Gobernando los Andes
y un gobierno firme»150. Con Toledo se llevó a cabo una auténtica obra de arte ideológica y política en relación a sus adversarios, tanto españoles como indígenas: los mismos indios afirmaban, «libremente», bajo juramento y acatando todas las reglas de la oficialidad, que necesitaban la tutela española, avalando así, con la evidencia de los hechos que tanto anhelaba Toledo, las posiciones de Sepúlveda en lo referente al «carácter civilizador que correspondía a ese imperio sobre los bárbaros». Como resalta Silvio Zavala, «no se trataba tan sólo de que los hombres prudentes se sirviesen de ellos, sino de que los elevasen a un grado mayor de razón y a costumbres mejores hasta donde su condición lo permitiese»151. Sobre estas bases, no solo se justificaba la conquista de América y su explotación, sino que todo el colonialismo europeo en los siglos venideros habría encontrado su propia justificación ideológica. Por eso podemos afirmar que las «Informaciones» son una parte fundamental del proyecto político toledano152.
Un gobierno itinerante: las Ordenanzas En los cinco años que pasó «visitando» el reino, Toledo trató múltiples asuntos, algunos de carácter local y otros de carácter general. Su gobierno itinerante dejó huella en cada una de las provincias, donde hizo gala de sus capacidades organizativas; prueba de ello es la gran cantidad de normas de toda clase que dictó. En su Libro de la descripción del Perú, el cronista Antonio Bautista de Salazar nos ofrece la descripción, impregnada de la cultura humanística de su tiempo, de un Toledo infatigable legislador, un hombre que «fue en dar leyes y haçer Ordenanzas otro Moisés a los hebreos, o Noé a los caldeos y babilónicos; otro Licurgo para los lacedemonios; o Solón a los atenieses, o como Zamolxis a los scitas…»153. De la imagen del virrey legislador darán crédito más tarde el célebre jurista Solórzano Pereira y sus propios sucesores al máximo cargo institucional de Nueva Castilla. Fue, quizás, una de las pocas imágenes positivas que se transmitieron del virrey pese a la campaña difamatoria perpetrada por sus oponentes políticos 150
Hemming, La fine degli Incas, cit., p. 405; cf. también Arthur F. Zimmerman, Francisco de Toledo, Fifth Viceroy of Peru, 1569-1581, Nueva York, 1968, pp. 106-107, que concluye, un poco apresuradamente: «Toledo argued that the Indians were receiving better treatment from the Spaniards that they have received from the Inca and his government. Furthermore, he contended that the Indians were born and reared to serve». 151 Zavala, La filosofía política en la Conquista de América, cit., p. 54. 152 Cf. Merluzzi, «Memoria storica e governo imperiale», cit., pp. 195-196. 153 Salazar, «Libro de la descripción del Perú», cit., p. 220.
168