La guerrilla de las células azules
Antología de poesía asimetrista
(1937-1949)
Seamos gentiles con los apóstatas, seamos desdeñosos con los apóstatas, que se desmoronan en la puerta como nieve, como una piedra de arena, como un sauce de puentes y escaleras, como si una escalera imperceptible nos soltara en el ojo de la oscuridad.
Dábamos vuelta en torno al cadáver de Dios.
Cruzábamos su gran corazón apagado, como si una angustia bailarina cayera en nuestros brazos, ensangrentada, pero nadie supiera nada de estos círculos de centeno en sus manos.
La lluvia nos dejó muy temprano, y los solsticios nos miraban como un bosque en llamas.
Alfonso Requena
Vienen por nosotros los días, vienen buscando todavía otra vida en nuestras manos, cada día encuentran sólo nuevas cortaduras, catedrales de ceniza y una feria de rojiza hiedra.
Espero en este espejo deshecho,
¿no eran antes un solo continente todas estas cosas?
¿no hablaban el mismo idioma el mundo y la muerte?
¿y a quién le pregunto todas estas cosas?
Eduardo Cáceres
Me he quedado sin nada, pierdo el mundo que reflejan mis pupilas; se va de mi corazón como una terminal que se vacía, como un aula sin nadie, como un balcón de botellas y palomas.
Piensa en la pirámide del dolor, en las máscaras: la franqueza es una máscara, los rostros son sólo de los muertos.
Hilda Pereyra
Copias en tu cuaderno unos colores que ya no existen.
¿Y quién nos viene siguiendo al otro lado de tu voz?
Escribíamos cartas a todos los desiertos.
Cruzábamos en bici por todos los campos vacíos; fumábamos en canchas oxidadas.
Pensaba reír, pensaba navegar, pero sólo me he perdido mil veces en la misma palabra.
Julia Arrieta
Y estas rimas que exclaman tus comedias
¿no preguntaban por nuestros minúsculos firmamentos?
En tu pincel herido
vive una ciudad de gente sin rostro.
Lorenzo Cardozo
Una fotografía
es una ventana abierta en mi sangre, una isla perdida al otro lado del espejo.
La noche es un vaso guardado en el corazón de los muertos.
Con él bebemos las cenizas de los horizontes, bebemos de él y lo llamamos el tiempo.
Éramos el funeral de todos los lenguajes.
Buscábamos en los naipes las letras minúsculas de la redención.
Una comedida analítica, una cortés exactitud, una distante condescendencia de alguien que conocí hace muchos siglos.
María Luisa Figueroa
Tu ceguera
era una cicatriz
en el corazón de todas las fiestas.
Otilia Rojas
El perdón es una guitarra, arpegiando distraída mis heridas.
Los otros son mi más íntima herida, un ojo vacío en el que viven todos los corazones.
Surcabas con las uñas las espirales de una concha de mar, y cada línea ¿no pertenecía a unos labios distintos?
Vicente Álvarez
Allá dentro de tu guitarra,
vive un pueblo de gente ciega, al que nunca va nadie.
Se vuelve esta estudiosa oscuridad
una montaña distante:
“Esta bruma es mis ojos vendados; jirones entre el centeno.”
Clemencia Durán
Son una música nuestros errores, ¿y no viene nadie a jugar con estos arrozales en llamas?
Son una orquesta ilegible nuestras mentiras; una ciudad de gente sin rostro nuestras certezas.
El sol quiere recuperar sus oleajes, busca en tus manos una superstición cuando amanece; besa en la lluvia un epitafio de amaranto, y guarda envuelta en una bandera nuestros dientes ensangrentados.
Joaquín Escobar
Nosotros contamos en cada moneda un naufragio, en cada día un corazón y un rostro, en cada noche la certeza y un rostro que se pierde, en cada teatro nuestro corazón.
Pero quien anda a lo lejos es un pescador que viene del otro lado de la noche, y espera y espera, el mar es su ojo y una luz que busqué.
Luis Alberto Silva
Los cuervos y las mandolinas, y el grillo de vidrio que vive en tus ojos,
¿y en cuál de tus manos se deshicieron estas monedas que nadie supo sacar de tu sangre, que yo no supe leer, que yo no supe contar?
