GACETA PARNASUS OCTUBRE 2025

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LA GACETA PARNASUS

Estimados lectores:

En esta edición de octubre los invitamos a un viaje por los mapas perdidos, las voces emergentes y las historias olvidadas que construyen nuestra identidad regional.

Marco Fano nos revela los errores cartográficos de los jesuitas que dibujaron Sudamérica con imprecisiones de hasta 200 kilómetros, un testimonio fascinante de cómo se forjó nuestra geografía. Cristóbal

Duarte Miltos recorre dos siglos de resistencia y renacimiento de la Iglesia paraguaya, desde las persecuciones hasta su consolidación. Dardo Ramírez Braschi explora la compleja relación entre Corrientes y Paraguay en el siglo XIX, esa frontera de alianzas y conflictos que moldeó nuestra historia.

Celebramos también las nuevas voces: el I Concurso de Cuento Juvenil "Prof. Ramón Benítez" de Itá nos entrega "Mi trocito de tierra", el emotivo relato ganador de Gabriela Aidil Rojas Bobadilla sobre un árbol centenario que observa el paso del tiempo y el amor.

Descubrirán las carreras de motocicletas en el aeropuerto de Asunción de los años 50, y disfrutarán de la poesía bilingüe de Penny Noah y Bob Ambrose Jr., que capturan paisajes y emociones universales.

Historia, cultura y literatura cobran vida en estas páginas con el fin de celebrar nuestra memoria colectiva y futuro literario.

Bienvenidos a esta edición de Parnasus.

Tahiana Larissa. Thomas L. Whigham Editora Editor Asociado y Colaborador Gaceta Parnasus

PARAGUAY Y LAS CARTOGRAFÍAS DE LOS PADRES

JESUITAS

PRIMER CONCURSO DE CUENTO JUVENIL EN

HONOR AL PROF. RAMÓN BENÍTEZ

MI TROCITO DE TIERRA

LA IGLESIA PARAGUAYA EN LA ERA

INDEPENDIENTE.

EL DINAMISMO DE LAS VINCULACIONES

PARAGUAYAS-CORRENTINAS EN EL SIGLO XIX

POESÍA BILINGÜE: "THE AMBULANCE HOWLS" DE PENNY NOAH

ASUNCIÓN DE LOS 50 Y DE AQUELLAS

MOTOCICLETAS.

EL GUAYABO DE LA NIÑA": BOB AMBROSE JR.

LOS MAPAS PERDIDOS DEL PARAGUAY:

CÓMO LOS JESUITAS

CARTOGRAFIARON SUDAMÉRICA CON ERRORES DE 200 KILÓMETROS

PARAGUAY Y LAS CARTOGRAFÍAS DE LOS PADRES JESUITAS

Por Marco Fano

Una posición geográfica sobre nuestro planeta se define en base a coordenadas esféricas: latitud (norte/sur, paralelos) y longitud (este/oeste, meridianos). La latitud se mide a partir de cero grados en correspondencia del ecuador (el paralelo de mayor diámetro) hasta 90 grados en el polo. La longitud se mide a partir de un punto de origen convencional: todos los meridianos tienen igual diámetro.

Hasta el descubrimiento de América, el meridiano cero, o meridiano de origen, se lo establecía generalmente en la isla del Hierro, la más alejada de las islas Canarias. Era considerada el punto más occidental del mundo conocido, y era conveniente como punto de origen de los mapas, porque de esta manera todas las longitudes utilizadas, al este de la isla, tenían valores positivos y no muy altos.

Con el descubrimiento de las Américas, esta conveniencia fue puesta en discusión. El mundo conocido se extendió enormemente hacia el oeste, había que resignarse a utilizar valores muy altos o valores negativos. El rey de Francia Luis XIII, o más probablemente su ministro, el cardenal Richelieu, confirmó en 1634 el uso de la isla de Hierro como longitud cero (y también longitud 360° dando toda la vuelta), con valores siempre positivos. Más tarde, muchos países adoptaron para sus mapas un meridiano de origen nacional: Francia, el meridiano de París, Gran Bretaña, el de Greenwich. A mediados del siglo XVIII la situación era bastante confusa, y convivían una serie de opciones para definir la longitud.

La tierra es redonda, y la sola manera de representar correctamente océanos y continentes es hacerlo sobre una esfera, un globo o mapamundi. Pero para usos prácticos, un globo es poco manejable, y es conveniente transferir las informaciones sobre un plano, una hoja de papel. Eso se puede hacer solo proyectando el dibujo de la esfera sobre el plano, y esa operación, complicada de por sí, siempre implica deformaciones. Las inevitables deformaciones se reducen si el plano, la pantalla, no se aleja demasiado de la superficie esférica. El plano, la hoja de papel, no se puede plegar sin estrujarla, sino en dos formas: un cono o un cilindro, que pueden apoyarse a la esfera tangentes a un meridiano o al ecuador (cilindro) o a un paralelo (cono). Por supuesto que estas operaciones son virtuales, basadas sobre cálculos matemáticos.

En Flandes, centro naval y comercial muy importante, vivía un señor Gustav Kremer, geógrafo y matemático, que construía globos terráqueos muy apreciados y vendidos en todo el mundo, y que trazaba y publicaba mapas y atlases. Calculó varias formas de proyección, y una en particular obtuvo mucha difusión y aplicaciones: una proyección cilíndrica con el cilindro tangente al ecuador. Kremer en flamenco quiere decir comerciante, Gustav adoptó como firma la traducción en latín, Mercator, y esa proyección es conocida hasta hoy como proyección de Mercator.

La representación del mundo en esa proyección tuvo mucho éxito porque presenta dos características importantes para los navegantes: toda la franja que no se aleja demasiado del ecuador, y que es la más frecuentemente recorrida por los barcos, tiene deformaciones aceptables (mientras que las zonas más lejanas, como el Canadá o la Groenlandia aparecen muy deformadas, y los polos no son representables) y, sobre todo, los mapas mantienen válida la dirección. En otras palabras, si un navegante salía de Cádiz, media la dirección hacia Buenos Aires sobre el mapa de Mercator, y apuntaba el rumbo con la brújula en esa dirección, iba a llegar correctamente al destino. La deformación de la proyección afecta las formas y las distancias, pero preserva los ángulos y el rumbo. Los mapas de que vamos a hablar están trazados con esta proyección.

La técnica del cartógrafo para dibujar un mapa preveía, ante todo, calcular el retículo de meridianos y paralelos en la proyección seleccionada. En base al retículo así dibujado posicionaba los puntos registrados en los documentos de viajeros y exploradores como longitudes y latitudes (generalmente localidades habitadas, cabos o puntos salientes sobre la costa, desembocaduras de los ríos) y después completaba el mapa a mano libre en base a dibujos, descripciones, apuntes y otras fuentes, utilizando como referencias los puntos fijos ya registrados.

Este procedimiento tenía varios límites. Ante todo, mientras que la latitud se podía obtener bastante fácilmente y con precisión utilizando sextantes que medían la inclinación del sol a mediodía, o la posición de la estrella polar de noche, para la longitud no había una manera fácil de medirla.

La invención de un sistema para medir la longitud fue el gran problema durante un par de siglos (un libro muy divertido de Umberto Eco, “La isla del día después”, cuenta los disparatados experimentos para tratar de resolverlo), solucionado solo hacia fines del siglo XVIII con la introducción de los cronómetros de precisión, utilizados por primera vez por el capitán Cook en sus tres exploraciones en el Pacífico (desde 1768 hasta 1779).

