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FRANK CRESPO TATUADOR
¿Por qué se especializó en el tatuaje cofrade?
No es lo único que hago, en realidad lo mío es el retrato realista, pero eso me llevó a empezar a realizar imágenes de la Semana Santa. Es un mundo que he sentido siempre muy cerca. Soy trianero desde pequeño, porque mi madre me inculcó esos valores. Después, con el tiempo, empecé a dedicarme a esto. El primer tattoo cofrade fue a un amigo. Conviene tener cierta confianza cuando abordas un reto difícil y aquello salió bien y se empezó a extender nuestra fama. Hacemos tatuajes para Sevilla y todo el sur, pero también ha empezado a venir gente de León, de Zamora, y de Salamanca, claro.
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Buscan un tatuador que ofrece un r ealismo total en las imágenes Eso es. Yo me centro en el estudio de la pieza y luego trasladarlo a la piel con la máxima perfección. Si hay una gota de sangre, yo la hago igual. No es fácil. Todo tiene su proceso que vas puliendo con el tiempo. Se empieza tomando medidas reales, luego hacemos un montaje en digital de cómo quedaría en la piel y estudiamos la zona. No siempre se puede tatuar todas las zonas. El cuerpo no es un plano en el que pegas una imagen y ya está. Hay hueso, hay musculatura, hay un determinado tono de piel o marcas de edad. Hay que enfrentarse a todo eso y resolverlo.
¿Sabe cuántos tatuajes lleva hechos?
Imposible. Llevamos más de 12 años en nuestro estudio (Hollywood Tattoo) y trabajamos mucho, afortunadamente. Tenemos espera de tres y cuatro meses y no paramos. Nos hemos podido especializar en el realismo en blanco y negro, con sombreado, y es por eso por lo que la gente nos va conociendo. La reproducción fiel y el detallismo. Y hemos encontrado muchos clientes.


El detallismo es también una de las señas de identidad de Romero Zafra como imaginero. Un ejemplo es el Despojado de Salamanca, que ya ha tatuado en varias ocasiones
A Paco Romero Zafra no lo conozco en persona, pero sí nos escribimos mucho. Desde que descubrí su obra me enamoré y siempre le digo que nosotros creemos que el tatuaje es para embellecer el cuerpo y que desde luego cuando tatuamos algo de él eso se consigue. Acabo de hacer una espalda con una de sus vírgenes y es un placer ver el resultado. A mí me gusta hacer los detalles, resaltar los elementos, porque eso es lo que da personalidad a una imagen. Estudio para hacerlo exactamente igual y Romero Zafra no lo pone muy fácil. Pero si él le hace 50 pinchos a una corona de espinas, yo tatúo 50 pinchos.
¿Tatuar este tipo de imágenes tiene alguna diferencia por su sentido emocional respecto a otras?
Hay tatuajes de todo tipo y mucha gente que se tatúa recuerdos, personas fallecidas o cosas muy emotivas aunque no sean religiosas. Pero es verdad que cuando viene un cofrade a tatuarse una imagen conoces historias que son tremendas. Aquí nos pasamos sesiones de seis y siete horas y vas hablando, cogiendo confianza y te van contando cosas. Son historias bonitas y emocionantes, a veces tengo que parar para no ponerme nervioso ante lo que te cuentan, porque te impacta: hay pérdidas, hay promesas que se cumplen… esa complicidad se traduce en un resultado mejor.
Las imágenes religiosas, a pesar de su minuciosidad y detalles, se suelen hacer en una sesión única que se extiende a lo largo del día. La media de cada uno de estos trabajos ronda las siete horas. La introducción de tecnología digital y nuevas máquinas inalámbricas han facilitado el proceso de forma notable.
Frank Crespo realiza sus tatuajes siempre en blanco y negro y con un esmerado trabajo de sombreado para obtener todos los detalles y conseguir una sensación de verismo. En los últimos doce años ha tatuado decenas de imágenes religiosas de cofradías de Sevilla y de toda España, también de Salamanca.
Gran parte del desafío del tatuador es adaptarse a determinadas partes del cuerpo particularmente difíciles. Huesos y musculatura complican el resultado y requieren la pericia del artista. “Mi objetivo es que me digan al final: pues está mejor de lo que yo creía. Y por suerte eso nos pasa a muy a menudo”.