Arjé N6- El Imperio De Lo Simple

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EXISTIR en el toconoma La Balada del Vacío El Libro De Ayer

Poesía/André Cruchaga/ Elisabet Cincotta/ Ángela de Mela/Christine Leue

Prosa/Jesús Alberto Díaz «Tinito»/Daniel Montoly Ensayo/José Luis Santos Narrativa/ Luis Ángel Casas/ María Eugenia Caseiro/Karyon Kuma

Pintura/ Sergio Lastres REVISTA N6 https://revistarje04.wixsite.com/mysite-1/publicaciones


Revista Arjé N6 Año 2020 https://revistarje04.wixsite.com/mysite-1/publicaciones

Arjé N 6

El imperio de lo simple El Imperio de lo Simple Arjé defiende lo singular y se aventura en el intercambio de sensibilidades


Arjé

Poesía

Dirección y Edición

Tango azul………………………....4

Karyon Kuma

Elisabet Cincotta

Soliloquio de un hombre ciego/ Tejer alas con las hojas del otoño……….6

Consejo Editorial María Eugenia Caseiro Karyon Kuma

Daniel Montoly

Isla o mujer/Fe……………………..…8 Ángela de Mela

Simple Life………………..………10 Christine Leue

Tus ojos, solamente/Dentro del pecho………12 André Cruchaga

Autores Invitados Luis Ángel Casas Ángela de Mela Daniel Montoly José Luis Santos Elisabet Cincotta Jesús Alberto Díaz «Tinito» Christine Leue André Cruchaga Sergio Lastres

Prosa poética A la memoria…………………….….…14 Jesús Alberto Díaz «Tinito»

Ensayo Existir en el tokonoma………………..16 José Luis Santos

Narrativa Luis Ángel Casas………………….23 (Presentación) María Eugenia Caseiro Un minuto de silencio………………..24 Luis Ángel Casas

El libro de ayer……………….…………26

Ilustración Karyon Kuma

María Eugenia Caseiro

La balada del vacío………….………….30 Karyon Kuma

Colección Chaos

Pintura Sergio Lastres………………………..36

6240 SW 139th Ave. 33183 Miami, FL. USA

Arjé N 6

2020 6 https://revistarje04.wixsite.com/mysite-1/publicaciones

Arjé, publicación con registro en Creative Commons Diseño de Portada: Colección Chaos/Glitchcam /Karyon Kuma https://revistarje04.wixsite.com/mysite-1/publicaciones

Arjé expresa su agradecimiento a los escritores invitados que nos acompañan, inspiran y alientan.

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Elisabet Cincotta

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Tango azul, de las orillas sucias del Riachuelo, que estremeces la noche con tu llanto. Tango, cielo, cielo y tango, azul en la nostalgia y el recuerdo. Tango mío candente en tu cintura y en mi cuerpo. Tango, Buenos Aires amor, pasión, ternura y canto. Cuerpos que vibran furiosamente para descansar en el compás de tu abrazo.

Tango, cielo, cielo y tango

TANGO AZUL

Elisabet Cincotta: de Buenos Aires, Argentina. Obtuvo premios y menciones en varios certámenes. Integra el Diccionario de Escritores de la Provincia de Buenos Aires y del Museo de la Poesía Manuscrita de San Luis. Participó en varias antologías, tres bilingües/Italia, dos en México, una en República Dominicana en el marco de Grito de Mujer. Sus poemas han sido traducidos a cinco idiomas. Es Coordinadora de Certámenes del Grupo Literario Almafuerte/ Berazategui. Integró el equipo organizador de Eros Aires Festival de Poesía erótica/2010/2011. Coordinó el ciclo literario “Los Salieri”. Recibió Reconocimientos en el marco del Programa Violencia 0La violencia no se silencia. Diseña y edita la revista virtual Palabras al sol. Tiene editados 19 libros.

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Daniel Montoly

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Tejer alas con las hojas del otoño

Lo daría todo para no verlas jamás. Rehúso

No caben más platos rotos por el otoño en mi

imaginar sus formas, también sus colores. No quiero volverme su esclavo, tampoco quiero, que al callar mientan por mi silencio, persiguiéndome, tirando de mis orejas en público. No las odio. Jamás lo haría. Pero no entienden que ellas, en mi universo, son personas no gratas. Su olor, o sus sonidos. Ellas se juntan a conspirar, paradas en las esquinas. No puedo verlas, pero las oigo susurrar entre ellas frases ya conocidas como: “Vamos a traspasarle el ego con una aguja de cristal – dicen- y perderá su codiciada libertad, o, cántale un bolero de Omara Portuondo, y verás cómo rinde su incondicional placer en nuestras manos.” Un ciego, ¡qué puede hacer un pobre ciego! para alguien en su lastimosa situación. Rozarnos, sentir nuestros bordes, es alcanzar el cenit de todo orgasmo. Pero ellas olvidan que soy templario. Un narcisista estoico, a quien la naturaleza forjó con un sexto sentido para acometer ese imperio superficial, que son las formas de los objetos.

vida. Si para detenerlos tengo que admitir mi cobardía, haré gala de mis dotes escénicas, convenciendo al viento a desviar el curso de los objetos y así evitar el sonido desagradable del meandro quintuplicándose en mi cabeza, como melodías de un violonchelo aquejado por la vejez. No quiero levantarme en sombra, con mil paraguas de excusa por cada fracaso que me persigue y que toma forma a medida que huyo. Al contrario, deseo que sean miles las rosas que se abran a mi paso, aunque sea el día del eclipse mayor, cuando ni las aves se atreven a dejar sus nidos y los roedores sus madrigueras. Voy a recoger las hojas caídas de los árboles y me tejeré con ellas alas con las cuales sentir fragilidad, y poder llorar, porque mi máscara me pesa, y ha llegado a suplantar mi osadía. No caben más platos rotos por el otoño en mi vida o gatos rojos sobre las alas azul cielo de mi sombrero blanco. Me rehúso a justificar esto porque haría más quejumbrosa la historia, que ahora no deseo contar.

ese imperio superficial, que son las formas de los objetos

Soliloquio de un hombre ciego

Daniel Montoly. Nació en Montecristi, República Dominicana, 1969, poeta y traductor. Obtuvo el primer premio del concurso de poesía convocado por la revista literaria Niederngasse, el “Editor’s Choice Award The International Poets Society”. Aparece en varias antologías de poesía tales como: Colección Sensibilidades (Alternativa Editorial, España 2001), Maestros Desconocidos de la Poesía Contemporánea (Ediciones El Salvaje Refinado, USA, 2004) y en la antología norteamericana: A Generation Defining Itself –In Our Onw Words- (AMW, Interprises, North Caroline, USA, 2009). Libros de poesía: La Ritualidad del Círculo (Obsidiana Press, 2008, USA), Tránsito del Agua (Editorial Taller del Poeta, 2008, Galicia, España) y Papeles Robados al Más Allá (Linden Lanes Press/ Colección de Poesía, San Antonio, Texas, USA 2014). Dirige el blog literario: El Wong Side.

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Ă ngela de Mela

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Fe

Escuchar

Amanece

el tiempo de las olas viajar hasta los pecios anclar el horizonte de un ocaso espumar la cala de la arena conjurar las tormentas aplazar la lluvia del invierno cantar el vuelo con el pájaro soñar la ruta de los peces perpetuar la distancia de los faros amar el eco en las sirenas abrazar a los ríos y dejarlos partir.

mientras el mundo va quedando a oscuras en cada sombra que hace indigente el pan y este sillón que abrevia su estatura en la raíz que trenza y nos cede su lecho a otra gloria posible del expolio que puede remover en belleza los filos de la espera y la fe de los cuerpos mientras dura el desastre.

Abrazar a los ríos y dejarlos partir

Isla o mujer

Ángela de Mela. La Habana, Cuba, 1954. Licenciada en Historia General por la Universidad de La Habana. Máster Oficial en Ciencias del Matrimonio y la Familia por la Universidad Lateranense de Roma. Poetisa, investigadora y crítica literaria. Fundadora del Festival Internacional de Poesía de La Habana. Fundadora del Movimiento Nacional de Talleres Literarios. Fundadora de los espacios culturales Ágape y Fe de Vida del Arzobispado de La Habana. Entre sus obras se encuentran “De ti, melancolía”,1987,“Dónde nombrar a Mela”, 1990. “Tú o Yo”, 1990, “Con palabras armadas de silencio”, 1991,“Habana & Havana”, 2003, “Estancias en el cielo”, 2006,“Rituales de la luz”, 2008,“Península de Hicacos”, 2012, “Escrito de tu nombre”, 2019.

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Christine Leue

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Simple Life

I am walking I am walking down the streets I am walking down the streets full of people, Talking noisy about themes they didn´t understand I am listening I am listening to the shouting I am listening to the shouting of the crowd, Looking out for a scapegoat of all plight They are talking They are talking to each other They are talking to each other without care, Without mask, without grasp, but full of rage I am thinking I am thinking of the world I am thinking of the world where we belong, Of the murder, of the sickness and the fear I am praying I am praying to my god I am praying to my god every day, Living simple in his keeping, in his grace.