¿Quién supo mirar en tu sangre estos animalitos de vidrio?
Yo perdí, y perdí, y perdí.
Mercedes Ávila
Un río pasa robándonos el rostro. Mis lenguajes son todos un mismo caballo cansado, durmiendo entre la maleza y la muerte, y ella nos dibuja en las ventanas cayéndonos de todos los trapecios.
Hicimos tu retrato con los fragmentos de una cerámica rota.
Rafael Guzmán
Me lanzaron la pelota del sueño las naranjas de tu ambición marchita.
Toda la vida por las pendientes y cumbres que todos olvidan y la incierta lumbre danzante que teje la medianoche. Somos en tus manos algo de granizo.
La culpa hizo de tu corazón un océano y unos barcos hundidos van dibujando círculos en el desierto.
El sabio color verde de tus peras mordidas, cabizbajas bajo mi herida lámpara.
Teodora Valenzuela
Leíamos la taxonomía de las plantas y hacías murales en los brazos de los ciegos.
A tus tapias vienen a llorar muertos.
Nadie nos sigue a lo largo de los puertos.
La araña violinista por tus brazos es un demonio cansado, los espejos, y gabinetes del verano, y los jinetes que reían en el mar.
Adela Castro
Yo no veo en el cosmos armonía, simetría, orden, estructura, yo sólo veo caos, violencia, disonancia, desfiguración.
Por eso es más hermoso cuando entre todas esas cosas se abre paso una planta, cuando la música crea otro espacio, donde quedan en suspenso todas las caídas.
Todo lo que tiene forma es porque se resistió, y volvió al azar contra sí mismo y cuando pienso en el azar pienso en una persona sin rostro que agita unas balanzas que tiene pegadas en las manos y de las que nunca podrá desprenderse.
Filomena Pizarro
Esta antigua maquinaria ¿qué borrasca imperceptible se la lleva?
¿qué ceros cuenta como retinas desprendidas?
¿Qué rostro dibujan tus decisiones igual que una despintada hiedra?
Estas amarillentas sátiras eran en nuestras manos un telescopio.
Venía la alegría cantando a gritos sus frases sin sentido, y eran tus brazos los caminos que dejaba atrás.
Óscar Larreta
Pero las banderas del deber y las sonrisas satisfechas de los humillados, tejieron una ciudad más difícil que los incendios y las certezas.
Pero nadie puede ya soltarse por las caras nubladas de los cerros, por tus auras pecosas, como si dentro de una fotografía estuviera para siempre comiéndose a una manzana.
Prudencio Molina
El destello y el arpegio, la indecisión y el azar eran una canción que se cruzaba con la calle, eran una calle que deshacía al otro lado de las canciones.
Hijas tenían los olmos y los cuervos, iban frente a las vitrinas de tu casa, a dejar almendras en la frente de los muertos.
Dionisio Peralta
¿Qué traen consigo las campanas?
¿A quién buscan en su ceguera de árboles y ventanas?
Unos murales de gente ciega que nos interrogan y dibujan una llave en tu garganta.
Una garza de tinta y un horizonte que se acaba en la palma de tu mano.
Lucía Vera
A lo lejos, la gente gritaba números, y se hacían con la distancia un rosario y una aguja.
Olvidé la maleza y con ella mi nombre.
Tu sombra nos pregunta por una brújula de agua, y en los periódicos
llora siempre la misma máscara de sangre.
Julián Zamora
Este bonsái es un gentil incendio, el dolor es una montaña que recorremos día con día, es la díada del sí y el no, es un rostro dibujado por los muertos que se van.
En esta vitrina de los años perdidos, donde mi rostro es apenas un reflejo.
Un vitral donde los colores hablan de un mundo antiguo, de risas que se deshacen a lo lejos
¿no son el corazón de la noche?
Nora Cifuentes
Hablábamos de nosotros mismos como de un antiguo retrato que ya nunca cambia, y sobre el cual sólo se acumulan los días como polvo, y yo escribo como quien ve pasar a las gentes de una muchedumbre.
“¿En qué viene pensando la lluvia?”– me preguntan los
arlequines.
El sol limpia mi ojo con una lumbre vacía.
