Jocs Florals 2012

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JOCS FLORALS 2012 EDUCACIÓ SECUNDÀRIA

las siete de la tarde hacía mucho calor. Fernando echó un vistazo a su alrededor y pudo ver a una dependienta pelirroja uniformada atendiendo tras el mostrador a una señora que llevaba a su hija de la mano. La niña muy hábilmente consiguió librarse de su madre y tras andar unos pasos observando las golosinas se topó con Fernando. Al encontrarse con él se pudo ver en sus ojos el susto que experimentó pero tras sonreír el joven, la niña le correspondió con una sonrisa. La señora se entretuvo con la dependienta en una conversación sobre el tiempo que estaba haciendo para la época de año en la que se encontraban, por lo que ni se inmutó de la ausencia de su hija. Fernando se acuclilló para mirar a la niña a los ojos, y decirle: -¿Te gustan estas golosinas?- dijo señalando un paquete de chuches. La niña asintió. – Toma, te las regalo. La niña vaciló por un momento pero tras segundos de duda las cogió. El joven le ofreció la mano y ella sonriendo la aceptó. Juntos se dirigieron al mostrador. - 40€à pa aà elà o heà Chevrolet granate y las chuches para la niña.- dijo el joven. Tras pronunciar estas palabras la dependienta se giró para observarlo atentamente durante unos segundos. Tras retirar la mirada, comenzó a cobrar el pedido del hombre. La otra señora recordando algo empezó a buscar a su alrededor. -¿Natalia? ¿Natalia, dónde estás? ¿Nat...?- la señora no fue capaz de terminar la frase. –Natalia, te llevo diciendo que no hables con desconocidos y mucho menos que aceptes cosas de ellos. Bruscamente cogió a la niña y se dirigió a la puerta. La niña trató de resistirse pero le fue imposible. Él quiso decir algo, pero creyó que era mejor callarse. Tras pagar, salió del establecimiento con las golosinas aún en la mano. Se dirigió al coche y tras dejar las golosinas en el asiento del copiloto decidió que debía ir al servicio con urgencia, cerró el coche y se dirigió hacia ellos. Minutos más tarde. Salió del servicio y se encontró con que no había nadie en el aparcamiento excepto un camión. No pudo evitar pensar en esa niña de nombre Natalia. Estaba tan distraído que de repente al sacar la mano de su bolsillo una moneda cayó al suelo y fue rodando en dirección opuesta donde se encontraba su coche, detrás del baño. Tras rodear los baños se encontró con dos hombres que disfrutaban de una calada a un cigarrillo; altos, fornidos, vestidos con prendas oscuras, de ojos azules, rubios y jóvenes. De aspecto extranjero, él les dedicó una sonrisa amable a la que respondieron tirando simultáneamente el cigarro al suelo y apagándolo de un pisotón. Uno de los sujetos le susurró algo al otro, Fernando no pudo entenderlo puesto que hablaban en su lengua. De repente, uno de los jóvenes se agachó para recoger la moneda que segundos antes había perseguido Fernando, cuando la tuvo entre los dedos comenzó hacerla girar a lo largo de su palma. Haciendo que el joven mirara con fascinación el movimiento de la moneda, y sin darse cuenta, [26]


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