Revista Guadalupe número 830

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San Pedro de Alcántara, Patrón principal de Extremadura (1962-2012). III Fray José García Santos, OFM Convento de la Purísima Concepción de El Palancar

Perfil humano de san Pedro de Alcántara Es un tópico muy socorrido presentarle como prototipo de penitente. Lo fue, sí; pero ese traje le viene extremadamente corto si queremos llegar al verdadero hontanar de su vida, que pasa necesariamente por el hallazgo gozoso de su naturaleza humana. Hay un principio en teología según el cual la Gracia no destruye a la naturaleza sino que la perfecciona. Desde que Dios tomó la decisión de hacerse hombre y nos brindó la posibilidad de ser como dioses, no hay más alto grado de perfección humana que la de Cristo y sus discípulos, de la que los santos son los mejores exponentes. Partiendo de este principio, voy a tratar de ver cómo era (al menos parcialmente) el alcantarino por fuera y por dentro. Comencemos por el testimonio de Miguel Vázquez, que declara en 1616 en el Proceso de Arenas: «Era hombre corpulento y de buena estatura, buen rostro, color bajo, cabeza grande y muy calva, y unas arrugas grandes en la frente». Fray Juan de san Bernardo matiza así: «El color, tostado del fuego del verano [iba siempre con la cabeza descubierta] y de la nieve y hielo del invierno. La barba, bien compuesta; los ojos, graves, cerrados o mirando al suelo; frente, sin ceño, con tres grandes arrugas». Ni que decir tiene que con la extremada penitencia toda esa hermosa arquitectura corporal se convirtió en un armazón de huesos, que llevó a santa Teresa a definirlo como hecho de raíces. Su salud debía ser estupenda, tanto como para permitirse comer cada tres días un poco de pan y agua, dormir hora y media y hacer de él un caminante empedernido. Voy a insistir en este punto. Aunque los frailes podían utilizar cabalgaduras pobres para desplazarse, es constante la afirmación de que el alcantarino hacía todos sus viajes a pie y descalzo. No resulta fácil medir en kilómetros todos sus recorridos; pero podemos hacernos una idea con los siguientes datos. Los límites de la Provincia de san Gabriel, a la que él pertenecía, estaban comprendidos en líneas generales entre Torrecilla de los Ángeles, por el norte; Zafra, por el sur; Belvís de Monroy, por el este;

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CÁCERES. San Pedro de Alcántara, bronce de E. Pérez Comendador (1954)


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