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por Cristian Sansalone y Mariano Rosales / Página

El 19 de noviembre sesionó el 1er. Plenario Provincial de la JP Descamisados

Con la juventud organizada, la victoria es del pueblo

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Se discutieron los ejes fundamentales para el debate sobre la profundización en materia educativa para el año 2012: el rol de la juventud en los espacios académicos; la integración de la universidad con los sectores populares; la participación política de los estudiantes secundarios; la Ley de Educación Superior (LES); la Ley 8113, y la articulación del ámbito secundario con el universitario. La jornada comenzó con una presentación de los compañeros Cristian “Chiqui” Sansalone y Uriel Quinteros sobre la historia y la fusión de las organizaciones pre-existentes. Coordinaron las comisiones los compañeros Dahyana “Gigi” Chiaraviglio (Derecho), Andrés “Andy” Detzel (Ingeniería), Mariano “Cata” Rosales (Derecho), Baltasar “Balti” Tissera (Psicología) y Pili Unsain (Ciencias Políticas), y Prensa estuvo a cargo de Nahuel Nieto y Yohana Cicaré. Para el cierre, concurrieron Carlos Gallo (de la Mesa de Trabajo Universitaria y docente de la Facultad de Matemáticas Astronomía y Física, en representación de Carolina Scotto, rectora de la Universidad Nacional de Córdoba), Graciela Treber (contadora y concejal de la Ciudad de Córdoba por Nuevo Encuentro), Silvia Salamone (referente de Capital del Movimiento Evita de Córdoba), Marcos Amante (secretario general del Partido de la Victoria y referente de La Jauretche) y Martín Fresneda (apoderado del Frente para la Victoria de Córdoba, referente de La Jauretche y candidato a diputado nacional en las últimas elecciones).

por Mariano Rosales y

Cristian Sansalone

Durante los 27 años de la noche neoliberal, iniciada en 1976 con el golpe militar perpetrado por los genocidas Videla, Massera y Agosti, y que culminó con el gobierno de Eduardo Duhalde en el 2003, se dio una suerte de “juicio de sentido común” a la política, lográndose que durante ese lapso el “mercado” goce de mérito y prestigio. A los resultados los conocemos sobradamente: concentración de la riqueza en sectores minoritarios, devaluación de la moneda nacional, deuda, ajustes, recortes y caos social.

Así la economía se impuso como herramienta por sobre la política, y sobre este eje se asentaron los 27 años de neoliberalismo: la decisión de reducir la política a su mínima expresión, y con ello prescindir de la herramienta esencial para la transformación económica, social y cultural de los pueblos, forjando en el imaginario colectivo una impronta cultural, acentuada en el sentido común, que dio origen a la expresión por excelencia del hartazgo y el descreimiento popular: “¡Que se vayan todos!”.

Bajo este lema, se parió a los jóvenes del siglo XXI, mientras las recetas de los grupos concentrados de la economía, el Banco Mundial y el FMI resultaban exitosas para quienes las pusieron en marcha, dejando un saldo de 20 millones de personas bajo el límite de la pobreza, y muchas de ellas en la marginalidad. En ese contexto, se recibían las nuevas propuestas gubernamentales en materia de juventud: para los sectores de clase alta, ocuparse de los negocios de sus padres, mudarse a Europa o Estados Unidos, sin dejar de conservar alguna que otra herencia en estas tierras, manteniendo su “patriotismo oligárquico”; para los sectores medios, asistir a la universidad, promoviendo así su ascenso social para luego volcarse hacia la actividad privada; y para los pobres, lo de costumbre: mendigar, hacinarse en la periferia de las grandes ciudades, hurgar tachos de basura, servir de esclavo a algún patrón (si es que había suerte), y aspirar mientras al sueño del ascenso social, pero sólo aspirar.

Con este panorama recibimos los jóvenes en mayo de 2003 al nuevo presidente, Néstor Kirchner, quien inició un arduo proceso de reconstrucción nacional y continental. La participación comenzó a intensificarse a pesar de los mecanismos de distracción generados por las grandes compañías imperialistas, y se masificó, cuantitativa y cualitativamente, a partir del 27 de octubre de 2010, con el punto de inflexión en la historia que significó la pérdida del compañero Néstor. Entonces, la juventud rompió el cerco de la mera participación para convertirse en protagonista de la reconstrucción de la bien llamada revolución inconclusa.

Sobre este escenario se plantea el primer plenario provincial de la Juventud Peronista Descamisados, denominada “Con la juventud organizada, la victoria es del pueblo”, con el firme objetivo de preparar el terreno en materia educativa y de formación técnico/política para la profundización del proyecto nacional y popular que encarna hoy la presidenta Cristina Fernández.

El rol de la JP Descamisados

Cabría decir que la juventud en el último tiempo se ha constituido en uno de los pilares fundamentales de este movimiento nacional y popular. Sin embargo, los jóvenes somos un sujeto más, dentro de un proyecto en el que confluyen distintos actores, tanto sociales como sindicales. No debemos caer en el error de los supuestos partidos de izquierda, que mientras critican y obstaculizan por izquierda ofrecen su mano derecha a los grandes grupos económicos para que éstos lleguen al poder, y así, creyéndose vanguardia, se alejan del verdadero sentir del pueblo, que es hacia donde debe orientarse todo proceso político de inclusión. Por lo tanto, es necesario decodificar las necesidades del pueblo y en ese rumbo dirigir nuestras acciones.

