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“Sevilla y Salamanca están UNIDAS por lo ESENCIAL, la FE y la DEVOCIÓN”
Sevilla y Salamanca son dos ciudades unidas por el trazado de la A-66 y, entre otros muchos nexos, por la pasión de muchos de sus habitantes por la Semana Santa. Un gran número de salmantinos viajan al Sur para empaparse de aquel mundo cofrade. Esta es una historia en sentido contrario. Un sevillano que llegó a Salamanca. Despojado y Redención hicieron el resto.
Juan Canseco es suboficial del Ejército de Tierra. Llegó a Salamanca en el año 2019 tras salir de la academia y obtener aquí su primer destino como sargento. Es el comienzo de una historia que, a la fuerza, tenía que acabar vinculada a la Semana Santa. “Cuando llegué resulta que una prima mía se casaba y lo hacía con un amigo de Ángel Hernández. Él sabía que a mí me gustaba mucho el mundo semanasantero y me puso en contacto con Ángel, para que conociera lo que se hacía en Jesús Despojado. Acudí a la iglesia de San Sebastián para una felicitación que pronunciaba Ángel y ya decidí quedarme”
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Juan es natural de Brenes, cerca de Sevilla. Un “cofrade de cuna” vinculado a la Hermandad de la Vera Cruz y Caridad. “He sido sido hermano, he salido de costalero, hemos fundado una agrupación musical… ahí lo he sido todo y he aprendido todo lo que sé de cofradías, gracias a la suerte de pertenecer a una hermandad fundada en el siglo XV”.
Lo natural en su nuevo destino era involucrarse también en la Semana Santa. “Entrar en Despojado y Cari- dad fue un compendio de factores. Yo en mi vida diaria necesito una hermandad en la que poder refugiarme, porque mi familia y yo estamos a 500 kilómetros de nuestra casa. Tras ese primer contacto, comencé a interesarme más, vi los dos titulares realizados por Francisco Romero Zafra, que me cautivaron desde el primer momento, me fui enganchando, empecé a ensayar como costalero y enseguida empecé a sentir que había encontrado también una familia en Salamanca”. Desde entonces han pasado muchas cosas en la vida de Juan Canseco. Su familia ha crecido, con la llegada del segundo hijo, ha realizado varias misiones internacionales y también se ha convertido en hermano penitencial de la Archicofradía del Rosario. Mientras, ha seguido conociendo la Semana Santa de Salamanca: “he vivido rosarios, felicitaciones, convivencias de hermandad y he visitado muchas iglesias. Una tradición muy de Sevilla que he mantenido aquí y he descubierto un patrimonio asombroso, no solo en arquitectura, sino también en la propia imaginería”.
Primero la pandemia y luego el nacimiento de su segundo hijo —“en la Semana Santa de 2022 decidimos bajar a Sevilla para que mi mujer diera a luz allí”— han ido privando a Juan de participar en la Semana Santa de Salamanca procesional. “Estoy con los dientes muy largos. Esta Semana Santa será la primera que participaré como costalero aquí y luego espero bajar el Jueves y el Viernes para estar con mi hermandad de Brenes”.
Momento de afrontar dos celebraciones unidas por la misma devoción pero separadas por infinidad de detalles. “El estilo castellano ya lo conocía porque he formado parte de la agrupación Virgen de los Reyes y he tocado en varias Semanas Santas. Me resulta muy interesante lo que se vive en el Despojado o en el Rosario, hay un contraste entre lo más tradicional de aquí y todas estas nuevas formas”.
Lo que sí le queda claro es que “lo que ocurre en cuaresma es muy diferente.
En Sevilla es un no parar de conciertos, de besamanos, de celebraciones y aquí todo es un poco más recogido, seguramente por una vivencia más interior. Allí somos unos maestros en llamar al público, en «vender» lo cofrade. Metes a la banda que toca lo que gusta a la gente, entran los costaleros… todo va sumando y elevando la presencia de hermanos lo que permite poder afrontar mejor los grandes cometidos de las cofradías: la evangelización y la caridad”. Tal vez por este motivo su elección en Salamanca estuvo muy clara. “En el Despojado y también el Rosario hay actividad todo el año y eso me gusta. En el caso del Despojado nuestra hermana mayor, Beatriz Dudes, tiene como grandes prioridades la caridad y la introducción de los niños, que vengan y que se sientan en casa y eso es bueno, porque obviamente ese es el futuro”.
Luego están las particularidades: “En Sevilla hay tantos hermanos que es difícil llegar a conocerse entre todos, aquí el mismo que viste a la Virgen para los cultos es el que hace montaditos en la sede o se va a entregar la recaudación al Banco de Alimentos, es una familia”. También el orgullo por ver cómo evoluciona lo llegado de fuera. “Los capataces que mandan aquí a los costaleros lo hacen muy bien. Claro que es un estilo que se habrá aprendido de allí, pero que ya es de aquí: los costaleros son de aquí, la banda es de aquí y las calles son de aquí, esto ya es totalmente de aquí. Me siento orgulloso de ver ese trabajo y también escuchar términos como «chicotá» o «levantá» con otro acento. Eso es riqueza de la Semana Santa. Al final todos estamos unidos por lo mismo, nuestra fe y nuestra devoción. Todo lo demás es accesorio”.