Without mask, without grasp, but full of rage

I am here I am here with you I am here with you in our little house, Living calm in a friendly nature, relishing our lifes

Christine Leue –Escritora alemana quien ha publicado relatos cortos y cuentos de hadas, así como cuatro novelas. Entre sus títulos se encuentran Das verbotene Zimmer (El cuarto prohibido), Verkettung rückwärts (Encadenamiento Inverso), Methamorphose: Wandungen (Metamorfosis: Paredes) y Das Geheimnis der Türme (El secreto de las torres). Está enfrascada en la traducción de sus poemas del idioma alemán al inglés. En su blog nombrado Leuenherz (http://www.leuenherz.de/) puede apreciarse su obra narrativa y poética. Leue ha sido reconocida por su trabajo acerca de la demencia, presentado y divulgado por Vincentz Network.

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André Cruchaga

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Tus ojos, Solamente

Siempre tus ojos desvelan el pasamontañas de mis llagas esparcidas en aquellos balbuceos insomnes de las palabras. Después, la desmesura de la irrealidad en la escarcha de las asimetrías, o en la boca extenuada por la pólvora en un territorio de recuerdos confundidos. Cuando traspasamos el dolor, y la afonía del luto, llegó el ruido de la conciencia a nuestras manos: el estruendo de la lluvia nos salpicó con todos los miedos posibles. El árbol de tus ojos está aquí, como los colores de la tarde sobre el pecho. Del libro inédito: “Lejanías rotas”, 2020 ©André Cruchaga

Dentro Del Pecho Los ojos de los cadáveres Miraban petrificados y tristes. Behcet Necatigil

Dentro de su pecho un trocito de imposibles, el musgo de frío embozado en el rostro del despojo. Frente a la lluvia espléndida de sus pechos, unas ganas de comenzar a ser pájaro desmedido. Después de tantas tempestades, nadie queda aquí, sino el ojo disuelto en un féretro de sangre, con todas sus culpas y reproches. Alguien desde la última noche, pertenece también a lo impredecible. Por algún motivo, me sonrojo frente al cadáver mío que arrastro en tus pupilas de agitada lumbre. Del libro inédito: “Lejanías rotas”, 2020 ©André Cruchaga

Ganas de comenzar a ser pájaro desmedido

Tenía miedo de pillar tus ojos, De ver el doloroso temblor de tus labios… Ahmet Erhan

Fotografía: Melvyn Aguilar André Cruchaga (Chalatenango, El Salvador, 1957): ha editado treinta y dos volúmenes de poesía, incluidas cinco plaquettes. Parte de su obra ha sido traslada al euskera, catalán, inglés, francés, rumano, sueco, italiano, etc. Algunos de sus poemas han sido publicados en revistas electrónicas en papel. También ha sido incluido en varias antologías en España e Hispanoamérica.

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Jesús Alberto Díaz «Tinito»

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Un

aleteo de gorriones revuelve las cosas suprimidas, los años, las semanas, colocados a iguales intervalos, qué es lo que buscamos en esos gavetones, cuántos siglos acumulan 24 horas, qué nos hace hurgar entre escolares cuadernos, cartabones, compases, sacapuntas, lápices, plastilina, clases de piano, reuniones de familia, amoríos rancios, los calcetines de una niña muerta; sus calcetines bordados, telarañas, ladridos, aparatos para el asma, adverbios, frustraciones, dudas; subterfugios? Y las uvas del tiempo pisadas por señoritas, oh esas aldeanas con sus españolísimos pies chorreando vino. Y las uvas del tiempo arrugándose. Ahora cuando pienso en ello me asalta una nostalgia antigua, he aquí un relato brevísimo: “Había una vez un niño asmático quien intentó dibujar a lo Da Vinci, había una vez un niño sinsóntico quien tomó clases de piano a lo Beethoven, había una vez un niño”. Oh, cuántos cientos de años cumplen mis recuerdos ojerosos. La 1ra vez que papá me llevó a La Habana, sus ojos llenos del lodo de los trillos, de nuestro provincianismo, al pasar por el Capitolio, lo admiraba como si fuera La torre Eiffel, sus ojos auscultantes, volaron por encima de las conversaciones capitalinas, arrastrando consigo la tierra de provincia, sus ojos bucólicos. Un aleteo de gorriones renueva la necesidad de recurrir a lo anteriormente suprimido, la sensación de un ala que se desliza sobre las teclas de un piano.

plastilina, clases de piano, reuniones de familia

A la memoria

Foto: Ulises Regueiro Jesús Alberto Díaz Hernández «Tinito» (29 de Mayo, 1971, Pinar del Río). Escritor, dibujante, traductor. Estudió licenciatura en lengua inglesa en el Instituto Pedagógico de Pinar del Río. Tiene publicado dos poemarios: «Discurso en la penumbra», Editorial Hoy no he visto el paraíso (2012) ”Sanctasanctórum” , Editorial Eriginal Books (2012). Tiene ineditos inédito: “Deltedio”, Editorial Hoy no he visto el paraíso (2014) y Aurea Mediocritas, Eriginal Books (2014). Sus poemas han aparecido en varios blogs y revistas literarias, tales como: Otro Lunes, Caña Santa, Inactual y La Peregrina. Textos suyos han sido traducidos al francés. Actualmente reside en Miami, Florida.

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José Luis Santos

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Existir en el tokonoma (…) qué tristeza al pensar que solo los cabrones compatriotas nos niegan el aplauso. Pero así será por eterno. Nada debemos esperar de los cubanos marchitos y resentidos de los últimos 50 años. Hay que apelar a los jóvenes que el ingenio y la sangre moza prometen, sí, amigo Lezama, prometen(…) Me honra, sin embargo, pensar que pertenezco al grupo Orígenes, que está mostrando ser lo único que vale en espíritu y disciplina en esa bella durmiente isla. Carta de José R. Feo

En

su temprano exilio neoyorquino Eugenio Florit, copartícipe a intervalos y conciliables distanciamientos de «la gran aventura origenista», a mi modo establecer cotos entre origenistas orgánicos y circunstanciales, compone «Los poetas solos de Manhattan1», texto que roza lo epistolar-conversacional, súmmum y retrato de las esencias, carencias, transpiraciones y duro soliloquio de un «destino diaspórico» devenido cíclico: «Lo que pasa (...) / es que aquí no hay vicarias, / ni castillos de jagua, ni están conmigo mis poetas/ ni mis palmas (las palmas ay...). Es obvio que el sujeto lírico, esa invención que asiste y entrampa por igual al escriba, no busca sino la explicitación de un país perdido, recuperado y acaso reinventado desde el accionar de la memoria: las palmas como símbolo vindicativo y tropismo paisajístico por antonomasia, cosa que en la actualidad pudiera inferirse como el remanente de un presupuesto estético decantado por el tránsito fatigoso y constante sobre la imago, pero que sin duda alguna nos trae de vuelta a lo canónico-genésico, ese traumático despertar de lo cubano trascendente en la cultura, que tendrá como iniciador y especie de figura crística a José M. Heredia. Con éste regreso a lo que bien pudiéramos denominar «la patria decimonónica», Eugenio Florit, invisible a los tercos modelos de aceptación de la historiografía literaria nacional, no hace más que aportar el necesario énfasis en la tesis lezamiana de que «la poesía tiene que encarnar en la historia», suerte de eticidad que animó el surgimiento y posterior desempeño del movimiento Orígenes , y lo planteo en términos cinéticos, porque su impronta sobrepasa la efímera existencia física que, cuál destino manifiesto, acoge o ensombrece a una publicación seriada, sea cual fuese su campo operacional, su corpus. Florit, lo mismo que el ícono de los procedimientos délficos (hombre revestido sólo de la invulnerabilidad que una imago expresada como «sistema poético del mundo» le ofrecía; poca coraza frente a las procacidades de una vida cultural tan azarosa, propensa al arremolinamiento de sus hacedores, ya sea por ostracismo, negación o la consabida y pacata fórmula

del malditismo) coinciden, por separado y al unísono en que «Historia y Poesía (con mayúsculas) deben confluir en un solo punto inapresable, integrar un solo cuerpo doloroso». Esta idea, hoy leitmotiv en el destino de la nación cubana, aparece con similar y precoz fecundidad en anteriores proyectos editoriales como Verbum y Espuela de plata, supeditados al mecenazgo la mayor parte del tiempo, ya que el atisbo gubernamental se comportó siempre de modo remiso y opaco en lo que a amparo logístico atañe; incomprendidos y hasta vapuleados al decir de Cintio Vitier, «porque no hacíamos una poesía de consigna que ellos entendían como poesía social2». Gemelos en la periodicidad, estos proyectos encarnarían el nutriente epocal de la ciudad letrada que más tarde tornaríase en continuum a partir de Sur, Contemporáneos, o la propia revista Orígenes, usufructo, según Rafael Rojas, de la utopía romántica de una literatura regida por leyes propias, que el modernismo difundió en Hispanoamérica. Hoy se dedican infinitas loas y cantos apologéticos al centenario de Lezama. Unos y otros signados por lo que se presupone desenterramiento arqueológico, rescate de una tarja de cementerio: José Lezama Lima (1910-1976). Su obra se (re)edita y es devuelta con honores más / menos cosméticos, más / menos sinceros a sus lectores potenciales o iniciados. Lectores que fueron privados en su momento de la fuerza culturalmente liberadora, del Eros cognoscente de Oppiano Licario, José Cemí, Fronesis, Olaya, Foción, Baena Albornoz, el cura Eufrasio o el guajiro Leregas, alucinante propietario de un «falo (que) no parecía penetrar sino abrazar el otro cuerpo. Erotismo por compresión, como un osezno que aprieta un castaño3». Lectores, valga la redundancia, empujados al menoscabo o en el mejor de los casos al desconocimiento del arsenal lezamiano por fuerzas de la suspicacia y el desdén. Oscuros gestores del anquilosamiento de la praxis artístico-literaria, asunto que ahora de manera retroactiva, eufemística y

