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El abrazo
Montse Gilabert y Basi López
Molina de Segura, 2 de junio de 2020 El Instituto nº 3 de Molina de Segura fue un proyecto tan necesario como dilatado en su ejecución. Pocos vecinos conocieron físicamente su existencia hasta el momento de su apertura. Ubicado en la carretera del Chorrico, en un solar cuya inclinación moría al pie de la carretera y la rambla, relativamente alejado de las últimas casas del barrio de San Antonio y sin más accesos peatonales que la acera de la margen derecha prolongada ex profeso para salvar el polvo y el barro, pocos se aventuraron a conocer el edificio en construcción.
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Excepto José Frutos, profesor encargado por la Consejería de Educación para llevar a cabo su puesta en funcionamiento, pocos conocíamos los hilos que fueron entretejiendo los momentos previos a su apertura. Fue él quien nos reunió a unas pocas profesoras en el Café del Arco de Santo Domingo, a falta de un despacho en condiciones, y, entre nervios y café, asumimos los compromisos que han marcado nuestra vida docente hasta hoy. Montse Gilabert asumió el cargo de Secretaria, Basi López el de Jefa de Estudios y Fina Forte el de Jefa del Departamento de Lengua Española y Literatura. Así quedó constituido el grupo responsable de abrir en Molina el primer Instituto de Educación Secundaria Obligatoria, conocido durante el primer curso como Nº 3. Desde entonces, a la hora del desayuno y junto a un buen café han surgido los proyectos más interesantes de la historia del Cañadas.
Desde el primer momento conectamos, una con la cabeza llena de números, otra con la cabeza llena de letras. Nunca olvidaremos la tarde de septiembre que, bajo un sol impenitente que amarilleaba en exceso la sequedad del paisaje circundante, abrimos la puerta para entrar y hacer un primer reconocimiento del edificio que nos ha acogido durante tantos años. Los albañiles aún trabajaban en los patios exteriores.
El edificio, imponente en sus dimensiones, vacío de cualquier aditamento que no fuese hierro, cristal y ladrillo, invitaba a conocerlo, a recorrerlo,
a perderse en sus pasillos curvos, interrumpidos por escaleras y muros de cristal. Posiblemente fue en ese momento cuando intuimos el alma de su estructura: «El edificio es como un abrazo». ¿Cuántas veces hemos repetido esa frase en sucesivas presentaciones a padres y alumnos?: «si nos quedamos de pie en la entrada, mirando al jardín central y abrimos los brazos con la intención de abrazar a alguien, nuestro cuerpo es el espacio dedicado a despachos, secretaría , conserjería, sala de profesores, departamentos y biblioteca; el brazo de la derecha tiene aulas específicas y aulas dedicadas a la ESO; el brazo de la izquierda tiene aulas específicas y aulas dedicadas a Bachillerato y Formación Profesional. El abrazo se cierra con el gimnasio y la cantina como antesala». Un abrazo enorme, pues el IES Cañada de las Eras tenía en ese momento el volumen de obra más grande de la Comunidad Autónoma.
Durante muchos días, nuestra preocupación fue limpiar el edificio a fondo y acondicionar los espacios necesarios para albergar al conjunto de profesores y a los cinco cursos de 3ª de ESO con los que inició su andadura el instituto. Tardes interminables al pie de los camiones comprobando albaranes, distribuyendo mesas y sillas, montando aulas de Plástica y Música, Laboratorios y aulas de Tecnología, y acondicionando la Biblioteca, en la que hicimos la primera reunión del claustro de profesores el 19 de septiembre de 1995. Con nosotras, María Serrano, nuestra primera limpiadora, compañera entrañable, acondicionándonos cualquier espacio donde poder organizar aquel trabajo que parecía no tener fin. Recordamos hoy la alegría que nos causaba ver a la hija de Montse aprendiendo a correr por los pasillos y el miedo pavoroso que nos daba el perro del guarda de la obra.
Darle calidez humana al edificio fue otra de nuestras preocupaciones, intentar habitar lo inhabitado, poner una nota de color con las palmeras de la entrada, las cortinas de los despachos y hasta una mesa de camilla para hacer más familiar la sala de profesores. Avanzaba septiembre y, poco a poco, se fueron despejando muchas de nuestras dudas e incertidumbres. El papel en blanco se fue llenando de listas, horarios, programaciones y reglamentos. Había en Molina una cierta resistencia hacia la implantación de la LOGSE –lo nuevo siempre se ha ido abriendo paso a codazos-. Encontramos un gran apoyo en los padres que confiaron y voluntariamente eligieron la ESO para sus hijos, entre ellos, los primeros consejeros escolares: Paquita Balsas, José Valera y José Antonio Avilés. Así, contra todo pronóstico y no pocos detractores, el instituto abrió sus puertas el 27 de septiembre, tal y como nos encomendó la Consejería; cantina y transporte escolar incluidos. El 4 de diciembre, constituimos el primer Consejo Escolar presidido por Higinio Hernández nuestro nuevo director.
Con el esfuerzo de María, Rosario, Pilar, Agustín Pardo, Irene Obradors, Conchi Guillamón, Marisol Sánchez y tantos otros, el edificio se fue llenando con las voces de Carlos, Marisa, Noelia, Nati, Ruben, Elisa, Juan Luis, Francisco Blas, Ana Isabel, Ángela, Miguel... 3A, B, C, D y E.
Pero pasen, pasen y vean ese gran abrazo puesto al servicio de la educación en Molina de Segura. Lo demás ya es Historia.
