Voces en el camino - VOL.3 - 2018

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VOCES EN EL CAMINO, VOL. 3 © Departamento de Lenguaje y Filosofía, Windsor School. © Departamento de Artes y Tecnología, Windsor School. Windsor School Valdivia www.windsorschool.cl Impreso en Valdivia, Chile. Diciembre, 2018.


Vol. 3

(Concurso Literario 2017)


Arte


{

Literario AntologĂ­a 2017

}



La búsqueda de la identidad es un objetivo esencial para cualquier persona en desarrollo; dejar de imitar, de copiar, de seguir la pauta que se nos presenta, corresponde un desafío en el camino de todo estudiante. Buscar hasta descubrir nuestras capacidades, nuestras habilidades, implica la profunda reflexión o la ingeniosa intuición de nuestros jóvenes. Dichos elementos se plasman en este libro. Procesos de creación, que han surgido de un resplandor de genialidad al observar o sentir, dando como resultado la verbalización de estas ideas. Inspiración, captura de ciertas imágenes que se extraen desde las palabras, y también una adecuada guía; una palmada de motivación dada en el momento justo que ha significado estar entre los autores de las páginas que ahora van a observar. Este libro implica un trabajo arduo de varias disciplinas durante todo un año, pero no sólo eso, también es la comunión de muchos factores, donde uno de los más potentes es la confianza; creer que nuestros jóvenes tienen la capacidad de abrir las ventanas a la creación. Juzgue usted si teníamos razón.

Vivien Turner Saelzer DIRECTORA


Voces en el camino nace, hace ya tres años, como una propuesta entre los departamentos de Lenguaje y Artes, que busca fomentar la creatividad a través del amor por la literatura y las artes visuales. El hecho de sentarse frente a una página en blanco, con el propósito de escribir, permite una profunda reflexión sobre aspectos de la persona o el mundo que normalmente pasan inadvertidos. Los jóvenes que han participado de este proceso escritural, han encontrado en esta proposición una instancia que, según ellos, los conecta con el ejercicio de una pasión, abriéndoles un espacio para desarrollar una actividad que aman y que además les permite destacar en el trabajo escolar. La creación de este libro también posibilita que la obra literaria, producida por un alumno, amplíe su capacidad expresiva para convertirse en un texto multimodal que permite la libre interacción del lector con otros soportes creativos, como son la narración, la ilustración o el video. Se logra de esta manera un particular enriquecimiento textual, ya que un lector-creador lo utiliza como soporte para dar fundamento a una nueva forma de expresión estética. Desde el área artística se ha decidido abarcar el trabajo de interpretación de los textos de esta antología a partir de dos aristas: el lenguaje plástico de la ilustración y el lenguaje audiovisual, aspectos desarrollados por alumnos de Cuarto Medio, y cuya finalidad es realizar la visualidad del libro, creando piezas que busquen complementar e interactuar con las narraciones de los estudiantes


En conclusión, este libro no sólo compila el trabajo de los alumnos que participan en él, sino que busca aportar como material pedagógico, en tanto permite acercar la literatura y el arte a la comunidad windsorina.

PRESENTACIÓN

que participan del concurso literario, lo que permite tener la libertad de reinterpretar los textos e incluir nuevos elementos o características que nutran y enriquezcan el discurso literario. El trabajo realizado en artes se enmarca en el concepto de proyecto de aula, y cabe destacar que la totalidad de los estudiantes de las asignaturas (artes visuales y electivo audiovisual) participan de éste, construyendo sus propuestas enfocados en una selección de referentes artísticos; es por esto que en la publicación es posible encontrar una variada gama de ilustraciones y videos que reflejan la diversidad de los procesos creativos de nuestros estudiantes.


Primero Bรกsico



Catalina Zeeb Katarina Lesina


1er. Lugar

La mariposa amarilla toma té de manzanilla en la noche sueña con el país de las maravillas. Cuando despierta prepara el desayuno la mariposa amarilla come pan con mantequilla.

Catalina González Villanueva 1° Básico B


Micaela Cifuentes


2do. Lugar

Mi pajarito es muy travieso lo vi y se subió a mis huesos Mi pajarito se encontró una cebolla yo lo vi y lo puse en la olla Mi pajarito ya se me escapó.

Matilde Arce Vergara 1° Básico B


Belén Gutiérrez


3er. Lugar

El sol y la luna se pelean entre sí, la luna quiere paz y el sol diversión. Cuando la luna está presente, el sol se aburre y cuando el sol aparece la luna no quiere escucharlo y se tapa los oídos.

Maite Cañoles Ulloa 1° Básico A


Josefa Ibáñez


1er. Lugar

En un lugar de la selva había un tigre vegetariano. Un buen

día se encontró con una hormiga que iba camino a la escuela. La hormiga se asustó, le rogó: ¡no me comas! Y el tigre le contestó: ¿yo, comerte? ¡Pero si yo soy vegetariano!

La hormiga lo invitó a comer.

¡Pero para llegar a mi casa debemos pasar un lago!, le dijo.

Pero el tigre le tenía miedo al agua. La hormiga le explicó que había un puente y el tigre se tranquilizó. Pronto llegaron a la casa de la hormiga, cuando lo hicieron comieron muchos vegetales y vivieron muy felices.

Emilia Gajardo Aravena 1° Básico A


JosĂŠ Manuel Rivera


2do. Lugar

Había una vez unos lápices muy amigos, que un día iban caminando por un caminito y de pronto un carro de lápices policías se acercó y el policía les dijo: ¡están arrestados! Los lápices fueron a prisión por un malvado rey estuche que había engañado a los policías. Cuando se hizo de noche, los lápices idearon un plan para escapar de la cárcel. A la mañana siguiente tenían listo su plan, entonces, como eran tan flacos se pasaron entremedio de las rejas y los guardias goma dijeron: ¡vuelvan a su celda! Los lápices dijeron ¡nosotros no fuimos, fue un malvado rey! Entonces fueron a arrestar al rey y los lápices vivieron felices para siempre.

Alonso González Garbarino 1° Básico A


Salvador Silva


3er. Lugar

Había una vez un arcoíris él tenía todos los colores. Pero un día… Un mago malo… Se llevó el color morado del arcoíris. Cuando el mago llegó a su cueva vio el color morado brillar. El mago entendió que el arcoíris necesita su color y se lo devolvió y le pidió disculpas al arcoíris. El arcoíris lo perdonó y el mago se puso feliz.

Lorenzo Peña Cifuentes 1° Básico B


Joaquín Cárcamo


1er. Lugar 2016

Doña Primavera llegó la Primavera y los pajaritos han llegado. Y el sol llegó para cantar la, la, la, la, la, mientras las flores bailan y los árboles tocan el cascanueces. Y el agua hace una demostración de estrellas. la, la, la.

Rocío Navarro Bertrán 1° Básico B


Segundo/Tercero Bรกsico



María Jesús Winter


1er. Lugar

El limón es amarillo igual que el sol me levanto en la mañana a comer limón. El limón es ovalado como la forma del sol es muy refrescante como la limonada cuando hace calor. El limón es divertido y muy jugoso al igual que la naranja con gajos numerosos. Hay grandes y pequeños verdes y amarillos ácidos y jugosos y me alivian el resfrío.

Sofía Navarro Roth 3° Básico B


Mary Delgado


2do. Lugar

El gatito barrigón es muy lindo y juguetón tiene cara de perita y una pata muy cortita. Come mucho chocolate y pan de aguacate después de su comida se va solo a su guarida. El gatito barrigón es muy tierno y dormilón y por ser tan comilón todos lo llaman barrigón.

Ian Rodríguez Lovera 3° Básico B


Luis Illanes


3er. Lugar

Son ustedes los que andan debajo de la cama los que nos hacen soñar. Con gatos rojiverdes y que nos hacen volar. Yo creo que son ustedes los que roban leche y pan. Los que ríen bajo la cama los que hacen soñar. .

Rosario García Lizasoaín 2° Básico B


RocĂ­o Parada


1er. Lugar

Había una vez una osa que roncaba muy pero muy fuerte, tan

fuerte que no dejaba dormir a los demás osos. Hasta que un día roncó tan fuerte que los habitantes cercanos de la aldea más cercana al bosque fueron a reclamarle el silencio. Entonces a un aldeano se le ocurrieron varias ideas. Una era darle tapones a todos los de la aldea, pero la osa roncó tan fuerte que los tapones se reventaron, la otra idea era que le colocaran una cinta adhesiva en la boca, pero roncó tan fuerte que la cinta se destruyó y quedaba una sola idea y era que la llevaran a otra aldea, pero eso significaba que nunca la volverían a ver.

Después la osa decidió irse, estaba muy triste y ya no quería

molestar a nadie con sus ronquidos y todos se pusieron muy tristes. Unos días después los osos igual la extrañaban mucho y la osa igual extrañaba su bosque y sus amigos osos, entonces, se escapó y volvió al lugar donde antes vivía y ahora, aunque ella ronque, nunca más se van a enojar.

