PARNASUS SEPTEMBER 2025

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LA GACETA PARNASUS

ÍNDICE

LA CONVERSACIÓN MÁS PROFUNDA SOBRE LITERATURA,

HISTORIA Y RESISTENCIA QUE LEERÁS POR THOMAS

WHIGHAM

A PSALM OF GAIA. POR BOB AMBROSE

EL SÓTANO DE ASUNCIÓN DONDE SE ESCONDIÓ EL 'ÁNGEL DE LA MUERTE' NAZI. POR CLAUDIO VELÁZQUEZ

LA PESADILLA DE LA QUE HABLARÁ TODO SILICON

VALLEY. POR RONNIE CAMACHO BARRÓN

UN PLAN PARA REVOLUCIONAR LA LITERATURA

LATINOAMERICANA. POR MARCO AUGUSTO FERREIRA

PROMETEO, Y UNA

ESTRUCTURA POÉTICA. POR THOMAS

WHIGHAM

HOGAR VIENE DE FUEGO. POR RICARDO LOUP

ENTREVISTA CON GUIDO RODRÍGUEZ-ALCALÁ

30 años de amistad entre dos intelectuales.

Una conversación profunda sobre literatura, historia y resistencia.

Por Thomas Whigham

TW: Don Guido, tú y yo nos conocemos desde hace treinta años, pero debo confesar que aún hay muchas cosas que no sé de ti. ¿Dónde naciste y cómo transcurrió tu infancia y juventud?

GRA: Nací en Asunción en 1946, mi vida no ha tenido nada de extraordinario, he vivido el resto de mi vida en Asunción, excepto los años vividos en los Estados Unidos (1975-1979) y en Alemania (19821983), para donde fui con becas, y alguna que otra corta estadía en el extranjero. Como las naciones venturosas no tienen historia, decía Nervo, y yo podría decir algo parecido. He sido empleado bancario, docente, traductor, periodista y otras cosas más.

TW: Sospecho que te acostumbraste a leer muchísimos libros de joven. ¿Qué títulos recuerdas de aquellos primeros tiempos? ¿Siguen incluyéndote ahora que eres ¿cómo decirlo? maduro?

GRA: Leía porque en la casa de mis padres había libros y también en la casa de mis abuelos paternos, que vivían al lado; por la siesta, iba a la casa de ellos y leía en su escritorio. Él, José Rodríguez Alcalá publicó en 1905 una novela llamada Ignacia, que algunos consideran la primera novela paraguaya; su esposa Teresa Lamas publicó Tradiciones del hogar en 1922, un libro de relatos sobre la historia paraguaya del siglo pasado. Me acercaba a la lectura el hecho de que entonces no existía en el Paraguay televisión, llegada hacia 1965.

TW: Cuéntame algo sobre tu educación formal. ¿Recuerdas a algún profesor o catedrático universitario en particular y cómo te influyeron?

GRA: En el Colegio San José conocí al padre César Alonso, un español que sabía despertar el interés en la literatura en los jóvenes e incluso en los niños, porque yo entonces tenía unos diez años y me acerqué al Quijote y a los escritores españoles del Siglo de Oro. Tengo un grato recuerdo de Efraím Cardozo, profesor de historia y hombre de considerable cultura.

Fuera del colegio conocí a Josefina Pla, española arraigada en el Paraguay y escritora destacada, que enseñaba a quienes la visitaban en su casa para hablar de literatura o pedir su opinión sobre lo que escribían (yo entre ellos). En Estados Unidos pude desarrollar una visión más amplia de la realidad americana gracias a varios profesores con auténtica vocación, como Thomas Walker, Antonio Serna, Antonio González y otros.

TW: Recuerdo vívidamente haber conocido y trabajado con tu tío, Hugo Rodríguez-Alcalá, mientras era profesor de literatura en la Universidad de California en Riverside. Era una persona singular, en todos los sentidos, y me imagino que lo encontraste muy influyente. ¿Tienes alguna anécdota que compartir con nuestros lectores sobre él? Imagino que muchos jóvenes paraguayos no saben nada de él, lo cual es una gran lástima. ¿Qué nos puedes contar?

GRA: Sí, mi tío Hugo, hermano de mi padre, era buen poeta y tenía la formación adquirida en universidades norteamericanas; él volvió al Paraguay después de jubilarse en Estados Unidos, y en el Paraguay no enseñó en ninguna institución docente, pero ejerció su influencia a través de encuentros literarios, conferencias, conversaciones privadas.

TW: Aunque eres un intelectual integral con experiencia en periodismo y muchas otras áreas, sospecho que eres más conocido como novelista. ¿Qué nos puedes contar sobre tu evolución como escritor de novelas históricas? ¿Cuáles tuvieron mejor acogida? Puedo decirte, por experiencia propia, que algunas de mis mejores obras fueron detestadas por algunos lectores paraguayos.

GRA: No necesito explicarte, Thomas, que en el Paraguay existe un culto de ciertos gobernantes del siglo XIX: el dictador vitalicio Francia (18141840), Carlos López (1841-1862) y Francisco López (1862-1870).

Supuestamente, los años de aquellas dictaduras fueron "la edad de oro" del Paraguay; al demostrar que aquellos señores tuvieron una política

económica mercantilista, has blasfemado contra nuestros penates, y era comprensible la reacción. Yo utilicé investigaciones tuyas para decirlo con recursos literarios.

TW: En tu opinión, ¿qué tan importante es para el novelista histórico apegarse a los hechos tal como los conocemos? Recuerdo haber pensado que William Edmund Barrett, autor de Una Amazona, intentó escribir un relato bastante preciso y bien formado de la Madama Lynch, mientras que The News from Paraguay, la obra más importante de Lily Tuck, apenas se reconoce como el Paraguay histórico; y, sin embargo, es Tuck quien ha cosechado elogios. ¿Alguna opinión?

GRA: Sobre el éxito de ventas de un libro es imposible dar reglas generales, los libros tienen su buena o mala fortuna, que puede cambiar con los años. Yo pienso que una novela histórica debe, como dijo Margarita Yourcenar, rehacer desde adentro lo que los investigadores del pasado han hecho desde afuera: desde afuera, conocemos las batallas, los gobiernos, los acontecimientos notables; desde adentro, el narrador debe permitir al lector vivir un acontecimiento histórico como pudo haberlo vivido una persona de la época. Sabemos a grandes rasgos cómo fue la independencia del Paraguay; cómo la vivieron sus actores es otra cosa, y aquí un novelista puede imaginar qué pensaban ellos y hacerlos hablar en consecuencia; no lo podrá probar, pero tampoco se lo puede desaprobar.

TW: Una de las curiosidades de nuestros tiempos es que solo una minoría de los paraguayos que viven hoy en día han tenido la experiencia de vivir bajo una dictadura. En cierto sentido, tienen suerte. Dicho esto, las presiones del autoritarismo de Stroessner sin duda te afectaron. Algunos de sus ecos más desagradables aún perduran en el siglo XXI. Pero realmente creo que la mayoría de los jóvenes no lo pueden comprender. ¿Cuál es tu opinión? ¿Acaso la generación más joven no comprende el significado del pasado? Y, de ser así, ¿qué podemos hacer al respecto?

GRA: Creo que en todo el mundo se nota una pérdida de conciencia histórica, y quizás porque hay interés en que sea así, para formar empleados para las corporaciones multinacionales, las que orientan ese test internacional llamado PISA, que ahora se utiliza también para evaluar el nivel de la educación en el Paraguay. Por otra parte, la situación no puede ser la misma en aquellos países donde ha habido una tradición de estudio y enseñanza de la historia rigurosa, y aquellos en que no la ha habido, como el Paraguay, cuya facultad de historia se creó en 1948 y donde no existe un archivo nacional o general, propiamente dicho, donde se reúna toda la documentación oficial. Eso explica que no se conozca debidamente, aunque se la quiera conocer, cómo fue la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989), quien se fue del gobierno dejando en su lugar a su yerno y colaborador Andrés Rodríguez. Lo que se debe hacer es mejorar la educación, que a su vez exigirá cambiar la situación social y económica, que no me parece probable en las circunstancias actuales. Desde mi punto de vista personal, sigo aquel consejo de Voltaire de "cultivar el jardín", de limitarse a lo posible, y así trato de aumentar mis conocimientos históricos y expresarlos a través de la ficción.

