticas del Antiguo y del Nuevo Testamento. Será Abraham, el gran patriarca, padre de todos los creyentes (cf. Rm 4, 11-12.16-17), quien nos ofrecerá el primer ejemplo de oración, en el episodio de la intercesión por las ciudades de Sodoma y Gomorra. Y también quiero invitaros a aprovechar el recorrido que haremos en las próximas catequesis para aprender a conocer mejor la Biblia –que espero tengáis en vuestras casas– y, durante la semana, deteneros a leerla y meditarla en la oración, para conocer la maravillosa historia de la relación entre Dios y el hombre, entre Dios que se comunica a nosotros y el hombre que responde, que reza. El primer texto sobre el que vamos a reflexionar se encuentra en el capítulo 18 del libro del Génesis; se cuenta que la maldad de los habitantes de Sodoma y Gomorra estaba llegando a tal extremo que resultaba necesaria una intervención de Dios para realizar un acto de justicia y frenar el mal destruyendo aquellas ciudades. Aquí interviene Abraham con su oración de intercesión. Dios decide revelarle lo que está a punto de suceder y le da a conocer la gravedad del mal y sus terribles consecuencias, 7


La Palabra del Papa

porque Abraham es su elegido, escogido para convertirse en un gran pueblo y hacer que a todo el mundo llegue la bendición divina. Tiene una misión de salvación, que debe responder al pecado que ha invadido la realidad del hombre; a través de él el Señor quiere reconducir a la humanidad a la fe, a la obediencia, a la justicia. Y ahora este amigo de Dios se abre a la realidad y a las necesidades del mundo, reza por los que están a punto de ser castigados y pide que sean salvados. Abraham plantea enseguida el problema en toda su gravedad, y dice al Señor: «¿Es que vas a destruir al justo con el culpable? Si hay cincuenta justos en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás el lugar por los cincuenta justos que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa! matar al justo con el culpable, de modo que la suerte del justo sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?» (Gn 18, 23-25). Con estas palabras, con gran valentía, Abraham presenta a Dios la necesidad de evitar una justicia sumaria: si la ciudad es culpable, es justo condenar su delito e infligir el castigo, pero –afirma el gran patriarca– sería injusto castigar de modo indiscriminado a todos los habitantes. Si en la ciudad hay inocentes, estos no pueden ser tratados como los culpables. Dios, que es un juez justo, no puede actuar así, dice Abraham, con razón, a Dios. Ahora bien, si leemos más atentamente el texto, nos damos cuenta de que la petición de Abraham es aún más seria y profunda, porque no se limita a pedir la salvación para los inocentes. Abraham pide el perdón para toda la ciudad y lo hace apelando a la justicia de Dios. En efecto, dice al Señor: «Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás el lugar por los cincuenta inocentes que hay en él?» (v. 24b). De esta manera pone en juego una nueva idea de justicia: no la que se limita a castigar a los culpables, como hacen los hombres, sino una justicia distinta, divina, que busca el bien y lo crea a través del perdón que transforma al pecador, lo convierte y lo salva. Con su oración, por tanto, Abraham no invoca una justicia meramente retributiva, sino una intervención de salvación que, teniendo en cuenta a los inocentes, libre de la culpa también a los impíos, perdonándolos. El pensamiento de Abraham, que parece casi paradójico, se podría resumir así: obviamente no se puede tratar a los inocentes del mismo modo que a los culpables, esto sería injusto; por el contrario, es necesario tratar a los culpables del mismo modo que a los inocentes, realizando una justicia «superior», ofreciéndoles una posibilidad de salvación, porque si los malhechores aceptan el perdón de Dios y confiesan su culpa, dejándose salvar, no continuarán haciendo el mal, también ellos se convertirán en justos, con lo cual ya no sería necesario el castigo. Es esta la petición de justicia que Abraham expresa en su intercesión, una petición que se basa en la certeza de que el Señor es misericordioso. Abraham no pide a Dios algo contrario a su esencia; llama a la puerta del corazón de Dios pues conoce su verdadera voluntad. Ya que Sodoma es una gran ciudad, cincuenta justos parecen poca cosa, pero la justicia de Dios y su perdón, ¿no son acaso la manifestación de la fuerza del bien, aunque parece más pequeño y más débil que el mal? La destrucción de Sodoma debía frenar el mal presente en la ciudad, pero Abraham sabe que Dios tiene otros modos y otros medios para poner freno a la difusión del mal. Es el 8


