“Debo decir que el tema del libro es un poco fuerte: trata acerca de dos experiencias de abuso infantil combinadas. Decidí utilizar la metáfora o el recurso del papel a lo largo del poema porque me pareció que abría un campo semántico y de imágenes que me permitía explorar la fragilidad así como el filo, la dureza”. Rebeca Leal Singer
[“Papel, niña, papel saldrá en 2025: Rebeca Leal Singer”, por Beatriz Pérez Pereda , en esta edición]
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Rebeca Leal Singer. Foto de José Antonio Gaar.
La Gualdra No.
Editorial
El concurso Acordeones & Borders es parte del proyecto Mogote -coordinado por Salvador Parga -en el que fotografía y narrativa visual se unen para documentar y celebrar las expresiones culturales de la comunidad migrante, particularmente la de la música norteña como elemento importantísimo de la identidad cultural en los disímbolos contextos de migración.
De acuerdo con el Instituto de Políticas Migratorias “En 2023, 10.9 millones de residentes en EE. UU. eran inmigrantes mexicanos”, nuestros paisanos, además, representan el mayor grupo de inmigrantes sin papeles, con cerca de un 45% del total de personas sin estatus legal en el vecino país del norte; esa condición es la que les impide volver a su país, y viviendo lejos de él han optado, muchos de ellos, por conservar y reproducir sus tradiciones, consumos y productos culturales para sentirse menos alejados, menos solos, pero -sobre todo- para afianzar la certeza de pertenencia a un todo mucho más grande: la todos aquéllos que viven lejos de su tierra.
Para la realización de este concurso, Salvador Parga -originario de Río Grande, Zacatecas y estudiante de la Maestría en Gestión y Desarrollo Cultural de la Universidad de de Guadalajara- consiguió el auspicio de la Secretaría del Zacatecano Migrante, el Instituto Zacatecano Cultura Ramón López Velarde -a través de la Fototeca Zacatecas Pedro Valtierra- y la agencia Cuartoscuro para lanzar la convocatoria Acordeones & Borders, logrando una nutrida participación de fotógrafos de México y Estados Unidos. Los premios fueron gestionados con los músicos del Conjunto Río, quienes junto con otros integrantes de grupos norteños, convocaron mediante videos en redes sociales a que los fotógrafos participaran. El objetivo de este concurso fue desde el inicio “buscar, documentar, celebrar y divulgar las expresiones culturales y las vidas cotidianas de los zacatecanos que viven en el extranjero, mostrando cómo mantienen y transforman su identidad cultural a través de la música norteña y otras expresiones”; gracias a Acordeones & Borders, se dio la oportunidad de conocer los casos de músicos de diferentes partes del país que han migrado a Estados Unidos -y también a otros estados de la República Mexicana- llevando a todas
partes la música norteña, ésa que escucharon desde niños en sus casas, en la radio; la que cantaron y bailaron en festivales escolares y fiestas familiares; la que se pone en las rocolas de las cantinas y en los bailes de los pueblos y la que se lleva también para despedir a los seres querido en los funerales (sabe mejor el adiós con un “Te vas, ángel mío…” y con un “Ya muerto voy a llevarme nomás un puño de tierra” que con silencio).
“A donde quiera que voy / me acuerdo de ti / donde quiera que voy / te estoy mirando…”, la música -particularmente norteña en este caso- es un vínculo permanente entre los que se van y los que se quedan en esta parte del mundo, porque conlleva además de la nostalgia y la pasión por el retorno, el recuerdo de otras manifestaciones culturales como la comida, el vestuario, el lenguaje y los rituales celebratorios; es además la manera de estar cerca del lugar al que no se puede volver fácilmente, por eso cantarla y bailarla es un acto de resistencia y una estrategia para sobrevivir a la distancia.
El mes de noviembre se recibió un total de 44 propuestas fotográficas y tras la deliberación del jurado se decidió que el ganador del primer lugar fuera para Antonio Alva (Chihuahua), por su serie “Norteño Subterráneo” tomada en New York; el segundo lugar para Alejandro Pérez (Coahuila), por “Con su música a otra parte”, fotos tomadas en Chicago y Saltillo; y el tercer lugar para Misael Ortega Cruz (CDMX), por “Norteños del sur, buscadores de tesoros modernos”, fotos tomadas en: Playa del Carmen.
La exhibición de los trabajos ganadores, así como de las menciones honoríficas se inaugurará el viernes 13 de diciembre en la Fototeca Zacatecas (Fernando Villalpando 406, centro histórico de Zacatecas), a las 18:00 horas. Invitados todos.
Que disfrute su lectura.
Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Las monedas de ceniza que los muertos se ponían en los ojos para pagar la travesía a Caronte, o la Relación de estos días [como un contemporáneo canje migratorio para cruzar el extenso mapa del dolor humano, varias instántaneas de Rafael Calderón] Por Armando Salgado
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com
Sandra Andrade Diseño Editorial
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
Rebeca Leal Singer: Papel, niña, papel para 2025 Por Beatriz Pérez Pereda
Viri Ríos y Ray Campos, Así no es* Por Mariana Terán Fuentes
A different man, de Aaron Schimberg Por Adolfo Núñez J.
