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CULTURA •
LUNES 12 DE FEBRERO DE 2018
de enmedio
Fabrizio Mejía Madrid publica Manual para votantes primerizos, ilustrado por Helguera
Invitan a razonar el sufragio mediante un recuento de la historia electoral de México MÓNICA MATEOS-VEGA
No importa si se es primerizo a la hora de acudir a las urnas, o un ciudadano que lleva ya varias jornadas electorales en su historial, cuando se está frente a la boleta aparece la duda: ¿para qué votar? ¿Da igual votar por uno o por otro? De esa y otras cuestiones trata el libro Manual para votantes primerizos o expertos. (Hastiados o esperanzados) que preparó Fabrizio Mejía Madrid (Ciudad de México, 1968) con la complicidad del historietista Antonio Helguera (Ciudad de México, 1965), quien se encargó de ilustrar un texto que pretende hacer un llamado, principalmente a los jóvenes, para razonar el sufragio. Publicado por Océano, en el volumen se explica cuáles han sido las luchas que se han dado para poder ejercer el derecho a votar. “No estamos seguros aún de si en realidad cuentan nuestros votos, pero sí de que tenemos la opción de ir a hacerlo, lo cual es algo relativamente reciente”, explica el autor en entrevista con La Jornada. Helguera añade que la historia del libro se remonta a 1988, precisamente cuando él y Mejía Madrid participaron en una asamblea de defensa del sufragio: “Somos esa generación que votó por primera vez y nos tocó
vivir el movimiento alrededor de Cuauhtémoc Cárdenas, la corriente democrática, la ruptura del PRI, el fraude. “Tenemos una visión bastante particular de lo que han sido las elecciones en México. Es una historia que comienza a olvidarse, a borrarse. El libro comienza ahí, pues antes de 1988 a las elecciones no se les tomaba muy en serio, incluso la de José Ló-
pez Portillo fue un pitorreo porque era candidato único. “La elecciones en México no se volvieron cosa seria hasta 1988, porque además hubo un movimiento social genuino que brotó a raíz de la candidatura de Cárdenas. Por eso nuestro Manual va dirigido a los chavos, pero también a los rucos, a los que ya se les olvidó todo aquello.” Parece ser que desde esa épo-
ca hasta hoy hubieran cambiado muchas cosas, continúa Mejía Madrid, “hay varios partidos, coaliciones, y los independientes. Pareciera que habrá una elección tersa, pero no es así. Todo es motivo de conflicto y disputa, desde cómo nos informan acerca de los candidatos, hasta cómo cuentan los votos y cómo dan a conocer los resultados. “Por eso contamos en el libro
todas las desavenencias que hemos tenido. No sólo para estar alertar sino para reflexionar en que no sólo se trata de ser electores, sino convertirnos en ciudadados, no para decir qué me gusta o qué no me gusta, sino para opinar acerca de las propuestas de los candidatos.” Helguera explica que se tiende a satanizar a todo aquel que protesta por los resultados electorales desde 1988 a la fecha, “pero pocas personas saben que Enrique Peña Nieto ganó las elecciones excediendo 13 veces los recursos de topes de campaña, cifra reconocida por el propio Instituto Nacional Electoral. “En un país democrático eso habría sido suficiente para anular la elección, pero nadie dice nada, y se condena a quienes protestan por las irregularidades, llamándolos revoltosos. ¿Qué esperan? ¿Que uno acepte pasivamente esas guarradas?