Antes de esas fechas, la longitud se calculaba “a ojo”, registrando el rumbo del barco con la brújula y la velocidad aproximada de la navegación, o con observaciones astronómicas de una de las lunas de Júpiter, factibles solo con telescopios presentes en algunos observatorios. La imprecisión de la medida se ve en los mapas antiguos donde, comparada con los mapas actuales, América del Sur aparece generalmente muy gorda, o a veces demasiado flaca. Además de eso, el relieve de las coordenadas era una actividad casi exclusiva de los navegantes, y especialmente de barcos militares. Rara vez se veía por tierra un viajero con brújula, y tanto menos con un sextante. En consecuencia hasta mediados del siglo XVIII los mapas dibujaban la costa con una buena precisión, la colocación de cabos, bahías, puertos y desembocaduras de los ríos era bastante correcta, pero la descripción del interior era generalmente de pura fantasía, basada en vagos relatos y apuntes de viajeros. En el Plata los jesuitas de las misiones y de la universidad de Córdoba eran los únicos con los conocimientos e instrumentos necesarios para elaborar cartografías. Los padres de las misiones habían trazado varios mapas locales, útiles para planificar obras, reconocer límites de pertenencia entre los varios pueblos, o la posición y extensión de los yerbales, pero habían elaborado pocos mapas de conjunto.

Mapa jesuítico de 1648, dedicado al general de la orden, Vicente Carafa. El mapa tuvo una gran difusión por haber sido incluido en el “Atlas Major” de Joan Blaeu, de 1662.

Uno de los primeros que conocemos está contenido en el “Atlas major”, obra monumental publicada en 1662 por Joan Blaeu, probablemente el más importante cartógrafo de la época. En la leyenda, el mapa lleva una dedicatoria al general de la Compañía de Jesús, Vicente Carafa, que tuvo ese título desde el 1646 hasta su muerte en 1649, así que la redacción del mapa debe ser de unos 15 años anterior al Atlas. La dedicatoria a Carafa dice: Aquí te mostramos, por primera vez, el Paraguay. La que era la más remota de las tierras, de ahora en adelante, podrá figurar entre las primeras. Aquí describimos montañas, bosques, ríos, océanos, llanuras incultas. Aquí masas de hombres primitivos vivían desparramadas por estas tierras. Nosotros, tus hijos, los hemos reunido en poblados, y si el cielo nos ayuda a suavizar sus almas, podremos conducirlos a Dios. Para guiarlos, envía aquí a mil de tus elegidos.

Durante todo el siglo sucesivo, los mapas de la región copiaron con pocas variantes este documento, muy impreciso, sobre todo en el curso del río Paraguay y de sus afluentes.

El siguiente mapa de conjunto fue trazado por los padres en 1732, y dedicado al general de la compañía, padre Francisco Retz. El texto de la dedicatoria da una idea de las dificultades encontradas: dedicamos este mapa a nuestro padre, Francisco Retz, 15° general de la sociedad. Sus hijos terrenales padecieron sudor y sangre para poder relevar las medidas necesarias.

Mapa jesuítico de 1732, dedicado al general de la orden, padre Francisco Retz.

Durante todo el siglo sucesivo, los mapas de la región copiaron con pocas variantes este documento, muy impreciso, sobre todo en el curso del río Paraguay y de sus afluentes.

El siguiente mapa de conjunto fue trazado por los padres en 1732, y dedicado al general de la compañía, padre Francisco Retz. El texto de la dedicatoria da una idea de las dificultades encontradas: dedicamos este mapa a nuestro padre, Francisco Retz, 15° general de la sociedad. Sus hijos terrenales padecieron sudor y sangre para poder relevar las medidas necesarias.

El mapa de Retz (lo conocemos así, a pesar de que Retz no participó a su redacción, dado que sus verdaderos autores quedaron anónimos) era muy impreciso, sobre todo en la porción al norte de Corrientes, que reproducía en esencia el mapa de Carafa.

A mediados del siglo XVIII, el explorador y geógrafo más importante del Plata era el padre jesuita José Quiroga. La documentación del padre Quiroga fue recuperada y publicada por Pedro De Angelis en 1836. En la premisa a ese documento, De Angelis escribe: Cuando la corte de España mandó explorar los puntos accesibles de la costa patagónica, y los más a propósito para establecer poblaciones, á los pilotos Varela y Ramirez, que vinieron á bordo de la fragata San Antonio, se les asoció el P. Quiroga … A su regreso de esta comisión, los PP. de la Compañía le encargaron levantara el mapa del territorio de Misiones: -obra vasta y difícil, no solo por la naturaleza del terreno, sino por la falta de materiales y recursos. A pesar de estas trabas, aceptó el P. Quiroga este encargo, y después de haber determinado con una prolija exactitud la posicion geográfica de los treinta pueblos de Misiones, y la de las ciudades de la Asumpcion, Corrientes, Santa Fé, Colonia, Montevideo y Buenos Aires, redactó su mapa con los datos que le suministraron las relaciones editas é ineditas de los misioneros, cuando no le fue posible adquirirlos personalmente.

Evidentemente, los jesuitas se daban cuenta de las imprecisiones contenidas en el mapa de Retz, y querían mejorar la calidad de las informaciones geográficas.

Desgraciadamente, la empresa se resolvió en un desastre. El mapa se reveló mucho peor del viejo mapa del 1732.

Mapa jesuítico de 1749, impreso en Roma por Franceschelli utilizando datos relevados por padre José Quiroga. El mapa contiene errores groseros en las medidas de longitud, del orden de 160 km, probablemente causados por errores de cálculo de Franceschelli.

El nuevo trabajo fue publicado en Roma en 1749, por el calcógrafo Fernando Franceschelli que, conformándose a la costumbre de su tiempo, agregó en las márgenes varias noticias sobre el Paraguay, y la tabla general de los grados de latitud y longitud.

Hemos verificado estos datos, y resulta que mientras las latitudes son por lo general correctas, solo las longitudes a lo largo de la costa (Buenos Aires, Colonia y Montevideo) son exactas. Las del interior llevan todos los errores marcados, están corridas de más de doscientos kilómetros hacia el oeste, cerca de dos grados, y el resultado se puede notar comparando el mapa con uno moderno, que parece estirado hacia la izquierda. Para transformar la longitud que da Franceschelli en la que usamos hoy (meridiano de Greenwich con valores negativos hacia el oeste) hay que restarle 360 grados para obtener la distancia desde la isla del Hierro hacia el oeste, sumarle la distancia desde la isla del Hierro al observatorio de Greenwich (aproximadamente 18,15 grados) y ponerle valor negativo.

Long. Greenwich = ((360 - long. Hierro) + 18,15) * -1

Relevar la longitud, especialmente por tierra, era muy difícil, y seguirá siéndolo hasta bien entrado el siglo XIX, cuando se consolidó el uso de los cronómetros de precisión, pero, aun así, los errores son groseros. No dispongo de la documentación original del padre Quiroga, pero no me parece creíble que sus medidas tuviesen este nivel de imprecisión. Lo más probable es que Franceschelli se haya embrollado con las conversiones entre distintos sistemas. El mapa lleva las longitudes medidas a partir de la isla del Hierro. Buenos Aires, el probable punto fijo a partir del cual P. Quiroga hizo partir sus medidas, lleva 321°3’, que convertidos dan 58.4 a partir de Greenwich, contra una medida moderna de 58.24, discrepancia más que aceptable. Quiroga difícilmente puede haberse equivocado de 250 km midiendo la longitud de Asunción. El error debe ser de Franceschelli. En ese momento convivían en los mapas medidas basadas sobre la isla del Hierro; las de las muy apreciadas cartas náuticas del almirantazgo británico, basadas sobre el observatorio de Greenwich, que seguimos usando hoy, y las medidas a partir del observatorio de París. La diferencia entre una longitud desde Greenwich y una desde París es aproximativamente de 2°20’, sospechosamente similar al error de Franceschelli. Probablemente, se enredó entre una medida británica de Buenos Aires, considerada justamente la más fiable, y una fórmula de conversión para otras medidas basadas sobre París.

