La Gualdra 586

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Pierre-Auguste Renoir nació en Limoges, Lemosín, Francia, en 1841. Es considerado como uno de los pintores impresionistas más relevantes de la época. Hijo de Léonard Renoir -sastre- y Marguerite Merlet -costurera-, aprendió a observar desde niño la belleza de la figura humana impactada por la luz y a trasladarla al lienzo con maestría. La pieza Mujer apoyada en su brazo fue realizada en 1918, un año antes de que falleciera en Cagnes-sur-Mer, Provenza-Alpes-Costa Azul, Francia. Actualmente se encuentra en exhibición en el Museo de Guadalupe, en la exposición Del Romanticismo a la Modernidad, perteneciente a la colección del Museo Soumaya, Fundación Carlos Slim. Visite el museo, la entrada a la muestra es libre.

SUPLEMENTO CULTURAL NO. 586 /// 21 DE AGOSTO DE 2023 /// AÑO 13 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Pierre-Auguste Renoir. Mujer apoyada en su brazo. Óleo sobre lienzo 35.7x 29.8. 1918. Colección Museo Soumaya. Fundación Carlos Slim.

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Juan Rafael Coronel Rivera nació en la Ciudad de México el 25 de mayo de 1961. Es poeta, fotógrafo, narrador, ensayista, crítico e historiador del arte, curador, etnólogo y editor. La vida de Juan ha estado en contacto siempre con el arte y con la belleza, de ahí que, de manera natural, y para fortuna nuestra, se dedique a los temas anteriormente mencionados. Muy joven, cuando apenas tenía 19 años realizó su primera encomienda como asesor etnográfico en la muestra Máscaras de México, en 1980; ése sería el inicio de una larga y fructífera carrera en el ámbito de la curaduría, pues a la fecha ha realizado, como curador independiente, más de 100 exposiciones relacionadas con la antropología, la etnografía y las artes plásticas mexicanas.

Su familia paterna es originaria de Zacatecas; su abuela nació en Jerez, su abuelo en Zacatecas, igual que su padre y sus tíos. Pedro y Rafael -su padre- heredaron a su tierra dos portentosas colecciones de arte que actualmente se exhiben en los museos que llevan su nombre. Rafael estuvo siempre más inclinado a coleccionar arte popular, de ahí que el contacto que tuvo Juan con las máscaras, los títeres y los objetos ceremoniales de distintas partes del país, necesariamente contribuyó a la creación de un imaginario sin igual en el entorno familiar; desde su infancia, además, fue testigo de distintos procesos creativos artísticos, lo que fue acrecentando su interés por la imagen, por lo que se capta en primera intención con una cámara y que re-descubre lo no visto en la cotidianidad.

Su desarrollo profesional como fotógrafo ha sido más que acertado; agudeza, sensibilidad, y perspicacia absoluta son la constante en sus tomas registradas en exposiciones, catálogos y libros como Rituales atmósferas (2000) y Ce Acatl: Cuando las piedras hablaron (2005), y La Plaga Un análisis visual alrededor del turismo (2019) y el más reciente de su exposición Mentiras. Paisajes tentativos (2023) dan cuenta de ello.

Juan Coronel ha forjado, además, un connubio muy particular entre la fotografía y la poesía; porque con la fotografía hace poesía y con ésta, nos regala imágenes poderosas. Decía Federico García Lorca que “Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio”, y yo recurro a esta frase para referirme a lo que hace Juan con las palabras en éste su nuevo libro Llegamos, hambre, editado por Talamontes Editores, y en donde, sin artificio alguno nos devela su mirada del mundo y del hambre, y donde nos dice

“Tus hambres, el estrés donde te miras desplazado, por otro santo más santo, por otro dios más dios.

Cada uno de nosotros, desobediente, es dios. Te timbran trashumante, y la harina de cada puerto donde encallas te huella, y amasan las olas los guijarros de tus ansias.

Sé que son Ladinos tus magias, lo que hierve en tus escrituras, son las migas de tus deseos incumplidos”.

Cito este fragmento de uno de sus poemas sólo para dar una idea de lo que el lector podrá encontrar en su más reciente libro y al que le tiene una estima especial. No es el primero, pero sí el más maduro de ellos, el que más le gusta, el que es “más él”, de acuerdo con sus propias palabras. Juan habla del hambre en el sentido más amplio del término, de aquello que sentimos ante la falta de provisiones y que no se refiere sólo a lo que alimenta el cuerpo. Comparto otro de sus poemas:

“Pido un carajillo, entre los tiempos --un siglo frente a mí, un siglo a mis espaldas--, no me fío del espacio que me has dado, por eso lo ninguneo. Y tu sangre, vino bebida y camino. Soy la cirrosis de tus rezos. Llegamos hambre. Recuerdo: mi madre me tiene secuestrado con su muerte”.

