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La Columna Vertebral
La justicia fiscal de Biden
Por José López Zamorano Para La Red Hispana El Oráculo de Omaha, uno de los inversionistas más exitosos de todos los tiempos y uno de los hombres más ricos de Estados Unidos,
Warren Buffet, conmovió a las conciencias del país cuando declaró que su secretaria pagaba más impuestos que él, proporcionalmente hablando. Han pasado casi 10 años de aquella célebre declaración y su contenido continúa siendo sustancialmente verdadero. Los multimillonarios en Estados Unidos no sólo se beneficiaron de los recortes de impuestos de la era Trump, sino que cuentan con una infinidad de mecanismos para reducir su tasa impositiva real. Durante los últimos años, el sector más progresista del partido Demócrata, encarnado en las figuras de Elizabeth Warren, Bernie Sanders y Ron Wyden, ha
Caricatura Editorial por Grosso Colombia en elecciones
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buscado corregir esa situación a través de un nuevo esquema fiscal que garantice una mayor carga fiscal Al 1% de los estadounidenses más adinerados. Aunque inicialmente el presidente Biden se distanció de esos planteamientos durante la campaña presidencial del 2020, esta semana develó un inédito plan fiscal para aumentar la carga impositiva del 1% de los estadounidenses más acaudalados, es decir, aquellas personas que tienen ingresos por más de 100 millones de dólares al año. Su propuesta, que está incluida en el proyecto de presupuesto del año fiscal 2003 y que aún requiere ser aprobado por el congreso, es que los multimillonarios pagarían una tasa de renta mínima de 20%, y por primera vez, se gravarían sus “ganancias no realizadas”, es decir, aquellos incrementos de sus ingresos en papel, como acciones y valores que han aumentado de precio, aún cuando no hayan sido convertidos en dinero en efectivo. A diferencia de otras propuestas demócratas, que se basaban en la idea de cobrar más impuestos a la riqueza, algunos expertos creen que la propuesta del presidente tiene más probabilidades de no ser impugnada ni en el Congreso ni en la Suprema Corte debido a que técnicamente no castiga la riqueza, sino que cobra una tasa efectiva mínima por el aumento de ingresos. La clase media por supuesto no tiene nada de qué preocuparse. Ningún estadounidense con ingresos menores a los $400,000 al año pagaría un solo dólar adicional de impuestos, de acuerdo con el plan presidencial. El concepto de una política de distribución de la riqueza es sumamente apetecible para los sectores progresistas del partido demócrata, que son tradicionalmente muy activos en política y cuyo apoyo es crucial para las próximas elecciones legislativas del mes de noviembre, donde los demócratas podrían perder el control de la cámara de representantes y del Senado, tomando en cuenta que la popularidad del presidente se encuentra en uno de los niveles más bajos de su mandato. Más allá si el plan presidencial puede ser aprobado en un año electoral, el tema de la justicia distributiva es una asignatura pendiente inaplazable en Estados Unidos. No sólo se trata de un padecimiento crónico, sino que fue agravado a raíz de la pandemia y afectó desproporcionadamente a los más vulnerables, las minorías étnicas y los pobres, que como siempre pagan los platos rotos por la incapacidad de los políticos de ponerse de acuerdo.