Esta explicación no satisface del todo porque, como puede verse en el mapa que reconstruí apoyando sobre una base moderna las coordenadas que aparecen en el borde del mapa de Franceschelli (ventaja de disponer de una computadora, que elabora en segundos lo que al pobre Franceschelli costaba semanas o meses) se nota que el error no es del todo sistemático, aumenta un poco mano a mano que se procede hacia el norte.

Las coordenadas que figuran en el borde del mapa de Franceschelli registradas sobre un mapa moderno. Se puede notar como la línea que une las misiones de Yapeyù y San Borja, que debería sobreponerse al curso del río Uruguay, y la línea Corrientes/Asunción, que debería coincidir con el curso del rio Paraguay, están corridas hacia el oeste de casi 200 km.

La línea del río Uruguay, marcada por los pueblos que bordean ese río (de Yapeyù a S. Borja) corre a casi 200 km al oeste de la efectiva posición del río; la del Paraná/Paraguay, marcada aproximadamente por la línea de Asunción a Corrientes, a unos 220 km. Santa Fe parece una excepción, pero no es así. En las tablas de Fraceschelli para Santa Fe no se registra la longitud. En el mapa la ciudad figura, pero evidentemente fue posicionada a ojo.

Sea en el mapa de Franceschelli que en el de Retz o Carafa el río Bermejo desemboca en el Paraná frente a Corrientes, y esta falsa información, corregida por P. Quiroga en su viaje del 1752, persistió en muchos mapas hasta fines del siglo XVIII.

En 1826 don Pablo Soria exploró el río Bermejo, recorriéndolo desde la provincia de Salta hasta su desembocadura en el río Paraguay. Arrestado por orden del dictador Francia por haber entrado al Paraguay sin autorización previa, Soria trató de disculparse diciendo que se había basado sobre falsas informaciones geográficas, que daban la desembocadura del Bermejo frente a Corrientes. La expedición de Soria tuvo costos elevados, había sido promovida por don Bernardino Rivadavia, y es impensable que haya sido emprendida sin disponer de datos cartográficos más recientes. O lo que alegaba Soria era simplemente una excusa, o la preparación de la expedición presentaba carencias imperdonables.

Otra de las partes muy incorrectas de los mapas de Carafa, de Retz o de Franceschelli es el curso del río Paraguay, y fue precisamente lo que el P. Quiroga tuvo la oportunidad de rectificar poco después, cuando en 1752 acompañó al comisario español, D. Manuel Antonio de Flores, encargado de poner el marco divisorio en la boca del Jaurú, en cumplimiento al artículo 6 del tratado ajustado en Madrid el 13 de enero de 1750. Este reconocimiento, único fruto de aquella laboriosa negociación, fue el último servicio prestado al gobierno español por este docto religioso, y es también el que más honra su memoria.

Y este es el texto del viaje del Padre Quiroga:

El río Paraguay tiene su origen en una gran cordillera de serranías, que se extiende de oriente á poniente por centenares de leguas, y pasa al norte de Cuyabá. De esta cordillera bajan al sur muchos arroyos y riachuelos, que juntos forman un bien caudaloso río, que comienza á ser navegable cincuenta o sesenta leguas más arriba del Xaurú. Y todo el río Paraguay, desde dicha cordillera hasta la ciudad de las Siete Corrientes, en donde concurre con el Paraná, es también navegable, aunque sea con barcos grandes: pero estos no son los mejores para vencer las corrientes, para lo cual más aparentes son las falúas de remos, los bergantines ligeros y todo género de jabeques.

Desde el río Xaurú arriba no sabemos que ríos de consideración entran en el Paraguay; pero es de creer que le entran algunos por la parte del este, pues cuando llega al Xaurú ya viene caudaloso. La boca del Xaurú está en 16 grados, 25 minutos de latitud austral: y en 320 grados y 10 minutos de longitud, contada desde la isla del Fierro, hacia el oriente. Viene dicho río de la parte occidental, y es navegable con canoas por algunas leguas. Más abajo del Xaurú se divide el Paraguay en dos brazos caudalosos. El mayor corre con su canal estrecha, pero muy profunda, por medio de los Xarayes: y por esta navegamos con nuestras embarcaciones sin embarazo alguno. El otro brazo corre por algunas leguas por la parte occidental de los Xarayes. Y en este, antes de volver á juntarse con el primero, acaso entrará el río Guabis, que corre desde los pueblos de los Chiquitos, hácia el oriente, á no ser que el Guabis entre en un recodo de la laguna del Caracará, que se comunica con el río Paraguay casi en la parte inferior de los Xarayes. Más abajo de los Xarayes entra por la parte oriental en el Paraguay, el río de los Porrudos, en la altura de 17 grados y 52 minutos. Este río es bien caudaloso, y en él entra el de Cuyabá, como se dirá en otra parte. Otro brazo de este mismo río entra más abajo, y le dan los portugueses el nombre de Canal de Chiané, y por él suben con sus canoas los Paulistas que navegan á Cuyabá.

El río Tacuarí, que trae también su corriente de la parte oriental, entra en el Paraguay por tres bocas, todas navegables.

La más septentrional, por donde bajan los Paulistas, está en 19 grados. En la misma parte del oriente entra con mucha corriente el río Mboteteí, en 19 grados y 20 minutos. En la márgen austral del Mboteteí estuvo antiguamente una población de españoles, que se llamaba Xerez, la cual se desamparó por las persecuciones que padecían de los Paulistas. Estaba esta población á treinta leguas de distancia del río Paraguay, á la falda de la gran cordillera que se extiende norte-sur entre los rios Paraná y Paraguay. En los grandes crecientes bajan por el Mboteteí muchas tacuaras, o cañas muy gruesas, arrancadas de sus márgenes, de las cuales se quedan muchas en las márgenes del río Paraguay. Y es bien reparable, que en todo el márgen de este río, desde el Mboteteí arriba, no se ve una tacuara.

Desde el Mboteteí, bajando por el río Paraguay, se halla el estrecho que ahora llaman de San Xavier, entre unos cerros, en 19 grados y 48 minutos. Uno de los cerros está en el márgen oriental del río, y otros cuatro o cinco se ven en la banda occidental.

Otra notable estrechura tiene el Paraguay más abajo de los tres cerros que están á la parte del occidente, llamados los Tres Hermanos, á la falda de otro altísimo cerro, llamado Pan de Azucar, como doce leguas más abajo de los Tres Hermanos, y es el más alto de todos los que se encuentran desde la Asumpcion al Tacuarí. Está en la márgen oriental, y desde allí se continúa una cordillera hácia el oriente. Hay en la parte occidental, en frente del Pan de Azucar, otro cerro pequeño, y en alguna distancia, á la parte del nord-oeste, se ve otro no muy grande. La estrechura sobredicha, y el Pan de Azucar, están en 21 grados, 17 minutos. Se halla después, bajando por el Paraguay, la boca del río Tepotí en 21 grados 45 minutos. Luego, al frente de una isla, o algo más arriba, está la boca del río Corrientes, llamado así por la gran corriente que trae. Este río tiene su orígen junto á la fuente del Guatimí, que entra en el Paraná sobre el Salto Grande. El río Corrientes desemboca en el Paraguay en 22 grados y 2 minutos. A dos o tres leguas de distancia se ve al sudoeste el cerro de Galvan, que está solo en la banda occidental. Aquí baja de la parte del este un ramo de la gran cordillera.

