
9 minute read
Alex Garland todos los tíos son iguales

POR: RICKY LAVADO
PREPÁRENSE. EL RETORNO DE ALEX GARLAND A LAS PANTALLAS DE CINE CON 'MEN', SU TERCER LARGO TRAS LAS CÁMARAS, PROMETE PROVOCAR CUALQUIER REACCIÓN IMAGINABLE MENOS LA INDIFERENCIA. TRAS GENERAR RÍOS DE TINTA CON SUS ANTERIORES CRIATURAS FÍLMICAS ('EX MACHINA' Y 'ANIQUILACIÓN'), EN ESTA OCASIÓN GARLAND NOS SUMERGE EN UNA CAMPIÑA INGLESA FALSAMENTE IDÍLICA, PARA ATRAPARNOS CON UNA PESADILLA PSICOLÓGICA DE ESTÉTICA RURAL Y PROFUNDIDAD CONCEPTUAL QUE RESULTA TAN BELLA COMO INQUIETANTE.



un retiro en el campo tras una tragedia personal devastadora. Una mujer cargada de demonios internos enfrentándose a un proceso de introspección y reconstrucción personal. Una amenaza que poco a poco se convertirá en pesadilla persecutoria: los hombres. Con esta premisa y un lenguaje estético fascinante, la nueva película de Alex Garland supone una reflexión sobre la culpa, la misoginia, la violencia y el peso de férreos códigos heredados por tradiciones ancestrales que afianzan la estigmatización histórica de la mujer. O puede que se trate de un slasher estilizado con ambientación de terror victoriano. Todo ello dependiendo de las ganas que tengan de darle vueltas a la cabeza... "Men trata temas sobre los que llevo pensando durante mucho tiempo y algunos ya los he tratado en mis cintas anteriores. Pero con esta película lo que buscaba era que el espectador pudiera proyectar lo más posible, haciéndole partícipe de la narrativa”, afirma Garland al respecto de un filme poderosísimo en lo visual, capaz de transmitir una sensación de agobio creciente que acaba convirtiéndose en experiencia puramente física. Y que además se presta, y mucho, a múltiples lecturas: “La película funciona un poco como un espejo en el que las personas proyectarán sus propias ideas sobre lo que creen o no que se está contando, adquiriendo así un significado personal para ellas. Es como un conjunto de diferentes perspectivas que agregan su voz a una conversación, y ninguna de ellas tiene primacía. Ser demasiado específico sobre la intención elimina la voz de aquel que está viendo la película, porque se convierte en: ’Esto es lo que deberías estar pensando en este momento'. Y esta película está precisamente diseñada para evitar eso. Aquí, la audiencia se suma a la conversación”. Esta conversación a la que hace referencia Garland está plagada de derroteros oscuros y quiebros siniestros que consiguen colocar al espectador en lugares verdaderamente incómodos.
En un plano puramente epidérmico, Men resulta estremecedora y asfixiante. En un plano intelectual, el análisis de los rincones más nocivos de la masculinidad que propone Garland nos muestra un tipo de maldad marcada por la inseguridad y la fragilidad. “Fue interesante trabajar en ello porque elimina lo que, en términos puramente de género, hace que una película de terror dé miedo: el poder del monstruo de ser invulnerable a los ataques. Aquí hemos mermado ese poder masivamente a medida que esa fuerza se vuelve cada vez más patética, por lo que tal vez esto genere un tipo diferente de respuesta”. En un plano estético, la película es arrebatadora: la campiña británica, con su encanto bucólico y sus bosques tranquilos plagados de musgo, senderos bordeados por setos y construcciones preciosas de piedra, resulta evocadora, poética, engañosamente plácida. “Tuvimos que cambiar el típico encanto inglés de las colinas y las casitas de campo de color miel por algo más malévolo”, explica Garland, que dio un giro siniestro a la estética cottage garden para convertir túneles, riachuelos, pasadizos y vías de tren abandonadas en un escenario de pesadilla cargado de simbolismo pagano y alegorías cristianas.
Men podría correr el riesgo de verse reducida a un ejercicio de estilo o a una experiencia puramente visual si no estuviera tan bien sostenida por un trabajo actoral espectacular, que le confiere a la película una solidez y unos niveles de emoción que dejan sin aliento. Jessie Buckley (Chernobyl, Fargo, Estoy pensando en dejarlo, La