perdón el que interrumpe la espiral de pecado, y Abraham, en su diálogo con Dios, apela exactamente a esto. Y cuando el Señor acepta perdonar a la ciudad si encuentra cincuenta justos, su oración de intercesión comienza a descender hacia los abismos de la misericordia divina. Abraham –como recordamos– hace disminuir progresivamente el número de los inocentes necesarios para la salvación: si no son cincuenta, podrían bastar cuarenta y cinco, y así va bajando hasta llegar a diez, continuando con su súplica, que se hace audaz en la insistencia: «Quizá no se encuentren más de cuarenta.. treinta... veinte... diez» (cf. vv. 29.30.31.32). Y cuanto más disminuye el número, más grande se revela y se manifiesta la misericordia de Dios, que escucha con paciencia la oración, la acoge y repite después de cada súplica: «Perdonaré... no la destruiré... no lo haré» (cf. vv. 26.28.29.30.31.32). Así, por la intercesión de Abraham, Sodoma podrá salvarse, si en ella se encuentran tan sólo diez inocentes. Esta es la fuerza de la oración. Porque, a través de la intercesión, la oración a Dios por la salvación de los demás, se manifiesta y se expresa el deseo de salvación que Dios alimenta siempre hacia el hombre pecador. De hecho, el mal no puede aceptarse, hay que señalarlo y destruirlo a través del castigo: la destrucción de Sodoma tenía precisamente esta función. Pero el Señor no quiere la muerte del malvado, sino que se convierta y que viva (cf. Ez 18, 23; 33, 11); su deseo siempre es perdonar, salvar, dar vida, transformar el mal en bien. Ahora bien, es precisamente este deseo divino el que, en la oración, se convierte en deseo del hombre y se expresa a través de las palabras de intercesión. Con su súplica, Abraham está prestando su voz, pero también su corazón, a la voluntad divina: el deseo de Dios es misericordia, amor y voluntad de salvación, y este deseo de Dios ha encontrado en Abraham y en su oración la posibilidad de manifestarse de modo concreto en la historia de los hombres, para estar presente donde hay necesidad de gracia. Con la voz de su oración, Abraham está dando voz al deseo de Dios, que no es destruir, sino salvar a Sodoma, dar vida al pecador convertido. Esto es lo que quiere el Señor, y su diálogo con Abraham es una prolongada e inequívoca manifestación de su amor misericordioso. La necesidad de encontrar hombres justos en la ciudad se vuelve cada vez menos apremiante y al final sólo bastarán diez para salvar a toda la población. El texto no dice por qué Abraham se detuvo en diez. Quizás es un número que indica un núcleo comunitario mínimo (todavía hoy, diez personas constituyen el quórum necesario para la oración pública judía). De todas maneras, se trata de un número escaso, una pequeña partícula de bien para salvar un gran mal. Pero ni siquiera diez justos se encontraban en Sodoma y Gomorra, y las ciudades fueron destruidas. Una destrucción que paradójicamente la oración de intercesión de Abraham presenta como necesaria. Porque precisamente esa oración ha revelado la voluntad salvífica de Dios: el Señor estaba dispuesto a perdonar, deseaba hacerlo, pero las ciudades estaban encerradas en un mal total y paralizante, sin contar ni siquiera con unos pocos inocentes de los cuales partir para transformar el mal en bien. Porque es este precisamente el camino de salvación que también Abraham pedía: ser salvados no quiere decir simplemente escapar del castigo, sino ser liberados del mal que hay en nosotros. No es el castigo el que debe ser eliminado, sino el pecado, 9


La Palabra del Papa

ese rechazar a Dios y el amor que ya lleva en sí mismo el castigo. Dirá el profeta Jeremías al pueblo rebelde: «En tu maldad encontrarás el castigo, tu propia apostasía te escarmentará. Aprende que es amargo y doloroso abandonar al Señor, tu Dios» (Jr 2, 19). De esta tristeza y amargura quiere el Señor salvar al hombre, liberándolo del pecado. Pero, por eso, es necesaria una transformación desde el interior, un agarradero de bien, un inicio desde el cual partir para transformar el mal en bien, el odio en amor, la venganza en perdón. Por esto los justos tenían que estar dentro de la ciudad, y Abraham repite continuamente: «Quizás allí se encuentren...». «Allí»: es dentro de la realidad enferma donde tiene que estar ese germen de bien que puede sanar y devolver la vida. Son palabras dirigidas también a nosotros: que en nuestras ciudades haya un germen de bien; que hagamos todo lo necesario para que no sean sólo diez justos, para conseguir realmente que vivan y sobrevivan nuestras ciudades y para salvarnos de esta amargura interior que es la ausencia de Dios. Y en la realidad enferma de Sodoma y Gomorra no existía ese germen de bien. Pero la misericordia de Dios en la historia de su pueblo se amplía aún más. Si para salvar Sodoma eran necesarios diez justos, el profeta Jeremías dirá, en nombre del Omnipotente, que basta un solo justo para salvar Jerusalén: «Recorred las calles de Jerusalén, mirad bien y averiguad, buscad por todas sus plazas, a ver si encontráis a alguien capaz de obrar con justicia, que vaya tras la verdad, y yo la perdonaré» (Jr 5, 1). El número se ha reducido aún más, la bondad de Dios se muestra aún más grande. Y ni siquiera esto basta; la sobreabundante misericordia de Dios no encuentra la respuesta de bien que busca, y Jerusalén cae bajo el asedio de sus enemigos. Será necesario que Dios mismo se convierta en ese justo. Y este es el misterio de la Encarnación: para garantizar un justo, él mismo se hace hombre. Siempre habrá un justo, porque es él, pero es necesario que Dios mismo se convierta en ese justo. El infinito y sorprendente amor divino se manifestará plenamente cuando el Hijo de Dios se haga hombre, el Justo definitivo, el perfecto Inocente, que llevará la salvación al mundo entero muriendo en la cruz, perdonando e intercediendo por quienes «no saben lo que hacen» (Lc 23, 34). Entonces la oración de todo hombre encontrará su respuesta; entonces toda intercesión nuestra será plenamente escuchada. Queridos hermanos y hermanas, que la súplica de Abraham, nuestro padre en la fe, nos enseñe a abrir cada vez más el corazón a la misericordia sobreabundante de Dios, para que en la oración diaria sepamos desear la salvación de la humanidad y pedirla con perseverancia y con confianza al Señor, que es grande en el amor. Gracias. 10


Página bíblica (29) Dentro de este Triduo de Años de preparación a la celebración del 600 aniversario de la erección de la Colegiata en 2013, introducimos esta página bíblica para contribuir en la formación bíblica que todos debemos tener para comprender y vivir mejor la Sagrada Escritura.

Lección decimoséptima Primer y segundo libro de Samuel (B)