A la banda del sur de dicho río hay también muchos cerros, y una angostura de mucha corriente, con peñasquería á los lados del río, y se llama este paso Itapucú-guazú. Está a 22 grados y 10 minutos. Más abajo está una punta de cordillera que forma otra angostura, y remata dicha punta en peña cortada, y distará como ocho leguas del Itapucú-guazú. Entra más abajo, por el margen oriental, el río Guarambaré, en 23 grados y 8 minutos, y en frente de la boca hay una isla. Por los 23 grados y 21 minutos se hallan unas piedras esparcidas en medio del río, por lo cual conviene en esta altura navegar con cautela. El río Ipané-guazú desemboca en el Paraguay, en la latitud de 23 grados 28 minutos. Su boca tiene al frente una isla. Baja este río de los yerbales que están al norte de Curuguatí, y tiene su orígen cerca del Guatimí. En los 23 grados 51 minutos entra en el Paraguay, por el márgen occidental, el río de los Fogones: y más abajo, á corta distancia, entra por la misma banda el río Verde. Al frente de estos dos ríos hay cuatro islas. Más abajo, en la Banda Oriental entra el Ipané-miní en 21 grados y 2 minutos. Más abajo del Ipané-miní, en 24 grados y 4 minutos, hallamos que la aguja miraba derechamente al norte: y no se puede atribuir á otra causa que á la cercania de algún mineral de fierro ó de piedra iman, de lo cual hay bastante en la jurisdiccion del Paraguay. En los 24 grados y 7 minutos entra por la Banda Oriental el río Xexuí, que viene de los yerbales del Curuguatí, y se navega tal vez con barcos cargados de yerba, aunque con mucho trabajo, por los malos pasos que tiene. En los 24 grados y 23 minutos entra, por la parte oriental, el Cuarepotí: en los 24 grados y 29 minutos, el Ibobí. Más abajo en los 50 minutos del mismo grado, entra por el mismo lado el Tobatí en un brazo del Paraguay, en cuya entrada á la punta de la isla que está más al sur (y es la primera punta cuando subiendo se entra en dicho brazo) hay dos piedras que llegan á la flor del agua, de las cuales conviene que se aparten los barcos, o que tomen el rumbo por lo más ancho del río, dejando á la parte de oriente la isla. En el Tobatí entra, antes de su caída en el Paraguay, el río Capiatá. En los 24 grados 56 minutos le entra al Paraguay, por el occidente, el río Mboicaé.

En los 24 y 58, poco más arriba del fuerte de Arecutacuá, entra por el oriente el Peribebuí: y más abajo, en 25 gr. y un minuto, entra por la misma banda el río Salado. Poco más abajo, casi en la misma altura, entra por la márgen occidental el río Piraí.

La ciudad de la Asumpcion está en 25 gr. 17 min. 15 segundos de latitud; 320 gr. 12 min. de longitud, según algunos demarcadores. Otros hallaron 25, 16 de latitud; 320, 10 de longitud. Poco más abajo entra por tres bocas, por la márgen occidental, el famoso río Pilcomayo, que trae sus aguas de las cerranias del Potosí, y corre por medio del Chaco. En los 25 gr. 32 min. hace el Paraguay una estrechura, que tendrá solo un tiro de fusil de una ribera á otra, y está en este parage el fuerte que llaman de la Angostura. El Tebicuarí entra en el Paraguay por el oriente, en 26 gr. 35 min. Bajan por este río los barcos de Nuestra Señora de Fé y de Santa Rosa.

El Río Grande, o Bermejo, entra en el Paraguay por occidente en 26 gr. 54 min.; y dista su boca de la ciudad de las Corrientes, once leguas por al aire, que por el río son 17, o 18. Viene el Bermejo de las serranías que están entre Salta y Tarija: atraviesa gran parte del Chaco: el color de sus aguas es algo bermejo. Juntándose con el Paraguay, inficiona las aguas de este, de suerte que son poco saludables sus aguas, hasta que concurre en las corrientes con el Paraná. Se juntan los rios Paraná y Paraguay al frente de esta ciudad, que está situada sobre la márgen oriental, en 27 grados y 27 minutos de latitud, 319 y 55 minutos de longitud. Llámase ciudad de las Siete Corrientes, porque el terreno en donde está la ciudad, hace siete puntas de piedra, que salen al río, en las cuales la corriente del Paraná es más fuerte. Desde aquí pierde el nombre el Paraguay, porque el Paraná, como más caudaloso conserva el suyo hasta cerca de Buenos Aires, donde, junto con el Uruguay, corre hasta el mar con el nombre de Río de la Plata: llamado así, porque llevaron desde aquí algunas alhajas de plata y oro los primeros conquistadores del Paraguay, las cuales alhajas habían traído los indios del Paraguay en la primera entrada que hicieron á los pueblos del Perú con Alejo García y sus compañeros, según se halla escrito en la Argentina de Rui Diaz de Guzman.

Hemos reproducido las indicaciones de Quiroga sobreponiéndolas a un mapa moderno.

Las coordenadas indicadas en la relación de padre José Quiroga, sobrepuestas a un mapa moderno. Los tres puntos para los que registró la longitud (Xaurù, Asunción, Corrientes) están marcados en rojo. Los otros puntos están posicionados en base a la latitud, y a una longitud fija genérica. Los puntos verdes indican la desembocadura de un río proveniente del oeste (p. ej. Bermejo) los amarillos del este (p. ej. Tebicuarì). Los puntos azules corresponden a otras indicaciones, p. ej. angosturas, cerros, etc. Los triangulitos blancos representan las coordenadas de Franceschelli corridas de 1,7 grados.

Las medidas que se refieren a la latitud son todas notablemente precisas. Quiroga registra la longitud solo para tres puntos: la boca del Xaurù (o Jaurù), y las ciudades de Asunción y Corrientes. Pero con estos tres puntos y con las descripciones y apuntes sobre la dirección y las curvas del río, fue posible dibujar correctamente el trazado del río Paraguay. De estas informaciones se valió D. Luis de la Cruz Cano de Olmedilla para la formación de su gran mapa de América meridional, trazado en Madrid en 1775, y reproducido por Faden en Londres en 1799.

Detalle del gran mapa de D. Luis de la Cruz Cano de Olmedilla (1775), que pudo utilizar las informaciones de p. Quiroga, y que coloca correctamente la desembocadura del río Bermejo.

Esta discrepancia de un cuarto de siglo da una idea de la mentalidad española de la época. Sea los datos de Quiroga que el mapa original de Olmedilla se los consideraba casi como un secreto de Estado. El mapa recién tuvo difusión después que los ingleses se apoderaron, prácticamente de contrabando, de un ejemplar que copiaron, imprimieron y difundieron ampliamente. Y solo a partir de esa fecha, el resto de los mapas publicados colocaron correctamente la desembocadura del río Bermejo y el trazado del río Paraguay. Medio siglo después de la exploración de P. Quiroga. La expulsión de los jesuitas en 1767 marcó el final de estas actividades explorativas y cartográficas. El rey de España, Carlos III, que los había expulsado, alentó varias iniciativas y expediciones importantes, cuyos resultados, en buena parte en consecuencia de la incapacidad e ignorancia de su hijo y sucesor, Carlos IV, nunca fueron difundidos o publicados (expediciones de Azara, Alvear, Malaspina). Para obtener nuevos relieves y mapas más precisos y detallados habrá que esperar otro siglo, y otras naciones (T. Page, Estados Unidos, 1854; E. Mouchez, Francia, 1856).

Detalle de un mapa de D’Anville, Londres, 1775, reeditado sin muchas variantes en 1794. Las noticias viajaban con dificultad en la época, y mientras Cruz Cano de Olmedilla publicaba en Madrid su magnífico mapa con las precisas indicaciones del padre Quiroga, en Londres, en la misma fecha se publicaba el mapa de D’Anville, más impreciso, que todavía indica la desembocadura del Bermejo frente a Corrientes, como en el mapa de Franceschelli. Y las mismas indicaciones se conservan en la reedición del mapa en 1794.