Colaboradores de la serie “Contribuciones y Retos de la ComuniEs decir, ahora hablan de la defensa de la democracia, dad Latinx de pero cuando se trata de un ataque a la nuestra, ya sea Kalamazoo” por la injerencia extranjera
El nuevo conflicto bélico desnuda la hipocresía republicana Por: Maribel Hastings and David Torres Colaboradores La Voz de América Sin duda, es inagotable el tema de la hipocresía republicana. Ahora resulta que los mismos republicanos que guardaban silencio cuando el entonces presidente Donald Trump se deshacía en halagos hacia el autócrata Vladimir Putin, ahora quieren hacerse los defensores de la democracia ante la invasión rusa a Ucrania. Es más, ahora atacan al presidente Joe Biden por no tomar medidas más drásticas contra Putin y Rusia. “Rusia, si estás escuchando…”, decía también el entonces candidato presidencial Trump en 2016 en tono de burla y sugerencia para que una potencia extranjera pirateara los correos electrónicos de su contrincante demócrata, Hillary Clinton. Y añadía: “Creo que serían altamente reconocidos por nuestra prensa”, en una invitación a violar un proceso democrático, convirtiendo el tema en un peligroso asunto de seguridad nacional. Sin embargo, era ensordecedor el insólito mutismo republicano al pisoteo que Trump hacía a la soberanía política estadounidense. Es más, esos mismos republicanos alentaban la idea de que esto ocurriera, actuando más como traidores que como patriotas. Ahora, el líder de la minoría republicana en la Cámara Baja y aliado de Trump, Kevin McCarthy, declaró que “Putin debe responder por sus acciones”, pero cuando el exlíder de la KGB y su gobierno metieron las narices en las elecciones de Estados Unidos para favorecer a Trump, entonces argumentaba que era una “cacería de brujas” de los demócratas en contra de Trump. El expresidente también condenó la invasión, pero como le pasa siempre que habla de Putin, no lo atacó, sino que lo catalogó de “inteligente” y de “genio”. En efecto, psicológicamente hablando un sujeto como Trump no puede evitar la admiración que siente hacia los autócratas que quisiera imitar, independientemente de su ideología, porque lo que mueve al dueño de Mar-A-Lago no solo es el poder, sino demostrar que lo tiene y que lo ejerce para sus propios fines y no para la nación. Kim-Jong-un, líder supremo de Corea del Norte, es también su otro yo. Así, esos mismos republicanos se han hecho la vista larga ante los ataques de Trump y de sus seguidores a nuestra democracia, minimizando el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 por parte de una turba enardecida y atizada por Trump, que quería impedir la certificación de los resultados de una elección democrática a favor de Biden.
MARZO 31 - ABRIL 13 /2022
de Rusia o por las acciones de unos amotinados que tildan de “fraudulenta” la elección de 2020 solamente porque su candidato perdió, entonces justifican lo injustificable. A nadie engañan más que a sí mismos, por supuesto. Pero con este doble juego al que ya se acostumbraron y en el que conviven convenientemente, siguen haciendo un daño a la democracia doméstica, a pesar de que se conduelan ahora de la infamia que acarrea el nuevo conflicto bélico del Siglo XXI, especialmente cuando la consecuencia inmediata es la ola de refugiados que buscan urgentemente dónde vivir. En el presente conflicto, por supuesto, es probable que veamos otros tipos de hipocresía. Por ejemplo, y con total justificación, se han incrementado los llamados para que Estados Unidos conceda Estatus de Protección Temporal (TPS) y Salida Forzosa Diferida (DED) a los originarios de Ucrania que viven en este país. Se calcula que unos 28,000 ucranianos podrían beneficiarse del TPS. Con una nación invadida por Rusia sin justificación alguna que no sea la sed de Putin de resucitar la Unión Soviética, queda más que claro que los ucranianos son merecedores de este alivio migratorio y, eventualmente, de peticiones de asilo. Y ojalá y se les ampare. La mayor parte de los refugiados ucranianos, casi 370,000, han buscado amparo en países vecinos, y Estados Unidos está ofreciendo asistencia técnica en Europa. No obstante, algunos de estos republicanos —nuevos “paladines” de la democracia y la justicia— no ven a través del mismo crisol si esos refugiados proceden de países del Hemisferio Occidental, particularmente de Haití, o de naciones africanas. Y es ahí donde la hipocresía volverá a florecer: esos republicanos harán todo lo posible por parecer los defensores humanitarios que el planeta necesita hoy, cuando en el reciente pasado han hecho todo lo posible por que las comunidades inmigrantes de color no solo no sean bienvenidas, sino al contrario, ponerles los suficientes obstáculos para disuadirlas de venir a Estados Unidos, a pesar de que la violencia ancestral en sus países de origen sea la amenaza más latente contra sus vidas y las de sus familias. Nadie sabe a ciencia cierta cómo culminará este innecesario conflicto bélico iniciado por las aspiraciones imperialistas de un autócrata. Pero lo cierto es que, en lo inmediato, lo más urgente es atender el desplazamiento humano que acarrea toda acción militar.
Michelle Herrera estudia Cine/Medios de Comunicación y Publicidad/Promoción en la WMU.
Juan Martín Vélez es tudia Cultural Studies, U3, en la universidad McGill, Montreal, Québec, Canadá y es residente del condado Kalamazoo.
Maggie Drew Maggie estudia periodismo en la WMU.
Juan Carlos Ibarra es un estudiante de antropología/sociología y francés en Kalamazoo College.
Francesco es un estudiante de último año de Inglés y Antropología / Sociología en el Kalamazooo College.