Sebastián Andrade Bravo 2° Básico B


Pablo Fernรกndez


2do. Lugar

En una galaxia muy lejana había soldados intergalácticos. En

total, por grupo, eran cuatro, pero uno de los grupos era diferente. Ese grupo era rebelde, el grupo rebelde no obedecía las órdenes, se metían en misiones que no eran suyas, eran todos unos rebeldes y todo. Todas las naves que les daban las estrellaban y las armas que les daban para las misiones las usaban para jugar y crear destrozos.

Después, un par de años después, ellos ya no hacían tantas

locuras en sus misiones, no causaban destrozos, solo un poco y esta fue la historia de los soldados rebeldes.

Matia Loncarevic Narbona 2° Básico B


Cuarto/Quinto Bรกsico



Teresita Boock


1er. Lugar

Pequeña bebé de ojos puros ¿qué escondes en esa mirada? Esa mirada limpia e inocente que mi corazón tanto anhelaba. Tus balbuceos tan tiernos algo me quieren contar un secreto entre nosotras que de mi boca no saldrá. No te preocupes pequeña bebé sola no te voy a dejar no podría dejar esa mirada que algo me quiere contar.

Sofía Ojeda Solís 4° Básico B


Joaquín Cárcamo


2do. Lugar

Yo soy el sol tú eres la luna yo el amor y tú la ternura. Yo soy el día tú eres la noche yo el polo sur tú el polo norte. Yo quiero ir arriba tú quieres ir abajo yo quiero algo caliente tú quieres algo helado. Dos polos opuestos dos polos cerrados dos polos diferentes dos polos amados.

Josefina Pozas Sotomayor 5° Básico B


Fernanda Guzmรกn


3er. Lugar

Las estrellas son pequeñas y bellas como margaritas alegrando la primavera. La luna llena, ilumina la noche, acompaña la oscuridad y hace más bella la noche. El búho parado en una rama observa y cuida la noche, ya que de día cierra sus inmensos faroles. De repente algo amarillo llega la luna arranca y llega la primavera. Pequeñas y luminosas bolsas se abren y respiran crecen fuertes y sanas y bastante coloridas. Los pajaritos cantan y el resto trabaja ¡Llegó la primavera! a ordenar la casa. Trinidad Urrutia Andia 5° Básico B


Romina Gatica


1er. Lugar

Era medianoche y Amanda se despertó, todo se veía borroso, había soñado sobre una ballena que, gracias a una tormenta, había quedado varada en una playa de la isla prohibida. Esta era una isla llena de vegetación y a veces escuchaban terribles rugidos que venían de ella, pero los rugidos no eran la única razón por la que nadie iba a la isla; los grandes héroes habían ido allí en busca de aventura, pero nunca regresaron.

Amanda era una niña de diez años que a veces tenía sueños proféticos, ella creía que éste era uno y decidió contarles a sus vecinos y familia en la mañana. La gente se levantaba a las ocho de la mañana y empezaba a trabajar, media hora después se juntaban en la casa de alguno de los vecinos a tomar desayuno. Fue en ese momento que Amanda contó sobre su sueño, pero las respuestas no eran las que esperaba. - Seguro, dijo su hermano en un tono sarcástico. - Hija, estoy segura de que sólo fue un sueño, dijo su madre. -¿Estás tratando de atraer la atención Amanda? Preguntó un vecino. - ¡Y para de hacerte la lesa! Le gritó un amigo. - Yo te creo, dijo un anciano de repente y todos los miraron como si estuviera loco, pero después de un momento todos empezaron a discutir otra vez, gritando que igual era la isla prohibida. En todo el griterío la niña salió de la casa, seguida por el anciano quien le habló: - Busca la ballena, le dijo. Y ahí desapareció. En ese momento se dio


cuenta de que era un espíritu, no humano, entonces corrió hacia su casa, agarró su mochila y la llenó con comida y corrió hacia su canoa. Empezó a remar hacia la isla prohibida, el sol le pegaba en la frente, pero siguió remando hasta que llegó a la isla. Aquí esperaba encontrar a un animal salvaje o algo por el estilo, pero no a uno de los héroes que había ido a la isla y nunca había regresado. - Amanda, bienvenida a tu nuevo hogar, aquí es donde vivirás, pero primero hay que encontrar a la ballena y sólo tú sabes dónde está, le dijo el héroe en una voz clara y baja. Sin saber cómo sabía dónde era que estaba la ballena, la niña caminó hacia el Este y esa fue la dirección que siguió semiinconsciente hasta llegar a la criatura. Entonces, sin pensarlo, sin conciencia de sí misma, empezó a cantar una canción que su madre le había enseñado de pequeña y las olas, felices con la melodía, empezaron a bailar a su ritmo, haciendo esto se llevaron a la ballena al mar abierto, quien ya al borde la muerte desapareció en las profundidades del mar para regresar a la vida. Y como la hija de Amanda, puedo comprobar esta historia, ya que todavía estoy aquí, en la isla prohibida.

Ilani Fuentes Camus 5° Básico A


2do. Lugar

Este soy yo, Timie Tomson, un niño totalmente normal, hasta que mis padres me dijeron que tenían que ir al Amazonas por trabajo. Ellos son biólogos, o sea, estudian la selva y la vegetación. Tendré que quedarme con mi abuela, una vieja y gorda señora. Hoy mis padres toman el vuelo a Brasil. Así que no voy a soltarlos ni un momento, como a mi osito Tedy. Creo que los voy a extrañar un montón por estar con mi abuela Rita, que ni siquiera me cae bien. Ya pasaron dos días desde que se fueron mis padres al Amazonas. Mi abuela Rita me obligó a tomar sopa, la comida que más odio. Estoy tan feliz porque me llegó una carta que dice esto: Querido hijo: Te extrañamos un montón, pero de verdad es muy interesante todo. ¿Sabías que el Amazonas es una selva y un río? Recibe ese nombre por las mujeres que viven ahí, “las Amazonas”. Hoy hicimos un tour por las ruinas, fue todo muy divertido. Espero que te estés divirtiendo con tu abuelita. Con cariño, tus padres. Qué suerte tienen mis padres, pueden estar navegando el día entero por el río, mientras yo tomo sopa todos los días y me divierto leyendo (en realidad no me divierto). Otro día malo, me pegaron un puñetazo en el colegio y a mi abuela le dio lo mismo. Pero en el almuerzo llegó el cartero con un sobre para mí, y decía: Para mi niño: Hoy, mi corazón, fuimos al centro de la selva y nos dimos cuenta que hay una gran biodiversidad, hay muchos tipos de animales y vegetación. También hacía frío y el territorio era muy montañoso.


Joaquín Arredondo

¿Sabías que el Amazonas atraviesa ocho países en total? Bueno, espero que me respondas muy pronto. Con amor, tus padres. Tengo mucha tarea que hacer, pero primero les respondí a mis padres, bueno, en realidad no hice mi tarea, pero mi carta fue como un texto para lenguaje, así que se podría decir que sí la hice. Mi vida es tan desagradable; vivo con mi abuela, soy malo en lenguaje en el colegio, mis padres están al otro lado del mundo, bueno, por lo menos me mandan cartas. Por cierto, me llegó una, siempre las leo, así que ahí va: Querido Timie: Te extrañamos un montón. Hoy fuimos al río Amazonas. ¿Sabías que antes era un lago y ahora es un río? El río más caudaloso. Empieza en la cordillera y termina en el océano Atlántico. También aprendimos que en el siglo dieciséis llegaron los españoles a buscar riquezas. Ellos recorrieron todo el río Amazonas y trajeron enfermedades que los amazónicos no conocían. De verdad todo está muy interesante, espero que lo estés pasando bien. Besos, tus padres. Solo falta una semana para que mis padres vuelvan y mi abuela se vaya. Hoy la profe Amparo nos pidió que escribiéramos un texto informativo sobre el Amazonas, así que llegando a mi casa voy a reunir las cartas con la información. Y eso hice. ¡Hoy ha sido un día increíble! Primero, me saqué un siete en el texto informativo, segundo, hoy es jueves y mis padres vuelven el viernes, y tercero, mi abuela se va mañana. ¡Por fin es viernes! Mi abuela Rita se fue y mis padres volvieron. Me felicitaron por sacarme un siete y además les expliqué cómo lo hice todo. Ellos me respondieron con un feliz “Te extrañamos”, y así terminó la historia de Timie Tomson.