David restauró las ruinas del reino en franco proceso de desintegración. La más significativa de sus hazañas fue ganarse la adhesión de todas las tribus de Israel. Los filisteos fueron rechazados definitivamente y las plazas fuertes cananeas quedaron sometidas al dominio israelita, lográndose así la unidad territorial. Después de la conquista de Jerusalén, el reino davídico tuvo su capital política y religiosa, y las victorias de David sobre los pueblos vecinos aseguraron su hegemonía sobre la Transjordania y sobre los arameos de Siria meridional. Sin embargo, la unidad interna de Israel no llegó a consolidarse realmente. La revuelta de Absalón –apoyada por las tribus del Norte– puso en peligro la estabilidad del reino apenas constituido. A pesar de todo, al término de su larga y azarosa vida, David dejó a su hijo Salomón un reino lleno de gloria y de grandeza. Basta una somera lectura de los libros de Samuel para descubrir en ellos la presencia de elementos heterogéneos. Fuera de la “Crónica de la sucesión al trono de David” (2 Sam. 9-20), que se caracteriza por su notable unidad, el resto de la obra fue compuesto a partir de tradiciones y documentos de índole bastante diversa. De allí las frecuentes repeticiones y las divergencias en la presentación de los mismos hechos, particularmente en los relatos sobre los orígenes de la monarquía. En la redacción final de la obra se percibe la influencia del Deuteronomio, aunque en menor medida que en los libros de Josué, de los Jueces y de los Reyes. Los libros de Samuel relatan una historia que llega a su etapa de madurez con la formación del reino de David. En el centro de la narración, el oráculo de Natán (2 Sam. 7. 1-17) asegura la continuidad de la dinastía davídica en el trono de Israel. Así la historia de David adquiere un significado profético y mesiánico. El recuerdo de esta historia fue perfilando en Israel la figura ideal de un descendiente de David, de un “nuevo” David, el Ungido del Señor, el Mesías. Y “cuando se cumplió el tiempo establecido” (Gál. 4. 4), “de la descendencia de David, como lo había prometido, Dios hizo surgir para Israel un Salvador, que es Jesús” (Hech. 13. 23). 11


Beato Ricardo Plá Espí Se cumplen 75 años de su martirio (9) Su mensaje A san Antonio de Padua (a)

Es la vida religiosa, mis amados hermanos, una de las más bellas instituciones de la Iglesia. Creada al soplo del Espíritu evangélico, que inspira a las almas escogidas ansias y fervores de perfección, aparece en todos los siglos como una prueba del poder moralizador y beneficioso de la religión católica. Por eso hallaremos, por poco que nos adentremos en estudio de la historia, encontraremos que no solamente en el campo de la Iglesia, sino que también en el de la sociedad civil, han dejado muy honda huella de su decisión bienhechora y providencial, las que se llaman monacales, congregaciones e instituciones religiosas, que si bien, con manifestaciones externas, proceden todas de un mismo espíritu evangélico que las vivifica. Y no hay ángulo de la tierra, mis hermanos, que no haya visto a estos hijos, como verdaderos ángeles de la paz y mensajeros de la luz, propagadores de la verdad y corifeos del amor, que contaminaran proyectando sus haces de luz vivificadora en las almas que injertando en ellas calorías y eficacias muy sensibles de caridad hasta la consumación de los tiempos; por cuanto que siempre existirán sobre la tierra estas escenas de amor viviente, esas almas ardientes y enamoradas del ideal supremo de toda perfección, Cristo Jesús, que las atraerá hacia el incentivo de la vocación y las desposará consigo indisolublemente con el triple voto de la castidad, de obediencia y de pobreza. Toledo, 13 de junio de 1932 12


Mayo: Mes de María El mes de mayo está dedicado a honrar a la santísima Virgen María. A ella debemos acudir cada día pidiéndole nos ayude a ser fieles al Evangelio, a amar a Jesucristo, su Hijo y Señor nuestro y a pedirle por todo el mundo.

Saludo a la Bienaventurada Virgen María (S. Francisco)

Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres virgen hecha iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien. Salve, palacio suyo; salve, tabernáculo suyo; salve, casa suya. Salve, vestidura suya; salve, esclava suya; salve, Madre suya y todas vosotras, santas virtudes, que sois infundidas por la gracia e iluminación del Espíritu Santo en los corazones de los fieles, para que de infieles hagáis fieles a Dios.

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Él cambió el mundo Porque confió siempre en Ella: Totus tuus fue su lema. Siempre la tuvo presente y siempre la invocaba. La devoción a la Virgen es fundamental para el cristiano. Ama a la Virgen María. En mayo reza el Rosario todos los días.

Don y misterio (1)

Al cumplirse los 50 años de sacerdocio el papa Juan Pablo II, el Grande, escribió una larga reflexión muy hermosa sobre el sacerdocio vivido por él durante 50 años, ¡Bodas de Oro sacerdotales! Este librito es una preciosidad, queremos ofrecerlo en la hoja parroquial como homenaje al beato Juan Pablo II, el Grande, el inolvidable. Muy bien nos puede servir como lectura espiritual. Comencemos.

Introducción

Permanece vivo en mi recuerdo el encuentro gozoso que, por iniciativa de la Congregación para el Clero, tuvo lugar en el Vaticano en el otoño del pasado año (27 de octubre de 1995), para celebrar el trigésimo aniversario del Decreto conciliar Presbyterorum Ordinis. En el ambiente festivo de aquella asamblea diversos sacerdotes hablaron de su vocación, y también yo ofrecí mi propio testimonio. Me pareció hermoso y fructífero que, entre sacerdotes, ante el pueblo de Dios, se ofreciera este servicio de edificación recíproca. Las palabras que pronuncié en aquella circunstancia tuvieron un eco muy grande. A raíz de ello, desde varias partes se me pidió con insistencia que volviera a tratar, de un modo más amplio, el tema de mi vocación, con ocasión del Jubileo sacerdotal. Confieso que la propuesta, al principio, suscitó en mí alguna resistencia comprensible. Pero después me sentí como obligado a aceptar la invitación, viendo en ello un aspecto del servicio propio del ministerio petrino. Movido por algunas preguntas del dr. Gian Franco Svidercoschi que han hecho de hilo conductor, me he dejado llevar con libertad por la ola de recuerdos, sin ninguna pretensión estrictamente documental. 14


Todo lo que digo aquí, más allá de los acontecimientos históricos, pertenece a mis raíces más profundas, a mi experiencia más íntima. Lo recuerdo ante todo para dar gracias al Señor: “Misericordias Domini in aetemum cantabo!” Lo ofrezco a los sacerdotes y al pueblo de Dios como testimonio de amor.