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benévola llaman quinquenio gris. O decenio, vaya Dios a saber. Circunstanciales comandancias exegéticas se aprestan a descorrer velos, generan toda clase de lecturas envolventes, más propias de un triunfalismo casi programático que de un mero acto de justicia, sin embargo el autor de los imprescindibles «Tratados en la Habana», «Paradiso», «Analecta del reloj», «Dador», o «La cantidad hechizada», por sólo citar algunos ejemplos, sigue siendo el gran desconocido-conocido ( o viceversa). Quizás la muestra más evidente (y elocuente) de ello se encuentre en una pieza icónica de la cinematografía nacional: Fresa y chocolate, como se sabe, inspirada en el relato de Senel Pas «El lobo, el bosque y el hombre nuevo»: David, personaje cuya conformación psicológica responde a obvios constructos hetero-normativos, o sea representante de un férreo orden patriarcal venido del imaginario colectivo y los ítems de toda una serie de prácticas sociales reguladoras del comportamiento sexual (para plantearlo con la menor acritud posible). Jovenestudiante-universitario, es decir, políticamente correcto penetra en la casa de Diego, exponente de «lo pájaro» algo que «más que una postura sexual, es ya una noción inscrita en la gramática de los procesos culturales cubanos4», está llamado a subvertir máscaras y falocéntricos modelos de legitimación desde el potems de un acervo cultural que lo ciñe, refracta y acaso estratifica. La mirada de David repasa la ecléctica conformación espacial de la guarida; entre sorprendido y perplejo se detiene, como ante la más antonomásica imagen oracular de las poéticas de greco-latinas, en los perfiles, digamos cosmogónicos, de un cuadro con la imagen de Martí, adlátere de todo un sinnúmero de objetos que aunque disímiles en proporciones y connotaciones, concurren en pro de una cubanía emblematizada, ausente de las carnavalizaciones oficiales que suelen asaetear a dicho tópico. Al atisbar la foto de Lezama conectado de manera casi esotérica a su inobjetable habano, pregunta, en medio de la más desconcertante ingenuidad, si el hombre del tabaco encarna la paternidad biológica de su interlocutor. Secuencia de los motivos al fin, transcurre del ocultamiento tragicómico a la visibilidad iniciática. Si a comienzos de la década del 30 del pasado siglo el panorama literario cubano, recibía el influjo, ora magnético, ora aplastante, de figuras como Juan R. Jiménez, Luis Cernuda o Jorge Guillén, unos pocos

años después nuestra praxis, o nuestra manera de concebir y asumir «los discursos sobre la nación, la identidad, la poesía, el ethos y la historia insular5», experimentarán un giro de 180 grados al inaugurarse precisamente con Lezama Lima la recuperadora idea de la teleología insular: «la ínsula distinta en el cosmos o lo que es lo mismo: la ínsula indistinta en el cosmos». Comienza así una expresión poética volcada hacia lo endógeno, un matarrelato expositivo de lo autóctono y todo lo que implique «rescate de esencias cubanas profundas». Lo que después tomaría cuerpo en Noche insular; jardines invisibles: «La mar violeta añora el nacimiento de los dioses/, ya que nacer es aquí una fiesta innombrable», versos que más que un maderamen estético pos-fundacional, esbozan un legado ético, un claro sentido de pertenencia desde los antinómicos historia/memoria, contestado (no rebatido) por la sentencia piñeriana: «La maldita circunstancia del agua por todas partes», replanteo exegético que problematiza el espíteme Origenista del sustrato teleológico de la cubanidad confinada a una relación mitopoética que le confiere al lenguaje una condición subalterna respecto de la topografía, pero que, como manifestara anteriormente no socaba o rebate, en todo caso solo crea formas de entendimiento binario de un asunto que hasta entonces se revelaba signográfico del imaginario escritural del siglo XIX. Siendo en 1971 el más notorio, polisémico y comprometido con la preservación del caudal identificatorio del tan llevado y traído tópico de la nacionalidad, al punto de formular en inigualable exégesis que «la revolución significa que todos los conjuros negativos han sido decapitados. El anillo caído en el estanque como en las antiguas mitologías, ha sido reencontrado. Comenzamos a vivir nuestros hechizos y el reinado de la imagen se entreabre a un tiempo absoluto. Cuando el pueblo está habitado por una imagen viviente, el Estado alcanza su figura6», siendo incluso aclamado por la repercusión nacional y foránea de Paradiso (obra que marcará el fin del embeleso ideotemático que, anclado en la deficitaria moral criolla dejaría inoperantes las formas no canónicas de asumir la sexualidad humana y por demás, nuestro primer y gran guiño de complicidad para con el diferente y lo diferente) no podrá eludir 18

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lo gravitacional expiatorio a raíz de su participación como jurado del premio Julián del Casal que, harto conocido por todos, fallara en 1968 a favor del siempre incriminado poemario Fuera del juego. Circunstancia en la que «la vida de la intelectualidad cubana se enredó en una malla de suspicacia y desconfianza, con la arribazón del oportunismo político en redacciones literarias y empresas culturales, fauna que actuaba en interés propio, pero auroleada de gran servicio patrio7». Y no dejar de acotar que Manuel D. Martínez y José Z. Tallét, coautores junto a Lezama del acta de premiación del polémico certamen, que diferencia de este, no sintieron jamás sobre sus personalidades escurridizas (bendito Edgar A. Poe que no precisa de panegíricos) el balanceo del péndulo homófobo y anticultural. Suma de verdades contradictorias, que algunos concede refugio de acrópolis y a otros la hiriente categoría de comistrajo. En Canción de amor en tierra extraña, todo lo anterior se resume y expresa de manera contundente, aleccionadora quizás: «y después encima Humbertopa acusó como a siete más que él sabía que los querían joder y se los sirvió en bandeja, entre ellos al gordo, a Lezama, que se quedó patidifuso porque en su vida había escrito nada contra la Revolución, pero era origenista, y hermético y católico y maricón. Demasiado ¿no?, y los que iban a mandar en la cultura le tenían muchas ganas, pero ganas de no verlo más, de desaparecerlo, hacía rato que lo querían desintegrar, difuminar, volatilizar; desde siempre pero sobre todo desde Paradiso y de todas las jodederas del capítulo VIII y Farraluke y el apoplético incorporador del mundo exterior (que era la manera más culta de la historia para nombrar a un maricón) Bueno lo quisieron joder, porque el gordo hacía ya rato que estaba generando en el espacio vacío de los taoístas e iban a tener que mamársela, ahora mismo o en la eternidad, porque de allí no hay quien te saque: ahí se entra o no se entra pero sí entraste, no hay un cabrón que pueda expulsarte8». Poseedor de una inventiva referencial, capaz de sopesar de la manera más docta y desacralizante lo alegre o lo deplorable, lo sublime o lo dispéptico de algunos episodios de fácil enquistamiento, y que muy pronto habría de devenir en prontuario y amable envoltura protectora frente al sesgo y lo que el mismo definiera como una «diabólica vuelta a la homogeneidad, a la no

diferenciación9», se las agenció para habitar, si es que el término lo admite, en un complejo y sutil mundo de analogías, epítomes y traslaciones de significados tan infranqueables como catárticos dada la ingeniosidad o el desenfado de los mismos. Recuérdese tan solo el empleo recurrente de «la ananké» y «el ojo fijo del ciclope». El primero, con carácter quizá premonitorio, refiere lo improrrogable de la muerte y el ascenso deífico a sus dominios de quienes consideraba elegidos, seres convocados al desenlace fatal en pos de la virtud devenida simiente. El segundo, de sardónica y homérica hermenéutica, alude a las proporciones metastásicas del inmovilismo que, arropado en el antifaz lexical de un Primer Congreso de Educación y Cultura, arrastraría al país a la degollina de su impronta espiritual. Si en la focalización de los sincretismos lingüísticos de la simbiosis afrocubana, Lydia Cabrera nos introduce, sin remilgos morfológicos de índole folklorizante, en el maltratado espacio que el poder y la tradición suelen conferir a las llamadas alteridades étnicas, a Lezama tocará la nunca bien ponderada empresa de acoger en el léxico la vecindad quemante de las alteridades sexuales, forzadas a la reptación por la ausencia de respaldo sociológico e imparciales estudios de género, prestos a batallar con el dogma y su inmediato sarcomatoso: la intolerancia. En tan espinosa encomienda fungió como adelantado; entre el insulto que se deriva de la desobediencia del intelecto y el ser absorbido por la mojigatería criolla, escogió lo primero, recibiendo como respuesta punible el ostracismo y la imposibilidad del staccato a sus notas existenciales. Ente novelable, padeció lo que cualquier personaje de ficción en un hiperbólico entramado que rebase sus fuerzas y asideros psicológicos. Lo mismo que el memorable Klestakov de Gogol10, trazó el desmontaje de una conciencia nacional irascible, mórbida desde la forja hasta el despliegue de sus metarrelatos posteriores, plagada de convencionalismos y antivalores que el doble rasero oficial siempre niega o convierte en mímesis. Poetizó, como nadie, el erecto masculino en una isla que en harapos tocara a las puertas de la modernidad, y donde el subalterno y los fundamentalismos de su cultura falócrata no han de convivir jamás sin opugnación, sin distingos ni salvedades hombre/mujer en los dictámenes más