Maite Lataste Menéndez 5° Básico A


Sebastián Del Río


Scarleth Miranda


3er. Lugar Hace poco tiempo, en una linda casa existía una niña llamada... ¿Cómo? ¿Felicia? ¿Feliz? ¿Felicidad?, ¡ya sé!, una niña llamada Marisol. Ella tenía 12 años, pero todavía tenía mucha imaginación. Se imaginaba ogros, gigantes, dragones y hasta tenía un perro imaginario llamado Picle. Cuando ella iba al colegio, sus compañeros y amigos le decían que madurara y que pare de imaginarse esas cosas. Marisol ya empezaba a enfadarse y decidió invitar a sus dos principales amigos (Francisca y Andrés) a su casa para que vieran con ella “esas cosas”. Cuando sus amigos llegaron a su casa, ella los llevó a su patio para que vean a su perrito Picle. Al verlo, Marisol dijo - ¡Ven!, ahí está mi perrito Picle- pero ella era la única que lo veía, ya que sus amigos la vieron como si estuviera verdaderamente loca. Después de un par de horas, sus amigos se fueron de su casa, pero antes le repitieron que madurara más. Marisol se fue furiosa a su pieza, pero rápidamente se durmió en su cama. Al día siguiente, en el colegio, Marisol no se rindió y re invitó a sus amigos a su casa. Cuando sus amigos llegaron a su casa, les dijo astutamente que cerraran sus ojos y que se imaginaran con todas sus fuerzas a su perrito Picle y, finalmente, que abran sus ojos. Ellos no creían que al abrir sus ojos iban a ver a su perrito, pero al abrirlos…-¡cáspita!- gritaron sus amigos, que no podían creer que veían a Picle. Marisol rio y dijo: si imaginan con toda su fuerza, todo se puede. Los tres se rieron a carcajadas por lo cursi y cierta de esa frase. Ya faltaba una hora para que se fueran los amigos de Marisol y no querían que ese día termine, así que se propusieron ir al castillo de chocolate donde todo era de ensalada, ¡estoy bromeando!, donde todo era de chocolate. Cuando era hora de que se vayan, sus amigos pidieron perdón por lo que le hicieron a Marisol. Desde ese día, siempre los viernes, se juntaban para imaginar cosas increíbles como la de este día (de vez en cuando invitaban a otro compañero para que les creyera y poco a poco todos tuvieron mucha imaginación).

Maite Krarup Segura 4° Básico A


Sexto/Séptimo Básico



Gabriel Appel


1er. Lugar

El uno le pregunta al tres: ¿qué es lo que te pasa, acaso no me ves? el tres le dijo al cinco que en la carrera partió hecho un brinco. El cinco le dijo al siete que le gustaría volar en cohete. El siete le dijo al nueve que se compre un paraguas, porque en Valdivia es mucho lo que llueve. El nueve le dijo al once que le encantan las joyas de bronce. El once le dijo al trece que no temiese, porque es normal que durante la noche el cielo se oscureciese. El trece le dijo al quince que ojalá se recuperase de su esguince. Los números impares hablan mucho no se detienen ni en un segundo, pero con sus diálogos se hace cadena que alcanza para dar infinitas vueltas al mundo.

Sofía Larrucea Flores 6° Básico A


Catalina Albrechtt


2do. Lugar

Mi querido amigo eres tan fiel pero un día Dios dijo que estás con él. De ti, recuerdos tan viejos brotan de todo mi ser recuerdos hermosos recuerdos de ti. Jugábamos horas yo lanzaba y tú traías y con otros perros tú te divertías. Papá cuenta sus historias de cuando eran jóvenes y a todas partes iban, pero sobre todo cuando aún no existía. Tú envejeciste ya no querías jugar hasta que quedaste en nostalgia de no olvidar. Pedro Fritz Mautz 6° Básico A


Octavo Bรกsico / Primero Medio



Paula Cรกrcamo


1er. Lugar

16 de junio 2017 Ser inconsciente de las estupideces que estás haciendo es malo. Pero saber que tus acciones son absurdas y aún así las sigues repitiendo es aún peor. Esta es la definición perfecta de lo que han sido mis sentimientos hacia ese idiota durante estos últimos meses. Te aseguro que no sé ni cómo ni cuándo ha surgido esto pero… ha pasado. Pude haberlo detenido… pero nunca me tomé un tiempo para meditar sobre mi repentino cambio de comportamiento con él. Nosotros hemos discutido y competido por todo desde que estábamos en el colegio y que él se haya ido a la misma universidad que yo, gracias a lo similares que son nuestros intereses, no ha mejorado mucho las cosas. La rivalidad infantil siguió… Hasta que fuimos emparejados para hacer este proyecto en nuestra clase favorita (“nuestra”, porque a los dos nos encanta esta materia). Algo que quiero dejar claro es que nunca existió “odio” entre él y yo, solo competencia. Las peleas físicas que tuvimos fueron muy pocas y creo que ninguna fue con intención. Yo me he percatado de su preocupación cuando me enfermo o me hago daño, y estaría mintiendo si es que digo que yo tampoco tengo esta irritante actitud de “mamá-gallina” con él cuando le pasa algo malo. Este proyecto nos permitió dejar nuestra rivalidad a un lado, y algo tuvo esta oportunidad para desarrollarse ahí. Algo que presiento que ha estado esperando mucho tiempo para salir. Sentimientos Al principio fui totalmente inconsciente de que estaba pensando mucho más en él que lo normal, y que los momentos que pasábamos juntos los disfrutaba más que antes.

Incluso hubo un poco de coqueteo ahí. Proveniente de los dos lados honestamente.


Ningún otro proyecto que habíamos hecho en el pasado influyó tanto en nuestra relación como lo hizo éste. Lo sorprendente es que nunca sentí las típicas “mariposas” o escalofríos que indicaban la presencia de deseo o atracción. Todo fue misteriosamente… silencioso. Estos sentimientos afectaron mis pensamientos e influenciaron mis acciones de una manera radical sin que yo me diera cuenta. Crecieron y crecieron mucho bajo una máscara que los hacía pasarse por una “rivalidad amistosa” y nada más. Me hicieron hacer cosas que, ahora que lo pienso, hacían obvio mi afecto hacia él; toques casuales, comentarios, miradas y muchas más cosas que eran coqueteo puro. Pero como él no mostró indicios de incomodidad o repulsión, no fui capaz de verlo. En realidad, parece que él estaba pasando por lo mismo que yo… porque si no, la única otra opción es que haya sabido hacia dónde se dirigía todo esto, desde el principio, y que simplemente dejó que las cosas vayan a su rumbo, aceptándolo. No sé cuál de las dos opciones es peor. Como ves, diario, ahora mismo estoy totalmente consciente de todo, por lo que debes estar pensando que ocurrió algo para que me diera cuenta de estos sentimientos, ¿no? Desgraciadamente, estás en lo correcto. Y fue horrible. El momento en el que fui capaz de ver que toda esta amistad no era lo que aparentaba en realidad me golpeó más fuerte que un ladrillo. Y eso ocurrió el 4 de junio. Nos habíamos juntado en su departamento para avanzar un poco en el proyecto, y todo había ido bien. En realidad, esta junta era muy distinta a las primeras que tuvimos, ya que antes nos poníamos a discutir hasta por el tamaño de la letra del documento que teníamos que escribir. La evolución por la que nuestra relación pasó aún me impresiona. Lo que rompió la tranquilidad ahí fue que cuando él me encontró escribiendo algunas ideas en mi libreta personal, me la quitó para ver qué otras cosas tenía. Y lo que ocurrió después fue… indescriptible. Traté de quitarle la libreta de inmediato, pero no podía ya que él era más alto que yo. Y fue en ese momento que tuve la idea más estúpida de la historia.


Lo empujé contra el sillón, haciendo que pierda el equilibrio y que cayera sentado, dejando la libreta a mi alcance. Tomé esa oportunidad para abalanzarme encima de él, dejándolo sin ninguna salida y así hacerme más fácil poder arrebatarle el pequeño objeto. Los dos nos estábamos riendo mientras yo trataba de sacar la libreta de su mano, y cuando la tomé… Lo miré. Los dos paramos de reír. Me di cuenta de lo cerca que estábamos, de la posición en la que nos encontrábamos, de sus ojos que me miraban de una manera tan penetrante, y… El súbito escalofrío que recorrió todo mi cuerpo en ese momento fue lo que me permitió salir de ese eléctrico trance, y le quité la libreta para después alejarme lo más que pude. No recuerdo qué excusa fue la que di para retirarme, solo puedo evocar la masiva realización que tuve al salir corriendo de ahí y las lágrimas recorriendo mis mejillas por el impacto. “Esta sensación es… oh no puede ser,¡¡NO PUEDE SER!!” Él se ha mostrado distante durante estas últimas semanas, y yo también. Creo que lo que ocurrió en ese fatídico día nos impactó bastante a los dos. Pero las miradas siguen ocurriendo, y de vez en cuando hay un choque de hombros o una mano rozando el brazo del otro. De eso puedo sacar la conclusión de que ya no hay una simple amistad aquí; los dos necesitamos hablar sobre lo que ocurrió ese día para aclarar todo. Además, el sentimiento es bastante… embriagante, honestamente. Nadie me ha hecho olvidar el mundo a través de una conversación o me ha hecho sentir que puedo ser capaz de encajar en nuestra sociedad a pesar de mi actitud y defectos como él. Esto, extrañamente, se siente como lo… correcto. Me hace sentir algo que nunca he sentido antes con nadie más: satisfacción. Quiero parar estos sentimientos, pero mis acciones no ayudan en la situación. Mi corazón me está usando como si fuera una marioneta, dejándome totalmente fuera del control de mis acciones cuando se trata de él. De Aspen.