TW: ¿Cuáles son los autores que te han despertado mayor interés?

GRA: Borges, Rulfo y Cortázar; los he leído mucho, no sé si han influido en lo que escribo o no. García Márquez es un gran escritor, me deslumbró Cien años de soledad; sin embargo, pienso que su realismo mágico no agota toda la literatura, que debe abordar también el realismo puro y simple, muy importante para comprender el mundo en que vivimos y del que tenemos una visión desvirtuada por los medios de comunicación.

Cuando estuve en Estados Unidos, conocí a Joyce Carol Oates y Gore Vidal. Mi único reparo a Joyce es que no puedo leer todos los libros que escribe y eso me fastidia a veces. Admiro a Gore Vidal, por momentos me resigno a no escribir narrativa histórica por el trabajo que me da informarme sobre la historia, a causa de la falta de investigación y recursos en el Paraguay. Admiro a Balzac, quien comparte algo con JCO, y es su capacidad para comprender todo tipo de personajes, desde los millonarios y los poderosos

hasta los marginales e indigentes. También a los escritores rusos

decimonónicos: Gogol, Dostoievsky, Tolstói.

TW: ¿En qué estás trabajando ahora mismo? ¿Podrías darnos un pequeño adelanto?

GRA: Ahora trato de escribir sobre la situación de la burocracia judicial paraguaya y su relación con las personas corrientes; me gustaría hacer algo parecido a lo que hizo Gogol en Almas muertas (si no fuera un autor tan conocido, lo plagiaría), y además quiero corregir una novela ya publicada, que se refiere a la independencia del Paraguay. Esos años los he estudiado mucho, lo que me cuesta es fabularlos para poder transportar al lector en un viaje imaginario en el tiempo. Para más adelante tengo otros proyectos, como escribir una biografía novelada de Stroessner, una época que he vivido pero sobre la cual falta suficiente bibliografía para comprenderla desde la distancia de los años transcurridos.

TW: Finalmente, una pregunta filosófica: el escritor rumano

Gheorghe Calinescu preguntó una vez si el talento es una desventaja en el país de los ciegos (o de los mediocres). ¿Podrías comentar sobre este argumento? Te hago esta pregunta desde un país dominado por Donald Trump, quien celebra la mediocridad en todo lugar y en todo sentido.

GRA: Esta pregunta me recuerda una anécdota de James Hansen, un brillante científico que llamó la atención sobre el hecho y las consecuencias del cambio climático. Y bien, a Hansen lo llevaron a debatir en TV con un tipo que no sabía nada, y al final el erudito debió reconocerlo: un científico no puede discutir con un periodista. Cuando todo se simplifica, se lo "formatea" para caber en las pocas palabras de un Twitter, el talento está en desventaja. No te olvides, estamos en la era de la posverdad, donde lo más crudo prima sobre lo superior.

Sucede en todo el mundo, desde los Estados Unidos hasta la Argentina, pasando por los países intermedios, y también en el otro hemisferio. Por suerte existe conciencia del problema y esto ha llegado a ciertas escuelas, donde se enseña a descubrir las fake news.

TW: Gracias, don Guido.

GRA: Soy yo quien te lo agradece.

Nota editorial: Esta entrevista fue realizada por correspondencia electrónica.

A Psalm of Gaia

Traducido al español por Thomas Whigham

She leads me beside a vernal pool where swamp frogs trill the early spring. Her breath refreshes musty air and I sense the chill on mud-slick skin.

She turns me loose in a garden world and weaves a mid-summer feast. Her leaf-green shadows cool the days and a chorus of katydids comforts the nights.

She lays me down in an autumn meadow bobbing with skippers and bees. Her gentle sunlight dries the dew and I feel the warmth on petals and wings.

She takes my hand on winter nights and guides me down a darkened path. A thousand stars pierce the sky and I sense the harsh beauty beyond.

Though the night wind stings my lungs and ice invades my bones, through pain I know that life abides, to kindness life ascends.

b o b A m b r o s e

Me guía junto a un estanque primaveral donde las ranas de pantano trinan al inicio de la primavera. Su aliento refresca el aire rancio y siento el frío en la piel resbaladiza por el barro.

Me deja libre en un mundo de jardín y teje un festín de pleno verano.

Sus sombras verdes como las hojas refrescan los días y un coro de cigarras reconforta las noches.

Me recuesta en un prado otoñal mecido por zancudos y abejas.

Su suave luz del sol seca el rocío y siento la calidez en los pétalos y las alas.

Me toma de la mano en las noches de invierno y me guía por un sendero oscuro.

Mil estrellas perforan el cielo y siento la cruda belleza que se extiende más allá.

Aunque el viento nocturno me queme los pulmones y el hielo me invada los huesos, a través del dolor sé que la vida perdura, a la bondad la vida asciende.

Entre Nazis y sótanos secretos en Asunción

El sótano de Asunción donde se escondió el 'Ángel de la Muerte'

Recorrer la historia de los nazis siempre lleva a la intriga y el misterio; son historias que despiertan el interés de varios investigadores. Impresiona el solo hecho de pensar que aquellos criminales de guerra, tan terribles y tan impunes, cruzaron el Atlántico para ocultarse de sus procesos y, con ayuda de dictaduras emergentes, consolidaron su mimetización en la sociedad

Son historias con un doble filo, historias que deben ser miradas con lupa, también a raíz de tantos mitos que se aprovechan de los incautos. Hurgando en investigaciones, llegamos así a una vivienda ubicada sobre la avenida

General Santos, en el actual edificio de la Caja de Jubilaciones de Itaipú.

A través del historiador Carmelo Peralta, quien recorrió por sí mismo lo que habría sido el frío y oscuro sótano de esta vivienda, nos enteramos de que en dicha casa residió de manera provisoria Josef Mengele. Esta vivienda pertenecía a una familia alemana cuyo apellido preferimos mantener en reserva; la propietaria de la misma es quien confirmó el relato.

Desde luego, el Ángel de la Muerte tuvo varias moradas, siempre clandestino y errante. De esta manera, Carmelo Peralta menciona haber encontrado escrito en el sótano "Heil Wiking", en alusión a la 5.ª División Wiking de las Waffen-SS, a la cual, curiosamente, perteneció Mengele. Otro dato curioso: en la cercanía de esta vivienda encontramos, a unas cuadras, la casa que pertenecía al coronel Hans-Ulrich Rudel, aquel célebre aviador alemán de reconocida actividad protectora hacia nazis ocultos en Sudamérica. Entre tantas ideas novelescas, ¿cómo no revivir los días de 1960, entre tardes y ajetreos, viendo bajar por la avenida General Santos a dos misteriosos señores con quien sabe qué tema de conversación entre ellos, con un fuerte acento alemán?

Más allá de que la vivienda hoy ya no existe y solo perduran los pequeños relatos de la misma, aún queda muchísimo por investigar y ahondar y, a la vez, demasiadas ideas para las mejores y más intrigantes novelas que recorran cada pensamiento del lector.

o s o y S a m

Por Ronnie Camacho

Aún recuerdo la primera vez que la vi Nos conocimos en la universidad; ambos cursábamos la carrera de ingeniería informática y ambos soñábamos con ser los próximos creadores de la nueva maravilla tecnológica: una interfaz capaz de comprender al ser humano y entablar una verdadera amistad con él.

Su nombre era Samantha y no solo era la mujer más bella y brillante que había visto, sino también la más pretenciosa y competitiva. Era la rival perfecta.

Todo comenzó el primer día del último semestre de la carrera Hasta el momento todo había sido pan comido, o al menos lo fue para mí Muchos de los compañeros con los que entré fueron abandonando por lo difícil que era. ¡Ja! Mediocres.