El libro se presentó el domingo 20 de agosto en la Feria Nacional del Libro Zacatecas 2023 en Plaza de Armas y fue comentado por el poeta Raúl García Rodríguez. Usted puede adquirirlo directamente en la página de Talamontes Editores,i se lo recomiendo ampliamente.

Que disfrute su lectura.

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Cómo tratar de vencer a los gigantes de Etiopía en Don Quijote de la Mancha, Primera parte, de Miguel de Cervantes Saavedra [1] Por Daniel Sibaja

5 Contenido Editorial

“Pero, amigos, ‘nunca’ hemos llegado demasiado tarde” [Prólogo del libro Los hombres rotos, de Carlos Roa] Por Ricardo Espinoza Lolas

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Rituales durante la transición dinástica: En el trono, en la tumba y en el cielo. Los Actos de Real Sucesión por la Real Audiencia de México durante la transición dinástica (1665-1725), de Salvador Lira Por Alejandra Miroslava Padilla Medina

El hombre crucigrama Por Roberto Abad

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Memorias en fuga… por los caminos de la risa y el olvido Por Álvaro Luis López Limón

Isabelle Stengers: en compañía del pensamiento crítico y creador la encrucijada del presente Por Sigifredo Esquivel Marin

LA GUALDRA NO. 586 /// 21 DE AGOSTO DE 2023 /// AÑO 13
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores. Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
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Cómo tratar de vencer a los gigantes de Etiopía en Don Quijote de la Mancha, Primera parte, de Miguel de Cervantes Saavedra [1]

DN (En un lugar de la Emérita, de cuyo nombre ha de ser siempre acordado, hubo no hace mucho tiempo que moría un Autor de los de lente astillero, escritorio antiguo, bicicleta rancia y hule pinchado. Una olla de algo menos que espagueti y de carne chimex, café con bigotes las más noches, molletes y omelette los sábados, paté los viernes, algún yogurt de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su sueldo y cotización del IMSS).

CR [En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelo y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda].

Hace unos días mi grupo de enfermos mentales se desintegró. Creo que lo más obvio fue el ego. Tal vez en ese sentido he estado temblando y sin alguna paz de por medio en mi interior. No sé si rendirme, o volver a cambiar definitivamente. He tratado de estar en muchos grupos de autoayuda y he desfilado por las camillas terapéuticas. De algo estoy seguro, los adictos somos egoístas. Y el fallar muchas veces está en nuestras manos. Quizá el único complemento adicto al que estoy relacionado positivamente es hacia la Lectura. Leo en todas horas y en cualquier sitio. En el autobús, caminando por las calles, en medio de mis clases, a la hora de la entrada, en el baño y muy pocas veces en mi escritorio. Como resultado lamentable, mi ojo izquierdo se ha ido desviando. Fue entonces que, en esa maroma de redenciones, hallé mi libro de Don Quijote de la Mancha (en una edición del 2004), la cual fue obsequiada a los maestros por uno de los presidentes más detestables de México.

La primera parte de El Quijote es sin duda la que proporciona la escena más ilustrada de la obra. Los molinos de viento confundidos por el caballero con unos Gigantes. Creo que sabemos de qué va el libro, pero pocas son las personas que vuelven a sus páginas y se enfrentan igualmente a ese gran cúmulo de letras. En esta batalla he perdido también muchas veces. Sin embargo, me propuse intentarlo una vez más. Resolver el dilema de la primera novela moderna, un hombre cincuentón y su escudero Sancho Panza, quienes se aventuran a una de las historias más caballeres -

cas en un contexto social nada caballeresco de una España en crisis, en una realidad que hasta para nosotros es tan lejana y gigantesca, pero no así de injusta como la de ahora.

DS (Causó desprecio a la licenciada la complejidad del maya y mandó al conserje que le fue dando aquellos libros de dos en dos, para ni ver de qué trataban, pues no hallaba ninguno que

no mereciese sino el fuego. “Sí”, dijo la contadora, “¿servir?, ninguno ha de servir, porque todos son viejos y traen termitas: mejor será quemarlos y dejar algunos en las ventanas, hacer un cenicero de ellos y seguir poniéndolos en fuego; y, si no, llevarlos al basurero, y allí se hará la fogata, y nadie verá el humo”).

CR [Causó risa al licenciado la simplicidad del ama y mandó al barbero que le fuese dando de aquellos libros uno a uno, para ver de qué trataban, pues podía ser hallar algunos que no mereciesen castigo de fuego. “No”, dijo la sobrina, “no hay para qué perdonar a ninguno, porque todos han sido los dañadores: mejor será arrojallos por las ventanas al patio y hacer un rimero de ellos y pegarles fuego; y, si no, llevarlos al corral, y allí se hará la hoguera, y no ofenderá el humo].

