Revista Surgente No. 9

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leTras InFOrmales Bogotá/Usme 2009 me recordaba su presencia y sus amenazas, con patadas en la espalda o en los pies, con un golpe en la cabeza o presionando la punta del arma contra mi espalda, y con sus gritos amenazantes de que siguiéramos. Llegamos a un pequeño campo despejado donde habían zapatillas, aretes, relojes, anillos de oro y plata, dinero, y un niño mostrando su rostro que tenía una cicatriz en la mejilla; al parecer era el que vigilaba las ganancias... De inmediato el hombre extraño nos ordenó que nos sentáramos y al hacerlo se dirigió a mi amigo diciendo:

-Bueno haga algo, muéstrenos algo, bájese los pantalones...y los dejo ir. Mi amigo me decía que no, que no hiciera nada y el hombre extraño le gritaba que se callara... Yo solo quería salir de allí, estaba asustada y me bajé el pantalón, tenía unos cucos de vaquitas azules con rosado, el hombre extraño me miró y el niño estiraba la mano para tocarme... Entonces, el hombre extraño, me dijo: -Váyanse. Nosotros cogimos el balón de baloncesto y nos fuimos descalzos de allí, el hombre extraño nos disparaba cerca a los pies y nos gritaba que nos perdiéramos y que si veíamos a alguien subir, no dijéramos nada... mi amigo me cogió la mano y me halaba para que corriera mas rápido, el balón se resbaló de mi mano y se fue por la montaña, mientras seguían disparando... Llegamos muy pronto a la cima. Yo seguía llorando y bajamos corriendo, sólo se sentía latir el corazón de los dos y el vacío, el miedo y la zozobra de nuestras mentes... En minutos llegamos a la Avenida nuevamente; los dos estábamos descalzos intentando no pasar por piedras o algo que nos maltratara… caminábamos y él me pedía perdón y me pedía perdón... Ahora mi osadía era cómo decirle a mi madre lo que sucedió, pensaba que no debía contarle porque ella se asustaría y me regañaría, además había perdido las zapatillas que tanto me había pedido que cuidara...

Yo solo quería salir de allí, estaba asustada y me bajé el pantalón, tenía unos cucos de vaquitas azules con rosado

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- Entonces güevón ¿Quería comerse a esta niña? No sea sucio...no sea puerco ¿No tiene plata para llevarla a un mejor lugar? Se reía y continuaba diciendo: -Bájense todo lo que tengan de valor y póngalo a un lado. Y el niño de inmediato se me abalanzó y me quitó las zapatillas, luego, el hombre extraño lo llamó y se fueron a un lado a hablar. Mi amigo, me pedía que me calmara, que él no iba a permitir que me hicieran algo y me pedía perdón... Al volver el hombre extraño con el niño, se dirigió nuevamente a mi amigo y le gritó: -¡Entonces malparido, hágale algo a la niña, viólela o nosotros lo hacemos, elija entonces! ¿Qué prefiere, usted o nosotros? Como para que no pierda el viaje. Mi amigo les decía que él no iba a eso, les suplicaba que no me hicieran nada y se negaba y se negaba... El hombre extraño lo golpeaba hasta que se cansó y se retiró nuevamente con el niño... Mi amigo me miraba. Y yo le pedía que no me hiciera nada... Cuando volvieron, seguían presionando a mi amigo, y de repente mi amigo se abalanzó encima mío y me decía que él no me iba hacer nada, que sólo lo besara... el hombre extraño se reía y le apuntaba en la espalda y con los pies lo presionaba más hacia mí, le decía que me quitara algo, que se quitara algo él... Yo sólo lloraba y mi amigo también lloraba. El hombre extraño ya estaba furioso al notar que no pasaba nada, y nos daba patadas, habló algo con el niño y llamó a mi amigo. Me incorporé y me levanté, el niño se quedó a mi lado y lanzaba sus manos para tocarme y yo le ordenaba que no me tocara, mientras, escuchaba que el hombre extraño le decía a mi amigo que no volviera a llevarme, que buscara una residencia... y el niño seguía manoseándome y yo lo golpeaba. Mi amigo le decía al hombre extraño que parara al niño y fue cuando el hombre haló a amigo y lo empujó, se devolvieron hacia mí y me dijo:

sólo se sentía latir el corazón de los dos y el vacío, el miedo y la zozobra de nuestras mentes Llegamos al barrio, nos asomamos por la cuadra y allí estaba mi madre al frente de la casa hablando con un vecino, ya era más difícil acercarme. Entré rápidamente donde una vecina y le pedí unos zapatos, mi madre nos saludó y yo entré tan rápido, que no me miró bien, cogí otros zapatos y volví a salir, pues afuera me estaba esperando mi amigo. Nos abrazamos y me pidió perdón, le pedí que se fuera a su casa y hablamos después, yo volví a mi casa, me quedé en la sala, y me sentí engañada, maltratada, asustada, engañada, por la naturaleza, por mi alrededor,… estaba confundida. Me bañé y me preguntaba que haría para que mamá no se diera cuenta. Me arreglé, fui donde un amigo y le pedí un dinero prestado, para reponer las zapatillas. Me prestó $35.000. Vi unas zapatillas iguales a las mías, las compré de inmediato, las llevé a la casa y a los ocho días me las estrené, mi madre me las vio puestas y me dijo: -Huy.... ¿Limpiaste las zapatillas, las lavaste?... así me gusta, que cuides las cosas...


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