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Marcela Römer
Museo Castagnino
un link que conecta el pasado con el presente
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El museo más importante de Rosario y de la Región Centro es el de Bellas Artes Juan B. Castagnino, institución que a lo largo de sus 80 años de existencia logró reunir un importantísimo conjunto de pinturas, esculturas y grabados de arte argentino y europeo. En 2004 sumó arte contemporáneo, a través del Macro, convirtiéndose en una institución destacada dentro de la escena nacional y en el que se intenta “un diálogo permanente entre lo histórico y lo contemporáneo”, según define la directora del Museo Castagnino, Marcela Römer. Profesora, licenciada en Bellas Artes en la especialidad Teoría y Crítica, estudió en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Tiene una maestría en Arte Latinoamericano de la Universidad de Cuyo y una amplia formación de posgrado en curaduría y teoría del arte. Römer es además curadora, crítica y también ejerció como art dealer, asesorando a galerías de Miami en numerosas ferias internacionales de arte y trabajó con varias entidades municipales de de Rosario. Esta mujer, menuda y simpática, obtuvo 99 puntos en el concurso para llegar a ser directora del museo emplazado en Oroño y Pellegrini.
Usted es la primera mujer al frente del Museo Castagnino. ¿Cómo lo experimenta? Asusta un poco. El porcentaje de mujeres al frente de los museos es menor pero hay algunas. De todas maneras el mundo es medio machista, y hoy podemos decir que está más repartido. De hecho, yo integro el Ciman, que es un ente internacional de directores y curadores, pero como directores hay más los hombres. Hay directoras en Salta, San Juan, Buenos Aires; somos todos medio iguales.
¿Alguna vez le sirvió esa situación para sacar provecho o fue un escollo? La verdad es que a mí el hecho de ser mujer no me ha producido ningún escollo, siempre circulé bien por los ámbitos y no noto diferencia.
El Macro tiene ya una década y usted es directora de buena parte de su primera etapa... Sí, lo fundó Fernando Farina y yo llevo cinco años al frente, es decir la mitad. La experiencia contemporánea desde el Estado es muy interesante y a la vez es un poco difícil para el público, porque el arte contemporáneo es un poco críptico. Tenemos que trabajar mucho para lograr el acercamiento del público masivo al arte contemporáneo. No estoy hablando de la gente que sabe del tema, sino de aquella gente que paga su entrada y quiere saber qué es esto del arte contemporáneo. Rosario tiene un proyecto que incentiva mucho a la gente joven, lo nuevo. Y eso a veces es muy raro, digamos que no es como una pintura de Serón, que en el momento en que se hizo era de vanguardia. Y a eso hay que sostenerlo porque los rosarinos somos muy duros en eso, hay que ir incentivando no sólo en las artes plásticas, sino todo lo que es nuevo y “raro”. Hay que promoverlo y ver qué pasa.
¿Existe un diálogo entre lo histórico y lo moderno de los dos museos? Eso es otra cosa que nos caracteriza a los rosarinos, no nos da miedo hacer un ping pong entre lo histórico y lo contemporáneo. Y a lo mejor, poder exhibir una obra con los Fader y al lado una obra contemporánea que tiene una diferencia a lo mejor de cien años, pero que dialoga estéticamente. Es una manera de comprender el presente, o sea comprender qué es lo que pasa en la contemporaneidad. Cuando uno sabe de la historia, porque uno no debe olvidarla y hay que revisionarla, entonces puede hacer el link, en donde uno conecta el pasado con el presente y entiende más. Nosotros apostamos a ese proyecto, que es un proyecto conceptual que tiene que ver con el arte y dialogamos muy bien. Entonces vamos cambiando, llevamos obra contemporánea al Castagnino y llevamos obra histórica al Macro, traemos obras contemporáneas o históricas de otras provincias o del mundo. ¿Los museos Castagnino y Macro seguirán juntos? Esa es una fantasía, yo no lo sé. En realidad nacieron juntos. El Macro es la parte contemporánea del Castagnino, quizás en algún momento se decida que se separen por alguna cuestión de logística o de necesidad. A lo mejor se separan, pero no lo sé.
Los depósitos de los dos espacios tienen mucha obra, y no han crecido en cuanto a sus ambientes. Sí, ese es un problema que tenemos porque cuando se creó el Macro hubo un impacto tan grande que la colección se amplió en ocho años en un 50 o 60 por ciento, pero no así el espacio; por eso dejamos de recibir obras contemporáneas –pero por supuesto que si quieren donarnos algo de mucho nivel lo aceptamos–. Hablo de obra de gente más joven para lo que no tenemos espacio real. Sí contamos con equipos de conservación y restauradores, pero tenemos la capacidad real de conservación de la obra hasta que algún curador u otro museo la pida, y eso es por falta de espacio. Se llaman depósitos o reservas, que es el nombre técnico que se le da al lugar donde la obra tiene que estar separada de otras, aireada, con humedad controlada ya sea para pintura o fotografía, pero estamos hablando de un espacio real. Nosotros tenemos varios depósitos en los dos museos, pero ya estamos muy apretados.