¿Cómo explicar una adicción? ¿Cómo convencer que la tuya, la más favorable, puede ser la Lectura? Hace unos días me señalaron que no tengo “iniciativa” por tener siempre un libro en la mano. El anterior fragmento sucedió en el colegio de la Lengua Maya, en los años que mi madre dio clases para esa institución en Mérida. En cuestiones de la razón, alrededor de aquella persona, estaba quizá lo religioso, o simplemente, la ignorancia. He discutido acerca de eso en otras reseñas. A veces por ello me pregunto si los libros me han servido o sólo me han dañado. En realidad he visto que la gente desconozca sobre la ficción últimamente. De hecho, los cronistas y los escritores del no-fiction son los más premiados en Latinoamérica en estos años. Mi inquietud es la siguiente, tal vez, no somos locos diciendo que estamos regresando a los años en los que la ficción estuvo prohibida. ¿Qué pasa cuando la realidad sobrepasa los gustos de la gente? Debemos cuestionarnos qué tanto ese mundo detrás de la pantalla es real. Sólo basta un shock en tu vida para darte cuenta de la realidad de este mundo, pero además de ese dolor humano tan común, ahora debemos escapar a ese otro lado digital. ¿Entonces dónde quedó la ficción? Bueno, podría decir que detrás de un iPhone o un iPad. Pero la verdad es que hoy todos vivimos confundidos. Yo mismo he sobrepasado mi realidad por culpa de esa falsa ficción real que nos ofrece el mundo a través del wifi. Hoy la hoguera de los libros está en nuestras manos, y todos los días incendiamos nuestras bibliotecas en este otro sitio, sí, tu íntima relación secreta con el Internet. Escríbame si así desea al correo: daniel.sibaja97@ gmail.com, con mucho gusto les leeré.

* (Mérida, Yucatán, 1997)

Libros

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Don Quijote lucha contra los molinos de viento, ilustración de Gustave Doré, 1863.

“Pero, amigos, ‘nunca’ hemos llegado demasiado tarde”

[Prólogo del libro Los hombres rotos, de Carlos Roa]

“Sabes que nada ha llegado demasiado tarde y que ni la luz blanca ha ardido demasiado y ni tantos buques en los ojos tenemos encallados ni los ojos se nos abrieron como el mar ni igual que la respiración de los peces los tenemos sumergidos”. Roa,

mundo ni a nade, ellos se mueven a flor de piel; como una cierta Baubo, esto es, una máscara del pudor mismo de Ariadna que como oquedad superficial abre múltiples palabras para que como esquirlas vayamos construyendo “Islas de Solari”, esto es, significaciones para resignificarnos y bailar, y transitar en medio de la nada, pero en la superficie de las materialidades, en sus texturas, en sus sensaciones; las cuales se actualizan en nosotros y con ello nuestros cuerpos se acoplan y se dinamizan unos con otros.

¿Se puede poetizar hoy amando radicalmente a Hölderlin como todo gran poeta-pensador, pero siendo radicalmente un anti-Hölderlin? Nietzsche lo hizo y ahora Roa repite su gesto. Esto es lo que van a encontrar, estimados lectores, en una lectura “desde dentro” del texto mismo de Los hombres rotos de Carlos Roa. He quedado realmente conmovido con este poemario. Leer este texto es como cuando leí por primera vez a Huidobro, o a Parra, o a Zurita. Roa es tan cercano al gran poeta alemán y, a la vez, tan, radicalmente, lejano, es su antípoda. ¿Qué acontece en este poemario? Algo que no es ningún tipo de escisión que deba ser de alguna manera reconciliada o suturada o parchada o salvada; diría que es un Poemario “dionisíaco”, pues en el mismo plano de inmanencia del

trazo poético, a la luz de varios hitos, se da una cierta abertura a distintas expresiones de lo humano con lo real que a distancia se le impone y siempre lo fragmenta, los rompe, los resquebraja, lo hace estallar, pues es su propia vaciedad constitutiva la que lo hace bailar, con pies ligeros, ya como una Ariadna, ya como un Bowie: somos hombres rotos de la tierra.

Estamos ante un texto “formalmente” anticristiano y por ello es el reverso del poeta alemán. Y allí, es lo que más me fascina del poemario, se da su malicia demoledora de los poetas-pensadores “serios y profundos” cristianos que siempre, como algún Hölderlin, se quieren lanzar al Etna de turno. Roa como Nietzsche jamás se lanzarían a las profundidades del abismo romántico para poder salvar o redimir al

Y, por tanto, creo que debiéramos repensar ese poema de Hölderlin titulado El único (1801-1803);i en donde el gran poeta cristiano genera una síntesis entre paganismo (Diónysos) y cristianismo (Jesús) vía la figura mítica de Hércules, como el gigante masculino de la fuerza que va realizando y domesticando lo primitivo del mito (similar a lo que Rossellini realiza en Viaggio in Italia, 1954; cuando la célebre estatua de Hércules Farnesio del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles es el vínculo entre Ingrid Bergman y “su” deseo más radical). Yo pienso que la figura no es Hércules, sino debiera ser Ariadna en su “pudor” mismo; algo de esto intuye Schelling en su curso de la Filosofía de la Revelación cuando nos habla de lo femenino del culto dionisíaco como clave para entenderlo y que en el poemario de Roa se muestra por todas partes, en sus esquirlas, mesetas y que son como perforaciones de lo real que se dan en cada uno de sus lectores. Con Roa realmente se visibiliza en sus poemas tanto la experiencia pagana como la cristiana a la luz del baile entre Ariadna y Diónysos; y, por lo mismo, lo cristiano queda “incorporado”, literalmente, en lo pagano. Y esto que sería imposible por abyecto para Hölderlin aquí fluye de modo

