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Lawrence y el Pecador

Escrito por Bri

"Se dice que en la catedral de Rätsel existe una misteriosa y hermosa pintura, la cual revela los pecados a cada una de las personas que se encontraran ante dicha pintura" .

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"Divina y tan hermosa que no te das cuenta que la misma pintura te observa. Sientes que los mismísimos santos te observan mediante los pigmentos impregnados al gran lienzo en donde están pintados los ojos de la santísima trinidad" .

Muchas de estas palabras solían escucharse cuando se hablaba de la catedral de Rätsel. La verdad es que a las personas les intimidaba tanto esto que muchas veces dudaban en entrar al lugar. La catedral era la única en el pequeño pueblo de Rätsel; se encontraba en la plaza cercana al bosque. Tenía un aire tenebroso y de fachada gótica, que dicen que de noche, las gárgolas y los santos que decoraban su arquitectura observaban y caminaban por toda la ciudad, vigilando las tierras de los alrededores.

Rätsel es un pueblo que no aparecía en el mapa; era como el pueblo perdido al noreste de Alemania. Era una zona boscosa, húmeda y fría. Las personas vivían tranquilamente y eran de creencias demasiado ortodoxas.

Aquel jueves por la tarde fue diferente. El joven Lawrence entró a la catedral, se santiguó mientras apreciaba el crucifijo que estaba detrás del altar y, curioso, comenzó a observar las pinturas que formaban parte de las paredes de la catedral.

"Una de estas debe ser la famosa y misteriosa pintura, ¿verdad...?" , pensaba, mientras sus verdes ojos se posaron en la décima estación del vía crucis. "Realmente no creo que esta pintura exista, todas se ven normales... " , su cabeza continuó. Un ruido de madera lo sacó de sus pensamientos de un susto, cuando vio a una mujer con velo negro de edad mayor salir del confesionario; la mujer sollozaba. Lawrence se limitó a observarla y verla partir. El chico sin, pensarlo mucho, entró al confesionario y, mediante el velo que separaba al sacerdote con el joven, distinguió la silueta del Padre Ernest.

—Ave María purísima...

—Sin pecado concebida.

El padre Ernest Knuth era un señor de edad media, de unos cincuenta y ocho años, más o menos, calvo, de unos fugaces ojos azules y una barba poblada y gris. Tenía una expresión de amargado, pero ante todos, era el sacerdote perfecto. "Ortodoxo y puro ante los ojos de Dios" , solía describirlo la madre de Lawrence.

— "Perdone, padre, que he pecado" ...o al menos eso debería pensar que he hecho— . Comentó el muchacho.

—Dime tus pecados, hijo. -Respondió el sacerdote.

—Padre, yo honestamente vengo aquí a pedirle un consejo. Creo mucho en Dios, siempre le pido que interceda por mí, mi familia y por mis amigos, pero en mi familia dicen que estoy mal de la cabeza. Yo, la verdad, es que no siento que estoy mal, es solo que mi condición es muy mal vista por todos que me juzgan, me golpean, me gritan cosas por la calle, que llegó a cuestionar si ¿realmente Jesús nos dejó el mandamiento del amor y el libre albedrío?

— ¿A qué quieres llegar, hijo mío? - Interrogó el padre.

— Soy gay, padre. Me gustan los chicos. Y esperaría que antes de echarme de la iglesia escuchara lo que tengo que decir.

— ¿Sí sabes que, ante Dios, eso es una abominación?

— Lo sé. Pero es algo que no puedo evitar. ¿Nunca se ha enamorado alguna vez, padre? - Inquirió Lawrence.

—Creo mucho en Dios, pero todas las actitudes de la iglesia, de las personas, de todo me hace replantear mi creencia hacia Él. ¿Si Dios nos ama a todos por igual, por qué por amar a otro chico me dirigiría al infierno?

—Si te quieres librar de ir al infierno, debes seguir la ley de Dios, y nunca dudar de su palabra. Para ganarte el Reino de los Cielos deberás esquivar toda piedra de tropiezo.

—¿No va en contra de Dios juzgar a los demás? —El padre guardó silencio pensando en su respuesta, pero Lawrence continuó. —Se supone que Él es el único que puede juzgarme, no veo la necesidad de tolerar a los demás juzgándome por mi orientación sexual... Usted piensa que cometer actos impuros va en contra de la ley de Dios; ya sabe, ser violento, golpear e insultar a las personas.

