Semanario #810

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Domingo 12 de agosto de 2012

San José María Robles Hurtado

Un enamorado del Sagrado Corazón El 3 de mayo de 1888 vio la luz un infante en el Municipio de Mascota, Jalisco, quien llegaría a Guadalajara el año de 1901 con la firme decisión de prepararse intensamente para ser Sacerdote. José María Robles Hurtado inició así un camino estrecho de virtud que le exigió la máxima fidelidad y lo condujo a los altares.

Sagrado Corazón de Jesús, colocó una Cruz, que aún existe en La Loma; actos que le acarrearon una persecución militar, pues fue tildado de “rebelde” y “delincuente”. El 17 de enero de 1927 fue aprehendido y martirizado el Sacerdote perteneciente a la Parroquia del Padre Robles, su compañero Genaro Sánchez Delgadillo (también Mártir y Santo). Tras este doloroso acontecimiento, el Padre Robles tuvo que ocultarse para conservar su vida y seguir en medio de sus feligreses, hasta que fue apresado justamente antes de celebrar el Santo Sacrificio de la Misa, cumpliendo la orden del General Agraz: “Procédase con todo rigor en contra del Cura rebelde”. Mas el corazón del señor Cura estaba preparado, su voluntad estaba unida a la de Dios y, así, fue encadenado y atado como un delincuente hasta consumar el acto de la entrega de su vida.

Diácono José de Jesús Ortega Montes

T

oda la existencia del Padre Robles Hurtado se caracterizó por un entrañable amor al Sagrado Corazón de Jesús, de quien era ferviente devoto, en particular de su contemplación a la luz del Misterio de la Eucaristía: “Todo por el Corazón Eucarístico de Jesús”, era su lema. Con este sentimiento engendró la idea de fundar una comunidad de varones para consagrarse a la vida religiosa, pero este sueño no fue posible en el contexto de la persecución religiosa en México, siendo, por tanto, más viable, comenzar la obra de la fundación por la rama femenina, a la que dio el nombre de “Víctimas del Corazón Eucarístico de Jesús”, haciendo eco al llamado de Cristo, expresado a Santa Margarita María Alacoque: “Ando en busca de una víctima para mi Corazón, que quiera sacrificarse según mis designios”.

“Todo por Él, eternamente”

Excelente y piadoso seminarista José María Robles, durante su formación en el Seminario, se esmeró por manifestar con fidelidad su respuesta a la vocación sacerdotal. Los archivos del Seminario de Guadalajara atestiguan su excelente condición de estudiante, su calidad humana, su piedad, así como también su preocupación por los demás; cualidades que son, en realidad, las que engendran a los Santos. Así vivió “el loco del Sagrado Corazón”, como era conocido entre sus compañeros del Seminario. Se cultivó

en él una alma santa, preparando su vida como ofrenda, presentada a Dios el día de su martirio, el domingo 26 de junio de 1927, por la madrugada, cuando fue colgado de un roble en la Sierra de Quila, Jalisco. Como vemos, la vida de un Mártir no se improvisa; requiere que el fiel cristiano esté consciente de su deber como bautizado. Esto lo comprendió San José María Robles, quien no guardó nada para sí mismo. Una vez escribió, ya cercana la fecha de su muerte:

“Por eso busco la Cruz, para probar a mi Amado que mi amor de sus amores es gentil enamorado”.

Amor

a

Dios,

hasta las últimas conse-

cuencias

Fue así como el 12 de diciembre de 1926, a pesar de las restricciones, celebró solemnemente la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, y después, consagrando a su Parroquia de Tecolotlán al

Su amor por Jesús Eucaristía motivaba cada paso y decisión que tomaba. Decía él mismo: “El Corazón de Jesús en la Eucaristía... sea el irresistible imán de todo nuestro ser y el principio y fin de nuestra vida entera; como los pajarillos hacen su nido en las ramas, así vosotros fabricad vuestro nido y eterna morada en la herida del Corazón de Jesús; ahí vivid, ahí morid, y reinaréis eternamente”. San José María Robles es un ejemplo de Sacerdote que se entregó con amor incondicional a Cristo y a los hermanos, teniendo como meta y consigna: “Todo por Él, eternamente”, como suelen decir las Religiosas por él fundadas, a las cuales, quien fuera su compañero de Seminario, luego Arzobispo de Guadalajara y primer Cardenal mexicano, José Garibi Rivera, les modificó el nombre, quedando rebautizadas como “Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado”. San José María Robles, apóstol incansable del Corazón Eucarístico de Jesús, ¡ruega por nosotros!


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