Revista Letrónica de Ventoquipa N° 22

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Maradona, otro ángulo Paco Olvera

jugador “natural”, pero no necesariamente un buen deportista o atleta. Pensando en esto, la carrera de Maradona encuentra paralelo en la de muchos boxeadores, en particular, a mí me recuerda a Rubén “El Púas” Olivares (aunque tal vez sería más prudente encontrar un ejemplo en el pugilismo argentino, pero no conozco el ejemplo adecuado). Salir del barrio, con el único impulso de la habilidad natural para un deporte, y las aptitudes que otorga la juventud, sin haber ejercido abusos en la salud, excepto tal vez el de entrenar en demasía, no los preparó para el éxito, la abundancia extrema, o la situación de ser el ejemplo de millones de admiradores. Los logros de Diego Armando son tantos (y algunos en situaciones extremas), que tiene una gran cantidad de seguidores, que llegan al fanatismo y a la exaltación máxima, prueba de ello, la “iglesia maradoniana”, que podría decirse, es un culto a su persona, a su origen humilde, y los niveles que alcanzó en el deporte. Pero tal vez no es algo que él buscaba, sólo querían ser el mejor en lo que hacía, y los demás le cayó encima sin aviso. Claramente, sus más fieles seguidores le perdonan todo lo que podría ser reprobable, en aras de la alegría, el gozo y hasta el éxtasis que su habilidad en la cancha ha producido, pero otros, en el extremo opuesto, le exigen rectitud, moral y en general el ser un ejemplo en todo sentido, sobre todo para los niños y jóvenes que sueñan con emular su carrera en el futbol. Su salida de las canchas fue estrepitosa, entre escándalos por dopaje, historias obscuras de su conducta en situaciones y lugares “non santos”, que hasta eso dejó de ser noticia en algún momento. Casi al final

Claramente un personaje, de esos que basta decir su nombre, Diego Armando, o su apellido, Maradona, para que una buena parte de la humanidad, cuando menos aquella que tiene una relación con el futbol, sepa de quién se habla. Para muchos de los que nos gusta el futbol, uno de los mejores jugadores de la historia, probablemente el mejor de su época, que le permitió guiar a los equipos en que participaba a integrar un palmarés envidiable: campeón mundial sub-20 con su país, un par de “scudetos” y la copa UEFA con el Napoli, y ser campeón del mundo en México 86 y subcampeón en Italia 90. Su habilidad natural para hacer jugadas de una técnica impresionante, no eran concordantes con sus habilidades atléticas o con la disciplina que practicaba el balompié.

En mucho, su vida y su trayectoria deportiva son el resultado de las carencias que lo rodearon en su infancia y juventud, pues al no haber tenido oportunidades de una educación o disciplina que ayudaran a su formación personal, esto fue el preámbulo de muchos problemas fuera de las canchas, al enredarse en adicciones y consumo de sustancias no permitidas. Podía decirse que era un -. 60 -


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