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excluyentes o hasta en las vulgares represalias que se anotan en la cuenta idiosincrásica. Qué hay, me pregunto, de la preceptiva erotista del capítulo VIII de Paradiso (eminentemente profano a pesar de la religiosidad que algunos estudiosos resaltan como algo expedito en la biografía del autor) a la sodomía, para dar acuse gramático de conformidad con la vieja usanza semántica, de los victimizados Jack Twis y Ennis del Mar en Brokeback mountains11. Seguramente muy poco: un alma en pena dispuesta a infringir la glosa hegemónica que valida o invalida al sujeto de su atisbo, según cláusulas ordenancistas, o caprichos que alguien menos irreverente llamaría subjetividad. Despertó a su país de la somnolencia para con el Otro, dio pasos concretos hacia la búsqueda afirmativa de lo que hoy tranquilamente llamaríamos underground literario. De sus detractores institucionalizados o subyacentes, se refugió en el tropo, en la recuperación de lo arrebatado mediante una sin igual estética de lo críptico, o en las gradaciones de un sentir cubano que desactiva piras e invectivas. Su texto El pabellón del vacío transcurre en un crescendo de amarga polifonía: «Me voy reduciendo, /soy un punto que desaparece y vuelve/ y quepo en el tokonoma. / Me hago invisible / y en el reverso recobro mi cuerpo/ nadando en una

playa, / rodeado de bachilleres con estandartes de nieve,/ de matemáticos y de jugadores de pelota / describiendo un helado de mamey. / El vacío es más pequeño que un naipe / y puede ser grande como el cielo12». En el tokonoma, más que en Trocadero No. 162, fijó su residencia última a la manera quizás de una catacumba extrapolada, de un Reading que aunque expositivo de angustiosa metáfora insular, en el traspaso de significado no pierde la resonancia de lo que postula Rimbaud en L´ange et l´enfant : «¡Qué la tierra no encierre al alumno celeste!» Y la tierra de la transculturación, fenómeno que un sabio definiera como «el ajiaco cultural», no encerró a quien fuera quizá el más celeste de sus discípulos. _______________________________________ 1. Publicado en Los poetas solos de Manhattan, Antología personal, Diputación de Huelva, 1992, p.76. 2. No olvidar el refinado anatema inferido al respecto por Nicolás Guillén: «(…) nadie necesita de plateadas espuelas para hacer andar a Pegaso». A mi parecer, una expresión digna de figurar en las mejores antologías del encono y la torpeza analítica. Es obvio que aunque en el momento en que se explicita el recelo gremial del hoy Poeta Nacional, Vitier está aun lejos de suscribirse al núcleo de la redentora proyectiva lezamiana. Ver: Asedio a Lezama Lima y otras entrevistas, Ciro Bianchi Ross, Ed. Letras Cubanas, 2009, p. 76. 3. José Lezama Lima, Paradiso, Ed. Unión, 1966, p.p 389-394. 4. Alberto Abreu, Virgilio Piñera: Un hombre una isla, Ed. Unión, 2002, p. 122. 5. Alberto Abreu, ob.cit.,p. 159. 6. José Lezama Lima, Confluencia, Ed. Letras Cubanas, 1998, p. 399. 7. Reynaldo González, Lezama Revisitado, Ed. Letras Cubanas, 2009, p. 205. 8. Guillermo Rodríguez Rivera, Canción de amor en tierra extraña, Ed. Unión, 2007, p.p 61-62. 9. José Lezama Lima, Tratados en La Habana, Ed. Letras Cubanas, 2009, p. 272. 10. Véase: «El señor Nicolás Gogol» en Letra y Solfa, Alejo Carpentier, Ed. Letras Cubanas, 1997, p. 249. 11. Véase: Las cámaras salen del armario, Reynaldo González, La Gaceta de Cuba, No. 3, 2006, p. 64. 12. José Lezama Lima Que Sigue Caminando, manglar y uvero, No. 15, Ed. Matanzas, 2010, p.p 16-17.

José Luis Santos Muñoz. Santa Lutgarda, Cuba, 1968. Poeta, narrador y ensayista. Ha publicado, en narrativa: Escaleras al cielo y Prometeo ya no vive aquí; en poesía: Monólogo de Jean Basquiat y Los apagados muchachos del verano. Ha obtenido, entre otros reconocimientos, el Premio Provincial de Cuento <<Onelio Jorge Cardoso>> (2000) y menciones en los concursos <<David>> y <<Eliseo Diego Labrador Ruiz >> (2001).

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Editorial Arjé Viajeros. Diez poetas hiperbóreos Reseña de Daniel Fernández en El Nuevo Herald (Domingo, Diciembre 15 Año 2019)

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Luis Ángel Casas. La Habana, Cuba, 1928_Miami, Estados Unidos, 30 de Julio, 2013. Poeta, narrador, académico y declamador grandilocuente, cuya candidatura al Premio Nobel de Literatura fue aceptada de manera oficial por la Academia Sueca en 1994. Fue miembro de la Academia Cubana de la Lengua; miembro de la Real Academia Española; de la Academia Internacional de Letras, Ciencias y Artes, Nápoles, Italia; y de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Prolífico autor cuyas cualidades excepcionales demostró desde temprana edad, su pluma alcanzó la excelencia tanto en su obra poética como en la narrativa, motivo por el que consiguió elogios de los críticos más renombrados de su tiempo, de grandes figuras literarias, de diarios y revistas, alcanzado fama tanto nacional como internacionalmente hasta el punto de ser destacado por el Miami Herald en 1990 como best seller refiriéndose a su libro Trece cuentos nerviosos con prólogo de Gustavo Galo Herrero. No sólo el poeta y escritor dejó constancia viva en la obra de Luis Ángel Casas, entre las que se encuentra el best seller antes citado y muchos otros trabajos que pueden leerse en su hoja curricular, sino el hombre entregado a una pasión como la de encontrar vías de accesibilidad dentro del plano literario que conduzcan al lector a reparar en la riqueza de nuestra lengua y a hacer de ella un elemento aún más distintivo a la vista de todos. Este hombre que fue capaz de allanar el camino tanto a sus contemporáneos como a sus sucesores, desbrozado de manera que puedan transitarlo entregados, como él lo hizo en su momento, a atisbar sobre nuevos horizontes, vivió con la tranquilidad de haber dejado las bases sentadas para ello. Autor de la única “versión rítmica” de El Cuervo, de Poe, y de la única “versión homófona” de Las Campanas, también de Poe, que se tenían por imposibles de lograr, Luis Ángel Casas logró el hexámetro perfecto en español, algo que también se tenía por imposible; fue el creador de la rima potencial, y entre otras conquistas en su haber, logró demostrar, teórica y prácticamente, en sus estudios sobre la cantidad prosódica española y en los versos escritos en versificación cuantitativa, la existencia de verdaderas sílabas largas y breves en castellano. Autor de una obra de gran volumen, ha sido considerado el precursor de Borges en la narrativa hispanoamericana del siglo XX. De un preciosismo seductor, tanto poético como narrativo, su obra total es aún en gran medida inédita. El maestro Casas, que alcanzó la gloriosa senectud de la que hablaba Platón en su diario, con todas y cada una de las cualidades enunciadas allí por el gran filósofo, mantuvo intacta la ilusión de la escritura, la llama del arte, la pasión por lo creado, la devoción por el descubrimiento de lo que aún faltaba por develarse y la divina creencia en la inmortalidad del hombre en su obra. Narrativas como Los músicos de la muerte (novela histórico-filosófica); Trece cuentos nerviosos - Narraciones burlescas y diabólicas; Cuentos para la Medianoche, y poesía como La palabra poética (discurso de ingreso en la Academia Cubana de la Lengua, 70 octavas reales), El Mesías o La epopeya de los tiempos, La tiniebla infinita, Pepe del Mar y otros poemas, El Genio Burlón y otros poemas, han venido publicándose tanto en Cuba como en Estados Unidos, México y España. Una muestra de lo que ha sido la catalogación de su obra por parte de la crítica se halla latente en las siguientes palabras, que pueden consultarse en su Currículum Vitae que aparece en nuestra página web https://revistarje04.wixsite.com/mysite-1/rescate-de-autores Pepe del Mar, ha sido calificado como “la poesía más musical de la pasada centuria”; a su poema El Olivo, se le acreditó e juicio de “el poema del siglo”. De La palabra poética, se ha dicho: “es la más apasionada defensa de la cultura occidental”. De La epopeya de los tiempos, fue llamada “Patrimonio de la Cristiandad” y “la obra cumbre del siglo XX”. María Eugenia Caseiro 23 Revista Arjé N6


Mar

Luis Ángel Casas

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Un minuto de silencio La campanilla sonaba intermitentemente, y el que la tocaba decía:

Qué cosa es un minuto

─¡Señores, por favor: un minuto de silencio! Pero los señores seguían hablando como si la campanilla no existiera, como si el director de la sociedad secreta no hubiera dicho nada. ─¡Un minuto de silencio por el alma de nuestro hermano! ─Para guardar un minuto de silencio por el alma de nuestro hermano ─respondió uno de los neófitos ─, tenemos que saber, primero, qué cosa es un minuto, qué cosa es el silencio, qué cosa es el alma humana. ─Un minuto ─explicó el director ─ es el estuche donde cabe toda la eternidad. El silencio es el estuche donde cabe todo el sonido. Y el alma humana, ya lo dijo el Maestro Pitágoras, “el alma humana es un número”. ─Sí, pero un número romano, o sea una letra ─dijo uno de los maestros ─. El alma humana ─recalcó ─, el alma humana es una letra. Recordemos que las letras de los números romanos son siete y que el siete es número de perfección. Sólo por eso decimos que “el alma humana es un número”… de perfección. Y por eso aquí estudiamos, fundamentalmente, Letras y Matemáticas para llegar al Súmmun del Conocimiento, respetando la superior jerarquía de las Letras. ─De suerte ─añadió el director─ que todo el tiempo cabe en la eternidad, toda la eternidad cabe en un minuto, y todo el sonido cabe en el silencio, como todas las palomas en el sombrero del mago, todo el ser en la nada, todas las jugadas en los dados, todos los dados del mundo en un solo cubilete, toda la espada en la vaina, o en la boca del tragaespadas del circo. ─ ¿Entonces…?... ─preguntó otro de los neófitos. ─Si un minuto es el estuche donde cabe toda la eternidad, y el silencio es el estuche donde cabe todo el sonido ─dijo otro de los maestros ─, entonces un minuto de silencio es el estuche donde caben todo el sonido y toda la eternidad. ─Y… ¿dónde guardamos ese estuche, ese minuto de silencio? ─preguntó el más neófito de los presentes. No hubo respuesta. Todos callaron. Y, puestos en pie, comenzaron a guardar el minuto de silencio tantas veces suplicado. En ese momento, un horrible accidente, una horrible explosión de gas, voló el local de la sociedad secreta. Hoy hace siete años que sus ocupantes están guardando un minuto de silencio. 13 de julio de 1986 (de Cuentos para la media noche, Ediciones Universal, Miami, 1992)

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MarĂ­a Eugenia Caseiro

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El Libro de Ayer El ayer estaba escrito en el ayer con letras claras y redondas, y de El Libro de Ayer resbalaban; un pez, una fuente, caminos estampados, calles con amaneceres, parques con crepúsculos; casas con sus gentes; con sus pensamientos y con sus obras, con sus alegrías y con sus tribulaciones; tiempos con sus días y sus noches, tiempos de agitación, tiempos en benéfica invariabilidad; ancianos perdonables y mujeres solas, perros ciegos, gatos asustados, hombres lustrosos… toda suerte, toda especie y toda calidad; todo término y toda condición; cosas describibles y guardables, incontablemente cosas y cosas que en el libro permanecían encontrables, deletreables, odiables o queribles. Siempre las cosas, dentro del libro, libro adentro; palabras y más palabras, con puntos y señales; palabras pronunciables e impronunciables; conocidas y desconocidas; palabras en uso y en desuso; palabras olvidadas, llaneras, agudáicas, esdrujularias, obsesas y posesas, sometidas, lisas y sedosas… palabras emergiendo de las páginas en que todo puede fabricarse al antojo del escriba: otro verano ni el mío ni el tuyo, el suyo -; otra primavera, otoño, invierno. Cada uno resguardado entre las tapas del libro, se abre ante sus propias sombras o sus propias claridades, o se cierra en laberintos según sea el trato; el de abrir o el de cerrar el libro. En El Libro de Ayer donde el ayer escrito estaba, poco a poco se fue escondiendo un ayer dentro del otro. Los días y las noches se apretaron, se empujaron, se mintieron y metieron, una y otra, y otra vez, ya casi sin caber un ápice de tiempo, en el estambre tejido de sus trenzas polisémicas, con sus lunas y sus soles, con sus vivos y sus muertos, con sus malos y sus buenos, sus enfermos y sus sanos, sus jóvenes y viejos, sus escuelas, hospitales, cementerios, campanarios, sus destierros… ¡Oh, el destierro!... ¡Ah, qué nudo colosal nos trajo el libro con su enorme crecimiento! Y en un ¡zaz!, o en un ¡tris!, o en un ¡chuculún!, los que abrieron el libro de lo escrito ayer para continuar llenándolo con cosas; otras cosas, nuevas cosas, esas con que siempre pueden llenarse los libros hasta que ya no

caben más cosas y hay que buscar el libro que le sigue con las cosas que le siguen, y luego el otro, y el otro, y el otro, y todos los libros que deben y deberán seguirles y llenarse, vieron como el libro de las cosas en que el ayer escrito estaba -¡bum!explotó lanzando de repente las palabras, como campanazos, o como truenos. Las arrojó como un vómito gigantesco sobre las orejas de los padres, sobre las orejas de los hijos y los hijos de los hijos de los hijos. Las cosas se perdían en medio de aquel caos de palabras irredentas que porfiaban corresponder al espacio, a la libertad, al ocio, a la anarquía, y no al libro en que alguna vez habían sido remitidas, consignadas y desprovistas de autonomía como en un claustro, o en una cárcel, o en un cementerio de palabras. Fue algo así como una rebelión. Digamos que fue la rebelión de las palabras. Pero la rebelión de las palabras es, a su vez, el caos de las cosas. Las palabras, sediciosas, se esfumaban por los callejones del oído, de todos los oídos. Gritaban, aullaban en total desprendimiento del orden impuesto, de la cronología mezquina, de la inmovilidad, como quien abdica ante la inservible prisión de un trono, de un mandato despreciable y, evadiendo la imposición de una responsabilidad inútil, se enrola en una merecida insurrección. La crónica dormida en el libro, era ahora una crónica despierta, viva, desordenada, de espeluznante aleteo giratorio. A partir de aquel momento era de esperarse lo inesperado. El pueblo es así, quiere una ley, un orden, un sentido cronometrado y una crónica empotrada y de fácil dominio. Entonces todos, todos todos, estuvieron de acuerdo en comenzar otro libro. Las cosas anteriores del libro de las cosas, ya no eran encontrables, deletreables, odiables o queribles, sino el caos infranqueable. Era menester escribir de nuevo, asentar nuevamente lo nuevo en el nuevo libro de las cosas nuevas: los sucesos, absolutamente todo como en el primer libro; todo eso que solamente puede guardarse en un buen libro, un libro para ser llenado con palabras de las que se sostienen las cosas; las cosas que siempre

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y a pesar de que los hijos de los hijos de sus hijos continúan el proceso de cargar un nuevo libro con las cosas de hoy; cada cosa con su voz, cada voz con cada letra, vivos, muertos, enfermos, sanos..., así como la maldición de Sísifo, El Libro de Hoy no existe, no hay un libro de hoy con las palabras de hoy que contenga a las cosas de hoy. Absolutamente no lo hay, porque al escribirlo, al instante mismo de escribir cada palabra, el libro se des actualiza. Esto se debe a la rebelión de las palabras, la cual ha dado lugar a que la palabra, una vez pronunciada, ha pasado a ser pretérita. Entonces al escribir una palabra pretérita, que a su vez es una cosa pretérita, El Libro de Hoy pasa a ser un libro de ayer con las cosas de ayer. Y mañana, las señales, los sucesos, los tonos diferentes, lo escrito con sus puntos y sus comas, sus espacios y sus voces, todo para los hijos de los hijos de los que ayer, hoy y mañana seguirán escribiendo, cerrando, abriendo y guardando el libro de las cosas, absolutamente todo, sigue y seguirá llenando un libro viejo, tan eterno como desactualizado, tan desactualizado y tan vacío como aquel, El Libro de Ayer.