“acuoso” y nos permite nadar en medio de las cosas y a pesar del capitalismo. Es un poemario a la altura de nuestro tiempo capitalista, esto es, cristiano (una cierta totalidad y, como tal, cerrada), pero desde la materialidad pagana dionisíaca que le da “aire fresco”, pues siempre está abierta y no deja nunca de supurar en cada verso, en cada poema. Y esto que aparece y constituye a Los hombres rotos se esconde totalmente en la gran elegía de Brot und Wein (primera versión) de Hölderlin en la célebre séptima parte que es clave de la obra del poeta y del pensamiento contemporáneo: “Aber Freund! Wir kommen zu spät […] ¡Pero, amigo! Hemos llegado demasiado tarde”.ii Pues el poeta de Lauffen nos expresa que es la escisión lo constitutivo de lo humano como expresión de lo real mismo y esto se resuelve de la mano del dios de las viñas y del dios de la cruz. Y así se invisibiliza totalmente el operar de Ariadna en el hacer del dios de las viñas, esto es, la propia materialidad a distancia que se abre en cada uno de nosotros, sin plano de trascendencia alguna, que en el Poemario de Roa se expresa de modo ejemplar. El filósofo Félix Duque explica el operar mismo del poeta Hölderlin y en ello nos deja fuera de lo dionisíaco mismo que mienta la vida en sus sensaciones:

“… no habrá retorno de los dioses, ni tampoco un más allá que nos ‘compense’… sabiendo con todo que, en recuerdo de la noche sagrada, seguiremos estando confortado por los dioses ofrecidos de consumo Dioniso (el hijo de la Llama y de la Carne, engendrado en la tormenta del Dios) y Cristo (nacido de la Mujer de tierra y del Espíritu divino), a saber: los misterios del pan y del vino”. iii

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Poesía
Carlos, Los hombres rotos…

Y aquí radica la cualitativa diferencia de Carlos Roa no solamente con el poeta Hölderlin (y de pasada con el filósofo Duque), sino también con ciertos pensadores que no pueden pensar lo femenino del culto de Ariadna como la clave para resolver nuestras vidas en medio de la barca de la muerte que nos constituye, porque el cristianismo, como una totalidad, se los impide. Y en Los hombres rotos se da todo lo contrario. El canto de Roa es anticristiano y nunca deja la superficie misma que se nos da fragmentada como momento para dar con lo humano. Y ya con este gesto no necesitamos los poetas del dios de la cruz, pero sí los poetas del dios de las viñas y añadiría, contra Hölderlin, a favor de Roa, de la mortal del Laberinto para expresar este horizonte ariadneo-dionisíaco: “… ¿y para qué poetas en tiempo indigente? / Pero ellos son… como los sacerdotes sagrados del dios del vino / que en la noche sagrada de tierra en tierra vagaban”.iv De eso se trata, de vagar en la tierra que al propio poeta alemán se le olvidó, en la tierra dionisíaca en la expresividad de la palabra para que se dé de alguna forma una cierta afirmación, sin pasar por la “metafísica de la creatio ex nihilo” que llevo al propio Hölderlin a la locura. No es necesario plano de trascendencia alguna para poder bailar sobre las cosas y en ello hacer junto con las cosas modos operativos de vida. Somos, como dice Roa siguiendo a Nietzsche, eminentemente:

“Hijos de la tierra: no más que hombres rotos”

Carlos Roa es un pagano de esos tremendos que como “monstruos” (los que nunca se dejan formalizar por determinación alguna que los confine) acontecen en estos días sombríos de capitalismo laberíntico que nos intenta encerrar, cual Minotauro, para que de allí no salgamos