Reflexiones sobre la violencia [Parte dos] Por Saúl D. Kuri
Reflexiones sobre la violencia
[Parte dos]
6 Por Saúl D. Kuri
II. La violencia: Sociedad, historia y pensamiento tranquilizador
Frente a la violencia padecida en el cuerpo del otro, muchas son las maneras en que los seres humanos rehuimos a ser interpelados. El sufrimiento infringido al otro, asumido en singular, resiste a la comprensión. Pese a ello, las tentativas de explicación están a la orden del día. En el intento de entender qué “es”, por qué surge o se da la violencia, es frecuente que, entre el común denominador de las personas interesadas en el “tema”, se den elucubraciones “estructurales” y “casuísticas”; “diagnósticos”, “razones” y “argumentos” dispuestos a esclarecer los “motivos” por los que la violencia acontece. (Se vislumbran hipótesis, soluciones probables, cursos y conferencias para, al menos, reconocerla y saber qué hacer con ella). No debe por nada de esto tampoco extrañar que, se puedan también realizar juicios en apariencia banales (en lo absoluto insignificantes), que se dé lugar a opiniones condenatorios o exculpatorias y, claro está, esfuerzos afanados en reconfortar y redimir –de ser posible– a las víctimas directas o indirectas.
En el “relevo” del amor al prójimo profesado por el cristianismo (y traicionado con frecuencia por sus hijas y sus hijos), la sociedad como ídolo, como dice Calasso en La última superstición (2018): “se ha convertido en el principal marco de referencia de todo significado” (p. 34), en el lugar común del que surgen y al que se dirigen todos los actos humanos. Asumida como todo orgánico, la sociedad es el espacio, el lugar y el camino en y desde el que “todo” se comprende y “puede” resolverse, es sólo en ella –y en sus instituciones– en quienes los fieles laicos deben confiar y seguir confiando Y esto, en el transcurrir del tiempo y de las cosas que acontecen en la historia, en cuyo orbe se inserta y se pretende superar la violencia, el grito de las víctimas y el clamor de los sobrevivientes, invisibilizándolos en el devenir histórico y las urgencias de los “grandes intereses” (económicos, políticos, democráticos, etcétera).
Poniendo los ojos en las víctimas y en los verdugos, el pensamiento social plantea hipótesis y resultados, razones y argumentos esmerados –o no tanto–para dar con una respuesta sobre lo que significa la violencia de unos contra otros. Frente a esta violencia, retomando a Arendt (1996): “la sociedad espera de cada uno de sus miembros
una cierta clase de conducta”, y ésta no puede ser sino una que “imponga innumerables y variadas normas, todas las cuales tienden a normalizar a sus miembros” (p. 51). ¿Es traducible el sufrimiento de las víctimas de violencia al discurso social y normativo?, ¿qué lugar ocupan los seres violentados en la sociedad y en la historia? Tanto la explicación social como la histórica acerca de la violencia y el sufrimiento que ésta genera, con frecuencia relativizan el absoluto del dolor, y ejercen entre todos aquéllos que no se escandalizan ante la muerte lacerante un espíritu tranquilizador.
¿Qué podemos decir frente a los ultrajes sufridos? La experiencia del sufrimiento se mueve en “los umbrales de la expresión verbal” (Améry: 48).
¿Es en verdad posible asimilar la violencia sufrida en el cuerpo del otro?,
¿conjurar el dolor para evitarlo en el futuro? Amery (2004) reconoce que, “la nación francesa se levantó contra la tortura en Argelia”, y que éste es “el título de honor de este pueblo” (p. 84), sin embargo, tiempo después, ¿qué hizo la nación francesa para evitar el genocidio en Ruanda? ¿Qué hicieron las “naciones civilizadas” para evitar la persecución y el sufrimiento de los Yazídies durante la década pasada? ¿Qué hacen hoy las “potencias civilizadas” para detener el genocidio en Gaza? El cálculo y la intención deliberada de no ver, el olvido y la indiferencia generalizada nos atraviesan y rebasan. Sin duda, podemos decir también con Amery (2004) que: “en otros lugares los gritos no llegaron al mundo como tampoco los gemidos” (p. 84). Y que, pese a toda tentativa de superar la violencia en la normalidad de la vida
cotidiana: “se grita bajo suplicio. Tal vez en este momento, en este mismo instante” (p. 84).
La rueda de la historia gira y sigue girando, y bajo sus ruedas yacen olvidados pronto los gritos de los quejosos que, por algún tiempo fueron fieles a la esperanza de que hubiese en días venideros una época en el que todo pudiese ser y estar mejor. Las causas que “explican” por qué es que ocurrió el hecho escandaloso (la tortura y la muerte del ser amado), sustituyen el hecho mismo, y las madres y los padres y los hermanos del pariente violentado o desaparecido, habrán de resignarse imposiblemente a la pérdida y, para colmo, en innumerables casos, cosa también violenta, debiendo cargar con la mácula del juicio sentencioso y que exculpa a discreción, obstinándose a menudo en hacer responsables a las víctimas del mal que les tocó “por su propia culpa”. Convencidos de esta suerte de ley de la compensación cósmica, en que aquéllos que pagan no son sino los que de algún modo “la deben”, el pensamiento tranquilizador se congracia, de la misma manera en que lo hacen “la inmensa comunidad de los ilesos del mundo” (Améry: 154).