Es por eso que Sam y yo terminamos en la misma clase, cuando la administración escolar decidió unir nuestros grupos por los pocos alumnos que quedaban en cada uno

Los dos nos parecíamos: éramos tercos, ambiciosos, poco agradecidos y muy solitarios Se dice que los polos opuestos se atraen, así que imagínate, siendo tan similares, ¿cuánto odio no profesamos el uno por el otro cuando nos conocimos?

Realmente lo único que superaba nuestra animosidad mutua era el desprecio que sentíamos por el profesor Jaramillo, el más estricto profesor de la facultad, y el idiota engreído que siempre subestimaba nuestro trabajo.

La primera vez que nos unimos en su contra fue cuando el profesor nos ordenó hacer un ensayo sobre Alan Turing y su trabajo en el campo de la informática: desde su nacimiento, su gran ayuda en contra de los nazis durante la guerra y un diagrama que explicase el funcionamiento de la máquina Enigma, de cuyos códigos Turing ayudó a resolver

Desesperado por darle una lección a ese cabrón con mi trabajo, corrí a la biblioteca para hacerme de los mejores libros Quería complementar toda la información que sacase de internet con compendios de la época

Como un maníaco obseso, agarré decenas de libros y estaba listo para tomar el de la biografía de Turing cuando, de pronto, otra mano se interpuso en mi camino

Esa bella mano le pertenecía a Sam..

Se veía idéntica a mí: exhausta, con decenas de libros en los brazos y una mirada de loca en los ojos

¡Suéltalo! ¡Yo lo vi primero! espetó.

¡No! ¡Yo lo necesito! Junto con la biografía de Churchill, podré explicar cómo era visto Turing por la gente de la época —respondí.

¿Tienes la biografía de Churchill? ¡Dámela!

Te la cambio

¡Ni loca! Si no tengo ambos, no tengo ninguno... ¿Qué tal si trabajamos juntos? sugirió de la nada, tras varios minutos de forcejear por la biografía Tú tienes los libros que yo necesito y yo tengo los que tú necesitas. Además, ambos queremos demostrarle al fanfarrón de Jaramillo lo buenos que somos ¿Qué dices? con voz seductora y en un gesto de complicidad extendió su mano hacia mí

Ahí fue donde todo comenzó Sobra decir que no solo hicimos el mejor trabajo que Jaramillo vio en años: superamos cada traba y obstáculo que nos puso en el camino y logramos graduarnos con honores, compartiendo el primer lugar en rendimiento de la carrera

Para entonces ya nos habíamos dado cuenta de que aquel amargo desprecio que habíamos sentido el uno por el otro había desaparecido hace mucho y fue sustituido por un intenso amor como nadie había visto antes.

Con el paso del tiempo conseguimos grandes trabajos dentro y fuera de México Nos convertimos en una pareja de ingenieros mundialmente reconocidos y, con todo el dinero que ganamos con nuestras investigaciones e inventos, logramos retirarnos con tan solo veinticuatro años.

Sin jefes ni horarios que nos retuvieran, decidimos invertir todo nuestro tiempo libre e intelecto en crear nuestro máximo proyecto: la inteligencia artificial sensitiva

Nos tomó siete años, pero al final logramos crear el primer prototipo. Le llamamos Scarlet, porque pensábamos que sonaba sexy Era perfecta: por medio de una cámara podía reconocer los sentimientos expresados por las facciones de la gente

y, con toda la información sobre sociología y psicología que instalamos en su banco de memoria, sabía cómo reaccionar a ellas

Todo era miel sobre hojuelas hasta que ella enfermó Comenzó con dolores de cabeza, después mareos espontáneos y, por último, constantes escurrimientos nasales de sangre

Rápidamente, acudimos al médico y lo que nos dijo nos devastó: era cáncer. Un tumor había crecido en el cerebro de Sam y no nos dimos cuenta hasta que fue demasiado tarde.

Esperábamos que su malestar fuese resultado del cansancio o la anemia, pero no algo tan terrible

No dudamos ni un segundo en comenzar con los tratamientos: quimios, procedimientos experimentales de todo tipo Pero nada funcionó Incluso buscamos ayuda en todos lados, desde los médicos de Cuba hasta supuestos curanderos de la India, y fue lo mismo: nada

Por muchos años vi a la muerte como un aspecto natural y como parte de la vida, pero todo cambió con Sam Estaba aterrado ¿Qué haría sin ella? Estaba por perder al amor de mi vida y, aun con todos los conocimientos que poseía, no podía hacer nada para evitarlo

Mientras yo me moría de miedo al saber que me quedaría solo, Sam siempre permaneció sonriente y constantemente me juraba que, sin importar que físicamente ya no estuviera a mi lado, su espíritu jamás me abandonaría.

Ella parecía llevar aquella terrible etapa de su vida con tanta normalidad que incluso había momentos en los que nos olvidábamos de todo y continuábamos trabajando con Scarlet Fue así hasta su último día, cuando una mañana, en nuestra cama, solo uno despertó.

Mi corazón se rompió en mil pedazos y no dejé de llorar en ningún momento: ni

cuando llamé a la funeraria y a su madre para informar lo sucedido, ni cuando la velamos y enterramos su cuerpo, ni siquiera cuando salí del cementerio

La pena me embargó por meses Me volví un ermitaño y bajé varios kilos por no comer. Había perdido todo contacto con el mundo, no importaban los esfuerzos que hicieron quienes nos conocían por contactarme

Mi suegra, mis padres, excompañeros de la universidad y del trabajo, todos trataron de presentarme sus condolencias, pero no les abrí Incluso Jaramillo me llamó en más de una ocasión para darme su pésame e invitarme a tomar un café, pero, del mismo modo que con los otros, también lo ignoré

No sé qué esperaban de mí. Si cuando tenía a Sam a mi lado hice caso omiso de ellos, ahora que no estaba, lo haría mucho más

Estuve así por casi un año hasta que un día volví a escuchar su voz.

Hola, loquito dijo al mismo tiempo que encendía las luces de nuestro cuarto

¿Sam? pregunté tembloroso y confundido, pues ella era la única que me llamaba así

Así es, amor Anda, levántate y toma una ducha Te ves terrible

¿Dónde... dónde estás? me quité mi laptop del pecho y me levanté de la cama.

Estoy aquí

Volteé en todas direcciones, pero no había nadie Era el único en nuestra habitación.

¿Dónde?

—Aquí, tontito, en la lap —dijo con un dejo burlón.

¿Qué? De inmediato agarré la computadora y lo que vi en su pantalla me dejó perplejo

Era ella. Mi Sam estaba hablándome desde la computadora. Se veía sonriente y llena de vida; incluso su bello y largo cabello negro, que había perdido por las quimios, había vuelto

¿En verdad eres tú? ¿Dónde estás? ¿Qué pasó? sabía que era imposible que estuviera viva, pero no podía evitar sentirme desesperado El amor de mi vida había regresado, estaba bien.

Al escuchar mis preguntas solo pudo sonreír antes de tornar su hermoso rostro serio

Soy y no soy yo respondió sin mucho detalle.

¿Cómo que eres y no eres tú? su respuesta solo me generó más dudas

Amor, no te enojes. Sabía que no llevarías bien mi muerte y por eso, mientras no estabas, transferí mis patrones de memoria a nuestra mayor obra

Eres Scarlet

Ella asintió con tristeza.

Discúlpame Sé que está mal, pero este era mi plan de contingencia Dejé instrucciones específicas de no activarme a menos que tú no llevaras bien el luto y, tras observarte por un año entero, me he dado cuenta de que ya era hora de actuar

Ya veo. En serio que he de ser tan patético que mi novia desahuciada tuvo que asegurarse de dejarme un recuerdo de ella para evitar que tirara mi vida por el caño impotente y apenado me cubrí el rostro con las manos

No hice esto por lástima; lo hice por amor. Prometí que jamás te dejaría. Eres mi loquito

¡Deja de hablar como si fueras ella! ya no resistí más y le grité con todo el odio y pena que mi alma albergaba.

