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De dos en dos, continuamos la Misión

P. Luis Alonso Yepes Cruz, mg

“Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos” (Mc 6, 7)

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La Misión de Jesús se centraba en hacer presente la misericordia divina, que viene a salvar, rescatar, recuperar la dignidad de los hijos e hijas de Dios. Esta Misión inicia en el momento de la encarnación; se extiende por su vida y ministerio; tiene su culmen en la Pasión y Resurrección, y no concluye con la Ascensión, sino que, por el envío del Espíritu Santo, continúa hasta el día de hoy en cada uno de los discípulos misioneros. Sabemos muy bien que esta Misión de Jesús no se realiza de manera individual, sino en comunidad; el mismo Señor quiso reunir una comunidad para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar (Mc 3,13). La Iglesia es la depositaria de este gran regalo; a ella, el Señor le ha entregado el tesoro del Evangelio. Nuestra Iglesia de México ha respondido a la Misión de Jesús fundando el Seminario de Misiones, que desde hace 72 años busca comprometerse para formar, enviar y sostener misioneros en diferentes lugares del mundo en donde no se conoce el Evangelio. Desde su fundación, el Seminario de Misiones ha sido esa expresión de la vitalidad de la Iglesia de México, que, por medio de la oración y la contribución de tantos Padrinos y Madrinas, y la entrega generosa de sacerdotes y laicos,

es hoy una esperanza de luz en medio de la humanidad.

Por medio de la revista Almas todos los bienhechores del Instituto toman conocimiento de lo que su oración y su cooperación económica hacen posible en los lugares de evangelización. Sin embargo, pocas veces perciben que la tarea que ejerce el sacerdote o el laico empieza con ellos. Sí, en realidad la Misión inicia cuando nuestros Padrinos y Madrinas rezan por nosotros, cuando entregan su donativo (a veces en medio de muchos esfuerzos). Es ahí que comienza la labor evangelizadora, porque sin esa oración, sin ese donativo, ni el sacerdote ni el laico podrían mantenerse fieles en su labor.

Es indispensable que usted, Padrino o Madrina, comprenda la importancia de esto: ¡la Misión que realizamos los Misioneros de Guadalupe empieza con ustedes! ¡Ustedes son parte fundamental de ella!

Desde mi experiencia misionera en Angola puedo decir con toda confianza que el Señor siempre nos sostiene, y lo hace gracias a su apoyo espiritual y su participación económica. Tengan presente esto cada vez que el promotor les visite y recuerden que el mejor servicio que podemos hacerle a la humanidad es anunciarle a Jesucristo y ustedes lo hacen posible. Cuesta trabajo imaginar cómo podríamos efectuar nuestro trabajo sin ustedes, porque no tendríamos modo de enviar ni sostener a todos los sacerdotes y laicos que se encuentran en la línea de frente de la evangelización en lugares en donde no sólo hay necesidad del Evangelio, sino donde se requiere de nuestra colaboración en diferentes proyectos sociales.

Como siempre, Misioneros de Guadalupe agradece por la gran bendición de contar con sus oraciones, ese apoyo espiritual que nos anima y fortalece en medio de la Misión. Agradecemos, también, cada uno de sus donativos porque todo eso nos ha ayudado a hacer realidad el mandato del Señor: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio”.

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