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La María
activsmo
Martín Barriuso: premio al activista del año
Javier Novoa Email: javinovoa_lm@yahoo.es
“Tenemos que diseñar intervenciones prácticas, como las plantaciones colectivas, que planteen casos jurídicos conflictivos”
Martín Barriuso, tenaz, irónico, valiente, recibió en la pasada Cannabis Parade el premio Active 2004, en reconocimiento a su infatigable labor en el mundo del activismo cannábico. Pregunta. ¿Qué te impulso a apostar con tanta energía por la lucha antiprohibicionista? Respuesta. Soy de un barrio de Bilbao, Rekalde, donde el uso de heroína causó estragos desde principios de los años 80, algo que también afectó a gente de mi entorno. Yo, como todo el mundo, creía que el problema era el consumo en sí, hasta que empecé a leer textos que cuestionaban la prohibición y denunciaban sus efectos “colaterales”. Así que cuando unos compañeros fundaron en 1991 la plataforma para la legalización de las drogas, Bizitzeko me apunté a firmar el manifiesto fundacional, al cabo de un tiempo empecé a participar activamente en el grupo. Yo, como otros miembros de Bizitzeko, no era consumidor, pero me parecía una cuestión de justicia social tan básica que no podía dejar de implicarme. P. Comenta la fundación de Kalamudia y las actividades que desarrollasteis R. La idea de crear Kalamudia la planteé en el seno de Bizitzeko en 1996. Para entonces ya me había hecho usuario de maría y otras sustancias varias (influencia de las “malas” compañías) y me parecía que faltaba algún tipo de colectivo que, más allá de defender la legalización, lo hiciera en primera persona, desde la perspectiva de los usuarios. Y como el cannabis es, con gran diferencia, la droga ilícita más consumida y más popular, parecía lógico empezar por organizar a los fumetas. Juntamos un montón de gente y para comienzos de 1997 ya estábamos en marcha. Fueron años muy intensos, con montones de charlas, comunicados y artículos de denuncia, junto con otras actividades, como la página web (que aún está activa), la asesoría para multas, el autocultivo o el análisis de sustancias. P. Un hito importante fueron los cultivos colectivos R. Sí, de hecho fue la actividad que más eco nos dio. La cosa empezó con la campaña “Contra la prohibición, me planto”, impulsada desde la Coordinadora Estatal por la Normalización del Cannabis en 1997. Intentábamos apoyar a los compañeros de ARSEC (los primeros que hicieron una plantación colectiva y pública en 1993), que aún estaban pendientes de sentencia por parte del Supremo. Al final, los únicos que plantamos fuimos los vascos. Y lo hicimos a lo grande: Casi 200 personas autoinculpadas, incluidos políticos y famosos de todo pelaje, más de 600 plantas y una campaña de prensa muy efectiva que hizo que saliéramos en todas partes: periódicos, radio, televisión… El caso es que se abrieron diligencias previas por un posible delito contra la salud pública y yo, como presidente de Kalamudia, tuve que ir a declarar, pero enseguida se archivó y conseguimos la primera cosecha legal –o al menos tolerada por las autoridades- de
Barriuso orgulloso con la pipa de kif del Premio Active 2004.
marihuana en el Estado español en muchas décadas. Luego repetiríamos la experiencia en 2000 y 2001. Aunque tuvo menos repercusión, también cosechamos sin ningún problema legal. P. ¿Ves una continuación natural de esos cultivos colectivos en los clubs de catadores? R. Sí, de hecho Kalamudia ha desaparecido y ha sido sustituida por otras cinco asociaciones, que ahora estamos en proceso de fundación de una Federación Vasca de Asociaciones de Usuarios/as de Cannabis. Ya no nos llamamos asociaciones “de estudio”, sino que exigimos la condición de consumidor/a para poder entrar. Y aunque mantenemos la actividad reivindicativa, la mayor parte de acciones son más prácticas y van más dirigidas a satisfacer las necesidades de la gente socia, incluida la búsqueda de formas de abastecimiento en circuito cerrado que nos permitan ir creando un mercado legal para el cannabis. De alguna manera, aprovechamos la brecha abierta desde Kalamudia para seguir creando precedentes y cambiando las cosas en la práctica diaria, ya que los eslóganes, por si solos, sirven para poca cosa.