Itá descubre su futuro

literario en honor a un maestro inolvidable

Itá celebra su primer concurso de cuento juvenil en honor al Prof. Ramón Benítez

La ciudad de Itá vivió entre junio y septiembre de 2025 una verdadera fiesta literaria con el I Concurso de Cuento Juvenil "Prof. Ramón Benítez", organizado por el Club de Lectura "Manuel Cumá". Hoy, Gaceta Parnasus se enorgullece en presentar a nuestros lectores el cuento ganador de este certamen que reunió a jóvenes escritores de toda la ciudad. El Club de Lectura "Manuel Cumá", fundado en febrero de 2023, demostró con este concurso su compromiso con la promoción literaria en Itá. Durante los últimos dos años, el club había desarrollado presentaciones de libros, bibliotecas callejeras y formado una comunidad de cien lectores activos en redes sociales. El concurso representó su proyecto más ambicioso hasta la fecha.

Entre el 2 de junio y el 15 de agosto de 2025, estudiantes de 12 a 17 años de los colegios de Itá presentaron sus cuentos originales. Las obras, de tres a cinco páginas, podían escribirse en castellano o guaraní, con temática libre, pero cumpliendo estrictos criterios de originalidad que prohibían el uso de inteligencia artificial.

Cada colegio realizó una selección interna enviando hasta tres cuentos finalistas al club. El 19 de septiembre, tal como estaba previsto, un jurado de tres personas anunció a los ganadores tras evaluar los trabajos según seis criterios: organización, ideas y contenido, desarrollo de personajes, creatividad, gramática y ortografía, y uso del lenguaje.

El concurso otorgó premios significativos a los jóvenes talentos:

El primer lugar recibió una tablet y 400.000 guaraníes

El segundo lugar, una tablet y 300.000 guaraníes

El tercer lugar, 200.000 guaraníes

El cuarto lugar, un lote de libros.

La respuesta de los jóvenes escritores y el apoyo de la comunidad educativa confirmaron el valor de esta iniciativa. Los organizadores lograron crear un espacio genuino para la expresión creativa juvenil, respetando tanto el castellano como el guaraní como lenguas literarias válidas.

Honrando la memoria de un maestro

El concurso llevó el nombre de Ramón Benigno Benítez Maldonado (19672023), figura fundamental de la cultura iteña. Docente, Actor, Director, Presentador, Promotor Cultural, Comerciante. Nació en Itá el 20 de noviembre de 1967. Hijo de Carlos Antonio Benítez y Bienvenida Maldonado; residente del barrio Itá Poty con su familia. Casado con la Señora Arminda Salinas: con quien tuvo tres hijos: Bianca, Jorge y Verónica.

El Prof. Ramón Benigno fue una persona polifacética: Docente, Maestro de Ceremonia, Actor, Locutor de Radio, Instructor de Teatro, y en 2017 fue nombrado Supervisor Educativo de Apoyo Técnico Pedagógico del Ministerio de Educación y Cultura. Fue miembro activo del Cuerpo de Bomberos

Voluntarios de Itá. Afiliado al Partido Colorado e Hincha del Club Olimpia. Se desempeñó como Director del Centro Educativo Itá Bachillerato Técnico

Agropecuario, Colegio San Isidro de Calle Yvate, Colegio Dr. Pedro P. Peña. En su juventud actuó en obras teatrales al lado de grandes actores de nuestro país. Salió a animar fiestas infantiles vestido de Payaso “Tin-Tin y Tom-Tom”. Representante activo del Centro Cultural “Cántaro Embrujado”, en 2018 fue uno de los representantes de la organización civil “Un teatro para Itá”, que finalmente sumó para que se concrete el Gran Teatro de Itá “Prof. Celso Bazán”. Era Locutor en Intercable, luego en la Radio 3 de febrero. Además, retomó las clases de teatro en Itá, tenía su Elenco y presentaron algunas obras en el nuevo Teatro local, también trabajó con la Compañía Rojas Doria –

Álvarez Blanco y Roque Sánchez-Graciela Pastor. Tuvo su paso por la política partidaria, siendo candidato a cargos electivos, en las últimas internas de la ANR. Fue electo Convencional de la Seccional Nro. 358/2.

En estos últimos años estaba delicado de salud por problemas cardiacos, falleció en plena intervención quirúrgica, el día marte 8 de agosto del 2023, a los 56 años de edad. Su partida fue muy sentida, no solo por familiares y amigos sino por la comunidad iteña, por su transcendente intervención, en las áreas de la cultura, educación, comunicación.

INTEGRANTES DEL CLUB DE LECTURA

“Manuel Cumá”

Srta. Linda Mazacote

Prof. Abg. Gabriel Maldonado

Lic. Ana Colman

Lic. Emilio Arístides Colman

Lic. Mirtha Graffton

Ing. Agr. Hugo Graffton

Prof. Aldo Jones

Sra. Cristina Torres

Lic. Francisco Centurión

Srta. Ayelén Arguello

Reunión de trabajo del club

Mitrocito de tierra.

El cuento sobre un árbol centenario que conquistó a los jueces del Concurso

El cuento sobre un árbol centenario que conquistó a los jueces del Concurso

Prof. Ramón Benítez

Prof. Ramón Benítez

Por Gabriela Aidil Rojas Bobadilla

Cayeron cientos de bellotas. La mayoría se convirtió en comida para la fauna local. Muchas de las muy pocas supervivientes terminaron pudriéndose al sol, muertas antes de que tuvieran oportunidad de vivir. Una fuerte ráfaga de viento dispersó al resto de nosotras. La mitad tuvimos la suerte suficiente de quedar enterradas y olvidadas por las ardillas. Brotamos cuatro de nosotras. Dos de nosotras tuvimos luz del sol suficiente para crecer. Pero solamente una de nosotras sobrevivió al duro invierno.

Yo.

Las estaciones fueron y vinieron mientras mis raíces crecían más hacia dentro en mi trocito de tierra. El primer año fue el más duro mientras me esforzaba por asegurar mi lugar en el mundo. El primer invierno estuve cerca de morir por la asesina nieve. Pero sobreviví. Estaba un poco más débil y me encorvé, pero estaba vivo. La primavera fue difícil con las criaturas curiosas alrededor de mí, casi arrancándome e intentando comerme para satisfacer su hambre. Pero crecí y me volví un poco más fuerte. Conseguí ser lo suficientemente fuerte como para sobrevivir al verano con su ardiente calor y falta de lluvia. Casi quemado y deshidratado, sobreviví al otoño.

No había tiempo de tomar nota del mundo que me rodeaba mientras luchaba solo para mantenerme con vida.

Durante cien años, seguí creciendo y observando el mundo que me rodeaba, cada año haciéndome un poco más grande, un poco más fuerte. Mis ramas y tronco fueron hogares tanto para pájaros como para roedores. Observé mientras seguían con sus vidas. Nacen, crecen, se reproducen y mueren. Qué vidas tan cortas tienen estas criaturas.

Un día, vi algo nuevo. Se sostenía sobre dos piernas. Hablaba en un idioma que nunca antes había oído. Era interesante. Tras cien años de vida, era inusual encontrar algo tan nuevo e interesante. Era un niño.

Un niño pequeño.

Parecía perdido y solitario. Por primera vez, sentí que algo se removía dentro de mí. ¿Compasión? ¿Empatía? Una cosa nueva e interesante. Así que observé al niño. Le escuché. Dejé que trepase por mis ramas y se quedase dormido, manteniéndolo a salvo hasta la mañana siguiente.