I

En los comienzos... ¡el misterio! ¿Cuál es la historia de mi vocación sacerdotal? La conoce sobre todo Dios. En su dimensión más profunda, toda vocación sacerdotal es un gran misterio, es un don que supera infinitamente al hombre. Cada uno de nosotros sacerdotes lo experimenta claramente durante toda la vida. Ante la grandeza de este don sentimos cuan indignos somos de ello. La vocación es el misterio de la elección divina: “No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca” (Jn 15, 16). “Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios, lo mismo que Aarón” (Hb 5, 4). “Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí” (Jr 1, 5). Estas palabras inspiradas estremecen profundamente toda alma sacerdotal. Por eso, cuando en las más diversas circunstancias –por ejemplo, con ocasión de los Jubileos sacerdotales– hablamos del sacerdocio y damos testimonio del mismo, debemos hacerlo con gran humildad, conscientes de que Dios “nos ha llamado con una vocación santa, no por nuestras obras, sino

por su propia determinación y por su gracia” (2 Tm 1, 9). Al mismo tiempo, nos damos cuenta de que las palabras humanas no son capaces de abarcar la magnitud del misterio que el sacerdocio tiene en sí mismo. Esta premisa me parece indispensable para que se pueda comprender de modo justo lo que voy a decir sobre mi camino hacia el sacerdocio.

Las primeras señales de la vocación

El Arzobispo Metropolitano de Cracovia, Príncipe Adam Stefan Sapieha, visitó la parroquia de Wadowice cuando yo era estudiante en el instituto. Mi profesor de religión, P. Edward Zacher, me encargó darle la bienvenida. Así, tuve entonces la primera ocasión de encontrarme frente a aquel hombre tan venerado por todos. Sé que, después de mi discurso, el Arzobispo preguntó al profesor de religión qué facultad elegiría yo al terminar el instituto. El P. Zacher respondió: “Estudiará filología polaca”. El Prelado comentó: “Lástima que no sea teología”. En ese período de mi vida la vocación sacerdotal no estaba aún madura, a pesar de que a mi alrededor eran muchos los que creían que debía entrar 15


en el seminario. Y tal vez alguno pudo pensar que, si un joven con tan claras inclinaciones religiosas no entraba en el seminario, era señal de que otros amores o aspiraciones estaban en juego. En efecto, en la escuela tenía muchas compañeras y, comprometido como estaba en el círculo teatral escolar, no faltaban diversas posibilidades de encuentros con chicos y chicas. Sin embargo, el problema no era ése. En aquel tiempo estaba fascinado sobre todo por la literatura, en particular por la dramática, y por el teatro. A este último me había iniciado Mieczyslaw Kotlarczyk, profesor de lengua polaca, mayor que yo en edad. Él era un verdadero pionero del teatro de aficionados y tenía grandes ambiciones de un repertorio de calidad.

Los estudios en la Universidad Jaghellonica

En mayo de 1938, superado el examen final de los estudios en el instituto, me inscribí en la Universidad Jaghellonica para realizar los cursos de Filología polaca. Por este motivo me trasladé, junto con mi padre, desde Wadowice a Cracovia. Nos instalamos en la calle Tyniecka 10, en el barrio de Debniki. La casa pertenecía a los parientes de mi madre. Comencé los estudios en la Facultad de Filosofía de la Universidad Jaghellonica, siguiendo los cursos de Filología polaca, pero sólo logré acabar el primer año, porque el 1 de septiembre de 1939 estalló la segunda guerra mundial. A propósito de los estudios, deseo subrayar que mi elección de la filología polaca estaba motivada por una clara predisposición hacia la literatura. Sin embargo, ya durante el primer año, 16

atrajo mi atención el estudio de la lengua misma. Estudiábamos la gramática descriptiva del polaco moderno y al mismo tiempo la evolución histórica de la lengua, con un particular interés por el viejo tronco eslavo. Esto me introdujo en horizontes completamente nuevos, por no decir en el misterio mismo de la palabra. La palabra, antes de ser pronunciada en el escenario, vive en la historia del hombre como dimensión fundamental de su experiencia espiritual. En última instancia, remite al insondable misterio de Dios mismo. El redescubrir la palabra a través de los estudios literarios y lingüísticos, me acercaba al misterio de la Palabra, de esa Palabra a la cual nos referimos cada día en la oración del Ángelus: “La Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros” (Jn 1, 14). Comprendí más tarde que los estudios de filología polaca preparaban en mí el terreno para otro tipo de intereses y de estudios. Predisponían mi ánimo para acercarme a la filosofía y a la teología.


La vida que cuenta el pueblo (60) Siervos de Dios Manuel Casesnoves y Adela Soldevila Arturo Climent Bonafé, Abad de Xàtiva y vicepostulador de la causa de canonización Quiero iniciar hoy una serie nueva sobre nuestros Siervos de Dios Manuel y Adela basándome en la exhortación apostólica del beato Juan Pablo II, el Grande, sobre la familia. El papa en esta exhortación marca el estilo de la familia cristiana del siglo xx y después de estudiar a fondo a los Siervos de Dios, pienso que su vida familiar fue muy de acuerdo con lo que dice el papa muchos años después. De ahí mi intención de comentar algunos aspectos de la exhortación apostólica a la luz de la familia formada por Manuel y Adela.

Gradualidad y conversión

9. A la injusticia originada por el pecado –que ha penetrado profundamente también en las estructuras del mundo de hoy– y que con frecuencia pone obstáculos a la familia en la plena realización de sí misma y de sus derechos fundamentales, debemos oponernos todos con una conversión de la mente y del corazón, siguiendo a Cristo Crucificado en la renuncia al propio egoísmo: semejante conversión no podrá dejar de ejercer una influencia beneficiosa y renovadora incluso en las estructuras de la sociedad. Se pide una conversión continua, permanente, que, aunque exija el alejamiento interior de todo mal y la adhesión al bien en su plenitud, se actúa sin embargo concretamente con pasos que conducen cada vez más lejos. Se desarrolla así un proceso dinámico, que avanza gradualmente con la progresiva integración de los dones de Dios y de las exigencias de su amor definitivo y absoluto en toda la vida personal y social del hombre. Por esto es necesario un camino pedagógico de crecimiento con el fin de que los fieles, las familias y los pueblos, es más, la misma civilización, partiendo de lo que han recibido ya del misterio de Cristo, sean conducidos pacientemente más allá hasta llegar a un conocimiento más rico y a una integración más plena de este misterio en su vida.

