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PabloPablo puro sentimiento
Desde que tiene uso de razón, el artista madrileño ha estado en contacto con la música. Ahora, a sus 24 años, compagina la gira de C. Tangana con la salida de su álbum debut, un trabajo grabado en plena pandemia entre Londres y Madrid y con el que busca aunar tradición y vanguardia.
pablo drexler, alias pablopablo, tiene 24 años, vive a caballo entre Madrid y Londres donde comparte piso y amistad con grupos como Jockstrap, Black Midi o Black Country New Road, y acaba de publicar su homónimo álbum debut. Pero lo cierto es que, cuando indagamos en su vida y su vinculación con la música, lo de su “debut” se queda en algo circunstancial. Tener por padres a Jorge Drexler y Ana Laan le dio la oportunidad de entablar relación con la música desde que tiene memoria. “Recuerdo mucho escuchar música en el coche, ir a estudios cuando mis padres grababan un disco, conversaciones analizando temas de los Beatles… Era un contexto de nerds musicales”, cuenta Pablo. Con un ambiente familiar así y fácil acceso a todo tipo de instrumentos solo quedaba crecer... y darle forma. “Me crié en El Escorial, y allí había un colegio público con Conservatorio integrado. Entré con ocho años e hice diez de guitarra clásica. Mientras la mayoría de chavales de mi edad estudiaban matemáticas en Bachillerato yo tenía asignaturas como Armonía”. No obstante, aunque aquellos estudios musicales estaban enfocados al mundo de la clásica, desde muy pronto Pablo descubrió que su atención estaba en otros territorios. “Un amigo de mi padre, Matías Cella, me enseñó a Nirvana y me voló la cabeza. A raíz de ese descubrimiento comencé a escribir canciones. Más tarde me dio por el rap con Eminem, Jay Z,… y seguía componiendo sin ser apenas consciente de ello. Se volvió más serio con trece o catorce años, cuando mi viejo me compró un micro y una tarjeta de sonido”.
Ahora, diez años después de todo aquello, PabloPablo publica su primer disco largo, un trabajo que nació en plena pandemia. Pablo, sin embargo, no lo percibe como un debut: “Más bien siento que llego tarde, que soy viejo para sacar un primer disco. Cuando tenía catorce años hice un disco que nunca publiqué, he hecho alguna producción electrónica,… La diferencia es que éste me gusta. Por vez primera siento que he podido compaginar todos los mundos musicales que me gustan en un mismo trabajo”. Precisamente esa es una de las virtudes del disco, su capacidad para aunar diferentes universos sonoros en una colección de canciones que ronda los treinta minutos. “Me gusta la idea de publicar un álbum corto, intentar contar lo máximo posible en el menor tiempo posible”. Al hablar de los puntos fuertes de este debut no podemos olvidarnos de un sonido que el propio Pablo ha autoproducido. Y, de primeras, las similitudes con James Blake parecen evidentes: “Es una influencia que está ahí pero no soy muy consciente de ella. Creo que él, a nivel estético, es de lo mejor del panorama”. Pero el abanico de referencias no se queda ahí, Pablo tiene claro que “las influencias más dispares son las mejores. Para mí, uno de los mejores discos de la historia es Voodoo de D’Angelo: es esencial para mí, la puta Biblia de cómo tiene que sonar y fluir todo”. Con referencias aparentemente tan dispares, resulta inevitable preguntarle por su método de trabajo. “Es siempre igual. Horas friqueando en mi cuarto, sacando melodías con el piano y el ordenador, para luego buscar una letra bonita que encaje pero sin ser muy banal. Es un proceso muy solitario”. El punto de partida durante todas esas horas de encierro de cara al álbum fue mezclar tradición con vanguardia, una simbiosis que le resultó sencillo conseguir precisamente por su bagaje. “Años atrás tuve un viaje artístico en el que no lograba mezclar la vena Elliot Smith con mi gusto por el techno super distorsionado. Quien más me ayudó a integrar ambos mundos ha sido Kanye West, un artista capaz de mezclar súper bien sonidos industriales con harmonías góspel. Si hay un tema del disco en el que ha sido clave esa simbiosis es París”.
Pero si en el aspecto musical Pablo asume el grueso del proceso, en el apartado visual se echa a un lado para situar al artista valenciano Carlos Sáez al mando de sus videoclips. “Es amigo de mi manager. La verdad es que Carlos y yo nos enamoramos artísticamente de inmediato. Tiene unas ideas muy locas que me recuerdan a la manera en que yo trabajo. Soy muy fan de su carrera y especialmente de lo que ha hecho con Arca. Estoy flipando de que haya trabajado conmigo”. Con el álbum y los videoclips ya publicados solo queda esperar por la gira, algo que tampoco le viene de nuevas, ya que en los últimos meses ha formado parte de la crew de C. Tangana. “Fue muy gracioso. Después de conocerse en los Grammy, mi padre y Pucho hablaron de hacer una sesión juntos. Yo estaba aquí en Madrid por la pandemia, y mi padre me ofreció ser ingeniero de la sesión. Tiempo después, le mandé a Pucho un par de wavs de lo que estaba haciendo, le gustó y me dejó al cargo de las mezclas de la gira. Me dijo: ‘Tú produces como un modernito, así que ven a modernizar un poco esto’. Ha sido una experiencia increíble”.
PABLOPABLO (AUTOEDITADO, 2022)
Azul zafiro / Números rojos / París / Lamento / Agua y arena / Perfume / San Lorenzo / Mandela Place / The Mask
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