Me abandonó.

Entonces, seguí observando a los animales en sus vidas cotidianas. A menudo pensaba en aquel niño y me preguntaba cómo le iba. Hasta que un día volvió a mí. Pero había crecido. Era casi el doble de alto que cuando lo había visto por última vez. Ya no parecía perdido, pero todavía parecía solitario. Y enfadado.

Trepó hasta mis ramas y me habló de la injusticia de la vida. La gente era cruel. Avariciosa. Y le habían hecho daño.

Me abandonó.

Observé cómo los animales seguían con sus vidas cotidianas, pero ahora tenía algo nuevo en lo que pensar. La gente. Parecía haber más y más de ellos. A veces oía sus voces en la distancia. Vi que mis otros árboles en la distancia caían. Algunos eran jóvenes, pero algunos eran incluso más viejos que yo. Y ahora yo tenía un nuevo sentimiento dentro de mí. Miedo.

La gente estaba viniendo y estaba destruyendo mi bosque. Por primera vez, sentí que mi trocito de tierra era limitado. Estaba atrapado.

La siguiente vez que el chico vino a mí era más alto y casi un hombre. Esta vez, trajo a alguien consigo. Una mujer. Hablaron de amor, vida y familia. Su voz era más delicada. Había algo en él que tocaba una parte de mi alma. Amor. Encontré algo nuevo ese día. Encontré envidia. Oh, cómo desearía tener un compañero, un amor. Él parecía feliz. No era un sentimiento que comprendiese, pero deseaba poder hacerlo.

Aprendí que la felicidad no era algo constante. Aprendí que con amor puede venir dolor. Y traición. Ya no envidiaba al niño... no, al hombre.

Cuando lo traicionó el amor, incluso yo pude sentir su dolor y angustia. Pude sentir que una parte de él había muerto. Y ya no tenía envidia de este sentimiento llamado amor. ¿De qué sirve el amor si causa tanto dolor? Los humanos son criaturas ingenuas. Preferiría no sentir nada a sentir la traición del amor.

Pasaron los años y lo único que pude hacer fue intentar olvidar. Intentar creer que nunca supe de esta horrible cosa llamada amor.

Tal vez fue el destino, o tal vez fue la magia, pero un día una chica vino a mí. Pero no era a mí hacia lo que se sentía atraída, era hacia el chico. El hombre. Y ella trajo consigo amor. Pero esta vez no fuimos tan tontos como para sentirnos tentados por el amor. Rechazamos su amor, intentamos odiarla, echarle la culpa por «la otra». Pero, aun así, ella amó. Y un día, el hombre dejó de intentar odiarla. Un día, miró y vio que ella amaba.

Encontré algo nuevo ese día. Encontré esperanza. Esperanza de que tal vez era posible tener amor. Amor de verdad.

Encontré verdadero amor.

Tal vez vale la pena, después de todo. FIN

Gabriela Aidil

de primer curso del Bachillerato Técnico en Informática, Colegio Nacional EMD General Bernardino Caballero - Itá

LaIglesia Paraguayaenla era

En el curso de la historia del Paraguay independiente, la Iglesia paraguaya estuvo en varias ocasiones imposibilitada de ejercer su misión apostólica y moral.

Apenas conseguida la independencia de España, asumió la dictadura, primero temporal y poco después perpetua, el doctor Francia Y entonces comenzaron las penurias de la Iglesia.

El doctor Francia tomó medidas contra la Iglesia Católica. A la muerte del Dr. Francia no había seminario para la ordenación de sacerdotes y ello, más la persecución religiosa, había reducido considerablemente el número del clero.

El obispo Panés murió dos años antes de Francia y el servil sacerdote a través del cual Francia administraba la iglesia cesó en sus funciones. Entonces Francia tomó directamente la administración de la Iglesia. Los sacramentos administrados durante este periodo fueron declarados nulos y debieron ser administrados nuevamente.

Toda institución que no se renueva está destinada a perecer y tal fue el destino de la Iglesia paraguaya a la muerte de Francia.

Sucedió a Francia don Carlos Antonio López, quien revirtió varias de las medidas de Francia contra la Iglesia, pero mantuvo el control de la misma como lo hiciera el Dr. Francia.

Con Francisco Solano López vino la guerra y con ella las desgracias aún mayores para la Iglesia paraguaya.

El padre Gaona suministra importantes informaciones en su libro El Clero en la guerra del 70. Los sacerdotes combatían en los campos de batalla donde morían o mataban, cuando que la disciplina de la Iglesia prohíbe a los sacerdotes portar o usar armas. 17 sacerdotes perecieron peleando. 24 sacerdotes, incluyendo al obispo Diocesano Manuel Antonio Palacios, fueron ajusticiados con la falsa acusación de ser traidores a la patria. Es tradición que entre ellos hubo quienes se negaron a romper el sigilo sacramental. Ello debe ser investigado, pues de ser comprobado merecen las palmas del martirio y ser elevados a los altares. Hubo más de cuarenta sacerdotes desaparecidos. Antes de la guerra había más de cien sacerdotes y al final de ella solamente 33.

Comprobada la acefalía de la Iglesia Paraguaya por el fusilamiento del obispo Palacios, la Santa Sede procedió a abrir el proceso para reemplazarlo.

El padre Espinosa fue delegado al Paraguay, donde estuvo desde diciembre 1876 a abril 1877, por orden del Internuncio del Vaticano en Río de Janeiro con Monseñor Roncetti, con la misión de que le informe sobre la situación religiosa del país.

El 5 de mayo de 1877 El padre Espinosa envió su mensaje a Monseñor Roncetti. Hizo un estudio minucioso nombrando a cada sacerdote, sobre el cual pudo obtener información mencionando sus virtudes y sus defectos. No encontró ninguno con las cualidades requeridas para ocupar la sede vacante.

El Vaticano también estudiaba la cuestión religiosa del Paraguay. El padre Fabiano de Scandiano presentó su informe al secretario de los Asuntos Eclesiásticos extraordinarios el 23 de mayo de 1877.

Consideraba el padre de Scandiano que la diócesis de la iglesia del Paraguay se encontraba dirigida por un sacerdote “intruso, cismático” “indigno para un cargo tan importante”, además “acusado de grandes crímenes públicos”, el cual debía ser removido inmediatamente del cargo.

Tanto el padre Espinosa como el padre Scandiano llegaron a la conclusión de que “en el Paraguay no hay sacerdotes con las cualidades requeridas por los Cánones Sagrados”, y que, por lo tanto, querían que se nombrase a un extranjero.

Pero ello era imposible porque la constitución establecía que el jefe de la Iglesia paraguaya debía ser un nativo de la república. Sin embargo, propusieron que, dado que “hay algunos con conducta recta y moral, podría uno de ellos gobernar la diócesis con la asistencia de otro sacerdote extranjero”

Los padres Scandiano y Espinosa se referían al padre Fidel Maíz quien en 1877 estaba administrando la Iglesia en el Paraguay en forma irregular. Los presidentes Rivarola y Gill lo protegían. El clero estaba dividido entre los que lo apoyaban y se oponían a él.

Se acusaba a Maíz por el hecho de haber llegado a esa posición en forma irregular, sin participación de la Santa Sede y por su pasado como fiscal de sangre y por sentenciar a muerte a sacerdotes, incluyendo a su propio obispo.

Había también oposición de los fieles Cuando Maiz se acercaba al altar para celebrar la misa, los asistentes salían de la iglesia antes de asistir al oficio celebrado por él.

La Santa Sede comunicó al Paraguay que la administración del padre Maíz era “intrusa y anticanónica” y,, por lo tanto todos sus actos viciados de “nulidad”. El padre Maíz se vio obligado a renunciar.

