Fake news

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¿Porquéunanoticiafalsasepropagamás

rápidoqueunaverdadera?

Un estudio realizado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) reveló que las noticias falsas se propagan seis veces más rápido que las verdaderas en redes sociales, este dato, tan impactante como preocupante, pone sobre la mesa la fragilidad de la información en el entorno digital. En cuestión de segundos, una publicación falsa puede alcanzar a miles de personas y modificar sus opiniones, decisiones e incluso sus emociones.

Este fenómeno, que cada día crece más, es el punto de partida de la investigación realizada por Diana Córdoba Cano, titulada “La desinformación en línea y su influencia en la opinión pública”, presentada ante la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD). Su trabajo no solo explica cómo funciona la desinformación, sino que también analiza sus consecuencias y propone rutas de acción para mitigarla.

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La autora sostiene que la desinformación digital ya no puede ser vista como un error casual o un descuido del usuario, es un fenómeno estructurado, persistente y muchas veces intencional. En palabras de Córdoba Cano, “la rápida difusión de contenido engañoso en redes sociales genera efectos significativos en la percepción y toma de decisiones de la sociedad, contribuyendo a la polarización y desconfianza en los medios de comunicación tradicionales” (p. 3).

La desinformación se propaga fácilmente porque apela directamente a las emociones humanas: el miedo, la indignación, la esperanza o la rabia, este contenido suele presentar narrativas simples, con lenguaje accesible y sin necesidad de comprobación. Y cuando el mensaje se alinea con nuestras creencias o miedos, es mucho más probable que lo compartamos sin detenernos a verificarlo.

¿Quéestáalimentandoestaolade desinformación?

La investigación identifica varios factores que permiten la expansión de noticias falsas, en primer lugar, la manipulación intencional de la información por parte de actores políticos, económicos o ideológicos que buscan influir en la opinión pública, en segundo lugar, los algoritmos de las plataformas digitales, que priorizan contenido llamativo o sensacionalista, sin importar su veracidad y por último, el déficit de habilidades críticas en los usuarios, que muchas veces consumen y replican información sin contrastarla con fuentes confiables.

¿Yquépodemoshaceralrespecto?

Frente a este escenario, la autora propone una serie de acciones que no solo deben implementarse desde el gobierno o las plataformas digitales, sino también desde la sociedad civil, la educación y los medios de comunicación, es indispensable comprender que todos tenemos un rol activo en esta batalla por la verdad.

Las soluciones clave que plantea la investigación son:

Fomentar el pensamiento crítico, especialmente desde la educación básica, para que niños, niñas y jóvenes aprendan a cuestionar, contrastar y analizar la información que reciben.

Promover la alfabetización mediática, enseñando a identificar fuentes confiables, entender cómo operan los medios y cómo se construyen las noticias.

Incentivar el uso de herramientas de verificación digital, como Google Fact Check, ColombiaCheck o Newtral, que permiten identificar si una noticia ha sido evaluada y desmentida.

Fortalecer la cultura de la verificación y la responsabilidad digital, impulsando campañas educativas y espacios de formación comunitaria.

Fomentar la articulación entre instituciones educativas, medios, organizaciones sociales y el Estado para construir una red de protección informativa y combate a la desinformación.

InvestigaciónUNAD

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