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Bajo la lupa: El libro en el que la gallina muere al final
from La pieza secreta 2
Gallina Carpe Diem
Personajes: Catalina, una gallina blanca Jean Claude, el gallo jefe Padre mío, un cura católico
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Valérie Boivin, de Le livre où la poule meurt à la fin. Les 400 coups
Este libro parte de una temática tan actual como el consumo de pollos en la alimentación humana, y desemboca en la enfermedad del consumismo. Y, a un nivel más profundo, hace una crítica cínica e irónica de los poderes terrenal y espiritual. ¿Es un relato para niños? Sí, siempre y cuando se lo lea un adulto en voz alta. Y pese a no ser un tema habitual en la literatura infantil, la combinación de sus ilustraciones y de sus diálogos livianos y cómicos, lo hacen atractivo para lectores muy pequeños, quienes además podrán notar la reacción del adulto para quien la comicidad de la ironía será más obvia. Catalina es una gallina que vive en un gallinero de cien gallinas sin nombre. A Catalina le gusta comprar. Se ha comprado muchísimas cosas: copas, vestidos, poncheras y todas las noches cena en un restorán. No solo vuelve a casa en taxi, sino que se da paseos en ellos por diversión.
Jean Claude, el jefe del gallinero, piensa que Catalina es derrochadora, y se lo dice. Catalina compra a crédito. Sabe que la crían por su carne y que su vida será corta. ¿Escrúpulos? No. Cuando Jean Claude le reprocha su falta de moral y honor, ella le contesta que “el mundo irá donde quiera”, y sigue comprando. Ahora antigüedades por eBay. Camino al matadero, un cura católico la recibe para confesarla. Pero como no hay tiendas en el Paraíso, Catalina rechaza su oferta de salvación.
Las ilustraciones de Valérie Boivin, que son vivaces, directas y con un dejo irónico, acompañan muy bien a un texto justo y preciso. Catalina es encantadora, llena de ocurrencias y con una lengua aguda. Compra guantes aunque no tiene manos. Neumáticos sin tener auto. Es frívola. Uno casi siente su compulsión de comprar. Comprar por comprar. Vive el momento. Y sabe
perfectamente lo que le espera. CARPE DIEM es su lema. Goza el día a día, sabiendo que para ella no hay mañana.
Su relación con el gallo moralista, patriarca Jean Claude, es desafiante. Le da la razón en todo lo que él le reprocha con aire indiferente: Sí que es derrochadora, irrespetuosa con la moral, no tiene honor ni se acopla a la ética de turno. Le importa un bledo el futuro del mundo. Por razones obvias. Se aprovecha al máximo del momento. NO TIENE NADA QUE PERDER. Además, Catalina, a diferencia de las otras cien gallinas, tiene nombre, lo que parece indicar que tampoco se siente parte del grupo. Cuando el cura le toca el tema del alma, no sabe ni de qué le está hablando, es un asunto fuera de su alcance. El gallo y el cura se presentan en el libro como representantes de instituciones caducas que no le sirven a Catalina.
La gallina se reafirma en su actitud, parece pasarlo muy bien comprando y cuestionando, no está ni ahí con el discurso de poder del jefe terrenal (el “imbécil” gallo Jean Claude). Y al jefe espiritual (el cura confesor) cuando le pregunta por sus pecados, lo calla diciéndole: “No tengo, padre mío, mi alma es pura”. La clarividencia de la gallina es que percibe que los representantes de estos dos poderes son esclavos de sus doctrinas.
La alegoría de este cuento trae a la mente el recuerdo de algunas otras alegorías para adultos publicadas a lo largo de la historia y que contenían elegantes e irónicas críticas sociales y religiosas, como por ejemplo La divina comedia (1307), de Dante Alighieri ; el Decameron (1351), de Boccaccio, y La feria de las vanidades (1847), de William Thackery. Es una señal positiva que temas tan actuales y complejos se logren plasmar en el siglo XXI en un libro para niños.
¿Es Catalina un ser enfermo que sufre? No lo sabemos. ¿Es una rebelde? En cierto modo, sí. Porque al sucumbir al “vicio” del consumo y aprovecharse del perverso sistema de crédito, ayuda al lector a reflexionar sobre la irracionalidad del statu quo del mundo actual y el enajenamiento e injusticia que produce. Una irracionalidad que está llevando a la destrucción del Planeta.
La actualidad y cercanía del tema de este libro no se le escapa a nadie.

Análisis de Anne Hansen, profesora y licenciada en Literatura por la Universidad de Copenhague y fundadora del Centro
Chileno Nórdico de
Literatura Infantil.

Le livre où la poule meurt à la fin, de Francois Blais y Valérie Boivin. Les 4 coups, Quebec 2017. Este libro no está editado en español, por ahora, y solo está disponible en biblioteca Libroalegre.