La Santa Sede envió al Paraguay como delegado extraordinario a monseñor Ángelo Di Pietro, quien elevó al Obispado al virtuoso sacerdote Pedro Juan Aponte.

Así se solucionó finalmente el largo y penoso problema de “la cuestión religiosa” del Paraguay.

Luego de Cerro Corá se produjeron cambios radicales en el Paraguay. Se promulgó la primera constitución del Paraguay, la que declaró la libertad de prensa y de cultos, siendo la Católica la oficial del estado. Se organizaron los primeros partidos políticos

Con la creación del Arzobispado y dos Obispados se oficializó la independencia eclesiástica de Buenos Aires.

Reingresaron y se multiplicaron las órdenes religiosas que habían sido suprimidas por Francia, medida que había sido mantenida por los gobiernos posteriores.

Llevó todo este tiempo reparar el daño que Francia había causado a la iglesia paraguaya.

Monseñor Juan Sinforiano Bogarín surgió como el verdadero restaurador de la Iglesia. Pero la Iglesia Católica tuvo que afrontar los ataques de una cultura laica: se canceló la enseñanza religiosa en las escuelas públicas y se trató en el congreso la ley del divorcio. Se atacaron templos.

Hubo otra guerra, esta vez favorable al Paraguay, en la que el clero desempeñó su misión exclusivamente apostólica.

El Paraguay tuvo que soportar otra dictadura del gobierno de Stroessner, la más larga que tuvo el país.

Las denuncias de la Iglesia contra los excesos del gobierno tuvieron como respuesta la prisión, tortura y expulsión de sacerdotes y el allanamiento de instituciones religiosas

Pero entonces la Iglesia contaba con dirigentes con el suficiente coraje y autoridad moral para afrontar a la dictadura, al punto de declarar la excomunión de un ministro del interior y un jefe de policía.

Monseñor Rolón fue el obispo que hizo tambalear a la dictadura. Ya no era la Iglesia dócil y obediente sometida a la autoridad civil de los primeros tiempos.

Tumbada finalmente la dictadura, una asamblea general con la participación de todos los sectores promulgó una nueva constitución, la cual decretó la separación de la Iglesia y del estado.

Recapitulando: A medio siglo de la existencia del Paraguay como país independiente la Iglesia paraguaya no contaba con obispo, la diócesis vacante dependía de Buenos Aires, no tenía relaciones con Roma, las órdenes religiosas estaban proscritas, el clero era de conducta relajada, desmoralizada, reducido en número porque no habiendo seminario no se ordenaban sacerdotes, por la persecución del clero y la guerra.

Actualmente, la Iglesia paraguaya cuenta con un cardenal, una Arquidiócesis y 16 diócesis en el que habría 79 sacerdotes diocesanos y 295 sacerdotes religiosos y 25 órdenes religiosas.

En 1880 ingresó la primera orden religiosa de mujeres, la de las hermanas Hijas de la Caridad, y el mismo año el de los hombres, los padres Lazaristas, bajo cuya dirección comenzó a funcionar el seminario.

El Paraguay y la Santa Sede mantienen relaciones diplomáticas. El Paraguay tuvo dos visitas Papales: en 1988 Juan Pablo II y en 2015 Francisco. Santos canonizados son Roque Gonzáles de Santa Cruz y sus dos compañeros y Beatificada Chiquitunga Guggiari. En vías de canonización, el padre Julio César Duarte Ortellado.

La Iglesia Católica cuenta con una Universidad con Facultados en varios puntos de la república y una radiodifusora. Esta es en apretada síntesis la historia de la Iglesia paraguaya a lo largo de los dos centenarios de la república, con sus sombras y sus luces, con sus bajos y sus altos

Referencia: Cristóbal Duarte Miltos – Muerte y resurrección de la iglesia paraguaya. Editorial Servilibro. 2021

EL DINAMISMO DE LAS VINCULACIONES PARAGUAYAS-CORRENTINAS EN EL SIGLO XIX

En la primera mitad del siglo XIX, las relaciones políticas, económicas, sociales y militares, unieron y separaron, de acuerdo a las circunstancias históricas, a la provincia de Corrientes y al Paraguay. Los vínculos correntino-paraguayos no fueron lineales, sino fluctuantes, alternando momentos de cooperación estratégica con períodos de abierta confrontación.

La importancia de esta cuestión radica en que la comprensión de estas relaciones permite iluminar procesos fundamentales de la historia rioplatense: la construcción de los Estados nacionales, las disputas por la soberanía territorial, el papel de los poderes regionales y el impacto de la geografía en particular, la mediterraneidad en la configuración política. En este sentido, es necesario entender cómo Corrientes y Paraguay, dos espacios limítrofes, compartieron tanto una hermandad cultural como un antagonismo geopolítico.

1. Orígenes coloniales y el proceso emancipador

Los vínculos históricos entre Corrientes y Paraguay son anteriores a la independencia. Corrientes fue fundada en 1588 por Juan Torres de Vera y Aragón, expedicionario proveniente de Asunción, lo que consolidó un nexo cultural y poblacional. Durante siglos, las familias de ambas orillas del Paraná compartieron matrimonios, intercambios comerciales y la lengua guaraní como elemento cohesionador. Sin embargo, la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776 subordinó a Corrientes a Buenos Aires, debilitando la relación directa con Asunción. Esta transición administrativa-institucional marcaría un distanciamiento que se profundizó con el proceso de independencia hispanoamericana. En el virreinato del Río de la Plata, la Revolución de Mayo de 1810 representó un punto de inflexión. El cabildo correntino se adhirió al movimiento juntista de Buenos Aires, designando a José Simón García de Cossio como su representante. El Paraguay, en cambio, rechazó la autoridad porteña y, tras derrotar a Manuel Belgrano en Paraguarí y Tacuarí, consolidó su independencia en 1811. Este divorcio inicial definió el tono de las relaciones posteriores: Corrientes quedó como espacio intermedio entre Asunción y Buenos Aires, sufriendo incursiones militares y presiones políticas de ambos lados.

2. Disputas territoriales y fronterizas (1810-1830)

Uno de los principales factores de conflicto fue la indefinición de límites. Durante la época virreinal, los territorios no estaban claramente demarcados; la independencia obligó a redefinir fronteras que antes eran internas y después se convertían en internacionales. La región de Misiones, el río Tebicuary, la Tranquera de Loreto y la navegación del río Bermejo se transformaron en puntos críticos en la relación entre los dos Estados emergentes. El cabildos de Corrientes ya en el siglo XVII reclamaba jurisdicción sobre tierras que Asunción consideraba propias, y en el siglo XIX esas disputas se reactivaron con mayor intensidad. Entre 1832 y 1834 se produjeron incidentes militares en Misiones que movilizaron a miles de hombres. Aunque no se formalizó una declaración de guerra, la violencia bélica estuvo presente y generó desconfianza. Estas disputas territoriales mostraban que la frontera entre Corrientes y Paraguay se convirtieron en una “frontera viva”: espacio de contacto, pero también de permanente tensión.

3. Alianzas estratégicas frente a Buenos Aires y Rosas

A pesar de las rivalidades, Corrientes y Paraguay compartían una condición estructural: la mediterraneidad y ambos fueron actores que se enfrentaron a la provincia de Buenos Aires y su puerto. Sin acceso directo al mar, ambos dependían de la navegación del Paraná, controlada en su desembocadura por Buenos Aires, por lo que este condicionante geográfico generó una coincidencia de intereses frente al poder porteño. Durante la década de 1840, la lucha contra Juan Manuel de Rosas propició alianzas formales entre Corrientes y Paraguay, plasmadas en tratados suscritos en 1841 y 1845, convenios que abarcaban y preveían cooperación militar, libre comercio fluvial y asistencia mutua en caso de agresión externa. La prensa desempeñó un papel clave en consolidar la legitimidad de estas alianzas. Periódicos correntinos y paraguayos defendieron la necesidad de enfrentar la hegemonía de Rosas y de promover una integración regional basada en la igualdad soberana. Sin embargo, los tratados tuvieron corta duración y pronto emergieron desconfianzas mutuas.