La JP Descamisados debe procurar crecer cualitativamente por sobre el crecimiento cuantitativo, para contar con

una militancia fuertemente formada, con pilares ideológicos firmes e inamovibles, y dar la batalla desde el lugar donde nos toque estar, sea la Universidad, el barrio, la escuela o cualquier otro. Esto no significa que debamos desatender el crecimiento cuantitativo, porque ambos son complementarios entre sí.

El último 23 de octubre, en esa plaza colmada de jóvenes, Cristina Kirchner nos llamó a bregar por la unidad nacional y a organizarnos en los ámbitos donde nos desarrollamos (sindicatos, universidades, barrios, escuelas, etc.). Consecuentemente, los jóvenes necesitamos unir fuerzas, junto a todos los movimientos sociales, en aquellos puntos en los que existan coincidencias, y dirigir los esfuerzos en pos de organizar el campo popular. Esto significa ser consecuentes con nuestro lema de campaña: “Organizar para profundizar”. Es indispensable que el campo popular esté unido y organizado para continuar este proceso de liberación que comenzó con Túpac Amaru, continuó en Mariano Moreno, San Martín, siguió en las cañas de tacuara de los caudillos federales, en Yrigoyen, en Perón, en Néstor Kirchner y ahora en nuestra Presidenta. La historia muestra que estos procesos de liberación fueron constantemente interrumpidos por golpes de Estado, que fueron posibles por la fuerte colonización pedagógica y distintos tipos de engaños y manipulaciones, pero principalmente por encontrarnos desorganizados. Para darles continuidad (porque el de la liberación es un camino largo que requiere tiempo y esfuerzo), es indispensable la organización del campo popular. Y si nos organizamos y transitamos juntos esta ruta, el proceso será indetenible y finalmente lograremos ese anhelo por todos compartido de una Patria justa, libre y soberana. La formación de cuadros es una tarea fundamental en esta lucha, y tanto las escuelas como la universidad son una de las principales usinas de formación de conciencia. El país vive una etapa de crecimiento económico formidable y profunda inclusión social. Las instituciones educativas no pueden ser ajenas a esto, sino que deben orientar sus políticas de formación hacia las necesidades del país. No pueden ser una isla dentro de una nación.

La universidad que soñamos es aquella cuyas raíces penetren profundamente en el pueblo. Necesitamos trabajar para que sea verdaderamente inclusiva, esforzándonos por llevar la universidad al pueblo y el pueblo a la universidad. Esto debemos trabajarlo apuntando a una verdadera gratuidad, ya que si bien no se cobra ningún tipo de arancel de forma directa a los estudiantes, existen impedimentos que la alejan de determinadas clases sociales. Observando lo que pasa en otros países del mundo, principalmente en Chile, se ve cómo sus estudiantes luchan por la gratuidad educativa en todos sus niveles; se los puede escuchar pedir por una universidad gratuita como la de Argentina (situación que nos llena de orgullo y que debemos reconocer como un logro de la política peronista). Sin embargo, creemos que no debemos conformarnos con la universidad que tenemos, sino que debemos ir por más. Debemos atacar esas circunstancias que tornan -indirectamente- oneroso el acceso a la misma; por esto es que debemos trabajar en la universidad por un boleto estudiantil, por una reforma de la Ley de Educación Superior, que incluya la derogación de toda potestad otorgada por esa ley a las facultades para imponer determinados aranceles encubiertos.

Esta discusión la debemos dar dentro y fuera de la universidad. Una forma de hacerlo es mediante los “Debates por la Profundización”, instancia que debemos utilizar como una avenida de doble carril, para por un lado prepararnos y abonar el terreno para las próximas decisiones políticas que se tomen, y que de esta manera no se nos encuentre desorganizados (como de alguna forma nos encontró la crisis con la patronales agrarias del 2008); y por el otro, para dar la discusión sobre el camino por el que nosotros creemos que debe transitar la profundización, ya que es nuestro deber asumir con compromiso y coherencia el rol que se nos ha asignado a partir del 2003, para de esa forma colaborar efectivamente en la construcción de esta Patria para todos.

La universidad, creemos, debe ser una institución dedicada a formar profesionales con una fuerte sensibilidad social, que a cualquier injusticia la sientan como propia, y no profesionales cuyo único interés sea lograr un determinado nivel económico. Los materiales de estudio (los libros) fueron escritos por personas determinadas con una ideología determinada y en un momento histórico determinado. Si queremos despertar en el estudiante esta sensibilidad y un pensamiento crítico y constructivo, es necesario romper esa fría estructura conceptual que nos bajan los libros y humanizarla. Y, sobre todo, no perder jamás el contacto con las realidades que nos rodean.

Como militantes, debemos aprovechar todas las herramientas a nuestro alcance para lograr nuestro objetivo. En este sentido, los voluntariados universitarios son una oportunidad para tomar un contacto más directo con las distintas realidades. Pero hay que evitar la visión mesiánica de creer que simplemente trasladamos un conocimiento a alguien carente del mismo y entender los voluntariados como instancias de aprendizaje mutuo, en donde el pueblo también nos trasmite la sabiduría y la humildad que lleva implícitas. Además, hay que asumir que con este tipo de actividades uno puede ayudar a solucionar una problemática particular, pero sólo podremos resolver esa universalidad de problemas utilizando a la política como herramienta de transformación.

En definitiva, es necesario aprovechar al máximo todas las herramientas con las que contamos, discutiendo a cada paso el modelo de país que defendemos y por el que trabajamos, profundizando, junto a otras organizaciones que compartan nuestros ideales, nuestra visión política y nuestro camino. Así estaremos dando la batalla por la segunda y definitiva independencia, para lograr las tan ansiadas justicia social, independencia económica y soberanía política, tanto nacional como latinoamericana.

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