hija oscura...) brilla en cada plano, con un registro de emociones y sutilezas magnético que se convierte en el epicentro de la película, dando vida a un personaje complejo que, en palabras de la propia Buckley, “está lidiando con el dolor, el luto y la pérdida. Este viaje a la campiña la rompe de dentro hacia fuera. La vida la sacude. Todo lo que estaba tratando de contener en su interior se agrieta y dentro de esa barrera está su verdadera y cruda feminidad”. Frente a esa cruda feminidad, un enorme Rory Kinnear (Years & Years, Black Mirror, Descifrando Enigma) enfrentado a un trabajo polimórfico en el que encarna a un amplio abanico de personajes, cada uno de ellos transmutado en un arquetipo de la psique masculina para mostrar los múltiples fractales oscuros de un tipo de maldad enraizada en lo congénito, lo inmutable, lo transmitido a fuerza de determinismo biológico.
Amigo de meterse en jardines y de despertar emociones contrapuestas, y anticipándose a futuras polémicas, Garland comenta jocoso: “Me parece interesante que algunas de las cosas que más incomodan de la película no sean las arraigadas en el cine de terror”.
LOS CÓMPLICES
“Hacer una película es, sin duda, un proceso de colaboración. Lo que sucede es que termino, de manera extraña, llevándome el mérito. La gente siempre, por defecto, da mérito a los directores por las ideas, el diseño de producción o las actuaciones, pero yo no soy así”. Alex Garland parece seguir a rajatabla la máxima que dice que “cuando algo funciona, simplemente no lo toques”. El extraordinario peso visual y ambiental de las creaciones del británico tiene mucho que ver con un círculo íntimo de colaboradores con los que Garland ha contado para cada uno de sus proyectos como director.
La mirada del director de fotografía Rob Hardy se esconde detrás de la cuidada estética de Ex Machina, Aniquilación, Devs y Men. Hardy, cuyo trabajo se puede rastrear también en Euphoria, Misión Imposible: Fallout o The Invisible Woman, parece ser una pieza fundamental en la construcción del universo fílmico de Alex Garland. De la misma manera que lo es el dúo formado por Mark Digby y Michelle Day, responsables del diseño de producción y decorados no sólo de las películas dirigidas por Garland, sino también de aquellas escritas por él (tanto 28 días después como Nunca me abandones o Dredd). Geoff Barrow, miembro fundador de Portishead, y el consagrado compositor Ben Salisbury parecen ser también parte esencial en el lenguaje cinematográfico de Alex Garland. Sus películas han recibido múltiples nominaciones y premios por el trabajo tras las siempre inquietantes bandas sonoras del que es uno de los narradores más hábiles y personales del cine actual.
MEN (22 de julio)
EE UU / 2022. Vértice360. 100min. Dirección: Alex Garland. Reparto: Jessie Buckley, Rory Kinnear, Paapa Essiedu, Gayle Rankin, Zak Rothera-Oxley, Sonoya Mizuno.

3 4



GARLAND

Hace dos décadas un fenómeno atravesó los cines de medio planeta dejándonos pegados a la butaca con el corazón a mil por hora. La pesadilla se titulaba 28 días después, y con ella el veterano Danny Boyle unía fuerzas con un joven guionista llamado Alex Garland para dinamitar el canon de George A. Romero y redefinir el concepto zombi en el siglo XXI. Los zombis veloces y casi atléticos de 28 días después, y sus planos apocalípticos de un Londres desierto con Godspeed You! Black Emperor sonando de fondo consagraron a Alex Garland como la nueva gran promesa del terror moderno.
La dupla Boyle/Garland regresaría en 2007 con Sunshine, una claustrofóbica y desasosegante epopeya espacial en la que el terror encerraba una dimensión mística y un trasfondo religioso, aderezado con una crudeza visual cercana por momentos al gore. La belleza estética del filme y sus pretensiones filosóficas cosecharon reacciones ambivalentes en crítica y público, asentando una constante en la obra de Garland: para bien o para mal, sus creaciones nunca te van a dejar impasible.
Tras participar en la producción de 28 semanas después (secuela de 28 días después dirigida por Juan Carlos Fresnadillo), Garland inauguraba 2010 guionizando la adaptación cinematográfica de Nunca me abandones, la más que reverenciada novela inmortal de Kazuo Ishiguro. Para dar seguidamente un giro de ciento ochenta grados sorprendiéndonos a todos en 2012 con la hiperviolenta Dredd, su personal interpretación del mítico personaje de cómic.
Y entonces llegó 2014, el año en el que Alex Garland dio el salto al mundo de la dirección. El resultado; una obra maestra de la ciencia ficción moderna titulada Ex Machina, ganadora de un Oscar y receptora del aplauso y reconocimiento general con sus turbias, misteriosas y alegóricas reflexiones sobre la inteligencia artificial y las lindes de lo que denominamos humanidad.
Esa misma dimensión alegórica y ese constante juego de niveles de profundidad e interpretación marcarían el siguiente movimiento de Garland; la excepcional Aniquilación -la película es una adaptación de la novela homónima de Jeff VanderMeer-. Aniquilación pasa por ser una fábula terrorífica y visualmente bellísima en la que el catastrofismo biológico con trasfondo alienígena abría la puerta a interrogaciones profundas e incómodas sobre el ser humano.
Devs (2020) supuso la primera incursión de Alex Garland en el universo de las series y las plataformas de streaming, en forma de thriller tecnológico cargado de conspiranoia y relativismo moral que mostraba, una vez más, la extraña magia que el británico es capaz de desarrollar para enmarcar sus cada vez más inquietantes obsesiones narrativas.
5
1. 28 días después 2. Ex Machina 3. Aniquilación 4. Devs 5. Sunshine