La muerte violenta, a pesar de su radicalidad y exceso, está a merced del olvido de la historia y las “certidumbres” de la sociedad, que como principios y sinos constituyen los horizontes de sentido a partir de los cuales se define la totalidad. El ser humano singular, con su dolor y sus clamores, es incorporado al decurso del devenir histórico, y lo que de ello queda no es sino el recuerdo de los vivos que también habrán de morir, al amparo de la indiferencia de un mundo en el que sólo algunas minorías parecen importar, al menos, por un tiempo.
Lejos de pensar o siquiera imaginar que el eterno progreso pueda ser visto como una ingenuidad decimonónica, nada detiene la idea-fuerza de que la prosperidad (“el progreso”) llegará a pesar de todo, y de que, llegará una época en el que los beneficios de la educación y su cultura nos pondrán sin duda redimir. Pero, el problema no es la utopía, el futuro probable en el que “puede” que haya alguna solución. La violencia se da aquí y ahora, en el presente absoluto del dolor en que las víctimas exigen justicia, en el presente en que se juzga a los muertos por “sus culpas”, y en el que, por cierto, el otro y los otros esperan de nuestra respuesta.
Améry, J. (2004). Más allá de la culpa y la expiación. Tentativa de superación de una víctima de la violencia. España . Pretextos. pp. 48, 84, 154. Arendt, H. (1996). La condición humana . España. Editorial Paidós. p. 51. Calasso, R. (2018). La última superstición. Letras libres. pp. 32-37.
Opinión
Edvard Munch. El grito. 1893. Nasjonalgalleriet
A Panda y Nando
Rebeca Leal Singer: Papel, niña, papel para 2025
6 Por Beatriz Pérez Pereda
Rebeca Leal Singer nació en la Ciudad de México en 1994. Es Licenciada en Filosofía por la Universidad Iberoamericana y Maestra en Creación Literaria con concentración en Poesía por The New School, Nueva York. Escribió Oscilo entre ver mi teléfono y verte a ti (publicado por Valparaíso ediciones en el 2022). Sus poemas han aparecido en varias revistas literarias y antologías como CasaPaís, Periódico de Poesía, La poesía alcanza, The Cardiff Review, Office Magazine, Novísimas y 66 poetas mexicanas por el Círculo de poesía, entre otras. Fue becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de poesía en dos ocasiones (2021 y 2022). Obtuvo el IX premio Alejandro Aura con el poemario Papel, niña, papel. Actualmente estudia la Maestría en Psicoterapia Psicoanalítica en el centro ELEIA y es becaria del programa Jóvenes Creadores del SACPC (antes FONCA) en el área de poesía, donde se encuentra trabajando en un libro sobre las mariposas y la garganta. Actualmente puede verse un retrato de Rebeca Leal Singer en la exposición “Mujeres de letras. Retratos de Barry Domínguez” en el Colegio de San Ildefonso, su nombre ya es frecuente entre las lectoras jóvenes, como ella, en las principales becas del país y en los premios que reconocen la poesía de los noveles escritores. Sus poemas tienen ese infrecuente equilibrio entre la intensidad del tema y la sutileza de la ejecución, su primer libro saldrá en 2025 en la editorial Dharma Books, aquí les compartimos esta conversación con la autora y un adelanto del libro.
Beatriz Pérez Pereda: En 2023 obtuviste el IX Premio Alejandro Aura con el poemario Papel, niña, papel, es un título muy evocador, cuéntanos de qué trata tu libro y dónde podremos leerlo próximamente:
Rebeca Leal Singer: Muchas gracias por llamarle “evocador” a mi título, al inicio no me convencía así que me hace muy feliz que te lo parezca. Debo decir que el tema del libro es un poco fuerte: trata acerca de dos experiencias de abuso infantil combinadas. Decidí utilizar la metáfora o el recurso del papel a lo largo del poema porque me pareció que abría un campo semántico y de imágenes que me permitía explorar la fragilidad así como el filo, la dureza. En julio del 2023 tuve la oportunidad de visitar un taller de papel artesanal en Oaxaca. Observar el proceso de su creación me voló la cabeza por completo. Entonces empecé a pensar en el papel y su relación directa con los árboles, su relación con la escritura, pues es el soporte de quienes escribimos y también la relación entre papel e infancia. Escribí este libro en mi segundo año como becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas. Estoy segura de que sólo hubiera podido escribir sobre este tema tan fuerte en un lugar así, que brindó tanto apoyo, sobre todo de mi maestra María Baranda. Estoy muy agradecida con ella y con la Fundación. Este libro no existiría sin ellos. ¡Estará disponible gracias a la increíble editorial Dharma Books en el 2025, lo cual me hace infinitamente feliz!
BPP: Recientemente participaste en el Encuentro Poesía y Naturaleza. Mundos posibles, dentro de la Cátedra Octavio Paz, un evento en conjunto con FLM y Colegio de San Ildefonso, ¿cómo
consideras que tu obra dialoga con la naturaleza o integra elementos de las ecopoéticas?