Así lo vivieron los Siervos de Dios

A la familia cristiana se le pide una conversión perenne, nunca se está convertido del todo. Hay una anécdota preciosa y muy significativa en la vida de los Siervos de Dios que nos viene como anillo al dedo. Las raíces familiares más recientes de Manuel Casesnoves no hacían presagiar la trayectoria del que llegaría a ser cristiano ejemplar tras iniciar sus relaciones con Adela. Los Casesnoves eran una familia muy marcada por las corrientes liberales de la segunda mitad del siglo xix y principios del xx y, consiguientemente, no muy religiosa. 17


Adela era, por lo contrario, una joven piadosa, que habló muy claro al que se convertiría en su esposo desde que él le dio muestras de la simpatía que sentía hacia ella: “Manolo –le dijo con emoción de enamorada y al mismo tiempo con seriedad de cristiana convencida–, si no eres capaz de compartir conmigo la asistencia a Misa y al Rosario, tendré que dejarte”. La respuesta del joven enamorado, que acababa de concluir en Madrid la carrera de farmacia, no se hizo esperar: “Adela, contigo siempre”. A partir de ese momento cambiaron las cosas radicalmente. Amar a Dios sobre todas las cosas fue el lema de esta nueva familia cristiana. Tomaron muy en serio el ser una familia donde Cristo fuera el invitado principal de cada día, el fiador de su amor, el amo de su casa. Dios estaba presente siempre en todas sus inquietudes, ilusiones, sufrimientos y felicidad. Comenzaron juntos un largo y fecundo camino de testimonio cristiano, que sólo pudo interrumpir la muerte, cuando se llevó al Padre a Manuel el 24 de mayo de 1954. El respeto mutuo, la necesaria disciplina, el sentido de la responsabilidad y la permanente referencia a Dios caracterizaron a aquella familia cristiana, (no pequeña, aparte de sus hijos, tuvieron en casa a dos sobrinos de la esposa, huérfanos de padre y madre, y que crecieron con los suyos como dos hijos más), que se alimentaba con el pan de la Palabra y de la Eucaristía en la misa diaria y cultivaba una ferviente devoción a la Virgen María, que en Xàtiva lleva el entrañable título de Mare de Déu de la Seu, con el rezo diario en familia del santo rosario y la oración personal ante el Sagrario. Los Siervos de Dios Manuel y Adela vivieron el crecimiento espiritual, es decir, la conversión. Ellos aspiraban a la talla de Cristo por eso trabajaron su interior mediante la oración. Manuel como Adela formaban un matrimonio que rezaba, tenía tiempo para estar con Dios. Enseñó a rezar a sus hijos y rezaba con ellos. Los dos cónyuges supieron transmitir la fe y las virtudes cristianas a sus hijos con profundidad, seriedad y claridad. Lo que exponer y a lo que invita la exhortación apostólica los siervos de Dios lo viven con plenitud. Su vida fue un continúo crecimiento del entramado cristiano, de tal manera que se constituyó, sin ellos pretenderlo, en ejemplo vivo para la parroquia y para cuantos conocían a Manuel y Adela en sus trabajos y relaciones familiares y sociales. Su ejemplo fue contundente y muy eficaz, hizo un gran bien en toda Xàtiva, tanto que aún perdura y se recuerda con inmenso cariño y gratitud. 18


Gratitud a los sacerdotes

Empecemos por dar las gracias a los sacerdotes: Gracias. Muchas gracias. Gracias a todos vosotros. Gracias por vuestro trabajo pastoral, por ofrecernos la gracia de Cristo; por darnos el Evangelio; por abrirnos las puertas del cielo. Gracias por rezar por nosotros. Ellos siempre están a nuestro lado. Nosotros sabemos que no estamos solos. Ahora ellos deben saber que no están solos.

Martes 31 de mayo: La Visitación de la Virgen Oración

Dios todopoderoso, tú que inspiraste a la Virgen María, cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel, concédenos, te rogamos, que dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida.

Yo no quitaré la Cruz de ningún lugar público Pongamos un Crucifijo en nuestros lugares públicos, tiendas, despachos, fábricas, bares, peluquerías. ¡No tengamos miedo a nada ni a nadie! ¡Sólo Cristo! 19


pliego nº 21 Triduo de años: la Colegiata cumple 600 años (24)

La Colegiata cumplirá 600 años en el 2013. Es un feliz aniversario que nos lleva a profundizar durante este Triduo de Años en la fe y los compromisos cristianos. Cada jueves nos reunimos en formación permanente. Debe ser un compromiso de toda la Comunidad parroquial. Hoy no vale solo la buena voluntad, es preciso saber la fe y para ello, la formación se hace imprescindible. La Colegiata acerca ese regalo a todos. Al terminar el mes de mayo, mes dedicado a honrar de manera especial a la Virgen María, Madre de Dios, dedicamos este pliego a la Virgen y al himno mariano, el más antiguo que la Iglesia oriental bizantina reza a la Santísima Virgen. Es de una gran belleza y merece que lo recemos y meditemos con atención.

Oración del Akatistos Parte I. Hechos basados en la Sagrada Escritura A ti, oh Madre de Dios, vencedora de la lucha, te entonamos este canto de triunfo y te damos gracias por tu protección. Porque Tú, fuerte como nadie, nos libras de todos los peligros, por eso te cantamos: ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! Un ángel fue enviado del cielo a decir “Alégrate” a María. Y contemplándote, oh Dios, hecho hombre por virtud del angélico anuncio, extasiado quedó ante la Virgen, y así le cantaba: Alégrate, por ti resplandece la dicha; Alégrate, por ti se eclipsa la pena. Alégrate, levantas a Adán, el caído; Alégrate, rescatas el llanto de Eva. Alégrate, oh ideal encumbrado de la mente humana; Alégrate, abismo profundo que el ángel admira. Alégrate, tú eres el trono del Rey; 20