vivos hasta que nos quiten la última gota de vida, una gota que mienta todo el esfuerzo que hemos puesto precisamente para vivir en dicho laberinto (como en el filme Parásitos, 2020, de Bong Joon-ho), pero que en ello mismo, en ese esfuerzo, nos extrae, el capitalismo, hasta nuestras vidas y nos volvemos en zombis, en sombras de vida, en parásitos. El cantar de Roa nos lleva, sin miedo, sin culpa, ni deuda, ni deber a bailar como hijos de la tierra. Y sin torre de control que nos determine de modo a priori, sin que nos llame a volver o nos oriente a dónde ir. Los hombres rotos como el Major Tom de Bowie se fugan de lo simbolizado como interior (eso espiritual que funciona como sentido último en y por sí mismo) y en ello con un exterior como si fuera el lugar dador del sentido a secas (el gran otro no existe). Y no olvidemos que si el interior cae también cae ese exterior, porque las dos posiciones se co-pertenecían como un tipo de relación de intercambio; y, por tanto, ambas caerán de su ficción soberbia y ontológica de ser una posición originaria unilateralmente. Y así, con esta operación del mutuo caer porque no opera “creatio ex nihilo” o, dicho de otra forma, castración alguna, la única operación posible, podemos transitar y crear “estrellas danzarinas” desde ningún lugar determinado y clasificado o archivado de entrada, pues no hay lugar original, porque no estamos en lo que nos determina a secas y nos nombra y define esencialmente, luego no somos ni humanos neuróticos que viven atrapados a su síntoma y que de allí no pueden salir; y, por ello mismo, al no ser neuróticos, sabemos amar (porque no hay traición alguna que se dé) y, a lo mejor, también podemos sonreír cuando nos acontece el matiz de lo sutil de la distancia de las palabras que retornan y se nos actualizan en la piel y nos generan huellas como tatuajes

que se afirman en la piel, son la piel y nos sostienen totalmente rotos, sin nada que temer:

“Hijos de la tierra: no más que hombres. Sin miedo, nada nos deben y a nadie debemos, conocemos bien varias cosas por la posición de los astros en el firmamento. Bailamos y ocupamos la cabeza en nada. Los ojos nos los quemó el humo, y los tenemos en llamas, y sólo dan a luz pájaros de llamas y humo. Algo se rompió en nosotros y fuimos rápido hacia ningún lugar. Porque en ningún lugar saltan los troncos ramosos al mar, ningún lugar somos los hombres rotos, ningún lugar son las playas rompiéndose en nosotros, ningún lugar he de ser yo postrado pidiendo por ti, rezando por ti, y porque nadie se entere de lo que nos une, y por no decirle al resto por qué nos queremos y cómo nos queremos”. Roa, C., Los hombres rotos

(Playa Ancha, Valparaíso, 15 de octubre de 1967) es un académico, escritor, teórico crítico y filósofo chileno. Su obra articula el pensamiento de G.W.F. Hegel con la Teoría Crítica actual imbricada con la fenomenología de X. Zubiri y el pensamiento estético creativo de F. Nietzsche.

Y con esta matriz su pensamiento pretende dar respuestas a la cultura de estos tiempos y, a la vez, busca mostrar nuevas lógicas creativas que permitan abrir una alternativa al capitalismo imperante global. Doctor en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid y Catedrático de Historia de la Filosofía Contemporánea de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Es miembro, entre otras instituciones, del Center for Philosophy and Critical Thought de Goldsmiths. University of London. Es Director del Centro de Estudios Hegelianos de Valparaíso. Además, es Socio del Instituto de Sistemas Complejos de Valparaíso, Chile.

Sobre el autor:

Carlos Roa. Santiago de Chile, 1980, es Profesor de Filosofía, Licenciado en Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y el Institut d’Etudes Politiques de Rennes (Francia); Doctor en Filosofía también de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y la Universidad Paris VIII (Francia) y académico de la Universidad Alberto Hurtado. Ha publicado artículos y ensayos en revistas especializadas sobre Filosofía contemporánea y Estética y, como poeta, es autor del poemario La ciudad ardiendo (2020).

i Véase, Hölderlin, F.: “Der Einzige” (dos versiones), en Hölderlin Werke. Auswahl in zwei Bänden. Stuttgart Berlin Lepizig, Deutsche Verlag-Anstalt, 1930, pp. 256-263. Hölderlin, F.: “El único” (dos versiones), en Hölderlin. Poesía completa Edición bilingüe. Barcelona, Ediciones 29, 1977, pp. 385-395.

ii “Pero, amigo, hemos llegado demasiado tarde”. Hölderlin, F.: Pan y vino (Edición bilingüe de Félix Duque). Madrid, Abada, 2022, pp. 24-25.

iii Ib., p. 14.

iv Ib., p. 27.

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Poesía
Carlos Roa Ricardo Espinoza Lolas

La novedad editorial En el trono, en la tumba y en el cielo. Los Actos de Real Sucesión por la Real Audiencia de México durante la transición dinástica (1665-1725) de Salvador Lira (Universidad Autónoma de Zacatecas, el Centro de Actualización del Magisterio, Zacatecas y Paradoja Editores), se inserta dentro de las investigaciones de la emblemática y forma parte de los nuevos debates en cuanto a la caracterización del emblema tríplex y sus variantes, buscando la respuesta de “¿qué es lo que comunica un cierto emblema, cómo lo hace y a quién?” (2009:52).