Todo esto explica las dos frases que escribí al principio. Inconsciente o consciente, mis acciones siguen siendo las mismas, ya que estos sentimientos se encuentran ahí. Todo lo que Aspen ahora hace es “majestuoso” de alguna manera. La forma en la que se muerde su labio cuando se concentra… cómo sus ojos se iluminan cuando él habla sobre algo que le apasiona… Como es magnético, y me mantiene dentro de su órbita a pesar de todos mis intentos de salir… Como si no me quisiera dejar ir. Y tú te debes preguntar por qué me preocupan tanto estos sentimientos. Bueno. La respuesta es tan complicada como simple: Esta es la primera vez en la que me he sentido atraído hacia el mismo género. Y eso ya vuelve la situación mucho más enredada de lo que ya era antes. -Dante Esa voz me hizo levantar la cabeza de inmediato, cerrando mi diario en el proceso. -Aspen, respondí, mirándolo con precaución. Esto se mantuvo por un momento, como si tuviéramos miedo de hablar. Había pasado una semana y media desde nuestra última interacción, después de todo. -Estás rojo, dijo, tratando de romper la tensión del momento. Me tuve que haber puesto así por lo que estaba escribiendo en mi diario. -Wow, tenemos a un Sherlock Holmes aquí, dije con sarcasmo, sonriendo un poco. Aún recuerdo con afecto las batallas de insultos que hacíamos en nuestro colegio, muchos años atrás. La sonrisa que me devolvió me provocó una felicidad indescriptible. Odio admitir que me encantó ese sentimiento. Es adictivo. -Tenemos que terminar el trabajo. Recuerda que es para la próxima semanamencionó, apoyando una mano sobre mi mesa, peligrosamente cerca de la mía. -Bueno, pero esta vez vayamos a mi departamento. El tuyo es un asco, dije, riéndome un poco.


-Ha ha, obvio, se rio, rodando los ojos. La clase está por empezar, así que de ahí planeamos la hora y todo, ¿ok? -Ok, le dije, sonriente. Cuando sus dedos rozaron los míos, mientras se iba, algo me quedó bastante claro: Estos sentimientos han estado enterrados al fondo de mi mente durante mucho tiempo y yo sé que son algo nuevo y especial solo por la persona que me los causa.

Y lo más probable es que él sienta lo mismo.

Además, creo que estos sucesos eran totalmente inevitables, y deben de estar ocurriendo por una razón. Reprimir estos sentimientos solo me va a hacer daño, por lo que no me queda otra opción más que… aceptarlos. Tomé mi lápiz y abrí mi diario, situándome en las últimas páginas que había redactado, y escribí una última cosa antes de cerrarlo de nuevo. Pero… estaría mintiendo si es que digo que nunca creí que esta rivalidad se iba a transformar en algo más. Aspen me ha atrapado en su red, y, honestamente… No tengo ninguna intención de salir.

Constanza Covacevich Suazo 8° Básico A


Paulina Paredes


2do. Lugar

Desde pequeña las arañas le habían causado un miedo terrible, un miedo que la podría haber llevado a salirse de sí. Muchas veces, más bien siempre, despertaba por las noches y gritaba pensando que tenía arañas entre los dedos y dentro del pijama. Una vez, a los diez años, se había caído de un árbol al ver una –fea y gorda araña- dijo, se golpeó la cabeza y terminó desmayada. Sin embargo, las había estudiado y sabía de ellas como nadie. Sabía cada una de sus posiciones a cada hora, sus formas y tamaños. Conocía sus colores y sus peligros. Lo sabía todo, pero no las soportaba. No sabía cuántas horas o días habían pasado, pero un día despertó inconsciente en el hospital. No había nadie. Estaba desierto. En los brazos tenía picaduras de arañas que sobresalían como alguien que se levanta en medio de las sábanas. No gritó. No se sorprendió. Sólo llegó hasta un baño, se miró a un espejo y se vio.

Vio ocho patas y un… rostro. Bueno, no se le podría llamar así.

En ese momento pensó en que nunca antes se había visto en un espejo. No sabía cómo era ella misma. Prefirió nunca haberlo sabido. Pero ahora lo sabía. Ella era su peor temor. Diego Saavedra Mardones 8° Básico B


Francisca Arredondo


3er. Lugar

Alma se lanzó por la ventana siendo engullida por el suelo, cayó al vacío y, por segundos, que se le hicieron eternos, no vio más que oscuridad para luego aterrizar en un montículo de nieve. Al abrir los ojos sintió frío, tanto frío, no podía pensar en nada más. Sentía como sus huesos se atrofiaban, su mandíbula tiritaba, su sistema nervioso lanzaba oleadas de escalofríos por todo su cuerpo, su sangre se congelaba volviéndose espesa y disminuyendo las débiles pulsaciones. Quería gritar pero no podía moverse, dolía y supo que iba a morir y solo deseó morir de una forma más digna que por una maldita hipotermia. Pensó que se sentía como cuando en las tardes de verano comías un helado rápidamente y afirmabas con expresión divertida que tu cerebro se había congelado, pero lo que ella sentía no era para nada divertido, la sensación de frío había sido captada por todo su cuerpo y se sentía horrible, iba a morir y era seguro, sólo se repudió haber cruzado la estúpida ventana y volvió a cerrar los ojos. Había aceptado su fallecimiento cuando sintió unas manos tomarla y unos brazos cargarla, luego todo volvió a ser consumido por la oscuridad. Al despertar sintió un fuerte dolor de cabeza y una inesperada sensación de calor la invadió, abrió los ojos confundida y observó el lugar en el que se encontraba; las sábanas sucias de una vieja cama la cubrían desprolijamente, observó sus brazos sobre las colchas; su piel tenía un aspecto azulado tornándose morado por la reciente presencia de frío extremo. Fijó su mirada en las paredes de la habitación en la que estaba y el lugar le brindó la impresión hogareña de una cabaña. El repentino crujir de la puerta la obligó a posar su vista en ella. -¿Has despertado? Ya era hora, exclamó ese muchacho alto y reservado que ya conocía, un sedoso y lacio cabello castaño ocultaba sus orejas, sus ojos eran preciosos; cafés pero cautivadores, comunes y aun así merecedores de atención absoluta, su mirada era poderosa y debía usarla con mesura, no parecía tener más de 17 años y probablemente fuera más joven. - Sebas, ¿qué ha ocurrido? -Has estado a escasos pasos de la muerte por una hipotermia, declaró con voz amable. Mas ella no se refería a eso; recordaba a la perfección haber saltado de su ventana para luego estrellarse en la nieve y vivir los momentos más tormentosos y dolorosos de su vida.


-Sabes que no hablo de eso. Tomó un hondo respiro para luego comenzar a hablar de nuevo. ¿Por qué me llamaste?, exclamó y sintió una oleada de alivio, había querido preguntarle eso desde que había visto dibujado, en el vidrio empañado de su ventana, la regular firma de Sebastian y el símbolo elegido por ellos como llamada en caso de emergencia; una letra “S” decoraba su ventanal. Rápidamente Sebastian adquirió una postura tensa, lo cual solo consiguió alertar a Alma. El joven se sentó cautelosamente en la silla ubicada a su costado y se dispuso a hablar. -Alma, sé que has decidido no permanecer en el bosque de sangre y dejar a Oliver, pero él está en peligro y te necesita. Me prometiste que a pesar de vivir en la tierra y que ya no estuvieras con Oli románticamente, siempre podríamos contar con tu ayuda así que, Alma, te lo suplico. El rostro de Sebastian demostraba lo preocupado que estaba y es que sentía una presión y angustia consumiendo todo su pecho que solo iba aumentando a cada segundo sin conocer el estado de su mejor amigo. -Pero... ¿Qué ha ocurrido? Alma simplemente no sabía que decir, no entendía nada de lo que estaba ocurriendo y comenzaba a desesperarse, al igual que Sebas estaba preocupada. -El príncipe, ese maldito, eso ha ocurrido; su voz fue infestada por el odio como una plaga. Sabes lo loco que está por el poder y control. Desde que te fuiste y decidiste no heredar el trono a reina por legado él lo ha tomado y nos ha gobernado desde entonces con un régimen tiránico, sin piedad alguna. Todos los habitantes hemos llevado a cabo una reunión clandestina y hemos decidido destronarlo. Oli obtendría su lugar, gobernando justamente, pero en nuestra asamblea había un infiltrado y Dante ha descubierto nuestras verdaderas intenciones, así que ha mandado a sus vasallos a capturar a Oli y lo ha condenado a la horca. Su voz se rompía en pedazos al igual que su esperanza y él mismo. - Será asesinado por la mañana y con tu entrenamiento y el mío probablemente tengamos una oportunidad de salvarlo, Oli te necesita y yo lo necesito a él, ayúdame a recuperarlo. Sebas suplicaba y Alma divisó cómo algunas lágrimas se desbordaban de sus ojos. -Lo haré, claro que lo haré. Que ya no viva aquí o que ya no esté con él no significa que no me preocupe por Oli y por este lugar. Alma estaba segura y se guardó el dolor y la cobardía en la cárcel de sus costillas. La muchacha conocía perfectamente el castillo, su antiguo hogar, por lo que al caer la noche se dirigieron a los pasadizos secretos de la fortaleza para encontrar a Dante indefenso y atacarlo. Llegaron a la habitación del susodicho y abrieron la puerta, pero para su desgracia el rey se encontraba despierto. -Hermanita querida, ¿qué te trae por estos lugares? El chico de 16 años fumaba un cigarrillo. “Sin duda es demasiado joven e inmaduro para gobernar” pensó Alma. -Ahorráte tus saludos y cuentos, estoy bien informada de lo que está haciendo el reino.