El orden de la intermitencia

debieron estar tan bien guardadas como definitivamente no estuvieron las otras, las de ayer, describibles y guardables en El Libro de Ayer y que no fue para siempre. No, no fue para siempre y no sólo eso; las palabras rebeladas, que eran en sí cosas rebeladas, dieron curso a un nuevo orden a pesar del desorden. Era pues el orden de la intermitencia sucesiva del caos. Entonces, ellas, las palabras que unidas estaban en el primer libro de las cosas, al explotar éste, se propusieron que la permanencia sería asunto del pasado. Aquella rebelión triunfó de manera inesperada sobre la mente del pueblo que, como siempre en la historia de las palabras, está dispuesta, irremediablemente, como si fuera mandato eternal o maldición aviesa, a incurrir en los mismos errores. Hoy con sus palabras albergadoras de sucesos, estas cosas, las que van a parar a El Libro de Hoy con las letras de hoy por los hijos de hoy y conforman las cosas de hoy, son en verdad muy fugaces, extremadamente fugaces, apenas persisten lo que dura escribir la última letra que, una vez colocada, casi inmediatamente, las cosas de hoy, incontinenti, pasan a ser las cosas de ayer. Una vez que han sido escritas y asentadas en el libro,

María Eugenia Caseiro Miami, Florida, 2005 (De È She Babí y otros relatos. Cuentos de Azotea. Volumen II) VITRALES C.E. 2018

Caseiro, María Eugenia (Mariú). La Habana, 1954. Poeta y narradora. Bibliografía: “Pedazos de paisaje”, versión original en español, La luna del perito, Alicante, España 2005 y, en versión bilingüe (español y rumano), Literra, Rumania 2005; “No soy yo”, Poemápolis, Bilbao, España 2008; “Nueve cuentos para recrear el café”, en versión bilingüe (español y francés), Editions Equi-Librio, Lyon, Francia 2009; “ESCAPARATE, el caos ordenado del poeta”, Editorial Glorieta, Miami, USA 2011; “Arreciados por el éxodo”, ICE, Miami, USA 2013 “A Contraluz”, ICE, Miami, USA, 2016; “Antecedentes y Morfología de la Fobia”, Editorial Exodus, Barcelona, Cataluña 2016; “Arreciados por el éxodo”, (edición especial), Imagine Clouds Edition, Miami, USA 2017; “El Correo de la Mañana” (comedia satírica), Proyecto ICE & Lamparilla S.A., Miami- Barcelona, 2018; “Galeato por un suicida”, Proyecto ICE & Lamparilla S.A., MiamiBarcelona, 2018; “El Escarmentador”, Cuentos de Azotea, Volumen I, Vitrales C.E., Miami, USA, 2018. “E SHÈ BABÍ. Testimonios para deponer lenguagenomas”, Cuentos de Azotea, Volumen II, Vitrales C.E., Miami, USA, 2018.

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Karyon kuma

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La Balada del Vacío (Fragmento/El techo cierra los lunes)

se la conecto por un rato; menos atractivo que un renacuajo, lo llamo pez porque tiene agallas sobrevivir confundiendo su pecera con el esplendor. Volviendo a las cavilaciones sobre la ignorancia y olvidando a mi frijol peleador, es justo querer saber qué hace un preguntador de Majestades; pues bien, no es asunto secreto, es pura artesanía, una contención de alientos oportunos; uno se llena de paciencia hasta que Su Majestad decida abrir, recordando que nada merece ser elevado a la categoría de envidiable, nada más, y llego calladito sin hacer el más mínimo ruido; me acomodo como si fuera parte del mobiliario, no me interesa sorprenderlo, sin embargo, a pesar del sofisticado deslizamiento, la mayoría de las veces no hay suerte, los modos de un techo son inalterables, desconfía y comprendo que la suerte no acompaña; aun así, algo es algo, un preguntador tiene sus normas y la primera es no cansarse, al menos pillo donde poderlo encontrar la próxima vez; esta frase de la próxima vez me resulta espasmódica porque cualquier día se interrumpe, no quiero ni pensar en eso, cualquier día llego a parecerme a Jaime Apóstol y me aterra imaginarlo; el insoportable Jaime deambula balbuceando su tonada demasiado ensimismado y esto, bajo ningún concepto se lo aconsejo a nadie, las torpezas hay que aprender a disimularlas, y mal que le pese, como todo preguntador, hago lo que molesta; paso por su lado y miro su sombra, su cachorro y mi reloj muy justo al cruzarnos a la misma hora por el taller de neumáticos donde se oyen constantes reventones que distraen… <<Tu paseíto se acaba, y el de tu cachorro también, no le des más vueltas escondido tras esa estúpida musiquilla>>, lo torturo sin descanso. El techo, por el contrario, se niega a obedecerme. En la nota número trescientos dos de la página quinientos dieciocho repaso las respuestas del capítulo tres mil doscientos veintisiete. Las páginas de Su Majestad no se vuelan, están casi siempre a mano y crean vicio, tirado boca arriba en el piso, en la bañera, en la cama, de cuclillas,

Mis preguntas son simples y nada extraordinarias

Mi nombre es Zaba y soy preguntador de techos, hablaré de mí sin levantar alarmas; a mis años, que no son pocos, es bueno poder decir de vez en vez <<esto no es lo único que tengo>>, hay historias largas y las hay cortas, cada una tiene su chispa que tira de uno como una procesión; al viejo Zaba sin embargo, no le importa el tamaño, prefiere una cosecha añejada por preguntas de pelea. Las pongo al fuego, las cuezo lento, muy lento, para que suelten todo el jugo. Y qué debe hacer un viejo preguntador además de preguntarse acerca de su propia pregunta, que ya es bastante. Bueno…, empezamos bien e iremos mejor aún…, rezaré para que todos los carbones hiervan y acompañen a desenredar la madeja. Envidio poco. Nada merece ser elevado a la categoría de envidiable, pero preguntar, vaya si se me da bien, eso sí no paro de hacerlo, a veces parezco un pescador con su vara sin río revuelto, un felino tuerto con la garra picoteada por la misma carnada, soy relativamente inseguro y por lo tanto, no sé qué hacer con los desacuerdos sobrantes; me agrupo entre los gatos que vemos con escasa habilidad para pasar inadvertidos, esos que destacan por no ser precisamente añadibles. Mis mañas tengo, mis disimulos no faltan pues he sido bendecido y bien dotado por saludable ignorancia. Tres clases de luces he dispuesto en diferentes sitios, unas son redondas, amarillas y pequeñajas que, además de sumarme arrugas, dejan una sombra en los huecos de los ojos y es justo lo que necesito; de todas las que tengo, esas tres raras criaturas son las que más duran, siguen creando luz, pero sin talento; luego, hay otra del largo de dos cuartas, sombrea poco favoreciendo el tono violáceo que me deja en las clavículas una descomunal indiscreción de vejez de lo cual presumo con orgullo, es de una pecera que encontré y la comparto sin miserias con un frijol peleador con forma de pez que alimento con trozos de sal; cuando veo que empieza a cerrar los ojos más de dos días seguidos

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desacierto que en el cráneo de la tía N, pelado pero con una parte de pelo pegado a la cabeza, reconoció el corte facial típico familiar y le pareció enigmático. Quiero decirlo con calma como entonces, sin esa fatiga que contagia a un Exquisito; cuán aliviante era entonces; aquello sólo podía soltarlo sin pudor a Su Majestad; no voy a negar que siempre he sido ese gato a quien nadie hace caso, mucho menos si se pretende saltar por los tramos de asuntos privadísimos como son el quedar atónito al ver los huesos de la columna de N que tuvo que partir con doble fuerza el sepulturero para apretujarlos en el osario, o la perfección de la dentadura increíblemente intacta para la edad finita a la que llegó la difunta y de lo que se hablaba como si la finada no estuviera presente. De alguna manera todos los Exquisitos Locuaces quedan. Mis preguntas son simples y nada extraordinarias por elemental cuestión de higiene pública, ya que hacia algún sitio tiene que ir a parar lo que no tiene el común de los sentidos dado al color o al ladrido de un perro; el mundo debe sacudirse manías acumuladas y soy yo el que va colgando lo que pregunta por ahí a expensas de ser tildado de cometer infidelidad a los hombres, perdón, a los Exquisitos Locuaces, esa rancia especie a la que pertenece el cantortucho Jaime Apóstol; debo decir además que me hallo presa de un tránsito desproporcionado del que un preguntador puede salir no triunfante o sanado, y su cura es su festiva apropiación de lo que se cree merece ser colgado a la vista <<¡Ha nacido un preguntador!>> Espero oír por algún sitio. Los prólogos de los techos siempre me han parecido jugosos, incluso para una Magna Enciclopedia; como no hay dinero capaz de comprarlos, pensé entrar a un almacén de techos y allí hojear todo lo posible de Sus Majestades, pues no dejan detenerse para curiosas investigaciones <<¡Eh…!>>_te señalan_ <<¡que esto no es una biblioteca!>>. Poco agraciadas son las bibliotecas, por tanto, aunque no pueda comprar nada, soy más de Almacenes, desvivo por comprobar que las

¡Ha nacido un preguntador!

de cabeza, en un banco o en el sofá que no me salva ni arropa como tanto me gustaría. Su Majestad soporta peso pero tiene sus universales leyes, sólo de cuando en cuando se relaja desplegado para mí; descansa tan bien apoltronado que estoy pensando seriamente en quitar la araña que se roba un enorme trozo de su centro; un preguntador debe expiar culpas y esto de la lámpara de araña me parece un despilfarro de pericia imperdonable. La pericia embiste como la voz de los Exquisitos Locuaces, no se les ve llegar, o al menos uno se pregunta << ¿Dónde estaba yo que no las vi acercarse?>> y resulta que ya estaban por ahí purgando sus viejas cenizas como las últimas estatuas tras una guerra. Ni las palabras ni la pericia de un Locuaz son de fiar, son tan huecas como puede ser un color o el ladrido de un perro. Además de esta máxima, cuatro son las normas que debo seguir, sólo cuatro, pero el techo cierra los lunes cuando soy uno que quiere ser atendido, entretenido o engañado, cierra sin compasión, incluso aunque llueva del otro lado; me echa de su refugio cuando aún no he terminado de desenroscar la cuestión y lanza improperios cogiéndome de la manga. <<Termine fuera>> _resopla_, no dice lo siento, se vuelve acalambrado, esconde su lado de techo, le veo un rostro como de tipo que está ausente y monto guardia, vigilo por si cambia de humor; <<cualquiera tiene un mal día o un mal lunes _me digo_ y cualquiera que sea, la soledad siempre protege>>. En algún momento atrás, cuando a mis anchas tuve el favor de dialogar privadísimos desacuerdos siempre sobrantes, era muy diferente. <<Frijol, ves lo que sucede cuando sales de tu pecera, quédate ahí calentito saboreando tu sal, toma experiencia amigo, peor vamos en esta pecera nuestra que no deja espacio para hacer suposiciones>>. Fui yo un privilegiado que sentía placer hablando con su techo entre cavilaciones minuciosas, era entonces un preguntador de ley que sentía placer nombrando detalles no garrafales de sus difuntos Elocuentes desde el principio hasta el final de sus días; era yo el tipo que confesaba no haber perdido la exhumación de los restos de ninguno de ellos; no había prisa, por qué debía tenerla, fui yo el que describió sin

