Mensaje 16 de julio 2 - Pedro Susz

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El primero de este mes, en oportunidad del acto habitual ese día, entretanto discurría el ritual protocolar y se sucedían las alusiones retóricas a los 208 años de la insubordinación libertadora del 16 de julio de 1809, se me antojo pertinente preguntarme ¿208 años son muchos o son pocos? Puestas las cosas en términos de una vida humana, de la historia chica, se dirá “son muchos”: equivalen al tránsito promedio por la existencia de cuatro generaciones sucesivas. Por el contrario, ponderada la cuestión en referencia a la Historia grande, podría concluirse “son pocos”: apenas una décima parte del conteo retroactivo de esa historia occidental y eurocéntrica, que no es por cierto sino una porción de la historia apreciada desnuda de ese corsé fabricado por la ontología heredada para acomodar la cosmovisión universal a sus propios fines e intereses. Incidirá claro asimismo sobre ese juicio cuanto se han comprimido el tiempo y angostado el espacio en virtud de la realidad paralela perceptivamente instituida por los medios de comunicación, los digitales sobre todo, con su arrasador poder de colonización de las conciencias y de vaciamiento de sentido crítico en el apremio por correr cada vez más aprisa y sin pausa hacia la nada, entendiendo que el consumismo frenético de bienes, modelos e ideas es la nada revestida de la apariencia del todo. Estas en principio aparentes divagaciones pudieran cobrar un cierto valor de urgencia mirando el entorno y evidenciando de manera descarnada los múltiples desafíos que en tanto colectivo estamos lejos de haber resuelto. Me habilitan de igual manera para retomar, una vez más, aquella frase que enmarcó, ocho años atrás, la conmemoración del Bicentenario de los eventos de 1809. Recordarán ustedes: “La Paz 200 años libres. Un fuego que no se apaga”. No fue una invención ingeniosa, trató por el contrario de aprehender la dinámica de la libertad, que nunca puede considerarse conseguida de una vez para siempre. Más al contrario, entraña de manera invariable un proceso de incesante construcción en el día a día y en el espacio concreto donde las cortapisas a la libertad


de algunos o algunas supone el menoscabo de la libertad de todos y todas. Mirando el entorno decía. No, necesaria ni principalmente, aquel armado por los medios de comunicación para instalarnos en el temor recurrente y así volvernos más permeables a las coartadas que justifican nuestra reclusión en un individualismo exacerbado, atento únicamente a la preservación de nuestros propios intereses y cada vez más distante de la solidaridad, la fraternidad, la responsabilidad de cada quien por el bien común. ¿Cuál fue en definitiva el rasgo que proyectó la trascendencia en el tiempo de aquellos eventos de 1809? El haber develado, como lo hicieron otros momentos con el alcance de un parteaguas en la historia universal, que esta último no se halla sometida a ningún fatalismo o determinismo heterónomo, que es, por el contrario, siempre una construcción social autónoma, imaginada y puesta en acto a partir de la decisión de cuestionar aquellos paradigmas dados como eternos, intocables, únicos. Y tal rasgo es a su vez en última instancia, la clave del verdadero ejercicio de la libertad. No obstante cabe todavía una pregunta, ¿cuál libertad? Provocando eventualmente la perplejidad de Uds. pues suele darse por sentado que tal preciado bien inmaterial posee un significado unívoco, no sujeto a ninguna eventualidad de malentendido. Lamento contradecir semejante supuesto. El examen del desarrollo del concepto de libertad nos enseña, que no sólo filósofos sino también hombres de acción han hablado de libertad en términos abstractos, como si se tratase de un concepto definible aisladamente, sin referirlo al ambiente histórico en el que tal libertad debería ejercitarse. Es dable concluir, a partir de la lectura de la Proclama de la Junta Tuitiva, que los rebeldes de 1809 apuntaban esencialmente a la dimensión política del término. Pero, aunque no se abunde allí de manera explícita, ello no impide imaginar que tenían presentes otros alcances del término, concibiendo que la ruptura con el dominio español abriría las compuertas a la plena realización de la libertad


individual y colectiva en términos de igualdad así como de plena materialización del derecho de cada quién a decidir sobre su propio destino y a contar con las posibilidades de alcanzarlo. Son estas otras connotaciones del término las que me interesan poner en evidencia para esa mirada crítica al entorno hoy-aquí y así retarnos a preguntar si podemos considerar libre a una comunidad en la cual todos los días tomamos conocimiento de la multiplicación de actos de discriminación, en muchos casos de agresión directa y hasta homicida, contra las mujeres. Si es libre una comunidad donde de igual manera toma estado público el incremento de los índices de brutalidad sicológica, física y sexual contra niñas, niños y adolescentes, de negligente permisividad con el abandono a los adultos mayores o con el acoso escolar. Asumir que se trata de problemas personales atingentes de manera exclusiva a víctimas y victimarios en cada caso es una coartada cómoda pero insostenible. Son las mencionadas, y otras, cuestiones que nos conciernen de manera colectiva. Solo cuando así sea asumido, comprendiendo que la flagrante vulneración de los derechos de esas víctimas lastima también nuestros derechos y actuando en consecuencia nos será dado encontrar las respuestas debidas. Es más, entonces sí haremos efectivo nuestro compromiso con el legado de rebeldía y vocación de libertad de los líderes de 1809, trascendiendo la repetición inercial de los ademanes protocolares y de las alegaciones puramente retóricas de fidelidad hacia aquella herencia. Por añadidura no pareciera impertinente reiterar que julio es tiempo para el tributo y para la introspección colectiva, en tensión está última con un trance ayuno de cualquier atisbo de debate político con sentido crítico y proactivamente orientado a la propuesta, debate suplantado por la espectacularización, por la frivolidad de la invectivas y los rumores. Volvamos a la controversia de ideas, de visiones, de planteamientos orientados a la discusión colectiva a propósito de nuestro presente y futuro.


Valga la oportunidad para convocarlos de igual manera a ser ya mismo partícipes activos en la consulta en curso sobre el texto borrador de la Carta Orgánica del Municipio, a su manera y guardando las distancias, una versión actualizada de la Proclama de 1809, que ojalá pudiésemos someter a Referéndum el 2018 cómo homenaje, este sí consecuente, a los 209 años de la revolución del 16 de julio, poniendo al día los sueños de inclusión, equidad e igualdad y permitiendo de tal suerte mantener vivo el fuego que ahora nos toca a nosotros evitar pueda apagarse. Nuestro fraterno y agradecido abrazo a quiénes han sido justamente reconocidos en esta sesión. La perseverante y fructífera trayectoria, de cada uno, de cada una, de Uds. es asimismo testimonio patente y ejemplar de la persistencia de aquel mensaje de rebeldía, de entrega al tejido de un mejor mañana común. JALLALLA LA PAZ QUE VIVA CHUQUIAGOMARKA Muchas Gracias.


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