-Eres el heredero, el rey, ya dejamos muy atrás a lo que monarquías absolutas se refiere, prometimos ser reyes que gobernarían con democracia y justicia, ¿qué te ocurrió?, le encaró su hermana mientras Sebastian estaba al acecho de cada movimiento de su presa. -Ay, hermanita mía, siempre tan ingenua, acarició los mechones rubios de la cabellera de Alma y ella alejó su mano. Puede ser que ahora los reyes hayan abandonado la soberbia, pero recuerda que estamos en el reino del bosque de sangre, donde los malos se vuelven buenos, los buenos se transforman en malditos, los egocéntricos en inseguros, los inseguros en poderosos, los sabios en incultos, los incultos en líderes, los príncipes en dragones, los dragones en príncipes y las princesas son sus propias heroínas. Tu chico dragón, Oliver o como se llame, creyó erróneamente que él podría ser rey, pero no se percató de un detalle; antes yo era un bastardo, el medio hermano de la verdadera heredera, engendro de una infidelidad, nadie creía en mí, siempre fui una carga, y mírame ahora. Arrojó el cigarro apagado al suelo y tomó su copa de vino con postura prepotente - Ya sabes, el reino del bosque de sangre donde los bastardos son reyes, finalizó mientras guiñaba un ojo. - Odio interrumpir su amoroso desacuerdo fraternal, exclamó Sebastian sarcásticamente. Pero, Alma, tenemos una situación, señaló con su dedo índice la ventana de la estancia que brindaba vista al pasillo principal de la estructura. Muchos guardias venían directo a la habitación en protección de Dante. Alma gruñó exasperada. -Tranquila, yo me ocupo, sentenció para luego dar una reverencia burlona. Prosigan con su pequeña riña, mis niños. El muchacho abandonó la alcoba. -¿Hora del plan? La joven le preguntó a su hermano con una mueca traviesa. -Es tiempo de la acción y de romper esperanzas, hermanita. Le respondió éste riéndose siniestramente. Por cierto, gran actuación, hasta yo llegué a pensar que pertenecías a su bando. -Sabes que el papel de heroína no es lo mío, me gusta mucho más el de tirana, no compares una corona con una capa. Tomó la corona del estante abriendo las puertas de cristal y besó la parte superior de la tiara. Te extrañé mucho mi preciosa. -Deja las cursilerías para después, que el estorbo ya viene para acá. Sebastian entró al dormitorio y observó la escena frente a sus ojos. El cadáver de Dante descansaba en su cama mientras que Alma soltaba el cuchillo, empapado en sangre de su mano. -Sebas, yo...lo maté. Cayó de rodillas al suelo y comenzó a llorar. Sé que era un monstruo pero era mi medio hermano. Se limpió las falsas lágrimas con su brazo, todo su cuerpo temblaba. Pero sé que hice lo correcto. -Lo hiciste. Ahora debemos salvar a Oli ¿Te dijo dónde estaba?, cuestionó esperanzado.


-Sí, sígueme. Alma se levantó y tomó la mano del joven para que la acompañara. Llegaron al sótano del castillo donde se ubicaban las calderas y calabozos, ambos sintieron un aire frío que les produjo un escalofrío. La muchacha lo guió a la celda del chico híbrido, con sangre de dragón y capaz de cambiar de forma a su gusto, convirtiéndose en humano o dragón según sus necesidades, pero éste se encontraba en un estado deplorable; los vasallos de Dante lo habían sedado con medicinas extrañas invalidando su capacidad de cambiar formas, y dejándolo atrapado en su condición de persona. Alma tomó un manojo de llaves de su bolsillo y abrió el calabozo, Sebas entró corriendo. -Oli, Oli, por favor despierta, mi amor. Pegó su frente con la de su amado y este apenas susurró su nombre. De repente una corriente de aire invadió la prisión y se escuchó el sonido de una puerta cerrándose con fuerza; la puerta de la celda en la que estaban los jóvenes. Alma, ¿qué haces? Abre la puerta, exclamó confundido y Dante se ubicó junto a su hermana. -¿De verdad creíste que los ayudaría? Sebastian la miró angustiado. Oh, sí lo creíste, comenzó a reír, pues que mal porque mi hermano y yo estamos vivos, juntos y reinaremos este asqueroso pueblo y los reinos cercanos. Seremos los reyes más poderosos con una sed de riquezas insaciable y asesinaremos y encarcelaremos a todos los plebeyos inferiores como ustedes. -Míralos, dos amantes a punto de morir en los brazos del otro, locos por mantener seguro a su enamorado, dos mejores amigos que se enamoraron del otro y eso les costó la vida, ¿no es adorable? Dante gozaba contemplar el dolor en la mirada de Sebastian y el cuerpo débil de Oliver. -Claro que sí, respondió la joven. El reino del bosque de sangre donde un héroe y un dragón se enamoran, el príncipe secuestra al dragón para ser salvado por la princesa, pero ella los traiciona, y el príncipe y la princesa despreciables, tiránicos y manipuladores terminan siendo reyes gobernando a base de sangre y dolor; me encanta este lugar. Una sonrisa siniestra se formó en su rostro. -Y a mí, mi reina. Sebastian escuchó una última vez la risa de Dante y los observó alejarse mientras las lágrimas caían sin cesar de sus ojos, observó a su enamorado retorciéndose del dolor de la muerte entre sus brazos y lloró con más fuerza porque no tenía nada más que hacer; era el fin y ya no había esperanza ni escapatoria.

Paz Oelckers Escauriaza 8° Básico B


Ana RamĂ­rez


Segundo/Tercero/Cuarto Medio



Josefina Israel


1er. Lugar

Estaba amaneciendo y como ninguna otra mañana ella estaba despierta, se levantó, miró a su lado y él estaba boca abajo durmiendo profundamente, como cualquier otra persona a las cinco y media de la mañana, fue al baño, se lavó la cara con agua fría y se fue a la cocina. Comenzó a hervir el agua para su café matutino y se sentó en la mesa que se encontraba en la misma habitación, a esperar, y cerró los ojos. Se estaba cayendo o mejor dicho derrumbando, se llevó las manos a la cara para secar sus lágrimas y respiró profundamente, contó hasta 3 y se levantó, caminó hasta la esquina de la calle siguiente con paso rápido y pesado, otra mañana más de trabajo, la última mañana, miró la hora, llegaba tarde, miró hacia arriba y vio los grandes edificios que se levantaban, al igual que ella lo había hecho hace cinco minutos, a su alrededor. Pasó por la recepción, saludó a la misma señora que estaba detrás de ese escritorio la primera vez que entró en ese frío edificio hace 10 años, siguió y subió al ascensor, era de vidrio y se podía ver toda la ciudad propagándose como si fuera una serpiente, los edificios altos con más de setenta o incluso noventa pisos tapaban la vista al río, congelado por las bajas temperaturas, sería la última vez que viera aquellas altas torres de ventanas y cemento. Siguió el camino hasta su pequeño cubículo que se encontraba en el medio del veinteavo piso, lo único que entraba en ese pequeño espacio era su computador y una pequeña ruma de papeles que lo más probable haya dejado su jefe hace aproximadamente veinte minutos, al lado de éste se encontraba un señor de edad, con una mano en el teclado de su computador y la otra sosteniendo su calva cabeza, estaba durmiendo, roncando incluso, ella por compasión apretó el botón de guardar de la computadora de su colega y se sentó en su incomoda silla. No podía esperar más, ya llevaba tres tazas de café, le tiritaban las manos y su vecino ya se había ido, hace bastante tiempo, mira su reloj nuevamente han pasado cuatro horas desde que llegó, ella debería estar