RLS: La verdad es que fue un sueño participar en el encuentro de Poesía y Naturaleza en San Ildefonso. Fui invitada precisamente por mi maestra María Baranda (como es visible, ha sido un gran regalo su presencia en mi vida, un regalo que crece y crece). Aprendí demasiado del diálogo con las personas que se dedican a la ciencia, a la traducción, a la academia y con poetas que se han dedicado a escribir sobre el mundo natural (como tú, Bety, que te has abocado a una labor grandiosa). Es chistoso porque antes me consideraba absolutamente citadina, creía que no tenía nada que ver con lo referente a la vida orgánica del planeta Tierra. Pero ahora me doy cuenta de lo inmadura que era y lo equivocada que estaba y estoy absolutamente obsesionada con los árboles y me apasiona la idea de que lo natural y lo urbano convivan. Me vuelve loca pensar en cómo los ecosistemas (artificiales y naturales) se juntan y crean uno nuevo. También pienso muchísimo en nuestra responsabilidad y en el goce, en disfrutar de este mundo y a la vez cuidarlo. En fin, ahorita estoy escribiendo sobre mi relación con mi propio cuerpo a través de la metáfora extendida de un insecto en particular y ha sido muy divertido para mí y también doloroso. En el futuro quiero escribir mucho sobre el aspecto ecológico de la ciudad por así decirlo. Quiero escribir sobre el pasto y la calle y el smog y las tuberías y la belleza.
BPP: Estudiaste Filosofía, Creación Literaria y actualmente Psicoterapia Psicoanalítica, de qué forma todos estos intereses convergen, o no, en tu trabajo poético:
RLS: Es muy bonita tu pregunta, muchas gracias por hacerla. Ahorita estoy en el proceso de formarme como psicoterapeuta psicoanalítica y me parece un gran complemento a la poesía porque creo que me ha hecho entender muchas cosas sobre el poder de las emociones, que al final, yo pienso que es lo que mueve a la poesía. Mis poemas favoritos son los que conmueven precisamente porque transmiten algo muy crudo, es como si pudieras sentir la emoción de alguien más, realmente vivirla. Además, todos los días confirmo que una parte fundamental de escribir es escuchar y para mí el psicoanálisis se basa completamente en la escucha. ¡Espero que eso se pueda ver en mi trabajo poético! Creo que haber estudiado filosofía me ayudó mucho también porque a la vez que me encanta la parte emotiva, también me fascina la parte lógica de los poemas, por así llamarla. Me gusta ver cómo luego los poemas medio que sí se entienden sin ser obvios, sin entenderse del todo, pues, pero para eso yo creo que se necesita lógica, para romper la lógica, ¿no? Espero esto tenga sentido para alguien más que no sea yo. Eso sí, aunque me gusta un montón la filosofía y el psicoanálisis es mi oficio, la poesía es la manera en la que comprendo al mundo.
BPP: Has tenido una gran racha de reconocimiento a tu trabajo, el Premio Alejandro Aura, la beca FONCA, apareces en una exposición importante de retratos de escritoras, cómo has vivido esta etapa en que tu obra está llegando a más personas, y qué es lo que sigue para ti, cuáles son tus planes: RLS: Esta etapa de poder compartir mi trabajo y sobre todo, de estar cerca de personas maravillosas que saben mucho más que yo y que son tan generosas y generosos como para compartirlo conmigo ha sido muy dichosa para mí. Todo el tiempo pienso que soy muy afortunada porque vivo en un país donde hay personas que escriben (y han escrito) poesía verdaderamente fenomenal (o al menos a mi parecer). En ese sentido pienso que es magnífico que haya muchos estímulos como becas y premios para que la poesía pueda seguirse escribiendo y recibo con mucha humildad las oportunidades tan bellas que se me han presentado. Las tomo también con gran responsabilidad nuevamente y con muchas ganas de seguir escribiendo que es lo que llena mi alma. Mis planes son: ser honesta conmigo misma, tratar a los demás como quiero que me traten a mí, meditar y ante todo leer poesía todos los días y escribir y escribir y escribir.
Rebeca Leal Singer. Foto de Aldo Camacho
Papel, niña, papel [Fragmentos]
Por Rebeca Leal Singer
Sintió cómo unas manos se acercaron a su espalda, envolvieron su cuello. Se fue hacia adentro de sí misma y los aromas comenzaron a pudrirse. Había algo podrido, algo lleno de hongos, algo picaba, hacía agujeros, como el pico de un buitre, algo era igual a un cuervo, pájaro negro, gritaba historias de terror y una niebla, fecunda trituraba las hojas de los árboles y arrugaba la frente de la niña y esa niebla quedó adentro para siempre adentro, adiós.
* La psicóloga coloca una hoja de papel frente a la cara de la niña.
¿Qué ves?, pregunta.
Pero la niña ya no está, solo queda su cuerpo, la carcasa.
* Sintió cómo algo se acercaba como si fuera un elefante que corría en dirección directa a ella, sintió su aliento enardecido, se quedó congelada y a lo lejos, pero no tan lejos, pero lejos, alguien la miraba ese alguien pudo haber domado al elefante, pero ese alguien, pero no vino, pero.