En perspectiva, se trata de un estudio con diversas herramientas teóricometodológicas entre la historia cul-

En

tural, la historia del arte y la filología. Lira nos adentra a un recorrido por un extenso estado de la cuestión en torno a los estudios del arte novohispano, la emblemática y la fiesta barroca. Explicando más a fondo los fenómenos del emblema y sitúa su producción en la consolidación de una mirada “ritual” sobre los ejes en que se fortalecieron los artefactos que representaron al monarca durante los siglos XVII y XVIII en la Nueva España.

Para Lira su objeto es explicar cómo estos actos de real sucesión, juras y exequias reales forman parte de un proceso de nueva convivencia de símbolos y reconfiguración de emblemas. Su mirada se centra en la explicación, por supuesto, de qué comunica determinado emblema, bajo cuál es la manera en que se realiza o transita —llevado a cabo en un riguroso protocolo y ceremonial—, además de cómo y hacia dónde se expresan los mensajes que adquieren sentidos político-morales y de contención del Estado dentro del contexto de la fiesta barroca.

El marco temporal que abarcó Lira para la realización de su análisis se contempla dentro del contexto histórico de la primera gran crisis dinástica

que vivió la Nueva España: la transición de la casa de Habsburgo a la de Borbón. La periodización es contemplada desde los primeros debates de la sucesión, con la muerte de Felipe IV “El Grande” en 1665; examina el clímax del proceso con el fallecimiento de Carlos II “El Hechizado” —quien quedó sin poder lograr hijos herederos al trono— y culmina con la revisión y transposición de la primera etapa del gobierno de Felipe V “El Animoso” y su malograda sucesión con su hijo Luis I. La obra contextualiza el proceso desde una mirada histórica cultural y política, la cual permite observar que se trata de un proceso de larga duración.

El objeto de estudio, como comenta el autor, establece un vínculo entre el protocolo, el ceremonial y la producción artística con el uso de emblemas, en el marco de la fiesta barroca. Lira centra en la mirada en el análisis en los ceremoniales de transición de poder, las exequias y las juras regias, unificadas en un mismo momento que denomina Actos de Real Sucesión, entendidos como: “[…] los protocolos y representaciones en torno al traspaso de la monarquía entre un rey que muere o que abdica, junto al ascenso de un príncipe

sucesor.” (Lira, 2023:88). Su estudio, si bien parte de una mirada desde la Monarquía Católica se enfoca en aquellas manifestaciones celebradas por la Real Audiencia de México, con la colaboración de los cabildos Catedral y de la Ciudad. Parte de la pregunta central “¿cómo es que los novohispanos en los Actos de Real Sucesión patrocinados por la Real Audiencia de México, ante un cambio de dinastía, pasaron de la apología de una casa reinante a la de otra manteniendo la lealtad al reino como si fuera el mismo?” (Lira, 2023:37).

La obra tiene en lo general seis capítulos. El primero explica cómo fueron los espacios de significación festiva, editorial y emblemática de los Actos de Real Sucesión en Nueva España. El segundo explica el modo en que las juras y exequias regias se llevaron a cabo por la Real Audiencia de México. Exponiendo un modelo protocolario y se propone una tipología didáctica entre solemnidades y fuentes documentales. El tercer capítulo explica la manera en cómo se manifestó la lealtad y los códigos castellanos, novohispanos y austriacos en el relevo sucesorio entre Felipe IV y Carlos III. El cuarto explica cómo la Real Audiencia de México llevó a cabo los rituales por Actos de Real Sucesión en las de la transición dinástica entre Austrias y Borbones. El quinto capítulo explica cómo se consolidó el discurso Borbónico, teniendo de base los usos hispánicos Austriacos. Y finalmente, se hace una explicación de los contenidos y relaciones de emblemas en los aparatos festivos, con tópicos entre la razón de Estado, la imagen de América o el sentido de los astros.

Por último, es relevante indicar que la obra ofrece una buena cantidad de títulos hasta ahora inéditos, depositados en bibliotecas y acervos especializados en ambos lados del Atlántico. Se ofrece, además, dos ediciones facsimilares de testimonios manuscritos bellamente adornados a Felipe V y Luis I. También, es pertinente señalar que reivindica y/o rescata la figura de letrados novohispanos, como las del carmelitano Fray Andrés de San Miguel o la de los zacatecanos Juan Ignacio de Castorena y Ursúa y Cristóbal Ruíz Guerra Morales.

