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Andrea Gamarnik

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Horace Wells

Horace Wells

“La esperanza me acompaña siempre para buscar respuestas”

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Andrea Gamarnik, la científca líder en tests para COVID-19 en América Latina. Con su equipo de investigación en la Fundación Instituto Leloir, la científca desarrolló el test “COVIDAR IgG”, utilizado para evaluar la evolución de la pandemia.

Cuando en marzo de 2020 se empezaron a detectar los primeros casos de COVID-19 en la Argentina, la científca Andrea Gamarnik fue convocada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación para colaborar con soluciones concretas para la pandemia. Como una bombera que apaga un incendio, Gamarnik se arremangó y se puso a pensar qué podía aportar. Apuntó a resolver el problema de los tests para seguir la evolución del coronavirus: la importación era cara y había que desarrollarlos para tenerlos en grandes cantidades. En tan solo 45 días, Gamarnik trabajó con su equipo de ocho científcos y becarios y aportó una respuesta. Presentó en sociedad el test “COVIDAR IgG”, que fue aprobado por ANMAT y que detecta los anticuerpos que el sistema inmune produce específcamente para el nuevo coronavirus. Si el resultado es positivo signifca que la persona testeada cursó la infección o que lo está haciendo.

“La esperanza siempre está. Siento que el trabajo sostenido y riguroso siempre da sus frutos. En este trabajo que iniciamos por la pandemia, también la esperanza nos ayudó a continuar adelante. También tuvimos el original acompañamiento de músicos”, cuenta Gamarnik, que nació en 1964 y se crió en Lanús, al sur del Conurbano bonaerense. Desde los 4 a los 18 años, solía ir al Centro Cultural Israelita Peretz de Lanús Este, donde jugaba como federada al ping pong, al handball y al fútbol, que siente aún hoy como su pasión. El espacio cultural le imprimió un modo de vivir: el compromiso por el otro. “Me marcó profundamente”, reconoce. Por eso, mientras trabajaba con su equipo en el desarrollo del test, también se daba tiempo para refexionar sobre el seguir adelante como un aporte desinteresado a la sociedad. En Europa o en los Estados Unidos, los tests salen mil dólares cada uno. Con su metodología y con apoyo del Conicet y del Mercosur, lograron que se envíen tests gratuitos para que se usen tanto en hospitales públicos como privados. “Mi entrega es total. Como investigadores, creo que podemos aportar mucho en esta emergencia global”, cuenta. Ella y su equipo demostraron una capacidad de adaptación total al pasar de investigar en virus del dengue y zika al nuevo coronavirus. Gamarnik es graduada en Bioquímica con medalla de oro en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, donde estudió tras un gran esfuerzo de su familia y de una beca del Colegio de Farmacéuticos de Lanús. Después de ocho años de vivir y trabajar como científca en los Estados Unidos, Gamarnik decidió regresar a la Argentina en 2001. No era

La esperanza siempre está. Siento que el trabajo sostenido y riguroso siempre da sus frutos. En este trabajo que iniciamos por la pandemia también la esperanza nos ayudó a continuar adelante.

un buen momento para el país, pero sentía que era su deber. En el contexto de esa crisis, Gamarnik apostó a la buena ciencia y a construir. Había realizado un postdoctorado en virología en la Universidad de California en San Francisco, donde estudió los mecanismos moleculares del virus de la poliomielitis, y trabajó en la empresa biotecnológica ViroLogic.

Como investigadora del Conicet en 2001 creó el primer laboratorio de virología molecular en la Fundación Instituto Leloir. Fue reconocida como “investigadora internacional" por el Instituto Médico Howard Hughes durante seis años, e hizo descubrimientos claves sobre el virus que causa el dengue. En 2016, Gamarnik recibió en Francia el premio internacional L´Oreal/Unesco “Por las Mujeres en la Ciencia" como la científca más destacada de América Latina. Desde que empezó a trabajar en la Fundación Instituto Leloir, Gamarnik se dedicó a comprender los procesos complejos que posibilitan que los virus se repliquen y afecten a la salud humana. De esta manera, colaboró en la construcción del conocimiento científco que puede usarse en el desarrollo de vacunas, tests y tratamientos. Hasta marzo pasado, los virus del dengue y el del zika habían cautivado principalmente su atención.

