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C RÓ N I CA, LU N E S 1 AG O S TO 2022
Forward Party
Una imagen promocional de Forward en que aparece uno de sus dos grandes fundadores, el ex demócrata Andrew Yang.
Forward, el nuevo intento de romper el status quo de republicanos y demócratas Moderados de ambos partidos buscan crear una alternativa real al bipartidismo existente, algo que nadie logra desde 1968
Optimistas Marcel Sanromà @marcelsanroma
Estados Unidos ha sido siempre un país eminentemente bipartidista. O unos, u otros. Ya sea ahora con demócratas y republicanos o, como a mediados del siglo XIX, entre demócratas y el Whig Party, una formación conservadora que ganó varias elecciones y que derivó en el Partido Republicano. Sin embargo, desde 1968 ningún candidato que no sea demócrata o republicano ha logrado colarse con fuerza en una elección presidencial. Es por esto que esta semana pasada, figuras moderadas de ambos grandes partidos estadounidenses presentaron una nueva formación con la intención de revitalizar la tercera opción, que nadie ha encarnado con el más míni-
mo carisma desde Ross Perot en los noventas, aun sin alcanzar un solo voto electoral. El nuevo partido se llama Forward (“Adelante”), y entre sus proponentes destacan sus dos co-presidentes, el ex demócrata Andrew Yang y la ex republicana Christine Todd Whitman, quienes abanderaron la presentación del partido con el claro objetivo de apelar a los moderados del país -como de hecho se define la gran mayoría de electores, según encuestas- y a las y los descontentos con el sistema bipartidistas. Yang es una joven figura que destacó en las primarias demócratas para las presidenciales en 2020 con un discurso populista y moderno que apostaba por la tecnología y por dar a todo el mundo un cheque de mil dólares. Todd Whitman, en cambio, es una figura con más peso, pues fue gobernadora de Nueva Jersey entre 1994 y 2001 y dirigió la Agencia de Protección Ambiental (EPA) entre 2001 y 2003. “L A MAYORÍA DEL SENTIDO COMÚN”
En el comunicado de presentación del partido, los y las fundadoras de Forward aseguran que “rechazan el extremismo y la división” en que ha caído Estados Unidos. Esta división se ha disparado especialmente a raíz de la elección de Donald Trump como presidente en 2016 y su polémico
mandato, pero en realidad no es nueva, pues desde inicios de los dosmil los demócratas se han ido escorando hacia la izquierda y, sobre todo, los republicanos se han ido escorando hacia la derecha -ejemplo de ello es el ascenso del grupúsculo interno del Tea Party y su líder Sarah Palin a finales de los dosmil-, dejando el centro cada vez más huérfano. Esta polarización ha llevado a que los fervientes trumpistas, en la sociedad y en el Partido Republicano hayan acuñado el término RINO (Republicans in name only, o sea “Republicanos solo de boquilla”) para designar a aquellos moderados que no convergen con todos los extremismos trumpistas, especialmente la mentira del fraude electoral de 2020. Asimismo, muchos demócratas reniegan y atacan al senador Joe Manchin, un moderado de Virginia Occidental que se desmarca de los postulados más progresistas de muchos de sus colegas y que se ha convertido en una piedra en el zapato para la agenda legislativa del presiden-
El exdemócrata Andrew Yang y la exrepublicana Christine Todd Whitman lideran el partido y buscan dar el zarpazo en 2024
te Joe Biden. Forward argumenta, en un editorial invitado en The Washington Post que Estados Unidos “necesita desesperadamente un nuevo partido político, que refleje la mayoría moderada, del sentido común”. Yang ha asegurado que ya son, de facto, el tercer partido del país porque cuentan con los recursos con que otros partidos alternativos tradicionales no cuentan. De hecho, advierten, ya han entrado en las primeras boletas electorales en elecciones primarias en varios estados, y aspiran a lograr presencia en 15 estados a finales de 2022 y llegar a todos los 50 estados para las presidenciales de 2024. LOS RECURSOS NO BASTAN
Sin embargo, puede que a Forward no le baste con recursos económicos y un par de caras conocidas. Mencionaba al inicio que la última vez que un candidato de alguno de los dos partidos logró al menos un voto electoral fue en 1968. Entonces, George Wallace alcanzó 46 votos electorales, y no solo eso, sino que ganó en cinco estados sureños. Wallace concurría bajo la bandera del American Independent Party, una formación que toleraba sus ideas segregacionistas de extrema derecha. Pero aunque el partido era minoritario, Wallace no era un desconocido. Había sido dos veces gobernador de Alabama, y había tratado de alcanzar la presidencia dos veces con el Partido Demócrata, que para entonces apenas comenzaba a virar sus postulados ideológicos hacia la izquierda. Todo esto fue suficiente para que Wallace se colara en una elección que encumbró a Richard Nixon, pero desde luego no fue suficiente para que él y su formación irrumpieran en la política nacional a largo plazo. Cuatro años después ya no quedaba rastro de Wallace, del extremista American Independent ni de su relativo éxito electoral. Porque Estados Unidos es, y siempre ha sido, un país bipartidista
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