* No sirve de nada deshacerse como pedazo de papel en la tina, como tarjeta de presentación cuyo nombre se borra, se disuelve: envoltura que vuela en el aire y cae en la calle sucia.
No sirve de nada querer convertirse en Otra, borrarse, odiar su propia nariz, mirar el reflejo de sus manos en la orilla de la alberca y observar la coladera por horas y después meterse a nadar solo para sentir las cortaditas entre los dedos de los pies por los azulejos.
No sirve de nada armar un origami, y desbaratarlo después a mordidas, meter sus pedacitos en una cerbatana escupirle a quien nunca tuvo la culpa.
Dolersesese, sulfurarsesese, dañarsesesese con la punta del compás, el antebrazo abierto temblando.
* Hasta que un día aparece una cartita muy dobladita, pequeñita y perfectita, adentro de la manita de la niñita
(que escribió con el puño cerrado y la mente suspendida y el instante entre dos cejas ignorando el murmullo de la fiesta de abajo, de los adultos bailando y emborrachándose con campari, pastis, jugo de naranja agrio, secretos, el clinck clinck clinck de los clincks clincks clincks que clincklinkean entre las risas, enmudeciendo esos sonidos para escribir, para redactar la cartita que decía toda la verdad que decía mi cuerpo ahora es de humo y se guarda.)
* Duelen las fibras del algodón, las palabras calentándose como un cuaderno, un diario donde se anota un río. Duele el pigmento
que se recarga sobre los hombros, la espuma de la corteza del eucalipto, la resistencia, el doblez, la curvatura, la consistencia. Duele mucho, pero la niña no quiere que nadie la cure, no quiere que nadie se vuelva a acercar.
* Un paquete de hojas tamaño carta envuelto en motivos de cumpleaños, una posibilidad con muchas posibilidades adentro: una manada de lobos o el dibujo de una familia frente a su casa o un caballito o el paisaje de un mar con la puesta del sol y una cigüeña. Todas esas eran ideas posibles posibilidades ocultas como jugar a las escondidillas adentro de un paquete de hojas tamaño carta antes de que sucediera el incidente.
Rebeca Leal Singer
ELibros
Viri Ríos y Ray Campos, Así no es*
l antropólogo Claude Lévi-Strauss estudió la mitología en varios volúmenes: cómo las sociedades asientan y radican en sus explicaciones míticas sus orígenes, la emergencia del agua, del fuego, de la guerra, la muerte. Nos convenció de que los mitos no eran narraciones falsas, sino relatos que acompañaban el sentido social de la comunidad, su pertenencia, su identidad. El ADN de los mexicanos, en mucho se debe a la estructura antropológica mítica. Somos guadalupanos, somos entrones, somos amantes de nuestra patria, ningún mexicano es más mexicano que otro. La mexicanidad está tatuada en nuestra piel.
El mito es relato y explicación. Con él andamos la vida. Viri Ríos y Ray Campos ayudan a desmantelar nuestros mitos contemporáneos. Y esto es importante recalcar: los mitos no sólo abrazan a las sociedades pasadas, nuestra contemporaneidad también está cobijada por ellos. Son los mitos de nuestra contemporaneidad. Así no es, pero así ha sido. Nos hemos casado con la idea de que en México existe una gran capa social de clase media, sobre todo a partir del movimiento estudiantil de 1968, donde los estudiantes “clasemedieros” tomaron las calles, llegaron a las tribunas, arribaron a las plazas públicas y definieron uno de los rumbos en los que descansarían las consecuentes décadas de nuestra vida nacional. “Somos clase media”, se volvió uno de los recursos en que una capa de la sociedad mexicana se acomodaba y encontraba su lugar, ni ricos, ni pobres. Clase media. Y se supuso que un importante porcentaje de la población entraría en esa categoría. Además, clase media sin prejuicios sociales. Aquí insultaba que se aludiera al clasismo, al racismo, a cualquier otra forma de discriminación social, el ejemplo que teníamos con la discriminación a los negros y el racismo en Estados Unidos era tan vivo que chocaría cualquier semejanza con aquella realidad social y política. La mitología de los mexicanos contemporáneos arriba a otras y a mismas explicaciones. Los mexicanos, por su larga tradición de mestizaje donde indios y españoles se encontraron en medio de encuentros, conflictos, guerras, evangelizaciones, sincretismos e instituciones hispanas, se definieron por la mezcla, ni indios ni españoles, ni negros ni blancos; morenos y su alianza y consuelo en gran medida encuentra explicación antropológica y devocional con la virgen criolla, la morena, la Guadalupana. Pero el clasismo y el racismo están en todas nuestras esquinas, en todos los colegios guadalupanos, en un gran porcentaje de la sociedad mexicana. Preferimos a los blancos, ellos ganan los primeros lugares en empleos, ellos resaltan por sus calificaciones, ellos son los que enarbolan la bandera y ellas, las blancas, las güeritas, son las elegidas para representar en las posadas a la Virgen de Guadalupe. Viri Ríos y Ray Campos demuestran que más allá del mestizaje,
6 Por Mariana Terán Fuentes
de nuestra morena nacionalidad, la sociedad mexicana es racista. El sistema cultural de la creencia es complejo. ¿Por qué creemos en lo que creemos? ¿Por qué asumimos como propios esquemas y modelos culturales que nos son legados? Este libro, que me honro en presentar, trabaja a partir de resultados de investigación de prestigiadas casas académicas como el CIDE, la UNAM o El Colegio de México. Su información es avasallante porque desmantela explicaciones, porque tumba relatos míticos, porque nos invita a pensar desde otros andamiajes las cosas en común, que creemos que son en común. Y eso en común no es inocente ni neutral, está edificado sobre ideologías, programas políticos, plataformas electorales, publicidades mercadotécnicas, estadísticas trabajadas desde distintas instituciones. Lo común tiene nombre y apellido. La idea de que si crece la economía alentará el bienestar social o que el destino de los beneficios de las pensiones a viejos, mujeres y jóvenes sea para un “consumo indebido” como alcohol, es abrumadoramente vigente. Esa idea prevalece. Los jóvenes beneficiados con becas las gastan en alcohol, es una idea recurrente. Viri Ríos y Ray Campos demuestran con información puntual que esto no es así. Como tampoco es así la idea de que el Estado ha destinado una gran cantidad de su presupuesto en programas sociales o educativos.