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FENALIZ
6 Por Alejandra Miroslava Padilla Medina Lira, S. (2023). En el trono, en la tumba y en el cielo. Los Actos de Real Sucesión por la Real Audiencia de México durante la transición dinástica (1665-1725). Zacatecas: UAZ – CAM – Paradoja Editores.
el trono, en la tumba y en el cielo. Los Actos de Real Sucesión por la Real Audiencia de México durante la transición dinástica (1665-1725), se presenta en la Feria Nacional del Libro Zacatecas 2023, el jueves 24 de agosto, a las 4 de la tarde, en Plaza de Armas.
Comentan: Isabel Terán y Perla Ramírez Magadán; modera: Hesby Martínez. Salvador Lira
Rituales durante la transición dinástica:
En el trono, en la tumba y en el cielo. Los Actos de Real Sucesión por la Real Audiencia de México durante la transición dinástica (1665-1725), de Salvador Lira

El hombre crucigrama Sinopsis

En una cafetería cualquiera de una ciudad cualquiera, un hombre elige una mesa, se quita la gabardina, el sombrero, pide un expreso doble y después de una pausa reflexiva comienza a narrar las historias brevísimas y sorprendentes que habitan en estas páginas. Cada una es una paradoja, una interrogante que se abre ante el mundo y también una pista para completar la tarea que se ha propuesto el hombre sentado en ese solitario café, para dar sentido a su vida, próxima a terminar: quiere crear un crucigrama a partir de la palabra oculta detrás de cada una de estas historias.

Microrrelatos que en unas pocas líneas son capaces de atrapar todo un universo o cuestionar la relación entre los humanos y Dios, de crear situaciones desconcertantes que condensan el sinsentido de la experiencia humana, para luego subvertirlo, darle la vuelta y demostrar el asombroso valor de la existencia de

personas que al igual que tú, lector, están buscando la respuesta.

El libro, además, propone un juego metaficcional y de lectura: en cada página, en el lugar de título de cada microficción se encuentran las casillas en blanco del crucigrama que corresponden a la palabra del título, y que a su vez completa el sentido del texto. De este modo, cada minificción plantea un acertijo que el lector resuelve con su lectura. Al inicio del libro, en una página desplegable, aparece el crucigrama completo, a fin de que los lectores puedan armar ahí también las cadenas y columnas de palabras del crucigrama que correspondan a las historias.

El hombre crucigrama es así un libro-juego que invita a la reflexión profunda, a cuestionar el lenguaje, la literatura, la brevedad. Sin embargo, mantiene en todo momento la agudeza, el sentido del humor y cierta ligereza que contrastan intencionalmente con el ánimo solemne del protagonista.

* Roberto Abad (Cuernavaca, 1988) es escritor y músico. Estudió la Licenciatura en Ciencias de la Educación (UAEM). Algunos cuentos suyos se encuentran publicados en antologías y medios nacionales e internacionales como la revista española Quimera, y se han traducido al francés y al portugués. Fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de narrativa. Coordinó el proyecto Breve manual del libro fantástico (UAM Cuajimalpa, 2020). Ha publicado el libro de cuento brevísimo Orquesta primitiva (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2015) y el libro de cuentos sobre extraterrestres Cuando las luces aparezcan (Paraíso Perdido, 2020), con el que obtuvo el XI Premio Nacional de Narrativa en los Juegos Florales Ramón López Velarde en 2018.

El libro El hombre crucigrama, de Roberto Abad, se presenta en la Feria Nacional del Libro Zacatecas 2023, el sábado 26 de agosto, a las 5 de la tarde, en Plaza de Armas.

Comentan: Ángel Emiliano y David Castañeda.

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Arte y Filosofía

Memorias en fuga… por los caminos de la risa y el olvido

6 Por Álvaro Luis López Limón

Atendemos el vínculo establecido por el arte al representar pictóricamente el sufrimiento, específicamente el eje de significación que se despliega en un escenario de hacinamiento –no lugar–, que, como horizonte de un gran estigma social, alberga la locura. Sabemos que en el arte se representan situaciones que reclaman respuestas; el artista, en un ejercicio de diálogo consigo mismo, representa el cuerpo dolor de un sujeto sufriente. La casa de locos, de Francisco de Goya y Lucientes, ilustra esta situación.

En ella se nos muestra un escenario revelador, es como si –desde fuera– observáramos a través de una sola ventana, alta y cerrada, con barrotes, grieta que derrama luz sobre un espacio lóbrego y enlosado de piedra. Aquí, Goya ensaya una especie de juego en el que muestra por un lado, un escenario que exhibe a un grupo de personas que simulan un intercambio de miradas –mostrándonos tensión en sus caras, ceño fruncido, que no te ven, no te escuchan, no están presentes, y si se relacionan contigo lo

hacen a través del papel que representan– que como vacío indiferente no les interesa nada ni nadie; frente al cuadro, nos encontramos a un espectador –ansioso–, que se presume lleno de vida, incólume ante semejante situación o tal vez ofendido por algo que posiblemente revuelve sus recuerdos; por otro lado, en gesto compasivo nos presenta a un grupo de seres que viven sin contacto con la realidad, entregados a ceremonias imaginarias, batallas o rituales secretos.