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calcular abundantes las inquietudes

la vista y aprovecho cuando el voltaje está bajo; me agencio con una linterna cuyo cristal trae claridad aceptable y corro buen riesgo, me hago el distinto, un novedoso a quien nada le aferra, entonces se engrifa y hasta puedo contarle los poros, amenaza con desprendimiento y con derrumbarse a plomo, no me reconoce, pero sospecha y termina huyendo a su hermetismo. He usado las dos primeras normas, pero nada sucede y temo perder mis credenciales. Sin embargo, como nadie puede evaluarme, y experimentar se me da bien, cambio de estrategia pues la tercera norma es mente abierta; bien…, muy bien…, y si conversara despreocupadamente como si hubiera otro en la habitación, tomándome un café y riendo de supuestas circunstancias quitando importancia a Su Majestad y dejándolo fuera, de modo que, ignorándolo, lo hiciera partícipe y a la vez sintiera la humillación de no ser tenido en cuenta hasta que el orgullo le impulse a meter la cuchara y yo al fin, con no poco rencor, poder acorralarlo ahí mismo para sacarle de una buena vez todo lo que necesito. Eso hice el viernes y fracasó el intento, en cambio quedé rendido bajo el intermitente parpadeo de un huevo plástico; este foco lo vendían en esas tiendas de saldos donde uno encuentra cosas raras que parecen inventadas por error pero siempre hay algún imbécil que les encuentra utilidad y cree que pueden servir para una noche de insomnio cuyas horas se viven como de propina ya que se supone son para descansar o morir mientras retoza alguna privadísima inquietud digna de una Magna Enciclopedia. Cuando desperté ya casi eran las diez y tenía que ir pitando a cruzarme con Jaime Apóstol, de mí no se iba a librar. Di de comer un poco de buena sal a Frijol que había despertado con más hambre que de costumbre y corrí escaso de calzado llegando antes de hora; no había ruidos de reventones de neumáticos pero, como siempre, divisé al

es dañino para

cosas salen de donde están y también por certificar con ojos propios los rumbos inesperados cada vez que algún Locuaz se lleva algo, y ya que mi techo se niega a atender, a los cálculos me entrego. Manos a la obra, planifico ir de lunes a domingo a tales Almacenes; Zaba el preguntador irá allí sin faltar un día, y tomará el hilo de lo que puede ser ocultado o no; sin embargo, calcular es dañino para las inquietudes abundantes, notaría que furtivamente dicho Almacén podría llenarse de preguntadores como yo, podría ir aumentado el público considerablemente porque habría un sindicato de techos en huelga negados a responder, <<techos de hojas caídas>> dirían los adorables anarquistas, techos renuentes a servir a los desesperados que lleguen saltándose las cuatro normas, dada la enorme cantidad de desacuerdos sobrantes. Como siempre sucede, al final de todos mis cálculos, me amargo; ya sé de antemano que le perdería el gusto porque dejaría de ser una táctica exclusiva y esto me haría retomar viejas costumbres, pensaría en mi blanco techo, en sus marcadores extraordinarios, en mi nota número trescientos dos, y con mayor juicio retornaría a las andanzas. Es un martes cuando entro a gatas y voy subiendo de espaldas a la cama para quedar acostado muy plano, lo más parecido a una sábana, el mimetismo tiene su humilde encanto, pero cambio pronto de idea y me tiro al piso igualmente estirado, emparejado con el elegante moho brotado sobre las losas. <<Que estás ahí _me dice _, que te he visto>>. Ni funciona…, ni lo contradigo, ni quiero arriesgarme; <<a esa nota volveré>>, me consuelo y levanto sacudiendo el polvo de mis viejas rodillas con la nostalgia por aquellos tiempos tranquilos en que hablábamos de ingratitud…, sí Frijol, palabra triste ésa, la más triste de todas las palabras otorgadas a los Exquisitos Locuaces _¡ausencia de gracia hijo…! la ceguera del olvido_, una dolencia canalla no reconocida por aquél que la padece, y pasan vientos y riadas por los actos aliviadores, y bajan hasta hundirse en las profundidades del olvido o peor aún, de la negación . El miércoles no enciendo la luz, el jueves tampoco; improvisar es la segunda norma de un buen preguntador, hay veces que Su Majestad tiene mal

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insoportable Jaime quien venía balbuceando su canturreo y tirando del cachorro, iba yo a largar el vistazo a mi reloj cuando al cruzarnos logro escuchar su letrilla… <<No soy leal ni fiel, fingir bondades me honra ¿Escuchas la divertida balada de la trampa, la comparsa de embustes que me invento? Fui prestamista de tretas ¡ya no! adicto a desaparecer, mi incendio forestal me preña y nutre la placenta del desecho. Iba ahora mismo a advertir que guardaras cuidado al pasar, pero no te aviso…, has de enredarte lo tuyo para que tengas mañana una letra que cantar. No convenio con el crepúsculo del volumen ni compactos mundos, sino, escucha bien, con la ligereza de lo errático ¿quién te prohíbe perderte? ¿quién burla tu condición de paria? ¡Yo no, pues desde hoy aparto las losas de los suelos y te traiciono y enceguezco…! La ausencia es mi catedral, el aquí es sólo un aleteo, no hay competencias de gladiadores ni apuestas ni peldaños ¿No sientes el eco de mi túnica cuando me despido y vuelvo? Escucha, si ves una sombra que confunde, desconfía, soy yo que soplo mientras danzo; mi forma de rezar es arrastrarte hasta el abismo, allí estaré donde nadie te acompañe sin demandar esfuerzo…, no te cobro ni robo, no te disciplino ni digo un dos tres, delante detrás al fondo ¡pobre gato! las dimensiones son tu cárcel más barata. No me advertirás venir ni tengo que tardar en llegar, es la inquietud el único pan que sé amasar para ti, la sed el mejor vino que ofrezco, a cambio despiertas solitario envenenado de luz, y más extraviado>>. Aquella balada fue lo mejor que pude cosechar ese viernes, me refrescó igual que una excursión a un

campamento de verano, no sé dónde pudo conquistarla Jaime Apóstol, algunos tienen suerte, y uno en cambio, tan ocupado con techos y preguntas. Agotadas las tres normas, creo entender que la casualidad toma el mando, puede que a partir de aquí tenga que arreglármelas solo, va y es eso lo que corresponde. Y si me pusiera en su lugar ¡si suplantara a Su Majestad armando una sucia reyerta! No estaría mal… ¿cómo no se me ocurrió antes? La regla número cuatro es no sobrestimar ni subestimar, es verdad que de cierto modo sólo considero mi referencia, mas, la de Su Majestad la menosprecio, <<qué pobre diablo es éste _lamentará juiciosamente_ que amanece creyendo en sabias respuestas…, cómo es posible que el entrenamiento no le ayude a salir de semejante torpeza, por mí como si es un pollo el que pregunta, aquí todos entran en el mismo saco, y quién le dijo que hay un lunes o un viernes, quién timó a este bailarín con disparates y señales>>. ¡Mil demonios te llenen de moho y hermosas goteras…! Que siguiera reglas sin equivocarme, todo debía ser ordenado para mis privadísimas cosechas y fue lo acordado. ¡De la pregunta trescientos dos hablo! ¡Por qué no te pones tú en mi lugar sin hacerte de rogar! Eso, o terminaré como el cantortucho Jaime Apóstol ante usted Su Majestad. No estoy seguro si me ha dejado a la suerte para que asuma mi infidelidad, ser incoherente no está de moda ¡Falta una pregunta por responder, te lo advierto! y diles de una vez que todos se pusieron de acuerdo para nombrarnos como hombres, perdón, Exquisitos Locuaces, pero conmigo no contaron.

Karyon Kuma (C. Cambeiro). Ciudad Habana 1964. Periodista y escritora cubana (radio, tv, prensa plana). Especialidad: Cine. Sus artículos, críticas, ensayos y obra literaria pueden leerse en revistas y semanarios tales como Cine Guía, Arique, Ekatombe, Primavera Digital, entre otros. Libros de poesía: Escorzos, Hamaca de Piedra. Prosa Poética: Oficios. Libros de cuentos: Rayitos de sol y Decálogo de los inadaptados. Novelas: El holocausto de las mariposas, Living in Miami. Reside en Miami y actualmente dirige la revista Arjé.

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Literatura Ciencia Ensayo Pintura y Escultura Filosofía Cine

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Pequeño Bodegón con peces rojos. Óleo sobre lienzo.

