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Al romper el día
"Espero que no te parezca demasiado raro que tu donación haya inspirado obras de arte". Esto es lo que le dijo Sonya Larson a Dawn Dorland tras escribir The Kindest, un libro inspirado en una parte de la vida de esta última.
Dawn Dorland siempre quiso donar un riñón para alguien que lo necesitara, y cuando al fin lo consiguió, lo comunicó en un chat online de Facebook que compartía con algunos de sus amigos íntimos. Años después, una de sus amigas cercanas que se encontraba en ese círculo publicó una historia corta en el New York Times titulada The Kindest. Cuando esta fue publicada Dawn Dorland se percató de que, para escribir esta obra, su "amiga" Sonya Larson se había inspirado en la historia de la donación de su riñón a un desconocido. Y no sólo eso, sino que copiaba párrafos enteros de la publicación de Facebook que esta había escrito en el chat. A Dorland, no le pareció bien que Larson se apropiase de ella.
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Al principio, Dawn intentó sacarle el tema a Sonya de manera sutil. Le escribió por la misma red social en que había creado el chat, y, al ver que le respondía, le comentó que había visto que había escrito una historia corta sobre un episodio relacionado con una donación de riñón. Sonya respondió que sí, pero sin hacer ningún comentario respecto a las similitudes con su relato y el caso real de su amiga.
Ante la falta de reconocimiento de los hechos, Dawn se vio obligada a decirle directamente que creía que le había robado la historia, además de que era muy raro que no hubiese pensado que se iba a dar cuenta de ello.
Actualmente están en juicio la una contra la otra, y no faltan partidarios de ambas posturas. Aquellos que dicen que Sonya debió haber pedido permiso a Dawn para tomar elementos de su historia, y los que argumentan que entonces habría que pedir permiso a los restaurantes para incluir cualquier menú de una carta de comidas en una novela, o a los policías para usar su jerga o sus códigos.
¿Cuántos libros basados en hechos reales han tenido éxito? ¿La capacidad creativa del autor tiene más poder que la historia en sí? ¿A quién corresponde el mérito? ¿Es aceptable que el protagonista del libro denuncie al autor por plasmar su historia? En el momento en el que compartimos nuestras vivencias somos fuente de inspiración para los artistas. La cuestión de derechos de autor es compleja y comprometida. Dirimir si Dorland podía reclamar indemnización alguna a Larson por beneficiarse de su acto altruista las enfrentó y rompió su amistad. O es simplemente una cuestión ética el hecho de no haberle pedido permiso para escribir su libro. Fue el error que cometió la autora. ¿Y si en lugar de escribir un libro basado en la historia de Dorland, la autora hubiese reflejado lo acontecido en un cuadro o en una escultura? Es inevitable que los artistas tengan una fuente de inspiración. Pero al tratarse de una vivencia personal sería conveniente pedir permiso o autorización para contar la historia. En otras ocasiones son los propios protagonistas los que necesitan de un escritor para difundir su historia y de buena gana acuden al autor para formar parte del proceso creativo. En esta ocasión dejamos a lector que saque sus propias conclusiones sobre la disputa entre estas ex-amigas y el libro The Kindest.






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