“En marzo, tuvimos que cambiar el chip. Del dengue y el zika, pasamos a concentrarnos en el nuevo coronavirus, que se trata de un virus muy diferente a los que estudiábamos”, comparó. “También cambiamos nuestra modalidad de trabajo: pasamos

El COVIDAR IgG ya despertó interés en autoridades sanitarias de Brasil, México y Paraguay, que solicitaron a la República Argentina el envío de los mismos de manera solidaria.

de hacer experimentos, papers, seminarios, entre otras tareas, al desarrollo de un test serológico y a su producción en gran escala. A veces siento que ahora estamos en una fábrica de producción”. Se levanta a las 6 de la mañana para ir temprano al laboratorio, que está en el barrio porteño de Caballito, y se acuesta a la 1 de la madrugada. A la noche se pone a leer los últimos reportes científcos que han sido publicados en el mundo para estar al tanto de lo que hacen otros investigadores. “Quedamos tan atrapados por la emergencia global causada por el coronavirus que me llegó la aceptación de un trabajo sobre zika en una revista de gran impacto, y pasó casi desapercibido. En otro momento, lo hubiésemos festejado”, comenta. A fnes de marzo, Gamarnik estaba trabajando cuando una amiga, la música Clara Cantore de Córdoba, le mandó un mensaje diciendo que quería colaborar, pero no sabía cómo hacerlo. Más tarde, su amiga Clara le envió una canción grabada en el celular, la científca se puso a escucharla en el laboratorio con su equipo. Todos se sintieron acompañados con el sonido. Semanas después, la cantante argentina Sandra Mihanovich y la colombiana Marta Gómez también le dedicaron la canción “Razón de vivir” por videos en redes sociales para darle esperanza al equipo científco. Para decirle que la meta estaba más cerca. “La música fue una inyección de mimos para todo el equipo en ese momento”, recuerda Gamarnik.

“…pasamos de hacer experimentos, papers, seminarios, entre otras tareas, al desarrollo de un test serológico y a su producción en gran escala. A veces siento que ahora estamos en una fábrica de producción”.

A partir de la buena recepción, Cantore y otros músicos crearon un espacio virtual que llamaron Música por la Ciencia (https://musicaporlaciencia.com/) donde van subiendo canciones. En cada video, Gamarnik aparece y dedica la canción a otros grupos de investigadores de la Argentina que también han trabajado en la respuesta a la pandemia, como la viróloga Mariana Viegas, que dirige el equipo que identifcó la secuencia genética de 26 cepas del coronavirus que circula en Argentina, y al equipo de Federico Remes, Horacio Salomón y Jorge Geffner, del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida (INBIRS) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. “Lo interesante es la conexión que se dio entre músicos y científcos. Nos ayuda a sentir que nos están alentando, une a la gente, y visibiliza el trabajo científco”. A la iniciativa se le sumaron músicos como Daniel “Pipi” Piazzolla, la banda de rock alternativo Eruca Sativa, Los Pericos, y Nahuel Pennisi. Con respecto al futuro, Gamarnik es optimista a pesar del avance lamentable que tuvo el coronavirus. “Espero que los tests que desarrollamos puedan ser utilizados para desacelerar la pandemia. También debemos considerar que el coronavirus se va a quedar entre nosotros por un largo tiempo. Es posible que haya pronto una vacuna. Sin embargo igual tendremos que aprender a cuidarnos más, con el distanciamiento físico, el lavado de manos, el uso de barbijos que cubran nariz, boca y mentón, entre otras medidas. Ahora se sabe que el fujo de aire permitiría la transmisión del virus a pesar de mantener distanciamiento físico. Esto nos hace pensar en que los lugares cerrados son un problema y que hay que usar tapaboca lo más que se pueda”, resalta. “Si bien es posible que se logre un acceso universal, no siempre todo el mundo está acostumbrado a vacunarse, como ocurre con la gripe. Hay grupos de personas que tienen más riesgo de sufrir complicaciones por la gripe y tienen que vacunarse cada año. Pero no siempre lo hacen. Por lo cual, podría suceder una situación parecida con la vacuna del coronavirus, que –anticipa– no desaparecerá de un día para el otro”. g

Jennifer A. Doudna y Emmanuelle Charpentier ganadoras del Novel de Química 2020 junto a Andrea Gamarnik. Foto tomada en 2016 cuando compartieron el evento de L’Oreal en Paris por las Mujeres en la Ciencia

La esperanza en la ciencia no es un acto de fe, sino un “acto en acción”. Los científicos no se sientan a esperar que algo suceda, ellos trabajan día a día, colaborativamente, para lograr que suceda. Ellos son un claro ejemplo de que la esperanza se construye.

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