¿Existe alguna posibilidad de ampliación de esas bodegas? Lo que falta me parece que es dinero. La ampliación edilicia es muy cara pero hay ganas tanto de nosotros como de la Fundación Castagnino, que es la parte de los privados que nos apoya. Si surgiese un proyecto tiene que ser con un concurso nacional que requiere pasos técnicos que van a llevar años. A mí me encantaría verlo, nosotros peleamos mucho para que eso suceda.
El Macro fue construido en un antiguo silo, un edificio impactante, con un mirador privilegiado, pero muy acotado en espacio… Son salas pequeñas, salvo una que es más grande. La verdad es que la colección necesitaría tener el triple de espacio, lo que nos permitiría mostrar todas las obras de una colección compuesta por 4.500 piezas de video, pintura, dibujo, instalaciones. Está claro que ningún museo exhibe todo lo que tiene, eso es una utopía.
¿Existe obra de artistas rosarinos nunca mostrada? Sí. Ahora hace tres años que estamos moviendo mucho de patrimonio histórico, formado por obras que el museo tenía desde hace 70 años y que nunca se mostraron, que resultan pequeñas joyitas que aparecen, como cuando hicimos la muestra de grabado, que había 20 que nunca se habían exhibido, entre ellos algunos de Emilio Pettoruti, por ejemplo. La colección rosarina es de mucha calidad y hay mucha obra.




Antonio Berni
Composición, 1937 Óleo sobre arpillera, 116 x 87cm Firmado en el ángulo inferior derecho. Ingresó en 1938. Colección Museo Castagnino+macro, Rosario.
Lia Martha Baumann
Título “Paisaje I” Óleo sobre cartón, 61 x 91 cm Ingresó en 1980. Premio adquisición XIV salón de artistas plásticos rosarinos.

Este años vimos la colaboración de una empresa privada en el Galpón de la Música, con el proyecto Espacio 75. ¿Facilitaría una ley de mecenazgo o de desarrollo cultural? ¡Cuánto facilitaría! Una ley de mecenazgo significa que cuando una empresa aporta a un bien cultural obtiene un beneficio, que es la desgravación impositiva, entonces la empresa tiene mayor voluntad de apoyar. Nosotros vivimos en una provincia muy rica y el dinero se nos va un poco del horizonte. Sería genial una ley de mecenazgo, hay que hacer foros para discutir este tema. Está la pelea del dinero con Hacienda que no quiere destinar tanto dinero a cultura para destinarlos a rutas, hospitales y otras necesidades, que al entenderse que son prioridades, los museos quedan atrás.
¿Cómo está ubicado el museo en cuánto a su patrimonio? Es uno de los mejores del país. Los que lo fundaron, los que lo idearon, los que lo pensaron, eran personas muy inteligentes que lograron que familias donaran obras de un nivel altísimo. Entonces, aunque tenemos un edificio pequeñito, somos poseedores de una gran colección, sobre todo al lado de provincias que lograron construir megamuseos. Tenemos una colección muy buena. Somos muy fuertes. La serie de “La vida de un día”, de Fernando Fader; obras de Eduardo Serón; Polesello, de quien se hizo una gran muestra en el Malba de Buenos Aires; Guillermo Kuitca; la colección más importante de piezas que León Ferrari donara a un museo público (son 300 piezas de él). Y tenemos todos los rosarinos históricos.
¿Quiénes son los artistas más relevantes del museo? Berni y Lucio Fontana. Este año se pudo ver una muestra de Berni en el Malba que es nuestra. Y en el Museo de Houston, en Estados Unidos, estuvieron los Juanito Laguna que son de nuestra colección. Por su parte, Lucio Fontana es conocido internacionalmente, es muy fuerte, aunque la mayoría de su carrera la hizo en Italia. Tenemos menos obra de Fontana en el museo pero se aceptan donaciones.
¿Existen obras de Fontana en la ciudad como para ser donadas? Sí existen. Hay esculturas que son previas a lo que la gente conoce más, que son los taglios, o sea la obra de los tajos que es más contemporánea. Además tiene obra en los museos de París y en la Fundación Fontana, que está en Italia y nuclea casi todo.
