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ómo establecer una relación entre lo que vemos y lo que sabemos? En palabras del historiador John Berger, en Las formas de ver (Londres, Penguin, 1976), el conocimiento y la explicación nunca se adecuan completamente a la visión. La serie de retratos que reunió la exposición Estado del Arte permitió asomarse, de una forma enriquecedora pero limitante, al dinámico perfil de los hombres, las mujeres y los niños que vivieron en la Colombia del siglo XIX. Por un lado, encontramos obras firmadas, fechadas y con título, las cuales no solamente permiten identificar al artista y aproximarse al contexto de producción, sino también conocer la identidad de los retratados. Por el otro, sucede todo lo contrario, pues nos enfrentamos al anonimato de los artistas y de los personajes que observamos.

Desde la Colonia, el retrato fue uno de los géneros más utilizados debido a la necesidad de representar a personas célebres como virreyes y militares a través de iconografías importadas de Europa. Sin embargo, para el siglo XIX el género del retrato civil empezó a popularizarse, dentro de los círculos de élite, de la mano de la producción de miniaturas y la llegada del daguerrotipo. Estos cuadros, entonces, se convirtieron en una forma de mediar las expectativas sociales de la clase privilegiada, las cuales hacían hincapié en el deseo de verse representadas a sí mismas, el privilegio de poder encargar pinturas y el modo como los individuos deseaban proyectarse. En este orden de ideas, los retratos contienen unos valores culturales y psicológicos que constituyen un juego que se debate entre la apariencia y la verdad con la finalidad de materializar, de una forma concreta y placentera, el gusto de su propietario.

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Ahora bien, aunque los caminos de investigación para abordar estas obras son amplios, los textos incluidos en este cuadernillo proponen interesantes acercamientos metodológicos. Sin lugar a duda, es preciso detenerse por un momento y mencionar cómo, a diferencia de los retratos masculinos de la exposición, los cuales sí tenían una identidad otorgada por un nombre, la figura de las mujeres se presentó, en su mayoría, desde el anonimato porque, por ejemplo, el nombre del esposo o padre otorgaba una identificación a las mujeres y al momento de separar las piezas la identidad se perdía. Este tipo de situaciones obligó a aproximarse a las obras de una forma distinta, bien mediante la exploración de la indumentaria de los personajes retratados, lo cual constituyó un puente para llegar a conocer a los individuos, o a través del estudio de genealogías familiares.

Si bien en ciertos casos resultó imposible obtener un nombre, el estilo de las prendas, las joyas y los objetos que los hombres y las mujeres portaban realzaban la individualidad de cada uno de ellos. Sumado a lo anterior, la misma materialidad, composición y forma de las pinturas posibilitó evidenciar una relación de parentesco en donde se podían leer tímidamente nexos familiares entre los retratados. Así mismo, el rastreo de documentos de archivo y el trabajo con fuentes referentes a la genealogía de los retratados permitió corregir las identidades de los mismos. Finalmente, y sin dejarlo de lado, la comparación de los retratos con otras muestras de producción artística y géneros pictóricos de la época facilitó avistar las posibles influencias de los artistas y el peso de las circunstancias sociales, políticas y económicas que repercutieron a la hora de producir las pinturas.

Los resultados que aquí se presentan son producto de una inspección curiosa y crítica de las obras. Estas, cada una como una unidad capaz de dar a conocer planteamientos propios y autóctonos, conforman una red de conexiones y narrativas que giran alrededor de la retratística civil colombiana y su configuración como un campo de investigación que apenas está siendo explorado. Si bien la función de estas obras y el porqué de su existencia son preguntas bastante amplias, las miradas que las pinturas posan sobre nosotros nos piden tocar en las puertas del pasado para poder dialogar con el presente y complementar nuestro conocimiento con los hechos de una pequeña fracción de la historia artística del territorio nacional.

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