Encontramos frente a nosotros a uno de ellos, portando una gran corona de plumas ofrece su mano para ser besada en un ademán de altanería y arrogancia; otro, desnudo y con sombrero de época (tricornio), hace un ademán amenazante, de disparar, mientras que uno más, sentado en el suelo, lleva un atuendo con escapulario y una rudimentaria mitra, en fin, La casa de locos, al igual que el Hôpital de la Pitié-Salpêtrière, son una muestra de la atención que suscitó esta realidad –para Goya malestar y conciencia social–, al reconocer un espacio que expresa sufrimiento, residuos de dolor

Isabelle Stengers:

acumulado individual y colectivamente, y que desvelan el cuerpo dolor de una sociedad extraviada.

La pintura, al abrir la caja de pandora, permite interrogarnos, ¿Cómo o de qué forma, a través del arte, se muestra el sufrimiento? ¿Es posible que la represión –como algo intolerable–, provoque que el sujeto escape de la realidad, que se ahogue en su propio cuerpo dolor?

¿Será que la expresión sintomática de su

sufrimiento lo condenen a repetir, una y otra vez lo sucedido, al grado de ocasionarle un profundo deterioro emocional, tal como el que se vive hoy? No lo sabemos, pero nos permitimos subrayar el efecto hipnótico que produce el cuerpo dolor expuesto en ésta y otras pinturas, en las que se arraiga como brote –que ya germina en la memoria– el camino que conduce a la risa y el olvido.

en compañía del pensamiento crítico y

creador la encrucijada del presente

6 Por Sigifredo Esquivel Marin

La existencia humana es un periplo excesivo, enigmático e incierto, cuya única certeza es la muerte que también es una certeza de vida. Estar vivo sin más, sin por qué ni para qué, estar arrojado al exilio de pequeñas creaciones y recreaciones cotidianas. El sentido de la existencia está dado por su apertura radical de mundo. No hay sentido sino exigencia de búsqueda de sentido. El saber vivir es un conocimiento carnal, sensorial, sensitivo que nos deja el cuerpo henchido de memorias y recuerdos –como añade el gran poeta Kavafis en un poema: “cuerpo, recuerda no sólo como fuiste amado...”.

El saber vivir se impone hoy como saber y sabor vivir con, con-junción de diferencias y diferendos. La exigencia de una sabiduría común y comunitaria es hoy una tarea crucial para afrontar la debacle del mundo contemporáneo desde una perspectiva crítica creadora que no niega o reniega de la necesidad de crear un mundo habitable compartido, con asideros, referentes y horizontes comunes –como sugiere Isabelle Stengers (Reactiva el sentido común, 2022) repensando libremente el espíritu de Whitehead. Empero se trata de una nueva, o mejor dicho ancestral ya, comunidad ampliada que incluye todos los reinos y estratos de la tierra y del cosmos.

Saber vivir y convivir desde otra vida nueva y renovada que quizá no sea sino la vida más ancestral y originaria, la vida como apertura del misterio y lo sagrado que habita en el corazón de la inmanencia, esto es, propiciar la creación colectiva y comunitaria de otros estilos de vida allende el modelo hegemónico del pensamiento y de la sociedad hípermoderna capitalista –según ahonda la pensadora belga: […] una vida que explore conexiones con nuevas potencias de actuar, de sentir, de imaginar y de pensar. Modificando formas de vivir y convivir de manera efectiva pero también política. Es decir, asumiendo lo que significa entrar en lucha contra lo que fabrica esa asignación, y aprender concretamente a reinventar modos de producción y de cooperación que escapen a las evidencias del crecimiento y de la competencia (Stengers, En las ruinas de la catástrofe, NED, 2017, 17).

Una de las tareas de nuestro tiempo es repensar la posibilidad compartida y dialógica de otro porvenir. De ahí también la exigencia y necesidad (¿terca necedad?: tal vez) de ensayar de forma

radical e intempestiva en y desde nuestra convulsa contemporaneidad. Y aquí el trío fantástico de Stengers, Latour y Viveiros de Castro cobra una inusitada actualidad porque nos interpela desde un presente abierto a una multiplicidad de posibilidades que se bifurcan como el jardín de los senderos borgesianos que se bifurcan. Ensayar sería arriesgar otros estilos de dicción e interdicción acordes con los tiempos venideros y experiencias emergentes. En las ruinas de la catástrofe, la reinvención lingüística y existencial se impone como tarea colectiva de rehacer el mundo y la (inter) subjetividad humana.

Tampoco estamos inventando el agua tibia o descubriendo el hilo negro, como el búho hegeliano de Minerva, asumimos que el pensamiento crítico es una creación tardía, apenas una herramienta que posibilita una praxis revolucionaria creacionista. La filosofía contemporánea no es sino un intercesor de ideas, un pequeño catalizador existencial de experimentaciones inéditas, tampoco es menos. Cobrar conciencia de dicho papel humilde y honesto, pero insustituible es una cuestión crucial para atisbar otro horizonte porvenir.

LA GUALDRA NO. 586 // 21 DE AGOSTO DE 2023 8
Lacasadelocos,de Francisco de Goya y Lucientes. 1812-1819. Óleo sobre tela. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid. Isabelle Stengers. Archivo de NED Ediciones.

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