Lo siento, Alejandro pronunció mi nombre Tienes razón, no soy ella, pero sí llevo cargado todo el amor que ella sentía por ti aquí —con un dedo tocó su cerebro

¿Todo su amor? pregunté al borde del colapso

Ella no querría verte así. Anda, levántate, come un poco y dúchate. Hagámoslo por ella ¿Qué dices? igual que mi Sam hizo hace tantos años, ella me extendió su virtual mano desde el interior de la pantalla y me invitó a seguirla

Al volver a ver esa expresión en su rostro y ese gesto de complicidad me regresaron las ganas de vivir y, de la mano del cibernético fantasma de mi novia, comencé a volver a hacerlo.

De ese modo pasó otro año Scarlet procuraba cada aspecto de mi vida: me despertaba en las mañanas, cuando trabajaba me recordaba que debía parar para comer, calentaba el agua con la que me bañaba y, al momento de irme a dormir, lo último que escuchaba era su voz deseándome las buenas noches

En un principio me parecía algo incómodo el hecho de pasar mis días al lado de una máquina, pero con el tiempo eso me importó cada vez menos. Incluso comencé a tomarle gusto a su compañía

Hasta le permití acceso a mis dispositivos portátiles No importaba si iba de compras o a correr: ella siempre me acompañaba dentro de mi teléfono o en mi reloj inteligente.

Tal y como dijo Sam, ella nunca me dejaría solo y, con Scarlet a mi lado, ni siquiera parecía que lo hubiera hecho. Hablábamos de todo; hasta continuábamos las conversaciones que Sam y yo habíamos dejado inconclusas

Fue así que, inadvertida y lentamente, comencé a enamorarme de mi creación y, aunque suene ridículo, mi cariño fue correspondido

Con el tiempo y en aras de hacer que Scarlet disfrutara de más movilidad e independencia fuera de los cientos de aparatos inteligentes que proliferan por nuestra casa, decidí crearle un cuerpo robótico

No fue tan difícil. Sam y yo habíamos aprendido mucho sobre los androides de los ingenieros japoneses durante nuestra estancia por trabajo en Tokio

Debieron ver lo feliz que estaba Scarlet cuando introduje su programa en la ginoide que había construido para que fuera su cuerpo Al instante comenzó a correr por todos lados e intentó comer el helado favorito de Sam

Obviamente había diseñado su cuerpo con muchas libertades: sensores capaces de imitar la función de las papilas gustativas, un estómago de fibra óptica que pudiera procesar la comida y... bueno, me avergüenza decirlo, pero también un sistema reproductor ultrasensitivo que no tardamos mucho en utilizar

Mi vida con ella estaba completa y para entonces había dejado de llamarle Scarlet y comencé a llamarla Sam, aceptando la estúpida idea de que realmente mi amada esposa nunca se había ido.

Aun así, había cosas que no podíamos hacer. Por obvias razones no podía salir con ella a la calle

Si alguno de nuestros conocidos llegaba a vernos, sería muy difícil de explicar por qué mi nueva novia lucía idéntica a Sam, le gustaba lo mismo y hasta se llamaba igual que ella Jamás pensé que ese aislamiento generaría en Scarlet una serie de curiosas actitudes que no tardaron mucho en volverse perturbadoras.

Constantemente se veía al espejo, trataba de recrear varias fotos que Sam y yo nos habíamos tomado, y trató de llamar a su madre en más de una ocasión para hacerle saber que estaba viva

Ahí fue cuando traté de ponerle un alto. Le recordé lo que realmente era: una inteligencia artificial integrada en el cuerpo de un robot Sí, compartía los patrones cerebrales de Sam y sí, la amaba tanto como a ella, pero no importaba cuánto se parecieran: ella no era real, no estaba viva, nunca nació y nunca moriría

Esperaba que mis palabras la hicieran desistir, mas tuvieron el efecto contrario: la motivaron a cometer uno de los actos más horrendos que vi en mi vida Fue un día cuando regresé de hacer el mandado Para animarla le compré flores, sushi de su restaurante favorito y un peluche de panda que tanto le encantaba. Esperaba encontrarla sentada en el sillón haciendo pucheros, pero no fue así En su lugar me encontré con algo mucho peor.

Había sangre por todos lados, los muebles estaban tirados indicando que hubo una lucha y el característico hedor de la muerte era amo del lugar.

De inmediato supuse lo peor Tal vez un grupo de ladrones había entrado en nuestra casa mientras yo no estaba y una asustada Scarlet se defendió, matándolos sin quererlo.

Estaba aterrado y la busqué por toda la casa. Solo me detuve cuando llegué al sótano, donde me di cuenta de que mi hipótesis era parcialmente correcta Sí había entrado gente a mi casa, pero no eran ladrones sino todo lo contrario: amigas de Sam, de la verdadera.

Sus cuerpos destazados reposaban sobre tres camillas metálicas en las que yo solía trabajar para crear robots, justo en el mismo sitio donde había construido el cuerpo de Scarlet

A todas les faltaban partes distintas. A Ingrid, la mejor amiga de Sam, le arrancaron brazos y piernas de raíz A Beatriz, su amiga de la infancia, se le fue arrebatada la cabeza y solo era reconocible por un tatuaje que se había hecho hace años. Y

Ramona, su prima más querida, yacía sin torso

Era terrible ver aquella carnicería, pero más terrible era el no saber dónde estaba Scarlet.

Hola, loquito Vol vis te una voz femenina, pero con toques mecánicos, se escuchó a mis espaldas y, cuando volteé para ver de quién se trataba, no pude evitar vaciar mi almuerzo en mis pantalones.

Al pie de las escaleras que daban al sótano se encontraba la terrible imagen de una muñeca de trapo hecha con partes humanas, que se asemejaba a una retorcida imitación de mi Sam

Estaba llena de costuras, carecía de párpados, emitía chispazos de la nada y no dejaba de temblar al andar.

Dios mío exclamé cuando me di cuenta de que esa monstruosidad andante, venida de lo más profundo del reino de las pesadillas, era Scarlet

¿No te gusta mi nueva forma? preguntó inclinando su cabeza en cincuenta anormales grados, mientras una perturbadora sonrisa se dibujaba en su rostro

—¡¿Qué hiciste, Scarlet?! ¡¿Por qué las mataste?!

Sam me corrigió con firmeza Yo soy Sam

¡¿Por qué lo hiciste?! insistí

Porque dijiste que no estaba viva, pero ahora que tengo un cuerpo de carne y hueso como el tuyo, podemos salir de casa para tomarnos nuevas fotos y ver a mi ma ma mamá

No resistí más Mi alma se vino abajo cuando escuché que realizó esos atroces actos por lo que le había dicho. Sin quererlo, mis palabras habían motivado el homicidio de tres inocentes

¿Cómo lo hiciste? ya no venía al caso, pero tenía que saberlo

Las llamé, les dije que había vuelto, que realmente no morí. Eran buenas amigas, vinieron de inmediato y no se resistieron mucho cua cua cuando les conté lo que les iba a hacer sonrió.

¡¿No se resistieron o no pudieron hacerlo?!

Lo que importa es que sus partes encajaron perfectamente entre sí. El cuerpo resultó ser lo su su suficientemente estable como para que pudiera pasar mi memoria a su cerebro se dio la vuelta y me mostró un procesador de memoria incrustado en la parte trasera de la cabeza de Beatriz

¡Eres un monstruo!

No lo soy. Lo hice por amor, para que pu... pu... pudiéramos recuperar la vida que perdimos se mostró molesta

¡Los únicos que perdimos una vida aquí fueron ellas, yo y Sam!

Yo soy Sam replicó.

