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Prudencia

Escrito por Karla Contreras

Prudencia divagaba por las calles que la llevaban a la que una vez fue su casa, la lluvia no paraba más ella caminaba como si fuera un día como cualquier otro, a paso lento y normalmente distraída de sus alrededores. Probablemente con una escena de esas en mente cualquiera se imaginaría que sus sentimientos eran igual que el clima, pero no lo eran.

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Lo único que ella sentía era un vacío, ni felicidad ni tristeza. Se vio a sí misma como una persona destinada a ser el extra en una historia donde el protagonista era otro.

Una persona. La idea le pareció ajena en cuanto cruzó su mente, aun así quería confirmar si era cierto, por esa razón estaba dirigiéndose a su casa. Eran amplias las posibilidades de que no le dieran una respuesta, o que tan siquiera supieran que ella iba a visitarlos.

Nunca tuvo una buena relación con ninguno de los miembros de su familia. Sin embargo, ella quería creer que a pesar de esto ellos la querían y sentirían su ausencia. No era necesario que hicieran gran cosa, solo un gesto que le hiciera ver que la extrañaban sería

Cada paso que daba era más lento que el anterior hasta que se detuvo ¿Y si no la extrañaban? ¿Qué haría? ¿Sería capaz de soportarlo? Siempre se jactó de ser una persona con un corazón frío y duro e inclusive muchas personas se lo remarcaban. Aun así, la simple idea de la indiferencia de su familia le dolía.

Volvió a sus sentidos en cuanto sintió que se le aguaron los ojos. Bueno, si era así entonces lo que le pasó terminó siendo algo bueno y ya no tendría ningún impedimento para alejarse de sus vidas de una vez por todas. Con ese pensamiento en mente avanzó dando zancadas, aunque sentía como si su corazón palpitara con fuerza.

Al llegar a la colonia la contempló, ese era el lugar en el que había vivido toda su vida y antes de que sus pensamientos la acobardaran continuó a paso firme hasta que llegó a la puerta, era de día por lo tanto las ventanas se encontraban abiertas. Desde afuera vio las espaldas de su hermana, papá y mamá que estaban viendo televisión en la sala. Aprovechó esto para entrar a la casa, nadie la notó. El silencio que había no era normal, bueno no era como si la situación que estaba viviendo ahora lo fuera. Miró atentamente los alrededores, le llamó la atención la cantidad de cajas. Al parecer la mudanza que tanto anhelaron al fin se estaba haciendo realidad. Continuó rondando por la casa hasta que llegó a la segunda planta en donde se encontraba su habitación, tenía curiosidad de saber que harían con sus cosas. Cuando entró vio todas que estaban en cajas, eso la hizo sentir como si se fuera a mudar con ellos, era una lástima que realmente no era así.

— Nunca imaginé que esto pasaría — escuchó decir a su madre, Prudencia se volteó sorprendida ¿Le estaba hablando a ella? — Ni yo — su padre dijo colocándose al lado de su madre. Por supuesto que no. Es imposible. — Teníamos tantos desacuerdos y peleamos muchas veces con ella — continuó ella, rondando la habitación. Prudencia hizo lo mismo y la melancolía invadió su corazón así como la culpa — . Me hubiera gustado que supiera cuánto la amamos — las lágrimas salieron de los ojos de su mamá, su papá la abrazó. — Estoy segura que ella lo sabía, como nosotros sabemos que nos amaba — le aseguró, intentando consolarla y darle fuerza al abrazarla. Él solía ser una persona muy poco expresiva, lo que hacía que los momentos en los que lloraba causarán un impacto en ella; quiso hablarles pero sabía que no podía. Estaba condenada a ser una simple espectadora de lo que su familia estaba haciendo.

Su hermana Constanza se unió en el abrazo y lloró con ellos, lo que hizo que Prudencia también llorara. Ella era la causante de todo ese sufrimiento, si tan solo hubiera sido más desconfiada o al menos más lista las cosas serían diferentes y no sentiría impotencia al no poder unirse al abrazo o poder asegurarles que los amaba y que no se preocuparan con ella.

Aún así quiso intentarlo, se acercó a donde ellos estaban y los rodeó con sus brazos. Ni ellos sintieron su tacto ni ella el suyo. Darse cuenta de esto hizo que más lágrimas se deslizarán por sus mejillas. — Yo también los amo mucho — les dijo al cerrar sus ojos en un intento fallido de detener su llanto — Perdónenme por esto que les he hecho — repitió una y otra vez, esperando que su voz alcanzara a alguno de ellos. ***

La condenada lluvia seguía cayendo. Pero ¿Qué importaba? No podía sentir la lluvia, ni el calor del sol, ni siquiera el calor de los abrazos de su familia. — Ya no me queda nada. — susurró para sí misma. Nunca se había creído a sí misma como nada, pero en ese momento sintió que era menos que nada, la diferencia era que ahora esa era su realidad — .Yo no soy nada. Todo por su imprudencia.

Si tan solo hubiera hablado, no me hubiera

ido. Si tan solo no hubiera confiado en…

El choque repentino que tuvo fue tan fuerte que la empujó varios pasos atrás pero a la persona causante no pareció importarle porque siguió su camino — ¡ey! — gritó ella con todas sus fuerzas — ¡¿Acaso no viste que yo iba pasando?! — Era visible que estaba exaltada. Visible… Un momento…

La persona se detuvo y lentamente volteó en dirección de su voz. En cuanto la vio se llevó una mano a la boca sin poderlo creer, Prudencia hizo lo mismo — No puede ser... — lo escuchó susurrar — No, esto no puede ser real… Tú no puedes ser real… Por supuesto que no podía ni aunque quisiera.

Porque ella estaba muerta.

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