4. Conflictos armados y la guerra de 1849

El deterioro de las relaciones desembocó en un enfrentamiento abierto en 1849, cuando tropas paraguayas al mando de Carlos Antonio López invadieron territorio misionero. Aunque el conflicto fue breve, su impacto fue profundo: paralizó la vida económica correntina, generó desplazamientos poblacionales y alimentó un clima de enemistad. El episodio demostró que los tratados de cooperación podían ser revertidos con rapidez por disputas territoriales y estratégicas.

En la década de 1850, las tensiones se trasladaron al plano económico y fiscal. El gobernador correntino Juan Pujol impulsó medidas para fortalecer el control de pasos estratégicos como la Tranquera de Loreto, punto clave entre el Paraná y el sistema del Iberá. Paraguay disputaba esa posesión, consciente de su valor militar y comercial. A su vez, las diferencias en torno al cobro de impuestos por el comercio fluvial generaron fricciones diplomáticas recurrentes. El río Bermejo se convirtió en otro foco de conflicto. Corrientes pretendía participar de la navegación de esa vía para abrir un acceso alternativo hacia el interior chaqueño, mientras que Paraguay buscaba afirmarse como potencia fluvial. Estas pugnas mostraban que, incluso sin guerra abierta, las tensiones continuaban modelando la relación.

Conclusiones

Entre 1810 y 1860, Corrientes y Paraguay mantuvieron una relación marcada por la ambivalencia. La hermandad cultural y el antagonismo político se entrelazaron en un proceso histórico en el que la mediterraneidad y la presión de Buenos Aires actuaron como factores decisivos. Las alianzas fueron coyunturales y estuvieron siempre atravesadas por desconfianzas, mientras que las disputas territoriales constituyeron un problema estructural que solo encontraría solución tras la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870).

La república del Paraguay y la provincia de Corrientes fueron, a la vez, aliados estratégicos y enemigos recurrentes. Su historia compartida evidencia los dilemas de la construcción estatal en el Cono Sur, donde la definición de fronteras, el control de los ríos y la autonomía frente a Buenos Aires fueron ejes fundamentales. La síntesis de este medio siglo de conflictos y armonías demuestra que las relaciones internacionales de los Estados emergentes no se construyeron en el vacío, sino en una constante tensión entre cooperación y confrontación.

A M B U L A N C E

H O W L S

The ambulance howls high and long—it’s on the scent.

We pull over and crouch like terrified gazelles by the roadside.

Let it pass by.

Let it find some other tragic avenue.

Let it sniff around an alley in another part of town.

Let it turn the corner on a far road where I don’t love anyone.

Let it hunt in a dead end, in a hidden cul-de-sac, on an abandoned boulevard where weeds crack the pavement.

No one I know lives on that street. Everyone I know lives on that street.

Aúlla la ambulancia

Por Penny Noah

Aúlla la ambulancia

Alto y largo: huele la presa.

Nos detenemos y nos agachamos como gacelas aterrorizadas al borde de la carretera.

Déjalo pasar.

Deja que encuentre otro camino trágico.

Déjalo husmear por un callejón en otra parte del pueblo.

Deja que doble la esquina hacia un camino lejano donde no amo a nadie.

Déjalo cazar en un callejón sin salida, en un cul-de-sac escondido, en un bulevar abandonado donde la maleza agrieta el pavimento.

Nadie que yo conozca vive en esa calle.

Todos los que conozco viven en esa calle.

Traducción: Thomas Whigham

Por Claudio Velázquez

Era un día domingo, luego de unas conversaciones con don Rodolfo y su hermana Cristina, el mismo sacó un viejo álbum de fotografías que por su aspecto, hacía tiempo estaban guardadas Al instante, mi curiosidad se despertó por saber del contenido de aquel viejo álbum. Se trataba de fotografías que le pertenecían a su fallecido padre Pese al estado del álbum, las fotos estaban muy bien conservadas Don Juan Zotti formaba parte de un club de motociclistas que en la década de 1950 desarrollaron su máximo potencial, a través de sus grandes corridas. Las mismas al principio las hacían arrancando en el Cabildo, corriendo por las calles del microcentro Tal vez el aumento del tránsito en la cada vez más pequeña

Asunción, hizo que las carreras migraran al hoy Aeropuerto Silvio Pettirosi.

Sí, por más que cueste creer, estos aventureros de dos ruedas desplegaban su talento en el aeropuerto. La poca frecuencia de vuelos en algunos días, convertía al aeropuerto en la mejor pista del país para las míticas carreras Compitiendo por llegar al podio y mejorar los tiempos Eran aquellas motocicletas clásicas, que hacían gala de estructura y diseño antes que por la velocidad. A don Juan tocaba ganar las carreras con una legendaria Ducati, que la había traído de Italia con mucho esfuerzo

Enseguida pude notar a un legendario personaje histórico en las fotos: el mítico capitán Alejandro Von Eckstein Querido por todos, este mítico capitán, décadas atrás, dejó su nación zarista para venir, luego de transitar una odisea, al Paraguay.

Ofrecía diariamente su vida misma, al arriesgarla en cada batalla de la Guerra del Chaco Aquí recibió una terrible herida de bala en el brazo, que marcó toda su vida Luego de sobrevivir a la guerra, se radicó en el Paraguay, sobresaliendo en este deporte Fue el primer representante paraguayo, en una competencia internacional de motocicletas

En otra fotografía, cuyo año estaba escrito (1955), un señor de traje y sombrero miraba atento mientras los organizadores le señalaban y brindaban datos Llamaba la atención su altura y militares que lo rodeaban. Era el mismísimo Alfredo Stroessner concurriendo a aquellas carreras Era su primer año de los 35 que estará en el poder, y nadie del entorno, imaginaba en ese entonces tan prolongado y dictatorial mandato que se venía.

THE GIRL’S GUAVA TREE

The Girl’s Guava Tree

- and the good earth sustains Mirador, Costa Rica

Beyond the gravel-pocked streets lined with cinder-block shops and child-packed homes capped with corrugated tin

christened in the sweat of strangers called from a far land

past the worn-out weed field trampled by children to dusty flat

where rough tracks fork left below fenced hills of cane and cattle

down, down the rutted path to the rushing boulder stream where a nimble girl parts barbed wire and clambers up the guava tree through distant light she smiles and shares

El guayabo de la niña

- y la buena tierra sustenta

El Mirador, Costa Rica

Más allá de las calles cortadas por grava bordeadas de tiendas de bloques de cemento

y casas repletas de chiquilines, cubiertas de chapa ondulada

bautizadas con el sudor de forasteros llamadas desde tierras lejanas

más allá del campo de maleza desgastado pisoteado por niños hacia una llanura polvorienta

donde los senderos ásperos se bifurcan hacia la izquierda bajo colinas cercadas de caña y ganado

abajo, abajo por el camino marcado de baches hasta el arroyo corriente, divididos por rocas

donde una niña ágil rompe el alambre de púa y trepa al guayabo

a través de una luz lejana, sonríe y comparte.

traducido por Thomas Whigham

I n t e r c o n t i n e n t a l L i b r e r í a

Por Derlis Rojas

I n t e r c o n t i n e n t a l L i b r e r í a

Por Derlis Rojas

Entre líneas y silencios, habita la memoria del mundo

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