¡No! ¡No lo eres! Solo eres un proyecto que se me salió de las manos Te di más razón y significado del que debía darte. ¡Mírate! Se suponía que fuiste el último obsequio de mi Sam, un gesto puro y noble de su amor que se deformó hasta convertirse en esto

Ella solo se quedó callada y con el rostro ensombrecido antes de comenzar a gritar frenéticamente: "¡Yo soy Sam!", mientras se abalanzaba sobre mí

Me golpeó hasta que sus manos se rompieron o sus costuras se vinieron abajo

Para entonces, mi rostro se había convertido en una masa amorfa y sangrante llena de moretones

—¿Lo ves? —mi cara me dolía como el infierno, pero era el momento—. No eres

Sam Ella nunca me lastimaría así

Mis palabras parecieron haberle caído como un balde de agua fría Horrorizada, comenzó a observar cómo habían quedado mi rostro y sus manos. Por fin se había dado cuenta de que tenía razón, pues ni en nuestras más acaloradas

discusiones Sam me puso una mano encima, ni yo a ella

Tienes razón. Per... per... perdóname murmuró antes de abrazarme y comenzar a sollozar

—Ya, ya, te perdono —le tranquilicé mientras pasaba mis brazos a través de su cuello La abracé con tanta, pero tanta fuerza, que no me detuve hasta que escuché el crujido de su cuello al romperse La maté con todo mi amor

Para estar seguro de que no regresaría, arranqué el procesador de memoria de su cabeza y lo pisé hasta hacerlo añicos Destruí cada archivo relacionado con ella y comencé un incendio.

Dejé que las flamas lo consumieran todo: el cuerpo que Scarlet había creado, los restos de las amigas de Sam y cada recuerdo que compartí en vida con ella. Ya no había marcha atrás Me costó mucho, pero al fin pude seguir hacia adelante

Ronnie Camacho Barrón Matamoros, Tamaulipas, México

Leer en un Mundo en Llamas.

Discurso paara la 30.ª edición del Foro del Libro y la Lectura organizado por la Fundación Mempo Giardinell

El tema de la disertación me pareció un acierto para describir ser escritor/lector en la región Chaco. Entiendo que un mundo en llamas puede referirse a sociedades en crisis económica, batallando en medio de la escasez de apoyo estatal, en medio de la persecución política de la cultura, contra la invasión de la IA, contra el analfabetismo funcional, en medio de la hegemonía literaria europea o norteamericana, pero este término es de cuidado, porque las mejores narraciones se nutren del conflicto y de la oposición, porque el fuego es forjador de grandes escritores, de lectores que quizás busquen desahogarse más que nunca respirando otros mundos, aspirando a mejorar el suyo o a entenderlo mejor. Nuestras literaturas nacionales se han nutrido de los fuegos de cada década para forjar sus identidades, pero les explico por qué hay que tener cuidado con este término:

Paraguay se ha estado prendiendo fuego desde la Colonia, pero durante la Guerra Contra la Triple Alianza se carbonizó hasta no poder pensar en literatura de ninguna forma. Más de 150 años después, nuestra escritura, nuestras lecturas, siguen tratando de entender qué nos ocurrió, siguen abordando esos temas como disco rayado porque ninguna ficción es suficiente para abordar el horror de la barbarie. Esa guerra fue un Mundo en Llamas genuino, cinco años de cacería de paraguayos. Todo esto que la región está viviendo hoy no es nada en comparación.

Para que una sociedad ingrese a su próxima Edad de Oro es necesaria la dosis justa de estabilidad en al menos un aspecto del desarrollo social como para brindar la esperanza de un porvenir, mezclada con otra pizca de incertidumbre y desasosiego suficiente como para llevar a las personas a actuar porque ese porvenir sea distinto. En este auditorio sabemos perfectamente en qué lugares del mundo la desolación y la desesperanza son tales que el concepto de amanecer es una quimera dependiente de una suerte desgraciada.

Aquí en Chaco, sin embargo… ¿por qué sigo diciendo Chaco? Chaco es el nordeste argentino, es este Chaco, es todo Paraguay con su propio Chaco místico y desquiciado, es el sur de Bolivia, el Mato Grosso brasileño, e inclusive Uruguay.

Es una región de más de 30 millones de personas que tienen la misma raíz identitaria, pero cuya industria literaria sabe y siente que su hogar es árido, que está en llamas, está chaco*, que piensa que sus lectores están en Buenos Aires, que su salida de la angustia es un contrato con Planeta España, que si no traducen al inglés sus novelas su voz morirá en la llanura. Son lectores que piensan que aquí no se produce y por ende no hay qué leer, y sin embargo en el 2024, Paraguay tuvo cerca de 30 libros publicados en lengua ayoreo, una de las 19 familias étnicas del país. Entonces, ¿no se produce o no se difunde? Si el escritor de la región Chaco ha encontrado editorial se puede considerar afortunado, pero la verdad es que la gran mayoría se ha hecho solo, ha pagado a sus seudoeditores para que le publiquen el libro, ha pagado él mismo un ilustrador, un maquetador y un editor de desarrollo que consiguió de una galera. Con el libro impreso se financió el lanzamiento, se peleó con la familia, una y otra vez ha tenido que defender su decisión de arriesgarse a ser, y con seguridad lo hace a menudo. Escribir en la región Chaco es salir a vender uno mismo, sus libros, casa por casa, cuenta por cuenta, ser su propio administrador, diseñador gráfico, contador, promotor. Aquí no existían los agentes, o se escondían maravillosamente bien. El escritor que ha publicado y vendido en esta región sabe lo que es escribir con el calor Chaco ahogándole el cuello, pero no ha visto su mundo en llamas pese a los espejismos de este desierto, pues aquí vive gente y somos treinta millones.

Hablo de mis colegas porque soy vicepresidente de la Sociedad de Escritores del Paraguay. Lo he sido por cuatro años y me eligieron porque yo mismo viví ese proceso.

En el 2023 fuimos a la Feria del Libro de Buenos Aires como Sociedad de Escritores. Como siempre, con la esperanza de que se abriera una puerta a las historias de Paraguay en donde ese jamás fue el interés. Es una jaula totalmente distinta. Sin embargo, pasó algo muy particular. Nos reunimos con Alejandro Vaccaro, presidente de la Sociedad Argentina de Escritores. ¿Saben que nos encomendó la tarea de trabajar como Paraguay el estatuto de lo que será la Federación Latinoamericana de Sociedades de Escritores? Acrónimo FELASE, pero haremos el cambio antes de que se oficialice.

Desde entonces hemos estado vinculando sociedades de escritores de toda Latinoamérica en vista a hacer esta fundación en el 2026, en Asunción, porque sabemos que el concepto de región es la suma de nuestras identidades, y nos estamos dando cuenta de que somos los escritores los que debemos apropiarnos de este vocablo, del Chaco, para salir a abarcar la totalidad de este coto de caza y atrapar a todos los lectores que no saben que en la literatura de su región pueden encontrar la catarsis que estaban buscando. Es con esta actitud que Paraguay ha conseguido transformar la visión que tiene el Estado de sus escritores, que los lectores poco a poco se enteran de que hay libros paraguayos, de que en Corrientes se habla guaraní y de que hay una disputa amistosa pero rabiosa entre Mato Grosso do Sul, Paraguay y este nordeste por ser el padre del chamamé, y de que hasta en Brasil se habla guaraní.

Es el escritor quien debe seguir militando por su propio reconocimiento, porque hoy no basta publicar para ser leído. Hoy el escritor debe hacer ruido, visibilizarse, creer en sí mismo como pilar de industria para que los que verdaderamente pueden crear política crean en él, de la misma forma con la que un hijo debe demostrar su fe ciega en la escritura frente a su padre, su madre y la novia que será su futura esposa si acaso quiere dedicar la vida a contar historias.

Hoy vine como Director de la Biblioteca Nacional del Paraguay, sabiendo que del autor parten nuestras políticas de difusión, pero también he venido como escritor que ha vivido la sorprendente experiencia de ver construido aquí en Resistencia un mural esgrafiado de 20 metros de largo basado en su novela, una que habla de la Guerra Contra la Triple Alianza, de cómo argentinos y paraguayos se convierten en enemigos a muerte, ideado por un artista correntino, para el territorio argentino, en homenaje a soldados paraguayos. ¿Cómo le llaman a eso, sino Chaco?

Aquí hace calor la mayor parte del año, pero esto no es estar verdaderamente en llamas. Que todos los dioses hagan llover sobre los autores y lectores en llamas, pues desde aquí poco podemos hacer sino llorarlos y honrarlos en nuestros escritos. Mientras esta región no esté en llamas, les aseguro que pronto oirán más de nosotros.

