Semanario #849

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Domingo 12 de mayo de 2013

Madres e hijas, proveedoras, servidoras…

Un tesoro invaluable e inagotable Hay mamás de todas las edades, desde jóvenes hasta ya en edad muy avanzada, pero pocas son las que después de terminar de educar a sus hijos ofrecen sus servicios a otros o deciden estudiar una profesión.

Beatriz Estrada Ruvalcaba, de 70 años de edad y 49 años de casada. Es ama de casa y voluntaria en una Estancia de Día, del Centro Teresa de Calcuta.

a una amiga que está estudiando aquí en el Centro; me compartió su experiencia y decidí estudiar el Curso de Gericultista. Me costó mucho, pero mis hijos me ayudaron, fueron muchas desveladas, aunque más las ganas de aprender.

Dulce Natalia Romero Cruz

E

n el Centro de Formación para Especialistas en Atención a Personas de la Tercera Edad, Madre Teresa de Calcuta, A.C., “Plenitud de Vida para una vejez digna”, hay mamás que atienden a otras, y algunas que son madres en cuanto a la transmisión de la Fe.

Hermana Martha Rea González, Directora del Centro Madre Teresa de Calcuta.

“Las mamás de antes vivieron mejor; las de hoy ya no se comportan igual con sus padres, y las del futuro están viendo lo poco que se valora hoy a sus ancianos. “Urge que todos pongamos la mirada en esta realidad natural como es la etapa de la vejez. Las madres tienen que enseñarles a los hijos el buen trato a los abuelos, el cariño que hay que darles y el sacrificio de tiempos. Sin embargo, muchas mamás muestran sólo enfado hacia los ancianos, y eso es lo que se les queda grabado a los niños. “El sistema únicamente nos enseña a tener, a la búsqueda del poder, del placer. Y muchas mamás, impulsadas por eso o también por necesidad, trabajan y no tienen tiempo para atender a sus hijos; mucho menos a sus padres, por lo que es importante estar muy unidos en familia para poder coordinarse y dar tiempo y atención de calidad a los abuelos. Hay abuelas que son abandonadas, y otras tienen mucho trabajo en el cuidado y crianza de sus nietos”.

“Comencé viniendo una o dos horas, pero ahora ya estoy aquí casi todo el día. Disfruto mucho conversar con los abuelitos; es algo que a ellos les gusta. Platican de cuando conocieron a sus esposos, de las cosas que hacían cuando eran jóvenes, de sus hijos, de sus nietos. “Antes de venir a la estancia, yo también fui abuela que cuidó a sus nietos; lo hice durante 14 años. Incluso cuando asistía a las juntas del Voluntariado venía con mi nietecita de días de nacida. Sigo cuidándolos en ocasiones especiales, pero tengo la gran recompensa que es su cariño. Creo que tenemos que sembrar, cuidar y cosechar en la vida, y mis hijos, viendo lo que hago por ellos y lo que hago por los ancianos, han ido aprendiendo valores, principalmente el respeto y el amor. “Aquí he aprendido también muchas cosas, y una de las más importantes ha sido valorar la etapa que estoy viviendo; he aprendido a envejecer, y trato de hacer conscientes de esto a mis familiares. “Para mí es muy grato servir, y mientras pueda, seguiré viniendo a apoyar. Mi marido no se opone, aunque en un principio no estaba muy de acuerdo, pero ahora ha visto cambios favorables en mí”.

Yolanda Íñiguez González, de 59 años de edad y más de 30 años de casada. Gericultista y ama de casa. Tiene 11 hijos y 11 nietos. “Llegué a ser Gericultista por una necesidad muy grande: mi mamá. A pesar de tener 16 hermanos, 11 de ellos vivos, las manos para atender a mi madre se fueron terminando; ella quedó a mi cargo, y yo no sabía cómo hacerle para atenderla y entenderla. Comencé a batallar mucho. Un día me encontré

“A medida que fue pasando el tiempo, me sentía cada vez más a gusto, pero también con grandes dificultades con mis hijos y mi esposo. Sin embargo, llegó un día en que comencé a ver los frutos. Todo se fue dando, gracias a Dios. Entendí que mi mamá necesitaba su propio espacio y se lo adecuamos en la sala de la casa; mis hijos fueron aceptando que ella estuviera ahí, y también comenzaron a involucrarse en el Centro y en nuestra comunidad. Hoy, al ver cómo hasta mis nietos son conscientes del cariño que necesitan los adultos mayores, me llena de alegría. Esto me costó mucho, desde esfuerzo hasta lágrimas, pero las Madres de aquí siempre me apoyaron, siempre tenían para mí una solución, una salida. Lo mejor fue darme cuenta de cómo mi mamá estaba mejorando, y ver que podíamos hacerla muy feliz. Ahora me siento completa y contenta con todo lo que tengo qué hacer, y le doy gracias a Dios por mi familia y porque ha puesto esto en mi camino”. (La mamá de la señora Yolanda falleció, y ella en ese tiempo tuvo que dejar sus estudios, justamente cuando su madre necesitaba más atención. Regresó, y las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado la ayudaron en su duelo. Terminó su Curso y continúa sirviendo en la Estancia de Día).

Esther Mares Zamora, 85 años de edad, 4 hijos y 7 nietos. “Vivo con mi hija la más grande. Me siento muy a gusto aquí conviviendo con todas las compañeras, pero ya en la tarde ella me recoge a las 18 horas, y todavía me lleva al Parque; damos dos vueltas, regresamos, me da

de cenar, me acuesta y luego se va con sus hijos. “Me siento muy bien y contenta con mi vida. Le doy gracias a Dios por todo lo que me da y me sigue dando. Aquí siempre tenemos actividades qué realizar; todo el día estamos ocupadas y felices; bailamos y cantamos”.

Delfina María Moreno, Hermana de la Caridad del Verbo Encarnado. “Dentro de las Congregaciones se le llama a la encargada ‘Madre Superiora’, y nosotras somos las Hermanas. Pero dentro de la vida religiosa también somos “madres espirituales” porque damos vida en otro sentido, no físicamente, sino que ayudamos a crecer espiritualmente a nuestros semejantes; les orientamos para encontrarse con Dios; les impulsamos a desarrollarse. “En general, en el mundo de la salud, desde hace 35 años que colaboro en Hospitales, he visto como una característica de nuestra gente sencilla en México, que los pacientes les comenzaron a llamar ‘madres’ a las enfermeras, como una forma de demostrar gratitud a quienes los atendían igual que su mamá para mitigarles su dolor, asearlos y estar al pendiente de ellos”.


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