almorzando, pero como siempre el apetito se le fue en la segunda taza de café. Había terminado, aún le quedaban dos horas para completar su jornada, se paró y fue a la oficina de su jefe, el que rechazó a los dos años de trabajo en esta empresa, a quien llamaba su mejor amigo (a los tres años de oficina), y al que ahora solo podía llamar por su cargo. Nuevamente en el ascensor, contenía la respiración y tamborileaba sus dedos al son de la música “relajante” de éste, tin, llegó al piso, caminó por el largo pasillo hasta una oficina de puerta de cristal con el nombre estampado, lo leyó, Lucas Bauer, soltó el aire y la golpeó suavemente, escuchó un pequeño llamado indicándole que pasara, volvió a contener el aire y entró, miró a éste sujeto que se encontraba sentado detrás de un gran escritorio a los ojos por un momento y dejó una delgada carpeta encima de su escritorio, luego alejó la vista y miró por el ventanal que sustituía la pared del costado, observó por un tiempo el paisaje, si se veía el rio, con una pequeña capa de hielo desde allí, la serpiente de edificios desde allí se veía más tranquila, menos violenta. Lo volvió a mirar y sin decir nada se retiró de aquel lugar, antes de bajar la manilla dudó por unos segundos, miró hacia atrás y vio como su jefe la contemplaba y volvió la vista al frente. Abrió los ojos y escuchó como hervía el agua, se levantó de la pequeña mesa, tomó una taza de la estantería y echó el polvito café que se encontraba en el tarro de vidrio; con taza en mano se fue de vuelta a su pieza y sin hacer mucho ruido para que él no se despertara, corrió la cortina y observó cómo las olas cubrían la arena y las ramas de las verdes palmeras ondeaban con el soplido del viento, se dio vuelta y observó cómo dormía su acompañante, y se preguntó si él recordaría aquellos días grises de manera tan frecuente como lo hacía ella.

Andrea Villagrán Molina III° Medio B


2do. Lugar

En la mañana del lunes, la señora Garza tenía su té de jengibre a las 10:00 en punto, le traspasó este hábito a Felisa, su criada, quien puso la tetera en la encimera y molió el jengibre en el mortero. Sus huesos adoloridos por la presión la obligaron a sentarse, la silla crujió mientras la criada empezaba a reflexionar. Escuchó a la lejanía el tintineo de una campana que la despertó de su sueño despierto, tomó la tetera y la puso en una bandeja de plata donde apiló unas tazas de porcelana. Mientras avanzaba por el pasillo del ala oeste hacia la estancia, se encontró con su hermana mayor Selena. -La señora ha recibido una carta de Manuel, dijo mostrándosela. -No puedes interrumpirla ahora, Selena, está en medio de su convite con el Alcalde y el Sr. Ortega, dijo sin detenerse. -Lo sé, pero no olvides el mal estado en que está la señora y Dios sabe cuándo se nos va a ir. El caballero es buena persona y se preocupa por ella. -La vas a poner de malhumor, ella no quiere saber nada del muchacho desde que decidió hace unos meses irse a Polonia con su padre. -Igual es su hijo, el afecto se mantiene. -No deberíamos entregársela. -No somos su familia, Felisa, ni definimos lo mejor para ella, solo sirvientas, ordenamos y hacemos nuestras labores, no más. A pesar de sus gritos, Felisa no aparecía por la puerta, la señora Garza, con miedo de impacientar a sus invitados trató de armar una conversación: -Oh, no sé lo que le pasa a esta criada. Siempre está pajaroneando. Lamento no poder atenderlos por mí misma, mi estado no ha estado mejorando… -Quiere que me levante a buscarla, Amanda, dijo Lorenzo. -No, no… esperémosla, que conversar es uno de los mejores regalos que puedo recibir, me hacen enterarme del mundo del cual me encuentro confinada. -Tampoco está en tan mala situación. Su habitación está llena de artículos lujosos… -Ah, pero estas cosas sirven poco cuando la mayoría del tiempo te encuentras sola. - ¿Y qué hay de su hijo?, dijo el señor Ortega.


Ale PeigĂąan

Camila Asenjo


El alcalde se sobresaltó y a la señora Garza le dio un bajón. Él no sabía lo complicado que era el tema. El señor Ortega se dio cuenta de su error y emitiendo una mueca incómoda exclamó. -Me refiero… a que últimamente, los precios de las mercancías han estado bastante caros en Europa, ya no se pueden conseguir materiales como la porcelana china con la facilidad con que se hacía hace 4 años. -Bueno, eso puede ser verdad -dijo Amanda- no ha habido mucho cambio en la decoración de esta habitación. Casi todo son reliquias familiares, el espejo tocador, la mesilla y el armario. Incluso la manta que estoy usando, me la bordó mi madre cuando era joven, jamás he visto una obra igual, es hermosa, ella tenía muy buen gusto. -En efecto, Amanda, dijo Lorenzo relajándose. En ese momento alguien golpeó la puerta, la señora Garza dijo que pase y entró Felisa con la bandeja de oro y tazas de cerámica. Tenía una carta en la mano, sirvió el té a los invitados y le entregó la carta a la señora. Mientras leía la carta la expresión de la señora se quedó en un neutro muerto. Después de leerla dijo: -Felisa, ¿sabes escribir?, necesito que respondas a la carta, escribe por mí. Felisa asintió y se sentó en el escritorio Manuel, Quedo impactada y defraudada por tu casamiento, desde pequeño te eduqué para tener ciertos estándares y ser el ejemplo de tu abuelo, que consiguió tanta fortuna y fue triunfador junto a tu abuela, pero ya decidiste remplazar la casa de tu madre por el barco de tu padre. Incluso si no tuviera mi condición, no viajaría para ver a mi hijo ausente contaminar su sangre y la de sus descendientes. Pero poco vale la opinión de tu vieja madre, ya la has ignorado muchas veces. Amanda Garza -¿Crees que es un poco duro, Felisa?, dijo la señora exhausta y bebiendo el té. - Tal vez… ¿No será un poco dura, Sra. Garza? -No sé, debería reflexionarlo. -Ok, la envío, dijo Felisa atemorizada. -Amigos, lamento mucho esto, ¿pero podrían retirarse? Estoy muy exhausta y necesito descanso. Los caballeros, que se mantuvieron callados durante todo el evento, se retiraron pálidos como si hubieran visto un fantasma y desaparecieron tras la gran puerta. Felisa ordenó las cosas del té, hizo una reverencia y también se retiró.


-Lo tomó mucho mejor de lo que esperaba, dijo Selena caminando junto a su hermana. -Creo que no advertiste la ira en sus ojos, esa mujer ya no se preocupa por nadie. -Bueno, si el chico está iniciando negocios entre Portugal y Caracas la señora no puede intervenir en eso. - ¿Y no será simplemente que te alegra que el señorito solterón vendrá a la ciudad a visitar a su “madre”…, más seguido?, dijo con tono Burlón. -Cállate, Felisa, dijo Selena ruborizándose. La criada se levantó de la silla y fue afuera, estaba soleado, iba mejorando el tiempo, empezó a recoger algunos frutos rojos del huerto con los cuales intentaría hacer una jarra de mermelada. Si es que el fuego se mantenía. Mientras que la señora Garza seguía en su habitación, descansando, exhausta y llorando. Su frustración iba a tales niveles que alcanzó la fuerza para rasgar una de las partes de su sábana. Sintiendo que el frío se apoderaba de su cuerpo llamó a Felisa. La sirvienta entró en la estancia, se veía vieja y su delantal estaba sucio, traía una bandeja de madera con unas jarras de metal. Sirvió el té y la señora le dijo -Felisa, he roto la sábana, la puedes volver a bordar, por favor. La criada asintió y se retiró a buscar aguja e hilo. Cuando se fue, la señora empezó a pensar, su manta ya no se veía tan glamurosa como antes, los bordados se veían desfigurados y había hilos de distintos colores que la opacaban. Pero después empezó a escudriñar su habitación que empezaba a sentir más pequeña y sentía que se le comprimía encima junto a sus muebles y las ventanas, el bello sol que entraba por la ventana empezó a oscurecerse a una penumbra. De nuevo, entró Felisa que traía la aguja y el hilo, sin embargo, necesitó una línea entera para poder pasar el hilo por el ojo de la aguja ya que es una tarea ardua y difícil, se arrodilló junto a la cama y empezó a coser. -Felisa, ¿sabes si a Lorenzo y al señor Ortega les gustaría recibir otra invitación del té? Siento que no los he invitado en un largo tiempo. No se inmutó y siguió cosiendo, sin respuesta; la criada al terminar la costura sirvió correctamente el té; la Sra. Garza recibió la taza de porcelana, pero sus propias manos viejas no pudieron sostener la caliente jarra y derramó su contenido en la manta, lanzó un grito desgarrador mientras sentía un infierno que se descarrilaba en sus pantorrillas. Felisa sacó el viejo trapo cocido y cogió un paño con el que secó a la señora. - ¡Lo siento señora Garza!, exclamó, con un tono grave y raspado. - Ay Felisa, no hables de eso ahora, solo devuélveme mi sábana, se me hiela el cuerpo.