Martin Barriuso en su charla en la Parade.
P. Valora la función que desarrolla la Asociación de Internautas del CannabisCafe.net. R. Creo que CannabisCafé es un ejemplo claro de lo que internet y las nuevas tecnologías de comunicación nos pueden ofrecer a los movimientos asociativos.
“El Partido Cannabis me parece una iniciativa oportunista, poco meditada” En un panorama en el que las asociaciones cannábicas estaban dispersas y un tanto desorientadas, la aparición de CannabisCafé ha sido un revulsivo, ya que está sirviendo de punto de encuentro de la gente más activa e inquieta y se ha convertido en un referente para el conjunto del movimiento, sobre todo ahora que mucha gente pasa de asociarse y prefiere buscarse la vida por su cuenta, un error por desgracia demasiado frecuente. P. La FAC parece que tira adelante tras el primer intento de la coordinadora. R. Sí, y me alegro de verdad, porque algunos llevamos tantos intentos fallidos de crear una coordinación estable entre los grupos estatales que ya estábamos, como en mi caso, bastante desanimados. Parece que la FAC ha alcanzado un nivel de madurez y eficacia lo bastante asentado como para poder empezar a hacer planes a medio y largo plazo, algo impensable hace unos años. A ver si cunde. P. ¿Que líneas de acción consideras
prioritarias para el movimiento antiprohibicionista en el nuevo contexto? R. Si al decir nuevo contexto te refieres a la reciente victoria del PSOE, creo que hay que mantener una actitud de optimismo vigilante y activismo inteligente. El PSOE, en 1982, prometía también muchas cosas y, de hecho, la reforma del Código Penal de 1983 nos convirtió en el país con la legislación más abierta en materia de drogas. Pero, a falta de una presión social que las contrarrestase, las presiones internacionales, sobre todo de los yanquis, pesaron más y acabaron haciendo una Contrarreforma. El ejemplo más claro es la Ley de Seguridad Ciudadana, con sus multas por tenencia y consumo, que es hija del mismo PSOE que nos gobierna ahora. De forma que ahora yo no confiaría en que ellos, de motu propio, vayan a cambiar radicalmente las leyes. Creo más bien que, además de hacer propuestas políticas alternativas, tenemos que diseñar intervenciones prácticas, como fueron en su día las plantaciones
colectivas de Kalamudia, que planteen casos jurídicos conflictivos y pongan en un brete al gobierno. Se trata de actuar y, por decirlo de alguna manera, empujar el carro mientras el amo está entretenido mirando para otra parte. Y que para cuando quiera darse cuenta, el carro esté unos cuantos metros más allá y calzado con unas buenas piedras, no sea que se les ocurra empezar otra contrarreforma. Y por cierto, lo que no haría sería apostar por meterse al juego político, como está haciendo el Partido Cannabis, me parece una iniciativa oportunista, poco meditada y que no refleja en sus planteamientos –bastante pobres, por cierto- la riqueza y diversidad que acoge en su seno el movimiento por la normalización del cannabis. Pero claro, en todo movimiento hay gente que aporta ideas y gente que se aprovecha de las ideas ajenas para hacer carrera. En eso los fumetas parece que somos iguales que los demás. Habrá que mirarlo por el lado bueno y tomarlo como un signo de normalización. En fin… P. ¿Quieres comentar algo para acabar la entrevista? R. No, que ya me he enrollado bastante. En todo caso, decir que el premio Active me ha hecho muchísima ilusión y quiero agradecerlo públicamente.