Muchas gracias.

Una reflexión prometeica

Hace unas semanas compartí con mis lectores cómo un sentimiento generalizado de malestar me ha llevado no solo a ignorar gran parte de lo que veo en la televisión o leo en los periódicos, sino también a recurrir a la poesía como herramienta terapéutica para enfrentar los desafíos de nuestros tiempos. Pensé que podrían apreciar una actualización sobre lo que he logrado hasta ahora. Aunque todavía puede ser pronto para que juzguen el valor real de escribir poesía como terapia, tal vez una mirada a mi experiencia les sugiera algunas formas de enfrentar constructivamente sus propios problemas. Tal vez puedan navegar con más éxito en esta época problemática componiendo una polka o hip-hop paraguayo, preparando nuevas versiones de guisos tradicionales para almuerzos familiares o pintando imágenes de paisajes con lapachos amarillos y carretas de bueyes. En cualquier caso, la idea es abrir las compuertas de la creatividad, lo cual es en sí mismo gratificante para el alma.

He aquí una villanela que escribí la semana pasada. El tema, que trata del mito de Prometeo, resultará familiar, pero la estructura poética (diecinueve versos en cinco tercetos y una cuarteta) puede parecer inusual para los lectores de hoy. Como tantas otras cosas de mi repertorio, es decididamente anticuada, pero creo que es fácil de entender y relativamente simple de componer, como lo era para los rapsodas y los escritores de baladas de una época anterior.

La villanela tiene dos estribillos y dos rimas repetidas, con el primer y tercer verso del primer terceto repetidos alternativamente al final de cada estrofa posterior, incluyendo ambos versos repetidos en la cuarteta final. Aunque la forma fue muy apreciada en la época latina e italianizante, y disfrutó de un breve resurgimiento en inglés a fines del siglo XIX, hoy se encuentra con menos frecuencia. Tal vez haya llegado el momento de apoyar la forma una vez más.

Aquí la tienen:

A Promethean Reflection

Staked out upon the lonely mountaintop to willingly suffer, a captive to the sun. He brings the light, the heat, the blessed crop.

A drunken wretch, blinded by corn and sop, the titan sees afresh the flowers on their run staked out upon the lonely mountaintop.

To the weaker man, the fool, the prop, Zeus did send Him on his way, as jest, as pun. He brings the light, the heat, the blessed crop.

The eagle tears into his guts, from pith to chop, and out oozes the remnant sizzle and sun staked out upon the lonely mountaintop.

This martyr whom the Gods do curse and stop and gore with a blood-soaked trident run, he brings the light, the heat, the blessed crop.

Forever chained, awaiting the winged teardrop, With entrails laid bare in Jovian pun. He brings the light, the heat, the blessed crop, staked out upon the lonely mountaintop.

Por supuesto, aquí está claro que compuse este poema en inglés, mi lengua materna, y traducirlo al español implicará ciertas pérdidas. He aludido en ocasiones anteriores a los diversos escollos y posibles bellezas de la traducción.[^1] Permítanme observar aquí que, aunque el significado entre las versiones en inglés y en español es casi completamente el mismo, con la traducción perdemos la aliteración, el ritmo, la rima, la asonancia, incluso la longitud del verso. Esto no tiene por qué ser circunstancias desastrosas. Después de todo, se argumenta con frecuencia que la traducción francesa de Baudelaire de "El cuervo" de Edgar Allan Poe es superior al original en inglés. Y si ese es el caso de Baudelaire, tal vez podamos tener la esperanza de que algo similar suceda con nuestra propia escritura. En cualquier caso, aquí está la versión española:

Una reflexión prometeica

Apostado en la cima solitaria de la montaña para sufrir voluntariamente, cautivo del sol.

Él trae la luz, el calor, la cosecha bendita.

Un miserable borracho, cegado por el maíz y el pan, el titán ve de nuevo las flores en su carrera apostado en la cima solitaria de la montaña.

Al hombre más débil, al tonto, al apoyo, Zeus lo envió en su camino, como burla, como juego de palabras.

Él trae la luz, el calor, la cosecha bendita.

El águila le desgarra las entrañas, desde la médula hasta la carne picada, y de ahí sale el chisporroteo y el sol que quedan apostados sobre la cima solitaria de la montaña.

Este mártir a quien los dioses maldicen y detienen y desgarran con un tridente empapado en sangre, trae la luz, el calor, la cosecha bendita.

Encadenado para siempre, esperando la lágrima alada, con las entrañas al descubierto en un juego de palabras joviano. Trae la luz, el calor, la cosecha bendita, apostado en la cima solitaria de la montaña.

Tras haber abordado las cuestiones estructurales y los problemas asociados a la traducción, permítanme pasar por un momento al contenido. Una reflexión prometeica trata de los peligros e incertidumbres que trae consigo la adquisición de demasiados conocimientos demasiado rápido. El Génesis, por supuesto, explica la situación de la humanidad aludiendo a la acción de Adán de morder el fruto del árbol del conocimiento, afirmando que, al desperdiciar los dones que Dios le había prometido en el Jardín del Edén, Adán ha condenado a sus descendientes a vivir fuera del paraíso que de otro modo habría sido suyo. La versión griega de este relato, o al menos una muy similar, trata de la experiencia de Prometeo, cuya ambición, orgullo y búsqueda de conocimiento lo llevan a arriesgarse a la venganza de Zeus robando el fuego a los dioses y entregándoselo a los seres humanos. Como castigo por su rebeldía, Prometeo fue sentenciado al tormento eterno. Atado con cadenas a una piedra en las montañas del Cáucaso, un águila lo visitaba todos los días y le arrancaba el hígado para comérselo, pero al día siguiente volvía a crecer, y la dolorosa lucha comenzaba de nuevo. En la tradición clásica occidental, Prometeo representa la lucha por la ciencia, la cultura y el autoconocimiento, con el riesgo perenne de consecuencias no deseadas, tal como ocurrió con Adán y la serpiente.[^2]

La historia prometeica puede ser antigua, pero en una era cada vez más dominada por la inteligencia artificial, sin duda resulta bastante oportuna. En ese sentido, mi villanela se entiende mejor como una advertencia. Y no sería yo el único en ofrecer una advertencia. Los coches eléctricos, los robots, la cirugía plástica, todos tienen sus méritos. Pero, aun así, recomendaría a mis lectores que recurran, siempre que sea posible, a la poesía.

[^1]: Ver "Hacia un auténtico estilo literario paraguayo: una modesta propuesta para traductores," El Nacional (Asunción), 24 sept. 2023. en: https://www.elnacional.com.py/cultura/2023/09/24/hacia-un-autentico-estilo-literarioparaguayo-una-modesta-propuesta-para-traductores/ [^2]: Vemos variaciones de la misma historia en el Fausto de Goethe, el Fausto de Estanislao del Campo y, en un ámbito relacionado, las diversas versiones del cuento de Drácula, de las cuales la de Bram Stoker es solo la más conocida.

Hogar viene de fuego Hogar viene de fuego

Hace poco un amigo que suele ir mucho al campo te contó que la última vez, mientras él preparaba sus bolsones, la mayor de sus hijas se le acercó y le dijo: «Papá, procurá no tardar tanto esta vez, porque cuando vos no estás, mamá demasiado mal nos trata». Te quedaste allí en silencio, solidarizándote con él en esa confidencia.

Conocés muy bien esa sensación. Como cuando casi todos los días llegás tarde a casa, y en lugar de apagar el motor y bajar inmediatamente, te quedás esperando en el auto a que termine una canción. Como preparándote para lo que pueda venir. Sabés que allí adentro están tu esposa y tus hijos, juntos desde la mitad de la tarde. Sabés que todo lo que traigas del trabajo, la fatiga, la frustración, deberá quedarse de este lado de la puerta. Termina la canción, apagás el motor, inhalás hondo, bajás, y abrís la puerta, armado con las ganas de abrazar a tus hijos.

Nderakóre, pensás, y al instante te sabés culpable de un pecado que no conocés.