-Señora, pare de llamarme Felisa, soy Ester, replicó la criada. La mirada de la señora se centró en la criada. Sus facciones, muy parecidas a Felisa, se fueron diferenciando. Ester era más baja, de cara más redondeada, pero de brazos largos como orangután. La Sra. Garza se dio cuenta que a la criada le faltaba un dedo. -Yyyy... Titubeando, temiendo preguntar, dijo ¿dónde está Felisa? -¿Quién es Felisa? -Mi criada, la que me ha acompañado todos estos años de fortuna. -Yo soy su criada, y no se podría decir que vivimos en la gran casa, pero me suena haberle entregado una carta de ella hace unos días. Tal vez la dejó en la papelera. Ester se estaba acercando al mueble al otro lado de la habitación cuando la Señora Garza largó un grito ¡No, aléjate! La criada la miró con cara de puchero y se fue de la habitación a colgar la manta cocida afuera. A Amanda se le estaba helando el cuerpo, pero estaba demasiado enojada para llamar a Ester, así que ella misma se sentó en su cama y se puso al costado, se balanceó y volvió atrás, se balanceó otra vez y, antes de perder el equilibrio, se apoyó en la mesita de luz al lado de su cama. Así fue caminando apoyándose continuamente en los objetos. Todo estaba frío, el piso estaba frío, los muebles estaban fríos e incluso el aire estaba frío. ¿Qué le pasó a la calefacción? se dijo. Logró llegar al armario, encontró unas frazadas que más parecían trapos sucios, sacó una y se disponía a volver a su cama cuando notó dos cosas. Primero vio la papelera, había una carta de color rosa que la señora tomó solo para confirmar que decía de Felisa y la guardó. Segundo, notó por la ventana el sector donde se colgaba la ropa y vio su sábana entre otros camisones para dormir. ¡Con lo peligroso que es el barrio! Demás que la roban, dijo. Ella se disponía a salir de su habitación cuando al llegar al pasillo sintió un ataque de frío y un dolor en la rodilla. Esos no son los pasillos donde ella creció, ¿o sí? No, ella no estaba en esta situación antes. Felisa y los demás existían, ella se acuerda de cómo perdió... nada importante. Ester llegó y la encontró tirada en el piso. - ¡Ay señora, cómo se le ocurre levantarse!, dijo agarrando a la señora Ester y poniéndola en la cama. - ¡Tráeme mi sábana, bordada por mi madre, antes de que me la vayan a robar! - No señora, ese trapo cocido está empapado de té y no la va a calentar más. Póngase una de estas frazadas.


Amanda fue arropada por Ester con una cautela impresionante, la frazada no tenía nada especial, era del material más simple, pero aun así pudo calentar a la señora Garza. Ester le trajo un té y le dijo “bébaselo y quedará bien calientita”. La señora Garza se sentía demasiado acogida en ese ambiente tan tosco que estaba habitando. Podía tomar el té para sentirse mejor, pero decidió primero leer la carta de Felisa, asustada un poco por lo que encontraría sacó la carta cuidadosamente, la desdobló y... Querida Señora Garza, Esta misma mañana me levanté a servirme un té de jengibre, como solía preparárselo a usted en los viejos tiempos. Para que usted sepa, los negocios de Manuel han ido bastante bien, hizo un contrato con una empresa islandesa de mariscos importando los productos a Europa. Mi hermana lo acompaña de vez en cuando y trae diferentes regalitos o curiosidades del sector ártico, yo sigo como sirvienta y tía y me dedico principalmente a la educación y cuidado de sus nietos, sus nombres son Julito y Selena, de 12 y 7 años respectivamente. Nos tratamos como una gran familia que, incluso si usted no quiere participar, la incluimos; le envío una pulsera que hicieron los niños especialmente para su pariente de Caracas. Con amor, Felisa De la carta salió solo polvo, astillas y unos pétalos ya secos, la señora Garza nunca supo cómo responder, bebió el té y durmió entre los harapos.

Mario Calvo Brun III° Medio B


Mario Calvo


Javiera Hernรกndez


3er. Lugar

Llevábamos como una hora aproximadamente atrapados en ese lúgubre elevador, sin decirnos ni una palabra, el silencio reinaba dentro de esas cuatro paredes y nuestra impaciencia se alimentaba de aquello. Mis manos temblaban producto de los nervios y el aire se hacía cada vez más escaso, podía sentir como el ataque de pánico se apoderaba de mi cuerpo, sin embargo, ni siquiera poseía mi medicamento a mano como para detenerlo. - ¿Estás bien?, me preguntó de improviso, mirándome con preocupación. - Sí, sí, sólo soy un poco claustrofóbica, respondí sorprendida. - Tranquila, pronto nos sacarán, no te preocupes, sonrió de una forma dulce. - ¡Ojalá! Respiré hondo. - A todo esto, soy... Raúl... Raúl Fernández. No me había presentado. Me extendió su mano cortésmente. ¿Y tú? - Elena Andrade. Acepté su saludo. - Un gusto, aunque hubiese preferido conocerte de otra manera. - Yo también la verdad. Reí ruborizada. De pronto el tiempo perdió su importancia, mi mente dejó de concentrarse en la circunstancia y empezó a disfrutar del presente. A medida que seguíamos conversando, el pavor se iba esfumando y mi ser se recomponía poco a poco. Éramos unos completos desconocidos, capturados por cosas del destino, pero a la vez dos libros abiertos, dispuestos a conocer hasta el más íntimo detalle de nuestras vidas. De improviso una luz empezó a alumbrar mi rostro desde lo alto, mientras que un zumbido constante, como el de una máquina específicamente, retumbaba en mis oídos. -¿Elena? ¿Elena? Escuché una voz suave que me llamaba desde lejos. ¡Despierta! Me ordenó de pronto, provocando que mis ojos se abrieran lentamente. Soy la doctora Rodríguez. Se dirigió a mí con cautela y bastante cuidado. -¿Qué pasó?, le pregunté confundida mirando a mi alrededor, tratando de entender dónde me hallaba. -Tuviste un accidente en el ascensor de tu departamento esta mañana, te encuentras en el hospital Benítez. Se sentó al costado de mi cama. Sufriste un desmayo cuando te encontrabas al interior. Realizamos unos cuantos exámenes para comprobar qué fue lo que lo produjo.


-Ok. Respondí aturdida ¿Y Raúl cómo está? Me toqué la frente. - ¿Qué Raúl? Preguntó extrañada. - El chico que estaba en el elevador también. - Ah...entiendo, iré a preguntar en qué habitación se encuentra entonces; sonrió amable. De improviso la doctora Rodríguez entró nuevamente al cuarto junto a dos carpetas que llevaba en la mano, interrumpiendo el pequeño interrogatorio que me realizaba mi madre, que acababa de llegar. -Disculpen dijo, muy educada, ingresando a la sala. ¿Sabes cuál era su apellido por casualidad? -Mmm...Fernández. Contesté veloz.

Ordenó sus papeles y comenzó a mirarlos uno por uno exhaustivamente.

-Al parecer no se encuentra en este hospital. Movió sus cabeza en forma de negación. ¿Estás segura de que se llamaba así? -Sí, muy segura. Raúl Fernández era su nombre, dije con convicción. -Ok. Le preguntaré a los paramédicos a qué lugar lo habrán trasladado, o tal vez se encontraba sin daño alguno y lo dejaron ir. Encogió sus hombros. Se tardó alrededor de unos segundos en ir a consultar donde sus colegas el paradero del segundo accidentado, aunque la expresión que poseía no era muy alentadora a decir verdad. -Acabo de hablar con mi compañero, el que te ayudó en el incidente y me explicó que, aclaró su garganta incómoda, sólo a usted la pudieron rescatar. Exclamó sin pestañear. -Pero, ¿y por qué? ¿Le ocurrió algo? Me alteré de pronto, provocando que mi ritmo cardiaco se volviera insostenible. Su rostro hablaba por sí solo, cargaba con una angustia que la consumía a simple vista y sus manos no lograban quedarse quietas. -Tranquila, no le ocurrió nada. Se sacó los lentes, nerviosa. ¿Podría conversar a solas con Elena, por favor? Se dirigió a mi madre. La pobre mujer salió obedientemente sin queja alguna, aunque con un semblante de preocupación que no lograba disimular. -Elena, me dijo la doctora, mientras se sentaba en la silla que estaba a mi izquierda. Los paramédicos me explicaron que no lo pudieron rescatar ya que... Tomó una pausa. -Ya que él no se encontraba adentro. Tragó saliva. Usted estaba sola en el ascensor. Clavó sus ojos en mí. -¿Cómo iba a estar sola? Dije entre risas. ¿Es una broma? Endurecí mi rostro.