Alégrate, en ti llevas al que todo sostiene. Alégrate, lucero que el Sol anuncia; Alégrate, ceno en el cual Dios que se encarna. Alégrate, por ti la creación se renueva; Alégrate, por ti el Creador es adorado. Alégrate, oh Madre, siempre VIRGEN! Sabiendo María que era Virgen intacta serena responde a Gabriel: “Tu extraño mensaje resulta un enigma en mi alma; predices un raro embarazo de un seno Virgen exclamando: ¡ALELUYA!, ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! Buscaba María comprender el misterio insistiendo al heraldo divino: “¿Podrá acaso mi seno de Virgen dar luz a ese Niño?, respóndeme, te ruego”. Y él, reverente así lo aclamaba: Alégrate, iniciada en el alto designio; Alégrate, tú oh prueba de arcano misterio. Alégrate, milagro primero de Cristo; Alégrate, cimiento de fe en Jesús. Alégrate, celeste escalera que Dios ha bajado; Alégrate, oh puente que llevas los hombres al cielo. Alégrate, milagro que cantan los ángeles buenos; Alégrate, espanto sentido por todo en infierno. Alégrate, la inefable luz alumbraste; Alégrate, a ninguno revelaste el secreto. Alégrate, la ciencia del sabio superas; Alégrate, del fiel iluminas la mente. Alégrate, oh Madre, siempre VIRGEN! El poder del Altísimo la cubrió con su sombra y fue Madre la Virgen, sin dejar su inocencia; y aquel seno por Dios fecundado vino a ser un campo muy fértil 21


pliego nº 21 para todo el que busca la gracia cantando: ¡ALELUYA! ¡ALELUYA!, ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! Con el Niño en su seno, presurosa María caminó y saludó a Isabel; y el pequeño que la anciana llevaba en su seno escuchó esa voz virginal; regocijándose y saltando de gozo, a la Madre le cantaba: Alégrate, brote del tronco inmortal; Alégrate, campo del Fruto incorrupto. Alégrate, cultivas al gran sembrador; Alégrate, das vida al Autor de la vida. Alégrate, campo cargado de misericordia; Alégrate, mesa de perdón abundante. Alégrate, en Ti renace un jardín de delicias; Alégrate, Tú das a las almas refugio y descanso. Alégrate, incienso de grata plegaria; Alégrate, ofrenda que el mundo redime. Alégrate, sonrisa de Dios hacia el hombre; Alégrate, esperanza del hombre con Dios. Alégrate, oh Madre, siempre VIRGEN! Con la mente en tumulto, inundado de dudas, el prudente José se debate. Te conoce cual Virgen intacta; desposorios secretos sospecha. Al saber que es acción del Espíritu, exclama: ¡ALELUYA! ¡ALELUYA!, ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! Los pastores oyeron los angélicos coros que al Señor hecho hombre cantaban. Para ver al Pastor van corriendo; un Cordero Inocente contemplan que del pecho materno se nutre, y a la Virgen le cantan: 22


Alégrate, Nutriz del Pastor y Cordero; Alégrate, aprisco de fieles rebaños. Alégrate, barrera a las fieras hostiles; Alégrate, ingreso que da al Paraíso. Alégrate, por ti con la tierra exultan los cielos; Alégrate, por ti con los cielos se alegra la tierra. Alégrate, de Apóstoles boca que nunca enmudece; Alégrate, de Mártires fuerza que nadie somete. Alégrate, de fe inconcuso cimiento; Alégrate, fulgente estandarte de gracia. Alégrate, por ti es despojado el averno; Alégrate, por ti revestimos la gloria. Alégrate, oh Madre, siempre VIRGEN! Observando la estrella que hacia Dios los guiaba, sus fulgores siguieron los Magos. Era antorcha segura en su ruta; los condujo ante el Rey Poderoso. Al llegar hasta el Inalcanzable, le cantan; ¡ALELUYA! ALELUYA!, ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! Contemplaron los Magos entre brazos maternos al que al hombre plasmó con sus manos. Comprendieron que era Él su Señor, a pesar de su forma de esclavo: presurosos le ofrecen sus dones, y a la Madre proclaman: Alégrate, oh Madre del Sol sin ocaso; Alégrate, aurora del místico Día. Alégrate, tú apagas hogueras de errores; Alégrate, Dios Trino al creyente revelas. Alégrate, derribas del trono al tirano enemigo; Alégrate, nos muestras a Cristo el Señor y el Amigo. Alégrate, nos has liberado de bárbaros ritos; Alégrate, nos has redimido de acciones de barro. Alégrate, destruyes el culto del fuego; Alégrate, extingues las llamas del vicio. Alégrate, camino a la santa templanza; 23


pliego nº 21 Alégrate, alegría de todas las gentes. Alégrate, oh Madre, siempre VIRGEN! Portadores y heraldos de Dios eran los Magos, de regreso, allá en Babilonia. Se cumplía el oráculo antiguo cuando a todos hablaban de Cristo, sin pensar en el necio Herodes que no canta: ¡ALELUYA! ¡ALELUYA!, ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! El Egipto iluminas con la luz verdadera persiguiendo el error tenebroso. A tu paso caían los dioses, no pudiendo, Señor, soportarte; y los hombres, salvados de engaño, a la Virgen aclaman: Alégrate, levantas al género humano; Alégrate, humillas a todo el infierno. Alégrate, conculcas engaños y errores; Alégrate, impugnas del ídolo el fraude. Alégrate, oh mar que sumerge el cruel enemigo; Alégrate, oh roca do beben sedientos de Vida. Alégrate, columna de fuego que guía en tinieblas; Alégrate, amplísima nube que cubres el mundo. Alégrate, nos diste el Maná verdadero; Alégrate, nos sirves Manjar de delicias. Alégrate, oh Tierra por Dios prometida; Alégrate, en ti fluyen la miel y la leche. Alégrate, oh Madre, siempre VIRGEN! Simeón el anciano, al final de sus días, de este mundo dejaba la sombra. Presentado le fuiste cual niño, más, al verte cual Dios poderoso, admiró el arcano designio y gritaba: ¡ALELUYA! ¡ALELUYA!, ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! 24