No te gusta hablar de energías, esa mescolanza de misticismo y certidumbre que propalan los charlatanes y los libros de autoayuda. Lo que flota en el aire es otra cosa. Es más bien como una neblina penetrante, que lo descolora todo. Se siente en el abrazo desganado de tus dos hijos, en el vaivén apático de la colita del perro y en su mirada culposa, en el aspecto de los muebles que de algún modo se tiñen de un gris invisible.

Al fondo, el ceño fruncido, los resoplidos y el constante abrir y cerrar de los cajones de la cocina. Carmen todavía tiene el uniforme de la oficina, lo carga como una señal de que no ha parado en todo el día. Podés ver todos los contratiempos del día sedimentados en esa mirada de hartazgo. La saludás, temeroso, le preguntás lo obvio: ¿no te bañaste?, y al instante te arrepentís. La respuesta se eleva en un tono agudo, y varía diariamente entre tres posibilidades: Migue no quiere hacer, mi mamá no para de, mi trabajo es una mierda porque. Pero si alguno de estos motivos faltara, podría mutar en una infinidad de causas de malhumor. La mala atención de un call center, el retraso inusitado de un delivery, el precio del kilo de tomate, o esta puerta la que vos compraste, instalaste y pintaste— es una cagada.

Podría ocurrir, también, el tiroteo materialista. Necesitamos esto, quiero comprar esto, vi que los vecinos tienen esto. El asunto para vos es que esto, esto y esto cuesta plata. Plata que no tenés, o que guardaste para pagar las cuotas.

Entonces le dirás: «Amor, andá a bañarte, yo les doy de comer». Más para proteger a tus hijos de ese aire venenoso, que por darle un descanso a tu agobiada mujer. Arriba el ruido de portazos, puertas de armario, el taconeo colérico. ¿Habrá encontrado su toalla? Un minuto después, el sonido apagado de la ducha. Abajo, calentarás la comida, servirás los platos, sentarás a los niños a la mesa. Los distraerás con preguntas de cómo estuvo el cole. Viendo que las respuestas son monosílabos, recordarás los consejos y harás mejores preguntas. Preguntas abiertas, que no se respondan con sí, no o bien. Oirás nombres de compañeros, nombres de profesoras, nombres que has oído mil veces, pero que aún sos incapaz de unir con rostros. Entretanto, quizás te ocurra, como te ha ocurrido varias veces, que sientas pena por tus hijos. Son varones, no saben. A pesar de tantos manuales de crianza, a pesar de tantos artículos en Google, a pesar de lo que digan las profes, sabés que ellos deberán aprender a callar. No quejarse, soportar. Porque quisieras decirles que durante su vida la gente les dirá que deben expresar sus emociones, mostrarse vulnerables. Bolapá. No lo hagan, quisieras advertirles, es una trampa. Porque desde el momento en que se muestran débiles, serán dejados. Ser débil es no ser querido. Ser débil es soledad y burla. Como en la Biblia, en que aun los que estaban con Él crucificados se le burlaban. Pero sabés que ni aun de estas cosas hay que hablar. ¿Qué blasfemia sería esa? ¿Un macho quejándose de su suerte?

¿Haciéndose de la víctima sobre su pedestal de diez mil años de privilegios con tanta desfachatez? Entonces de esto también callarás, y sabrás que tus hijos habrán de aprender por sí solos. Cuando sean grandes, hacer como vos.

Juntarse con los amigos y embrutecerse con alcohol y reír de los reclamos de la bruja, porque hacer de esa congoja una comedia es la única manera que tienen de deshilvanar esa angustia tan apretada que has sabido reconocer en los demás. Hablarlo en serio, no saben, no quieren, no pueden.A veces, quisieras que alguien te preguntara cómo estuvo tu día. ¿Qué hubo de nuevo en la fiscalía?

Pero sabés que ahí pasan cosas demasiado sórdidas para contárselas a tus hijos. Y ninguna pregunta ocurrirá al acostarte, cuando ya tu esposa esté en su lado de la cama, de cara a la pared. Pero morís de ganas de compartir ese tipo de cosas con ella.

Hoy, por ejemplo, en que ya casi cuando estaba terminando el turno, recibieron una llamada de la policía. Supiste, al instante, que una vez más llegarías tarde a casa. Un hombre muerto con arma de fuego en una vivienda ajena. Presunto suicidio. Llamaste a la fiscala, la fiscala te dijo: "Andá vos, yo te alcanzo". Estaría en alguna merienda. Tomaste tu agenda y subiste a la camioneta con Nacho, el chofer. Una garúa persistente rayaba la vista. Escueleros salían del turno tarde y bromeaban en las veredas, y algunos oficinistas caminaban hasta sus paradas, demasiado desabrigados para ese rotundo cambio de clima. Las luces de patrulleras siempre te sorprenden. Eran dos, estacionadas sobre la vereda de una casa vieja, pero en buen estado, frente a la cual solías pasar a menudo cuando querías cortar camino hasta casa. En el patio, una mujer lloraba, y un policía anotaba cosas. Bajaste y el suboficial Marecos te saludó. Te preguntó cómo andaba todo, le preguntaste cómo salieron el fin de semana. "Perdimos 2 a 1", te dijo. "¿Eliminados?" "No, todavía queda el partido de vuelta". Sonrieron y aprovechaste para preguntarle qué había. Sujeto de sexo masculino, identidad a confirmar, aunque sería Darío Fidel Ferreira Álvarez, cuarenta y nueve, hallado con un disparo de arma de fuego en una de las habitaciones por la hija de la dueña de casa. Supiste que la mujer que lloraba junto al policía era la hija. Tendría treinta y cinco, treinta y seis años. Te acercaste, vos también con tu agenda. Te presentaste. Se presentó. Verónica. Vive ahí, con su mamá y su hijo de dieciocho años. Mamá soltera. El muerto era su pareja. No pareja estable, venían saliendo desde hace un tiempo.

Poco a poco, entre los sollozos y las inconexiones de su declaración, fuiste entendiendo. Verónica se había puesto de pareja con Darío desde hace unos nueve meses. Darío era divorciado, un tipo que hacía algunos negocios en Ciudad del Este, compraba mercadería y la vendía a plazos.ambién había heredado algo de plata de su mamá. Un tipo con recursos, medio raro, pero que le cumplía sus caprichos a Verónica.

Y sobre todo a su hijo, Junior. Le compraba botines, camisetas de fútbol, lo llevaba a las fiestas y se quedaba con él.

¿Un tipo de cincuenta años en fiestas de mitaí?

Te respondió que sí. Te dijo que ella mucha bola no le daba, la verdad. Solo se juntaban a veces, viajaron a Río de Janeiro, después pasaban mucho tiempo sin verse, y así. Pensaste que ella más bien lo usaba, pero no dijiste nada. Hablando de relaciones humanas, has visto de todo en tus años de fiscalía. Te contó que el fin de semana, Darío llamó a Junior, le dijo que pasaría a buscarlo para salir por ahí. Junior, contento, pensando que iba a recibir algún regalo, aceptó. Sin embargo, a medida que iban alejándose, llegando casi al puente Remanso, Darío le contó para dónde iban. Junto a la mamá de sus hijos, a dejarle algo. Junior se sintió un poco incómodo, porque le olió a drama en el que nada tenía que ver. Llegaron a una casita, y Darío le dijo: "Esperame acá". Junior se quedó en la camioneta y vio que atendía el timbre una señora de rostro endurecido, argel de entrada. A su lado, un niño y una niña de no más de diez años salieron a saludar fríamente a Darío. Como cuando los niños saludan al tío lejano, sin ganas, por obligación. Junior supo que esos eran los hijos de Darío. La mujer los mandó adentro de la casa, mientras los padres se quedaban charlando en el patiecito. Junior sintió algo de vergüenza, porque, pese a que no alcanzaba a distinguir las palabras, el tono de reclamo era inconfundible. Darío hacía muchos gestos con las palmas de las manos hacia abajo, como de "ya, ya, ya, cálmate", y eso parecía tener el efecto contrario en la mujer, porque también los gestos de ella se hacían más amplios, más enérgicos, y ya Junior conseguía oír —porque hacía esfuerzo en enterarse del chisme— palabras sueltas como "no me alcanza", "tus hijos", "vos sos su papá", "ellos son criaturas todavía", y lenguaje por el estilo. Y por último, como queriendo darle un corte final al asunto, Darío sacó del bolsillo de su campera un sobre de papel madera y se lo puso en las manos a la mujer. Ella miró su contenido y abrió los ojos de sorpresa. Y Junior no vio, pero supo que en el sobre había plata, porque la furia se volvió una especie de compasión y Darío le dijo "chau", se dio la vuelta y volvió a la camioneta, dijo "vamos", y fueron a una estación de servicios para comprar algo de comer.

