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Intolerancia una plaga que consume

Por: Doris Moreno, licenciada en Teología y especialista en Consejería de familia en Christian Logos University.

La intolerancia tiene que ver con la falta de aceptación y acuerdo ante las diferentes maneras de pensar y actuar de otros. Cuando las ideas y opiniones de los demás no coinciden con las nuestras se inician las disputas. En otras palabras, la falta de tolerancia es la causante de los conflictos entre dos o más personas debido a la posición y diferentes puntos de vista entre ambas partes, cada cual quiere tener la razón y muchas veces, se busca la manera de anular al otro con palabras hostiles y degradantes acompañadas de irrespeto hacia el otro. En algunos casos, se hace uso de la violencia física y hasta del homicidio.

En la Biblia encontramos algunos casos de intolerancia, uno de ellos es el de Pedro, quien actuó precipitadamente sobre el soldado que iba a arrestar a nuestro Señor Jesucristo, quitándole la oreja con su espada impulsado por la buena intención de defender a su Señor; lo hizo de manera equivocada e ignorante, pues en ese momento olvidó que Jesús es el mismo Dios y que sus atributos de omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia no requerían de una espada, ni de violencia física para ser defendido. Simón Pedro, que tenía una espada, la desenfundó e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. (El siervo se llamaba Malco). —¡Vuelve esa espada a su funda! —ordenó Jesús a Pedro—. ¿Acaso no he de beber el trago amargo que el Padre me da a beber? Juan 18:10-11.

La intolerancia de Pedro y sus errores por dejarse llevar por la razón.

Usó la justicia por su propia mano: Quiso ser el juez de la situación dando su propio veredicto sin haber consultado con su maestro.

Le faltó al respeto a la autoridad: Ignoró la presencia de Jesús y actuó por su propia cuenta.

Se dejó llevar por la impulsividad: Sacó la espada sin antes reflexionar en lo que esta acción tendría sobre la persona agredida, su propia vida y sobre su maestro. Atemorizado por el deseo de venganza y el odio de los perseguidores, dejó que su corazón confundido tomara el control, actuó negativamente, con la buena intención de defender la honra de su maestro.

Tardo para pensar: La adrenalina del momento tomó control de su mente y voluntad, esto o lo llevó a empuñar la espada en contra de su agresor. Olvidó pensar antes de actuar.

Falto de fe: Dudó del poder de Dios y de su maestro, olvidó que Dios es quien envía ángeles para que cuiden de su Hijo, tal como lo hizo cuando Satanás lo tentó.

Falto de entendimiento para comprender la voluntad del Padre: Ya Jesús les había advertido que muy pronto iba a regresar al Padre y debía beber de la copa del dolor y la muerte. Tal vez olvidó que esta situación era parte del plan de Dios para su Hijo y, por lo tanto, era imposible detener la situación o cambiar el rumbo de lo que vendría.

No supo trabajar en equipo: Sabía que tenía que proteger la vida de su maestro, pero se olvidó de consultarle el plan que tenía, simplemente actúo dominado por su egocentrismo y autosuficiencia.

Pasó por alto las enseñanzas de Jesús: Fueron muchas las parábolas y enseñanzas de su maestro donde hablaba del amor, la bondad, la misericordia y de no hacer mal al prójimo; sin embargo, en ese instante se olvidó de todo lo espiritual y se dejó llevar por la influencia del viejo hombre.

No midió las consecuencias: Actuó desde sus intenciones por convertirse en el héroe de su maestro y no pensó qué hubiera sucedido, si la espada en vez de cortar la oreja, hubiera atravesado la cabeza de su contendor quitándole la vida.

De acuerdo con el pasaje anterior, encontramos que Pedro al parecer, no tenía la intención de agredir a nadie, simplemente en ese momento de presión dejó salir su carácter e hizo lo que le dictaba la razón, actuó como muchos de nosotros hubiéramos reaccionado ante tal suceso. ¿Qué podemos ver de Pedro con esta reacción?

Olvidó quién era Jesús

Muy pronto olvidó la respuesta de Jesús ante sus perseguidores al pronunciar “Yo soy”, quienes, al instante retrocedieron y cayeron a tierra. Pedro pasó por alto el gran poder que tenía Jesús, al poseer atributos divinos con los cuales gobiernan toda la creación.

Tal vez nos identificamos con todas las características negativas del apóstol Pedro, pero no se trata de juzgarlo, sino de aprender de sus debilidades que son las mismas con las que la mayoría

de los creyentes luchamos día a día. Ser discípulo de Cristo, no tiene que ver con perfección, sino más bien con reconocer las imperfecciones y debilidades, para depender de su Gracia y entender que nuestra carne necesita ser dominada por el Espíritu Santo, quien es el único que puede hacer la obra maravillosa de regeneración y nos perfecciona gradualmente hasta estar completos en Cristo y hasta que hayamos alcanzado la altura de su carácter y madurez.

Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de lavieja naturaleza con susviciosy se han puesto el de la nueva naturaleza, que seva renovando en conocimiento a imagen de su Creador. Colosenses 3: 9-10.

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