Parte II. Aspecto doctrinal Misterios de la Fe Renovó el Excelso de este mundo las leyes cuando vino a habitar en la tierra. Germinando en su seno incorrupto lo conserva intacto cual era. Asombrados por este prodigio, a la Santa cantamos: Alégrate, azucena de intacta belleza; Alégrate, corona de noble firmeza. Alégrate, la suerte futura revelas; Alégrate, la angélica vida desvelas. Alégrate, frutal exquisito que nutre a los fieles; Alégrate, ramaje frondoso que a todos cobija. Alégrate, llevaste en el seno quien guía al errante; Alégrate, al mundo entregaste quien libra al esclavo. Alégrate, plegaria ante el Juez verdadero; Alégrate, perdón del que tuerce el sendero. Alégrate, atavío que cubre al desnudo; Alégrate, del hombre supremo deseo. Alégrate, oh Madre, siempre VIRGEN! Ante el Parto admirable, alejados del mundo, hacia el cielo elevamos la mente. El Altísimo vino a la tierra con la humilde semblanza de un pobre y enaltece hasta cumbres de gloria, a quien canta: ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! Habitaba en la tierra y llenaba los cielos la Palabra de Dios infinita. Su bajada amorosa hasta el hombre no cambió su morada suprema. Era el parto divino de Virgen que este canto escuchaba: Alégrate, mansión que contiene el Inmenso; Alégrate, dintel del augusto Misterio. 25


pliego nº 21 Alégrate, de incrédulo equívoco anuncio; Alégrate, del fiel Inequívoco orgullo. Alégrate, carroza del Santo que portan querubes; Alégrate, sitial del que adoran sin fin serafines. Alégrate, tú sólo has unido dos cosas opuestas; Alégrate, tú sola a la vez eres Virgen y Madre. Alégrate, por ti fue borrada la culpa; Alégrate, por ti Dios abrió el Paraíso. Alégrate, tú llave del Reino de Cristo; Alégrate, esperanza de bienes eternos. Alégrate, oh Madre, siempre VIRGEN! Todo el orden angélico asombrado contempla el misterio de Dios que se encarna. Al Señor, al que nadie se acerca, hecho hombre, accesible, admira caminar por humanos senderos, escuchando: ¡ALELUYA! ¡ALELUYA!, ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! Oradores brillantes como peces se callan ante ti. Santa Madre del Verbo. Cómo ha sido posible, no entienden, ser tú Virgen después de ser Madre. El prodigio admiramos tus fieles, y con fe proclamamos: Alégrate, sagrario de arcana Sapiencia; Alégrate, despensa de la Providencia. Alégrate, por ti se confunden los sabios; Alégrate, por ti el orador enmudece. Alégrate, por ti se aturden sutiles doctores; Alégrate, por ti desfallecen autores de mitos. Alégrate, disuelves enredos de agudos sofistas; 26

Alégrate, rellenas las redes de los Pescadores. Alégrate, levantas de honda ignorancia; Alégrate, nos llenas de ciencia suprema. Alégrate, novio del que ama salvarse; Alégrate, oh puerto en el mar de la vida. Alégrate, oh Madre, siempre VIRGEN! Por salvar todo el orbe el Dios Alfarero hasta el mundo bajó, porque quiso. Por ser Dios era él Pastor nuestro; se mostró por nosotros Cordero; como igual sus iguales atrae; cual Dios oye: ¡ALELUYA! ¡ALELUYA!, ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! Virgen, Madre de Cristo, Baluarte de vírgenes y de todo el que en ti se refugia el Divino Hacedor te dispuso al tomar de ti carne en tu seno. Y enseña a que todos cantemos en tu honor, oh Inviolada: Alégrate, columna de sacra pureza; Alégrate, umbral de la vida perfecta. Alégrate, tú inicias la nueva progenie; Alégrate, dispensas bondades divinas. Alégrate, de nuevo engendraste al nacido en deshonra; Alégrate, talento infundiste al hombre insensato. Alégrate, anulaste a Satán seductor de las almas; Alégrate, nos diste al Señor sembrador de los castos. Alégrate, regazo de nupcias divinas; Alégrate, unión de los fieles con Cristo. Alégrate, de vírgenes Madre y Maestra; Alégrate, al Esposo conduces las almas. Alégrate, oh Madre, siempre VIRGEN!


Impotente es el canto que alabar presumiera de tu gracia el caudal infinito. Como inmensa es la arena en la playa pueden ser nuestros himnos, Rey Santo, más no iguala los dones que has dado a quien canta: ¡ALELUYA! ¡ALELUYA!, IALELUYA! ¡ALELUYA! Como antorcha luciente del que yace en tinieblas, resplandece la Virgen María. Ha encendido la Luz Increada; su fulgor ilumina las mentes y conduce a la ciencia celeste suscitando este canto: Alégrate, oh rayo del Sol verdadero; Alégrate, destello de Luz sin ocaso. Alégrate, fulgor que iluminas las mentes; Alégrate, cual trueno enemigos aterras. Alégrate, surgieron de ti luminosos misterios; Alégrate, brotaron en ti caudalosos arroyos. Alégrate, figura eres tú de salubre piscina; Alégrate, tú limpias las manchas de nuestros pecados. Alégrate, oh fuente que lavas las almas; Alégrate, oh copa que vierte alegría: Alégrate, fragancia de ungüento de Cristo; Alégrate, oh Vida del Sacro Banquete. Alégrate, oh Madre, siempre VIRGEN! Por querer perdonarnos el pecado primero, el que paga las deudas de todos, de sus prófugos busca el asilo, libremente del cielo exiliado. Mas, rasgando el quirófrago antiguo, oye un canto: ¡ALELUYA!