La república federal que ahora conmemoramos su bicentenario, nació en 1824 con un esquema de soberanía compartida: las entidades serían soberanas de la administración de su vida interior y en el gobierno general descansaría, entre otros asuntos, la defensa de la independencia y soberanía nacional. En agosto de 1824 se publicó el decreto en el que esa soberanía adquiría, a partir de entonces, su rostro fiscal. Se estableció una clasificación de rentas entre la federación y las autoridades estatales. Este pacto, con todo y sus modificaciones, ha prevalecido a lo largo de doscientos años. Una fiscalidad que comparta, distribuya y reparta; que administre y beneficie a la nación y no sólo a algunas de sus partes. Viri Ríos y Ray Campos arremeten frente a la posición de gobiernos actuales, como el del estado de Jalisco, encabezado por Enrique Alfaro, quien no ha dejado de amenazar con abandonar el pacto fiscal porque su entidad debería recuperar mayor cantidad de impuestos y no tendría por qué contribuir, a través del ejercicio fiscal, a otras entidades “pobres” como Oaxaca, Chiapas y Guerrero. Los autores del libro analizan con puntualidad el ejercicio fiscal por capas sociales, el ingreso, la distribución, la desigualdad de economías, el terreno disparejo entre percepciones salariales del norte, respeto a las del sur. Demuestran, con lujo de detalles, que esto no es así. El 33% de las personas sos-
tienen que los estados ricos como Nuevo León, Jalisco o Tamaulipas no deberían contribuir al desarrollo de estados del sur. Destacan los millennials o los militantes del partido Movimiento Ciudadano. Entre sus argumentos, los habitantes del sur trabajan menos que los del norte, y aquí, desde luego, se debería incorporar el criterio histórico de que en el sur ha prevalecido la holgazanería, la ebriedad, ambas categorías vinculadas con el paradigma porfiriano del indio mexicano, paradigma alimentado por los fuertes gobiernos del norte encabezados por Álvaro Obregón, Venustiano Carranza y Plutarco Elías Calles. Paradigma alimentado por la posición geopolítica de México con un norte vinculado con el indomable Sam y en el sur, por naciones con sus desarrollos en ciernes. Este paradigma ha sido construido históricamente, en particular con las visiones nacionalistas del México decimonónico respaldadas por el México encabezado por el PRI del siglo XX. No estoy tan segura, como lo dicen los autores, que el sur creció “alejado de los mercados internacionales”. El sur estuvo vinculado con el Caribe, con América del Sur, con Europa desde el siglo XVI. Tuvo otra dinámica, porque estuvo compuesto por una sociedad contrastantemente distinta a la sociedad del norte mexicano. No obstante, hay que reconocer la explicación que ofrecen los autores sobre la importancia de la distribución nacional y no regional del pacto fiscal. Seguramente la historia de nuestra república a sus doscientos años ofrecerá más de un ejemplo de cómo el sur fue pieza clave para mantener la gobernabilidad de la república, cómo Yucatán o Veracruz representaron zonas estratégicas para la defensa de la soberanía nacional. En mi opinión, aquí debe recurrirse no sólo a estadísticas o estudios actuales respecto al pacto federal, sino a la historia que nos ha hecho nación. Una nación compuesta de provincias convertidas en estados que tuvo como principio la felicidad y prosperidad de todos y no sólo de algunos, un federalismo que arrancó en Jalisco, Yucatán, Oaxaca y Zacatecas apostando porque ningún pueblo sería superior a otros, que todas las partes tendrían que ser consideradas iguales, hermanas, federadas.
La importancia de la investigación social y humanística radica en ofrecer nuevas explicaciones no tanto para ofrecer nuevos modelos y esquinas para pensarnos, no tanto para desmantelar viejos mitos y explicaciones metafísicas, sino para explicar cómo es que esos mitos se han armado con intereses económicos, consorcios internacionales, imperialismos y consecuentes colonialismos, coyunturas políticas, faccionalismos y procesiones devocionales. Así no es, es un claro ejemplo de que necesitamos, con urgencia, reconocer la madera con la que están construidas nuestras creencias.