¿Acaso insinúa que estoy loca? ¿Que me lo imaginé? Me mofé de manera sarcástica. -No he dicho eso. Escondió su cabello detrás de la oreja. Los exámenes preliminares de sangre que te realizamos mostraron una sobredosis de ansiolíticos. Extendió hacia mí un informe sin quitarme la mirada de encima. -Eso es imposible, dije tajante. ¿De qué está hablando? Me puse seria. -En su historial médico se menciona que usted consume estos fármacos para controlar sus problemas de ansiedad y crisis de pánico. -Sí, los tomo, pero jamás he consumido más de los que me recomendó el doctor. Me enderecé en el respaldo. Si fuera así... él me tuvo que haber drogado. Reflexioné en voz alta. Quiero realizar una denuncia, añadí. Trataba de atar las conjeturas de mi cabeza, comprender qué era lo que estaba ocurriendo; sin embargo, lo único que lograba hallar era un enorme puzzle sin completar. La policía llegó a la clínica luego de que la médico accediera a cumplir mi petición. Me realizaron unas cuantas preguntas concretas de lo que había sucedido dentro de esas cuatro paredes y comenzaron a realizar el procedimiento de rutina. De pronto, el oficial miró de reojo a su compañero que se encontraba a su lado, pidiéndole que revisara junto a él la información que tenía en su computadora. -Lo siento, señorita Andrade, me dijo solemne, pero no podemos concretar la denuncia, enderezó su postura, porque los registros denotan que el joven que usted describe (tomó una pausa) murió hace tres años atrás en un accidente automovilístico. -¡No puede ser! Murmuré, entrando en desesperación a medida que analizaba la situación. Debe haber un error; ¡revisen las cámaras!, grité eufórica. ¡Él no está muerto! -Las cámaras no filmaron nada producto del corte de luz del edificio. Eso fue lo que nos informó el conserje que estaba de turno me dijo, mirándome con lástima. Intentaba recordar su olor, su voz, los pequeños detalles de su rostro para convencer a mi subconsciente de que todo era cierto. Me sentía como naufragando en otra dimensión, sin brújula y sin destino, atrapada en la agonía y en la paranoia. Empecé a dejar de escuchar a mi alrededor, la visión comenzó a nublarse y la respiración a agitarse. La doctora acompañó a los oficiales a la salida para que desocuparan la habitación mientras intentaba tranquilizar a mi acongojada madre. -¿Cómo te sientes?, me dijo cautelosamente la profesional después de acabar su plática. - Hemos colocado un sedante por tu intravenosa para calmarte. Además he conversado con tu mamá y me explicó la pérdida que sufrieron hace unos meses... con tu padre. Ajustó su bata blanca. Se acomodó en el borde de la cama, posando


su mano sobre mi pierna con misericordia. - Los ansiolíticos en dosis muy altas provocan desorientación y confusión. -¡Yo no los consumo en sobredosis! La interrumpí molesta. -Los cuadros de intoxicación se manifiestan con ira, estallidos de agresividad o hiperactividad, además de una sensación de despersonalización e incluso alucinaciones. Enfatizó en lo último, aclarando su voz. -No fue una alucinación. Tiene que creerme. Le rogué con el tono entrecortado. -Hace dos años atrás presencié un caso muy parecido al tuyo; ella era adolescente, tenía tu edad más o menos. Llegó con un cuadro de intoxicación por el mismo fármaco. Respiró hondo. Eso le produjo un episodio de demencia muy similar al que experimentaste, aunque ella no pudo contar con la misma suerte. Bajó la mirada, abatida. Si no te tratas estos síntomas con anticipación puede ocasionarte esquizofrenia en un futuro próximo; entrelazó sus dedos apretando los labios con seriedad. A partir de ese momento, mi mente ya no lograba distinguir entre la realidad y la fantasía, había perdido la certeza de lo que mis ojos me hacían ver, me encontraba atrapada en un juego conmigo misma. Finalmente acepté, junto con mi madre, la propuesta que la experta sugirió para resolver el dilema que me afectaba. Me trasladaron a un centro de rehabilitación luego de unas semanas. Todo transcurría en orden durante los primeros días en la clínica siquiátrica, hasta que una visita inesperada arribó en mi dormitorio cambiando el paradigma por completo. -Hola, Elena, me saludó sonriendo aterradoramente. ¿Me extrañabas?, preguntó Raúl, apoyándose sobre el marco de la puerta. Sólo lo observé, perpleja; tenía mi cuerpo inmóvil y el pulso por las nubes, quería gritar con todas mis fuerzas pero ni la voz era capaz de salirme. No sabía si era real lo que presenciaba o quizás un simple invento de mi mente otra vez.

Fernanda Poblete González IV° Medio A


Josefa Henry


TRAILERS Título:

El bosque de sangre Autores:

María Jesús Winter Joaquín Cárcamo

Título:

El espejismo de la araña Autores:

Nicole Gual Josefa Henry

Título:

Realizando lo inevitable Autores:

María Jesús Winter / Nicole Gual Joaquín Cárcamo / Josefa Henry Camila Asenjo / Teresita Boock Bárbara Martínez


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Título:

La sábana bordada Autores:

Camila Asenjo Teresita Boock Bárbara Martínez

Título:

El chico del ascensor Autores:

Nicole Gual Josefa Henry

Título:

Una taza de recuerdos Autores:

Teresita Boock Camila Asenjo María Jesús Winter Bárbara Martínez


Categoría A Catalina González Villanueva Matilde Arce Vergara Maite Cañoles Ulloa Emilia Gajardo Aravena Alonso González Garbarino Lorenzo Peña Cifuentes Rocío Navarro Bertrán Categoría C Sofía Ojeda Solís Josefina Pozas Sotomayor Trinidad Urrutia Andia Ilani Fuentes Camus Maite Lataste Menéndez Maite Krarup Segura Categoría E Constanza Covacevich Suazo Diego Saavedra Mardones Paz Oelckers Escauriaza


Categoría B

Categoría D Sofía Larrucea Flores Pedro Fritz Mautz

Categoría F Andrea Villagrán Molina Mario Calvo Brun Fernanda Poblete González

LITERATURA

Sofía Navarro Roth Ian Rodríguez Lovera Rosario García Lizasoaín Sebastián Andrade Bravo Matia Loncarevic Narbona


CUARTO MEDIO A Camila Asenjo Alliende Paula Cárcamo Fierro Romina Gatica Saldivia Joaquín Cárcamo Valdivia Josefina Israel Ulloa Pablo Fernández Veillon Katarina Lesina Mayorga Scarleth Miranda Flández Salvador Silva Oliva Luis Illanes Vargas Ana Ramírez Peña Catalina Albrechtt Toledo Belén Gutiérrez Saldivia

ELECTIVO AUDIOVISUAL Camila Asenjo Alliende Joaquín Cárcamo Valdivia Bárbara Martínez Cuadra


Josefa Ibañez Delgado Javiera Hernández Alfaro Mario Calvo Brun Teresita Boock Perinetti Micaela Cifuentes Espinoza Gabriel Appel Cadagan Rocío Parada Guarda Francisca Arredondo Cárdenas José Manuel Rivera Espinoza Josefa Henry Zuñiga Mary Delgado Espinoza Sebastián Del Río Aranda Fernanda Guzmán Alarcón María Jesús Winter Alfaro Paulina Paredes Molina

Teresita Boock Perinetti Nicole Gual Ortíz Josefa Henry Zuñiga María Jesús Winter Alfaro

ARTES VISUALES

CUARTO MEDIO B


CRÉDITOS Jefe Departamento de Lenguaje y Filosofía:

Jorge Gutiérrez Arévalo Jefe Departamento de Artes y Tecnología:

Oyama Vidal Morales Comité Editorial:

Claudia Álvarez Martínez Alexis Segovia Olguín Diseño y Diagramación:

Alexis Segovia Olguín Corrección de textos:

Claudia Álvarez Martínez Carol Sáez Mansilla Jorge Gutiérrez Arévalo Profesores Artes Visuales:

Alexis Segovia Olguín (IV° medio A) Loretta Firmani Sánchez (IV° medio B) María Paz Valenzuela Bozinovich(Electivo Audiovisual) Jurado Concurso Literario 2017:

Heddy Navarro Harris Rubén González Lefno Claudia Álvarez Martínez Imprenta:

Imprenta América




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