El papel de los intelectuales
“La elecciones en México no se volvieron cosa seria hasta 1988, porque además hubo un movimiento social genuino”, recuerda el autor, en la imagen, a la derecha de Antonio Helguera, en entrevista ■ Foto Marco Peláez
oy sabemos que los sismos de septiembre del año pasado nos dejaron más de 2 mil 100 monumentos históricos dañados. Entre ellos, centenarios templos y conventos de Hidalgo, Morelos, Tlaxcala, Guerrero, estado de México, Oaxaca y Puebla. Frente a esas noticias nuevas que no cesan, mi pensamiento corrió hacia uno de los hombres más grandes que he conocido. Y para traerlo hacia nosotros he de decirles que sin lugar a dudas Constantino Reyes-Valerio es un sabio. Nació en 1922 y desde una fecha tan remota para algunos de nosotros, en el año de 1947, hace más de 70 años, con su trabajo de cada día, Constantino ReyesValerio forma parte de la prosapia de estudiosos mexicanos que han ido creando nuestra idea de mestizaje. Su obra es parte de nuestra biografía cultural, esa fecunda rama del árbol genealógico nacional que forman Justino Fernández, Manuel Toussaint y Carlos Chanfón entre muchos otros, quienes sentaron las bases de las horas más fértiles de la historia de la arquitectura y el arte mexicano. De allí que a casi dos décadas de haber aparecido, celebre la existencia del Arte indocristiano de Constantino Reyes-Valerio, ese escrutador de pasados que comparte la estirpe del pensamiento mexicano que en los siglos XIX y XX fueron formando nuestras ideas de mestizaje cultu-
Mestizaje de formas CÉSAR MOHENO
ral como uno de los argumentos para entender la diversidad con la que se construye nuestro concepto de nación. Este libro, ricamente ilustrado, revaloriza dos obras seminales de don Constantino y las vuelve a poner al alcance de la mirada y el estudio de todos: se trata de Arte indeocristiano: escultura del siglo XVI en México y de El pintor de conventos: los murales del siglo XVI en la Nueva España. En ellas, conducidos por el cuidadoso escrutinio del autor, desentrañamos los hilos finos con los que se creó la urdimbre que tejió –con las manos, los valores y los símbolos del arte prehispánico– la nueva sensibilidad que trajo a nuestras tierras el aprendizaje del evangelio. Ante nuestra mirada se develan, poco a poco, las raíces de una nueva iconografía y las bases de un arte inédito. Ése que hoy podemos admirar en templos y conventos que dan riqueza al paisaje de los caminos del centro de México. Al abrir nuestros sentidos a las páginas de Arte indocristiano podemos entender que en el firmamento cultural que fue la Nueva España creció la simiente
de una sofisticada trama del pensamiento. Así fue como en el siglo XVI la sabiduría de los indígenas creó un sistema de representaciones inconfundible que plasmó trazos en telas y en muros, labró esculturas, sembró los campos y levantó deslumbrantes obras de arquitectura. Los frutos de la sabiduría en esos espacios de piedra novohispanos los encontramos hoy en el centro de nuestro territorio simbólico. En un juego de espejos que refleja el mundo mesoamericano, todos los elementos del universo nuevo se cargaban de un sentido que regía cada instante de la existencia. El prodigio arquitectónico de las portadas, de las capillas abiertas, de las fachadas, de los altares, de los claustros, está hecho para conducir a los hombres y mujeres a estados de gracia con sólo pisar los atrios y las plazas. Las torres que pretenden alcanzar el cielo, las cúpulas que aspiran a representarlo, la pintura expresada en los muros, la escultura, los altares, son los elementos con que la arquitectura compite con la exuberancia del paisaje y otorga a los edificios un carácter que acerca a los hombres a lo divino.
“En nuestro libro también hablamos del papel de los intelectuales, porque de 1988 para acá han tenido un papel importante del lado del fraude y la imposición. Ellos jamás han estado del lado de la democracia, claro, con algunas excepciones. Pero en general, las mafias de intelectuales se han dedicado a apoyar el fraude, en el año 88, en 2006. Es una parte del Manual que me gusta mucho y donde le eché ganas a los dibujos”, concluye el monero. El Manual para votantes primerizos o expertos. (Hastiados o esperanzados), de Fabrizio Mejía Madrid, ilustrado por Helguera, se presentará en el contexto de la próxima Feria Internacional del Libro de Palacio de Minería, que se inicia el 22 de febrero.
Hay allí una firme apuesta para preservar la memoria plástica. Por la grandeza de la obra de Constantino ReyesValerio hoy sabemos que en virtud del trabajo indígena la arquitectura no hace sino ahondar en una singularidad construida al cabo de los siglos y que se encuentra tamizada por un especial estilo espiritual. El discurso de la historia se mezcla con el de las ideas y, a través de majestuosos templos y conventos, nos anuda con maestría a lo diverso, al mestizaje de las formas y de las creencias. Conocer hoy los detalles de la summa de erudición arquitectónica y de historia del arte de esta obra me parece esencial frente a la enorme tarea de restauración que México ha de emprender con urgencia para rescatar las mil y una formas de expresión que se mantienen en las huellas de ese universo de genio que en los albores novohispanos se grabó con gloria, para siempre, en el paisaje mexicano de piedra, cal y canto. Gracias a la obra de Constantino Reyes-Valerio las palabras Huejotzingo, Calpan, Tlalmanalco, Acolman, Tepeapulco, Huaquechula, Tlayacapan, Meztitlán, Yautepec, Ixmiquilpan, siempre precedidas por el nombre de un santo, son referencia simbólica de la cultura mexicana. Por tal cúmulo de luz y de visiones lo repito hoy y para siempre, don Constantino Reyes-Valerio es un erudito, un sabio generoso. Es momento de mirarlo para aprender de él.