¿Y dentro del arte contemporáneo? En el ámbito contemporáneo tenemos una persona muy importante que es Adrián Villar Rojas, un chico muy joven, de unos treinta años, con una carrera internacional impresionante, que hace tres años ganó un premio muy importante en la Bienal de Venecia. Fue enviado por Argentina y desde allí fue a la Bienal de Taipey en Hong Kong, en el MoMA en Nueva York y se mueve con un grupo de colaboradores que son rosarinos: sus compañeros de la universidad son sus ayudantes para llevar las instalaciones por el mundo.
¿Puede citar algunos museos que le interesen dentro y fuera del país? El Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires; El Carafa de Córdoba o el de Neuquén. En Latinoamérica me gusta el Mali en Perú (tiene una colección increíble), el de Arte Contemporáneo de Río de Janeiro y en Venezuela está la Galería Nacional que posee una colección de los años 60 muy fuerte en arte con obras de Jesús Soto y Cruz Diez. El Museo Nacional de Chile también es para destacar. Y de Europa impactan las colecciones fuertes de museos como Louvre de París, El Prado de Madrid y gran cantidad de colecciones históricas o contemporáneas como el Pompidou o el Museo de Arte Contemporáneo de Italia.

Juan Grela
Dytenk Niayme, 1980 Óleo sobretela, 50 x 32 cm Ingresó al Museo en 1980 Colección Museo Castagnino+macro, Rosario
Eduardo Serón
De la serie de las Señoras Formas Nº 10, 1970 Óleo sobre tela, 200 x 200 cm Ingresó en 1980 Colección Museo Castagnino+macro, Rosario
Nuestra ciudad vivió una época de intercambio entre nuestros artistas plásticos y la arquitectura. Existen edificios que tienen en los ingresos alguna obra de Mele Bruniard. ¿Existe aún el diálogo entre arquitectos y artistas? Bueno, esos casos fueron históricos de un momento en que se les pidió a los artistas plásticos que trabajaran con la arquitectura. Hoy hay algunos privados convocando a artistas, pero debería haber más lugares privados invitando a artistas porque se está construyendo mucho. Sin dudas quienes hacen construcción podrían sugerir poner obra histórica o contemporánea en los nuevos proyectos. Las empresas constructoras dicen que al no ser lo suyo, es algo que queda en manos de los arquitectos o de los decoradores de interiores. Sin embargo se puede sugerir que se tenga en cuenta porque tenemos casos muy buenos acá y en el país.
Las diferentes disciplinas artísticas se manifiestan en la ciudad: video, instalación, arte urbano. ¿Como percibe el arte que se realiza en Rosario? Está movido, con una crisis bastante fuerte de mercado, pero que es internacional. El mercado está un poco deprimido y siempre influye en la producción artística. Lamentablemente importa el dinero en el arte, si se vende o no obra, porque el artista tiene familia, debe posicionarse en distintos lugares, como ferias o bienales de arte. Argentina mueve mucho. Hay una feria importante que es ArteBA, que se hace en mayo y posiciona la producción. Nosotros no tenemos bienal. Además existen varias galerías, sobre todo en Buenos Aires. Si bien nosotros tuvimos galerías fuertes en los 60 o 70, ya con la dictadura dejaron de existir y hoy Rosario está muy deprimida en ese sentido, sólo hay dos... Podemos decir que es un fenómeno raro el nuestro, porque tenemos una producción artística impresionante para un mercado que no es fuerte en nuestra zona. ¿Existe una explicación para esta situación? Quizás sea la cercanía con Buenos Aires, que hace que muchos artistas trabajen con galerías de allá mientras viven acá. Es diferente a lo que sucede en Córdoba, Salta o Mendoza. Hoy Argentina esta moviendo mucho, con mayor incentivo del Estado nacional, porque en nuestro ámbito el Estado municipal y provincial siempre ayudó. Y eso hace que se generen cosas.
¿Puede definir un perfil del público que acude al museo? Es un público curioso, que pregunta y quiere saber y conocer la colección. Y está claro que más se aprende cuando más se ve, por eso es importante tener una oferta variada en la colección histórica de pintura tradicional y una contemporánea. Lo mismo sucede con los chicos que vienen con la escuela y después traen a sus padres, por lo que vamos a organizar visitas guiadas para grupos familiares. Esa es una ardua tarea, transmitir el legado del arte a los chicos.
¿Cuál sería su mejor cierre de gestión al frente del museo más importante del interior del país? Quiero ampliar el museo Castagnino, necesitamos otro piso para exhibir permanentemente los Berni. Necesitamos cinco salas más, que nos permita poder mover la cantidad de obra y la gran demanda de gente que quiere exponer y que debemos rechazar por falta de espacio. g