—Pero claro que va en contra. Eso no es bueno.

—¿Entonces son más pecadores aquellos que me han dado palizas por tomar la mano de mi novio? — Tienen su razón de actuar así, hijo. Tu gusto hacia otros hombres no es normal. Dios creó mujer y hombre para que estos se reproduzcan, no creó a hombre y hombre, ni mujer con mujer.

—Los dioses griegos no pensaban igual, padre.

—Esos son cuentos de los griegos, ignorantes del cristianismo y ajenos a la obra de Jesús. ¿Qué sabían ellos de moral?

—Padre, perdone si sueno grosero, pero con lo que me dice y todo de acuerdo a la Biblia, me parece una contradicción enorme.

— ¿Estás dudando de las palabras de Dios?

—Sí. Si Dios es amor, ¿por qué condenó a Adán y Eva? Si Dios nos ama a todos por igual, ¿por qué se deshizo de todos con el diluvio menos a Noé y su familia? ¿Por qué probar a un hombre a matar a su hijo en su nombre?

—¡Si quieres ganar el Reino de los Cielos, debes arrepentirte! - gritó el padre sin piedad, con una voz tan seca que tuvo que toser al terminar de pronunciar aquellas palabras.

—No. Dios me hizo así tal cual soy, padre. No voy a arrepentirme nunca de lo que soy yo ahora. - prosiguió el muchacho después de un breve silencio.

—¿Tú conoces a Johanna?

—¿Johanna Lürmann? Sí. ¿Qué hay con ella?

—Ella vino al confesionario un día, así como tú hoy, diciéndome que estaba harta de las críticas que las personas le daban a ella porque, a pesar de su edad, ella no quería ser madre.

—No veo nada malo con que no quiera ser madre — siguió Lawrence.

—Hijo mío, Dios pone a cada quien en su lugar. Johanna es una muchacha muy bella, está comprometida y está embarazada. Espera un hijo -.El ojiverde miró el velo que le separaba con el sacerdote, confundido. El sacerdote continuó— y no sólo a ella la ha puesto Dios en su lugar. ¿Recuerdas tú el caso del padre Michael con la madre Margarethe?

—Fue realmente una tragedia — añadió el joven — ¿Qué me está queriendo decir, Padre Ernest?

—El poder de la justicia divina. ¿Sabías tú qué ese par tenía una relación?

—Sí, Padre, pero eso lo supimos cuando salieron en la nota de prensa. Realmente mantuvieron su relación en secreto.

—Pero para Dios no hay secreto, hijo. Es ese el poder de la justicia divina.

Lawrence, molesto por lo que el sacerdote le decía, levantó la voz —¿Me está diciendo que ellos merecían morir de una forma tan tortuosa y macabra, todo gracias a la justicia divina? ¿En qué clase de Dios cree usted y esta iglesia? —Puso sus manos en sus sienes, a modo de no perder la compostura más de lo que ya la había estado perdiendo— . Pues, si de eso se trata el juicio de "Dios" , realmente no quiero seguir creyendo en "Él" . Estoy dispuesto a irme al infierno de ser necesario.

—¡La justicia divina de Dios existe y te caerá un fuerte castigo en tu vida si sigues llenando tu vida de abominación, pecado y mariconadas! — exclamó el sacerdote furioso — ¡Vas a morir por andar en calumnias sucias!

—¡¡¡Pues prefiero morirme por mis calumnias sucias antes de seguir perdiendo mi tiempo en intentos de consejos moralistas de un sacerdote tan cruel como usted!!! — exclamó el joven, abriendo la puerta del confesionario de golpe.

Miró a su alrededor. Una misa estaba comenzando y los presentes se quedaron viendo al

joven; unas cuantas personas lo vieron asustadas y otras lo vieron con cara de desaprobación. Lawrence caminó, guiándose hacia la salida del largo pasillo de aquella catedral. Su camino hacia la salida lo sintió eterno, como si cada vez la salida se alejara de él. Caminaba cada vez más rápido para salir de aquel gótico y lúgubre lugar. De repente, sintió un olor a podrido, "debe de haber ratas muertas por aquí" , pensó el joven, tapándose su nariz mientras daba zancadas cada vez más largas y rápidas para salir de la catedral.

