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30 AÑOS DE DEMOCRACIA
PENSAR UN PAIS CON JUSTICIA SOCIAL
30 AÑOS CONSECUTIVOS DE DEMOCRACIA EN NUESTRA QUERIDA PATRIA
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por JULIO CACCIAMANI
Dotando de sentido al presente miles de voces nos gritan desde el pasado, se entrelazan los preceptos, las consignas siguen sonando.
El Nunca Más recorrió afónico los pasillos donde se puso punto final y se firmaron los indultos.
La soberanía huyó despavorida de Casa Rosada, encontró refugio en la memoria de un pueblo latiendo bajo la decorosa superficie made in Taiwán.
Sucesivos viles corruptos utilizaron su carísima inoperancia como evidencia de la inutilidad del Estado.
Desde atrás los números engordaban cual piojos, para ellos daba lo mismo. Adquirieron consistencia mantecosa y se untaron en cuanto ególatra vendepatria se les cruzó por el camino. Alquilaron uniformes militares, los devolvieron y alquilaron trajes sofisticados. Los números inquietos danzaron ante el juez y el fiscal, en sugestivos bamboleos que los fueron convenciendo de su superioridad. La monarquía con sus cortes y señoríos ensalivó las comisuras de la justicia.
La esperanza adquirió aspecto melancólico, el futuro olía a dólar. Los viejos se morían esperando su jubilación.
De espaldas a nuestros hermanos y sumisamente besando la diestra de míster entregaron el patrimonio al capital privado que mejor oliera. Perdimos por goleada pero ellos decían: ganamos 1 a 1.
Luego el aburrimiento se transformó en inoperancia, corrupción y muerte. El helicóptero retiró al camaleón antes que se vuelva quiste o pared.
Las balas y los bastones se rindieron con ojos maravillados ante todo lo bonito y barato que los números hicieron desfilar en fiesta VIP. Llenaron de chichones los reclamos, metieron en la cárcel a las consecuencias. Gatillo fácil, fácil de untar, dice sonriendo el CEO.
También se compraron los goles y uno de los gritos colectivos de alegría fue utilizado para acrecentar la billetera de unas cuantas carnes blandas. Con sangre el papel, sobornos y extorsión para la imagen exclusiva. Imposición de sonidos, escultura del sentido común. El gigante quiere todo y sus fibras se saben inmutables.
El estallido social salpicó pus para todos lados. Socavaron los cimientos y la juventud desesperó por extranjeras ciudadanías. El cielo oscureció, el horizonte estaba a no más de cinco metros.
Los especialistas extranjeros prestaban para imponer, ya rozaba lo ficticio el informe sobre los intereses y amortizaciones. Las generaciones venideras no se sacarán el cepo jamás. Recortes: jubilaciones, pensiones, salud, educación. El que depositó dólares recibirá dólares. 45 días sin clases. Las elecciones mutarán los rostros pero el país se desploma indefectiblemente, las arterias están taponadas de tristeza. El referente de lo nefasto se bajó de segunda vuelta. Vinieron Chávez y Fidel. Ya no será el FMI nuestro ministro de economía. Soy hijo de las madres. Baje ese cuadro, la lesa humanidad no prescribe. Alca al carajo. Se agolparon los sueños, volvían a borbotones. Ensancharon la grieta y se colaron consignas teñidas de paciencia. Nuevamente una voz femenina. El recuerdo para siempre en llamas de aquella otra, también hermosa, voz de mujer que nos abrazó en la comprensión que solamente la dignidad ante la vida moldea en el alma de las personas. Los números cuando es preciso adquieren características corporativas. Nada más fácil para ellos. A lo largo de estos años han chupado tanta sangre argentina que son realmente enormes.
Allá vamos con nuestra historia a cuestas, llenos de eternos sueños, a enfrentar los gigantes, con nuestros líderes elegidos. La democracia se profundiza de sentido con la asignación universal, la ley de medios, la recuperación de YPF, aerolíneas y los ferrocarriles. Atrás los egoísmos y los afanes figurativos, lejos de la codicia, hermanados con nuestro continente que es semilla y raíz de una realidad distinta.
A treinta años de democracia con Cristina por los sueños dignos