*Viri Ríos y Ray Campos, Así no es, México Grijalbo, 2024.
Viri Ríos y Ray Campos, Así no es.
Las monedas de ceniza que los muertos se ponían en los ojos para pagar la travesía a Caronte, o la Relación de estos días
[como un contemporáneo canje migratorio para cruzar el extenso mapa del dolor humano, varias instantáneas de Rafael Calderón] i
6Por Armando Salgado
1. La antesala a la sombra nuestra, el presagio que nos hunde
El escritor y crítico literario Rafael Calderón publicó “La región de las sombras” en 2008, como parte de los Premios Michoacán de Literatura, obteniendo el galardón de poesía que llevaba el nombre del poeta uruapense Carlos Eduardo Turón. Esta edición es parte de la colección de Jitanjáfora, dedicada a la poesía contemporánea de esta entidad. Menciono este libro porque en él se revela la poética de Rafael Calderón: la búsqueda del presagio inminente para arribar a uno mismo, como advertir “la llegada del día con la puesta del sol”, como necesitar: “Incandescentes misterios (hallazgos que son frutos) […] (llamaradas que son buen día)". Dice Ramón López Velarde: “Mi espíritu es un puñado de ánimas”. Por lo que el presagio en la poética de Rafael Calderón podría ser el crepúsculo hecho personas que se desvanecen con los años; lo externa en su poema La cruz: “Desconozco el rostro que viene conmigo. / No sabía que mi sombra / anuncia la llegada, adelantándose a los rayos del sol / formando la unión entre el cielo, / la tierra, y aquella imagen que muere; / recuerdo nombres al mirar mis ojos”. En esa mirada hacia uno mismo donde se desprenden los paraísos perdidos: la infancia escurridiza como manantial inagotable y los rostros que se encienden con la memoria. Ramón López Velarde se manifiesta por segunda vez: “Mi espíritu es un puñado de ánimas”. Esta búsqueda de presagios que emprende el poeta es el descenso sinuoso a los materiales vivos, esas llamaradas que atan fabulación y pasado, con el presente que se desvanece cuando surgen nuevas preguntas. Rafael Calderón nos recuerda con “La región de las sombras” lo que el poeta y ensayista británico W. H. Auden trazó con delirio, también inagotable: […] “siempre existe la posibilidad de volver a / hundirse”. Aunque Calderón deja abierto el retorno como una herida expuesta en su poema Manantial de fábulas: “Oír una salida (recordando esa puerta que contempla / hablar del hacer inmóvil en cada espacio, / un pasado tierno, terrible y sin nombre”. Esa apertura, aun desde el dolor, es presagio de lo intangible que nos habita con fanatismo: la necesidad de saber que podremos regresar del interior, aunque toquemos fondo, una y otra vez, y volver con el corazón convertido en otro, o en otros. Ramón López Velarde lo dice por tercera vez: “Mi espíritu es un puñado de ánimas”. Rafael Calderón a través de “La
región de las sombras” desciende una y otra vez a su memoria aérea; lo sentencia en su poema Carta-poema: “El día termina y es un gesto escribir aquello que recuerdo, / las palabras tienen sangre entre el signo de diversas imágenes. / Mientras la noche acecha en los recuerdos”.
2. “Relación de estos días”, la continuación del hundimiento Rafael Calderón publica Relación de estos días en 2024, gracias al prestigioso sello Buenos Aires Poetry, de la albiceleste Argentina. Pasaron 16 años para confirmar su vocación por el hundimiento, ese horizonte ineludible y necesario para divisar una puerta que nos permita salir de nosotros mismos. El arte poética de Calderón, la búsqueda del presagio para arribar a uno mismo, continúa con la misma vorágine y construye otros descensos: la presencia de la ciudad como ese puñado de ánimas lopezvelardiano; el mar como un arsenal de imágenes para alimentar el sueño; el amor y sus múltiples disfraces de sombra; el deseo y su eterno purgatorio; las pérdidas y sus despojos; la despedida como una erosión que no sana; la desnudez y el derrumbe de la vista; todo lo anterior desde la unicidad que logra el autor con el refinamiento de lecturas de poesía, revisión exhaustiva de fuentes canónicas y la crítica literaria como recursos para modelar una poética perspicaz, cubierta de matices filosóficos y el refrendo de las influencias clásicas tanto de la tradición mexicana y por supuesto, michoacana. De eso va la poesía, de formular un mapeo personal que configure una poética dinámica o unívoca, ambas como parte de los flujos creativos que cada autor o autora define, al esclarecer sus motivos de escritura. En el caso de Rafael Calderón hay una ruta lírica que extiende sus matices en la búsqueda más allá del presagio, donde cada poema es una puerta hacia el descenso, o una provocación que desenmascara otras preguntas para avanzar entre páginas blancas y entre las cuartillas de la vida. En estas páginas también encontramos referencias al Homero odiseico, pero también se vislumbra al nuestro, como lo data Rafael Calderón, al dedicarle un poema al poeta michoacano Homero Aridjis por sus 80 años; recalcula la dirección del tiempo al decir: “Homero: ¿El otro? ¿El nuestro? / La voz visible nombra y dice: / `el viaje de la palabra escrita´ / `en las fuentes del instante´/ [para] tantas cosas / [que]
pueden suceder sin prisa. El tiempo y sus engranajes tejidos a la piel finita de las personas es otro hilo conductor de este libro de poesía, como si fuéramos otro pasaje de la “Eneida”, donde Virgilio “indignado” de “espíritu, huye, / lanzando un gemido, a la región de las sombras”. Somos esa región que alumbra nuestras caras, para descubrirnos frágiles de piel, de edad, de eternidad. Dice Rafael Calderón al respecto, en su poema La hoja de oro: “Estoy llamado a guardar silencio. / Lo que quiero es conservar la máscara secreta. / Escribir por un instante esa edad / con la luz de la luna. / Sa-
biendo que su rostro me parecía real, / asimismo, era una máscara”. ¿Qué máscara? ¿La de él? ¿La de nosotros? ¿Una máscara para el puñado de nuestras ánimas? Sentencia Rafael Calderón: “La soledad entre nosotros es el rostro”. Sea este libro de infinitos semblantes, -de esta inconmensurable soledad- el paso al otro lado del río Aqueronte, para tocar tierra firme, al menos en nuestro propio corazón que rara vez no se hunde.