Sergio Lastres 37 Revista Arjé N6


Mi Vaso de Bourbon con peces rojos. (Ă“leo sobre lienzo)

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Un café para Magritte. (Lápiz y pastel sobre papel)

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J´adore les poissons rouges. (Lápiz y pastel sobre papel)

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Pomo con peces rojos (Lápiz y pastel sobre papel)

Sergio Lastres, La Habana, Cuba, 1965. Pintor, grabador y escultor autodidacta. Ha expuesto su obra desde que llegó a los Estados Unidos en 1995 en varias ciudades de este país como Miami, Washington, Nápoles, Connecticut, Chicago, Nueva York, Carolina del Norte y San Francisco. También presentó su obra en el Museo de Arte Contemporáneo de Cusco-Perú, en Madrid-España, en CórdobaArgentina, San Juan-Puerto Rico, Mérida-México, Basilea, Sug y Surich-Suiza, Ciudad de Panamá-Panamá, Caracas-Venezuela.

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Autores Casas, Luis Ángel. La Habana, Cuba, 1928. _Miami, Estados Unidos, 30 de Julio, 2013 . Poeta, narrador, académico y declamador grandilocuente, cuya candidatura al Premio Nóbel de Literatura fue aceptada de manera oficial por la Academia Sueca en 1994. Es miembro de la Academia Cubana de la Lengua; miembro de la Real Academia Española; de la Academia Internacional de Letras, Ciencias y Artes, Nápoles, Italia; y de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Caseiro, María Eugenia (Mariú). La Habana, 1954. Poeta y narradora. Bibliografía: “Pedazos de paisaje”, versión original en español, La luna del perito, Alicante, España 2005 y, en versión bilingüe (español y rumano), Literra, Rumania 2005; “No soy yo”, Poemápolis, Bilbao, España 2008; “Nueve cuentos para recrear el café”, en versión bilingüe (español y francés), Editions Equi-Librio, Lyon, Francia 2009; “ESCAPARATE, el caos ordenado del poeta”, Editorial Glorieta, Miami, USA 2011; “Arreciados por el éxodo”, ICE, Miami, USA 2013 “A Contraluz”, ICE, Miami, USA, 2016; “Antecedentes y Morfología de la Fobia”, Editorial Exodus, Barcelona, Cataluña 2016; “Arreciados por el éxodo”, (edición especial), Imagine Clouds Edition, Miami, USA 2017; “El Correo de la Mañana” (comedia satírica), Proyecto ICE & Lamparilla S.A., Miami- Barcelona, 2018; “Galeato por un suicida”, Proyecto ICE & Lamparilla S.A., MiamiBarcelona, 2018; “El Escarmentador”, Cuentos de Azotea, Volumen I, Vitrales C.E., Miami, USA, 2018. “E SHÈ BABÍ. Testimonios para deponer lenguagenomas”, Cuentos de Azotea, Volumen II, Vitrales C.E., Miami, USA, 2018. Cincotta, Elisabet: de Buenos Aires, Argentina. Obtuvo premios y menciones en varios certámenes. Integra el Diccionario de Escritores de la Provincia de Buenos Aires y del Museo de la Poesía Manuscrita de San Luis. Participó en varias antologías, tres bilingües/Italia, dos en México, una en República Dominicana en el marco de Grito de Mujer. Sus poemas han sido traducidos a cinco idiomas. Es Coordinadora de Certámenes del Grupo Literario Almafuerte/ Berazategui. Integró el equipo organizador de Eros Aires Festival de Poesía erótica/2010/2011. Coordinó el ciclo literario “Los Salieri”. Recibió Reconocimientos en el marco del Programa Violencia 0-La violencia no se silencia. Diseña y edita la revista virtual Palabras al sol. Tiene editados 19 libros. Cruchaga, André. Escritora alemana quien ha publicado relatos cortos y cuentos de hadas, así como cuatro novelas. Entre sus títulos se

encuentran Das verbotene Zimmer (El cuarto prohibido), Verkettung rückwärts (Encadenamiento Inverso), Methamorphose: Wandungen (Metamorfosis: Paredes) y Das Geheimnis der Türme (El secreto de las torres). Está enfrascada en la traducción de sus poemas del idioma alemán al inglés. En su blog nombrado Leuenherz (http://www.leuenherz.de/) puede apreciarse su obra narrativa y poética. Leue ha sido reconocida por su trabajo acerca de la demencia, presentado y divulgado por Vincentz Network. De Mela Ángela. La Habana, Cuba, 1954. Licenciada en Historia General por la Universidad de La Habana. Máster Oficial en Ciencias del Matrimonio y la Familia por la Universidad Lateranense de Roma. Poetisa, investigadora y crítica literaria. Fundadora del Festival Internacional de Poesía de La Habana. Fundadora del Movimiento Nacional de Talleres Literarios. Fundadora de los espacios culturales Ágape y Fe de Vida del Arzobispado de La Habana. Entre sus obras se encuentran “De ti, melancolía”,1987,“Dónde nombrar a Mela”, 1990. “Tú o Yo”, 1990, “Con palabras armadas de silencio”, 1991,“Habana & Havana”, 2003, “Estancias en el cielo”, 2006,“Rituales de la luz”, 2008,“Península de Hicacos”, 2012, “Escrito de tu nombre”, 2019. Díaz Hernández, Jesús Alberto «Tinito» (29 de Mayo, 1971, Pinar del Río). Escritor, dibujante, traductor. Estudió licenciatura en lengua inglesa en el Instituto Pedagógico de Pinar del Río. Tiene publicado dos poemarios: «Discurso en la penumbra», Editorial Hoy no he visto el paraíso (2012) ”Sanctasanctórum” , Editorial Eriginal Books (2012). Tiene ineditos inédito: “Deltedio”, Editorial Hoy no he visto el paraíso (2014) y Aurea Mediocritas, Eriginal Books (2014). Sus poemas han aparecido en varios blogs y revistas literarias, tales como: Otro Lunes, Caña Santa, Inactual y La Peregrina. Textos suyos han sido traducidos al francés. Actualmente reside en Miami, Florida. Kuma, Karyon (C. Cambeiro). Ciudad Habana 1964. Periodista y escritora cubana (radio, tv, prensa plana). Especialidad: Cine. Sus artículos, críticas, ensayos y obra literaria pueden leerse en revistas y semanarios tales como Cine Guía, Arique, Ekatombe, Primavera Digital, entre otros. Libros de poesía: Escorzos, Hamaca de Piedra. Prosa Poética: Oficios. Libros de cuentos: Rayitos de sol y Decálogo de los inadaptados. Novelas: El holocausto de las mariposas, Living in Miami. Reside en Miami y actualmente dirige la revista Arjé. Lastres, Sergio. La Habana, Cuba, 1965. Pintor, grabador y escultor autodidacta. Ha expuesto su obra desde que llegó a los Estados Unidos en 1995 en varias ciudades de este país como Miami, Washington, Nápoles, Connecticut, Chicago, Nueva York, Carolina del Norte y San Francisco. También presentó su obra en el Museo de Arte Contemporáneo de Cusco-Perú, en Madrid-España, en Córdoba-Argentina, San Juan-Puerto Rico, Mérida-México, Basilea, Sug y Surich-Suiza, Ciudad de Panamá-Panamá, Caracas-Venezuela. Leue, Christine–Escritora alemana quien ha publicado relatos cortos y cuentos de hadas, así como cuatro novelas. Entre sus títulos se encuentran Das verbotene Zimmer (El cuarto prohibido), Verkettung rückwärts (Encadenamiento Inverso), Methamorphose: Wandungen (Metamorfosis: Paredes) y Das Geheimnis der Türme (El secreto de las torres). Está enfrascada en la traducción de sus poemas del idioma alemán al inglés. En su blog nombrado Leuenherz (http://www.leuenherz.de/) puede apreciarse su obra narrativa y poética. Leue ha sido reconocida por su trabajo acerca de la demencia, presentado y divulgado por Vincentz Network. Montoly, Daniel. Nació en Montecristi, República Dominicana, 1969, poeta y traductor. Obtuvo el primer premio del concurso de poesía convocado por la revista literaria Niederngasse, el “Editor’s Choice Award The International Poets Society”. Aparece en varias antologías de poesía tales como: Colección Sensibilidades (Alternativa Editorial, España 2001), Maestros Desconocidos de la Poesía Contemporánea (Ediciones El Salvaje Refinado, USA, 2004) y en la antología norteamericana: A Generation Defining Itself –In Our Onw Words- (AMW, Interprises, North Caroline, USA, 2009). Libros de poesía: La Ritualidad del Círculo (Obsidiana Press, 2008, USA), Tránsito del Agua (Editorial Taller del Poeta, 2008, Galicia, España) y Papeles Robados al Más Allá (Linden Lanes Press/ Colección de Poesía, San Antonio, Texas, USA 2014). Dirige el blog literario: El Wong Side. Santos Muñoz, José Luis. Santa Lutgarda, Cuba, 1968. Poeta, narrador y ensayista. Ha publicado, en narrativa: Escaleras al cielo y Prometeo ya

no vive aquí; en poesía: Monólogo de Jean Basquiat y Los apagados muchachos del verano. Ha obtenido, entre otros reconocimientos, el Premio Provincial de Cuento <<Onelio Jorge Cardoso>> (2000) y menciones en los concursos <<David>> y <<Eliseo Diego Labrador Ruiz >> (2001).

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