¡ALELUYA!, ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! Celebrando tu parto, a una voz te alabamos como templo viviente, Señora. Ha querido encerrarse en tu seno el que todo contiene en su mano, el que santa y gloriosa te ha hecho, el que enseña a cantarte: Alégrate, oh tienda del Verbo divino; Alégrate, más grande que el gran Santuario. Alégrate, oh Arca que Espíritu dora; Alégrate, tesoro inexhausto de Vida. Alégrate, diadema preciosa de reyes devotos; Alégrate, orgullo glorioso de sacros ministros. Alégrate, firmísimo alcázar de toda la Iglesia; Alégrate, muralla invencible de todo el Imperio. Alégrate, por ti enarbolamos trofeos; Alégrate, por ti sucumbió el adversario. Alégrate, remedio eficaz de mi carne; Alégrate, inmortal salvación de mi alma. Alégrate, oh Madre, siempre VIRGEN! Digna de toda loa, Madre Santa del Verbo, el más Santo entre todos los Santos; nuestra ofrenda recibe en el canto; salva al mundo de todo peligro; del castigo inminente libera a quien canta: ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! ¡ALELUYA! ¡ALELUYA!

el gobierno propone una muerte digna. La iglesia propone una vida digna. ¡Ésa es la diferencia! 27


Asuntos Parroquiales

Agenda de junio Día 3: A las 8:30 t. reunión para padres y padrinos. Día 4: A las 6 t. Primeras Comuniones Día 5: Solemnidad de la Ascensión del Señor. A las 12 h. Primeras Comuniones. Día 12: Solemnidad de Pentecostés. A las 12 h. Primeras Comuniones. A las 8 t. Misa solemne y Confirmaciones. Termina el tiempo Pascual y se reanuda el tiempo ordinario. Día 13: Fiesta de san Antonio de Padua Comienzan los Cursillos Prematrimoniales a las 8:30 t. hasta el día 16, jueves inclusive. Día 16: Fin de curso grupo de catequistas.

Día 19: Solemnidad de la Santísima Trinidad. Día 23: 37º Aniversario de la ordenación sacerdotal del Sr. Abad. Día 24: Solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista. Día 26: Solemnidad del Corpus Christi: Día Nacional de Caridad Día 29: Solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo Triduo al Sagrado Corazón de Jesús. Día 1 de julio: Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús Día 2: Fiesta del Inmaculado Corazón de María. Ofrenda de flores a la Virgen durante todo el día.

Casa Natalicia de san Jacinto Castañeda. Restauración

Terminada la planta baja e inaugurada, estamos poco a poco terminando de pagar todo el presupuesto de las obras. Sortearemos a finales de febrero una imagen de sant Josep de madera de olivo hecha en Belén. La pueden ver expuesta en sant Francesc. Faltan a pagar: 2 852 euros. Tota pedra fa paret!

Solemnidad del Corpus Christi Misas: 10:30 h. Conventual en la Colegiata 13 h. en valenciano en sant Francesc 18 h. en sant Francesc Procesión: 19 h. desde la Colegiata. Es el Día Nacional de Caridad. 28


Libros del Señor Abad

“Señor, enséñanos a orar”. Oraciones y plegarias del cristiano.

Es un libro necesario para todos. Ofrece una selección de oraciones y plegarias para que podamos rezar. Debemos aprender a rezar y rezar cada día más y mejor. Este libro nos ayudará a rezar; debería convertirse en libro de cabecera. Está pensado para hacer un gran bien a todos.

“Lourdes: un trozo de cielo en la tierra”

Presentación del libro el jueves 26 de mayo a las 8:15 t. en el Palau de l’Ardiaca. Este libro nos lleva en peregrinación al santuario de Lourdes donde cada año asisten seis millones de peregrinos. Su centro es la gruta con la Virgen. Es un encuentro con María. Una reflexión de la vida de cada uno de nosotros ante la Gruta sagrada y sus acontecimientos.

La Colegiata tiene gastos de catedral e ingresos de Parroquia media. ¡Colaboremos, somos Parroquia! 29


Asuntos Parroquiales Pongamos en marcha el reloj y el carillón del campanario El interés por poner en marcha el reloj y el carillón se manifiesta con la colaboración económica. La maquinaria ya se encuentra en la Colegiata y pueden verla antes de que la subamos al campanario. ¡Campaña abierta! Donativos: 40+5 = 45 euros Tenemos: 7 664’80 euros

Primeras Comuniones

Confirmaciones

Cursillos Prematrimoniales

Sábado 4 a las 18 h. y domingo 5 de junio a las 12 h. Domingo 12 de junio a las 12 h.

Domingo de Pentecostés, 12 de junio a las 20 h.

Del 13 al 16 de junio a las 8:30 tarde en el Palau de l’Ardiaca.

En la declaración de la renta: Pongamos la X

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Capilla del Inmaculado Corazón de María Estamos esperando a que Patrimonio nos autorice el proyecto de restauración de la capilla presentado ya en Valencia hace unas semanas. Y en el momento en que tengamos dinero suficiente, comenzaremos la obra. Donativos: 10+5+335 (lampadario) = 350 euros. Tenemos ahora: 4 931 euros.

DVD Documental: «Las raíces cristianas de Xàtiva»

Gran éxito. No deje de adquirir este precioso documental. La Colegiata producirá otros cuatro hasta 2013. 2. La Nueva Evangelización desde la Seu. 3. La celebración de la fe en la Colegiata. 4. La caridad, mandamiento principal: Cáritas La Seu. 5. El arte y los tesoros de la Colegiata.

Las burlas, ofensas, parodias blasfemas contra la fe católica salen gratis en España. Gozan de privilegio. No pasa nada. 31


Asuntos Parroquiales Nuestros jóvenes de Confirmación El domingo 12 de junio, solemnidad de Pentecostés, recibirán el sacramento de la Confirmación 20 jóvenes que durante dos años han recibido la catequesis adecuada.

¿Qué piensan ellos de su preparación? -

Estos años me han enseñado a querir más a Jesús.

-

Las catequesis me han afianzado en la fe y me han ayudado a ser mejor cristiano.

-

Conozco más a Jesús y su Evangelio.

-

Estos años me han servido para conocer mejor mi fe y mis compromisos.

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¿A qué se comprometen? -

Me comprometo a ser mejor cristiano.

-

Me comprometo a ser fuerte en la fe.

-

Me comprometo a seguir las enseñanzas de Jesús.

-

Me comprometo a vivir la fe entre mis amigos sin miedo a nada.

-

Me comprometo a difundir mi fe sin ningún complejo.


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