Fernando Valderrama:
Fernando Valderrama, es sociólogo, egresado recientemente de la Universidad de Playa Ancha de Valparaíso. Le interesa la investigación, analizar y ordenar datos. Considera que hoy en día hay mucha información, de todo tipo, y que hacen faltan investigadores que se dediquen a procesarla porque si no, “no es información, son simples datos”. La literatura infantil no es parte de su cotidiano, pero El libro en que la gallina muere al final , le sorprendió y le atrajo de inmediato.
¿Qué te parece que plantea El Libro en el que la gallina muere al final?
Es un libro que retrata muy bien el mundo actual. Nunca había visto libros infantiles (desde luego no en mi infancia) que traten el tema del consumo, y esto me parece importante porque los niños son consumidores de todo tipo de productos desde muy pequeños. También me llamó la atención que este cuento ni cuestiona ni plantea ninguna lección moral o ética. La gallina de la historia vive de manera hedonista, compra muchas cosas solo para entretenerse (como la mayoría de las personas probablemente) y muere feliz y contenta. Pero cuando se trata de un libro infantil, uno piensa que va a haber una enseñanza, alguna regla que guíe la vida. Es llamativo que las figuras “importantes” no influyan para nada en cómo piensa la gallina, no es la típica historia en la que vence el bien sobre el mal.
Y si lo definieras en una palabra, ¿cuál sería?
DIVERTIDO. Porque eso es lo que es. La gallina es graciosa, de principio a fin, y muere pasándolo

bien. No sé cómo tomarlo, pero creo que es una ironía porque al final la gallina es un producto más, sabe que va a morir y por eso estafa a los que le dan créditos. No ve nada malo en eso, nunca se arrepiente. Hay un cura que le llama la atención, pero la gallina lo desafía porque siente que no hay nada que perder. Ella se aprovecha del sistema de consumo porque el sistema de consumo se aprovecha de ella.
¿Crees que hay temas que no debe tocar un libro para niños?
No, creo que hay temas que pueden ser más delicados, pero a mí me hubiera gustado que de niño me hubiesen enseñado todo. Un niño se da cuenta de muchas cosas y cuanto más temprano sepa, mejor. Este libro muestra muy bien la vida de hoy, plantea algo que no se toca en
otros libros y lo hace de manera explícita, entretenida y divertida. Cuando lo leí, pensé: ¿Entenderá un niño de 6 o 7 años el mensaje? ¿Entenderá la ironía? Creo que sí, si se complementa con un adulto que le converse.
¿Piensas que su lectura puede inspirar a algo a un niño?
Quizás el niño, dependiendo de su edad, podría cuestionar lo que hace la gallina y relacionarlo con la crisis ambiental actual, pero veo difícil que el niño se inspire y diga: “No voy a consumir, voy a ser más responsable en lo que hago”. Pero no es un tema menor el consumo. Los niños están expuestos, por la publicidad, por los padres que constantemente les preguntan qué van a consumir.
¿Y al adulto?
Esta forma de vida que tiene la gallina es muy tentadora para

Le livre où la poule meurt à la fin . Les 400 coups Valérie Boivin, de todo el mundo, llenar los vacíos con cosas que no sirven. Y es la forma imperante, así se mueve la economía, obligándonos a comprar cosas que no necesitamos, cosas que duran poco para que las compremos nuevamente. Hay que evitar creer que por tener más vamos a estar más felices. Leer esta historia me inspira a tener un rol más educativo con los niños, mostrarles en diferentes momentos que el consumismo es fatal para el medio ambiente y para las personas. Podría hacer ver al niño que la gallina es un ejemplo de nuestra realidad de consumismo, pero no un modelo a seguir. Vivir una vida hedonista no te garantiza ni felicidad ni salud.
¿Qué te parece que se haga crítica social en la literatura infantil?
Me parece que es necesario que haya crítica social en la literatura para niños, que se ironice sobre el mundo adulto. Recuerdo que hace 20 años leía fábulas que tenían mucha crítica respecto de las cosas. Tengo la impresión que los cuentos de ahora son más frívolos y superficiales. Los dibujos animados son todos de felicidad y de color de rosa, los personajes son absurdos, irreales, con formas extrañas, ya ni siquiera son animales. Pura entretención, puro pasar el rato, no dejan nada, solo un vacío.
¿Crees que la literatura infantil puede ayudar a los niños en tiempos de crisis?
Sí, por supuesto. A través de ella van a conocer más mundos, van a poder empatizar

con un personaje, odiar a otro, reconocer situaciones familiares en las que se sienten inmersos. A lo mejor van a decir: “No me gustaría ser como la gallina” o “Sí, está bien lo que hace la gallina”. A través de los cuentos uno puede conocer más allá de los límites de su mundo cotidiano. Me parece que la literatura infantil tiene que tocar temas del mundo adulto sin perder la inocencia de los personajes, como la gallina que también es inocente a su manera.
Francisca Del Río:

Francisca es psicóloga clínica infanto-juvenil. Trabaja con niños, adolescentes y sus familias en su consulta privada y en un hospital público. Su especialidad clínica es en terapia narrativa, terapia de juego e hipnosis clínica. Francisca piensa que a veces los niños no tienen la capacidad de hacer la pregunta y que desde el mundo literario se les puede ayudar a que hagan preguntas, y a responderlas también.
¿Puedes resumir lo que plantea el libro en una palabra?
DESEO, deseo de individuarse, de ser. O se podría decir impulso.
Desde ese impulso hay hartos temas que se pueden analizar, un abanico de posibilidades para conversar sobre la lectura; no sentí que había un solo tema y me fueron sorprendiendo las temá

ticas súper actuales. El deseo de la gallina va generando esta forma de adquirir cosas y después alguien pretende que tome conciencia, pero no lo hace. Y el cura pone una visión más religiosa de creencia, pero tampoco la hace tomar conciencia. Y al final sigue en el mismo camino de esa metáfora o sarcasmo en el que ella igual es un producto de consumo.
¿Cuánto crees que le afecta a la gallina saber que va a morir?
Ese es un punto fundamental, esto de que “no tengo nada que perder”, cierto. Si lo vemos en la metáfora, probablemente sea esta vision de que “hay que vivir la vida sea como sea, la vida es corta, no me importa el legado que dejo a los demás, ensuciemos el planeta, yo muero y me dan lo mismo los otros.” Creo que es importante tomar consciencia que a pesar de que uno muere, quedan otros.
Si pensamos cómo la vida funciona hoy, el libro tiene una lógica. Pero de esa lógica, estamos viendo los resultados: una educación inmediatista, la forma de alimentarse con alimentos muy procesados. El libro es una crítica social, en los elementos que muestra: endeudamiento, sobrecompensación en objetos. Hay niños que buscan anestesiar las emociones a través de objetos. Después de la crítica del jefe del gallinero, la gallina fue a comprar inmediatamente, no toleró la frustración. El libro te plantea que el objeto venga a ser como una medicina de anestesia.
¿Qué te parece que en la literatura infantil se haga crítica social?
Siento que es una necesidad vital y más ahora porque estamos viviendo con el estallido social y no hay bases sólidas respecto a la reflexión. Siento que es fundamental que a toda edad podamos ir observando cómo estamos relacionándonos con los deseos, con el vínculo, con la proyección al futuro, cómo somos con el otro y cómo soy y cómo me reconocen por eso, más que por tener.
¿Piensas que hay límites de lo que se puede tocar en la literatura infantil?
Siento que los niños viven en este mundo real y están en contacto con todo, por lo tanto, todos los temas son conversables.

Ahora, imagino que hay que tener una delicadeza especial con cada edad. Porque los niños generan imágenes mentales igual, a pesar de las ilustraciones en el cuento. Como cuando decía que la gallina iba a ser degollada y desplumada, a mí se me generaron imágenes mentales sobre eso.
Pero no hay límites, creo que es importante conversar todo para que no haya tabúes. Si no se conversa, se pueden replicar los mismos errores que en este momento nos tienen en crisis social, como la desigualdad, los excesos, la violencia. La verdad puede ir liberando a una infancia con proyeciones a una adultez más consciente.
¿A ti te inspira el libro a algo?
A pesar de la crítica, que la comprendo, la gallina tenía un deseo muy profundo de encontrarse, a través de su nombre, de buscarse desde afuera. Tal vez le faltó alguien de su especie, alguien no como el cura o el jefe que la criticaban, alguien tal vez que a través del vínculo le apoyara a encontrarse más adentro que afuera. Me inspira a poder reflexionar eso con las personas, de todas las edades. Porque si bien estamos hablando de literatura infantil, siento que trasciende a todas las familias, esa cosmovisón sistémica. Es una gran temática, de cómo nos encontramos desde del encuentro. Y así el libro es transversal.
Le livre où la poule meurt à la fin . Les 400 coups ¿Usarías el libro en tu trabajo como psicóloga? Lo usaría bastante con adolescentes, por la temática de encontrarse, de quién soy. Lo leería individualmente y lo usaría en terápia grupal preguntando qué temas ven. En este libro aparecen muchos temas,
Valérie Boivin, de y cada uno va a ver lo que es actual en su vida. Desde lo grupal puede quedar muy abierto, pueden surgir muchas preguntas e ideas. Pero el libro es un tipo de espejo, yo también me sentí identificada con consumir cosas que ni uso.
¿Crees que el libro incentiva a la resistencia?
Sí, encuentro que lo expone pero no lo resuelve y que hay que resolver en el diálogo posterior. Vamos resistiendo al modelo hegemónico, más imperante, de consumo, de las cosas rápidas. Lo va quebrando a través de la reflexión posterior. Creo que tiene que ser a través de una mediación para que no quede dando vueltas después sin canalizarlo.