Lawrence se detuvo en seco al sentir que algo cayó en su cabeza. Pensó que estaba imaginando cosas cuando de nuevo cayó algo en su cabeza, luego en su hombro izquierdo. Confundido, quitó lo que cayó de él en su hombro; era un gusano.

Llevó sus manos con asco a su cabeza y tomó lo que había caído en su cabeza. Gusanos. Vio un par más caer al suelo. Con la confusión a niveles altos, el joven volvió a tapar su nariz por el olor a podrido que tan de repente llenó el lugar. Volvió a ver a las personas, y ellas parecían no darse cuenta del olor y de los gusanos. Tras ver otro gusano caer el suelo, el chico decidió elevar su mirada para ver de dónde caían esos gusanos.

Y la vio.

No se lo podía creer.

Abrió sus ojos como platos para contemplar lo que tenía ante él.

¿Cómo no se le había ocurrido antes?

Lawrence cayó en cuenta que la pintura no estaba hecha sobre un lienzo como tal. Ante sus ojos se encontraba un fresco de la Divina Trinidad en el techo de aquella oscura y gótica catedral, pero se veía podrido. Las caras que representaban al Padre y al Hijo se encontraban verdes y con sus rostros desfigurados en disgusto y en ira. Los ojos verdes del muchacho no paraban de moverse del asombro; su mirada se arrastró hacia los ángeles, cuyas caras se encontraban en mueca de llanto, y justo a la par del que sería Dios en aquella imagen, el muchacho vio al mismísimo padre Ernest cometiendo el abominable crimen de violación a Johanna Lürmann, aquella mujer que no quería tener hijos. “Entonces por eso Johanna espera un hijo ” , pensó el joven con lágrimas en sus ojos, viendo cómo también caían lágrimas de los ojos de la joven muchacha.

Lawrence guió sus ojos al lado de Jesús, y sus ojos estaban a su límite de abiertos; el muchacho sentía que se le caían de la cara por el disgusto de ver de nuevo al padre Ernest apuñalando de forma grotesca al padre Michael con la madre Margarethe yaciendo en el suelo sin vida y con sus órganos de fuera. Gotas comenzaron a caer sobre Lawrence. Ubicó a otro grupo de ángeles del fresco quienes lloraban cerca del Espíritu Santo; la blanca paloma se quemaba en la imagen y su expresión no manifestaba más que agonía; a su lado vio por tercera vez al padre Ernest entre llamas quemándose con una expresión maligna y

corrupta. En lo que Lawrence dirigió su mirada hacia el resto de personas que no sentían aquel mal olor, vio cómo sobre cada persona presente en misa, la pintura se esparcía mientras se presentaba un pecado.

El señor del bar de la calle 4 se veía siéndole infiel a su esposa (el señor recién se casaba con ella). El niño que vivía frente de él tenía encima su imagen quemando los juguetes de su hermana menor. La señora Bach, su maestra de primaria, se veía envenenando a su esposo, y así sucesivamente con todos los presentes y feligreses dentro del lugar.

Lawrence regresó su mirada hacia donde se encontraba el padre Ernest, y sobre el confesionario vio de nuevo su imagen entre llamas, pero esta vez, su cara no era la misma que vio, sino esta era de sufrimiento y dolor, y sin más, el padre Ernest cayó del confesionario, yaciendo sin vida, interrumpiendo la misa e impresionando a los presentes por su repentina muerte.

Lawrence, con lágrimas en sus ojos después de la impresión que tuvo al ver aquel fresco podrido en el techo, y el cuerpo sin vida de padre Ernest, salió corriendo de aquel lugar, y cuando estuvo fuera, regresó su mirada al techo y todo parecía estar normal; una pintura al fresco de la Divina Trinidad un poco vieja pero bien mantenida e imponente, salvo las personas tratando de animar al sacerdote del confesionario. Luego de presenciar esto, Lawrence corrió a su casa para no volver a pasar por aquella catedral, aquella de las gárgolas que caminaban por la noche, aquella catedral con aquella pintura que muestra tus pecados, aquella catedral que era la única en el perdido pueblo de Rätsel.

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