Inés Castañeda
Para ti, la borrasca
era una amapola, y alrededor de tus lámparas crecía el infortunio su hierba, la cuidaba con un sol de granizo, sembraba en sus ojos fichas de un juego desconocido.
¿Eran tus lentes
una grulla o un sepelio?
Efraín Acevedo
Escribes en mi pulso un bosque más callado.
Entre estos espinales caminan unos desiertos invisibles.
Mi adjetivación es una maestra que vive sola en una casa lluviosa.
¿Escuchas esto que calladamente cantan las araucarias y los geranios?
Trémula Pompeya que balancea sus cenizas en tus párpados.
Álamos y alamedas de Zé a Zé.
¿Qué es el aire? Un desfile de gente sin rostro.
Gloria Martínez
Asimetrismo
El asimetrismo fue un movimiento literario y artístico de carácter efímero que emergió en la década de 1930 en el pueblo de Salto, Uruguay, una localidad cercana a la Universidad de la República que, pese a su pequeña escala, albergó un microcosmos de intelectuales y artistas en busca de nuevas formas de expresión. Se caracterizó por su rechazo categórico a la sistematización y a la formalización de sus postulados, negándose incluso a reconocer una membresía estable o un manifiesto oficial que consolidara su identidad.
Desde una perspectiva teórica, el asimetrismo se fundamentaba en la crítica al concepto clásico de simetría como principio rector del arte y la literatura. Sus adherentes, aunque fugaces, sostenían que el equilibrio formal y conceptual implicaba una domesticación de la experiencia estética, y abogaban por una estética de la fragmentación y la contingencia.
La recepción crítica contemporánea al movimiento fue, en su mayor parte, inexistente, dada su naturaleza marginal y su rechazo al reconocimiento institucional. Sin embargo, algunos estudios posteriores han intentado interpretar su importancia en el contexto de las vanguardias latinoamericanas. Cedomil Goic, por ejemplo, sugirió que “si bien el asimetrismo careció de una obra consolidada, sus postulados anticiparon, en su radicalidad, ciertas intuiciones que más tarde reaparecerían en el neobarroco” (Goic, 1972, p. 85).
Por su parte, Enrique Anderson Imbert lo describió como “un movimiento espectral, que existe más como idea que como hecho tangible, pero cuya influencia, aunque sutil, puede rastrearse en ciertas poéticas dispersas de la región” (Anderson Imbert, 1985, p. 134).
Finalmente, María Rosa Lida de Malkiel destacó la innovación conceptual del asimetrismo al afirmar que “la negación de la simetría no solo era una postura estética, sino también una crítica implícita a las jerarquías del pensamiento occidental” (Lida de Malkiel, 1978, p. 214).
Desde una perspectiva histórica, el asimetrismo puede interpretarse como una forma de resistencia cultural frente a los paradigmas dominantes de orden y estabilidad, situándose en una tradición de movimientos de vanguardia que privilegiaban la ruptura y la transgresión. El impacto del asimetrismo en la historia de la literatura y el arte latinoamericanos es objeto de debate, pero su legado persiste como un testimonio de las posibilidades de disrupción en los discursos estéticos convencionales.
BIBLIOGRAFÍA
Anderson Imbert, Enrique. Historia de la literatura hispanoamericana. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1985.
Goic, Cedomil. La literatura hispanoamericana en su contexto. Madrid: Gredos, 1972.
Lida de Malkiel, María Rosa. Estudios de literatura hispanoamericana. México: Fondo de Cultura Económica, 1978.
Martínez, Joaquín. La estética de la ruptura: Ensayos sobre el asimetrismo. Montevideo: Ediciones Prisma, 1991.
Pérez, Adriana. “Del caos a la forma: Un análisis de las poéticas asimétricas.” Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, vol. 18, no. 2, 1995, pp. 45-63.
Rodríguez, Esteban. Asimetrismo y contingencia: Arte y literatura en el Uruguay de los años treinta. Salto: Universidad de la República, 1987.
Santos, Lucía. “La fragmentación como método: Aproximaciones al asimetrismo.” Cuadernos de Literatura Hispanoamericana, vol. 12, no. 1, 1993, pp. 22-38.
Vega, Roberto. Vanguardias efímeras: Una historia del arte y la literatura marginal en América Latina. Santiago: Editorial Sur, 2000.
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