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El lenguaje inclusivo ¿se contradice?

El lenguaje es definido como la “facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado o de otros sistemas de signos.” Y la lengua se define como un “sistema de comunicación verbal propio de una comunidad humana y que cuenta generalmente con escritura.” 1

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Por: Adriana Monzón Tinoco

Lic. en Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Diplomada en Desarrollo Humano y Orientación Familiar por la Universidad Iberoamericana, Enlace-Excelduc, FAMPE. Docente por vocación y convicción desde 1989 a la fecha, en el ámbito público y privado. Consejera en la Comisión Mexicana de Derechos Humanos A.C., de 2019 a la fecha.

El lenguaje, la lengua, han sido empleados desde tiempos inmemorables para comunicar, transmitir ideas, pensamientos, emociones, sentimientos, arte, cultura, leyes, y una lista infinita de todo aquello que nos identifica como pertenecientes a la especie humana, en resumidas cuentas, todo aquello que nos convierte en persona.

Parafraseando a Antonio Alatorre, la lengua es un ente vivo, está viva 2 . Y al ser un organismo con vida propia, cuyo corazón son las sociedades y comunidades humanas, evoluciona, cambia, se modifica, se transforma. A la par de las sociedades humanas, existe la realidad. Y las realidades también cambian, se modifican, se transforman. Algunas veces de manera natural, mediante fenómenos o catástrofes naturales y otras a través de acciones directas de las sociedades, ya sea a través de guerras, invasiones, luchas políticas, ideologías, creencias, etc. Al cambiar la realidad, cambia la sociedad y cambian la lengua y el lenguaje.

Sin embargo, todas las lenguas, conformadas por sistemas fonéticos, sintácticos, morfológicos, semánticos y pragmáticos tienen como materia prima de creación a la palabra, el “logos”, ese que atrapa la esencia de las cosas, de las personas y hace que permanezcan y no desaparezcan, la verdad de la realidad. 3 Y en entonces donde se cuestiona al lenguaje inclusivo.

Es como si se dijera: “El individuo llamado español es un idioma represor, machista y patriarcal, ¡ea!, acabemos con él de una vez por todas”. O como si se afirmada: “el latín es un macho opresor, borrémoslo del mapa”, o “¡muerte al idioma español!” Suena algo extremista, pero es que en ocasiones esos son los argumentos del lenguaje inclusivo. Un idioma juzgado como persona y como sistema opresor… y con ignorancia.

El lenguaje y la lengua buscan comunicar, generar entendimiento, diálogo, empatía. Buscan la unidad entre los hablantes de una lengua, aún con las variaciones propias de ésta. También dan un sentido de identidad y pertenencia al hablante, le dan a conocer de dónde viene, a qué comunidad o país pertenece, su cultura, su historia, su esencia, la verdad de su realidad. En ese sentido el lenguaje inclusivo se contradice.

Para Álex Grijelmo es importante que se conozca perfectamente cómo funciona el idioma español, el sistema lingüístico del español, y una vez entendido no caer en juicios simplistas como: “el genérico masculino es fruto del patriarcado” o “lo que no se nombra no existe” 4 .

En la historia del español, lengua de flexión analítica que pertenece a la familia lingüística indoeuropea, “(…) existía un género para los seres animados y otro para los inanimados. Del primero de ellos nació el femenino, y al suceder eso, el antiguo genérico se desdobló en masculino para determinados casos. Es decir, fue la aparición del femenino lo que provocó que existiera el masculino. El problema es que al antiguo genérico lo hemos llamado “genérico masculino”. Si se llamara solamente “genérico” habríamos reducido mucho el problema. Es un genérico que, por oposición con el femenino, opera a veces como masculino. Esa es la historia, muy resumida. Pasa eso mismo en otros ámbitos de la lengua. Por ejemplo, el día abarca tanto el día como la noche. Una palabra puede servir para nombrar un todo y también una de sus partes” 5 .

De entrada, dice que todo lo dicho anteriormente es falso, que el lenguaje y la lengua que usamos discriminan, excluyen. O sea, niega la realidad del lenguaje y las lenguas. Después basa parte de sus argumentos en atacar, acusar, y criticar a los sistemas lingüísticos, los personifica, los manda a juicio y los condena. Esto además de ilógico es absurdo.

Con esto lo que se ve con claridad es que en muchas ocasiones el lenguaje inclusivo desconoce la historia y funcionamiento de las lenguas y busca hacer cambios en ellas sin considerar, su estructura, la gran herencia histórica, cultural y lingüística de las mismas. En este caso, se habla del idioma español, uno de los idiomas más bellos y más hablados en el mundo por el número de hablantes que posee y que no está conformado exclusivamente por el latín, sino que es el resultado de la suma de elementos hebreos, árabes, fenicios, vascuences, íberos, celtíberos, griegos, de lenguas indoamericanas (caribe, quéchua, maya, náhuatl, etc.), y lenguas modernas como el inglés, francés, italiano, alemán, más todos los añadidos en la actualidad.

No se puede acabar con toda la historia y evolución de una lengua a capricho, a deseo o por arte de magia, ¿o sí? Lo que se propone es que a las lenguas se les trate y se les use como lo que son, herramientas comunicativas que unen e incluyen a sus hablantes, en cada rincón de nuestro planeta. Que se tenga el derecho a hablar y escribir con base en la realidad lingüística de cada lengua existente y viva. Que el lenguaje y la lengua, que nos humanizan y nos convierten en personas, sigan cumpliendo esa función.

Y la conclusión final es que se necesitan más acciones y menos palabras. ¡Sí y más sí! Más acciones incluyentes, solidarias, respetuosas basadas en la realidad de las sociedades. Más bien común, donde se respete a la persona y sus derechos humanos, donde existan el bienestar social y la paz. Más inclusión para los más débiles y sin voz. Más acciones para crear una nueva humanidad justa, basada en el amor, que todo lo transforma. Más acciones donde mujeres y hombres reconozcan la importancia dignidad e igualdad en derechos y ante la ley de unas y otros. Más acciones donde los gobiernos vivan el estado de derecho.

Menos palabras, lenguajes y discursos que dividen y enfrentan a la humanidad. ¡Res, non verba!

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