Editorial Octubre está dedicado al rezo del Rosario y también es el mes misionero. Sin duda es una buena oportunidad para renovar nuestra identidad cristiana más profunda: somos misioneros. Como todos sabemos, la Iglesia nació siendo misionera: desde el día de Pentecostés, Pedro, los apóstoles y demás discípulos comenzaron el anuncio gozoso del Evangelio de un Dios que se hizo hombre para salvarnos, para llevarnos a la plenitud. Dos mil años después, el anuncio del Evangelio continúa siendo una tarea necesaria. En medio de esta pandemia que azota a la humanidad, debe ser fuente de esperanza para cuantos sufren, para cuantos no conocen a Jesús. El Espíritu Santo, protagonista de la Misión, nos libera del miedo que nos paraliza y nos vuelve evangelizadores creíbles que muestran compasión y misericordia, evangelizadores valientes que siguen anunciando a Jesucristo Camino, Verdad y Vida en medio de la cultura de muerte. Santa María de Guadalupe nos acompaña, pues ella es Estrella de la Evangelización y con su ejemplo nos sostiene en la Misión. Agradecemos en este mes la presencia misionera de tantos padrinos y madrinas que colaboran con su oración y contribución económica, a continuar la Misión de Dios Uno y Trino. ¡Felicidades a toda la Iglesia en este mes misionero!