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La torre de la ONU

Una de las cosas más difíciles de aprender es llegar a acuerdos con los demás, sobre todo cuando no piensan como nosotros. Lo vemos cada día en la televisión, y lo comprobamos con GlobalClassroom, una conferencia internacional que tuvo lugar en Madrid. Os lo contamos en… la torre de la ONU.

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A las 8:20 del lunes estábamos todos en la entrada del instituto esperando, nerviosos, a que vinieran los profesores: trajes, vestido, pantalones de campana, ajustados… Y elegantes, que representar a un país no es poco. Cuando dieron y media subimos a los departamentos, en nuestra particular Torre de Babel, donde los ordenadores ya nos esperaban desde que el viernes anterior hubiésemos tenido un ensayo de la videollamada para comprobar que todo estaba en orden. Teníamos media hora para conectarnos, así que, una vez que todos estábamos dentro de la conferencia, desactivamos cámaras y micrófonos, salimos al pasillo y empezamos a hablar, inquietos, de lo que iba a pasar; no sabíamos muy bien qué esperar de una conferencia entre tanta gente… Poco después nos avisaron y nuestra experiencia internacional comenzó.

Como en la ONU, el primer paso era el discurso de apertura, en el que exponíamos nuestros problemas y soluciones como país. Para muchos lo peor, porque estábamos nerviosos y lo decíamos de memoria… En ese momento nos dimos cuenta de por qué, por mucho que habláramos inglés, aquello podría haber sido la Torre de Babel: cada uno hablaba su propio “idioma”, sobre su situación particular y a su manera. Después de unos cuantos discursos, durante los cuales anotábamos lo que conseguíamos entender y tratábamos de aislarnos de quien entraba y salía del departamento (que una Torre de Babel en el instituto no es poca cosa); se abrió un debate moderado y el caos, solo perceptible fuera de las cámaras, entró en escena: el mundo es muy grande, hay mucha gente, cada uno de distinta procedencia, opinión y lengua… Después volvieron los discursos y a continuación el debate que no estaba moderado, es decir, pequeñas salas (dentro de la videollamada) con solo algunos países para poder intercambiar ideas, ya más relajados. Durante los dos descansos pudimos escapar de la Torre y hablar con el resto de delegaciones de nuestro instituto y con nuestros amigos, que estaban en la hora del recreo. Recuperamos fuerzas y luego volvimos para continuar con los debates, moderados y sin moderar, y redactamos las soluciones entre varios países. Finalmente, algo después de las dos, los organizadores nos dejaron solos en la videollamada, cerrando la Torre de Babel y levantando las barreras que nos separaban de los otros países; al principio nos dio mucha vergüenza, pero acabamos comentando cómo lo habíamos hecho, cómo habíamos visto a los demás…

A pesar de ser difícil y muy cansado, fue una experiencia en la que aprendimos, conocimos gente nueva con la que aún mantenemos el contacto y nos lo pasamos muy bien.

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