Relación de estos días, Rafael Calderón; Buenos Aires Poetry, Argentina, 2024.
A different man, de Aaron Schimberg
Edward (Sebastian Stan) es un hombre con neurofibromatosis, un trastorno genético que provoca el crecimiento de malformaciones y tumores de gran tamaño en el rostro. Dicha afección le ha significado dificultades e inseguridades al momento de relacionarse con otras personas. A pesar de ello, trata de mantener una vida normal, y hasta tiene cierto interés por dedicarse a la actuación de manera profesional.
Edward vive en un pequeño departamento en el corazón de Nueva York; un lugar descuidado, sucio y con goteras enormes. Un día, se muda al departamento de al lado una chica llamada Ingrid (Renate Reinsve), quien no sólo trata a Edward con una amabilidad a la que no se encuentra acostumbrado, también parece genuinamente interesada en su vida personal. Motivado por su deseo de acercarse más a ella, Edward acepta formar parte de un tratamiento médico que se encuentra en una etapa experimental. De funcionar, este medicamento le removerá todos los tumores y malformaciones de la cara. Con un rostro renovado, Edward también asume una nueva identidad, haciéndose llamar Guy.
Siendo prácticamente un hombre diferente, el protagonista se reencontrará con Ingrid, sólo para descubrir, con enorme sorpresa, que ella parece estar más interesada en el Edward del pasado. Tiempo después,
masculina, la soledad y el patetismo humano. Con un estupendo sentido del humor, el filme se enfoca en los diversos predicamentos a los que se enfrenta el protagonista antes y después de su transformación física, los cuales oscilan entre un tono realista y deprimente en la primera etapa, que se contrapone al absurdo excesivo, casi al punto de lo caricaturesco, en la segunda.
hará su aparición a la escena el carismático Oswald (Adam Pearson), un hombre con la misma condición médica que tuvo Edward, pero que porta sus malformaciones con orgullo, confianza y sin ningún tipo de vergüenza.
A different man (2024) es la excepcional nueva película del cineasta Aaron Schimberg (Chained for Life, 2018), un relato que funciona dentro de múltiples niveles y lecturas, relacionadas con la autopercepción
Estos dilemas dejan entrever a un individuo de un carácter débil que sólo tiene traumas y dudas constantes; defectos de personalidad que ninguna cirugía reparadora ni ningún tratamiento embellecedor harán desaparecer. En ese sentido, el filme de Schimberg es un detallado retrato sobre el desprecio hacia uno mismo, cuyo sentimiento de rechazo o aversión se encuentra ligado a ciertos estándares de belleza, imposibles de cumplir, impuestos por una cultura que pone a la imagen como principal prioridad. Para reforzar dicho discurso, Schimberg utiliza el concepto del doble, o doppelgänger, que no hace otra cosa que alimentar ese temor a
ser reemplazado por alguien que no sólo luce igual a nosotros, también es mejor en todos los sentidos.
El filme reflexiona en estas cuestiones a manera de metarrelato. Con claras reminiscencias al cine de Charlie Kaufman, más en concreto con la estupenda Synecdoche, New York (2008), Schimberg propone una puesta en abismo en su argumento inicial. Ésta toma lugar dentro de una obra de teatro escrita por Ingrid, en una puesta en escena sobre la vida del propio Edward, quien, de manera irónica, ha perdido la capacidad de interpretarse a sí mismo.
De tal manera, A different man es una profunda exploración sobre cómo la falta de autoestima termina por anular al individuo, hasta el punto donde el simple acto de mirarse al espejo únicamente produce rencor y resentimiento. Con singular ingenio, empatía y un sentido del humor cruel y mordaz, se trata de una formidable representación de la condición humana en su forma más vulnerable, expuesta y contradictoria.