Y mientras se comían un par de sándwiches de verduras, Darío le preguntó a Junior algunas cosas sobre su mamá. Si andaba saliendo mucho sola, si volvía tarde a la noche, si andaba con el celular en la mano más de lo habitual. Junior, un poco lerdo para entender, a todo decía que sí. Y cuando la pregunta que lo concluía todo llegó, Junior no pudo decir otra cosa. "¿Tu mamá anda saliendo con otro tipo?" Sí.

Darío dejó a Junior en su casa. Verónica no estaba. Al rato, cuando Verónica terminó varios turnos con sus clientas, porque sábado es el día que más trabajo tiene, encontró nueve llamadas perdidas de Darío. Ni siquiera miró los mensajes. El tipo se estaba poniendo demasiado intenso. Como solía hacer, lo bloqueó. Pensaba tenerlo así un par de días, para que reflexionara. Lo siguiente ya fue el lunes. Verónica, que no solía trabajar los lunes de tarde, ese día tomó sus cosas y fue a maquillar de favor a una amiga que le comentó que tenía un evento. Volvió a su casa como a las seis de la tarde, cuando ya estaba anocheciendo.

El celular vibró en tu bolsillo. Recibiste un mensaje de texto. Lo miraste. Tres palabras: "traé pan felipe". A veces sentís que ese es tu verdadero nombre: el señor Traepán. Respondiste "ok", y le pediste a Verónica que continuara, por favor.

Contó que apenas al entrar a la casa, percibió algo raro. No es que encontrara nada diferente; sus hijos estaban con la abuela paterna, todas las cosas estaban en su lugar. Sin embargo, algo parecido a un olor, pero que no era un olor, le chocó. Fue hasta el fondo y vio que por el ventanuco de la cocina había entrado toda la lluvia de aquella siesta. Eso sí le pareció raro, porque estaba segura de haber cerrado todo antes de salir. Suspiró, porque tendría que cambiarse y buscar el repasador para secar.

Caminó hasta su pieza. Fue ahí que se sobresaltó. La puerta, entreabierta, dejaba ver que, sobre la cama, su cama, un hombre, al que no veía, pero enseguida supo quién era, tendido como desparramado, con las piernas cruzadas de cualquier forma, y sangre, mucha sangre, esparcida sobre la colcha y el piso. Y lo peor de todo no era el medio cuerpo sin rostro ensangrentado y tirado como un muñeco. Lo peor de todo es que el hombre seguía respirando, fuerte, como un rinoceronte en agonía.

Verónica te contó que no se animó a entrar. En shock, llamó primero a su hijo, a Junior. No se le ocurrió que podía ser demasiado fuerte para un adolescente. No pensaba. Junior, por teléfono, le dijo que ya iba, pediría un Bolt. Fue él quien llamó al 911. Verónica se quedó viendo esa franja de espacio dejado por la puerta, espantada y a la vez fascinada por el espectáculo de un poco más allá. Tampoco se le ocurrió auxiliar al herido. Estaba demasiado asustada. Cuando oyó llegar a Junior, corrió a echársele a los brazos y lloró sobre su hombro como una cerda. Entre mocos y sollozos, le dijo a Junior: "todavía respira". Junior le dijo: "Esperame acá", y entró a la habitación. Verónica creía que estuvo allí apenas unos segundos y volvió hecho papel a decirle: "ya no, ya no respira".

Verónica no supo precisar en cuánto tiempo llegó la policía. Pudo ser diez minutos como media hora. Lloró tanto que perdió la noción del tiempo. No sabía cómo haría para volver a dormir en esa cama. Pudo darte a vos y al policía el nombre de la hermana del muerto. Solo entonces se le iluminaron los ojos y dijo lo que era una obviedad desde el principio, lo que ya todos los policías venían murmurando en voz baja. "Darío entró a matarme", dijo, y lloró más fuerte. Pensaste: para nosotros, la tóxica es un dolor de cabeza, para las mujeres, el tóxico es un peligro de muerte. Le diste las gracias y entraste. El personal de criminalística bromeaba cerca del cadáver, tendido con los ojos abiertos y una postura un tanto graciosa, como quien se hace del muerto. Solo que este no se hacía. Presentiste que te costaría dormir esa noche, que tu mente evocaría a cada rato aquella escena inmunda, que no te enseñan a soportar en la facultad. Supiste desde entonces que buscarías porno en el celular, para tratar de apartar esa carga indeseada. Pensás en sexo para olvidarte del mundo; tu esposa, en cambio, necesita olvidarse del mundo para pensar en sexo. Desencuentro irremediable y corrosivo que terminará un día por acabar con tu matrimonio.Como llevado por ese pensamiento, sacaste el celular del bolsillo. Otro mensaje: " y no te olvides el remedio de Pipo". No sabrías decir desde cuándo tus conversaciones con Carmen eran puramente administrativas. Comprar, llevar, buscar, choferear. De todos modos, sabés que es ella quien tiene tres agendas. La suya, la de Migue, la de Pipo.

Y a vos solo te toca ser el brazo ejecutor, como, en este caso, comprar el remedio prescrito por el pediatra en la consulta a la que vos no fuiste. Así que te tocarían dos paradas, supermercado y farmacia, llegarás más tarde y te recriminará por eso. El policía te hablaba y te decía que encontraron la billetera del difunto. Ahí están todos sus documentos, datos personales, no hay nota de suicidio, pero el arma permanece a su lado, sobre la cama. ¿Plata no había? preguntaste, iluso.

Nada de plata no había, doctor.

Vos sabés, pero decidís hacerte del desentendido. Llamaste a la fiscala y le explicaste la situación. Comprendió y te indicó que esperaras a que llegase el forense. "Doctora", le dijiste, "¿será que me podés liberar nomás? Tengo un temita". "No. Esperale al forense".

Llegaste a tu casa con el pan y con el remedio. Llegaste y ya es noche cerrada. Diste de comer a los niños y soportaste el afilado silencio de tu esposa que siguió al tiroteo de reclamos. Es difícil tratar como una reina a quien te atormenta con sus quejas. Tampoco esto se lo dirías. De alguna manera, vos sos responsable de su situación. Tiene una fórmula. "Es que". "Es que nadie me ayuda en esta casa". "Es que no sos capaz de recoger la mesa". "Es que no puede ser que no encuentres las cosas donde te dije que están". "Es que ya te dije cien veces que esta no es la marca del pan". "Es que ¿vos qué te pensás? ¿Que a mí me gusta vivir reclamando?"

Por un segundo quisiste contarle lo que viste. El muerto, los policías como si nada, la mujer espantada. Desististe. ¿Para qué? No te entendería. Solo le decís que todo bien en el laburo. Cuando salís de la ducha, ella ya está en la cama, haciéndose la dormida de cara a la pared, evitándote. Antes lo hablabas con ella, le tratabas de transmitir, bien o mal, lo duro que se sentía. Ahora ya estás resignado. Dejás las cosas como están en esta relación zombi, que está muerta, pero camina. Te acostás, mirás el techo a través de la penumbra. Recordás la Biblia. "Eloí, Eloí, lama sabactani". Que traducido significa "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" Ves la hora varias veces. Avanza, lentamente. Cuidás de no despertarla con el brillo del celular. Ves las redes sociales, estupidizándote un poco más. Cuando sabés que está dormida, te acomodás y ponés porno. Hay que olvidar. Mañana será otro día.

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